Las grandes hayas del bosque mecían sus hojas al compás del frío viento, mientras pequeños gorriones y alegres petirrojos desafiaban el crudo clima para observar a los bellos seres reunidos en uno de los claros boscosos cerca al palacio del rey elfo.
Un pequeño alboroto se había formado al borde del campo de práctica, mientras el príncipe heredero hablaba en el otro extremo con el capitán del bosque.
"Esta en riesgo el honor de los elfos del bosque". La expresión de Tathrenlas era seria mientras miraba a Sadorell a los ojos. "Nos han desafiado y hemos aceptado."
El capitán silvano miró niveladamente al mayor de los hijos de Thranduil. "¿Y por eso prometes un beso de tu hermano sin su consentimiento?" Sus ojos parecían destellar chispas.
El príncipe heredero no pudo evitar sonreír, girando sus ojos para mirar a su hermano, quien estaba parado a su lado escuchando su explicación. Él amaba mucho a Legolas, pero como su hermano mayor sentía que era su deber y derecho, atormentarlo. "Tenía que darles algún incentivo. ¿No?" Contestó sonriendo inocentemente, lo cual hizo brillar sus grandes ojos verdes.
"¿Y porque no tú¿Por qué no un beso tuyo?" Siseó el Dorado Príncipe. La indignación hacía que sus altos pómulos se tiñeran de un leve rosa, sus ojos refulgían con un azul penetrante.
"Jamás trataría de tomar la atención de ti, pequeño hermano. Se acerca el día de tu mayoría, los visitantes han venido por ti. Es solo justo que el beso otorgado sea tuyo. ¿No lo crees así, capitán?" Dijo el príncipe elfo, mirando con aire divertido al amigo de su padre. Al ver que ambos elfos iban a replicar. Agregó apresuradamente "Pero no se preocupen, será una corta y amigable competencia. No queremos quitarle importancia al torneo que Adar a preparado para divertir a nuestros invitados". Mirando desafiantemente al elfo mayor, giró para partir.
"Pero, Tathrenlas..." presionó Legolas, casi en un chillido.
El príncipe se detuvo ante el nerviosismo en la voz, girando fluidamente hacia su hermano. Trajo una elegante mano hacia el delicado rostro del elfito, acariciando con su pulgar un artístico pómulo, mientras susurraba en una grácil orejita. "¿Nunca dije que clase de beso sería, verdad Hojita? Tú eliges después de todo.." Y con un conspiratorio guiño dirigido a su joven hermano, se dirigió hacia la congregación de elfos al otro fin del claro, dejando un rubio principito sonriendo maliciosamente.
Sadorell al ver la expresión en la cara de su príncipe favorito lo iba a cuestionar cuando una dulce pero fastidiada voz lo interrumpió.
"No es justo, Legolas. ¿Por qué yo no puedo participar?"
Ambos elfos giraron para ver una aproximante Miredhel, seguida cercanamente por uno de los gemelos Peredhil. El capitán no pudo menos que mirar cautelosamente al elfo del valle.
"Solo los ellyn son dejados participar. No es justo. Ada haz algo. ¡Yo quiero participar!" Replicó petulantemente la pequeña elfita, no importándole un ápice que un señor elfo descendiente del mismo earendil estuviera parándose a su lado.
Una leve risa volvió a girar la atención de los reunidos, esta vez hacia el Elrondion. "Capitán, me disculpo por todos por este pequeño alboroto." Con una alegre sonrisa, inclinó su oscura cabeza en saludo hacia el guerrero, luego la profunda mirada gris del peredhel giró hacia el príncipe del bosque. "Ai, na vedui. Suilad, Malthernil taur. Tu graciosa presencia fue extrañada en el banquete de la víspera por todos los asistentes. En especial por mi hermano y por mí. Teníamos grandes deseos de conversar contigo "
Las mejillas de Legolas se volvieron a teñir de un leve rosado ante la mirada fija del otro elfo, pero no dejándose amilanar contestó con voz firme. "Mae govannen, Elrondion. Una vez más te doy la bienvenida a mi pueblo. Y espero que disfrutes tu estancia aquí.
Antes de que el gemelo pudiera responder, una fina voz se hizo presente. "Elladan".
