Título: La Hoja del Gran Bosque Verde I: El Dorado Príncipe
Autora: Annariel aka Annarielwen
Disclaimer: La mayoría de los personajes pertenece a Tolkien. Solo los presto por un rato.
Review son muy bienvenidos y necesitados. Pleeeeeeeease.
Advertencia: Slash ;)
Parte 8
"Donde está tu hermano."
Parándose erguidamente ante las puertas de su hogar para recibir a los viajeros, Tathrenlas apenas pudo distinguir las palabras en la susurrada pregunta de su padre. "Debería de estar aquí, Adar. Le dije que la gente de Imladris estaba cerca."
Una alegre comitiva de elfos apareció en el patio, frente a las puertas del rey elfo. Curiosos elfos del bosque reunidos, observaron mientras altivos corceles transportando solemnes elfos de Imladris, trotaban majestuosamente ante ellos. Un pequeño mar de oscuras cabezas vertiéndose en el corazón del pueblo de los elfos silvanos, quienes miraban con más que curiosidad pues raramente habían observado tantos elfos de cabello oscuro reunidos en un mismo sitio, ya que la gente de Thranduil y de Celeborn eran de rubios o plateados cabellos y ojos claros.
Los elfos mantenían su cabeza en alto, su sangre Noldorin claramente visible, aparte de su oscuro cabello, en la profundidad de sus ojos, los cuales reflejaban sabiduría ganada a través de grandes tribulaciones. Y a su cabeza cabalgaban tres elfos. Dos de ellos tan hermosos y parecidos el uno al otro, que parecía como si se estuviera mirando a un vanidoso elfo que no podía apartarse de su reflejo, tan parecidos eran los hijos gemelos de Elrond Peredhel, porque no eran otros que los hermanos Elladan y Elrohir que guiaban a su gente a una tierra raramente visitada por sus parientes; y al lado de ellos iba un alto elfo, que destacaba de los otros como un rayo de sol en un cielo nublado. El Dorado Glorfindel, antiguo jefe de la Casa de la Flor Dorada de Gondolin y renacido para ser el actual capitán de las fuerzas de Imladris iba jubilosamente al lado de los Peredhil, ondeando una graciosa mano y sonriendo a todos como si llegara al hogar después de una larga jornada y sus parientes le estuvieran dando una cálida bienvenida. El Señor Elfo era tan distinto en conducta de sus amigos Noldorin como en el color de su cabello.
"Glorfindel no ha cambiado." Parándose al otro lado de Thranduil, Celeborn también observaba la llegada de los elfos del valle oculto. "Siempre vivaz como un elfito."
Los gemelos del valle comenzaron a desmontar y a aproximarse a la familia real, Glorfindel escoltando a los hijos de su Señor.
Los hijos de Elrond hicieron una gentil inclinación ante el monarca silvano, y observaron mientras el rey elfo inclinaba la cabeza en bienvenida.
"Mae Govannen Elrondionnath. Sean bienvenidos a mi reino." Entonó cortésmente Thranduil. "Espero que el viaje fuera placentero y sin contratiempos."
"Gracias, rey Thranduil." Contestó uno de los gemelos. "Soy Elladan y esté es mi hermano Elrohir, y estamos alegres de estar aquí."
"El viaje fue placentero en gran parte" continuó el otro gemelo, "pero tuvimos un leve contratiempo al cruzar las montañas, nada de que preocuparse, majestad."
"Una vez que estén descansados me lo contarán en detalle." Girando hacia su lado, agregó. "Este es Tathrenlas, el mayor de mis hijos." Thranduil se detuvo al ver un difuso destello dorado colocarse rápidamente al lado del mayor de los príncipes. "Y este jovencito recién llegado" dijo, lanzando una aguda mirada que prometía reprimenda al principito, mucho para el embarazo del joven elfo, "es mi más joven hijo, Legolas."
"Es un placer visitar tan inmenso bosque." Elladan dijo, dirigiéndose al mayor de los hermanos, y observando de reojo como la mirada de su hermano gemelo se posaba atentamente en el menor.
"Sí, el bosque es muy hermoso." Elrohir fijó sus intensos ojos grises sobre el rubio elfito, "y estoy seguro que nuestra visita será realmente placentera."
"Sin duda será una grata experiencia para todos." Se apresuró a agregar Celeborn, al notar la poco amistosa mirada que Thranduil dirigía a su más joven nieto, porque Elrohir, aunque gemelo a Elladan era el segundo nacido. "Ha sido un tiempo desde que los he visto, mis niños." Dijo a los hijos de Elrond. "Y a ti, amigo, más tiempo aún."
Glorfindel brilló ante las palabras del señor de Lorien. "Es siempre un gusto verte, querido amigo. Y agradezco al rey y a los príncipes por su cálida bienvenida." Sonriente, inclinó la cabeza en señal de respeto ante Thranduil y sus hijos.
