Parte 6

El cielo estaba despejado permitiendo a Ithil y a las estrellas brillar sobre la copa de los árboles. Ráfagas de viento helado circulaban una que otra vez dentro del pequeño jardín que los elfos del bosque habían habilitado para su rey dentro de su fortaleza subterránea.

Un pequeño estanque de agua clara, orgullosas hayas y nobles robles esparcidos alrededor con arbustos y bellas flores sobre el fresco césped. Más asemejaba un hermoso claro en el medio del bosque que un trabajado jardín. Más la única diferencia era encontrada en la parte más recóndita y acogida, donde uno podía observar hermosos rosales floreciendo contra toda probabilidad, aún en el frío del invierno. Las amadas rosas de la Dorada Reina eran y los sirvientes y los dos príncipes las cuidaban con mucho dedicación en memoria de su ausente protectora.

Legolas no entendía como fue que el capitán de Lorien lo convenció para salir del gran salón. Un momento danzaba placenteramente con el fornido guerrero y al siguiente el olor de las rosas embromaba su nariz, caminando entre las sólidas hayas hacia el favorito lugar de su madre con la fuerte presencia del Galadhel a su lado. Cuentos de Lorien sí recordaba, narrados en una melódica pero profunda voz, los Mellyrn, el Nimrodel, la amarilla Elanor y la pálida niphredil y Cerin Amroth. El plateado elfo amaba su hogar, y Legolas sabía que gracias a Haldir, él también amaría a la bella Lothlorien si la llegaba a conocer algún día. Pero eso no cambiaba el hecho de que habían dejado la fiesta, y los rumores que esto provocaría.

"Mi padre lo matar�," pensó, deteniéndose frente a un bello rosal amarillo. Las corrientes de aire frío habían aclarado su cabeza de los efectos del vino dulce, y ahora se paraba, contemplativo, decidiendo que hacer de la situación. "Mi padre nos matará." Se corrigió a sí mismo racionalmente.

Desde atrás, largos dedos rozaron a un lado su cabello desnudando su flexible cuello a una avara vista, la punta de los ágiles dedos acariciando levemente a su paso, causando un leve estremecimiento correr a lo largo de su espina. El príncipe sintió el aliento del capitán cerca a su oído con su cálido cuerpo muy próximo detrás del suyo.

"Eres adorable." Susurró Haldir. El altivo capitán sentía un intenso jalón hacia el principito. Nunca había sentido deseo tan fuerte por uno todavía en su minoría en todos sus años, ni visto uno más apetecible, sino no habría arriesgado la ira del rey al apropiarse de su más joven hijo por unos pocos preciosos momentos a solas. Vio el leve temblor recorrer el cuerpo del joven elfo ante sus palabras, y sonrió con aire satisfecho inhalando la dulce fragancia del dorado cabello.

"Y tú atrevido, capitán." Girando, Legolas llego cara a cara con su seductor. Durante la llegada de los elfos de Lothlorien había observado al Galadhel, estudiando discretamente su proporcionada forma y desenvuelta gracia, igual que lo había hecho con Celeborn, su señor, y durante la noche no había perdido la oportunidad de observar al guardia de reojo. Más ahora, al alcance, contempló a la luz de la luna las elegantes facciones y pensó que nunca había visto un elfo más hermoso que el plateado guardián. Alcanzando a controlar su súbita ansia por el otro elfo, el Dorado Príncipe trato de parecer indiferente. "Aún no estoy en mi mayoría, guardián de Lorien. Las leyes son inflexibles."

Inclinándose hacia delante, el plateado elfo rozó ligeramente su codiciosa boca contra los suaves labios del joven elfo, evocando un sofocado suspiro. "Lo sé, malthernil" susurró con una ronca voz, sus labios sobre los del otro. "Sino estaríamos haciendo más que simplemente hablar."