"¿Que?" Tres voces contestaron al mismo tiempo, y tres pares de ojos se miraron entre sí.
"Él es Elladan. Lo llamas Elrondion porque no sabes cuál gemelo es." Razonó sabiamente la elfita, mirando a los tres elfos mayores y sonriendo alegremente.
Un poco más de color acudió al rostro del joven príncipe, quien tiró una mirada de reproche a su pequeña amiga. "Es verdad, Señor Elladan. Me disculpo por mi negligencia".
"Solo Elladan, mi príncipe. Y la culpa es mía, debí incluir mi nombre junto con mi saludo. Después de todo tengo un gemelo idéntico." Rió el señor elfo, sus ojos destellando traviesamente, y el joven príncipe no pudo evitar sino reír también.
"Bueno, Elladan," dijo el capitán, a propósito poniendo énfasis en el nombre del peredhel. "¿Nos podrías explicar que es lo que está pasando?"
"Lo que pasa Ada, es que no me dejan participar." Insistió la elfita.
"Miredhel..." Sadorell gruñó en tono de advertencia. La joven doncella cejó, y bajando la cabeza inconscientemente se acercó más al lado del gemelo peredhel, instintivamente buscando su protección. Legolas estrechó sus ojos, no le gustaba que su pequeña amiga buscara la protección de otro si no era él... o Annael.
Elladan miró reprobadoramente al capitán, luego bajo su mirada a la pequeña cabeza medio escondida detrás de él. "No te preocupes, pequeña joya. Déjame explicar lo que pasa a tu padre y al príncipe." Nivelando de nuevo su mirada con los dos expectantes elfos, si bien uno de ellos medio tratando de contenerse ante la súbita familiaridad con su pequeña niña, el elfo del valle continuó. "Pensé que ya lo había explicado Tathrenlas" Advirtiendo que dos sosegadas frentes empezaban a formar un ceño, apuró con leve diversión. "Pero veo que no. Príncipe Tathrenlas amablemente nos mostraba los alrededores, y habiendo visto la biblioteca, el salón del trono y otros sitios más, nos dirigíamos aquí, cuando surgió el tema de la arquería. Por supuesto que los Galadhrim de inmediato exigieron ser los mejores en el arte. Eso no es novedad. Siempre lo hacen. Pero la gente del reino del bosque no conoce sus hábitos, así es que levantaron su voz en protesta exigiendo lo mismo, y por supuesto, mi gente no se quedó atrás. Estamos siempre predispuestos al bullicio." Estallando en risa el señor elfo tiró una fugaz mirada sobre su hombro hacia el pequeño alboroto varios pasos detrás de ellos.
Legolas no pudo evitar notar la oscura y exótica belleza del medio elfo, diferente de cualquier otro elfo que hubiera visto, aún diferente de su oscura amiga, sin embargo no menos atrayente, si era aún posible lo realzaba de los demás elfos en una seductiva manera. Atisbando al otro fin del claro el principito notó con interés que era lo mismo para el otro gemelo.
"Todo esto a resultado en una amistosa contienda," siguió Elladan, aparentemente abstraído a la atenta examinación del príncipe, si uno descartaba el tintineo en sus ojos. "Saelbeth, el alegre guardián de ojos azul profundo, se ha erigido como juez del certamen, y en estos momentos están escogiendo a los participantes." Alineando sus ojos grises con esos del Dorado Príncipe, habló sin desviar su mirada. "Y un premio valioso en verdad a sido ofrecido. No me sorprende que ninguno quiera ser dejado fuera".
Legolas iba a preguntar que si él iba a participar, y porque estaba aquí y no con los demás, pero una alegra vocecita se hizo presente de nuevo. "Por eso yo quiero participar. Quiero un beso de Las". Agregó inocentemente, soltando una risita.
"Mir, tú sabes que puedes tener todos los besos que quieras en cualquier momento." El joven príncipe no pudo evitar sino jalar a su amiguita suavemente hacia él y plantar un sonoro beso en su fresca frente. Riendo ante la fastidiada expresión que apareció en el rostro de la elfita y los extraños sonidos saliendo de la garganta del capitán, aún cuando su boca estaba cerrada.
