Cazadores

Advertencia – Yaoi (relación chico –chico) Shounen-ai (Amor entre chicos).

Capitulo dedicado a Kira Ivanov Hiwatari por sus muy acertadas respuestas, también a Ayanai y Reiko a las tres las quiero mucho. Recuerden, el siguiente capítulo será dedicado a todos aquellos que comenten lo que creen que pasará y acierten con sus respuestas ;)

Petición: En caso de que usted, lector, encuentre ofensivo el contenido de esta historia, Hágamelo saber, y cambiaré su Rating; así como tomaré acciones correctivas. Gracias por su comprensión.

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– si, es un demonio del infierno, nos matan para comernos... nunca aparecen los cuerpos, solamente están los gritos y la sangre – decía el anciano.

– ¿El pelirrojo? – la copa de vino que tenía entre sus manos se reventó por la fuerza con la que la sujetó.

– se llama Tala – le dijeron

– Tala – murmuró para si mismo, por supuesto, los sentidos agudos, la mirada frívola, el miedo en los demás habitantes de ese lugar, haber interrumpido a Tyson en el momento que lo hizo...

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Capitulo 3 – Acercamientos

Era algo tarde cuando logró encontrar el camino de regreso a la iglesia. El sol se había ocultado. Caminaba por los oscuros pasillos que lo guiaban a la habitación prestada, hasta que algo llamó su atención...

Desvió un poco su camino, escuchando cuidadosamente... Si, esa era la hermosa voz del sacerdote. Lenta y sigilosamente se acercó a la puerta de la cual la tenue luz de las velas iluminaba.

Se asomó por el pequeño espacio de la puerta semi – cerrada, y pudo ver al pelirrojo parado, discutiendo por algo, la luz de las velas por toda la habitación lo hacían ver llamativo, lo veía de perfil y podía admirar su hermoso rostro. Abrió un poco más la puerta y vio a Tyson parado atrás de Yuriy, abrazando por la espalda al religioso. – "basura" – pensó, pues ya no le gustó la imagen de Yuriy con Tyson en un cuarto tan pequeño, y con tan poca luz iluminando.

– No lo voy a repetir, Tyson –

– Pero Tala, no puedes vivir toda la vida solo – replicó el peliazul tormenta, recargando su rostro en la espalda del sacerdote.

– no estoy solo –

– sabes a lo que me refiero –

– Tyson, sabes que no puedo... –

– Yuriy... eres hombre, físicamente no hay cambio si haces el amor conmigo – dijo Tyson, Kai quería arrancarle la cabeza – "Con que de eso hablan. ¿Qué se cree el enano?... Yuriy es mucho para él" – entrecerraba los ojos con odio.

– hice votos, y lo sabes... sabes perfectamente, y mejor que nadie el porque los hice y tomé este camino, debes comprender que no puedo – respondía Tala.

– ... – Tyson ya no dijo nada, simplemente lo abrazó con más fuerza, y escondió más su rostro en la espalda del pelirrojo. Yuriy cerró sus ojos por unos instantes, y después los volvió a abrir.

– quiero que tengas cuidado con el río – murmuró Tala. Tyson parpadeó confundido...

– ¿El río?... – preguntó el peliazul, dejando de abrazar la delgada cintura del religioso, para poner sus manos en los costados de éste y acariciar un poco esas bien formadas caderas.

– recuerda eso y ve a descansar un poco – mencionó, antes de caminar, y alejarse de las ahora traviesas manos de Tyson.

– prefiero usar mi tiempo para hacerte compañía –

– como desees – se dirigió a un gran librero, tomó un pequeño libro, dio la vuelta y se sentó en un sillón.

Era una pequeña biblioteca, en la pared había un enorme librero que ocupaba toda la pared, enfrente del librero un escritorio, y entre el escritorio y el librero estaba una pequeña silla. A un lado del escritorio estaba el pequeño sillón, y justo arriba de este una ventana que daba al hermoso paisaje del bosque.

– Lo único que deseo en la vida no lo puedo tener – murmuró Tyson, sentándose a un lado del religioso.

– Así es la vida – respondió el pelirrojo. Tyson se limitó a suspirar, y se recostó en el sillón, colocando su cabeza en el regazo del pelirrojo, cerró sus ojos, dejando a Tala leer tranquilamente.

