Parte 13
Vigorosos empujes inexorablemente lo presionaban contra la pared al lado de la puerta del oscuro cuarto. El duro miembro dentro de su cuerpo lo penetraba más rápido y más profundo cada segundo, haciéndolo temblar en agonizante éxtasis. Sus manos, que apenas lo sostenían, estaban apoyadas palmas abiertas contra el frío muro, sus piernas hace rato habían rendido su peso y ahora era mantenido en pie por el firme cuerpo élfico detrás de él, por la tumescente y abrasadora columna dentro de él. Fuertes gemidos eran escuchados en el aire, y Rumil se dio cuenta que eran suyos al percibir una leve voz en su oído diciéndole que mantuviera su voz baja, que corrían el riesgo de ser oídos. Mordió sus labios para tratar de asfixiarlos.
El cuerpo detrás de él cambio levemente el ángulo de sus empujes y Rumil vio el oscuro cuarto en el que estaban estallar con pequeños destellos ante sus ojos, mientras el más sensitivo núcleo dentro de su ser era impactado, sus músculos interiores se tensaron inconscientemente haciendo que el candente hierro empalándolo pareciera aún más grande e ingresara más profundo, levantándolo fuera del piso. Con un asfixiado grito de intenso placer, el joven elfo sintió su cuerpo totalmente exigido, entregado totalmente a su amante en rendición.
La gruesa espada élfica cesó sus movimientos de pronto, quedándose incrustada firmemente dentro de él, aplastada implacablemente contra el delicioso lugar en su interior. Una débil queja escapó de sus entreabiertos labios en su tormento, y la voz de su amante le exigió silencio. Fue allí que escuchó, eran voces... acercándose...
"¡GLORFINDEL, QUE!"
"No tienes porque gritar, Nael, te escucho perfectamente."
"Pero, Las. ¡Glorfindel?"
Rumil sintió a su amante retorcerse detrás de él al escuchar las voces justo fuera de la puerta, el movimiento haciendo que la túrgida columna envainada se mueva y frote solidamente contra su sensitivo punto, un electrificante estremecimiento sacudió su entero cuerpo, mientras un leve jadeo volaba involuntariamente de sus labios.
"¿Escuchaste eso, Nael?"
"¡No trates de cambiar de tema, Legolas!"
Las voces se habían detenido al otro lado de la puerta, y el galadhel sintió la mano de su amante firmemente tapando su boca, evitando que hiciera algún sonido, aún mientras el miembro dentro de su cuerpo empezaba a palpitar casi insoportablemente. Pero el joven elfo estaba de acuerdo con su íntimo amigo del bosque. Esos elfitos no tenían que verlos.
"¿Glorfindel!"
"Que sí. ¿Acaso eres sordo? Dije Glorfindel, el Matador de Balrog, el capitán de Imladris, y creo que ese ruido vino de aquí."
Los pasos se acercaron más a la puerta, y Rumil sintió a su amante muy lentamente empezar a retirarse de su cuerpo, causando temblores en su cuerpo.
"¿Ahí¿En el pequeño almacén¿Quién en su sano juicio estaría a esta hora trabajando en la oscuridad de este pequeño almacén, cuando en el gran salón se canta y baila¡Es obvio para mí que estas cambiando de tema, Legolas Thranduilion!"
El joven guardián del bosque de oro sintió al elfo detrás de él cejar al escuchar el nombre del Dorado Príncipe.
"¡No estoy cambiando de tema, y, te digo que escuché algo, Annael Sirionion!
Los ojos de Rumil volaron a la perilla de la puerta a su lado que empezaba a girar, su amante congelándose a medio camino de su salida, esperando lo inevitable.
"Las, tú Adar nos debe estar esperando, ya hemos tardado demasiado."
"Solo quiero mirar para ver si hay algo, Nael."
"Yo no escuché nada. Y si hay algo, seguro será un pequeño roedor del bosque que halló su camino a una de las despensas. Vamos, en marcha."
"Esta bien, pero acepta que te agradó escuchar lo de Glorfindel."
