Parte 2

El día era claro, a pesar de un poco frío, gracias a Yavanna el invierno no había herido tan duro este año a los Elfos del Bosque. A pesar de que los Primeros Nacidos no sentían los extremos del frío tan agudamente como las Razas Mortales, ninguno de ellos se oponía al cálido y acogedor refugio de una habitación con un buen fuego en las chimeneas y bebida caliente para atemperar sus cuerpos.

Los elfos silvanos moraban en hogares alrededor del palacio subterráneo del Rey Elfo, alto en la canopia de los árboles o cabañas construidas sobre el suelo, siempre no alejados de la fortaleza real y bajo la protección de la magia élfica de su señor.

Una gran caverna bajo una colina era la morada de Thranduil Oropherion monarca del Reino Silvano. Formada por el arte de los Enanos en días de antaño, con quienes se dice el rey tuvo tratos aunque no muy agradables, la cueva tenía muchos pasadizos y grandes salones, aireados y cómodos y no tan opresivos como su localización haría prever.

Las paredes de los salones principales estaban adornadas con ricas pinturas y esculturas evocando la vida silvana: elfos en los bosques cazando, doncellas urdiendo mimbre, hermosos elfos danzando bajo la luz de Ithil, gráciles elfitos correteando por los bosques recogiendo flores y algunos más traviesos trepando árboles; y los pasadizos no estaban del todo desprovistos de la luz de Anor ya que estratégicas pequeñas aberturas los hacían accesibles a sus rayos y de noche antorchas labradas en piedra sobre sus paredes anidaban fuego permanente hasta el siguiente amanecer.

El cuarto del trono era el salón más impresionante en la morada del rey elfo. De techo alto, estaba labrado para representar el cielo estrellado de una noche de verano, con joyas brillantes, ya que el tesoro real era opulento; grandes pilares asemejando árboles lo sostenían y las paredes convocaban escenas del pasado.

Menegroth, Las Mil Cavernas, hogar de Elu Thingol, Rey Elfo de la Tierra Media en los días antiguos, y Melian la Maia, su esposa, conjuraba una, ya que se dice que Oropher moró allí como pariente a ese legendario Rey Sindar. Yavanna, la Dadora de Frutos, estaba en otra, y la escena la pintaba danzando delante de los Dos Árboles de Valinor, Telperion y Laurelin, antes de la llegada de Anor e Ithil. Una pintura solo mostrando árboles y más árboles con criaturas del bosque yacía en otra pared; se decía que representaba el espíritu del bosque y como era antes de que la sombra cayera. Elfos a caballo encontrándose con elfos a pie hablaba otro fresco en esquina diferente. Altos y culturizados Elfos Grises llegando a morar entre cautelosos, primitivos, pero llenos de vida Elfos Silvanos y como Oropher llego a ser su Señor. El último retrato era un episodio triste para los Elfos del Bosque. La batalla de la Última Alianza estaba dibujada en este. Elfos en sus resplandecientes yelmos con poderosas armas, corceles enjaezados, bellos rostros élficos brillantez en su determinación, el emblema de la Casa de Oropher ondeando al viento y su pueblo en ordenada formación bajo su comando. El resultado de ese combate fue desastroso, los elfos silvanos perdieron un tercio de su gente incluyendo su rey, pero en esta escena se los representaba gloriosos y letales como los héroes que fueron.

El trono del rey era simple echo de fuerte roble tallado como en forma de hojas de abedul. Y el piso alfombrado ricamente de verde y castaño.

Las puertas de entrada a la cueva estaban ante un río y eran enormes, hechas de dura roca y labradas bellamente. Dos hayas, que eran los árboles favoritos de los Elfos del Bosque, estaban representadas una en cada mitad, y sus ramas se extendían hacia cada otro como buscando protección y unión en su hermano centinela. Cualquier promedio elfo no las podría abrir con solo fuerza física ya que se decía que estaban encantadas y que solo el rey y sus hijos poseían la magia que las conjuraba a voluntad. Había otra entrada más discreta usada por las personas comunes a la morada real, sirvientes y guardias, mensajeros y consejeros, algunos de los cuales moraban con la familia del rey. Era dicho que había otras entradas pero que estaban ocultas y eran solo conocidas por Thranduil y su familia, y más se decía sobre entradas descubiertas por el travieso joven príncipe, halladas en sus excursiones fugitivas cuando escapaba de los regaños de las victimas de sus juegos infantiles.