Legolas, que ante la musical voz había logrado despejar sus ojos de las imágenes gemelas de Imladris, aunque había dedicado un momento para descubrir donde estaba su Galadhel, no pudo evitar sino quedar deslumbrado ante el imponente Señor Elfo. "Señor Glorfindel¿Es verdad que mató a un Balrog?" Preguntó, con los ojos levemente abiertos y clavados en el dorado edhel, mostrando ante todos la inocencia de su verdadera edad.
Antes de que el rey silvano pudiera reprender a su hijo, una alegre carcajada como campanillas en el viento sonó en el claro, y todos los que lo escucharon sintieron sus corazones más ligeros y alegres. Glorfindel, acercándose para pararse enfrente del Dorado Príncipe, puso una mano bajo el delicado mentón y levantando la cara del joven elfo lo miró fijamente a los ojos por varios segundos, que a Legolas le parecieron horas. Los ojos parecían mirar profundo dentro de su corazón. Al fin dejando ir de su rostro, la sonrisa del dorado guerrero pareció crecer en su bello rostro. "Te contaré el cuento de Gondolin la Bella y su triste fin, mi precioso amigo; solo si estas dispuesto a escuchar cosas terribles, que aún ahora llenan de tristeza mi impetuoso corazón."
Entusiasmado, el principito miró anhelantemente al elfo mayor. "Sí, Señor Glorfindel. Claro que estoy dispuesto a escuchar."
Con leves risitas escapando de sus finos labios, Glorfindel tiró un brazo alrededor de los hombros del animado joven. "Entonces guíame a un lugar donde pueda descansar y lavar las fatigas del viaje, joven amigo." Y ante el asombro de todos, ambos elfos dieron media vuelta, entrando al palacio subterráneo. "Y llámame solo Glorfindel, mi príncipe."
" Por este camino, se... Glorfindel, y llámame simplemente Legolas." Se pudo escuchar la voz del joven elfo ya perdiéndose de vista con su nuevo amigo.
Los demás elfos se miraron unos a otros con distintas expresiones en sus rostros, aunque Thranduil trato de controlar su asombro en nombre de la compostura, y los gemelos, en especial Elrohir, su consternación, por respeto. Otra carcajada volvió a jalar la atención de todos los presentes.
"Como dije antes, veo que Glorfindel no ha cambiado para nada." Alegremente Celeborn miro a todos los presentes y lo único que Thranduil pudo hacer es lanzar un casi inaudible suspiro de resignación.
Yavanna quiera que sobreviva sin daño permanente la visita de estos elfos pensó el rey elfo, mientras se disponía a guiar a sus invitados al interior de su morada.
Haldir había observado la llegada de los elfos de Imladris desde una distancia, junto con sus hermanos y su gente. Aunque escuchó a sus Rumil y Orophin susurrando su alegría por la llegada de los gemelos, el capitán de Lorien no tenía ojos más que para el dorado principito, aunque ni el más perspicaz se hubiera dado cuenta, tan disimuladamente sus ojos observaban al objeto de su fascinación.
Desde su encuentro furtivo de la noche antes, no podía dejar de pensar en Legolas. Y el lamentable estado de excitación en el cual el elfito lo dejó, hizo que su imaginación volara durante la solitaria noche que paso en su habitación, donde tuvo que tomar su deseo literalmente en mano para apaciguar el duro y caliente ardor que lo sujetaba tan intensamente, fantaseando en cada momento que era una mano más delicada y pequeña que la suya la que lo aliviaba de tan placentero tormento. ¡Había agradecido a Elbereth de tener el cuarto para él solo porque en su pasión había susurrado el nombre del principito!
Había observado la subrepticia llegada del joven elfo, y aunque la mayoría de los reunidos estaban más expectantes de los recién llegados y la comitiva de bienvenida, Haldir vio como Legolas aparecía con su amigo, aparentemente de la nada para situarse apresuradamente al lado de su hermano mayor. Tampoco había escapado a su atención el levemente sonrojado estado del elfito, aunque su ropa era intachable; pero al observar al amigo del príncipe, que se había quedado apartado con los demás súbditos del rey, noto que su aspecto no era distinto, si es más sus mejillas parecían más acentuadas por el sonrojo. Con súbita claridad el plateado guardián supo en que actividades habían estado ocupados los dos jóvenes, el motivo de la tardanza del principito, e inesperadamente sintió una leve punzada de celos, que descartó inmediatamente porque sabía bien quien pasaría la noche de su mayoría con el joven príncipe elfo. Ningún otro que Haldir de Lorien se dijo, sonriendo orgullosamente para sí mismo.
Retornando la mirada hacia la familia real, sus ojos atraparon los ojos del elfito brevemente y con sorpresa observó que uno de los ojos azul cielo le dedicaba un imperceptible guiño, antes de girar su completa atención a los hijos de Elrond. ¿Me lo he imaginado o Legolas esta flirteando conmigo? Ocultando su asombro, Haldir siguió observando la bienvenida de los recién llegados hasta que su hermano lo interrumpió.
