Capítulo II:
La Banda de los 1000 Millones
Un día y medio antes de producirse "La Gran Kahuna", se mantenía una reunión de alto nivel en el Cuartel General de la Marina. Muchos barcos habían atracado en el puerto, y la actividad de los marines con respecto a la seguridad se había incrementado considerablemente. Los mas altos cargos se habían juntado para formar un gabinete de crisis. Eso estaba ocurriendo en los despachos del edificio de Inteligencia. En una alargada mesa de caoba fina estaban sentados una docena de altos cargos de la Marina con semblante preocupado. Todos guardaban silencio, y miraban un par de sillas vacías que había a ambos lados de la mesa. Al parecer estaban esperando a alguien. Pero no se aburrían, ya que tenían algo interesante para leer. Todos tenían delante suyo y al lado del café humeante que les habían servido (y que estaba exquisito gracias a que estaba hecho con una leche de vaca de primera calidad) un informe, el cual tenia adjunto unos carteles de Se Busca de ocho piratas pertenecientes a la misma banda.
-¡Es terrible! ¡La situación es mucho mas preocupante de lo que nos habíamos imaginado!- se lamento un oficial de poblado mostacho rubio. A su lado, un viejo capitán de mirada perdida asentía vehementemente con la cabeza a las palabras de su compañero.-¡La velocidad con la que ha crecido esta amenaza es alarmante! ¡Las señales de que esto era posible estaban bien claras, según este informe! ¿Cómo es, pues, que no se ha hecho nada hasta el momento?
-No hemos sabido valorar el peligro real de esta nueva amenaza, es verdad- admitió un hombre con exageradas patillas, reluciente calva decorada con un peinado a lo afro y gafas de sol que estaba en el lado opuesto de la mesa respecto al hombre del gran bigote rubio- Sin embargo, he de decir en defensa del Servicio de Inteligencia de la Marina, que esto no ha sido una negligencia total por nuestra parte.
-¿Ah, no?- protesto airado el oficial, meneando su bigote con presteza y dando un puñetazo sobre la mesa que hizo que se volcara su taza de café- ¿Como puede tener la desfachatez de decir eso? ¡Maldita sea!
-Coronel Munbar- dijo en tono sereno el hombre de las gafas de sol- simplemente digo que donde no erramos fue en calcular la peligrosidad del enemigo, pues la rapidez con la que aumento el precio de su cabeza era un caso excepcional y debía ser un serio aviso... Donde fallamos, y esto lo admito, fue en calcular sus intenciones y su peligrosidad hacia el Gobierno. No esperábamos que reaccionasen así.
-¿Cómo que no, Brandnew?- insistió Munbar- ¡Pero si se trata de un miserable pirata!
-Sí...-admitió Brandnew- pero se trata de un pirata que hasta ahora solo había luchado contra otros piratas. Incluso en su acción mas destacada hasta la fecha, teníamos que admitir que nos había hecho un favor. Ahora por fin ha atacado con furia un organismo clave del Gobierno del Mundo... Y aun debemos sentirnos afortunados, pues al tratarse de una agencia secreta para el gran publico, nos ha sido fácil ocultarlo al pueblo...
-¡Habla como si el hecho de perder a los mejores asesinos del Gobierno sea algo que debamos celebrar!- vocifero el coronel, provocando que su rubio mostacho diese vueltas sobre si mismo bajo su nariz.
-Yo no he dicho eso- le corrigió Brandnew, subiéndose con la punta de los dedos sus oscuras gafas- Además, creo que lo importante es lo que decidan los "5 Sabios" sobre este asunto y no lo que usted y yo podamos discutir aquí...
-¡Por supuesto!- coincidió por primera vez el coronel Munbar con su interlocutor- ¡Aunque si de mi dependiese les lanzaría encima toda la armada para acabar con ellos de una maldita vez!
-En realidad...- empezó a decir Brandnew, pero una gastada voz femenina que sonó detrás suyo, a la vez que se abrían las enormes puertas de roble de la sala le interrumpió.
-Lo que el Capitán de Corbeta quiere decir, es que este pirata necesita un trato especial y una estratagema de captura un poco menos simple, coronel...
-Así es, Vice-Almirante Tsuru- concedió Brandnew con una sonrisa de complicidad a la anciana vestida de oficial que se había sentado en la silla colocada en la cabecera de la mesa.
-Supongo que todos habéis leído los informes- dijo Tsuru en voz alta. Todos los presentes asintieron con la cabeza.- Las nuevas ordenes de búsqueda y captura se van a repartir por todo el mundo. En pocos días todo el mundo conocerá esas caras- sentencio señalando los papeles que cubrían la mesa. El hombre anciano sentado al lado de Munbar y que asentía ante todo lo que este decía la interrogo.
-¿Por que habéis venido sola? ¿Y Sengoku?