Antes libres para ir de un lado a otro bajo la sombra de la haya y el roble en el bosque abierto, los elfos silvanos migraron al norte alejándose de sus parientes de Lothlorien cuando la sombra cayó sobre el bosque en el primer milenio de la Tercera Edad. Ahora con la Paz Vigilante terminada se hablaba de un nigromante morando en Dol Guldur al sur del bosque, sitio el cual el pueblo de Thranduil evitaba a toda costa, lugar maléfico donde habitaban criaturas aterradoras y sumamente hostiles.

El Señor de los Elfos del Bosque Negro del Norte partió por unos meses alrededor de diez años después del deceso de su Dorada Reina, era la primera vez que dejaba el bosque en muchas centurias, exactamente desde la victoria con sabor a derrota de la Última Alianza. Se decía que un consejo de sabios se había formado en el oeste y que su rey había sido invitado a formar parte, pero cuando volvió, lo vieron malhumorado y nadie se atrevió a cuestionar su paradero y su resultado, ni los que lo acompañaron deslizaron ni una palabra de lo sucedido. Nunca más volvió a dejar el bosque.

Sadorell observaba como su Dorado Príncipe instruía en sus lecciones a los elfitos, ávido pupilo en su tiempo, ahora le ayudaba a inculcar la destreza del arma de largo alcance a pequeños pupilos que miraban a su joven instructor con adoración. El peligro del bosque y la necesidad de protegerse habían llevado a los Elfos del Bosque a empezar la instrucción de su gente en las armas desde pequeños, y por esta causa era conocido en los Reinos Élficos que los mejores y más recios guerreros de la Tierra Media se encontraban en el Bosque Negro. Centurias de vivir bajo la sombra que amenazaba tomar su bosque les había enseñado de la dura manera la necesidad de ser los mejores en las artes de la lucha en función para sobrevivir.

El príncipe enseñaba con pasión ya que amaba la arquería, arte en el que los elfos silvanos excedían, y que gracias a esta pasión, y talento natural, había desarrollado una habilidad que lo colocaba entre los mejores del reino a pesar de su corta edad.

Puntería fiel no era su única maestría, ya que en la técnica de las cuchillas gemelas era sobresaliente, ya que estaba apegado al juego de arma blanca que le obsequió su padre y se propuso dominarlas a cualquier costo, acto que casi ya había logrado, pocos superándolo. El príncipe demostraba una ambición por aprender todo lo que podía, exigiendo hasta la última gota de conocimiento de sus tutores en todas las ramas de la sabiduría élfica.. De despejada cabeza y genio agudo, el ardor por la vida inundaba sus ojos azul cielo, más al buen observador el espíritu alegre de la travesura no pasaba desapercibido.

Alto espíritu en verdad>, pensó el fiel capitán recordando la última hazaña de su joven principito, mientras grácil, el último se acercaba hacia donde estaba parado observando el progreso de los novatos.

"Me cuentan que el buen Galion y un grupo de sus amigos sufrieron una lamentable desventura ayer. Por ventura¿sabes algo de esto Legolas?

"Algo he escuchado sobre el venerable escanciador, pero los detalles no han llegado a mí", aunque su rostro nada delataba, Sadorell atrapó la chispa bailando en los ojos del elfito mientras se colocaba a su lado para observar a los aprendices.

"Cuentan que Galion y algunos de sus amigos tenían una reunión privada con algunas doncellas, y como mayordomo del rey con fácil acceso a la bodega, había escogido el mejor vino, nada menos que el Dorwinion, para su pequeña celebración.. Pero que sorpresa se dieron, dicen los rumores, que a la mitad de danza y bebida, se percataron de un purpúreo matiz rodeando la boca de cada uno de los congregados."