– ¿Quieres que encienda más velas para que leas mejor?... – ofreció el menor.

– Así está bien, es agradable – replicó Yuriy.

– ¿Qué lees?... – preguntó el peliazul tormenta.

– ¿Quién está afuera?... – habló fuerte el pelirrojo, sin levantar su vista del libro que tenía entre sus manos. Comenzó a sostener el libro con una mano, para acariciar los azules cabellos de Tyson con la otra mano.

"¿Qué demonios?... No hice ningún ruido" – pensó Kai al verse descubierto, puso su más fría expresión y entró, fingiendo que apenas llegaba al lugar.

– Buenas noches – dijo educadamente. Tyson abrió sus marrones ojos y miró directo a Kai, disfrutando de las caricias que el pelirrojo le regalaba. Y Tala ni se inmutó.

– Hola – dijo el peliazul tormenta con simpleza – pensé que el bosque ya te había asustado – se burló. Kai lo miró con odio, ese chico se burlaba de él, y estaba recostado en el sillón, con su cabeza en el regazo de SU presa y para colmo, su objeto de deseo... ¡Le acariciaba el cabello a ese mocoso!

– si no soy tu – le respondió Kai a Tyson.

– Pues no... yo soy más guapo – se burló el menor.

– claro, si no te hechas porras, nadie más lo hará – retaba Kai. Tyson restregaba su rostro inocentemente en las piernas de Tala, pensando como responder a eso, pero entonces se dio cuenta de la mirada que recibía por parte de Kai al hacerlo... Sonrió.

– eres un viajero ¿No?... ¿Porque sigues aquí, y no continúas con tu viaje?... – Hablaba el peliazul tormenta – "Le gusta Yuriy" – pensaba, imaginando la respuesta.

– Tyson – llamó la atención Yuriy, por la falta de educación del menor.

– él empezó. – se defendió, levantando la vista, para ver a Tala aun leyendo, pareciendo que no ponía atención a su alrededor.

– a mi no me lo pareció. – regañó el religioso.

– ¿Estás de su lado?... – se indignó Tyson, sentándose, dejando la comodidad del regazo de Yuriy.

– no estoy del lado de nadie – explicaba el pelirrojo, pero Tyson se sentía frustrado y molesto.

– Me voy a dormir – se levantó el ojimarrón, miró a Kai de manera desafiante, quien le sonreía cínicamente, le hizo una mueca de asco, y caminó humillado a la salida de la biblioteca.

– Si, ya es tarde para que los niños estén fuera de sus camas – se burló Kai. Pero recibió una mirada asesina por parte del sacerdote, quien se molestó al escucharlos a ambos pelear por... ¿Por qué peleaban?

– en efecto, así que pienso que también debería estar en su cama – comentó Yuriy, defendiendo ahora a Tyson, ganando una carcajada de este.

– Hasta mañana... niño – salió Tyson aun burlándose de Kai.

– Eso fue grosero – siseó Kai, viendo fríamente al sacerdote, quien había regresado su atención al libro.

– Lo mismo digo – fue la respuesta que recibió...

– hn, eres agresivo cuando quieres serlo – dijo Kai, cada vez mas complacido con la manera de actuar del pelirrojo, no sólo era hermoso, sino astuto... – "Definitivamente no es un demonio"

– supongo que todo depende de lo que usted entienda por 'agresivo' –

– ¿Usted?... Sólo llámame Kai –

– Como desees – mencionó el pelirrojo, a lo que Kai se mordió el labio inferior, le agradaba esa palabra, 'Deseo'.

– Hmmf – caminó al gran librero, la luz de las velas cada momento disminuía, intentó leer títulos de libros pero no se podían distinguir. – "Hiwatari... ¿Qué haces enfrente de un librero, intentando leer títulos, cuando atrás de ti, está el sujeto mas irresistible, y nunca antes tocado, sentado en un sillón... iluminado por tenues luces de velas?" – volteó su vista al pelirrojo... ahí sentado, inocentemente leyendo quien sabe que... las velas le daban un aire fantasioso – "Acaba de mandar al mocoso al diablo, si hago algo ahorita, probablemente me haga lo mismo" – analizaba. Volteó su atención a la silla del escritorio, y se sentó en ella. Donde siguió observándolo.

