Título: La Hoja del Gran Bosque Verde I: El Dorado Príncipe
Autora: Annariel
La mayoría de los personajes pertenece a Tolkien. Solo los presto por un rato.
Review son muy bienvenidos.
Advertencia: Slash ;)
Notas de la autora:
Gracias Maria por mandarme esa preciosa imagen de Legolas y Haldir.
Meriet me preguntaste sobre el idioma élfico, yo utilizó el diccionario Dragon Flame (sindarin/inglés), un diccionario interactivo lo puedes descargar en:(http/ www. jrrvf. com/ hisweloke / sindar / downloads. html) sin los espacios.
Parte 17
2500, Coire 1
El sonido seco de una flecha impactando sobre una sólida superficie arrancó un grito de algarabía de los elfos del bosque.
El Dorado Príncipe estaba entre los tres finalistas de la competencia de arquería, y los ojos de Thranduil centelleaban con inmenso orgullo.
Extrañamente este día, el primero de Coire, había amanecido con anor brillando débilmente en el cielo, distinto a otros días, donde la última flor de Laurelin se ocultaba totalmente de los habitantes de la Tierra Media.
Bulliciosos y excitados, los elfos del Bosque y sus visitantes habían saludado el débil brillo del sol con alegría. Sus melódicas y líricas voces expresando su júbilo, mientras se preparaban para las importantes actividades del día.
El más espacioso campo de entrenamiento de los elfos del bosque había sido adaptado para las diversas competencias en honor a la Mayoría del Dorado Príncipe del bosque, y parecía que cada elfo en el reino estaba presente. Enteras familias con pequeños elfitos y aún sus mascotas caninas presentaban una interesante visión.
Primordiales reuniones entre elfos del mismo reino, planes de estrategia destinados a elevar la participación y eficacia de un determinado contendiente, al lado de consejos de más viejos y experimentados guerreros.
Todo en el ambiente hablaba de expectaciones y gloria.
Primero fue la competencia de espadas. Reñida y espectacular, ya que los mejores guerreros de los tres reinos élficos participaban con saludable ímpetu. Elrohir Peredhel fue el festejado ganador dejando en segundo lugar a su gemelo y en el tercero a un resignado Saelbeth.
El enfrentamiento entre los hijos de Elrond había sido impresionante. Moviéndose con gracia y elegancia, los gemelos Peredhil dejaron a la audiencia cautivada. Espadas brillando, choques ensordecedores, oscuros cabellos flotando en el viento con ágiles movimientos, los dos bellos señores elfos hechizaron a más de un elfo, y sin duda había muchos quienes iban a pedir su favor en la noche. Con todo cuando alguien felicitó y alabó a Elrohir por su maestría, el noble elfo comentó que la victoria pudo haberse quedado con Elladan también, ya que los dos hermanos eran iguales en su habilidad con la espada. Eso elevó la admiración de los seguidores del más joven gemelo.
Algunos elfos del bosque rumoreaban que el triunfo fue a otro reino porque el mejor de los guerreros del Bosque Negro no había participado. Sadorell solo miraba todo con impasibles ojos. El Rey no habituaba participar en similares competencias tampoco.
El siguiente evento fue el dominio de la lanza. En esta actividad fueron pocos los elfos de Lorien y del Bosque Negro que participaron, ya que la habilidad de los elfos silvanos radicaba en el arco y la espada, más fue sin sorpresa que la gente de Thranduil vio a su príncipe alzarse como vencedor ante los noldor.
Tathrenlas derrotó a todos sus contendientes con elegancia y vigor, y cuando llegó su hora de enfrentarse al Matador de Balrog, lo hizo sin temor y con determinación.
De tal padre tal hijo. Thranduil era el mejor en la lanza desde los tiempos de Gil-galad, el último Alto Rey de los Noldor.
