¡Hola otra vez! ¿Qué tal? Espero que bien y que estéis disfrutando del fin de semana jejejejejejeje

Voy a poner lo de siempre… estos personajes pertenecen a JK Rowling, a la Warner y a cualquiera que haya pagado los derechos (en fin… no se si se notará mucho pero yo no lo he hecho)

Me he enterado de que no se pueden responder los reviews en las historias (lo que no sé es el porque) así que responderé a los que tienen un reply y a los demás: Aquí tenéis el segundo capítulo espero que os siga gustando y si no pos… se aceptan críticas y todo eso ¿eh? ¡Muchas gracias por leer! ¡nos vemos!

Por cierto… nunca había tenido tantos reviews en un primer capítulo… espero seguir así jejejejejejejeje

Vale, no importa, tú puedes – se repetía una y otra vez durante el desayuno – puedes conseguirlo.

¿Qué es lo que puedes conseguir? – le preguntó un pelirrojo que se sentaba con descuido a su lado para comenzar a devorar su desayuno.

Nada, nada… una tontería – respondió mientras le daba un mordisco a su tostada.

¿Quieres que te ayudemos? – le preguntó otro chico moreno que se había sentado a su lado derecho

¿Eh? – intentó por todos los medios no sonrojarse – no, no hace falta – sonrió.

Muy bien, como quieras – se encogió de hombros - ¿qué hacemos hoy?

¿Qué os parece ir a Hogsmeade? – propuso Ron – hoy es sábado y seguro que podemos visitar alguna tienda… ¡sobre todo de Quidditch!

¡Estoy de acuerdo! ¿vienes Hermione? – preguntó Harry dedicándole una sonrisa.

¿Eh? – casi se atraganta con el zumo – no puedo. Tengo que hacer una cosa en la biblioteca – se disculpó.

¡Vamos! – el moreno le dio un pequeño empujón – visitaremos alguna librería. Por favooooorrrrrr – rogó como un niño pequeño.

Está bien. Iré pero a la tarde ¿vale? – no se podía negar.

¡Genial! Nosotros nos vamos ahora para poder ver las tiendas de Quidditch a divertirnos un rato y después cuando vengas te seguiremos a cualquier tienda que entres para aburrirnos un rato – ni que decir tiene que dicho comentario le valió al pelirrojo una patada por debajo de la mesa de parte de cierta chica castaña que acababa de desayunar.

Ron… - le amenazó su amiga.

Ya está bien, no os peleéis más – interrumpió bastante molesto Harry – No llegarás muy tarde ¿no?

Quedamos a las cuatro en las Tres Escobas ¿vale? – Hermione se levantó rápidamente de la mesa.

Está bien – ambos se despidieron de su amiga.

Genial… genial… genial… - repetía una y otra vez mientras apresuraba el paso camino a la biblioteca – Fantástico – siguió con ironía mientras buscaba la mesa más apartada del resto de la gente. Era muy fácil teniendo en cuenta que sólo se encontraban la señora Prince y unas cuantas arañas – Aquí estaré bien – se sentó en una de las esquinas más oscuras – Muy bien – sacó de su mochila un pergamino y una pluma – eh… - miró a su alrededor – será mejor que coja algunos libros por si a alguien se le ocurre pasearse por aquí – se levantó y comenzó a recoger algunos sin fijarse con detenimiento en el título - ¡vaya! Este libro de aritmancia no lo había leído – contenta lo añadió a su colección. Después de unos veinte minutos estaba totalmente rodeada de torres de libros – Veamos – volvió a sacar su pergamino y la pluma - ¿Por qué les habré hecho caso? – suspiró desesperada – En fin… haré una lista – trazó una línea vertical separando el pergamino en dos – Esta será la columna de Cho Chang y esta otra la de Ginny Weasly – garabateó los nombres sin mucho cuidado – que yo sepa son las dos únicas "citas" que ha tenido Harry – comenzó a divagar en voz alta – supongo que si pongo lo que les define él se fijará en mí ¿no? – se frotó las manos como cada vez que estaba nerviosa – Espero acordarme de cómo era Cho… ¡ah sí! Tenía el pelo largo – lo apuntó en el papel – y Ginny también. Mira tú por dónde una característica similar – escribió contenta – creo que yo también tengo el pelo bastante largo… ¡y tienen el pelo liso! – siguió garabateando mientras se cogía distraídamente un mechón de su cabello – ¡au! Tal vez tenga un problema con lo del pelo liso… - se frotó despacio la cabeza - ¡bah! Lo arreglaré con un poco de poción alisadora – pasó lentamente los dedos por su espesa cabellera deteniéndose bruscamente en un nudo - ¡ay! Vale, vale ¡un frasco entero! – sacó su mano del cabello – y qué más…

¿Señorita Granger? ¿está usted ahí? – la señora Prince se había acercado sigilosamente hasta la castaña y alargaba el cuello entre las montañas de libros.