Ambos brazos del guerrero alrededor de su cintura, un poderoso cuerpo apretado contra el suyo. Legolas inconscientemente puso ambas manos sobre las caderas de Haldir, temblando al sentir el deseo del elfo duro contra su muslo. La posesiva boca cerniéndose sobre la suya, el príncipe no pudo evitar abrir sus labios, otorgando entrada sin siendo pedido. Todo pensamiento sobre mayoría, leyes y rosas perdidos mientras una húmeda lengua lentamente empezaba a invadir su boca.

El cuerpo de Haldir estaba en fuego, nunca había probado algo más dulce que la boca del principito. Por la forma en que la lengua del joven elfo salía a recibir la suya, el capitán se dio cuenta que no era la primera vez que el elfito había sido besado, más se juró a sí mismo que este primer beso que compartía con el príncipe del bosque no sería olvidado fácilmente. Sus brazos estrecharon más vigorosamente el flexible cuerpo contra el suyo, una erección se hizo sentir y él serpenteó su mano entre sus cuerpos entrelazados para acariciarla entre sus hábiles dedos. El necesitado gemido del Dorado Príncipe fue asfixiado por su boca, con eso Haldir empezó a devorar al joven elfo en serio, yaciendo exigencia del más delgado cuerpo, sus firmes caricias trayendo más gemidos y lloriqueos, y solo renuentemente terminando el beso por falta de aire.

"Ai, Hal-dir. ¿Qué me estás haciendo?" Jadeando, logro decir a tropezones. Sintiendo la boca del guardián derramando ligeros besos por su mejilla, Legolas tembló fuertemente cuando esos malvados labios se abrocharon con fervor en la punta de su oreja. No podía pensar coherentemente a través de la bruma de placenteras sensaciones que el guerrero evocaba en él, la combinación de la mano y la boca del plateado elfo dejándolo débil en las rodillas y sabía que solo se mantenía en pie gracias a los fuertes brazos del Galadhel. De pronto sintió otra mano haciendo su camino hacia la hendidura entre sus mejillas traseras, donde nadie lo había tocado, ni siquiera... "¡Haldir!" Casi chilló, al sentir esa mano apretando a través de su ropa, su cuerpo respondiendo por empujando hacia la mano que lo acariciaba desde delante.

"Shushhh," acalló, sus manos acariciando al principito hacia el éxtasis, "Déjame complacerte, mi bello príncipe." Su boca buscó hambrientamente la garganta de alabastro, esparciendo besos como plumas, antes de aferrarse ávidamente en el lugar donde el cuello y el hombro se unían.

Legolas no supo que lo golpeó, cuando de improviso una luz blanca estalló frente a sus ojos y su clímax lo alcanzó. Temblando desvalidamente en los brazos del capitán de Lorien, hundió su dorada cabeza entre los plateados cabellos, sus brazos automáticamente rodeando estrechamente el cuello del guardián. Su cuerpo fue flácido contra el otro, el joven elfo sintió como el elfo mayor frotaba su espalda confortantemente. ¿Que ha venido sobre mí¿Hacer algo tan íntimo con un extraño? Sintiendo al Galadhel ligeramente besando su cuello y luego acurrucando su nariz entre sus cabellos, pensó con una sonrisa. No un extraño. Ya no más Sintiendo la erección del otro elfo, todavía no abatida, pulsar contra su muslo, Legolas levantó su cabeza para mirarlo a los ojos. "Todavía no has tomado tu placer. Déjame ayudarte con esto."

Las sinceras palabras del Dorado Príncipe inflamaron al elfo mayor de tal modo que a pesar de su control tembló levemente en los brazos del otro. Él sabía que si el elfito lo tocaba el no estaría satisfecho con una simple caricia. Él no pararía hasta exigir al otro elfo completamente y a fondo. Sus emociones luchando contra su razón, inconscientemente volvió a apretar el flexible cuerpo del principito contra el suyo. Solo unos días más, se dijo, Unos días más, solo unos días más y podrá ser mío. Saboreando un último contacto, abruptamente alejó su cuerpo del otro. "Estoy bien, no tienes porque preocuparte por mí. Mis necesidades no son tan urgentes que no las pueda controlar."