"Las..." chilló, frotando su frente con la manga de su vestido "No me refería a eso. Lo que yo quiero es ganarle a todos esos elfos. Haz que yo pueda participar..."
"Mire..."
El capitán del Bosque Negro no pudo continuar, porque en ese momento se escuchó la sonora voz de Saelbeth pidiendo la atención de todos.
"Después de mucha deliberación los términos son estos". Decía el guardia, mientras un profundo silencio se esparció por el claro. Aún los pequeños elfitos, que habían empezado a jugar al ver que sus profesores ya no estaban prestándoles atención, dejaron sus juegos y se pararon al lado de sus tutores escuchando atentamente. "Serán dos participantes por cada reino. Elrohir y Mirdan por Imladris, Haldir y Feredir por Lorien y por el reino de bosque Silinde y Tinurael".
Los elegidos avanzaron al frente, midiéndose entre ellos con inmutables miradas, aunque el capitán de Lorien parecía mira a todos por encima de su nariz y el peredhel participante tenía una sonrisa burlona en los labios.
Varios elfos se apresuraron a poner blancos para los tiros, mientras los seis elfos preparaban sus arcos y flechas.
Sadorell ya se había resignado y empezaba a mirar con interés los procedimientos, mientras su pequeña niña, resignada al igual, buscaba el acogedor abrazo de su padre.
El principito no pudo evitar observar al plateado guardián de Lorien mientras se preparaba, tensando su arco para probar su elasticidad, a la vez que flexionaba los definidos músculos de un bien torneado brazo. Un estremecimiento corrió a través de su cuerpo al recordar esos mismos brazos estrechándolo contra un sólido pecho.
"¿Tienes frío, mi príncipe?" Preguntó Elladan, solícitamente.
"Ehh..., realmente no." Murmuró el elfito, sintiendo como las pequeñas puntas de sus orejas le empezaban a quemar. Aparentemente el gemelo no vio nada extraño y no agregó nada más.
Los seis elfos se pararon ante sus respectivos blancos a cincuenta metros de distancia, corto espacio para la aguda visión y habilidad élfica. Se hizo silencio absoluto, mientras el juez, Saelbeth, empezaba a ordenar los disparos. El primer disparo de los seis elfos encontró su blanco fácilmente, la gente empezando a murmurar en aprobación, mientras el juez se preparaba a dar la orden para el segundo disparo.
"¡Tangado a chadad!" Saelbeth observó atentamente mientras los elfos volvían a tomar puntería, al verlos concentrados en su respectivo blanco, hizo una imperceptible señal con su cabeza. "¡Leithio i philinn!" Aún mientras las palabras eran pronunciadas tres objetos blancos de formar redonda y plana fueron tirados en dirección a los contendientes. Uno dirigido para pasar ante la línea de visión de los seis elfos y dos directamente hacia ellos.
Dos flechas golpearon al objeto en el centro mientras pasaba volando delante de los elfos, Mirdan y Feredir disparando certeramente aún mientras el objeto había aparecido de improviso. Tres flechas golpearon sus respectivo blancos anteriores, siempre en el centro, y una flecha fue levemente tirada fuera del centro de su respectivo blanco de tiro, Tinurael desviándola levemente al sentir el impacto de uno de los objetos contra el lado de su cabeza. Todos observaron como el capitán de Lorien había dado un paso atrás en el último momento dejando el objeto pasar para impactar directamente contra el elfo del bosque sin darle tiempo a reaccionar. El último objeto había pasado inofensivamente, Elrohir y Silinde agachándose para esquivarlo, sin perder de vista sus respectivos blancos.
"Tres están fuera" La resonante voz del juez se hizo escuchar. Tinurael simplemente bajó la cabeza y empezó a retirarse, mientras Mirdan y Feredir empezaban a protestar, solo para ser cortados rápidamente por el implacable árbitro. "Nunca fue dicho que se hubiera cambiado de blanco". Explicó parcamente. Tres elfos se retiraron cabizbajos de la competencia.
Legolas no podía creer que Tinurael había sido descalificado, después de todo el joven guardia conocía de sobra que ese truco iba a ser usado. Era práctica común en el Bosque Negro; mientras que los elfos de los otros reinos debieron ser agarrados desprevenidos. Pero también no había contado con que el elfo de Lorien lo esquivaría en el último momento, y a propósito, nadie lo dudaba. El capitán de Lothlorien era un elfo de cuidado.
