Su figura se había vuelto tan fina y encorvada que asemejaba a la de un esqueleto desecado en el sol del desierto. Deslizo sus dedos por ella y donde antes habia existido suavidad y lozanía solo encontró aspereza y marchitez ¿Por qué? ¿Es que acaso todos los que quería estaban destinados a morir? Tomo una de sus extremidades y la apreto suavemente, inevitablemente esta se deshizo en pedazos. Una brisa entro por la ventana y se llevo aquellos pedacitos lejos de aquel hombre.

-Quizás es mi culpa.- pensó, pero antes de el sentimiento de culpa lo invadiera se censuro a si mismo. No podía pensar así, sino la culpa lo volvería loco. Tuvo una breve imagen mental de su padre. Con su mirada perdida, con esa sonrisa forzada que a veces solía darle. Ese aire de tristeza y depresión que siempre lo rodeaba. No quería recordarlo así, en el apogeo de su vida, cuando ya nada parecía importarle. Siempre había querido recordarlo como el gran colmillo blanco, el gran genio ninja de la aldea de konoha. Pero su mente lo traicionaba, era muy pequeño cuando su padre perdió el brillo en sus ojos, y las imágenes se le perdían confusas, borrosas e inteligibles en los pasadizos de sus recuerdos.

La parte izquierda de su mascara se humedeció un poco.- Es solo una estúpida planta, Obito.- dijo refiriéndose a ese ser seco y amarillento que se erguía desde un macetero frente a él.- Es solo una fea planta que ahora ha muerto, debería botarla.- dijo, pero no se movió, tan solo perdió la mirada en el vacío y se hundió en el vagar de sus pensamientos.

No era su culpa que su padre se hubiese suicidado. Aun siendo un niño todavía, era lo suficientemente inteligente para darse cuenta de eso, no hubiese sido necesario que toda esa gente se lo repitiera el día de su funeral. Sin embargo esa opresión en el pecho, ese hormigueo delirante hasta el día de hoy rellenaba el cuerpo. La impotencia. Su padre se hundió ante sus ojos en su tristeza y él no había podido hacer nada para ayudarlo.

Sin querer apretó un poco su puño. La mascara seguía húmeda en su parte izquierda. Al lado de la planta había un par de fotografías. En cada una se podía ver un adulto con un trío de niños. En la primera kakashi era uno de los niños, en la segunda era el adulto a cargo. Tomo la segunda y la miro fijamente.- Menudo sensei, todavía no cumple un año en el cargo y ya sus alumnos casi se matan entre ellos.- Dejó la fotografía en el mismo lugar, y dio un vistazo a la primera, todos los que le acompañaban en ella habían muerto de una manera bastante trágica, pero…

El ruido de una puerta girando a su espalda lo despertó de sus cavilaciones. Una pelirosada estaba en el umbral sosteniendo una pequeña cesta en sus manos.

-Kakashi-sensei la puerta estaba abierta y bueno quise ver si estaba bien.- dijo ella un poco nerviosa.

-No te preocupes Sakura.- contestó él suavizando su expresión.- ¿Cómo supiste que Tsunade-sama me dio el día libre?- Continuó agradeciendo la interrupción del miserable acto de redención en que se estaba convirtiendo su descanso.

-Ella misma me lo dijo. Así que le traje estos dulces que mi mamá hizo.- Y mostró el contenido de la cesta, el cual desprendía un olor agradable.

-Ahora mismo busco algo para guardarlos.- Sonrió el sensei. En cuanto dejó la habitación, ella fijo sus ojos en la planta seca, dejó los dulces encima de la cama y se puso a examinarla.

-Bah, esta muerta.- dijo kakashi, quien había vuelto sin hacer ningún ruido.- dámela para que la bote.

-Se equivoca, todavía esta viva. Estoy segura que con los entrenamientos de Tsunade-sama y la ayuda de Ino voy a poder salvarla.

-¿Todavía hay esperanza?

-Pues claro.- sonrió ella y dejo los dulces en el recipiente que él había traído. Tomo la planta, se despidió y se fue.

Él miró, desde la ventana, como ella se alejaba caminado.- Quizás aun hay esperaza.- murmuro, tomó su tomo de icha icha paradaise y se acostó tranquilamente a leerlo.