Confundido por la brusca separación del cálido cuerpo y lastimado por las displicentes palabras, el príncipe alcanzó a pararse erguidamente, tratando de disimular su sinsabor. Después de todo él era un príncipe e hijo de Thranduil, rey de los elfos del bosque. Arrogante como dicen eres en verdad Haldir de Lorien. Un poco de humildad no le hace mal a nadie. Eso aprenderás en tu estancia en estos salones. Habiendo germinado una idea en su dorada cabeza, el príncipe miró con determinación al otro elfo.

Haldir vio algo cambiar en la expresión del joven elfo, pero no pudo leer que era, tan grande era todavía su deseo por el elfito. Observó como esos ojos tan azules se cerraban con los suyos, y sintió como si se pudiera ahogar en ellos, tan profundos y abiertos eran. De pronto los ojos miraron hacia otro lado, la rubia cabeza giro bruscamente hacia el viento, y el capitán se vio libre del inconsciente hechizo que el joven príncipe había lanzado sobre él.

"Los elfos de Imladris avanzan de noche. Apuran el paso, desean llegar antes de que Anor este en su cenit mañana."

Desconcertado, Haldir alcanzó a murmurar. "¿Cómo sabes?"

"Los árboles. Ellos me lo acaban de decir."

"¿Entiendes lo que dicen?" Obvia perplejidad estaba escrita en su cara.

Legolas sonrió burlonamente. "¿Tú no elfo silvano?"

"Solo percibo sus emociones, como temor, alegrías y penas. No entiendo su lenguaje, ellos no hablan a mí con palabras. Ni ha llegado a mi conocimiento que mi señor Celeborn entienda a nuestros amados Mellyrn ." Respondió, ignorando la mofa.

El joven elfo suspiró. "Así he sido dicho. Pero mi madre también los escuchaba, un apropiado don para un elfo silvano dicen." Viendo a Haldir frunciendo el ceño, continuó. "No tengo conversaciones con ellos si eso es lo que te preguntas, no como con otro elfo. Ellos susurran a mí, me cuentan cosas que suceden y algunas cosas que ya sucedieron. Sus historias, sus penas y alegrías como tú lo llamas, yo solo escucho, a veces pregunto y a veces ellos responden, pero mayormente murmuran sobre advertencias o hechos largo tiempo sucedidos. Agradezco a Yavanna por este muy útil regalo, me ha servido mucho cuando estoy en patrulla, vidas élficas evitaron los Salones de Mandos gracias a una oportuna advertencia."

El capitán miró fijamente al príncipe, quien creció altamente ante sus ojos. Que un elfo tan joven como él tenga que ser hecho consciente de la posibilidad de la muerte. Los elfos no deberían conocer su significado, no deberían de tener que pensar en la finalidad de una vida. Pero los tiempos se habían vuelto peligrosos y los elfos del rey Thranduil estaban más expuestos que los de los otros reinos élficos. Sintiendo profunda simpatía por el joven elfo Haldir extendió una mano para atraer el cuerpo del otro elfo hacia él, más el príncipe esquivo su mano, y rodeándolo comenzó a caminar, alejándose.

"Es tarde y mañana será un día agitado. Que pases buena noche, capitán, y gracias por tu tiempo.

Dejando detrás a un muy aturdido Galadhel, el principito empezó a hacer su camino discretamente hacia su habitación. Satisfecho de no haber mostrado su descontento al otro elfo, y procurando andar tan dignamente posible como dejara la incomodidad del húmedo desastre que eran sus prendas, tras su clandestino encuentro bajo la luz de Ithil en los rincones del fragante jardín del palacio del rey del bosque.

TBC

Malthernil – Dorado Príncipe (Sindarin)

Galadhel – Singular de Galadhrim que significa gente de los árboles.

Mellyrn – Plural de Mallorn, árboles de Lothlorien

Elanor y niphredil – Flores de Lorien