Su joven hermano fue el más ruidoso en celebrar el triunfo del príncipe heredero, gritando y rebotando sobre sus pies, ondeando graciosas manos con alegres risas soltadas al viento. Y todos habían sonreído ante la visión, más aún Aiwendil, conocido como Radagast el Pardo entre los humanos, quien disfrutaba de la compañía y sincera amistad del joven príncipe cuando quiera sus pasos lo traían al reino de Thranduil. Algunos escucharon un grito de júbilo proveniente del grupo de Lothlorien, pero cuando algunas cabezas giraron para ver de quien provenía, la exclamación ya había sido asfixiada y solo vieron a la gente de Celeborn hablando desinteresadamente entre ellos, y aparentando, por todo lo que es valioso, como si el sonido nunca hubiera existido. Pero los elfos del bosque tenían la visión más aguda de entre todos sus parientes, y los más observadores notaron un leve ceño de contrariedad en la bella frente del capitán del Bosque de oro.
Cuando Tathrenlas llegó ante su padre y su joven hermano, fue saltado por Legolas quien le dio un efusivo abrazo y un sonado beso en los labios que lo dejo en muy altos espíritus, y con una enorme sonrisa en los labios. Sin embargo hubo varios ceños fruncidos en los elfos de otros reinos, tal íntima muestra de afección entre parientes cercanos no era bien vista, menos aún entre los noldor, pero las costumbres de los elfos silvanos eran otras, y nadie dijo nada al respecto.
Cuando alguien le preguntó a Glorfindel sobre su derrota por un más joven elfo, el Matador de Balrog se había encogido de hombros, y comentó algo sobre un tal Ecthelion, y como este le había dicho que nunca iba a dominar la lanza.
Luego hubo una pequeña competencia para los más jóvenes elfos, quienes ya estaban entrenando para ser guerreros. Sólo del Bosque Negro ya que los otros reinos no habían traído a sus aprendices. Los más expertos rastreadores del Reino del Bosque habían escondido un misterioso objeto, no dijeron que en particular, en los cercanos alrededores al palacio del Rey Elfo.
Jóvenes elfitos de entre 30 y 40 años se pusieron inmediatamente en la búsqueda, examinando el piso de la floresta en busca de pistas, aunque los más astutos se dieron cuenta de que esa previsión era vana. Los rastreadores de Thranduil nunca dejaban huella.
Los concurrentes esperaron expectantes mientras el tiempo pasaba, y algunos elfos de otros reinos comentaron que esta competencia era demasiado difícil para tan jóvenes elfos, y más aún cuando no le decían el objeto a buscar, casi era imposible que lo hallaran sin saber que era y en tan oscuro y espeso bosque. Los más escépticos se preguntaban cuanto tiempo pasaría antes de que los elfitos fueran llamados, y la búsqueda cancelada.
Más no pasaron más de diez minutos cuando una joven elfita saliera de entre un espeso conglomerado de árboles, saltando y riendo, y agitando en lo alto una simple hoja verde.
Muchos elfos miraron en asombro como Miredhel, hija de Sadorell capitán del Bosque Negro, se acercaba con rebotes en sus pasos hacía su rey. Algunos elfos de Rivendell y Lothlorien no pudieron contener su risa, ya que reconocieron a la elfita como una de las participantes en la búsqueda, y tomaron a la hoja en su mano como el aparente objeto que, según la elfita, era el buscado. ¡Que gracioso, dijeron algunos, pensar que el objeto de la búsqueda era una hoja y en un bosque! Otros elfos estallaron en ruidosas y burlonas carcajadas.
Miredhel escuchando la mofa de esos elfos volteó hacia esa dirección sin perder su paso, y en abierto desenfado les sacó la lengua infantilmente. Su padre enrojeció de vergüenza, más sus jóvenes amigos, Legolas y Annael, la celebraron con palmas y gritos de ánimo. Pero ella antes había escuchado otro grito de apoyo cuando las risas burlonas estallaban, y con una bella sonrisa agitó su mano entusiastamente en dirección de la gente de Rivendell, y Elladan le respondió con una galante reverencia con la mano en el pecho.
