2500, hriive 69
"Tu capitán es atrevido."
La mañana había amanecido relativamente clara para tan fría estación. Las aves matutinas revoloteaban y trinaban desdeñando la baja temperatura de la temporada, que se hacía sentir aún dentro del palacio subterráneo, y el Señor de Lorien sospechó que los sonidos se filtraban a través del bello jardín que había tenido la oportunidad de entrever la noche antes.
"Él es un honorable elfo, Thranduil. Nunca dañaría a alguien." Celeborn había visto el atrevido movimiento de su guardián, y fue solo a su petición que el rey no había salido tras el galadhel y su hijo, apenas manteniendo al sobreprotectivo padre a su lado. Levantando su mirada que tenía fija sobre los tratados que estaba examinando, el plateado señor la posó sobre la imponente figura del rey elfo, quien estaba observándolo, y no pudo evitar la pícara sonrisa que iluminó su rostro. "Además no puedes culparlo. Tu más joven hijo es encantador."
Por uno pocos segundos el rostro de Thranduil perdió su compostura, sus ojos mostrando incredulidad y disgusto, más el momento pasó, y el noble rostro volvió a ser impasible y controlado. "Él es apenas un niño."
Celeborn suspiró. Entendía al rey silvano. Cuando Celebrian era pequeña, era dicho que él era un padre muy celoso, pero demasiado pronto un medio elfo llegó y su pequeña niña se convirtió en la Plateada Señora de Imladris. "Disculpa lo que dije. Solo cumplimentaba la bella apariencia de tu niño." Se acomodó en su silla para mirar al otro elfo más relajadamente. "Pero escucha mi consejo, primo. Tu pequeño esta creciendo y tu corazón debe de aceptarlo, si no quiere sufrir innecesariamente. Nuestros hijos crecen rápido y no podemos hacer nada para evitarlo. Legolas alcanzará su mayoría en unos días y tomará un amante, sea doncella élfica o audaz elfo. Es nuestra costumbre y tendrás que aceptarlo. Es el camino de un joven a la completa adultez. Cuando menos te lo esperes ya habrá encontrado un compañero con quien deseará pasar toda la eternidad, y no requerirá más de sus familiares." Con otro suspiro volvió la mirada a los papeles.
Thranduil frunció el ceño en molestia, y giró sus ojos también de vuelta a los papeles que mantenía en su mano. Más segundos después bajó los documentos a su regazo y con un cansado suspiro propio volvió a mirar al señor de Lorien. "No solo hablas de mi hijo, hablas de tu hija también, de Celebrian."
Una sonrisa se formó en curvados labios, Celeborn miró casi tímidamente al otro elfo sintiéndose levemente turbado. "Ay, veo que tu agudo ingenio no ha cambiado en todos estos años. Pues, sí, tienes razón. Me refiero también a mi Celebrian. Demasiado pronto mi única hija tomó un compañero, y ya no vive a mi lado. Aunque me visita a menudo, no es suficiente para un corazón de padre.
El frío continente del rey mostró incredulidad, sus ojos mostrando confusión. "Pero si mal no recuerdo, tu hija tenía alrededor de 15 centurias cuando se casó." Ante el bufido que soltó el otro elfo, Thranduil no pudo evitar sonreír abiertamente, esta vez sus ojos expresando su diversión con un vivo destello. "A mi parecer es difícilmente pronto. Y si he escuchado bien, fue ella quien casi cortejó al Peredhel y no al revés," tratando de asfixiar una súbita carcajada, a duras penas continuó. "Elrond Medio Elfo estaba demasiado temeroso de cierto padre para cortejar apropiadamente a su dama." Concluyó soltando la persistente carcajada que había tratado de ahogar.
Sintiéndose ofendido al principio, Celeborn fijó su potente mirada en el rey silvano, pero al ver que Thranduil había perdido completamente su compostura, no pudo evitar unirse a su hilaridad. "Sí. Hubieras visto la cara de Elrond tratando de pedir mi permiso para hablar con mi pequeña," continuó entre carcajadas, olvidando totalmente el tratado. "Una mirada mía podía mandarlo de vuelta a Imladris." Tratando de enderezarse en su silla, Celeborn trató de someter sus risas, sin ningún resultado. "En el mejor de los casos él trataba de hacerle señas desde lejos a Celebrian, pensando que no me daba cuenta." Lágrimas de risa salían de sus ojos, y al levantar su mirada pudo ver que el rey elfo no estaba mucho mejor. "El día que se dio cuenta que yo lo había visto, realmente agarró su caballo y salió disparado hacia Imladris. Su escolta tuvo que ir a todo galope para alcanzarlo, al darse cuenta que su señor ya no estaba en Lothlorien. Dicen que les llevaba un día de ventaja"
Ante esto último, una nueva ronda de carcajadas estalló entre los dos señores elfos. Quien hubiera visto en este momento al Rey Thranduil, difícilmente lo hubiera reconocido, ya que el monarca del bosque ya no reía tan libremente. Tan concentrados en su diversión estaban, que no escucharon los leves toques en la puerta, que luego se abrió para dejar pasar una rubia cabeza.
