Parte 16

2500, hriive 72

Delicados dedos recorrieron lentamente su espalda, siguiendo el camino de su espina y levantando estremecimientos a su paso, deteniéndose justo en la base antes de alcanzar el hinchamiento de sus nalgas donde las mantas empezaban a cubrir la parte posterior de su cuerpo, solo para empezar el recorrido de regreso. Con un placentero suspiro acomodó su cabeza en las suaves almohadas mientras su mente empezaba poco a poco a salir del mundo de los sueños.

Las caricias continuaban, aunque ahora era la entera palma de una fina mano haciendo el delicioso recorrido, un dulce aliento revoloteando cerca de su hombro izquierdo, y su cuerpo empezó a reaccionar. Derretido calor comenzó a empozarse en su más baja parte, su miembro retorciéndose en reconocimiento donde estaba firmemente presionado contra las sábanas, y un ronroneo de contento escapó de su garganta.

La noche antes había sido maravillosa. Sin lugar a dudas el festín y el baile fueron estupendos, pero lo que su mente más recordaba en estos momentos era la sensación de húmedo calor y explosivo éxtasis rodeando su cuerpo, y parecía que iba a conseguir un poco más, aunque era probable que ya era otro día.

Nunca para perder una oportunidad, inmediatamente giró para encarar a su asaltante, e inmediatamente tomó el delicioso cuerpo en sus brazos y cubrió una muy dulce boca con la suya, así robando el aliento de ambos. Sus manos empezaron a recorrer los curvos costados y se posaron en dos redondas y firmes nalgas, solo para apretar a gusto, y extraer un fuerte gemido amortiguado por el beso. Con una mano comenzó a guiar una larga pierna sobre él, así que el otro cuerpo estuviera a horcajadas sobre el suyo, sin perder en absoluto el exquisito contacto de sus bocas.

El suculento cuerpo encima del suyo empezó a ondular en delicioso ritmo, y su miembro, duro y listo, ansiaba por estar enterrado otra vez en húmedo calor. Con una mano empezó a guiarlo hacía el expectante portal que lo esperaba, ya húmedo y preparado, y sin problemas situó la sensitiva cabeza de su deseo en la entrada del cuerpo retorciéndose sobre él, y empujó un poco más no entró aún, siempre travieso en las artes del amor, gustándole por sobre todo hacer rogar a sus amantes por su satisfacción. Una dulce voz susurró una reprimenda, un ruego, en su puntiaguda oreja, sedoso cabello acariciando su rostro, mientras firmes dientes mordieron la punta de una oreja haciéndolo gemir en voz baja.

Y decidió que ya no era tiempo para juegos. Su deseo nublando todo lo demás en su cabeza, y afirmando las voluptuosas caderas sobre él con ambas manos, tomó leve impulso para dar mayor fuerza a la penetración.

"¡Oro!"

El sonido de una puerta abriéndose con fuerza, y la ruidosa voz de su hermano lo hizo perder la concentración, y con un pequeño grito el cuerpo encima del suyo escapó volando a su lado, solo para jalar las mantas sobre ellos y cubrir su desnudez.

"Oro. Ya es de día¿Qué haces aún en cama... y quien es tu bella compañera?"

Rumil entró con confianza al interior del cuarto, sus agudos ojos élficos acostumbrándose rápidamente a la oscuridad, y sin embarazo fue a sentarse en el lecho al lado de su hermano, lanzando una mirada de interés a la bella doncella en el otro lado de la cama, quien se tapaba con las mantas y su rubio y largo cabello ensombrecía parte de su rostro y hombros. La elleth soltó una risita coqueta, y Orophin lanzó a su hermano menor una mirada de fastidio.

"Rumil¿Tenías que venir justo en este momento?"

"¿Qué¿Acaso interrumpí algo?" Los grandes ojos inocentes de su hermano menor lo hicieron suspirar en resignación, Orophin maldiciendo el confinamiento de las habitaciones del Bosque Negro, sin ventanas que dejen pasar la luz de anor y así anunciar un nuevo día. Sin embargo, su cuerpo ya le había dicho que era de mañana, y él había decidido ignorarlo.

