¡Hola otra vez! ¿Qué tal? Espero que bien y que hayáis disfrutado del fin de semana jejejejejejejeje.

Bueno, como ya sabéis, todos los personajes que uso son propiedad de JK Rowling, la Warner y cualquiera que haya pagado los derechos (yo me he pedido algún personaje para navidad así que…)

¡Ah! ¡Muchas gracias por todos los reviews que me habéis mandado! ¡Me hace mucha ilusión! Como en el anterior os responderé con el reply ¿vale? Y a los que no tienen esa opción… ¡Muchas gracias! ¡Espero que os siga gustando! Por cierto yovanna para contestar a los reviews sólo hay que darle al reply (sólo sale cuando la persona está registrada. ¡Ah verogranger! Soy de Vitoria, España (por si acaso jejejeje)… y definitivamente tienes razón Vangie… ¡el amor amansa! jajajajajaja

Y aquí está el siguiente capítulo…..

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Después de varios lavados, tirones, palabrotas (susurradas por supuesto), risas de sus compañeras y romper tres o cuatro cepillos Hermione volvió a lucir su peinado normal. Es decir; consiguió volver a enredar su pelo mucho más de lo que estaba cada día. Derrotada se metió en la cama tapándose hasta la cabeza para no tener que escuchar las peguntas de las dos chismosas que dormían con ella. Después de todo, ellas sólo querían saber el por qué del repentino cambio de peinado de su amiga. Esa misma noche tuvo un sueño muy raro. El comienzo era el mismo de siempre, ella junto a Harry en la cima de un montículo viendo el atardecer. Él le cogía la mano derecha y comenzaba a acariciarla suavemente mientras en la cara de ella nacía una sonrisa. Sin decirse nada se miraron a los ojos a la vez y comenzaron a acercar sus rostros. Justo cuando estaban a escasos milímetros de distancia su pelo se convertía en pequeñas tablas que amenazaban con introducirse en los ojos de Harry perforando sus gafas. Él, asustado, se levantaba de golpe. Ella no entendía por qué actuaba de esa forma hasta que vio los mechones de su pelo. Ahora estaban totalmente tiesos formando una especie de tendedero para pájaros. Comenzó a llorar cuando aparecieron Ginny y Cho a la vez. Se miraron y sonrieron con picardía. Ambas se situaron al lado de Harry y cada una se agarró a uno de sus brazos. Él les preguntaba si querían ir a dar un paseo; que no quería quedarse ahí con Hermione. Cuando le preguntaron el por qué dijo claramente no me gustan las chicas que llevan pelucas. Los tres se alejaron al tiempo que la castaña espantaba desesperada a los cientos de pájaros que habían anidado en su cabeza.

Aquella había sido una noche horrible; sólo consiguió dormir un par de horas. Al levantarse descubrió dos círculos morados debajo de sus ojos.

¡Genial! Lo que me faltaba… - se lavó la cara – seguro que así Harry se enamora de mí… - se secó con la toalla y volvió a la habitación a coger ropa limpia para ducharse.

¡Por Merlín Hermione! ¿no has dormido? – preguntó Lavender al ver el estado de su amiga.

Eso… o se ha dado dos golpes con la puerta… - susurró Parvati mientras rebuscaba algo en el baúl.

No he tenido una buena noche – cerró la puerta del baño y abrió el grifo de la ducha.

No hace falta que lo jure… esta noche la he oído mascullando algo parecido a fuera de aquí malditos pájaros… - informó Lavender a su amiga.

Mira que es rara esta chica ¿eh? – rodó los ojos.

Ya podéis entrar – Hermione apareció en la puerta totalmente cambiada y lista para un nuevo día de descanso.

Será mejor que hagamos algo con esas ojeras – Parvati se acercó a la castaña y le aplicó una crema debajo de los ojos - ¡así mejor! – hizo que se mirase en un espejo; esos círculos morados habían desaparecido por completo.

Gracias, nos vemos abajo ¿vale? – sin esperar respuesta salió de la habitación cerrando la puerta – Una peluca… - repetía una y otra vez camino al comedor – que si llevaba una peluca… - meneó con fuerza la cabeza – será… - suspiró con fuerza antes de abrir la puerta – Será mejor que me calme y me prepare para ir a la biblioteca – nada más sentarse apareció su desayuno listo – una peluca… - cogió cereales con una cuchara – una peluca… - en su rostro comenzaba a nacer una sonrisa - ¡una peluca! – comenzó a reírse haciendo que las tres personas que desayunaban en silencio la mirasen como si estuviese loca – es que tiene tanta gracia – estaba llorando de tanto reírse – este hombre no se entera – al final se le cayeron los cereales esparciéndose por toda la mesa mientras que Hermione intentaba por todos los medios introducir un poco de aire en los pulmones.