– si llega a ver algo de su agrado, adelante – ofreció el pelirrojo, aun sumido en su lectura.

– ¿hmmm?... – preguntó Kai confundido...

– que si llega a ver algún libro que le guste, no dude en tomarlo –

– ohh, gracias – pero no regresó su atención a los libros, siguió observando al sacerdote con la tenue luz... – ¿Ay algo entre el mocoso y tu?... – preguntó entrecerrando sus ojos carmín, para analizar las reacciones de Yuriy.

– ¿Tyson?... – se levantó, con el libro en manos y caminó al librero, donde se puso a buscar un lugar para volver a colocarlo – no... ¿Qué te hace pensar eso?... – dijo con tranquilidad mientras metía el libro entre unos más grandes y sacaba otro.

– estaban muy... cerca cuando entré. –

– eso sólo un niño, buscan cariño, así como alguna imagen que imitar – explicaba tranquilamente.

– ¿Qué edad tiene?... –

– 16 años –

– ¿Los demás?... – curioseaba, aun admirando al pelirrojo con la tenue luz, mientras este abría, y hojeaba el nuevo libro que acababa de sacar.

– hmmm... Max es de la misma edad, Ian 12 años, Enrique tiene 17, Oliver y Hilary 18 – cerró de nuevo el libro y lo volvió a colocar en el librero, se dirigió a donde Kai se encontraba sentado y comenzó a revolver los libros del escritorio.

– ¿Hilary?.. – preguntó, a ella no la conocía.

– Mmm, cierto, hoy no desayunó con nosotros, supongo que mañana la conocerás –

– ¿Tu?... ¿Qué edad tienes?... –

– ¿Por qué tanto interés en las edades?... – cuestionó el pelirrojo, encontrando el libro que había estado buscando.

– curiosidad... –

– ya veo... yo solamente cuento con 19 años. ¿Tu?... –

– 21, vaya... al parecer tu eres el niño, y no yo – se defendió Kai, por el comentario con el que había sido agredido muchos minutos atrás.

– en lo que a mi respecta, podría tener 30 años y ser un niño – retó el pelirrojo, caminando de regreso al sillón, con el nuevo libro en sus manos.

– ciertamente no pareces tan joven –

– créeme que si creces solo, y tienes todo bajo tu responsabilidad, bien puedes madurar más rápido. – hablaba tranquilamente

– ¿Qué lees?... –

– la curiosidad mató al gato –

– es que acaso... ¿Es algo que desees ocultar?... – Kai se levantó de su asiento y se sentó junto al pelirrojo en el gran sillón.

– No hay muchas cosas que ocultar en un lugar como este – le pasó el libro a Kai, para que el peliazul pudiera revisar lo que leía.

– hn, religión – hizo una mueca de desagrado por el tema en cuestión. Cerró el libro, y lo sostuvo en una mano, pasándolo de regreso al sacerdote, observando como el hermoso joven era alumbrado por las velas.

– ¿Qué otra cosa se imaginaba?.. – Yuriy levantó su brazo para recibir el libro, tomándolo delicadamente con su mano, lo iba a jalar, cuando se dio cuenta que Kai no lo había soltado. Levantó su mirada, para dirigirla a la carmín del peliazul. Fue cuando sintió algo cálido posarse sobre sus dedos. Agacho de nuevo la vista y notó que Kai había colocado su suave mano, sobre la suya.

– supongo que me imaginaba todo, menos religión – comentó Kai, llamando de nuevo la atención del pelirrojo, quien volvió a levantar su pálido rostro – tal ves... un recetario de cocina... – se relamió los labios, aun teniendo la mirada fija en Yuriy – para tener deliciosos manjares – apretó un poco la mano, antes de soltar al sacerdote.

– ahhhhhh... ¿Dónde estuvo todo el día?... – preguntó, confundido por lo acontecido, intentando cambiar el tema – ninguno de los chicos te vio salir... o regresar... me imagino que pensaron que te habías creído sus cuentos de demonios –

– Salí a caminar, conocer un poco los alrededores, pero me perdí – mintió con tranquilidad – sin embargo... ¿Podrías mostrarme tu los alrededores?... – preguntó cínico, levantó su brazo, y removió unos traviesos cabellos rojizos del rostro del sacerdote, acomodándolos delicadamente detrás de la oreja de Yuriy – así es seguro que no me volveré a perder – no perdía el contacto visual.

