Jiraiya sorbió nuevamente del platillo que usaba para beber sake. En una noche como esa, de luna llena y de suave brisa primaveral, el sake siempre sabe bien, se dijo a si mismo. Suspiro tranquilamente, Naruto debería estar aun entrenando el nuevo jutsu que le había enseñado ¿Cuánto tiempo había pasado desde que lo había aband… er no, quería decir, que lo había dejado entrenando en aquellas montañas? Un mes quizás… Todo este tiempo había estado en muchos prosti… err no, quería decir recopilando información de Akatsuki. Por lo que había podido investigar, pronto comenzarían a moverse de nuevo. Tenia que apurarse, ya no le quedaba mucho tiempo. Pronto vendrían por el Kyubi y los demás.

Sorbió otro trago. No era un mal sake. Solo le faltaba una mujer bonita al lado y todo seria perfecto. Lastima que el cuarto ya no estuviera vivo, a el siempre los perseguían un buen numero de mujeres jóvenes y de buen cuerpo. Puso su típica cara de pervertido- Así era, él las atraía y yo me encargaba del resto.- y río alegremente, estando ya un poco borracho.

-Lastima que Naruto no posea ese don.- suspiro el sannin. Aunque ahora que se daba el tiempo para meditarlo, su discípulo había crecido mucho en estos últimos años, ya no era el enano con cara de idiota de hace un par de años. Se había convertido (aunque sonaba raro para él decirlo)en un chico medianamente guapo, de cara tierna, algo infantil, lo que le daba cierto carisma, no muy común. Lastima que ese tipo de belleza solo a unas pocas jovencitas de preadolescentes (que hace poco descubrió que empezaban a seguir a su discípulo), no a las mujeres maduras y sexys que le gustaban.

-Ah si fueran por lo menos de preparatoria.- Volvió a suspirar, y a tomar otro trago. El cuarto se había ido y había dejado a Naruto en su lugar. Que habría sucedido si el cuarto hubiera sobrevivido, si el Kyubi no hubiera atacado la aldea ese fatídico día, quizás el tercero aun estaría vivo, él estaría en algún lugar rodeado de mujeres bonitas, sin tener que cuidar de un nuevo discípulo, sin tener que investigar sobre ninguna maligna organización…

Un velo de melancolía cubrió su corazón. Quizás fue por causa del alcohol, pero quiso de verdad que el cuarto estuviera con él, que pudiera aconsejarlo en los momentos difíciles que venían y que le confirmara si había estado haciendo lo correcto entrenado a Naruto. Jiraiya evoco nuevamente al cuarto -¿Dime que harías tu?

Entre las sombras de los árboles una figura envuelta en un manto blanco se deslizo despacio. El crujido de las hojas y las ramas alertó al sannin. Lo que vio, lo estremeció completamente. Frente a sus ojos se acercaba un joven de cabello rubio alborotado. Con un largo flequillo que le caía sobre sus ojos celestes tenuemente iluminados por la luna. Sus orejas apenas podían verse detrás del flequillo que tenia a los costados de su rostro. Lucia magullado y extenuado como venido de una batalla reciente.

-¿Tu?- Jiraiya se maldijo a si mismo por invoca a un muerto, un sudor frió le recorrió la espalda, mientras el fantasma se la acercaba.

-eh… ¡Erosennin!- dijo el joven y a al viejo casi le da un paro cardiaco.- Por que me miras con esa cara, parece que hubieras visto un fantasma, da-tte-ba-yo.

-¿Naruto?- Se le acerco y le despejo el flequillos de los costados del rostro, ahí estaban las marcas con forma de bigotes, el rubio le sonrió.

-Ah, me ha crecido mucho el pelo, y entrenando se me rompio toda la ropa, hasta la bandana, tuve que robarm…esto, tomar prestada esta sabana de una casa por aquí cerca.- dijo el rubio con su sonrisa típica.

El sannin de pelo blanco solo se rió como no lo había hecho en muchos años.