¡Sí! – cubrió el pergamino en el que estaba escribiendo con un brazo mientras intentaba recuperar el aliento por el susto - ¿Ocurre algo?

Lo siento pero voy a cerrar la biblioteca pero no se preocupe – añadió al ver el rostro de la castaña – mañana volverá a estar abierta por la mañana – le sonrió.

Muy bien, deje que recoja todo – dobló cuidadosamente el pergamino guardándolo en la mochila.

No se preocupe por los libros yo los llevaré al lugar que les corresponde.

¿Seguro?

Sí, vaya al pueblo a disfrutar con sus amigos

Muy bien – salió de la biblioteca mientras dejaba a la bibliotecaria cargando con todos los libros que ella había amontonado para construirse su pequeño refugio – genial ¿y ahora qué hago? En la sala común no puedo seguir porque seguro que alguien me ve – caminaba lentamente por el pasillo.

¿Te han dejado sola? – la ironía de aquel comentario la acompañó durante unos segundos.

Genial – inspiró intentando controlar la rabia – no tengo tiempo para nuestro habitual intercambio de insultos Malfoy…

Vaya… acabas de fastidiarme el fin de semana – le contestó con todo el sarcasmo que pudo reunir.

Ve a darles un par de plátanos a esos primates que tienes de guardaespaldas – sin esperar respuesta corrió hasta su sala común – Dientes de león – pronunció delante del retrato que se abrió en ese mismo momento – Tendré que esperar hasta mañana… - susurró fastidiada.

¿No te habrás rendido verdad? – preguntó una pelirroja que estaba al borde de las escaleras.

Pues no – le respondió secamente.

¿Por qué te pusiste tan blanca cuando te dije lo que tenías que hacer? No creo que sea tan difícil… - comenzó a decir mientras se acercaba a ella.

¿Qué no es tan difícil? – puso los ojos en blanco – tal vez para ti no lo sea pero para mí sí que lo es… - puso rumbo a su habitación.

Pues la verdad es que no lo entiendo. Te dije una cosa sencilla para que no tuvieses que contar a todo el mundo ese vergonzoso secreto. – se encogió de hombros.

¿Ah sí? ¿de verdad crees que es fácil?

Más que lo que me han dicho a mí te puedo asegurar que sí – se puso blanca sólo con el recuerdo.

¿Y qué te han pedido a ti? – entrecerró los ojos.

¿Eh? Eso no se puede decir… ya lo sabes…

Si me lo dices tal vez pueda ayudarte… - bajaba los escalones despacio y de uno en uno mirándola fijamente a los ojos intentando practicar la legeremancia.

¡No! – mucha teoría pero poca, poquísima, practica no sirve para aprender un arte tan difícil – Tú tranquila ¿vale? Seguro que lo consigues hoy mismo – le sonrió y desapareció por la puerta.

¿Hoy mismo? – dio un profundo suspiro – Seguro que sí… llegaré a Hogsmeade y Harry me mirará y sin darme tiempo a reaccionar me cogerá de la muñeca para llevarme a dar una vuelta por ahí – abrió la puerta de la habitación y se dirigió a su baúl donde tenía el dinero – entonces, cuando el sol comience a caer me mirará a los ojos diciendo lo siento pero no puedo evitarlo… te amo y me besará con pasión – una sonrisa se dibujó en su cara – Será mejor que vuelva del mundo de los sueños… ¿cómo se va a fijar en mí teniendo una legión detrás de él? – completamente fastidiada cogió unas monedas y las metió en el bolsillo del pantalón – Bueno… comencemos con la primera fase.

Corrió todo lo que le dieron las piernas para llegar al pueblo antes de las cuatro que había quedado con sus amigos. En la entrada del pueblo se quedó estática mientras un montón pasaba a su lado dándole empujones.

Un momento… ¿dónde se compran esas cosas? – había caído en la cuenta de que no tenía ni la más mínima idea de dónde se compraban esas cosas… tanto tiempo con Harry y Ron visitando tiendas de Quidditch y librerías habían hecho estragos en su vida de chica – En fin… tal vez pueda preguntar – miró su reloj por enésima vez desde que salió del colegio – Bien, por lo menos sólo son las tres. Me dará tiempo a encontrarlo antes de que me...