Un movimiento al lado de ellos atrajo su atención, y un momento más tarde la luz de varias velas iluminó el cuarto. La elleth, desnuda como el día en que nació, empezó a recorrer el cuarto, agachándose de cuando en cuando, recogiendo sus descartadas ropas de la noche anterior. Orophin volvió a suspirar. Esta vez su deseo no sería satisfecho.

Los ojos de ambos elfos siguieron cada movimiento, ojos desvergonzadamente vagando por sinuosas curvas. Firmes, con todo delicadas piernas llamaban a profunda contemplación, dos senos redondos y bien altivos invitando al toque, la dulce y firme redondez de glúteos tensándose levemente al andar, un delicioso y pequeño talle, y mirando hacia abajo unos diminutos pies, graciosos en su bella forma, pero lo que más llamó la atención de los hermanos fue la belleza del rostro de la doncella élfica con su rubio cabello como perfecto marco a tan deleitoso cuadro. Sin duda el Bosque Negro tenía hermosas hijas e hijos.

Sabiéndose observada la elleth puso a sus pasos más sinuosidad, dos pares de ansioso suspiros saludaron su esfuerzo.

Ya totalmente vestida, la doncella hizo su camino hacía Orophin, inclinándose sobre él para depositar un delicado beso en sus labios. "Gracias por una noche extremadamente placentera, mi bello galadhel. Espero que no sea la última." Y con un último guiño a ambos, se dirigió hacia la puerta, y pronto estuvo fuera de visión de los hermanos.

Por varios momentos Orophin y Rumil siguieron contemplando la puerta en silencio, ambos saboreando la última visión que tenían de la doncella.

"¡Oro!" Rompiendo el silencio, Rumil se tiró sobre la cama al lado de su hermano, donde todavía el calor de la elleth permanecía. "¡Ella es preciosa!"

"Lo sé, hermano. Créeme que lo sé." Con una pequeña sonrisa para sí mismo, Orophin se permitió un último suspiro. Luego, como si recordando algo, fijó su escrutadora mirada en su hermano, y ojeando levemente a la otra cama en el cuarto, la cual estaba totalmente hecha, voceó la pregunta que estaba en su cabeza. "¿Y donde pasaste la noche, hermano? Son ya varias noches que no has pasado en esta habitación."

"Mucho para tu conveniencia, y para los elfos del Bosque Negro" Sonrió Rumil, recordando que la bella doncella no era la primera que había visto en los brazos de su hermano, sin contar un par de guerreros del bosque.

"No lo negaré. Pero¿Dónde estuviste esta pasada noche?"

Rumil bajó sus ojos, de pronto su voz pareció tímida. "Con mi amante."

"¿Él mismo de la otra noche?"

"Él mismo de todas las noches."

"Oh" Sorprendido, Orophin miró fijamente a su joven hermano. "¿Y se podría saber el nombre de este misterioso elfo?"

Sacudiendo la cabeza en negación, Rumil se acomodó más en las mantas y tiró un brazo sobre el pecho desnudo de su hermano. "No. Él nunca me dijo mantenerlo secreto, pero creo que es conveniente que sea así por ahora."

"¿Porque tanto misterio?"

"Cuando te lo cuente entenderás porque."

Mirando a Rumil con un poco de preocupación en sus ojos, Orophin jaló a su hermano hacia sí, así que la plateada cabeza descansara cómodamente en su pecho. "Sabes que nuestro tiempo en este reino es corto, Rumil. Mañana es la víspera del Nautha Edinor del príncipe, y Haldir dijo que el Señor Celeborn le aseguró que las celebraciones continuaran alrededor de unos días más antes de llegar a su fin. Espero que tu corazón sepa que nuestra permanencia es temporaria. Quien sabe cuantas centurias pasarán hasta que volvamos a pisar estos bosques de nuevo."