– Con mucho gusto – contestó el pelirrojo, se levantó, abrazando el libro, lo colocó sobre la mesa. Regresó su atención a Kai – entonces, nos veremos mañana – comentó – que descanse – se despidió, y se dirigió a la salida de la pequeña biblioteca.

Kai sonrió maliciosamente para si mismo – "Después de todo, no será tan difícil... por la confusión que reflejaron sus ojos, pude ver que no sabía que hacer... ¿Cómo pueden decir que alguien como él es un demonio?... pueblerinos estúpidos... aunque... tenían razón en cuanto al nombre... el mocoso lo llamó Tala" – analizaba.

No sabiendo en que creer, se levantó de su lugar, tomó una de las velas y apagó las demás, caminó a la salida, y cerró la puerta atrás de él – "Se me olvidó preguntarle donde duerme" – pensó molesto. – "Bien podría buscar su cuarto yo mismo" – se decidió, viendo los pasillos por los que se podría dirigir.

Escogió el pasillo en el cuál sabía que estaba su habitación – "Todas las habitaciones deben estar por la misma zona, aunque los mocosos dijeron que habían hecho mucho ruido en la noche, lo cual no escuché..." – detuvo su andar, tal vez las demás habitaciones no estaban en la misma zona.

"imbécil, si ni siquiera escuché la lluvia con tan buen sueño que tuve" – pensó complacido, y renovó su andar, llegando a donde estaba el cuarto que le prestaban. Había varias puertas en ese pasillo, caminó hacía el fondo, y fue cuando murmullos se comenzaban a hacer presentes.

Se paró detrás de la última puerta, era donde las voces provenían.

– Enrique, no estoy dispuesto a escuchar esto – era la voz de su pelirrojo, sonrió, había encontrado el lugar que tanto deseaba conocer.

– ¿Sabes a dónde fue? – Cuestionó alguien más en la habitación – "Enrique" – concluyó el peliazul.

– A caminar al bosque – contestaba Yuriy.

– Si, claro, y yo nací ayer – retó el rubio.

– bien, si no fue al bosque... ¿A dónde fue?... – la voz del sacerdote era tranquila.

– ¿A dónde más?... al pueblo – peleaba Enrique.

– no seas tonto, si hubiera bajado al pueblo, no habría regresado aquí... –

– pero había dejado sus cosas en este lugar, probablemente regresó por ellas –

– ¿Te metiste a ver sus cosas?... – se escuchó la voz molesta de Tala.

– Para tu fortuna, si, lo hice, y trae armas... – se quejó el rubio.

– ... –

– Exacto, desde mi punto de vista, es algún tipo de cazador – decía Enrique, casi entrando en la histeria.

– no es necesario levantar la voz, Giancarlo... no es peligroso –

– ¿No haz visto su mirada?... ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?... –

– Baja la voz, no lo voy a repetir... – Tala se escuchaba amenazante

– disculpa –

– si se llega a convertir en un peligro, yo mismo me haré cargo... ¿De acuerdo?... –

– Bueno... – no se escuchaba a Enrique muy convencido – pero creo que lo mejor sería avisarle a Robert, decirle que tenemos un cazador aquí... – opinó.

"Ellos ya saben lo que soy, y yo aun no descubro nada de ellos" – se estresaba Kai, no sabía si seguir espiando o marcharse, por ahora estaba en desventaja, y había notado lo ágil que era Yuriy para darse cuenta que era espiado... Al parecer dentro de la habitación los jóvenes también pensaban que hacer.

– nadie le va a decir nada a Robert, lo último que queremos es molestarlo con pequeñeces, o peor aun, hacerlo enojar – se volvía a escuchar la melodiosa voz de Tala.