-El General se ha quedado en Tierra Santa con los "5 Sabios" para discutir unos asuntos- explico Tsuru- Yo he venido a comunicarles la decisión que han tomado sobre la cuestión que estaban discutiendo ustedes. Pero antes de hacerlo, me gustaría esperar a unas personas que deben...
Una fuerte explosión sonó encima de sus cabezas, abriendo un gran agujero en el techo. De entre el humo y los escombros salieron dos figuras (una estilizada y alta y la otra bastante pequeña) que se posaron sobre la mesa entre todo el estruendo, derramando tazas de café y haciendo que mas de un oficial se cayese de la silla donde estaba cómodamente sentado. Entre la sorpresa y el miedo inicial, la voz de Tsuru se oyó por encima de los quejidos y la tos de la gente.
-...de estar al caer...
-¡Buenas tardes, doña Tsuru! ¿Cómo esta usted? –saludo juguetonamente la figura mas alta- ¡Hemos venido tan rápido como hemos podido!
-...- dijo la otra figura.
El humo se fue despejando y revelo la identidad de las dos figuras que habían entrado de forma tan estruendosa en la sala. Uno era un joven de cabello castaño que iba vestido como un autentico cowboy del Oeste. Vestía un conjunto tejano, que parecía estar recubierto por entero por media docena de banderolas con sus respectivos revólveres y rematado en un par de botas de cuero que le venían sobradamente grandes. Llevaba además sus iniciales (K.J.) bordadas en un chaleco de piel de Dientes de Sable y en el sombrero blanco que lucia. Su nombre era...
-¡Kid James, "El Pistolero"! ¡Uno de los "10 Cazarecompensas"!
La figura mas pequeña correspondía a una chica de edad indeterminada, quizás entre los 14 y los 16 años, de cabellos cortos y grises adornados con una cofia negra de encajes blancos a juego con el resto de su ropa, repleta de enrevesadas puntillas. Llevaba un delantal del que sobresalía un gran cuchillo de cocina. Su rostro era inexpresivo y su mirada de ojos carmesí era turbia y sin vida. Se llamaba Yinda "La Silenciosa" y era, al igual que Kid, uno de los "10 Cazarecompensas". Yinda dirigió una mirada fría como el hielo a los hombres que la miraban y dijo:
-...- (Bueno, vale, no es que dijera nada realmente). Tsuru les miro a los dos con expresión cansada y suspiro.
-¿Siempre tenéis que hacer entradas tan teatrales?
-...- terció Yinda.
-¡Hey, ya nos conoces, Tsuru!-contesto Kid- Bueno, ¿Para qué querías vernos exactamente?
Tsuru les lanzo a los dos una copia del informe que estaban leyendo los oficiales antes, junto a las ordenes de busca y captura. Al ver las cifras de los ocho piratas, Kid trago saliva y dijo con un silbido:
-¡Vaya, vaya! ¡Menudas piezas más apetecibles! ¿Verdad, Yinda?
-...- replico ella sin cambiar ni un ápice la expresión de su rostro.
-Pero... ¿Qué han hecho estos pájaros para que aumente tan rápido y tan deprisa su recompensa?
El Coronel Munbar, Brandnew y otros oficiales intercambiaron miradas recelosas. No sabían bien si confiar información tan valiosa a unos tipos como aquellos, a pesar de tratarse de uno de los "Tres Grandes Poderes".
-Eso no es asunto vuestro- contesto finalmente Tsuru en un tono que no dejaba lugar para mas preguntas indiscretas- Lo que sí debéis saber es que el Gobierno ofrece la exclusividad de su captura a vuestro grupo. Mejor dicho, os ordena que los capturéis. Si lo conseguís, todos recibiréis un extra, sin importar que acaben vivos o muertos. Es una oferta que no repetiremos, ¿Aceptáis o no?
-...- dijo Yinda.
-¡Si no tienes que decir nada no lo digas, que con tus "..." no vamos a ninguna parte!- grito Kid dándole un capón en la cabeza. La chica no cambió su expresión de la cara, salvo por una lagrimita de dolor que le recorrió la mejilla. Kid se dirigió entonces a la Vice-Almirante Tsuru.- Por supuesto que aceptamos. No hacía falta ni que nos lo ordenarais. Con un premio así no nos íbamos a poder resistir. Avisare enseguida al "Luchador", "La Kunoichi" y a "La Bruja"... "El Deportista" no se donde esta, aunque da lo mismo, siempre ha sido un inútil que va su bola y no serviría de nada... Y, por supuesto, a los "Cuatro Grandes": "Arma Oculta", "El Monje", "Gran Espada" y... "El Inmortal"...
Un escalofrió recorrió a todos los presentes al escuchar ese ultimo nombre. Incluso Tsuru no pudo mas que asentir con la cabeza mientras se movía incomoda en su asiento.
-Bien- claudico la anciana- Podéis partir. El resto podéis regresar a vuestros asuntos.