¿Estás bien? – una voz medio adormilada sonó en su espalda.

Sí – no podía parar; le había dado un pequeño ataque – perfectamente.

Por lo menos veo que no estás enfadada – Harry se sentó a su lado – pensaba que no me ibas a volver a hablar… - miró al suelo.

¿Por lo de la peluca? – casi se caía al suelo de la risa - ¡que va hombre! ¡fue buenísimo! – se cogió el estómago.

Sí ¿verdad? – ahora los dos reían como locos. Después de algunos minutos, y de que los tres chicos que estaban almorzando huyesen despavoridos, se calmaron.

En serio Harry… no pasa nada – le sonrió mientras volvía a servirse cereales – Estas dos que se pasaron un poco con la poción concentrada…

Seguro que a ti no te hubiese pasado – informó convencido a la vez que servía zumo en dos vasos – hubieses leído dos y hasta tres veces las instrucciones completas – le sonrió con orgullo.

Sí… - se llamó tonta mentalmente - ¿hoy vas a entrenar?

La verdad es que tengo que acabar el trabajo de Binns – apoyó la cabeza en su mano derecha – sé que tendría que haberla terminado el viernes pero… es que no me apetecía – miró a otro lado al ver como los ojos de su amiga le acusaban.

Bueno no te preocupes – se tomó el vaso de zumo de un trago – hoy tendrás todo el día para terminarlas – sonrió y se levantó para encaminarse a la biblioteca – nos vemos luego ¿vale? – salió por la puerta.

¡Espera! – Harry había terminado a toda prisa su desayuno – la respuesta correcta era… - aclaró su garganta para poder imitar su voz – No te preocupes Harry, ven conmigo a la biblioteca y te ayudo a terminarla – finalizó con una sonrisa.

Dos cosas, la primera es que imitas muy mal mi voz – sonrió – y la segunda… claro que te ayudo, sólo es que quería que me lo pidieses

Perdona… Hermione ¿me ayudarías a terminar el trabajo de Binns? – le sonrió haciendo que ella se tuviese que sostener, disimuladamente claro, apoyándose en la pared.

Claro - ¿ahora cómo iba a seguir con su proyecto? – no tardaremos mucho.

¡Genial! Así después puedes venir a ver el entrenamiento – parecía muy contento – si quieres claro… - le estaba rogando con la mirada.

Eso ni se pregunta… ¡claro que voy a ir a animar a mis dos amigos! – se dio la vuelta para encaminarse a la biblioteca. Curiosamente del rostro de Harry se había desdibujado un poco la sonrisa.

¿Dónde nos sentamos? – preguntó Harry nada más entrar – Hay tanta gente que no vamos a tener dónde sentarnos – puso sus brazos en jarras y entrecerró sus ojos para poder mirar más lejos.

¡Qué tonto eres Harry! – le dio un golpe en el hombro.

Auch… eso ha dolido… - puso una mueca.

Tranquilo yo te curo – le acarició suavemente en el mismo lugar en el que le dio el golpe - ¿mejor? – le miró a los ojos.

Sí, esto… - apartó rápidamente la mirada - ¿dónde nos sentamos? – volvió a repetir.

¿Qué te parece ahí? – señaló a la mesa más alejada de todas – es que en las demás hay arañas – sonrió. Tenían ante ellos la misma imagen de la que disfrutó ella el sábado por la mañana; no había nadie.

Buenos días – saludo la señora Prince.

Buenos días – repitieron al unísono.

¿Por dónde empezamos? – Harry se sentó pesadamente en la silla situada en frente de Hermione.

¿Qué te parece si empiezas por pedirle prestado un pergamino y una pluma? Mira que no traer nada – entrecerró sus ojos.

La verdad es que…. – pareció pensarse muy bien la respuesta – soy un despistado – miró por la ventana.

Bueno – se levantó – tú vete a por el pergamino y la pluma mientras que busco un libro sobre el tratado de los gnomos ¿vale?

Hecho – le sonrió y fue a la entrada.

Perfecto, para un día que podía encerrarme en la biblioteca a pensar en mi plan… ¿y ahora que hago? – recorrió con el dedo índice los títulos de los libros – bueno, tengo tiempo para pensar mientras encuentro ese libro – se paró un momento – Cho y Ginny son… - se dio algunos golpecitos en el labio con los dedos meditando – son… - seguía pensando.

¿Chicas? – surgió una voz con un acento muy marcado de ironía.

¡Pero bueno! – Hermione se dio la vuelta rápidamente - ¿se puede saber qué estás haciendo aquí Malfoy? – bufó molesta.

¿Tú que crees que puedo estar haciendo en una biblioteca? ¿calceta? – alzó su rostro – hemos venido a terminar el trabajo… - miró en un punto detrás de la castaña y comenzó a acercarse.