"Haldir," Rumil se había acercado a su hermano para ser capaz de susurrarle al oído. "Me pareció que el principito te acaba de mandar un guiño." Su voz no ocultaba su profundo asombro.
Si Rumil lo ha notado, tal vez otros lo han observado también se dijo con leve exasperación. "Te a parecido, hermano." Respondió indiferentemente, para luego pasear una indagadora mirada en torno de los reunidos. Con satisfacción comprobó que nadie más parecía haberse percatado del leve coqueteo del atrevido jovencito.
Al volver la vista hacía el centro de los congregados, observó con leve incredulidad mientras el elfito que ocupaba sus pensamientos se alejaba despreocupadamente, hacia el interior de la morada real, nada menos que con el matador de Balrog, Glorfindel de Imladris, que tenía uno de sus brazos alrededor del Dorado Príncipe y lo trataba como si fuera un amigo largamente extrañado y no como lo que eran, conocidos de hace unos momentos.
La resonante carcajada de su señor lo sacó de su asombro y las palabras que lo oyó decir hicieron eco sus pensamientos. En verdad, no había cambiado desde la última vez que lo había visto en Lorien. Alegre, juvenil, radiante Glorfindel, con su bello rostro y desenvueltas maneras. Pero si ni el mismo dorado señor elfo había podido resistir el encanto del capitán de los Galadhrim, el príncipe del Bosque Negro no tenía ninguna oportunidad. Como si deseara resistir pensó el altivo elfo, recordando la noche antes y el reciente flirteo del joven elfo.
Con todos esos pensamientos en su plateada cabeza, Haldir de Lorien, al ver que la familia real había abandonado el claro, se dispuso a saludar a sus conocidos de Imladris y a conocer las más últimas e indecentes noticias del valle oculto y sus habitantes, en especial de sus gemelos señores.
"¿Lo viste, Nael¿No es encantador?"
Legolas se paraba frente al espejo en su habitación, probándose una túnica azul celeste, que una de sus amigas de la infancia, Miredhel, le había dicho que acentuaba el color de sus ojos a la perfección. Quería lucir apuesto e impresionar a los visitantes del valle tanto como a los del bosque de oro.
"¿Ahora es Glorfindel, Las¿Ya no el Señor Celeborn o el capitán Haldir?" Sentado en uno de los cómodos divanes en el cuarto de su amigo. Annael sonreía divertido al observar el inconstante favor de su príncipe. La verdad era que también estaba impresionado con tanta gente nueva y hermosa llegando a su tierra, pero en su corazón solo había lugar para uno, lugar que ya estaba ocupado. "Haz prisa, ya no falta mucho para la comida del mediodía."
"¡Oh! Es que es sumamente encantador. Y viste a los gemelos. Dos exquisitos elfos, sumamente iguales¿Cómo los voy a distinguir?" Giró para mirar a su amigo con un gracioso mohín de impotencia. "Nunca había visto cabellos más oscuros y sedosos en toda mi vida, tuve tantas ganas de correr mis dedos por sus hebras de ébano. Es verdad lo que dicen, que la sangre de Luthien corre por las venas de los Peredhil, me hace preguntarme como será Arwen Undomiel, que dicen es la misma Tinuviel renacida." Voceó con tono impresionado.
Legolas se sentó frente a su amigo sobre el piso alfombrado, dándole la espalda. "Hazme las mismas trenzas que te acabo de hacer, Nael; pero no ajustes tanto esta vez, que no vamos de cacería y no hay peligro de que se deshagan."
"Eso pensé anoche, pero aunque no saliste de cacería..." el joven guerrero se detuvo un momento fingiendo un aire pensativo, "pensándolo mejor tal vez porque si saliste de cacería, llegaste con varias trenzas desechas, y no quiero que vuelva a pasar, Las." Concluyó con una leve risita.
Legolas dio un bufido ante el irónico comentario de su amigo, y se prometió que ni bien Annael terminará con su cabello buscaría su favorita arma emplumada y le demostraría que no es necesario una cacería para deshacer trenzas.
TBC
Notas
Mae Govannen Elrondionnath – Buen Encuentro Hijos de Elrond.
Glorfindel de Gondolin y Glorfindel de Imladris son uno y el mismo en esta historia.
Edhel – Elfo o doncella élfica.
Luthien Tinuviel – Antepasada de Elrond. Considerada la doncella élfica más hermosa.
Peredhil – Medio-elfos, plural de Peredhel
Galadhrim – Gente de los árboles. Plural de Galadhel.
Elbereth – Valar, esposa de Manwe, la más amada y venerada de los elfos.
Undomiel – Estrella de la tarde. Otro nombre que le dan a Arwen.