Kid y Yinda desaparecieron al instante y los oficiales de la marina se fueron yendo uno tras otro. Finalmente solo quedo Tsuru en la sala. Con paso cansado se dirigió a un escritorio situado junto a una amplia ventana que daba a una vista preciosa del mar. Abrió un cajón del escritorio y saco un caracolofono. Se aclaro la voz y hablo a través de él.
-Soy yo. Los "10 Cazarecompensas" han aceptado. Ya sabes lo que debes hacer- dijo en un susurro y acto seguido colgó. Miro mas allá del ventanal y contemplo el vasto océano- La operación secreta "Cambio de Era" ha comenzado...
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5 días y medio después de la reunión del gabinete de crisis en el Cuartel General de la Marina, es decir, 4 días después del incidente de la "Gran Kahuna" y la pelea con Hornet Freestyler, el barco de la banda del "Sombrero de Paja" navegaba placidamente rumbo a Rinascita.
-¡Oye, Usopp!- vocifero Luffy desde la cubierta del barco- ¿Aun no ves la "Isla del Arte"?
-No, aun no- dijo Usopp quien estaba en lo alto del mástil, en el puesto de vigía, con el ojo puesto en su destartalado catalejo- Pero el numero de gaviotas no para de aumentar, por lo que debemos estar ya muy cerca.
-Y además se nota que hemos entrado en una zona de clima primaveral- añadió Nami, que salía de su camarote llevando unos mapas plegados bajo el brazo- Seguramente estamos al llegar.
-¡Jo, tío! ¡Yo quiero llegar ya, tío!- protesto Luffy cruzando los brazos y sentándose en la barandilla de babor.
-¡Y yo tío, y yo!- exclamo Chopper imitando a Luffy y sentándose junto a él.
-Sí, tíos- dijo Franky añadiéndose al grupo- A ver si esa tía se da prisa y llegamos cuanto antes, tío...
-Sí, tío...- asintió Luffy.
-Ya te digo, tío- corroboro Chopper.
-El hermano de mi padre es mi tío, tío...- tercio Franky.
Nami se acerco por detrás y les golpeo a los tres en la cabeza con su arma, el "Ataque Climático", echándoles por la borda al mar.
-¡Ya esta bien con la tontería de imitar al tío raro ese!- grito enfadada.
-¡Socorro, que no se nadar!- chillo Luffy desde el agua- ¡Chopper, ayúdame!
-¡Yo tampoco puedo, Luffy!- grito desesperado el pequeño reno de nariz azul.
-¡Maldición! ¡Yo tampoco!- dijo Franky abriéndose la tapa del estomago, la cual estaba vacía- ¡Me he quedado sin baterías!
-Sanji, anda bonito, rescata a esos tres palurdos, ¿Quieres?- le pidió Nami al rubio cocinero en un tono cansado.
-¡Claro que sí, mi amada Nami! ¡Por ti haría lo que fuera! ¡Hasta echarle pescado al Curry!- suspiro con el ojo en forma de corazón y con voz extasiada. Luego, cambiando su expresión por una cara de profundo asco se dirigió a los tres ahogados- Hay que ver, ese espadachín de tres al cuarto puede rescatar a Robin y a mi me toca rescatar a estos idiotas... ¡No hay justicia en el universo!
Dicho esto, Sanji se tiro al mar. Mientras, y observando la escena, Robin se había acercado a Zoro, quien estaba entrenando en la popa, blandiendo con saña una ristra de pesas de más de cien kilogramos cada una, como si fuesen una simple espada de madera..
-Por cierto- dijo dirigiéndose al espadachín en un tono muy delicado- Todavía no te he agradecido como es debido que el otro día me rescatases.
Zoro la miro con suspicacia, como preguntándose "¿Qué querrá esta ahora?". Sin interrumpir su entrenamiento le contesto indiferentemente, de forma seca y sin mirarle a la cara.
-No fue nada importante, olvídalo.
-No, sí que lo fue- insistió Robin con una sonrisa- Quisiera agradecerte que siempre estés cuidando de mi.
-¿Yo cuidando de ti?- pregunto confuso Zoro dejando lo que estaba haciendo y mirándola directamente a los ojos- Pché... ¿Desde cuando?
-Bueno, la Navegante me explico que en Skypiea te mostraste muy atento conmigo cuando Ener me ataco- explico Robin.
Zoro se extraño por un segundo, pero entonces recordó la batalla en la que Ener hirió con su poder del rayo a Robin. Este la cogió para evitar que se cayera al suelo y se encaro furioso con el Dios de la Isla del Cielo. "Es una mujer" le recrimino antes de lanzarse furioso al ataque contra él, en un ataque de ira mas propio de Sanji que del practicante del "Santoryu".
-¡Bah! ¡Tonterías!- replico Zoro avergonzado- ¡Nami exagera mucho! ¡Yo solo quería tumbar a ese desgraciado, nada más!