– ¿Vas a permitir que aun duerma aquí?... –

– es un viajero, tarde o temprano continuara con su viaje, y se va a olvidar de este pequeño y olvidado lugar –

– eso espero... –

– Simplemente continúa con tus actividades, sal esta noche con Oliver, maten todo lo que quieran, regresen antes del amanecer –

– ¿No nos vas a acompañar?... –

– No, me quedaré aquí asegurándome que el viajero, supuesto cazador, no los siga, o abandone este lugar... –

– ¿Entonces tu te harás cargo de vigilarlo?... –

– no, solamente esta noche, tú sospechas de él, tú te haces cargo de él, y cuidas que no se atraviese en mi camino... ¿Entendido?... –

– si –

– bien, pediré a Bryan que los acompañe –

– ¿Bryan?... ¿Cómo confías en esa... criatura?... –

– Shhhh – calló de pronto el pelirrojo.

– "Rayos... No me descubrió de nuevo... ¿O si?..." – Kai se alejó de la puerta, dio unos pasos hacía atrás. Se escuchó que alguien dentro de la habitación se acercaba a la puerta, era el momento de alejarse de ahí, caminando rápida, pero silenciosamente entró en el que por ahora era su cuarto y cerró la puerta tras de si.

Ojos carmín miraban el techo... la habitación estaba sumida en la oscuridad, el frío era enorme, se encontraba tapado con todas las sábanas que encontró... No podía dormir, el saber que dos de los mocosos no estaban, que probablemente estaban asesinando personas en el pueblo no lo dejaba dormir.

Se giró, el techo ya era aburrido, ahora veía la pared donde la ventana yacía... ¿En realidad Yuriy lo vigilaba?... ¿Cuidaba que no saliera de la iglesia en busca de los otros dos?... no podía arriesgarse a mucho antes de saber con que tipo de personas trataba. Cerró los ojos, deseando que con eso llegara el sueño, pero nada. ¿Cómo podía llegarte el sueño cuando dormías en un lugar que todos temían?... él no temía, pero tampoco era tan estúpido como para bajar su guardia.

"¡YA!... suficiente, voy a buscarlo y descubrirlo todo" – pensó decidido, levantándose de la cama... Abrazándose a si mismo para blockear un poco el frío de la noche... Gruñó, no le gustaba el frío, no estaba acostumbrado al frío... ¿De dónde provenía tanto frío?...

Se puso sus botas, levantándose de su anteriormente tibia cama – "Entre más rápido termine con esto, más rápido puedo gastar el dinero en alguna cantina o con alguna mujer" – pensaba enojado, el procedimiento era fácil, cortas la cabeza, la llevas a quien te contrató, y te dan el dinero... fácil, una bolsa llena de monedas de oro, eso lo dejarían disfrutar de su libertad por varios meses.

Salió de su habitación, su Katana descansando en el cinturón de su cadera, dentro de su cubierta, sus pasos decididos y tranquilos, silenciosos y sigilosos... Nadie debía escucharlo o darse cuenta de sus intensiones.

Llegó a la puerta del líder, el pelirrojo... el hermoso pelirrojo – "Hay historias, como las sirenas, que son hermosas para atraer a sus presas... podría ser un demonio de ese tipo... ja, si claro Hiwatari, demonios, ja" – abrió en silencio la puerta, sin dejarla rechinar, solamente lo necesario para que su cuerpo entrar a la habitación, antes de volver a cerrarla con el mismo cuidado.

Miró adentro, era una habitación normal, algo más grande que la que actualmente utilizaba, también sumida en penumbras, las cortinas y ventana cerradas. Una cama a mitad de la habitación, pegada a la pared contraria a la puerta de entrada. Hasta el fondo la puerta de los baños. Mesitas de madera a cada lado de la cama, y sobre ella, alguien. Sonrió con malicia, sería más fácil de lo que pensaba.

Se acercó al lecho, la oscuridad no ayudaba mucho, tan silencioso como cualquier asesino, deseando saber como se veía ese lindo pelirrojo descansando. Lindo, cabello rojizo esparcido por la almohada, ojos cerrados, respiración rítmica, un brazo a la altura de su cabeza sobre la almohada, y el otro brazo arriba de ese cubierto pecho. Sábanas cubriéndolo, probablemente del mismo frío que no lo dejó a él dormir.