¡Hermione! – vio una mano que se alzaba entre la multitud y se agitaba frenéticamente - ¡Hola! ¡estoy aquí! – Harry dio un salto para que le reconociese - ¡Has llegado pronto! ¡ven! – le sonreía entre salto y salto.

Encuentren… - terminó la frase fastidiada - ¡ya voy! – le gritó a su amigo haciendo que un par de señoras mayores la miraran raras; después de todo casi las grita al oído – Lo siento – las sonrió y ellas levantaron una ceja con desprecio – La próxima vez uso el hechizo sonorus… - mascullaba al hacerse paso entre tanta gente - ¿Qué es lo que pasa aquí? No sabía que podía llegar a haber tanta gente…

Es que hoy hay una especie de feria – le contestó una voz muy familiar detrás de ella.

Genial… - susurró ella - ¿ya os habéis divertido bastante o preferís esperar un rato más para acompañarme? – rogaba por eso último.

Verás – Harry se situó a su derecha mientras la gente que pasaba le empujaba haciendo que se acercase cada vez más a ella – Ron me ha dejado plantado después de que Luna se acercase y le pidiese un favor. ¡Tenías que haber visto la cara de tonto que ha puesto! Pensé que al final iba a babear encima de ella – rió con ganas – así que estamos tú y yo solos hasta las cuatro.

Vale – con tanta gente a su alrededor no se podía concentrar - ¿a dónde quieres ir? – tampoco el calor que desprendía Harry a su lado ayudaba mucho que digamos.

A donde tú quieras, a mi me da igual – sonrió.

Esto… ¿a una librería? – preguntó esperando con todas sus fuerzas que él dijese que no y que la esperaba a las cuatro.

¡Como no! Si la dama quiere ir a una librería; la dama irá a una librería – de un empujón casi se cae encima de ella – Espero que no te importe que haga esto – le pasó un brazo por los hombros haciendo que ella no pudiese perder el equilibrio.

No, claro que no – ni siquiera se había fijado en eso, estaba totalmente concentrada en encontrar la dichosa tienda. Estaba tan ocupada en eso que pasó frente a su librería favorita sin hacerle el menor caso.

Hermione – le paró Harry - ¿no quieres entrar aquí?

Esto… verás… yo… - ¿cómo podía pedirle que le dejase sola para encontrar la estúpida poción? – tengo… que… ¡sí! – de repente una excusa perfecta se instaló en su mente. Lo malo es que gritó muy fuerte, tanto que Harry retrocedió un par de pasos quitándole el brazo de los hombros – tengo que comprar poción alisadora para Parvati y Lavender – le informó con una sonrisa de oreja a oreja intentando aguantarse las ganas de dar saltitos de alegría por la brillante idea – ellas van a estar ocupadas y me han dicho que les haga ese favor.

Ah… - se volvió a acercar - ¿y dónde se venden esas cosas? – comenzó a mirar a ambos lados de las calles.

No tengo ni idea… nunca he comprado de eso… - escudriñó ambas calles

Se nota – volvió a hacer el amago de colocar su brazo en los hombros de ella.

¿A qué te refieres con eso? – le preguntó realmente ofendida. Aunque era cierto, no le gustaba ese "tonito" con el que se lo había dicho.

No te ofendas – otra vez su brazo volvía a estar pegado a él metiendo su mano en el bolsillo – me refiero a que no eres como las demás… eres tú misma – le sonrió rogando por haber encontrado la respuesta correcta.

Claro, claro… como sea – volvió a buscar la tienda – perdone… - se dirigió a una señora que estaba tan repeinada que parecía que si se salía una de las horquillas su cara se desinflaría - ¿saben dónde venden poción alisadora? – le preguntó con total amabilidad.

Supongo que será para ti ¿no? – Hermione hizo gala de su sonrisa más irónica – En esa tienda de ahí venden la mejor – señaló un par de tiendas más adelante – pero es bastante cara niña – dicho esto se alejó.

Será… argggggg estúpido respeto a los mayores… - cerró los puños - ¿vienes? – le preguntó a Harry por favor que diga que no, por favor que diga que no, por favor que diga que no…

¡Claro!

Genial – masculló muy bajo – Aquí es – nada más entrar un aroma dulzón les envolvió a ambos provocando una reacción muy parecida en los dos; ganas de vomitar – Eh… - se acercó al mostrador donde había una señora delgada, muy muy peinada y que la miraba por encima del hombro.

¿Qué desea la señorita? – de repente la forma de hablar de Malfoy no le parecía tan arrogante.