Llegada ante el rey, la elfita presentó su hoja, y el rey la recibió y le preguntó porque pensaba que esa hoja era el objeto de la búsqueda. Y Miredhel respondió que la hoja verde que había hallado era una hoja de sauce en una frondosa haya, colgada en similar posición a las otras hojas del árbol, más diferente en su forma y matiz, y el viento la ondeaba de manera distinta. Y el rey observó el revés de la hoja, y en efecto estaba escrito el nombre de su más joven hijo allí. Los rastreadores que escondieron el objeto se acercaron, confirmando el buscado objeto –una hoja verde, en honor a las celebraciones del Dorado Príncipe- y la declararon ganadora de la competencia, porque en efecto habían disimulado una hoja de sauce en una haya.
Un gran cuerno sonó llamando a los otros elfitos, y señalando la finalización de la búsqueda. Sadorell rebosaba de orgullo y Legolas abrazó apretadamente a su joven amiga y alzándola la giró varias veces en el aire, arrancando alegres sonidos de Miredhel para el deleite de los otros elfos presentes.
Más los elfos que se burlaron de la elfita enrojecieron de vergüenza, y palidecieron bajo la reprobante mirada de sus líderes, mientras que el respeto de los elfos de Rivendell y Lothlorien por los elfos silvanos de Thranduil subió altamente. Y algunos Noldor se sintieron orgullosos también porque recordaban a la madre de Miredhel como una de los suyos.
Anor ya había pasado su punto más alto en el cielo, y a una señal del Rey Elfo los elfos reunidos tendieron cómodas mantas en el fresco pasto, mientras otros elfos, alegres y ágiles, distribuían comida y bebida en cantidad. La comida del mediodía, un poco retrasada, había empezado, y grupos de elfos se unieron entre amigos o familiares para disfrutar de los suntuosos manjares provenientes de las cocinas del rey. Algunos elfitos dijeron que vieron al Señor del Bosque de Oro, masticando con contento, mientras comentaba con el rey Thranduil acerca de uno de los platos servidos. Otros más atrevidos insistieron en que vieron a tan noble señor elfo chupar uno de sus dedos en deleite.
Pero nadie podía negar que los elfos silvanos tenían alta habilidad en el arte culinario.
La competencia de arquería había empezado con muchos competidores, ya que los elfos de Lorien y del Bosque eran conocidos por su destreza en el arte, pero los Noldor de Rivendell tenían sus propios maestros también. Mientras las pruebas crecían en complejidad los participantes decrecían en cantidad, y ahora solo quedaban tres en el lugar donde no hace mucho tiempo se pararon varios.
Legolas, Haldir y Rumil esperaban pacientemente la preparación de la siguiente prueba.
La aguda mirada de Thranduil seguía los movimientos de su más joven hijo con atención. Legolas, ahora parado junto al capitán de Lorien, inclinaba su dorada cabeza hacía el plateado guerrero, aparentemente en animada, pero discreta, conversación con él. Rumil se paraba al otro lado del joven príncipe, al parecer, olvidado por los otros dos.
La bella frente del rey se arrugó con un profundo ceño mientras sus ojos observaban la fácil familiaridad desplegada por el elfo de Lothlorien hacia su hijo. Una elegante, pero fuerte mano, había hecho su camino hacia el antebrazo del principito, y se posó delicadamente allí, mientras el intercambio de palabras continuaba. A Legolas no pareció importarle el gesto de confianza mostrado por Haldir, pero fueron muchos los ceños que se fruncieron, aparte del rey, ante tal sutil muestra en público. Un gesto de exigencia, fue lo que paso por muchas cabezas, ya que el elfo de Lorien era un total extraño a todos en el Bosque Negro.
La noble frente de Thranduil se arrugó más aún cuando recordó un aparentemente inofensivo episodio la noche antes. Su HojaVerde le había dedicado una hermosa y abrumadora canción, y el amor que sentía por su joven hijo había crecido más en su corazón, si eso era aún posible. Más, mientras Ithil seguía su curso en el cielo y la noche transcurría entre canto y baile, Thranduil, quien estaba en entretenida conversación con Celeborn y Glorfindel, había atrapado un débil vislumbre de la partida de su hijo de las festividades. Eso no era nada extraño, ya que la hora era muy avanzada, pero lo que el rey vio fue, que antes de dejar totalmente el salón, Legolas giró su cabeza y lanzó un gesto casi imperceptible a alguien aún presente en la fiesta. Curiosidad ganando, Thranduil volteó a observar a quien el gesto iba dirigido, y vio como el capitán de Celeborn discretamente se despedía de sus amigos, cautelosamente saliendo por donde su hijo antes había dejado. Una determinada y anhelante mirada en los avellanos ojos del plateado elfo.