Robin sonrió ante las palabras de Zoro, como si leyera su mente. Pero entonces, sin previo aviso, se llevo una mano a la cabeza, como si de repente le doliera. Parecía a punto de desmayarse y, perdiendo el equilibrio, cayo hacia atrás. Como un acto reflejo el espadachín se movió y la sujeto entre sus brazos para evitar que cayera al suelo.
-¡EH! ¿Estas bien?- grito preocupado. Su cara se quedo de piedra al ver que Robin le devolvía la mirada con una sonrisa maliciosa que cruzaba su totalmente saludable rostro. Volviéndose a incorporar, la arqueóloga se alejo de Zoro, que se había quedado paralizado. La mujer se volvió hacia él.
-¿Ves como si cuidas de mi? Eres mas caballeroso de lo que quieres aparentar.
Zoro apretó los dientes furioso y sujeto sus tres espadas con fuerza, como reprimiéndose para no desenvainarlas, mirando como Robin se alejaba. Estaba a punto de soltar una retahíla impresionante de insultos y blasfemias cuando le interrumpió el jubiloso grito de Usopp:
-¡Tierra a la vista...! ¡Ya divisó Rinascita!
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Un montón de edificios de distintas épocas pero de indiscutible valor arquitectónico ocupaban todo el espacio visual de los forasteros que llegaban a "La Isla del Arte". Iglesias de piedra de cientos de años de antigüedad con cúpulas enormes y campanarios altísimos desde los que revoloteaban grandes bandadas de palomas; Teatros y templos construidos en ancestral madera de una factura exquisita y edificios con preciosos ventanales y vidrieras epataban a los turistas, los cuales a ratos no sabían a donde mirar de tanta belleza que se alzaba ante ellos. Las calles estaban adornadas con árboles que se alzaban hacia el cielo majestuosamente, cuidados por los mas expertos jardineros, y al lado de cada uno de ellos se encontraba una estatua de bronce perfectamente esculpida, todas ellas diferentes dedicadas a nobles, autores de renombre y marines famosos. Por la calle y además de un montón de viajeros con pinta de pasárselo en grande, había un buen puñado de artistas callejeros que distraían a los viandantes: Actores que interpretaban un monologo dramático; Pintores que plasmaban con variopintos estilos, desde el realismo al abstracto, a las gentes de la calle; Músicos que amenizaban el paseo de los transeúntes, etc. Todo ello rodeado de un ambiente de fiesta continuo.
-¡Que pasada de ciudad!- grito Luffy una vez hubo desembarcado en el puerto de Cittàbella, una hora después de haber amarrado el barco.
-¿Por qué hemos tardado tanto en desembarcar?- protesto Franky echándole un vistazo a su reloj- ¡Nos morimos de ganas de explorar esta isla!
-Ah, no seas pesado...- le recrimino Nami. Ella y Robin se habían vestido con un par de trajes muy elegantes: La peli-mandarina lucía un vaporoso conjunto sin mangas de color crema con un escote rectangular, mientras que la arqueóloga dejaba que un aterciopelado atuendo oscuro cubriera su curvilínea figura.- Para una vez que estamos en una ciudad tan glamorosa no vamos a dar el cante vistiendo como unas cualquiera.
-¡Oooh, Nami, Robin, estáis absolutamente arrebatadoras!- exclamo Sanji al borde de una muerte por pura felicidad- ¡Jamás creí que seria tan afortunado de contemplar tanta hermosura!
-Si que tardan las mujeres en vestirse- se quejo Luffy- Os recuerdo que no hemos venido aquí a pasar el rato...
-¿Ah no?- lo miro muy extrañado Chopper, impactado por la repentina seriedad de su amigo.
-Pues claro... ¡Hemos venido a encontrar a alguien que nos cante canciones piratas!- chillo entusiasmado con el puño alzado al aire. Usopp, Chopper y Franky le imitaron alzando ellos también el brazo.
-¡Esoooooo!- gritaron locos de alegría.
-Bueeeno... A ver, ¿Qué podríamos visitar primero? –dijo Nami ignorándolos por completo y desplegando un mapa que acababa de comprar.
-Dicen que este templo esta muy bien- señalo Robin en el mapa- según esta guía turística tiene siete siglos de antigüedad...
-¡Bah, eso es un rollo!- refunfuño Luffy sacando la lengua- ¿Por qué no vamos cada uno por nuestra cuenta y quedamos luego en un sitio?
-¡No, de eso nada!- ordeno Nami- ¡Que siempre que tú te vas solo por ahí acaba pasando algo!
-¡Vale, pues quedamos así!- sentencio Luffy echando a correr- ¡Yo me voy a buscar un bardo!
-¡Pero escúchame cuando te hablo, cacho burro!- grito histérica Nami viendo como el muchacho de goma se alejaba dando zancadas.
-Déjalo, ya sabes como es.- la tranquilizo Zoro- Nosotros mejor vamos por aquí, sin él estaremos más tranquilos.