Con un profundo suspiro, Rumil colocó un cariñoso beso en la mejilla de su hermano que estaba más a su alcance. "Lo sé, Oro. Y a mi corazón le recuerdo eso cada día que pasa. Creo que hasta ahora me está haciendo caso." Añadió con una risita.

Orophin solo le lanzó una mirada resignada.

"Pero a quien creo deberíamos recordárselo es a Haldir. Su persecución del joven príncipe está absorbiéndolo totalmente. Ayer antes de ir a... mi retiro por la noche." Orophin soltó un bufido ante la elección de palabras de su hermano, solo para recibir un leve golpe en uno de sus brazos. "Decía que antes de retirarme por la noche, fui a su habitación de nuevo, y otra vez no tenía compañía alguna. Creo que no ha tomado a ningún elfo a su cama, o ido a la cama de algún elfo, desde que llegamos aquí. Y eso es altamente inusual."

"Haldir no tomando amantes, y en un lugar nuevo para explorar, sí que es sumamente inusual." Orophin estaba totalmente de acuerdo con su joven hermano, porque hasta Rumil había hallado un amante, y su joven hermano no era un elfo que se detenía en juegos. No era como Haldir o él. Sobre todo no como Haldir, quien era conocido por la cantidad de amantes que había tenido en Lothlorien e Imladris. Siempre cortos amoríos, ya que ninguno retenía su interés por mucho tiempo. "Aunque no ha sido del todo evidente, varios ya se han dado cuenta de sus intenciones, nuestro Señor Celeborn entre ellos, y algunos elfos del bosque. Y aunque nuestro hermano no ha tomado ni dejado ningún amante aquí, él ya está empezando a atraer animosidad hacia él. Los elfos del bosque aman a su más joven príncipe."

"Talvez es el hecho de que no ha tomado ningún amante de est5e reino es lo que los irrita tanto." Rumil dijo, contoneando una sugestiva ceja a su hermano.

"Quizás." Orophin rió, a veces la mente de su hermano trabajaba de una manera muy diferente a la suya. "Pero yo creo que los elfos se han dado cuenta que los avances de Haldir no le son indiferentes al príncipe. Nuestro hermano apunta alto"

Rumil soltó un bufido, y abruptamente se sentó en la cama. "¿Indiferente! Eso es ponerlo débilmente. ¿Acaso no lo viste ayer noche? El príncipe coqueteó descaradamente con Haldir, y nuestro hermano parecía un poco más alto de lo que es." Rumil empezó a reír en voz baja, ojos chispeando traviesamente. "Claro que eso fue hasta que se dio cuenta que el principito estaba haciendo lo mismo con Elladan y Elrohir, y con Glorfindel, y con varios elfos y doncellas. Hasta casi podría jurar que me pareció verlo flirteando con nuestro Señor." Rumil sacudió su bella cabeza en gesto de incredulidad. "¿Pero viste al solemne y severo señor Enedhant?" El joven galadhrim abrió sus ojos exageradamente grandes, para demostrar su asombro a su hermano. "Nunca lo he visto brillar como en el baile, cuando el principito lo sacó a danzar, y luego se quedaron conversando un buen rato. ¿De que hablarían? La verdad que no sé. Siempre el señor Enedhant me ha parecido un elfo aburrido."

Ahora fue el turno de Orophin de estallar en alegre risa. "El consejero de nuestro señor sin duda pareció atraer el interés del joven príncipe, aunque sea por solo un momento." Tratando de ponerse serie, pero con sus ojos traicionándole, Orophin continuó. "Rumil, aún recuerdo cuando el señor Enedhant era tu tutor, y te gustaba tanto que pasabas tardes enteras suspirando por él." El plateado guerrero soltó un leve gruñido ante un leve golpe propinado a su brazo. "¿No lo irás a negar, hermanito¿Que tu primer amor fue justamente tu profesor?"