Asfixiando el impulso de salir tras ellos, el rey trató de ubicar a su hijo mayor, quien parecía haber dejado el salón ya que su ausencia era notable, pero viendo al joven Annael aún en compañía de sus amigos, Thranduil lo hizo llamar y lo mandó seguir a Legolas, con la orden de vea que su hijo llegue a sus habitaciones completamente solo y no molestado.
Las precauciones de un padre nunca estaban de más.
La familiaridad que el elfo de Lorien demostraba con su hijo no sentaba bien con Thranduil, más el rey no había tenido tiempo de interrogar a Annael sobre su comisión de la noche antes. Buscando con sus ojos verdes al mejor amigo de su hijo, Thranduil lo vio al borde del campo con otros jóvenes elfos. Más ahora, lo que llamó la atención del rey fue el ceño que arrugaba la frente del joven elfo también. Thranduil sonrió. Claro, a Annael tampoco le gustaba la interacción entre Legolas y Haldir. El rey dejó su mirada seguir la dirección de la mirada furiosa que lanzaba el joven amigo de su hijo, y con sorpresa se dio cuenta que no estaba dirigida a los elfos en el centro del campo, sino a un par de elfos al otro borde. Dos de sus guardias, Saelbeth y Silinde, parecían ser el centro del fastidio del elfito. Confundido y lanzando un débil suspiro, Thranduil se pregunto que era lo que pasaba por las mentes de los jóvenes de estos días.
¿Acaso no tenía suficiente con los alborotos que causaban su hijo y su compañero inseparable, que ahora tenía que lidiar con las experimentaciones en camino a la madurez de los niños?
¿Acaso no hace poco había llegado a sus oídos el rumor de un penoso accidente ocurrido a uno de los guerreros de Elrond? El pobre elfo había quedado oliendo muy mal tras un baño. Aparentemente algún travieso elfo había vertido una mezcla de hierbas en su baño, y el inocente elfo había creído que eran hierbas relajantes. No hubo acusaciones porque no hubo sospechosos, pero Thranduil estaba seguro de que cierto elfito sabía algo al respecto, ya que sin querer uno de los curadores había mencionado que su joven príncipe había pedido determinadas plantas para uso personal, y el curador prestamente las había dado.
Y eso era solo uno de los rumores respecto a desafortunados accidentes acaecidos a sus visitantes. Extrañamente sus súbditos parecían disfrutar de los cuentos... demasiado. Ya que ellos no son el blanco. el rey supuso.
Lanzando un suspiro un poco más sonoro, que atrajo una curiosa mirada del mago a su lado, Thranduil volvió su penetrante mirada al centro del campo de nuevo. Todo estaba listo, y la prueba final para los tres competidores iba a comenzar.
Varios elfos se colocaron estratégicamente al comienzo de la línea de árboles al borde del campo de competición. Expertos arqueros de las filas del ejército del rey elfo, con aguda visión y ágiles manos maniobraron sus posiciones, algunos en las ramas de los árboles y otros en el piso del bosque, y otros aún encubiertos de toda visión.
La prueba de habilidad ya había sido determinada. Los tres elfos finalistas eran muy diestros en el manejo del arco. Ahora lo que se iba a determinar era la rapidez. Quien acertaba más objetos lanzados al aire que los otros, antes de que cayeran al suelo.
Silencio se hizo todo alrededor. Hasta los más traviesos elfitos observaban con atención los procedimientos.
El primer elfo en disparar iba a ser el joven príncipe del Bosque Negro, quien caminó unos pasos adelante y se coloco en posición. Espalda derecha, arco tenso, mirada enfocada.
