Título: La Hoja del Gran Bosque Verde I: El Dorado Príncipe
Autora: Annariel
Disclaimer: La mayoría de los personajes pertenece a Tolkien. Solo los presto por un rato.
Review son muy bienvenidos y necesitados. Pleeeeeeeease.
Advertencia: Slash.
Parte 5
Las habitaciones de huéspedes en el palacio subterráneo eran espaciosas, o al menos la que le habían conferido. Haldir observó con detenimiento todo lo que el cómodo cuarto podía ofrecerle, incluyendo la privada estancia de baño, pero a lo que más pagó atención fue a la cómoda cama que se desplegaba en el centro de la estancia. Grande y espaciosa. Esto asegurará mi disfrute en el Bosque Negro. pensó satisfecho.
Justo cuando empezaba a planear que sus disfrutes serían para esa noche, un fuerte golpe contra su puerta lo interrumpió, justo antes de que dos plateados torbellinos explotaran dentro de su cámara.
"¡Haldir!" Una musical, pero ligeramente chillona voz exclamó. "¡Tu cuarto es más grande que el nuestro!" Un elfo de ligera complexión, con plateado cabello llegándole hasta la cintura, empezó a recorrer la habitación. "¡Mira, Oro! Hasta tiene un baño privado."
Haldir suspiró con resignación Entonces no todas las habitaciones de huéspedes en el palacio subterráneo son espaciosas pensó, mirando resignadamente a su más joven hermano. "Rumil", agregó en voz alta, con tono monótono.
"¡Y nosotros dos tenemos que compartir una cámara¡Y no tiene baño privado!" Continuó la queja.
Haldir volvió a suspirar, iba a responder a su hermano cuando un leve ruido atrajo su atención. Giró a tiempo para ver a su otro hermano, Orophin, zambullirse en su mullida cama.
"Y la cama es más espaciosa también," Una amortiguada voz afirmó desde las profundidades de cobijas y almohadones.
Y Haldir no pudo evitar sonreír ante ese comentario. "Esta bien, ya compórtense." Caminó graciosamente hacia una labrada silla, sentándose con su gracia habitual. "Vamos, sé que no han venido solo para quejarse sobre la diferencia sobre nuestras habitaciones. Además sabían que sería así, después de todo, soy el capitán de las fuerzas de nuestro hogar." Terminó con énfasis, levantando el mentón hacia el cielo, para fastidiar a sus hermanos.
"¡Siiiii¡Ya sabemos eso, Haaaldirrrr!" Chilló Rumil, impaciente. "Solo venimos a ver tu cuarto... y hablar de los elfos del Bosque Negro."
"De la familia real en especial." Detalló Orophin. Acostado en la cama y levantado sobre un codo para ver mejor a sus hermanos.
Haldir lo sabía. Conocía demasiado bien a sus hermanos.
"¿Viste al rey?" Preguntó soñadamente el más joven de los hermanos. Rumil no podía mantenerse quieto y empezó a caminar de un lado a otro recorriendo el cuarto. "¡Es magnífico!" Enfatizó azotando los brazos como un elfito. "No he visto a un elfo más imponente que él."
"Lo mismo dijiste de Glorfindel." Se burló su hermano.
"No es verdad, Oro." Contrariado, se sentó sobre el pie de la cama con fuerza. "Yo dije que Glorfindel era un elfo impresionante. Después de todo mató a un Balrog."
"Buen punto. ¿Sabes que Balrog ha matado el Rey Thranduil?"
"¡Oro! A veces eres imposible." Girando suplicantes ojos a su hermano mayor, el joven guardián continuó. "Haldir¿No es cierto que opinas igual que yo?
No gustándole hacia donde se dirigían las cosas, el capitán se levantó de su asiento. "Rumil, es verdad que el rey es un elfo imponente, pero es uno con quien no se debe jugar." Sentándose al lado de su joven hermano en la cama, puso una gentil mano en su hombro. "El Rey es un elfo que ha visto mucho en todos su años, penas y alegrías. Es un poderoso señor."
"¡Oh, lo sé, Haldir! Solo es que me ha impresionado, no significaba ninguna ofensa." Volvió a levantarse y a pasear por el cuarto. "Nunca me atrevería a hacer un intento sobre él. ¡Elbereth me libre! Terminaría en sus calabozos." Rió suavemente antes su ocurrencia. "Además hay muchos elfos aquí, incluyendo a los príncipes." Agregó con una traviesa sonrisa.
Haldir frunció el ceño.
"¡Oh sí, los príncipes! Ahí si estoy de acuerdo contigo." Orophin se incorporó de la cama para sentarse al lado de su hermano mayor, una larga pierna flexionada bajo su cuerpo y la otra columpiándose en el aire. "El príncipe heredero se parece mucho a su padre... Muy hermoso, pero menos majestuoso. ¿Viste sus ojos? Penetrantes e inteligentes. Todo un misterio para ser revelado por el elfo adecuado." Sugirió con una sonrisa picara.