Con un suspiro de alivio, el joven elfo escuchó como las voces empezaban alejarse, y con un quedo jadeo de aprobación, volvió a sentir a su amante ingresando nuevamente a su cuerpo.
"Eso estuvo cerca, melethron." Una seductora voz susurró en su oído, mientras los embistes contra él volvían a empezar y a cobrar rapidez. Apoyando su cabeza contra el muro, Rumil solo pudo contestar con un ininteligible gemido tras otro, mientras la libertad de expresar su apreciación en las habilidades de su amante era retornada a él, al saber que las voces estaban totalmente idas. El joven galadhel gritó levemente al sentir una firme mano atrapada alrededor de la necesitada carne sobresaliendo erecta fuera de su cuerpo, e igualar el ritmo de los empujes contra su núcleo. Quería rogar a su amante por su alivio, pero solo podía gemir y gritar ante las potentes caricias delante y detrás de él.
Su entero cuerpo se tensó y él sabía que estaba cerca, el placer casi doloroso. De pronto el pequeño cuarto se lleno de brillante luz, mientras un exquisito estremecimiento recorría su ser saliendo en forma líquida a través de su miembro, al mismo tiempo que sentía la dura espada pulsar dentro de él, inundando con cálido líquido su interior. Sin huesos colapsó contra el muro, permaneciendo en pie gracias al peso de su amante, quien jadeaba pesadamente detrás de él, renuente a abandonar su cálido refugio.
"Precioso Rumil, el aperitivo fue maravilloso, espero ansiosamente la completa cena." Un dulce beso fue depositado en su sien, y el joven elfo descansó contra su amante completamente saciado.
"Iré a ti. Una vez que las festividades hallan acabado, melethron
"Y yo te daré una cálida bienvenida a mis habitaciones, lirimaer. Como corresponde"
Con un contento suspiro, sufrió a su amante saliendo de su cuerpo, entonces giró para hallar dos chispeantes ojos verdes sonriendo a él. Y él sonrió a su vez. "Ahí estaré, melethron, ahí estaré.
"Te digo que escuche algo, Nael."
El palacio subterráneo de rey elfo era levemente iluminado, pero suficiente para la aguda visión élfica. Luz tenue era proveída por antorchas labradas en los muros de los pasadizos, prendidas perennemente gracias a la magia de los elfos del bosque y su señor.
"Te repito que yo no e escuché nada, Las"
El Dorado príncipe y su amigo se hallaban refugiados detrás de una gruesa columna, en el recodo de uno de los pasillos. Legolas, sacando su dorada cabeza de vez en cuando, atisbaba hacía el penumbroso pasillo que recientemente habían dejado atrás.
"Las, esto es ridículo. Que estamos esperando. Tu ada te va a castigar por llegar tarde otra vez."
"Shshshshsh. Creo que alguien sale." Empujando a su amigo completamente detrás de la columna, el principito se aplastó contra él para quedar enteramente encubierto, y puso todos sus sentidos en alerta.
El casi imperceptible sonido de una puerta abriéndose y cerrándose fue lo que primero captó la atención de los dos amigos, luego leves pasos élficos, inaudibles, excepto por oídos élficos, les hizo prestar más atención a lo que ocurría, ya que la persona avanzando, iba a pasar al lado de su escondite. Expectantes, ambos elfitos vieron la forma de un joven galadhel pasar al lado de ellos y desaparecer por otro pasillo, absolutamente inconsciente que estaba siendo observado.
"Ese era uno de los galadhrim, Las."
"Te dije que había alguien, Nael. Y ese elfo es uno de los hermanos de Haldir. Rumil creo que es su nombre. Fue el que hizo más alboroto cuando Haldir ganó la competencia"
"¿Pero que estaba haciendo en esa pequeña despensa¿Crees que no le gusta nuestra comida y ha ido a ver que puede encontrar por él mismo?"
El joven elfito miró dubitativamente a su amigo. "No lo sé, Nael. Pero hoy lo vi prácticamente devorando todo en la comida del mediodía. No creo que sea eso."