Eso era muy fácil... probablemente él no era a quien en realidad buscaba, no podía ser – "sabía que no debí hacerles caso a los locos del pueblo" – pensaba – "más inocente no puede ser" – se acercó más. Deseaba poder recorrer con sus dedos esos rojizos cabellos, esconder su cuerpo debajo de esas sábanas, pasar sus manos por toda la blanca piel del sacerdote...

– ¿Se te ofrece algo?... – preguntó Yuriy, sin abrir sus ojos, sacando a Kai de sus pensamientos.

– ... – no contestó, solamente se quedó observando a un lado de la gran cama, sorprendido, sin embargo su postura no lo demostraba.

– ¿Algo te molesta?... ¿Necesitas más sábanas?... ¿Algo de beber?... – preguntaba servicial, intentando saber la razón que llevó al viajero a su habitación, mientras abría sus azules ojos.

– No, solamente exploraba los alrededores – si, claro, sabía que era lo menos creíble que había podido inventar en toda su vida...

– Permíteme unos segundos – pidió, sentándose en su cama, tallando sus ojos con sus manos, intentando despertarse por completo. Removió un poco las sábanas y cobertores, sacando sus piernas, poniendo sus pies sobre el frío piso.

Encendió una pequeña vela que había en la mesita, se levantó y comenzó a prender más velas en el piso, alumbrando un poco más la habitación, cuando terminó, regresó junto a su cama, colocando la candela (1) otra vez en la mesita, sentados en la cama. Bostezó un poco, pero ya estaba más despierto.

– Disculpa, estoy un poco... adormilado –

– No era mi intención levantarte –

– No hay problema, el frío esta noche está muy agresivo – comentó, frotándose los brazos con sus manos.

– Entonces no deberías caminar desclaso, el piso es frío – murmuró, alejándose de la cama, dándole la espalda al sacerdote, para asomarse por la ventana, abriendo un poco las cortinas.

– ¿Qué hace despierto tan tarde?... – preguntó Yuriy, tapando un poco su cuerpo con las sábanas. Solamente tenía una playera blanca de mangas largas y unos delgados y flojos pantalones también blancos.

– Frío – respondió secamente el peliazul.

– Entiendo, déjame darte más cobertores – volvió a levantarse, pasando por arriba de las velas que anteriormente había encendido, abriendo su enorme closet de madera.

Sacó tres enormes cobertores y cobijas de ahí, colocándolas cuidadosamente sobre su cama, para regresar a cerrar con el mismo cuidado las puertas de madera del armario. Todos los movimientos siendo cuidadosamente analizados por ojos rojos, quien lo miraba de perfil, moverse con ropas tan ligeras con ese frío, y de un color diferente al cual lo había visto vestido. Sonrió, una idea le llegó repentinamente al peliazul.

– ¿Tienes frío?... – preguntó Kai, dándose completamente la vuelta, para encarar al pelirrojo.

– Un poco – contestó tranquilamente, aun parado a un lado de su lecho, viendo al peliazul observarlo.

– Conozco un método para acabar con el frío – murmuró suavemente, abriendo el cinturón de su Katana, para acomodar el arma recargada en la pared junto a la ventana – "Va a estorbar para esto" – comenzando a caminar hacía la cama, pasos lentos y seguros. Tomó una de las cobijas que el sacerdote había sacado, desdoblándola, la extendió con sus manos. – Pero si continúas descalzo sobre el piso frío no servirá –

Lo miró un poco dudoso, asintió, y se volvió a subir a su cama, sentándose en ella muy cerca de las almohadas. Kai se acercó, removió sus botas rápidamente y se sentó tras él, moviendo las almohadas a un lado, recargando su espalda en la pared. Los rodeó con la sábana, cubriéndolos a ambos, dándole la oportunidad de rodear la cintura del ojiazul con sus manos, acercando ese pequeño cuerpo al suyo. Apoyando la espalda del religioso en su pecho.

Dentro de la sábana comenzó a frotar los brazos del sacerdote con sus manos, regalando una deliciosa sensación de calor, que cubrió ambos cuerpos.

– mejor... ¿No crees?... – murmuró sensualmente en el oído del ojiazul. – ¿Estás cómodo?... –

– mmm si, pero no creo que sea necesario... – comenzó a reclamar.

– Mira, encoje tus piernas – las sobó un poco, mientras murmuraba instrucciones, cerrando sus ojos, disfrutando de las suaves caricias que podía dar en ese momento.