Mientras el firme juez daba un breve receso mientras tres blancos eran retirados y los restantes tres colocados cincuenta metros más atrás, la gente empezó a aplaudir a los descalificados, animándolos y gritándoles en alegres voces que se podían desquitar en el torneo oficial de arquería organizado por el rey elfo.
"Ese fue un truco sucio, Haldir." El plateado guardián giro a un lado para estimar a su oponente de Imladris. El capitán observó como Elrohir se paraba a su lado, mirando los procedimientos de los elfos que alejaban los tres blancos.
"Ese elfo estaba de más. Y además así todo acaba más rápido." Elrohir y Haldir se miraron firmemente a los ojos. "No has cambiado en todos estos años, Elrohir. Sigues tan... notable como siempre." Los labios del Galadhel se torcieron hacia arriba en una burlona sonrisa. Sus ojos examinando el familiar rostro tan conocido antes, y ahora tan extraño.
"Tú tampoco has cambiado, hijo de Halathil. Siempre tan altivo como antes." Dos pares de ojos volvieron a medirse sólidamente. Ambos de una misma estatura y de complexión casi similar. Dos espíritus igualmente fieros e indomables. Les había tomado solo días de estar juntos saber que nunca llegarían a nada, ni en el amor físico, y menos aún en el terreno del corazón. Dos voluntades demasiado fuertes para permanecer juntas sin dañar al otro, aún si daño involuntario. Ni siquiera la lujuria nacida por su atracción física pudo ser saciada porque ninguno se rendiría al otro. Donde las caricias deberían de haber sido dulces, se habían vuelto fieras hasta el punto que más parecía una lucha que la celebración de la vida. Muchos años habían pasado desde aquel tiempo, y aunque habían quedado como amigos, no había amor perdido entre ellos, solo la relación de simples conocidos.
"Todo está listo, a sus lugares." La voz de Saelbeth interrumpió todos los diálogos en el aire. El silencio volvió a reinar en el claro del bosque. Elrohir y Haldir volvieron a sus lugares, no sin antes echar una mirada hacia la dirección del poseedor del premio a ser tenido, y con una imperceptible ampliación de sus ojos, dándose cuenta en la fracción de un segundo lo que pasaba en la mente del otro. Grandes mentes piensan iguales, es dicho.
"¡Tangado a chadad!" Pausa expectante. "¡Leithio i philinn!"
Solo una flecha golpeó el centro del blanco.
Todos observaron en descreimiento como las tres flechas partían juntas a la vez que una pequeña conmoción se hacía escuchar en uno de los extremos del claro.
Un pequeño elfito de alrededor de unas quince primaveras, entusiasmado al observar la contienda, había levantado su pequeño arco en imitación a los participantes, cogido una diminuta e inofensiva flecha y había jalado la cuerda de su arco. En su hipnotismo con los elfos que ocupaban el claro había soltado su roma flecha, segundos antes que los contendientes, y aunque sin mucha fuerza había dado de lleno en la espalda de Miredhel, que más en sorpresa que en dolor había saltado, cayendo contra el joven príncipe, y quien en efecto dominó había caído contra el gemelo peredhel, terminando con los tres en una conglomerada masa de elfos en el fresco césped del claro. Elladan en el fondo, el principito en el medio y la elfita encima de los otros dos, tratando de levantarse y fracasando miserablemente porque lo ridículo de la situación se había manifestado en sonoras carcajadas de los tres accidentados edhil, mientras puro silencio aún reinaba en el claro.
Sadorell apresuradamente había recogido a su inquieta pequeña del montón en el piso del bosque.
Pero el daño ya estaba hecho.
Al oír el leve grito de su hermano, Elrohir se había distraído levemente, dando así a su flecha un imperceptible giro que fue a incrustarse minimamente fuera del centro. Después de todo, estaban en un reino peligroso, que ahora era llamado el Bosque Negro, y ante gente que no gusta bien de los Noldor. Su instinto natural de protección de sus seres queridos había sido más fuerte, distrayéndolo antes de darse cuenta de que solo era un pequeño incidente.