Rumil chilló y pataleó. "Yo era un elfito y no sabía bien lo que hacía." Y más bajito agregó. "Y el señor Enedhant nunca se percató de mí en esa manera."

Una vez más Orophin atrajo a su más joven hermano hacia sí para un abrazo, y depositó un tierno beso en una límpida frente. "El consejero del señor Celeborn casi tiene la edad de nuestro señor. Además siempre está ocupado con su trabajo, y no tiene tiempo para juegos."

"Legolas no pareció tener problema para atraer su atención." Rumil dijo con un ligero puchero en sus adorables labios, y su hermano no pudo evitar reír nuevamente.

"Yo creo que el principito sería capaz de encantar hasta un Troll. Y por eso, no me sorprende que el señor Enedhant se haya comportado como un joven elfo ayer noche. Además ya era tiempo que se relajara un poco siquiera."

Rumil solo se quedo silencioso un momento, aparentemente en profunda concentración.

"¿En que estás pensando, pequeño hermano?"

Saliendo de sus pensamientos, Rumil giró su rostro para mirar seriamente a su hermano. "Sólo estaba pensando que a Haldir no le gusta perder. Y que el principito no sabe en lo que se está metiendo jugando así con nuestro hermano."

"Ese no es nuestro asunto." Tratando de distraer a su hermano de sus cavilaciones, Orophin trajo a palabras una cuestión que estaba en su cabeza. "Hablando de perder," dijo relativamente divertido, "¿Vas a participar en el concurso de arquería mañana?"

"¡Claro que sí!" Voceó Rumil con entusiasmo, su leve melancolía olvidada. "¿No vas a participar, Oro?"

"No en la competencia de arquería. Sabemos que elfo va a ganar la competencia. Pero sí en la contienda de espadas"

"Das poco crédito a los elfos del Bosque, hermano."

"Solo me bastó observar la pequeña competencia improvisada para saber quien va a ganar."

"Yo si voy a participar." Dijo casi con voz petulante el joven elfo. "Además soy muy bueno con el arco, solo segundo a Haldir en nuestro hogar. Y quiero demostrar a estos elfos silvanos quienes somos nosotros los galadhrim, y derrotar a tantos como pueda."

"Estás con mucho entusiasmo, hermanito. Me pregunto si tu misterioso elfo va a participar."

Con leve rubor cubriéndole las mejillas de súbito, Rumil bajo levemente los ojos. "No va a participar, pero sé que el príncipe Legolas si va a competir."

"Oh. Eso suena interesante. He escuchado que el principito es bueno con el arco."

"Mañana lo veremos. Pero sé que nadie va a ganar a Haldir. Él es el mejor." Dijo Rumil con voz vibrante, sus bellos ojos brillando con adoración por su hermano mayor.

"Sí. Mañana lo sabremos, hermanito."

--------------------------------------------------------

"Yo pienso que Legolas nos estaba embromando en el festín anoche"

Elladan levantó sus hermosos ojos gris azulado para fijarlos en su hermano. Ambos gemelos estaban en una de las yardas de entrenamiento del Bosque Negro, observando a sus guardias practicar con los guardias del Rey Elfo.

Anor ya había hecho su viaje por más de la mitad del cielo azul, y la comida del mediodía ya había pasado; y los gemelos de Elrond, habiendo pasado una mañana relajada, habían decidido afilar sus habilidades con la gente del bosque, y pacientemente, como cualquier otro elfo, esperaban su turno, ya que ellos, aunque señores elfos en su propio derecho, nunca se paraban en ceremonia. Abiertos y nobles eran los Peredhil.

Chispeantes ojos gris plata cesaron de observar las actividades frente a ellos para mirar al otro elfo a los ojos, Elrohir dejó una tierna sonrisa agraciar su rostro en el recuerdo de su más reciente amigo. "No me digas que te molestó, hermano. Bien podía ver que no dejabas de sonreír cuando quiera él estaba cerca."

