Todos los personajes aquí presentes son del maestro Tolkien y los tomamos prestados para divertirlos.Por favor, no pierdan el tiempo en demandas

Nota: El tiempo en que la historia se da es alrededor de 500 años después de la destrucción del anillo. Si los elfos son un tanto vanidosos, perdón, pero no creemos que sean tan serios todo el tiempo, y era la única manera de tener una trama.Gracias por las criticas.

Capítulo 2. La cacería.

-¿Dónde estarán esos dos?-preguntó Celegorm – Estos niños mimados no conocen la puntualidad.

-Tranquilo hermano. Ya llegarán- lo apaciguó Maderos.

- Aunque no creo que duren tanto como Caranthir arreglándose- se rió Amrod.

- ¿Por qué? ¿Cuánto dura?- quiso saber Legolas ansioso.

-¿A ti qué te importa, Moriquendi?- saltó Caranthir.

Pero no pudieron seguir discutiendo, porque en ese momento llegaron los gemelos.

- Disculpen la tardanza, es que…No supimos que armas escoger- mintió Elrohir.

-Es verdad- asintió Elladan.

-No hay problema, ya nos podemos ir.-dijo Amros.

El grupo de elfos se adentró en el bosque. Todos iban vigilantes, con Celegorm, Amrod y Amras a la cabeza, ya que ellos eran los mejores cazadores. En cualquier momento una posible presa aparecería.

De repente….

-¡Mi cabellera!- gritó Legolas. Algo había surcado los aires y casi arranca el cuero cabelludo del elfo.

-¿Qué fue eso?- preguntó Maedhros.

- Ni idea- contestó Elladan- Parecía un águila.

-¿Qué águila? ¡Miren allá!- gritó Elrohir, señalando el cielo.

Algo extraño volaba sobre ellos. Una figura se mecía alta entre las nubes. Parecía…

-¡ El cerdo alado!- gritó Caranthir- Pero si decían que era una leyenda.

- Debe ser otra de las extrañas creaciones de Aule- dijo Curufin.

- Claro. Primero los enanos y ahora esto-afirmó Caranthir con una expresión de profundo desagrado en el rostro.

Entretanto Legolas buscaba un espejo frenéticamente, para ver si algo había pasado con su cabello. Al fin se rindió pues no encontró nada, pero volvió a ver a sus amigos con ojos de loco.

- ¡No me interesa si Aule le pone patas a las culebras! Ese cerdo casi me arranca mi preciado cabello y cualquier cosa que ponga en peligro mi belleza, debe ser exterminada!- gritó histérico el elfo.

- Deja de actuar como una niña. No ha sido para tanto-lo regañó Curufin.

- Dejen de pelear. Hemos venido a cazar, no a discutir- dijo Maedhros- Así que ¡a la caza del cerdo alado!

Todos emprendieron la marcha. El cerdo había desaparecido. Los elfos iban expectantes, principalmente Legolas, que se peinaba con esmero. Si embargo, en ese preciso instante, un zumbido cruzó el aire. Legolas se tiró al suelo, cubriéndose la cabeza con las manos. Los demás sacaron sus arcos y flechas, dispuestos a matar al raro animal. Cada vez que lanzaban una, el cerdo lograba esquivarla. Pero de repente, se precipitó sobre Caranthir, haciendo que el elfo cayera del caballo y rodara hasta un charco.

-¡Le di! ¡Le di!- gritó orgulloso Celegorm. El cerdo con alas había caído en unos arbustos cercanos.

Mientras tanto Legolas y Caranthir se levantaron. Legolas tenía una expresión de horror en el rostro y el pelo cubierto de hojas. El aspecto de Caranthir era mucho pero. Estaba cubierto de lodo de los pies a la cabeza y tenía todas las vestiduras rotas. No parecía un príncipe elfo, sino el hombre más salvaje de la Tierra Media.

- ¡Ahora sí se ven guapos!- dijeron Amrod y Amras al unísono.

-Especialmente tú, hermanito-exclamó Maedhros sin poder contener la risa.

- Ya cállate- replicó furioso Caranthir, sin poder decir nada más pues se atragantó con un poco del lodo que le resbalaba por el rostro.

El pobre Legolas sufría una pequeña crisis nerviosa. El elfo estaba pálido y cada vez que se quitaba una hoja del cabello ahogaba un grito.

Por ese día decidieron no continuar pues consideraron que merecían un pequeño descanso.