– ¿Para qué?... – cuestionó, removiendo esas manos que frotaban sus piernas.

– Sólo hazlo – atrapó en sus manos, las frías manos del sacerdote.

– Bueno – contestó dudoso, encogiendo sus piernas, flexionando sus rodillas, pegándolas a su pecho. Las manos de Kai soltaron las suyas, y se dirigieron a sus pies, donde los envolvieron cariñosamente, calentándolos.

– Ves, tienes los pies fríos, con eso te puedes enfermar – explicó, sobando esos lindos pies, sintiendo al religioso relajarse entre sus manos. – ¿Aun tienes frío?... – preguntó suavemente.

– No – contestó, recargando su cabeza en el pecho del mayor.

– Te dije que funcionaba – replicó, sobando su mejilla en el cabello rojo de su acompañante.

– si, pero... ¿Es necesario que estés tan... cerca?... – preguntó incómodo.

– si lo deseas, me alejo, lo último que quiero es ponerte incómodo, solamente intento agradecerte de alguna manera por el techo y el alimento – contestó astutamente Kai, sabiendo que hasta ahí había su oportunidad de sentirlo – "Hasta la próxima"

– Por favor – pidió, alejándose del pecho del peliazul, para que éste pudiera levantarse de su cama. – Y no te preocupes, como ya dije, puedes quedarte el tiempo que desees – invitó, sintiendo al ojicarmín abriendo el cobertor para salir de él, sin destaparlo mucho.

– Gracias – murmuró algo enojado, cualquier otra persona habría preferido permanecer entre sus brazos, y disfrutar de las caricias que sus manos podían regalar. No le gustaba ser rechazado. Gruñó muy, muy bajo.

– ¿Es un arma lo que tienes ahí?... – preguntó el pelirrojo, señalando la katana que descansaba recargada a la pared.

– "¿Arma?" – Se preguntó mentalmente, siguiendo con la mirada el objeto que señalaba el pelirrojo – "Imbécil, síguete distrayendo con esa suave piel y ese hermosos cuerpo delgado y vas a terminar muerto" – se regañó mentalmente. – ¿Algún problema con ello?... – reclamó enojado.

– No, solamente no encuentro lógica – comentó tranquilo, reacomodando las almohadas donde anteriormente estaban, tapando su cuerpo también son las cobijas de su cama.

– ¿A qué?... – preguntó, sentándose en la madera que había frente a la ventana, subiendo una pierna, recargando en ella su codo, mirando al sacerdote.

– sales a conocer los alrededores del bosque desarmado, cuando puede haber ladrones allá afuera, y rondas dentro de la iglesia armado, entrando a habitaciones sin permiso a mitad de la noche – explicó.

– ... – miró por la ventana, afuera no se distinguía nada, excepto la oscuridad de la noche, pensando, analizando. – ¿Cómo sabes que salí desarmado al bosque?... – cuestionó.

– espero no te molestes, pero lamentablemente uno de mis chicos, curioseó sus pertenencias – cerró sus ojos – sé que eso no debió haber sucedido, y créeme, no se va a repetir –

– ... – se quedó sin palabras, nunca se imaginó tanta sinceridad por parte de alguien. Explicó exactamente lo que él había escuchado, e incluso se disculpaba, a su manera, por el mal acto cometido. Frunció el ceño... – "¿Está jugando conmigo?.." – regresó su mirada al religioso, viendo una expresión de calma en ese bello rostro.

– Como sea, si gustas, Hilary puede lavar tus ropas – ofreció, abriendo sus ojos.

– ¿hn?... –

– Si, si lo deseas, solamente dime, puedo prestarte algo mientras tanto –

– hn, sería bueno... – comentó tranquilo, sorprendiéndose cuando escuchó que tocaban la puerta... ¿Quién podría tocar la puerta tan tarde?...

– Adelante – dijo melodiosamente el sacerdote. La puerta lentamente se abrió, revelando a un peliazul parado afuera. – ¿Qué sucede, Tyson? – preguntó Tala.