Diez objetos redondos y ligeros fueron lanzados al mismo tiempo y en distintas direcciones. Legolas empezó a disparar flecha tras flecha con suma precisión acertando a los diez objetos con suma facilidad. Los espectadores celebraron la habilidad de su príncipe con grandes voces y palmas.
El siguiente fue Haldir, siendo seguido por Rumil, ambos pasando la prueba sin problemas, y siendo aclamados bulliciosamente por los elfos de Lorien.
El modo de la competencia continuó igual, la única diferencia siendo la cantidad de objetos lanzados al viento, requiriendo cada vez más rapidez y agilidad de los tres participantes.
El primero en fallar fue Rumil, en la cantidad de veinte objetos. En su turno, Legolas solo alcanzando a permanecer disparando al último objeto, casi ya al ras del piso, por tirando su cuerpo al suelo y nivelando su arco sobre el verde pasto, su flecha levantando el objeto al aire nuevamente con su impacto. Un gran sonido de sorpresa salió al unísono de todos los presentes.
El capitán de Lorien alcanzó a golpear sus veinte blancos móviles con dificultad.
Más el ganador se decidió a los veintitrés objetos lanzados al viento. Mientras que Haldir logró con mucha exigencia y flexibilidad golpear todos sus blancos, dos de los cuales estaban casi rozando el piso del campo, Legolas no pudo con el último que aún le quedaba. El fallido blanco del joven príncipe golpeó el piso herboso con un leve susurro que fue aparentemente magnificado por el total silencio de los espectadores.
Todo los plateados elfos de Lothlorien alzaron sus voces en aclamaciones de alegría, unidos por varios elfos de Rivendell y algunos elfos silvanos del Reino del Bosque, donde Haldir ya tenía muchos admiradores.
Todos observaron en orgullo como el Dorado Príncipe se acercaba al capitán de Lorien y le daba un sincero y entusiasta saludo guerrero, sujetándolo por ambos antebrazos, hablándole palabras de alabanza y de felicitaciones con una abierta sonrisa en su bello rostro. Y contrario a la opinión que todos se habían formado del elfo de Lorien, Haldir recibió el saludo y las palabras con respeto, una sincera alegría brillando de sus ojos y su sonrisa.
La competencia había sido dura, y su rival valioso.
"Un segundo lugar no está nada mal. ¿No lo crees, Nael?"
Solo silencio encontró la pregunta.
Los suntuosos baños privados de la familia real tenían una cálida atmósfera rodeándolos. Cristalina, cálida agua, con minúsculas partículas de minerales, se derramaba dentro del gran espacio oblongo y levemente profundo en el centro de la estancia. Sin duda el agua provenía de uno de los manantiales subterráneos que el Reino del Bosque parecía favorecido de tener en abundancia, y Thranduil había aprovechado para el beneficio de los suyos.
El recinto era grande y espacioso, artísticamente trabajado con el mármol como material predominante en la arquitectura. En el centro se hallaba la gran poza recubierta enteramente en mármol blanco cuya profundidad era solo un poco más arriba del nivel de la cintura del ocupante. Delgadas nubecillas de vapor se alzaban del agua que llenaba el labrado estanque, saliendo de una fuente cuya abertura fue trabajada en forma de un cántaro que vertía el agua de los manantiales para el disfrute, agua que abandonando la estancia por otra abertura al lado contrario, las cálidas aguas permaneciendo en constante movimiento y cambio. Considerados artesanos habían labrado un largo asiento dentro de las aguas para ayudar al descanso de cansados miembros y relajante postura. Dentro de la habitación podían verse blancas bancas y altos gabinetes, sin duda hospedando todo lo requerido para hacer la permanencia del ocupante cómoda y fructífera.
El rey y sus hijos disfrutaban de este lugar, y a veces también nobles huéspedes de honor que garantizaban tal trato.
Baños similares pero menos lujosos y más espaciosos estaban construidos en otro lugar del reino, para el uso de la gente del Reino del Bosque.