-Tienes razón...- admitió Nami- ¡Venga, metamonos en esa galería de arte!
Los siete entraron en una amplia sala con aspecto de museo llena de cuadros y otras obras de arte, con un suave hilo musical de fondo y que olía a gladiolos. Pero, a diferencia de un museo, todas las piezas exhibidas tenían colocadas un precio debajo.
-¡Fíjate!- dijo en voz alta Franky señalando un cuadro todo rojo, asustando a un par de observadores que se fueron de allí- ¡Esta birria cuesta 2 millones de berris!
-Hombre, a mi me gusta- musito Chopper, quien observo como una pareja le observaba por el rabillo del ojo. Al volverse para mirarlos, la pareja se esfumo rápidamente, dejando al medico-reno pasmado.
-¡Ay va, si es un Macariondt!- exclamo Nami señalando un lienzo que mostraba un pequeño pueblo de montaña en medio de un paisaje nevado.
-La técnica es preciosa- opino Robin con voz de entendida- Sin duda se trata de una pintura excelente.
-¡Fíjate en el precio!- señalo Nami- ¡Solo medio millón! ¡Esto lo compramos ahora y cuando muera el autor podemos revenderlo por el triple de su valor! $$
-Veo que eres toda una amante del arte, ¿Eh?- comento Zoro en tono sarcástico a sus espaldas.
-J-jo, jo, jo... ¿L-les interesa alguna cosa?- dijo un hombre bajito, con gafas y con pintas de ser el dueño del local, que se les acerco sudando con una mezcla de aire alegre y terror.
-Hmm... No, solo estamos mirando- contesto Nami extrañada ante la actitud de aquel hombre.
-¿Os habéis fijado?- pregunto Sanji al salir de la galería- Al poco de entrar nosotros la gente que estaba mirando los cuadros ha empezado a salir de la galería como alma que lleva el diablo...
-¡Sí!- corroboro Chopper- ¡Y nos miraban de una forma muy rara!
-Vamos, vamos, no seáis paranoicos...- les calmo Usopp- Eso son imaginaciones vuestras. ¡Venga, vamos a tomar algo!- les animo dirigiéndose a un restaurante del que salía un buen olor y muchas voces animadas. En el cartel sobre la puerta ponía "La Sartén Ardiente".
-Por mucho que el reno ocupe poco espacio, no creo que aquí halla sitio para nosotros siete- aventuro Sanji.
-¡Que va, ya veras como sí!- afirmo Usopp de forma optimista abriendo las puertas del restaurante, que estaba bastante lleno- ¡Eh, jefe! ¿Tiene mesa para...?
Al segundo siguiente todos los clientes que estaban charlando tan tranquilamente, amen de los camareros, se habían evaporado, huyendo a toda prisa del restaurante. Una bandeja paso por delante suyo como si fuese un matojo seco de algún Western.
-¿... siete?- concluyo Usopp alucinado y atónito ante el extraño suceso.
-Vale, definitivamente aquí pasa algo raro- reconoció Zoro. Escudriñando el restaurante con la mirada, descubrió al dueño escondido tras la barra. Apuntándolo con una espada se dirigió a él.-¡Tú, barman!- este se quedo paralizado en el acto- ¿Se puede saber por qué todo el mundo nos rehuye como si tuviéramos la peste?
-Pu-pu-pues...- contesto tartamudeando el propietario del vacío establecimiento- N-no se, supongo que por su... su... "reputación".
-¿Cuál? ¿La mía?- pregunto extrañado Zoro. El barman se le quedo mirando, buscando las palabras adecuadas.
-B-bueno, sí, la suya también, pero... La de todos ustedes, en general...
-¿Qué quiere decir con eso?- pregunto esta vez Nami muy intrigada. El barman giro lentamente la cabeza hacia la derecha y señalo a una pared llena de carteles de "Se Busca", entre los que destacaba nítidamente uno muy grande con los rostros de ocho piratas. La sorpresa de Nami y los demás fue mayúscula.
-¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ...?
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-Oye, ¿Te gustaría ser bardo en un barco pirata?- le pregunto Luffy a un músico ambulante que tocaba una trompeta en una plaza muy concurrida.
-¿Eh?¡No, no, gracias...!- respondió asustado y escapando a toda prisa. El Sombrero de Paja suspiro disgustado. Era ya el quinto músico que intentaba enrolar y el quinto que le decía que no.
-Jo, a ver si va a ser verdad lo que decía Nami y nadie quiere ser ya Bardo Pirata- se lamento tristemente, echando a andar cabizbajo con las manos metidas en los bolsillos. Tan distraído iba que choco contra un transeúnte, cayendo ambos al suelo.