¿Qué haces? – el rubio estaba demasiado cerca para su gusto, casi no podría pasar un alfiler entre ellos.

Recoger esto – respondió con toda la tranquilidad del mundo mientras le enseñaba un libro – ni en tus sueños Granger – siguió al tiempo que se dirigía hasta la mesa en la que estaban esperando su pandilla.

Estúpido – farfulló - ¡encima se ha llevado el libro que estaba buscando! – exclamó mientras dejaba caer su frente en uno de los estantes - ¿y ahora qué libro le doy a Harry? – buscó con la mirada hasta que un libro llamó su atención. – Un libro de pociones… - lo cogió y consultó el índice - ¡aquí hay pociones de todo tipo! Hasta de amor… - en sus ojos se encendió una chispa – nadie dijo que no se podían utilizar ¿verdad? – se imaginó a sí misma entregándole una poción de amor a su amigo – no puedo hacer eso – rechazó inmediatamente esa idea – un momento… aquí hay algo… cómo realizar la poción de la popularidad… ¡Cho y Ginny son populares! Tal vez tenga que serlo yo también… - susurró y abrió la página – Veamos…

¡Hermione! – gritó Harry sin darse cuenta de que estaba en la biblioteca.

Shhhhhhhhhhhh – le reprendió la señora Prince desde la entrada.

Perdón – susurró avergonzado el moreno – ya tengo la pluma y el pergamino ¿has encontrado el libro?

¿Mmmm? – estaba enfrascada en su lectura.

¿Pociones? – se extrañó al leer la cubierta – pero el trabajo es de historia Hermione…

¿Eh? ¡Ah sí perdona! – gritó lo que le costó una nueva reprimenda – Malfoy se llevó el libro que te quería dar – susurró.

No importa… seguro que hay alguno más que sea parecido ¿no? – se acercó a ella con la excusa de buscar el dichoso libro.

Por ahí he buscado yo – le informó – tal vez haya algo en los estantes de abajo ¿no? – siguió buscando la página adecuada para descubrir los ingredientes necesarios para la poción de la popularidad.

Está bien – Harry se agachó para repasar los libros situados abajo del todo.

Harry me haces cosquillas – el moreno se había situado delante de ella para poder buscar mejor. En el proceso había rozado ligeramente las piernas de ella con su mano derecha.

Lo siento – volvió rápidamente la cara para que ella no le pudiese ver en ese momento.

Será mejor que la próxima vez no lleves la túnica. O por lo menos no cuando lleve falda y tú estés buscando un libro delante de mí – sonrió sin levantar la vista del libro.

Lo intentaré – farfulló intentando poner más atención a la búsqueda del libro – no encuentro ninguno ¿me ayudas? – aún seguía en cuclillas intentando encontrarlo.

Vale – ella se agachó junto a él – seguro que así lo encontramos antes – ambos se concentraron en la estantería que tenían delante – Ahí tienes uno – le informó.

¿Dónde?

A tu izquierda

¿Aquí? – alargó la mano todo lo que pudo.

No… más a la izquierda.

¿Aquí?

No; te lo has pasado… a la derecha.

¿Por aquí?

No… un estante más abajo

¿Más abajo? No hay ninguno más abajo Hermione

¿Cómo que no si lo estoy viendo? Ahí… - señaló el lugar.

No lo veo…

Espera, déjame pasar – Harry se retiró un poco para que ella llegase hasta el libro - ¿Ves? Está a… ¡ah! – perdió el equilibrio y esperó que su cara se encontrase con el frío suelo. Pero eso no llegó a pasar. En su lugar su cara se encontró con algo más cálido y blando.

Para hacer esas cosas tienen las habitaciones – la señora Prince había acudido al lugar del que procedía el grito. Cuando llegó allí se encontró a Harry tirado con Hermione apoyada en su pecho – Así que les recomiendo a ambos que se vayan a alguna de las suyas.

¿Qué? – la castaña levantó la cara y lo primero que vio fueron las piernas de la bibliotecaria que se movían a toda prisa - ¿Qué ha pasado?

¿Estás bien? – no sabía cómo pero Harry se había tumbado entre dos los estantes para lograr que ella no se diese de bruces en el suelo.

¿Qué? ¿cómo? – miró tímidamente a la derecha para chocarse con los ojos verdes de su mejor amigo - ¿Harry?

Pensaba que te ibas a caer y no tenía mejor forma de pararte – sonrió – no te has hecho daño ¿verdad?

¿Daño? – estaba medio hipnotizada con el ritmo de los latidos del moreno – no… ¿y tú? – se levantó rápidamente para ayudarle a incorporarse.

No, tranquila – sonrió

Te podrías haber hecho mucho daño – recogió el libro que necesitaba su amigo y el de pociones que había encontrado.

Me importaba mucho más que tú no te lastimases – susurró.