Un frasco de… de poción alisadora por favor – casi susurró.

¿Perdón? Creo que no la he oído bien – se acercó más a ella abriendo casi desmesuradamente las aletas de su nariz.

Le ha pedido poción alisadora – la voz de Harry resonó en toda la tienda.

Muy bien, esperen un momento – desapareció detrás de una cortina.

Espero que sólo sea un momento… me estoy mareando… - murmuró el chico mientras recorría con la mirada todo el establecimiento. Había muchas pequeñas botellas con distintas pociones y diversos perfumes. Lo que más llamaba la atención era que estaban decoradas con lacitos de varios colores. Para ser más sinceros, de varios tonos de rosa. – No sabía que había tantos rosas… - se acercó a uno que ponía Esencia de rosas del desierto… si la ama no hay mejor forma de decírselo.

Sí, bueno – Hermione estaba muy nerviosa y esperaba que ese estúpido frasco tuviese instrucciones de uso. Nunca en su vida se había planteado alisarse el pelo. A ella le gustaba como estaba pero era seguro que a él no. En fin… todo sea por no tener que gritar a los cuatro vientos que ama a Harry sin saber si el sentimiento es recíproco.

Aquí lo tiene – le extendió un frasquito con un trozo de pergamino – también le dejo las instrucciones por si acaso – algo en el tono de la mujer le hizo cambiar de opinión sobre recogerlas. Es más, le hubiese encantado hacer que se las comiese.

¿Cuánto vale? – le sonrió de medio lado utilizando el mismo tono que la señora.

Son cinco sickles – le sonrió pensando que ella no tendría suficiente dinero.

Muy bien – sacó el puñado de monedas que tenía en el bolsillo dejando todas en el mostrador – un momento a ver si tengo suelto – a sus espaldas oyó una pequeña risa - ¡sí! Creo que tengo suelto, que suerte ¿verdad? – le entregó el dinero a la vez que una gran sonrisa.

Muchas gracias – le contestó la dependienta a la salida.

Recuérdame que no me meta contigo ¿vale? – le sonrió Harry cuando ya estaban fuera de la tienda.

Si esa pensaba que iba a ser fácil meterse conmigo… - sonrió triunfante - ¡casi son las cuatro! Será mejor que vayamos a las Tres Escobas – comenzó a acelerar el paso.

¡Cuidado! – el moreno la cogió antes de que cayese al suelo por culpa de un empujón – espera – se volvió a situar a su lado pasando el brazo por sus hombros – así mejor – sonrió mientras tiraba de ella hacia delante.

Espero que no lleguemos tarde – era la segunda vez que Harry se acercaba a ella y no se daba cuenta. Ahora mismo estaba pensando en cómo se iba a aplicar la poción sin que nadie la interrumpiese - ¡ya llegamos! – se separó de él y entró como un vendaval en el establecimiento dejándole totalmente pasmado.

Pues sí que tenía prisa por llegar – susurró mientras la seguía.

¿Dónde está Ron? – quería acabar con todo esto lo antes posible para ponerse guapa para Harry.

Está en ese rincón – desde la derecha un chico pelirrojo agitaba la mano mientras señalaba con el dedo las bebidas de los recién llegados – parece que no hace falta pedirlas en la barra – ambos se dirigieron hasta donde estaba su otro amigo.

¿Qué tal? Veo que os habéis encontrado ¿eh?

Sí, me encontré con Hermione justo cuando tú me dejaste plantado – le sonrió a su amigo.

Sí, este… tenía que ayudar a Luna – las orejas del pelirrojo comenzaban a ponerse rojas - ¿qué has comprado? – le preguntó a Hermione al ver la bolsa sobre su regazo.

Poción alisadora – respondió distraídamente.

¿Poción alisadora? – Ron abrió bastante los ojos - ¿será posible que ya te hayas decidido a peinarte? – era el chistecillo de turno. Como respuesta recibió una patada en la espinilla, pero no tenía la misma fuerza de siempre. Curiosamente era bastante más fuerte. Frunció el ceño y miró al frente para encontrarse a Harry con una mueca de victoria. Sin ninguna duda había sido él. – Sólo era un comentario – se encogió de hombros – ni siquiera ella se lo ha tomado mal ¿verdad? – se dirigió a la chica que seguía en su mundo particular - ¿Hermione? ¿estás ahí? – movió la mano enfrente de su cara - ¿hola?

¡Tengo que irme! – se levantó bruscamente llevándose su jarra con ella.

¿Por qué? – preguntó Harry.