"Y supongo que tú eres ese elfo." Haldir miró pacientemente a su hermano.
"Nadie dijo que yo no era."
"¡Ay, te olvidas de un delicioso manjar, Oro!" Rumil se tiró sobre la cama para empezar a rebotar sobre ella en entusiasmo. "Cierto príncipe del cual un guardián de nuestro bosque no podía apartar sus ojos, tanto así que su propio señor tuvo que hacer extraños sonidos para atraer su atención." El joven guardián no pudo evitar sino estallar en pequeñas risitas ante la mirada de exasperación de su hermano mayor.
Orophin explotó en musical risa. "No me olvido¿Cómo podría? Pero no comento nada sobre el adorable principito del Bosque Negro, por temor a perder el favor de mi capitán." Contoneó ambas cejas sugestivamente.
Dispuesto a reprender a sus jóvenes hermanos por su perezosa charla, volvió el rostro hacia ellos con la intención de poner un duro semblante, más al mirar sus expectantes expresiones, no pudo evitar sonreír aún de nuevo ante sus payasadas, y menos aún negar su exactitud ante los evidentes hechos proporcionados por él mismo a su llegada. Hace mucho tiempo que él no mostraba tan evidente interés por alguno. Con otro paciente suspiro, se levantó para ir a acomodarse en su silla. "Es hermoso." Simplemente dijo.
"¿Hermoso¿Es todo lo que vas a decir?" Incrédulo, Rumil sacudió su plateada cabeza, mandando a volar mechones y pequeñas trenzas a través del aire.
Antes de que su hermano mayor pudiera agregar algo más, Orophin se adelantó. "Es muy joven." Afirmó gravemente.
Arqueando una ceja ante la súbita seriedad de su hermano, Haldir inclinó levemente su cabeza a un lado para mirar especulativamente a sus hermanos. "Lo sé. Por eso no lo voy a tomar antes de su mayoría.
"¿To.. tomar?" Perplejo, Rumil miró fijamente a su hermano. "¿Quiere decir que en realidad lo vas a perseguir?"
"El rey Thranduil no lo va a permitir." Interpuso el otro hermano firmemente.
"El rey Thranduil no necesita estar presente." Replicó indiferentemente, y antes de que sus hermanos pudieran agregar algo más, se levantó. "Voy a tomar un baño, sería conveniente que hagan lo mismo, y descansen del viaje antes del baile de esta noche. Uno nunca sabe cuando será requerido un acto donde se necesite todas nuestras fuerzas."
Con una sonrisa burlona para acompañar su comentario final, empezó a alejarse en dirección de su cuarto de baño privado, dejando detrás a dos desconcertados, y muy cansados, guardianes de Lorien para pesar sus palabras y seguir su consejo; en cualquier orden que desearan escoger.
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El gran salón estaba magníficamente iluminado y el aire cargado de festiva música y deleitada risa. Sinuoso cuerpos se movían al ritmo de jubilosas canciones y tintineantes voces. Manos ansiosas pasaban dulce vino y fresco hidromiel, delicadas bocas saboreaban apetitosas delicias, y por encima de todo, la alegría de la vida silva reinaba en el palacio del rey de los elfos del bosque.
Plateados cabellos se mezclaban con doradas cabezas. Anécdotas del Bosque de Oro competían con cuentos sobre el Bosque Negro, mientras la refrescante aguamiel calmaba acalorados ánimos. Amistades empezaban, tanto como nuevas pasiones y algunas antipatías. Ithil alto en el cielo miraba como la noche transcurría en bulliciosa algarabía mientras los elfos de dos distintos y alejados reinos volvían a fundamentar una alianza ansiada y necesaria.
La fiesta pasaba el punto de la medianoche.
"La mirada del capitán está fijada sobre ti de nuevo, Las."
Legolas discretamente ojeó hacia donde su amigo le indicaba, y, en efecto, comprobó que no se equivocaba. El plateado capitán lo estaba mirando otra vez. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces durante la noche. Sonrió juguetonamente a su amigo, mientras arrebataba una copa de vino a un pasante sirviente.
Bebió casi la mitad de un solo sorbo, y en sus ruborizadas mejillas se podía ver que el vino ya había hecho efecto.
"Déjalo que mire, Nael." Dijo el Dorado Príncipe soltando una risita. "Sabes que me halaga que lo haga. Por cierto, Saelbeth ha volteado otra vez también" Añadió vaciando su copa, codeando secretivamente a su amigo. "Un bello pretendiente tienes en él, mellon nin."
"Silinde también te ha estado mirado toda la noche, Legolas. Igual o más que el capitán"
Arqueando una dorada ceja ante el uso completo de su nombre, el principito estalló en pequeñas risitas, lo cual había estado haciendo mucho recientemente delatando su bebido estado. "¡Oh, Silinde es hermoso!" Casi exclamó, "Pero no tanto como el capitán o el Señor de Lorien."
"Silencio, Las." Siseó Annael, sumamente fastidiado. "Nos van a escuchar."