Como por Silinde, al escuchar el grito de Miredhel y el quejido de su príncipe, sus instintos de guardián habían saltado a primer plano, haciéndolo fallar por un gran margen frente a los otros dos. Su flecha apenas alcanzando el último anillo del blanco.
Solo Haldir de Lorien, hijo de Halathil, había permanecido impasible. Su flecha incrustándose sin problemas en el centro del blanco.
Siguió un minuto de silencio, solo interrumpido por leves risitas de Legolas y Elladan, mientras estos enderezaban sus túnicas y los gritos de Miredhel, quien perseguía al pequeño perpetrador del incidente a través del claro. "¡NIMLOSS¡TENIAS QUE SER TÚ!"
Todos salieron de su estupor al ver que el capitán de Lorien lentamente hacía su camino hacia donde se encontraba el Dorado Príncipe. Los elfos de Lorien estallando en alegres vítores y risas, coreando el nombre de su respetado líder.
"Vengo a exigir mi premio, Malthernil." Con una orgullosa sonrisa, Haldir se detuvo frente al principito. Todos casi conteniendo el aliento para escuchar la respuesta del joven elfo.
Por un momento, Legolas pensó en protestar. Si hubieran estado solos, el príncipe alegremente y rápidamente hubiera accedido al firme pedido del Galadhel. Pero ante tantos elfos, no puedo menos que sentir las puntitas de sus orejas comenzando a arder a fuego lento.
¿Nunca dije que clase de beso sería, verdad Hojita? Tú eliges después de todo. Las palabras de su hermano volvieron a su mente, y con un travieso brillo en los ojos, se acercó determinadamente al plateado elfo, parándose tan cerca que sus ropas ligeramente se rozaban. Y sin más, se dejó caer en una rodilla delante del otro elfo.
Todos observaron con la boca abierta, incluido el capitán de los Galadhrim, aún la pequeña Miredhel y el diminuto Nimloss. "Este es tu premio Haldir de Lorien, por haber logrado tan memorable hazaña este día."
Sin poder hacer nada, Haldir sin habla, sintió más que vio como una delicada mano, cogía una de las suyas, más grandes, y era llevada a los finos labios del joven elfo. Sintió la cálida presión de delicados pétalos de carne, y casi jadeó en voz alta al sentir la húmeda y cosquilleante sensación de una pícara lengua en la unión de su dedo medio y su dedo anular, lamiendo delicadamente, y retirándose tan rápidamente como había llegado, dejando al elfo mayor con un súbito calor empozándose en sus bajas regiones.
Parándose graciosamente el Dorado Príncipe sonrió inocentemente al vencedor del día. Saboreando la expresión de genuina confusión mezclada con despertado deseo en el rostro del orgulloso Galadhel. "Espero verte en el baile de esta noche."
Y sin otra palabra más, el joven príncipe empezó a retirarse, tirando, al pasar, una mirada a su hermano mayor quien le sonreía orgullosamente. Así se hace, pequeña hoja. Así se hace
TBC
Edhil – Elfos, referente a la raza.
Ellyn – Pl. Elfos varones. Sing. Ellon.
Elrondion – Hijo de Elrond
Galadhrim – gente de los árboles, de Lorien.
Ai, na vedui. Suilad, Malthernil taur – Ah, al fin. Saludos, Dorado Príncipe del bosque.
Malthernil – Dorado Príncipe.
Elladan – Hombre-elfo
Elrohir – Caballero élfico
Mir – Joya. Nombre de cariño para Miredhel.
Mirdan – Herrero de joyas.
Feredir – Cazador
Tinurael – Lago chispeante (o algo así ;)
¡Tangado a chadad! – ¡Prepárense para disparar! (Sacado de la película "Las Dos Torres")
¡Leithio i philinn! – ¡Liberen las flechas! (Sacado de la película "Las Dos Torres")
15 años élficos es equivalente alrededor de 6 años humanos.
blackpotter x: No te preocupes que si voy a seguir escribiendo, solo q a veces falta un poquito de tiempo... pero va a seguir ;) , y solo Legolas decidirá con quien se va a quedar, aunque te digo q a mi me encanta Haldir, y Annael es solo tan lindo... :)