Leve risa se pudo oír en el aire, Elladan, el mayor de los gemelos por unos minutos en el momento del nacimiento, sacudió su oscura cabeza en signo de alegre descreimiento. "Y ese era justamente el problema. Cuando él estaba cerca. Sólo pasó unos momentos con nosotros en el festín de ayer noche, y eso podrían decir la mayoría de los asistentes. Nuestro joven amigo parecía atento en repartir su tiempo equitativamente con todos sus pretendientes."

Una oscura ceja se arqueó intensamente, los ojos grisáceos con destellos de plata de Elrohir pareciendo taladrar dentro de los azul grisáceos de su hermano. "¿Pretendientes¿Te consideras uno de sus pretendientes, Elladan?"

El rostro del mayor de los gemelos se tornó serio, pero no por mucho tiempo, Elladan no pudo contener su fingida gravedad ante la casi intimidante mirada de su gemelo. Un inferior elfo hubiera huido. "Nunca competiría contigo por las afecciones de otro, muindor." Alzando ambas manos y sacudiendo la cabeza, Elladan era la misma imagen de la negación. "Pero... si nuestro principito me elige, yo no tendría corazón para negarme." Agregó con un pícaro guiño.

Elrohir solo soltó un exasperado suspiro.

"Además hay otros encantos a ser encontrados aquí en el bosque." Añadió Elladan con una sonrisa levemente lasciva.

Elrohir soltó una pequeña risa, su mirada ahora chispeando maliciosamente. "Eso tú los puedes afirmar. Por favor muindor, la próxima vez recuerda que me han dado la habitación siguiente a la tuya, antes de ser tan entusiasta por la noche."

El otro gemelo soltó un bufido, una húmeda lengua lamiendo ligeramente sus labios. "Pero a ella le gustó mi entusiasmo, hermano. Y ahora veo que los muros del rey no son tan gruesos como parecen."

"Son gruesos, Elladan. Pero yo creo que te escucharon y a tu compañera hasta los orcos en las Montañas Nubladas."

"Pues espero que lo hayan disfrutado." Respondió Elladan con un bufido poco élfico. "Además no te quejaste hace dos noches."

"Hace dos noches no hiciste ningún ruido. ¿Asumo que no la pasaste en tu cama?"

"Oh. Es verdad. Loriel, una bella doncella de la corte de Thranduil me ofreció su hospitalidad por la noche."

"Y tú eres incapaz de decepcionar a una dama, hermano." Dijo Elrohir con una sonrisa.

"Por supuesto. Incapaz de defraudar a una doncella." Su mirada adquirió un brillo malicioso, Elladan giró sus ojos al lugar donde varias ellith guerreras practicaban con la espada. "Pero para no incomodarte, hermano, voy a amordazar a quien quiera que sea mi compañera esta noche." Girando para mirar una vez más a su hermano, añadió. "Aunque sería mejor para ti tomar un amante. ¿Me pregunto porque tu cama no ha tenido un visitante hasta ahora?"

"Ninguno ha agarrado mi interés." Respondió el menor de los gemelos indiferentemente.

"Ninguno de legal edad que puedas encamar todavía. Aunque Legolas no creo que estaría opuesto a la idea por lo que vi anoche."

Velozmente Elrohir giró su cabeza para fijar los ojos en su hermano, Elladan pudo ver con sorpresa que chispeaban con un fuego que nunca su gemelo había dirigido hacia él. "No hables así del príncipe. Legolas ha hecho nada para que te expreses de él tan bajamente. Es joven, y mañana a la medianoche se celebran los rituales de su mayoría. Está nervioso y a la vez entusiasmado. ¿O acaso no recuerdas como estábamos nosotros días antes de nuestra mayoría de edad¿Cuan inquieto y excitado estabas por meterte a la cama con una doncella?"

Elladan bajó los ojos con pesar, su bello rostro mostrando su arrepentimiento, antes de volver a levantar su mirada hacia su gemelo. Su hermano nunca había defendido a alguien así que no fuera su familia o muy cercanos amigos. "Tienes razón, muindor. No debí expresarme así del principito."