– Tala, tengo frío, me iba a ir a dormir con Maxie, pero Ian está ahí; ya sabes que Oliver y Enrique son inseparables, Hilary me cerró la puerta en la cara, y aun tengo frío – lloriqueó el menor entrando al cuarto, cerrando la puerta fuertemente tras de él, y corriendo hasta estar a un lado de la cama de Yuriy.

El religioso lo miro de una forma siniestra. Después suspiró agotado, abrió las sábanas del otro lado de su cama, invitando al menor a pasar – entra – murmuró. Causando que el chico prácticamente brincara a la cama, escondiéndose debajo de las cobijas, abrazando una de las confortantes almohadas.

– Hmmf – gruñó Kai molesto con la pequeña peste, haciendo que el peliazul tormenta sacara el rostro de debajo de las cobijas y lo mirara sorprendido, y asustado.

– ¿Qué... qué haces aquí? – murmuró apenas audible.

– Hmmf – recibió otro gruñido de disgusto.

– ¿Yuriy?... – regresó su atención al pelirrojo – ¿Qué hace él aquí?... – repitió su pregunta.

– Estamos hablando – contestó tranquilo, mirando los ojos marrones del peliazul tormenta.

– Mmm, bueno – contestó, recargando su cabeza cerca de las piernas del religioso, rodeándolas con sus brazos. – antes de irnos a dormir, Enrique nos contó esta historia, de un hombre que podía transformarse en lobo, y gruñía, así como él – señaló a Kai.

– Y eso nos lleva a... – habló Kai, confundido y enojado. Yuriy dejaba a ese mocoso acercarse demasiado y a él lo alejó. Gruñó.

– VEEEEES – se sentó señalándolo – ¡Gruñe!... cuando haya luna llena se puede transformar – chillo, no perdiéndolo de vista.

– Ya deja de jugar y duérmete – replicó sonriendo el religioso, recostando la cabeza del ojimarrón en su regazo. Tyson volvió a levantar su rostro y lo acercó al del ojiazul, mucho, para gusto de Kai. Colocó su brazo en el hombro del religioso y se acercó aun más, dejando sus carnosos labios a unos centímetros del oído de Yuriy, susurrando algo.

Kai volvió a gruñir, esta vez más fuerte, eso no le gustaba, el niño se acostaba con él, lo abrazaba, lo tocaba, se acercaba mucho... Nunca perdiendo de vista los azules ojos del sacerdote – "ya verá ese mocoso" – pensó furioso, el niño no le iba a ganar.

– te dije... te dije – cantó el ojimarrón triunfante, volviendo a recostar la cabeza en el regazo de Yuriy, tapándose con las sábanas, cerrando finalmente los ojos. Con una sonrisa gigante en su rostro. Kai levantó una ceja de forma cuestionante.

– Dice que gruñes gracioso, le causa gracia y te hace gruñir más – explicó el pelirrojo, sonriendo un poco, haciéndole gracia la situación.

– No le digas – chilló el peliazul tormenta oculto bajo las sábanas.

– Y Tyson, es de mala educación secretear frente a las personas – regañó, borrando su fugaz sonrisa – lo que Enrique te contó se llama licantropía, y eso no existe – completó.

– ¿Quién "educó" – llevó sus manos a los lados de su cabeza, cerrando los puños, excepto dos dedos, que movió fingiendo las comillas en la palabra – al niño?... – preguntó.

– Disculpa, a veces olvidan como deben comportarse, debido a que viven tan lejos de las demás personas – comentó. No contestando la pregunta de Hiwatari, quien inmediatamente notó ese pequeño detalle.

– como sea. ¿Tala?... –

– ¿Hmmm?... – preguntó el pelirrojo, mirándolo de una forma extraña, de nuevo esas pupilas contrayéndose visiblemente a pesar de la tenue iluminación. Kai pudo notar al peliazul que yacía bajo las sábanas tensarse.

– El niño te llamó Tala – explicó audazmente, sabiendo que era su oportunidad de descubrirlos. Un 'ups' se escuchó bajo esas sábanas.

ζ Cazadores ζ Cazadores ζ Continuará… ζ Cazadores ζ Cazadores ζ

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Para la palabra rara... err, bueno ni tan rara, pero se puede decir de tantas formas y es tan diferente en cada lugar, que más vale prevenir que responder XD

(1) Candela – Vela para alumbrar