"Un cuarto lugar en el torneo de espada tampoco es malo en absoluto, Nael. Considerando todos los magníficos oponentes con los que te mediste"
Mismo silencio.
Terminada las competencias y dejando las celebraciones que aún reinaban en el exterior, Legolas y su mejor amigo habían decidido retirarse para tener un relajante baño dentro del palacio subterráneo, y así empezar las preparaciones del joven príncipe para las festividades de la noche.
Cuando Ithil alcance su más alto punto en el cielo y la medianoche llegue, los ritos de mayoría del Dorado Príncipe iban a dar comienzo.
El joven príncipe estaba exuberante y ansioso, pero había notado que Annael estaba un poco meditabundo. El hecho solo confirmado por el continuado silencio de su amigo.
Un gran sonido de chapoteo se escuchó seguido de líquido esparcido hacia todos lados, Annael empezó a chisporrotear debido al agua salpicada a su cara y boca.
"¡Legolas!" Un rugido. Después una divertida risita de un joven principito que apresuradamente se retiraba al otro extremo de los baños. Legolas miró sonrientemente al molesto rostro de su amigo. Sintiendo que ya había pasado el peligro inmediato, el joven arquero empezó a acercarse cautelosamente. Más al llegar ante Annael vio que éste le saludaba con una leve sonrisa, todo signo de molestia borrado de su rostro. Legolas frunció el ceño, preocupado.
"Nael, cuéntame que es lo que te sucede. Y no me digas que es el cuarto lugar en la competencia."
"¿Cuarto lugar?" Repitió Annael, para luego sacudir su cabeza levemente.
"¿Es mi Ada¿Te preguntó sobre tu comisión de la víspera?" Curioso y levemente intranquilo, el principito miró atentamente a su mejor amigo.
"Tampoco es eso, Las. Y no le dije que pasaste buena parte de la noche con el capitán de Lorien. Y menos aún de que forma lo pasaste." Al notar el leve rubor en el rostro de su amigo, y no debido a la calidez de las aguas, Annael sonrió abiertamente. "Es más, aún no he hablado con el rey, y estoy tratando de hacerme escaso en su presencia. ¿Asumo que Haldir piensa que vas a pasar la noche de tu Nautha Edinor con él?" Preguntó arqueando una ceja.
"Me temo que sí. Pero en ningún momento lo he afirmado o negado." Legolas se acomodó en el asiento de los baños, recostando su espalda contra la pared de mármol, dejando que el agua relaje sus miembros. Cerrando los ojos y concertándose en el sonido del agua vertiéndose del cántaro en la pared, Legolas cuestionó seriamente a su amigo. "Entonces cuéntame que es lo que pesa en tu mente, melethron."
Annael se sorprendió levemente ante el apelativo. Aunque su relación estaba aún no consumada, ellos eran amantes en todas las otras formas del arte del amor, porque habían tocado y explorado el cuerpo del otro en más esenciales maneras que otros amantes podían declarar. Más ser llamado 'amante' por su amigo era algo tan íntimo que el joven guerrero se sintió más cerca a su amigo y príncipe que nunca antes. Quedamente se acercó más a Legolas, sentándose a su lado pasando uno de sus brazos por la cintura del joven arquero, abrazándolo, y con un aliviado suspiro descansó su rubia cabeza en un blanco hombro. "Tuve una discusión hace dos días con Saelbeth y Silinde. Y desde entonces no he dirigido la palabra a uno ni al otro"
Legolas se tensó levemente, pero de otro modo no mostró más reacción, solo su voz calmada, sosegadora. "Es por eso que no asististe al baile hace dos noches." No era una pregunta. "¿Por qué no me lo contaste, Nael¿Qué hicieron ellos para perturbarte?"
Volviendo a suspirar, Annael roza un ligero beso contra el cuello de su amigo. "Realmente no fue una discusión. Solo reaccioné mal sobre un comentario que hicieron."
"¿Acerca?"
"Acerca de ti, mi príncipe. Acerca de tu compañero en la noche de tu mayoría."