-¡Ay!¡Lo siento, disculpe!- se excuso la persona con la que había tropezado. Luffy la miro: era una niña de unos 12 años, de cabello rosa alborotado que le caía por toda la cara medio ocultándole los ojos, almendrados y de color verde. Tenía los mofletes sonrojados, media menos de metro y medio y vestía un curioso traje azul abierto con una corchera roja bordada en el pecho, unas medias a rayas blancas y negras y unos zapatos muy desgastados. A modo de abrigo llevaba un llamativo chubasquero del mismo color que su pelo, en el cual destacaba un mechón muy largo recogido con una filigrana roja.
-No te tienes que disculpar, he sido yo quien he chocado contigo- dijo Luffy poniéndose de pie y dándole la mano para que se levantara. De repente, y teniendo una idea, le pregunto.- Oye, ¿tú eres de por aquí?
-¿Eh? Bueno, no, pero llevo dos años viviendo en Rinascita- contesto sorprendida la chica- ¿Por qué lo pregunta?
-¿Me podrías llevar a un lugar donde se reúna gente de mal vivir? Ya sabes, tipos pendencieros, borrachuzos y peleones...- le pidió Luffy.
-¿Cómo una taberna?
-¡Sí eso mismo!- exclamo entusiasmado Luffy. La chica se quedo pensativa un rato.
-Hmmm... De ese tipo de lugar, solo conozco "El Pico del Cuervo"- explico a Luffy.
-¡Estupendo! ¡Llévame para allá!- dijo agarrandola por la mano y echando a correr.
-¡Waaaa!¡Espera...!- grito la chica, pero Luffy no le hacía caso. Solo le escuchaba cuando le indicaba que girara en una dirección o tomara tal calle. Tras unos minutos de correr de arriba para abajo, Luffy paro ante un local cochambroso con un cartel que ponía "El Pico del Cuervo", en el que había dibujado un ave de color azabache y aspecto peligroso, con el pico muy abierto del cual le caía un trozo de queso.
-Debe ser aquí.- Afirmo Luffy- ¡Muchas gracias por tu ayuda...! Estooo...
-Lala- dijo la chica- Me llamo Lala.
-¡Lala! Bien, yo me llamo Luffy. ¡Encantado!- le dijo el chico de goma con una amplia sonrisa.
-¿Luffy?- pregunto extrañada Lala- ¿Donde he oído yo ese nombre?
El joven capitán pirata entro en la taberna en la que habían unos cuantos clientes bebiendo ron barato, jugando a las cartas y fumando unos malolientes puros. El tabernero, un tipo gordo y calvo, que tenia un loro verde en el hombro izquierdo, no se dirigió a Luffy si no a Lala, que sin darse cuenta había entrado siguiendo al muchacho.
-¡Eh, Lala!- le chillo con mala uva- ¡Te dije que no quería verte mas por aquí!
-¡Arr! ¡Por aquí!- repitió el loro con voz aguda mientras mordisqueaba una galleta- ¡La nueva era! ¡Arr!
-L-lo siento señor...- se disculpo Lala- Yo solo... Le estaba indicando a este chico como llegar aquí.
-¡Pues ya que lo has hecho, lárgate de aquí!- vocifero el tabernero.
-¡Lárgate de aquí!- coreó el loro de un graznido- ¡Arr! ¿Ha visto a Barbanegra?
-¿Qué pasa?- le pregunto Luffy a Lala- ¿Has hecho algo malo?
-¡No!- se defendió la chica- Yo solo... cante unas canciones...
-Una sarta de tonterías- dijo molesto uno de los clientes que jugaba a cartas- Tus canciones son apestosas... Aunque claro, cuando la cantante es apestosa, es normal que las canciones también lo sean...
El resto de los clientes se rió del comentario. Lala tenía la mirada fija en el suelo de madera podrida de la sucia taberna y se contenía las lagrimas apretando los dientes y los nudillos. "¿Qué se han creído?" pensaba. Le hubiera gustado gritar "¿Qué mis canciones son apestosas? Son las que me enseño mi mamá y son las canciones mas bonitas del mundo" pero tenía demasiado miedo como para enfrentarse a unos hombres tan grandes y feos como aquellos.
-Oye, ¿Tú eres cantante?- le pregunto Luffy agachándose y poniéndose cara a cara con ella.
-¿Eh?- se sorprendió Lala- S-sí, algo así... Cantante ambulante.
-¿Me podrías cantar algo?- le pidió Luffy con una sonrisa- ¡Te pagare, naturalmente!
-¡Eh!- le espeto el tabernero- ¡Aquí no queremos que cante!
-¡Que cante, que cante!- repito el loro, dando la equivocada sensación de que él sí quería que cantase.-¿Quién dices que es un narizotas? ¡Arr!
-¡Mira!- dijo Luffy sacándose unas piezas de oro del bolsillo- ¡Te doy 5.000 berris si la dejas cantar!- el tabernero se quedo asombrado, pero cogió las monedas con avidez y no emitió ninguna protesta más..
-Esta bien, que cante... ¡Pero solo una canción!