Justo cuando su rubio amigo estaba a punto de responder, otro leve ruido los hizo aplastarse detrás de la columna en acto reflejo. La misma puerta se había vuelto abrir y cerrar, otros ligeros pasos élficos tomando el rumbo que el galadhel antes, esta vez con su curiosidad al máximo, dándose inmediata cuenta de que esto se trataba, y virtualmente conteniendo la respiración, ambos elfos silvanos vieron una fina figura deslizándose elegantemente por el pasadizo, y empezar a doblar por el mismo pasillo que el anterior elfo.
Legolas no pudo sofocar el leve jadeo de sorpresa que escapó de sus labios, al reconocerlo. El elfo, al darse cuenta de que no se hallaba solo, empezó a dirigirse hacía la columna escondite y el Dorado Príncipe al sentirse a punto de ser descubierto, hizo lo único en lo que podía pensar en ese momento, empujó a Annael contra la columna y lo besó.
Otro leve jadeo de sorpresa pudo ser escuchado, antes de que una melódica voz se hiciera sentir, atrayendo la atención de los dos jóvenes elfos. "Veo que te estás divirtiendo, Hojita."
Legolas descansó su cara unos momentos en el hombro de su amigo, tratando de recobrar su compostura y controlar la risa que amenazaba salir de sus labios; al sentir a su amigo retorcerse contra él y murmurar algo ininteligible en su oído, lo pellizcó en el trasero por buena medida y precaución, lo cual fue respondido con un casi inaudible gritito. Sintiéndose más calmado, el principito giró para ver la mirada burlona en los ojos verdes del elfo frente a él.
"Y tú estás interrumpiendo, Tathrenlas." Sin poder aguantarse, el elfito soltó unas pequeñas risitas, apoyándose hacia atrás, buscando el apoyo de su amigo. "¿Qué estás haciendo en los pasillos y no en el gran salón, hermano? Pensé que ya estarías allí, conquistando a otro elfo de otro reino."
El mayor de los príncipes bajó levemente su mirada, pero de inmediato recuperó su estancia, revelándose como un hijo de Thranduil. Mirando sospechosamente a su pequeño hermano, dijo "Tenías asuntos que atender, tithen lass, y si conquistó a otro elfo, es cosa mía."
Legolas sonrió a su hermano, a quien quería y respetaba encima de todos, excepto su padre, aunque le hiciera la vida casi imposible. Acercándose a él, cariñosamente le tiró los brazos al cuello, lo miró fijamente a los ojos por un momento antes de inclinarse y depositar un ligero beso en los labios del elfo mayor. Sin querer notando que estaban medio hinchados y riendo para sí mismo por dentro. "No te enojes conmigo, iaur muindor." Descansando su dorada cabeza en los hombros de su hermano mayor, sintió como los fuertes brazos de su hermano lo rodeaban y lo estrechaban afectuosamente.
"No estoy enojado, Hojita." Besando los dorados cabellos de su hermanito, quería agregar algo más, más el príncipe heredero decidió mejor dejarlo para otra oportunidad. "Además será mejor que vayamos a las festividades." Mirando al otro joven elfo que aún seguía apoyado contra la columna, dijo, "Vamos, Annael. No creo que quieras hacerle compañía a esa fría columna esta noche, será mejor que busques algo más cálido y expresivo. Que no sea mi hermanito, por cierto, al menos no antes de que alcance su mayoría." Viendo como el otro elfito se sonrojaba, el príncipe guerrero rió alegremente, iluminando el ambiente con su gentil risa. "Vamos pronto, pequeños, que los invitados esperan."
Remolcando a los dos elfitos detrás de sí, el elegante príncipe del Bosque Negro siguió la misma senda que su amante antes de él, y con una alegre tonada en los labios se dirigió rumbo a las festividades de la noche... que recién empezaba.
TBC
Melethron – Amante
Lirimaer – adorable.
Tithen lass – Pequeña hoja
Iaur muindor – Hermano.Mayor