Porque… ¡porque me he manchado! – apuntó a sus vaqueros.

Pero si te acabas de manchar ahora… - casi protestó Ron, cuando acabó la frase ella ya no estaba en las Tres Escobas.

Muy bien, aquí pone que hay que esparcir toda la poción por el cabello. Lo que no pone es la cantidad… ¡ah sí! Pone que lo que se crea necesaria… supongo que bastará con la botellita entera – una vez llegado al castillo se había marchado directamente al baño de su habitación – ahora hay que frotar – la poción era bastante pegajosa y tenía un olor que no sabía reconocer – parece chicle… - siguió masajeando la cabeza hasta lograr una masa con su cabello – esto es asqueroso… - bueno, a ver que más tengo que hacer – dio la vuelta al pergamino quedándose completamente blanca - ¡Merlín! Aquí pone que no se debe echar la botella entera, que es una solución concentrada – comenzaba a aterrarse – será mejor que me lave la cabeza… - abrió el chorro de la ducha.

Hermione estaba muy rara hoy ¿no? – Harry entraba con su amigo a la sala común después de hacer todas las compras.

Como siempre ¿no? – se encogió de hombros metiéndose una grajea a la boca.

Yo creo que más – se sentaron en su sofá favorito – Estará bien ¿Verdad?

¿no te preocupas demasiado por ella? – le preguntó con una sonrisilla.

Claro, es mi mejor amiga – respondió mirando a cualquier lado excepto a los ojos de su amigo.

Lo que tú digas hermano… hablando del rey de Roma… - señaló a las escaleras por donde bajaba una "renovada" Hermione.

¡Hola! – saludó muy efusivamente.

¡Ho! – la respuesta de Harry se quedó en esa sílaba.

¿Qué tal lo habéis pasado? – bajaba las escaleras de la forma más normal que podía. Miró al moreno a la cara, estaba totalmente asombrado mientras la miraba de arriba abajo. Una de dos… o le encantaba o le habían lanzado un hechizo paralizante.

¿Hermione? – Ron se levantó de un salto y comenzó a dar vueltas a su alrededor como un buitre – Te noto… algo… distinta – comenzó a decirle mientras se aguantaba la risa.

¿Distinta? ¿a qué te refieres? – preguntó inocentemente. Su pelo estaba tan liso que fácilmente se podría confundir con pequeñas tablas de color marrón. Había estado durante dos horas peleándose con él para que pareciese natural pero era totalmente inútil. Ahora lo único que podía hacer era alejarse de las corrientes de aire ya que su pelo se convertiría rápidamente en cuerdas para que los pájaros se posasen.

No sé… tal vez sean imaginaciones mías – sonrió Ron y se acercó al primer escalón – Por cierto… acabo de recordar una cosa – comenzó a subir las escaleras - ¡que tengo que enseñar a patinar a Ginny! – al instante se oyó la puerta de la habitación de los chicos cerrarse de un portazo.

Ronald – masculló al sentarse al lado de Harry – que gracioso ¿Verdad? – sonrió cuando le miró a los ojos, pero él la esquivó mirando al suelo.

Hermione… ¿puedo preguntarte algo? – preguntó con seriedad sin levantar la vista del suelo.

Claro – se mordió el labio inferior como acto reflejo, seguro que lo que le iba a preguntar era muy importante.

Esto… - tragó fuertemente saliva mientras miraba a un punto por encima del hombro de ella - ¿por qué te has puesto una peluca?

¿Eh? – ahora la del hechizo paralizante era ella, nunca se hubiese esperado esa pregunta. La situación era bastante cómica. Estaban los dos solos en la sala común, ella tenía su mano en la rodilla de él para poder darle ánimos, él mirando a algún lugar (seguramente esperando encontrar algún lugar oscuro donde esconderse) y el rostro de ella encajado en la sorpresa - ¿Peluca?

Sí, bueno… es que… tu pelo no es tan liso… - comenzó a hablar – te… te sentaba mucho mejor… ya sabes… el pelo como siempre… estabas más… guapa…

¿Crees que llevo una peluca? – otra vez que no hacía caso a lo que decía Harry – No, lo que pasa es que – se levantó bruscamente – las graciosas de mis compañeras me han utilizado de conejito de indias… ¡pero mañana seguro que se quita! – subió por las escaleras - ¡Hasta mañana! – se despidió otra vez muy efusivamente.

El primer plan ha sido un desastre, cree que llevo una peluca ¿por qué me pasan a mí estas cosas? Será mejor que lo siga intentando mañana.

A veces es mejor escuchar a los demás ¿Verdad?