Elrohir levantó una mano para acariciar tiernamente una mejilla de su gemelo, sus labios crispándose en una ligera sonrisa. "Pero tienes razón también, hermano. Mi interés yace en Legolas. Pero sea que él me elija o no como su amante, antes que todo él es un amigo. Y ya lo aprecio grandemente porque he podido ver dentro de él en nuestras conversaciones. Y he visto un espíritu lleno de vida e inocente en su pureza, y un corazón noble y confiable. Te ruego hermano, que mires pasado su exterior belleza, para que así puedas contemplar cuan mucho más hermoso él es por dentro."

El rostro de Elladan expresaba total sorpresa, su delineada boca ligeramente abierta y sus ojos tiñéndose con un matiz de leve preocupación. "Elrohir, ten cuidado." Fue lo único que pudo alcanzar a decir.

La sonrisa en el rostro del menor de los hijos de Elrond solo se amplió más, antes de que ambos hermanos escucharan la voz de Glorfindel que los llamaba para empezar su turno en la práctica de espadas.

----------------------------------------------------

'Los elfos somos seres sensuales por naturaleza. Nos gusta y atrae la belleza, no solo exterior, sino también la belleza del espíritu. La belleza no solo se traduce en otro ser, sino nosotros la vemos en la naturaleza, el viento en los árboles, los animales en el bosque, las estrellas de Varda, los ríos de Ulmo, las joyas de Aule. Nace en nosotros un instinto natural de proteger lo bello, de escudar las cosas hermosas de la mácula de la oscuridad. Defender con nuestras vidas la creación de los Valar y cantar las alabanzas de todo lo que es hermoso. Es por eso que muchos de nuestra raza son renuentes a abandonar la Tierra Media, aún vemos muchas cosas hermosas en las Tierras de Aquí; y también es por eso que tu gente lucha contra el avance de la sombra en este bosque. Porque nosotros, los elfos, debemos preservar lo que es hermoso.

Y aquí entra una extraña comprensión sobre los actos de Feanor en su búsqueda de los Silmarils. Ellos eran su más hermosa y perfecta creación, de ahí la urgente necesidad que sentía de recuperarlos cuando fueron extraviados, y protegerlos de todos, incluyendo los mismos Valar. Aunque nada en absoluto justifica sus acciones.

Decía que somos seres sensuales por naturaleza. Nuestro espíritu se deleita en la gratificación de la vida, unos más que otros, y nuestra forma más frecuente y hermosa de celebrar nuestra alegría, es la unión física con otro ser. La expresión suprema de está celebración es cuando no sólo el cuerpo de dos seres se unen, sino también participan en la comunión sus espíritus y corazones. Cuando un elfo encuentra su compañero de por vida, inmediatamente siente la necesidad de unirse en vínculo eterno, y proteger a su elegido o elegida por toda la eternidad, y como esposos unen sus espíritus con la bendición de los Valar. Pero hasta ese entonces celebramos la belleza en temporales compañeros que atrapan nuestro interés, y nos regocijamos dando placer y recibiéndolo.

Y así vamos a una de las preguntas que me hiciste. La inclinación de algunos elfos por ellith o ellyn o ambos. Al querer dar placer lo que tenemos en cuenta es la belleza del otro ser, algunos sólo ven el exterior, pero algunos más perceptivos ven la belleza interior sin ninguna necesidad de conocer a la persona. Es aquí cuando un elfo decide que el placer fugaz no es suficiente, y desea establecer una relación para conocer más al posible compañero de su espíritu. Al ver la belleza del espíritu y la forma, los Valar nos dieron la elección de nuestras inclinaciones. Es verdad que la ventaja de unirse con una elleth es la de llegar a ser padre, pero eso llega a ser irrelevante cuando unes tu espíritu al de tu elegido. Todo lo demás no importa sólo la felicidad de tu destinado. Algunos se inclinan hacia su propio género porque encuentran que las similitudes son más atrayentes que las diferencias, y otros no discriminan entre géneros porque las similitudes y diferencias son iguales de atrayentes a ellos. He conocido elfos que se inclinan solamente hacia su opuesto género, y otros sólo a su mismo género, aunque más común es para los edhil apreciar la belleza de los dos géneros de la creación de Eru. Pero lo que sí es cierto aquí, es que nuestro cuerpo está adaptado para amar y ser amado por una elleth tanto como un ellon, y recibir igual placer de ambos.'