"¿Adar?" Deleitadamente sorprendido, Tathrenlas entró al estudio de su padre, mirando asombrado a los dos señores elfos riendo casi entre lágrimas como dos pequeños elfitos. Sus bellos ojos verdes chispeando brillantemente al posarse ante tan alegre visión y su corazón ligero al escuchar las argentinas carcajadas de su padre.
"Ai, ion nin," recuperándose de algún modo. Thranduil alcanzó a dirigirse a su hijo. "La alegría de los elfos de Lorien es contagiosa. Bien dicen que los Mellyrn animan el corazón. No había reído así en años." Haciendo gestos a su hijo para que se sentara a su lado, continuó. " Veo que traes noticias, ion. Te escucho."
El príncipe heredero observó como su padre y el señor de Lorien fluidamente recuperaban sus alientos y se acomodaban en sus lugares. La conversación debe de haber sido muy interesante para provocar semejante reacción en mi padre. Legolas habría amado ver esto. pensó orgullosamente el joven elfo. "Pase temprano, como me pediste, por los cuartos de Las, ehm... Legolas, y él estaba ya despierto y en compañía de Annael." Tratando de comportarse regiamente ante la presencia de tan importante señor elfo, a pesar de lo que había presenciado, formalmente continúo. "En mi camino aquí, el capitán Sadorell me informó que la comitiva de Imladris estará aquí aproximadamente dentro de una hora, Señor."
"Esta bien, Tathrenlas." Replicó el rey aún sonriendo.
El príncipe pensó que de repente era algo en el aire, porque no hacía poco había llegado con una escena similar en los cuartos de su hermano, donde las carcajadas habían sido aún más ruidosas y lo habían sorprendido aún en los pasillos, donde había visto a varios sirvientes detenerse y voltear para mirar a la puerta de su hermanito con curiosidad.
"Ojala Elrond Peredhel hubiera venido junto con la gente de Imladris."
Y antes de que un atónito Tathrenlas, tuviera el tiempo de asombrarse, ante el muy extraño deseo de su padre por la presencia del medio elfo. Ambos señores elfos se miraron fijamente unos segundos y volvieron a estallar en ruidosas carcajadas. Dejando al mayor de los príncipes más aturdido que nunca.
"Eso ya no fue gracioso."
Haciendo un gracioso mohín, Legolas volvió a tirarse sobre su cama, tratando de arrebatar la almohada que su amigo tenía en su poder.
"Sí que lo es. Aunque más gracioso fue cuando le dijiste: 'Gracias por tu tiempo', me hubiera gustado ver su rostro" Annael dijo jovialmente y aseguró firmemente la almohada, antes de que el príncipe la agarre y termine otra vez lanzada sobre su cabeza. "El capitán te rechazó. Eso si es divertido, Las."
Ambos elfos estaban echados sobre la cama del joven príncipe. Como era su costumbre desde pequeños, a veces dormían juntos o uno de ellos iba al cuarto del otro muy temprano en la mañana para comentar los increíbles acontecimientos ocurridos el día antes en su vida de elfitos. Lo primero ocurrió esta vez.
"Cuando me dijiste lo que había ocurrido, y te vi caminando tan raro, por poco me ahogo de tanto reírme." Estallando en risa, Annael no pudo evitar que Legolas le arrebatara la almohada, la que pronto fue a dar contra su rubia cabeza. "¡Ouch!"
Empuñando la almohada como si fuera un arma mortífera, el principito volvió a amenazar a su amigo. "Ya, Nael. No es gracioso." Enderezándose para sentarse apoyado contra la cabecera de su cama, hoscamente abrazó su arma emplumada a su regazo, su mirada adquiriendo un significativo destello. "Y él va a aprender a comportarse."
Controlando su carcajada, el joven guerrero miró curiosamente a su amigo. "Tampoco es para tanto, Las. No puedes buscar retribución de todo aquel que no te desee. Siempre habrá alguien que sea inmune a los encantos de otro.