-¡Arr, solo una canción!- repitió el loro, agitando con presteza sus alas e intentando desenroscar con el pico una botella de licor- ¡Dragón! ¡Arr!
Luffy se quedo mirando expectante a Lala, quien le devolvió la mirada un poco cohibida. ¿Por qué hacía eso este muchacho? A lo mejor le quería dar una oportunidad para demostrarles a todos aquellos rufianes que sí sabía cantar. Decidida a hacerlo mejor que nunca, Lala saco su instrumento, una pequeña arpa muy desgastada, con unas extrañas cuerdas doradas y empezó a tocar. Era una canción sobre una madre que criaba sola a su hija porque su marido había muerto en la guerra. La madre cantaba canciones a su pequeña antes de que ella se acostase. Su canción favorita era aquella que explicaba la leyenda de un valeroso guerrero que había acabado con un monstruo terrible con forma de reptil y garras doradas que quería devorar a una princesa y arrebatarle su reino. El horrible lagarto había hechizado a las gentes del reino para que lucharan entre si. Solo la princesa era inmune, por lo que tenía que matarla él mismo. Pero el héroe descubrió el punto débil del monstruo y acabo con él, deshaciendo el embrujo del villano y salvando así el reino de la princesa. La madre le explicaba a su hija que, como el héroe de la leyenda, cuando estuviese ante un problema en la vida, no podía rendirse a la primera y que debía intentar solucionarlo como fuera, pues lo importante era no rendirse jamás. La niña se dormía feliz, sabiendo que al día siguiente su mamá le cantaría otra canción...
Lala dejo de tocar el arpa y abrió los ojos, esperando la reacción de su publico. Todo el mundo se mostraba indiferente, como si no la hubieran estado escuchando realmente, lo cual la deprimió un poco. Pero entonces vio que Luffy estaba todo alegre y sonriente.
-¡Genial, es genial! ¡Cantas de maravilla!- le aseguro Luffy con los ojos llenos de chiribitas y la cara iluminada.
-¿En serio?- pregunto muy sorprendida y halagada Lala ante las palabras del chico.
-¡Y tan en serio! Oye, ¿Te gustaría ser Bardo en un barco pirata?- le pregunto todo emocionado.
-¿Eh? ¿Un barco pirata?- se sorprendió Lala- ¿Es qué eres un pirata?
-¡Sí!- le respondió él- ¡Me llamo Monkey D. Luffy, y seré el próximo...!- al chico de goma le interrumpió el ruido de una jarra de cristal cayendo al suelo y haciéndose añicos. Ante las palabras de Luffy toda la taberna enmudeció, quedando paralizada. Lala temía que empezaran a reírse de Luffy, pero vio que los rostros de todos, incluido el del loro del tabernero, reflejaban pánico y terror.
-M-Mo-Monkey D. Lu-Lu-Luffy...-tartamudeo tembloroso un cliente. Luffy los miro con cara de no comprender a que venía aquella reacción.
-Sí, yo soy Luffy. ¿Algún problema?
Inmediatamente todos los clientes del local salieron atropelladamente de allí, pasando unos encima de otros, incluido el tabernero, dejando solos a Luffy y a Lala.
-¿Por qué se habrán ido tan deprisa?- pregunto extrañado Luffy. Lala, lo miraba de forma asombrada y con la boca muy abierta.
-¿Tú eres el "Sombrero de Paja"? ¿De verdad?- le pregunto anonadada.
-Pues sí, así me llama la gente...- le contesto Luffy. Lala le cogió la mano y lo llevo hacía una pared del sucio local donde habían colgados un montón de carteles de Se Busca, entre los que destacaba un enorme póster con ocho retratos.
-¡Mira!- señalo Lala- Hace dos días que Cittàbella esta inundada de octavillas como estas... ¡La gente no habla de otra cosa! ¡No se como no te he reconocido hasta ahora!
Luffy miro el cartel y se vio a si mismo retratado junto con sus camaradas de tripulación. El póster lo encabezaba un gran titulo que ponía: "Banda del Sombrero de Paja" y por debajo estaban sus carteles de Se Busca con la recompensa en números bien visibles:
Monkey D. Luffy – 250 Millones de Berris.
Roronoa Zoro – 180 Millones de Berris.
Nico Robin – 158 Millones de Berris.
Franky – 140 Millones de Berris.
Sanji – 125 Millones de Berris.
Tony Tony Chopper – 70 Millones de Berris
Soge King – 42 Millones de Berris
Nami – 35 Millones de Berris
Total: 1000 Millones de Berris.
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En un restaurante al otro lado de la ciudad, bien lejos del "Pico de Cuervo" y diametralmente opuesto al rustico estilo de la mohosa taberna, siete personas se quedaban sin habla al ver ese cartel que les reflejaba a ellos mismos.
-¡S-somos nosotros!- grito Nami. Zoro se acerco orgulloso a admirar su cartel.