Legolas paseó su brillante mirada por la reunión de elfos de esta noche, las palabras de Glorfindel resonando con claridad en su cabeza.

Sus bellos ojos azul cielo pasearon apreciativamente por los congregados al festín de esta noche. Altos y bellos guerreros, rubios, de cabellos plateados y también de color negro como la noche sin luna, moviéndose alrededor con elegancia y firmeza. Dulces y hermosas doncellas, flexibles, caminando con gracia y ligereza, un poco diferentes a las doncellas guerreras quienes infundían a su paso más solidez, no carente de garbo. Nobles elfos, que por nacimiento se desenvolvían en la corte con comodidad, con gestos altivos, y los elfos sabios y estudiosos, que tenían maneras relativamente tímidas, pero lengua afilada.

Todo esto y más notó el joven príncipe.

Su mirada se posó en un elfo que había atrapado su interés desde el principio, Haldir de Lorien estaba rodeado de sus amigos galadhrim disfrutando del festín. Legolas tuvo el tiempo de examinar su forma detenidamente, y lo que halló ahí redobló más su creencia en que el plateado elfo era sin duda uno de los elfos más hermosos que había visto. Altivo y noble, el galadhel lucharía mañana para salir vencedor en el concurso de arquería, pero Legolas lucharía también. Su mirada se descarrió a otro lado del salón, donde se detuvo sobre los hijos de Elrond, y después de la misma detenida examinación, llegó a la conclusión, de que los gemelos estaban también entre aquellos elfos que sobrepasaban los estándares de la belleza élfica. Los gemelos le habían dicho que ellos participarían en la competencia con la espada, y Legolas ahora observó su ligeramente más robusta forma en comparación con los demás elfos, y concluyó que sin duda se debía a su destreza con la espada, tanto como su sangre de Medios elfos. Exóticamente hermoso, sin duda alguna.

Otro paseo con sus ojos, y estos se detuvieron sobre Illien, una noble doncella del reino de Thranduil, y sin duda pensó en que doncella más hermosa que ella no había, pero su lado se hallaba Nariel, de rubio cabello con destellos de mithril, y volvió a llegar a la misma conclusión de nuevo.

Definitivamente había mucha hermosa gente reunida en los salones de su padre esta noche, y justo como Glorfindel dijo, su corazón se alegró en la hermosa visión.

Al recordar a Glorfindel, sus chispeantes ojos empezaron a buscar al señor elfo entre la gente. Y lo halló. Y el joven príncipe tuvo tiempo a su favor para una profunda contemplación del señor elfo, cuya belleza era una de las más abrumantes en el salón. Más a su lado se hallaba el Señor del Bosque de Oro, y tuvo que recordarse a sí mismo que el primo de su padre ya estaba unido, ya que la hermosura en las formas del señor Celeborn era aturdidora. Y ahora, con sus nuevos ojos abiertos para apreciar todo lo que es bello, Legolas pudo ver algo que antes había pasado totalmente desapercibido, y era el elfo conversando con Glorfindel y Celeborn, en la mesa principal del salón.

Alto, aún para los estándares élficos, y de estructura vigorosa y levemente más amplia por el manejo de la lanza, este elfo se desenvolvía con elegancia y majestuosidad difícilmente igualada. De ojos de un verde zafiro que parecían iluminar el entero salón con su destello, fina nariz, altiva y sosegada, labios de voluptuoso arco y suavemente dibujados; y de cabello del más hermoso tono de dorado que centelleaba con cada movimiento del elfo, enmarcando uno de los más hermosos rostros que hubiera podido imaginar. Legolas concluyó que sin duda este elfo eclipsaba a muchos, sino a todos de los congregados a este baile; y con leve sorpresa el joven príncipe del Bosque Negro se dio cuenta que este elfo era Thranduil, su padre.