"¿Sería esta la razón por la cual no lo vi esta mañana, entonces?"

La cara de Legolas denotaba cándida inocencia, pero el elfo mayor sabía mejor.

"Dicen que a los afectados les dura aún su infortunio,"

Sadorell miró fijamente al joven elfo. "También ha llegado a mis oídos que Galion fue a quejarse al rey sobre el temible perpetrador del acto." Aquí se detuvo por efecto, y notó con triunfo como los ojos del principito se amplificaban, si bien levemente. "Pero a la palabra mágica de Dorwinion del rey, el mayordomo salió con la cabeza baja y el rabo entre las piernas."

Un casi inaudible suspiro de alivio fue captado por los agudos oídos élficos del capitán.

"Ayer encontré a Galion en las bodegas, y los vi compartiendo una botella de Dorwinion con el jefe de guardias." Las delicadas facciones del príncipe se arrugaron en un ceño. "Le pedí un vaso y dijo que no era vino para elfitos" un resoplido se pudo escuchar en el aire, labios carmesíes frunciéndose en una mueca, "y como buen elfito le aconsejé que no era bueno aficionarse al Dorwinion, y que el hidromiel no era tan malo".

Una estrepitosa y musical carcajada resonó en el aire, espantando pájaros de árboles cercanos y distrayendo a los estudiantes de sus prácticas, uno de los cuales mandó su flecha en la equivocada dirección, y observaba estupefacto como su flecha casi ensarta a uno de los elfos acechando el campo de entrenamiento, soportando la burla de sus amigos y el reproche del elfo casi herido.

"¡Nimloss!" dijo todavía un riente capitán. "¡Ten cuidado pequeño¡Si vas a disparar a algo no falles al menos!"

El casi injuriado elfo miró resentidamente al capitán guerrero, quien le devolvió una mirada furiosa, que lo hizo desaparecer casi en el viento. ¡Había notado como el tunante observaba a su querido principito!. Paseó su mirada fría alrededor del perímetro del campo, y los pocos atrevidos que no se habían retirado con la mirada de advertencia del rey, terminaron de irse bajo la helada estima del guerrero.

Su mirada volvió a ser cálida al dirigirse a su príncipe. "Sabes que tu Adar no te permite que tomes Dorwinion aún, el vino es demasiado fuerte y lo tiene reservado para la celebración de tu mayoría de edad. Ahí podrás tener un gusto, aunque no mucho según le he escuchado decir. ¿Qué te cuesta esperar unos días?"

Un suspiro se escuchó, antes de una melodiosa voz. "Sí, lo sé, pero al Dorwinion lo he visto tan lejano que pienso que el día de probarlo nunca llegará. Hasta ha Nael su ada le deja tomar el vino¿Por qué yo no puedo?"

"Hace un mes que Annael ya ha pasado su mayoría, Legolas. Aunque confió que Sirion no lo deje mucha indulgencia, después de todo recién tiene solo media centuria". Posó una mano en el hombro del joven elfo y apretó ligeramente para animarlo. "Pero solo una semana falta y serás todo un adulto ante nuestra gente y podrás probar todo lo que tu quieras."

"¿Todo mi capitán?" preguntó Legolas con una juguetona sonrisa y una chispa pícara en los ojos.

Suprimiendo un gemido de piedad por sí mismo en el doble sentido, Sadorell sacudió la cabeza lastimosamente antes de responder, "Me temo que todo mi príncipe, me temo que todo," casi susurró.

El capitán como el rey amaba mucho al joven príncipe, y no veía con buenos ojos al excesivo número de elfos y doncellas que miraban lascivamente a su joven protegido. Que la mayoría de edad implicaba que esos elfos ahora libremente podían hacer sus deseos conocidos al príncipe le gustaba aún menos y que el principito pudiera retornar el deseo de uno de ellos totalmente le desagradaba. No veía como el consejero Sirion había soportado la noche de mayoría del joven Annael, quien en su propio era buscado por elfos y doncellas por igual; y de quien ya se escuchaban historias de hazañas en el dormitorio de noches voluptuosas.