Esta vez fue Legolas quien suspiró, inclinando su dorada cabeza para colocar un gentil beso en los labios de su amigo. "¿Les dijiste?" Preguntó el príncipe sin contrariedad, sin especulaciones.
"No. No lo creía conveniente. Solo tome ofensa sobre como formularon sus preguntas."
"Hablaré con ellos."
El joven guerrero atrajo la cabeza de su príncipe hacia él, y lo miró fijamente a los ojos. "No es necesario, ya que fui yo quien exageró su reacción. Yo hablaré con ellos, y todo volverá a ser como antes."
Rozando nuevamente sus labios con los de su mejor amigo, Legolas miró por unos pocos momentos más dentro de los ojos del otro elfo. Viendo que no había más dudas allí, asintió levemente con la cabeza, para luego recostar una mejilla sobre los húmedos cabellos de Annael "Eres un buen amigo."
"Trato mi mejor." Relajándose en el abrazo de Legolas, el joven elfo volvió a sumirse en sus meditaciones. Soy egoísta, Las. Mis motivaciones no fueron enteramente puras. pensó melancólicamente.
Como si sintiendo los sombríos pensamientos de su amigo, Legolas levantó sus brazos y atrajo el cuerpo de su amigo más hacia el suyo, depositando un animoso beso sobre la rubia cabeza.
Varios momentos de silencio pasaron antes de que uno de ellos rompiera el silencio.
Levantando su cabeza de su húmeda almohada y con una traviesa sonrisa en sus labios, Legolas trató de sonar indiferente. "¿Sabías que Glorfindel besa mejor que tú?"
"¡Que!" La respuesta fue inmediata. Annael estaba fuera de los brazos de su amigo en un instante. "¿Has besado a Glorfindel?" Incredulidad escrita totalmente sobre la cara del joven elfo.
"Sí. Una que otra vez." Respondió desinteresadamente Legolas. "¿Qué tiene de extraño? Él estará con nosotros cuando vayamos a un lecho más tarde esta noche."
"Sí... pero... pero... yo..." Sin poder articular una entera frase, Annael agitó los brazos en forma de explicación.
El Dorado Príncipe rió alegremente ante el aturdimiento de su amigo, de pronto se alzó a sus pies. "Pienso que nos hemos entretenido mucho aquí. La tarde envejece y tengo mucho por hacer aún con tu ayuda."
Empezando a vadear su camino hacia unas pequeñas escaleras construidas del mismo material de casi todo lo demás, Legolas sale fuera de las cálidas aguas, dejando en plena vista su húmedo cuerpo. Con elegante gracia hace su camino hacia uno de los gabinetes en el cuarto, el exceso de agua goteando de su marfileo cuerpo en pequeños chorritos deslizándose por sinuosas curvas y definidos músculos. Su dorado cabello, húmedo, adhiriéndose a la delicada piel de su espalda, y el firme y bien redondeado abultamiento de sus nalgas balanceándose lánguidamente con cada paso que daba sobre bien torneadas piernas y graciosos pies.
Esto y más vio Annael, quien por un momento olvidó todo sus preocupaciones, y observó en embeleso el desnudo y empapado cuerpo de su príncipe. No era la primera vez que veía a Legolas completamente desnudo y totalmente mojado, pero la realización de lo que pasaría mucho más tarde esa noche, lo hizo mirar a su amigo de distinta manera y en mucho más interés.
Sintiendo la mirada fija de su amigo sobre él, Legolas giró lentamente, lanzándole un guiño a Annael antes de cubrir su expuesto cuerpo con una toalla. "Sal ya del agua, Nael. Que ahora es mi turno de mirar mi llenura."
Obedeciendo la orden de su príncipe saliendo del agua, Annael hizo su camino hacia donde su amigo se paraba, lentamente, consciente de los ojos que lo observaban detenidamente. Esta noche va a ser inolvidable, en verdad pensó, antes de que Legolas le alcanzara una toalla, y exigiera sus labios en un ardoroso beso.
TBC
Notas
2500, Coire – 1 de Febrero
Melethron – Amante.
30 y 40 años – Alrededor de 11 a 15 años en términos humanos.