Otra música comenzó y los jóvenes elfos fueron instantáneamente rodeados por deseosos compañeros de baile, entre los cuales se hallaban los mencionados Saelbeth y Silinde, mucho como lo habían estado toda la noche, y cortésmente declinaron esta vez en favor de su sumamente interesante plática.
Olvidando su fastidio, Annael miró incrédulamente a su amigo. "¿El Señor de Lorien?" Los ojos del joven guerrero se amplificaron mientras su príncipe arrebataba otra copa de vino. "¿Miras lujuriosamente sobre el Señor del Bosque de Oro y pariente a tu padre y a ti, sin mencionar que es un elfo unido a la Dama de la luz?"
Legolas casi escupió el sorbo de vino que había tomado al escuchar la amonestación de su amigo. "No es necesario que menciones todos sus títulos en una sola frase, Nael. Y sí, me parece un hermoso elfo, magnifico y sabio, y sumamente encantador." Soñadamente, el principito miró en dirección del dicho señor elfo, quien estaba en animada conversación con su padre. "Hermoso no es palabra para describirlo. No es ninguna maravilla que este casado a la más alta dama de la Tierra Media. Nunca había visto un elfo tan imponente como él."
"Yo sí," dijo el rubio guerrero, mientras el joven arquero apuraba un sorbo de la copa en su mano. "Tu padre."
Esta vez, el joven príncipe no pudo contener el traguito de vino en su delicada boca. Varias cabezas giraron mientras el elfito expelía ruidosamente un poco del líquido tinto ante él, salpicando levemente al escanciador real quien venía a regañar al principito por su inmoderado consumo de la dulce bebida.
Totalmente rojo como una cereza, el Dorado Príncipe agarró rápidamente una ofrecida servilleta, aferrando el brazo de su amigo en una mano, hizo un gesto de disculpa con su rubia cabeza al aturdido Galion, y se alejó apresuradamente, jalando a su riente amigo, a quien a duras penas oyó comentando su alegría de que no haya sido Dorwinion, hacia otra esquina del salón.
Thranduil frunció desde lejos.
"¡Annael!" Siseó agudamente en el oído de su amigo. "Eso si que yo no quiero saber. ¡Mi padre¡Por Yavanna¡Tú piensas que mi padre... !"
La carcajada del bello Annael no lo dejó continuar. "Las, me malentiendes." Tratando de controlar su risa, continuó. "Yo pienso que tu padre es imponente." Ante la mueca de horror de Legolas, se apresuró a seguir. "Imponente en la manera de que es un gran rey, y todos los respetan." Al ver que su amigo no estaba totalmente convencido, prosiguió. "Majestuoso e imponente, Las. Tú ves al señor de Lorien con ávidos ojos, por eso opinas así de él. Yo veo a tu padre con los ojos de un súbdito fiel, por eso me parece grande y fuerte entre los Señores Elfos de la Tierra Media." Concluyó orgulloso.
El principito dejo escapar un suspiro de alivio. ¡No lo hubiera podido soportar si su mejor amigo pensara así de su padre! Se estremeció ligeramente en horror ante el escabroso pensamiento.
Otra danza comenzó, y los jóvenes elfos decidieron que ya habían descansado lo suficiente y era tiempo de volver a unirse a la diversión. De pronto, la cara del joven guerrero mostró abierto estupor, y frenético, asió apretadamente el brazo de su príncipe.
Habiendo ya atrapado otro vaso de vino, para reemplazar el de su desventurado incidente, la condición achispada del joven arquero regresó con el licor, y soltó otra risita ante el extraño comportamiento de su amigo. "Viene." Lo escuchó susurrar.
Del rabillo de un ojo vio como Silinde se acercaba hacia él, tanto como una linda doncella que apuraba el paso para adelantarse al guerrero; obviamente con la intención de pedir la pieza. Más cuando ya se había decidido a bailar con su rubio amigo Silinde, vio como el guardia se detenía frente a su mejor amigo, casi renuentemente estirando su mano hacia Annael, mientras todavía miraba a Legolas deseosamente. Pensé que Silinde venía a bailar conmigo. reflexionó un poco nubladamente. Cuando vio que su amigo iba a negarse, le hizo un gesto de animo con su dorada cabeza, y cuando iba a estirar su mano para hacer otro gesto, se dio cuenta de que su brazo estaba suavemente, pero posesivamente mantenido por otro. Girando hacia el audaz elfo, sus ojos llegaron frente a frente con unos intensos ojos color avellana.
"¿Su alteza me concede esta pieza?" Una seductiva voz susurró, muy cerca de su oído, haciéndolo estremecer levemente.
No esperando respuesta el capitán de las fuerzas de Lorien empezó a llevar a un deslumbrado joven príncipe hacia el centro del salón. Y lo último que el joven arquero vio fue a Saelbeth mirando tristemente como Silinde empezaba a bailar con su querido amigo Annael, antes de que su vista y sentidos se vieran rodeados de una dominante presencia y un fresco olor a sándalo.
TBC
-
Mellon nin – amigo mío.