Flexible en figura, que se estaba endureciendo por el constante uso de armas en su entrenamiento y las luchas en las que ya había participado, facciones delicadas que recordaban los de la Dorada Reina con rasgos de la determinación del Noble Rey; y alegría que soltaba al viento muy a menudo en la forma de canciones entonadas en una dulce y melodiosa voz, Legolas era un joven elfo de singular belleza; y el capitán guerrero no dudaba que con el paso del tiempo esto no iba a hacer otra cosa si no aumentar, mientras el principito se adentraba en el camino de la completa adultez de cuerpo y espíritu. El guerrero presagiaba una belleza in par en todo reino Elfico.

Considerando que el tema no propicio para su buen juicio, decidió sobre otro. "Los elfos de Imladris llegarán uno de estos días y los de Lothlorien ya fueron divisados por los centinelas en el borde¿Piensas que Elrond Peredhel y la Dama Galadriel estarán en su número?

Legolas se encogió de hombros. "Me sorprendió mucho cuando Ada me dijo que los había invitado, siempre he entendido que no se llevaba bien con la Dama del Bosque de Oro y con el Señor del Valle Oculto. Me comentó que las respuestas decían que es probable que el Señor Elrond no asista, sino que enviaría a sus hijos, y que la Dama de Lorien trataría de ponerse en camino junto con su gente." Sus ojos brillaron con entusiasmo, "tu sabes que me gustaría mucho ver a gente de otros reinos y espero con ansías su llegada" con alegría exclamó "¡Gemelos... nunca he visto gemelos!"

"Los gemelos son muy raros en verdad, pero en la línea de los Peredhil es común ocurrencia. Esperemos que ellos vengan así puedan satisfacer tu curiosidad" comentó didácticamente el guerrero.

"Mi curiosidad en verdad, capitán" rió entre dientes el principito, desviando la vista de Sadorell, con una sonrisita burlona en los labios agregó bajando su voz a un murmullo, "y grande que es."

Alcanzando a oír las últimas palabras de su joven príncipe, el fiel capitán esta vez no pudo asfixiar un lastimero gemido; en vez decidió llamar a una conclusión de las prácticas dirigiendo a cada elfito a su hogar y retirándose apresuradamente él mismo, dejando en su camino a un travieso Legolas, todavía sonriendo burlonamente para sí mismo.

TBC

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Anor – Sol

Ithil – Luna

Elu Thingol – Elwe, uno de los elfos que condujeron a los elfos en su primer gran viaje hacia la tierra bendecida, guiando a los Teleri junto con su hermano Olwe. Se quedo a medio camino por amor de Melian, la maia, su esposa. Padre de Luthien. (Mayor referencia en el Silmarillion)

Melian – Maia que abandonó Valinor (La Tierra Bendecida, Amán) para pasearse por la Tierra Media y se enamoró de Elwe y se quedo a morar con él, formando el reino de Doriath en la Primera Edad. Se dice que Galadriel aprendió todo lo que sabía de ella. (Mayor referencia en el Silmarillion)

- Yavanna, la Dadora de Frutos – Valier creadora los árboles y todas las cosas que crecen.

Telperion y Laurelin – Los Dos Árboles Sagrados creados por el canto de Yavanna en Valinor, fueron destruidos por Ungoliant, araña sirviente de Melkor (el primer señor oscuro), de una flor de Telperion fue creada la luna y de un fruto de Laurelin fue creado el sol. Guardado por Maias (Tirion y Arien) navegan por el cielo en barcas. (Mayor referencia en el Silmarillion)

Elfos Grises – Sindar

Última Alianza – Guerra donde el Sauron fue derrotado por primera vez. Donde Isildur tomó el anillo único.

Dol Guldur – Una de las moradas temibles de Sauron a su retorno, conocido en ese entonces como el nigromante.

Adar – Padre

Ada - papá