-¡Fíjate, han triplicado mi recompensa!
-Y a mi me la han duplicado- dijo Robin- Aunque lo que más me alegra es que al fin hayan cambiado la fotografía de cuando tenia 8 años, ya era hora...
-¡Eh! ¿Cómo es que el cabeza de alga y el tío de hojalata tienen recompensas mas altas que yo?- protesto Sanji.
-Eso es por que además de la fuerza bruta yo tengo otras habilidades, como por ejemplo construir barcos que machaquen a la Marina...- le explico Franky en un tono sobrado- ¿Qué puedes hacer tú? ¿Prepárales una sopa que les indigeste?
-¡A ti te han puesto más por que antes eras un chorizo y un criminal!- le recrimino Usopp.
-Pero que lastima Usopp- le comento Chopper a su amigo de larga nariz- Esta Soge King, pero tú no...- se lamento el reno.
-Euh, no te preocupes Chopper- le respondio Usopp disimulando- ¿No me ves en el retrato de Luffy, ahí en esa esquina? Eso es por que en realidad, los 250 millones... ¡Los ofrecen por mi!
-¿EN SERIO?- pregunto asombrado Chopper.
-¡Mentiroso!- le grito furiosa Nami- ¡Deja de inventarte trolas!
-Vamos, Nami, no te enfades con Usopp solo por que tú eres la que menos recompensa tiene...-intervino Zoro con una sonrisa sarcástica.
-¡Eso a mi me da igual!- contesto chillando Nami- ¿Pero no os dais cuenta que esto significa que ahora todo el mundo nos buscara?
-Tú lo has dicho- exclamo una voz a sus espaldas. Los siete miembros de la tripulación de Luffy se dieron la vuelta y contemplaron a una extravagante adolescente de 17 años que llevaba una bandana negra en la frente, con el pelo recogido en un larga trenza que le caía por la espalda. Vestía un Yukata de color blanco con estampado de pétalos de Sakura sin mangas, sujeto en la cintura por un Obi negro mas pequeño de lo normal e iba calzada con unas sandalias de paja. Estaba cargada de armas blancas de la cabeza a los pies: cuchillos, estrellas ninja, un Sai, unos Nunchakus y una espada algo mas corta que las que llevaba Zoro, con la base que separaba la hoja del mango cuadrada, llamada "Shinobigatana". También lucía una muñequera deportiva de color amarillo que no pegaba para nada con el resto del conjunto y de la cintura le colgaba un disc-man en el que sonaba música de lo mas puntera. Ejecutando una voltereta en el aire se coloco frente a los piratas y les planto cara en un tono firme y desafiante.
-¡Me llamo Makoto Hatsumi, alias "La Kunoichi"! ¡Soy miembro de los "10 Cazarecompensas" y he venido a por vosotros, miserables piratas! ¡Preparaos para luchar!
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Luffy se quedo con la boca bien abierta. Volvió a leer tres veces mas el póster para estar seguro de que había entendido bien. 1000 millones. Ofrecían de recompensa por su banda 1000 millones de Berris. Al chico de goma le temblaba todo el cuerpo.
-¿No lo sabias?- le pregunto Lala con cuidado- Ahora mismo eres el pirata mas famoso de estas aguas...
Luffy alzo los brazos al aire y se puso a gritar y brincar loco de alegría.
-¡Estupendoooooo! ¡Somos "la Banda de los 1000 Millones"! ¡Pero que pedazo de nombre más molón!
Aquel grito dejo de una pieza a Lala, sorprendida por la reacción del pirata. ¿Cómo podía estar tan contento con esa noticia? ¿Acaso no veía que a él y a sus compañeros se les iba a echar encima toda la Marina? ¿Y que podía haber hecho ese chico tan amable que disfrutaba con las canciones que cantaba ella para que su cabeza valiese tanto dinero?
-O-oye- le pregunto, tímida y un poco asustada- ¿Q-qué es lo que has hecho para valer tanto dinero?- Luffy la miro muy contento y con un extraño brillo en los ojos.
-El problema no es lo que he hecho, si no lo que haré...
-¿Lo que harás?
-Sí- aseguro Luffy- ¡Cumplir mi destino: convertirme en el Rey de los Piratas!
CONTINUARA
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Este Fanfic pretende interactuar en la manera de lo posible con el lector, así que si habéis leído detenidamente el capítulo y sois unos buenos y detallistas fans de One Piece, sabréis responder a estas preguntas:
1- ¿Por qué esta tan rica la leche que toman en el gabinete de crisis de la Marina?
2- Nombra a cuatro piratas de renombre (a parte de Luffy) que hayan estado en "El Pico del Cuervo".
Las respuestas a estas cuestiones taaaaan importantes (ironía mode ON) las tendréis en el apartado extra del capítulo 3, amen de unos cuantos bocetos de los personajes originales que están apareciendo en esta historia...
See you, Mugiwara Pirate!