Legolas miró exasperado a su amigo. "Nael, como crees que voy a hacer eso. Anoche estabas demasiado con otras cosas para escuchar lo que yo decía por lo que veo." Ante la pícara sonrisa de su amigo, Legolas sonrió ampliamente. "Aunque confieso que yo también, tan frustrado estaba. No me has entendido" Mirando atentamente a su mejor amigo, continuó. "No es que él no me deseara. Es más, sentí su deseo de una forma tan abrumadora que elevó el mío. Pero al ayudarme a encontrar mi placer, lo hizo parecer como si me hiciera un favor, y al yo ofrecerle aliviar su deseo, me contestó como si yo fuera un elfito que no puede controlar su deseo, y como sí él fuera un maestro en el arte de la continencia, y no estuviera afectado en lo más mínimo."
"Como si él fuera superior a ti"
"Exactamente. Como si tan solo estuviera haciéndome un favor." Con un suspiro Legolas levantó una mano a la mejilla de su amigo. "Nosotros siempre satisfacemos nuestro deseo. Yo simplemente intentaba aliviar el suyo. Pero ser desairado así" bufó con exasperación. "Sé que no he sido el único, me lo dice el corazón. Ese arrogante elfo merece una lección."
Annael cogió la delicada mano en su mejilla y la llevo a sus labios para un dulce beso. "¿Y que planeas hacer, mi príncipe? Te ayudaré en lo que pueda. Tú lo sabes."
Atrayendo el cuerpo de su amigo al suyo, Legolas lo abrazó estrechamente depositando un ligero beso en la rubia cabeza. "Lo sé. Y ya lo verás, el plan contará con tu aprobación, te lo aseguro"
"Pero, a ti te gusta el capitán, Las. Eso mucho puedo ver" Con su cabeza en el hombro de su amigo, el joven guerrero trató de mirar a su amigo a los ojos. "¿Podrás llevar tu plan a cabo, aún sí el guardián a atraído tus ojos?"
Con un leve suspiro, Legolas miro a los ojos a su amigo, dejándole ver lo más profundo de sus pensamientos "Eso es verdad. Elfo más hermoso que él no he visto. ¿Pero quien dijo que no me divertiría con esto? Es un plan para enseñarle una lección a él, no a mí." Girando ojos soñadores a la distancia, el principito apretó a su amigo más contra su pecho. "Lo hubieras visto anoche, Nael. Su cabello es muy suave, y sus ojos son del color de los avellanos que crecen en la primavera. Elfo más hermoso que él no he visto"
Yo sí. pensó el rubio guerrero mientras miraba divertido a su amigo, "Eso ya lo dijiste, Las." Ante la mirada irritada que le tiró su amigo, no pudo evitar reír entre dientes. "Ai, Las, creo que estás enamorado." Concluyó con una carcajada.
El principito solo miró como su amigo se revolcaba de risa prácticamente sobre él, y con un abrupto giro tuvo a su riente amigo atrapado bajo su cuerpo. "Conque enamorado ¿eh? Te enseñaré quien está enamorado." Y sin esperar por la respuesta de su amigo, exigió los labios del otro en un ardiente beso.
Pronto manos se enredaron en cabellos del color del maíz y dedos trazaron sendas conocidas pero aún mayormente inexploradas. Ambos elfos conocían bien el arte de despertar el deseo del otro, y lo hacían así infaliblemente. Con confianza, respeto y profunda afección por cada otro. No había vergüenza, ni vacilación en sus movimientos, y suaves sonidos llenaban los cuartos del Dorado Príncipe.
"Las," dijo entre besos, Annael. "Los elfos de Imladris..." Otro apasionado beso lo interrumpió y el joven guerrero no pudo asfixiar el gemido que provocó la mano del príncipe al alcanzar y estrechar su excitado miembro entre sus ágiles dedos. "Tu hermano dijo que estaban cerca." Alcanzó a decir.
"Déjalos que esperen." Legolas no podía tener suficiente de su amigo en ese momento, su cabello, sus manos, los sonidos que hacía, todo elevaba en él deseo de poseer, Pero, las leyes son las leyes se dijo a sí mismo, frustrado. Lo demás tendría que esperar. "Primero somos tú y yo. No dejaremos mi cuarto hasta que estemos satisfechos."
Alcanzando a desatar los lazos de la ropa de su amigo y tomándolo en mano, el príncipe del Bosque Negro se entregó a la tarea de traer a término lo que tan afanosamente había empezado.
TBC
2500,hriive 69 – 2500, enero 28
Ion nin- hijo mío
Ion – Hijo
Celebrian – Hija de Celeborn y Galadriel, esposa de Elrond y madre de Arwen y los gemelos Elladan y Elrohir.
Mellyrn – Plural de Mallorn, árboles de Lorien
Peredhel – Medio Elfo, pl. Peredhil
Nael – nombre de cariño de Legolas para Annael
Las - Nombre de cariño de Annael para Legolas.
Adar - Padre