La sonrisa que jaló sus labios amenazó partir su cara en dos, Legolas rió para sí mismo ante su nuevo descubrimiento. Ahora ya no le sorprendía el comentario que había hecho su amigo Annael. Su padre era uno de los elfos más hermosos de la Tierra Media, y Legolas estaba orgulloso de ser su hijo.

Haciendo su camino hacía los bardos alegrando la velada con su alegre música, el principito le pidió a uno su arpa cuando terminaron su canción. La gente en el salón había visto el movimiento del joven elfo, y todas las miradas fueron jaladas hacia el príncipe, incluyendo la de los señores elfos, y un mago que había llegado hace sino unos momentos, y todavía no había saludado a su elfo favorito, su intensa mirada siguiendo los gráciles movimientos del joven elfo.

Legolas se acomodó entre los bardos, sentándose en cómodas almohadas en el centro de ellos, y con arpa en mano empezó una lenta melodía y alzó su bella voz en canción. Con sus ojos girados hacia el elfo más hermoso de la fiesta, Legolas cantó sobre la belleza de los bosques, y la hermosura de la noche, cantó sobre bellos ojos verdes, y sobre valentía sin par en batalla. Su voz vibró con el expresado amor que sentía en su corazón, y traduciéndolo en palabras de infinita dulzura no carente de alegría que tuvo mucho corazones palpitando rápidamente con la melodía que apresuraba más y más su ritmo.

Algunos de los bardos entendieron el patrón, ya que la canción era nueva y nunca la habían escuchado, y acompañaron a su príncipe con flautas y tambores, y otros elfos, influenciados por la música y la lírica voz, dieron expresión a su júbilo inventando nuevos pasos de baile, sacando a voluntarios compañeros a una jubilosa danza.

Y todo el tiempo los ojos del joven príncipe estaban fijos en un par de ojos verde zafiro, extrañamente brillantes, su voz elevándose y cayendo al ritmo de la música, expresando devoción y adoración, hablando de la belleza de un elfo valiente y noble, y sobre el abrumante amor, agradecimiento y orgullo en su joven corazón. Alegría y júbilo, placer y sueños, la canción alcanzó un alto crescendo, y concluyó con una promesa de lealtad eterna y visiones aún por venir.

Los elfos estallaron en regocijo, batiendo palmas ante la hermosa creación del joven príncipe. Solo unos pocos se dieron cuenta a quien iba realmente dirigido, muchos pensando que Legolas le cantaba a un futuro amante como forma de cortejo, y otros que la canción era para un héroe de antaño como Ecthelion o Gil-galad, y otros aún pensando que era una melodía dedicada a Tulkas, el guerrero de los Valar, o tal vez a Orome, el vala cazador.

"Sublime." Una potente y amigable voz dijo, y todos callaron, girando los ojos para mirar al que había hablado en voz alta, expresando lo que estaba en la mente de todos.

Los bellos ojos del principito giraron de su atenta contemplación de su rey, hacia el dueño de la voz que había llamado la atención de todos. "¡Aiwendil!" Fue lo único que salió de sus finos labios antes de que, alegre como un pequeño elfito, saliera corriendo velozmente y saltara efusivamente sobre el recién llegado a las celebraciones en el reino del bosque.

TBC

--------------------------------------------------------

Notas

2500, hriive 72 - 31 de enero

Aiwendil – Nombre que le daban los elfos a Radagast el pardo. Su nombre significa amante de las aves.

Edhil – elfos, como raza

Muindor – hermano

Enedhant - Regalo del corazón... creo ;)

Ellith – Doncellas élficas. Singular: Elleth

Ellyn – Elfos varones. Singular: Ellon