¿Decías algo?

No – ambos se dirigieron a la mesa.

Bien, este es tu libro – le tendió uno muy grueso.

¿Vas a hacer algún trabajo de pociones?

No, sólo voy a estudiar un rato – abrió el libro – si necesitas ayuda sólo tienes que decírmelo ¿vale?

Claro – le sonrió y comenzó a buscar la información para su trabajo.

Creí haberles pedido que se retirasen a sus habitaciones – la señora Prince había vuelto a buscarlos al ver que no salían de la biblioteca.

Déjenos terminar el trabajo por favor – pidió Hermione en voz baja – no volveremos a armar escándalo…

Está bien, pero un solo ruido más y les echo ¿entendido? – ambos asintieron con la cabeza.

De lo que nos hemos librado – susurró Harry.

Será mejor que termines pronto el trabajo – le dijo sin levantar la vista de su libro de pociones – no va a dejar de vigilarnos en toda la mañana.

Está bien – masculló y buscó rápidamente la hoja en la que hablaban del tratado de los gnomos.

Mientras tanto Hermione seguía buscando el efecto de la poción de la popularidad. No parecía que tuviese efectos secundarios. Se trataba de que, una vez ingerida por aquellos a quienes se querían embrujar, alabarían a la persona que les diese esa poción. Además en la información que había no especificaba nada de que estuviese prohibida ni nada por el estilo; cosa que animó a la castaña que sonrió satisfecha. Pasó la página para ver la lista de los ingredientes.

¡Harry! – una mata de pelo pelirrojo gritaba a pleno pulmón desde la puerta de la biblioteca - ¿Estás ahí? ¿Harry?

¡Señor Weasly esto es una biblioteca! – gritó indignada la bibliotecaria.

Lo siento – susurró totalmente colorado – estoy buscando a Harry

¿En serio? – levantó una ceja – no me había dado cuenta – Ron estaba mirando al suelo – espere un momento por favor – se encaminó al interior de la estancia – Muy bien, ustedes dos recojan todas sus cosas.

Pero si no hemos hecho nada – se defendió Hermione.

Ustedes directamente no… pero su amigo sí – ambos la miraron sin comprender – el señor Weasly ha entrado como un vendaval llamando a gritos al señor Potter.

Lo siento – susurró Harry mientras internamente planeaba mil y una formas de acabar con su amigo pelirrojo - ¿podemos llevarnos los libros?

Mmmm – lo meditó durante unos segundos – está bien, pueden llevárselos.

Gracias – ambos se levantaron y salieron de la biblioteca.

¿Se puede saber en lo que estabas pensando Ronald? – nada más salir Hermione se acercó a su amigo.

¡Lo siento! – se disculpó – pero es que el entrenamiento ha empezado hace media hora y no teníamos a nuestro capitán.

¡Eso no es excusa para entrar así!

¡Ya te he dicho que lo siento! ¿qué más quieres? ¿qué me arrodille y te pida perdón?

Pues estaría bien – masculló.

Ya es suficiente – terció Harry – siento haberme retrasado pero es que tenía que terminar un trabajo. Vete al campo que ahora voy yo, sólo tengo que recoger mis cosas.

Hasta ahora – se marchó corriendo.

Será posible… - siguió mascullando Hermione camino a la sala común.

Tranquila – le sonrió Harry - ¿me esperas aquí y vamos juntos al campo?

Claro – se apoyó en la pared mientras seguía susurrando apelativos poco cariñosos contra su amigo pelirrojo.

Estoy listo ¿vamos? – el moreno salió de la sala completamente preparado con la escoba al hombro.

Sí – Hermione sujetaba distraída el libro.

¿Pesa mucho? – preguntó Harry al ver las muecas de dolor que ponía su amiga.

Pues un poco sí

¿Te ayudo?

¿Qué?

Tú llevas la escoba y yo tu libro ¿vale?

Eh…

¡Trato hecho! – le dio su escoba a la vez que él le recogía el libro – pues sí que pesa.

Ya te lo he dicho… si quieres lo llevo yo.

No te preocupes tú intenta que no se te caiga la escoba

Vale – suspiró derrotada.

¿Dónde te vas a sentar? – preguntó el moreno cuando llegaron al campo - ¿dónde siempre?

Sí – respondió mientras intentaba sujetar firmemente la escoba que se le escurría entre las manos.

Bien – subió a las gradas y dejó el libro exactamente en el sitio que se sentaba siempre su amiga – ya está listo ¿me devuelves la escoba?

Claro, toma – se le resbaló de las mano y Harry la recogió antes de que tocase el suelo – perdón…

No importa – le sonrió.

¡Animo! – gritó una vez se sentó en las gradas. Volvió a abrir el libro por la página que estaba leyendo – Veamos los ingredientes…