Todos los personajes aquí presentes son del maestro Tolkien y los tomamos prestados para divertirlos.Por favor, no pierdan el tiempo en demandas

Capítulo 3. El frasquito misterioso.

Había caído la noche e Isil brillaba en las alturas. De repente, Earendil apareció en el cielo, opacando a la Luna momentáneamente.

-¡Elfo advenedizo! ¡Ahí llevas nuestro Silmaril!- gritó Caranhir.

- ¿Eres tú, Caranthir? Es que me pareció escuchar tu dulce voz- sonrió Maedhros, mientras su hermano lo fulminaba con la mirada.

- Sino hubiera sido por ti y el inteligente de Maglor, aún tendríamos dos-repuso Caranthir, que ya lucía su aspecto habitual.

- ¡Dale con eso!- dijo Maglor.

- No peleen más. Discutir arruga el rostro y luego viene las patas de gallo- dijo Legolas conciliador, mientras terminaba de levantar su tienda. Habían decidido acampar en un claro.

- ¿Quién irá por la leña?- preguntó Celegorm.

-Yo no puedo. Estoy componiendo "La balada del cerdo alado y como Caranthir quedó hecho un cerdo"- comentó Maglor.

-Nosotros iremos - propuso Elrohir.

-Procuren no perderse. No queremos que Galadriel convoque a los Valar para que nos

exilien-les gritó Amrod, mientras se alejaban.

Los gemelos se alejaron del claro, mientras se distraían recogiendo la leña en el camino.

-¡Que divertidos son los hijos de Feanor y Legolas!- exclamó Elrohir.

-Viste cuando Caranthir cayó al charco. Tuve que meterme el puño en la boca para no

reír – dijo Elladan.

-¡Y pensar que mami no quería dejarnos venir!- repuso Elrohir.

-Hermano, ¿qué es aquello?- preguntó el otro gemelo, mientras se detenía. A escasos tres metros de distancia algo brillaba en el suelo. Los elfos se acercaron curiosos al lugar de donde provenía el resplandor.

- Mira, un frasco- señaló Elladan. Era cierto, había un pequeño frasco color ámbar en el suelo. Tenía una etiqueta que decía: BÉBEME y en letras diminutas:Tenga cuidado con la dosis. Concentrado.

Elrohir sostuvo el envase y lo acercó a su nariz. Una sonrisa se le dibujó en el rostro.

- ¿A qué huele? ¿Y si es un veneno?-preguntó su hermano.

- No es ningún veneno. Al parecer algún elfo lo dejó olvidado para nuestra suerte. Esto huele a aquel delicioso vino, cosecha del 3019 del Poney Pisador- explicó Elrohir.

- ¿Lo llevamos?- preguntó Elladan.

-Por supuesto- sonrió su hermano. Y así los dos elfos con su carga de leña y el frasquito, se dirigieron al campamento.

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-¡Sangre! ¡Sangre en mi cabello! – gritaba Legolas histérico.

- Perdóname. No vi que estabas allí- dijo Caranthir sarcásticamente. Él era el encargado de arreglar al cerdo y "sin querer" había rociado a Legolas con sangre.

En ese momento llegaron los gemelos con la leña. Prepara todo para poner a asar al cerdo. Luego de que el animal se hubo dorado, los elfos se sentaron para disfrutar del festín. Al terminar, Elladan propuso un brindis.

-¡ Sí, un brindis! – celebró Amras- ¡Cualquier oportunidad es buena para unos tragos.

- Legolas, trae el vino-dijo Amrod.

El elfo trajo una fuente hermosamente labrada en plata y la colocó en el centro. Nadie notó que Elrohir se acercó y agregó todo el contenido del frasquito al vino.

Cuando ya cada uno hubo llenado su copa, se dispusieron a brindar.

-¡ Brindo por la belleza de los elfos!- dijo Legolas.

- Y yo por ser un elfo y no un humano!-dijo Caranthir.

- No empieces- replicó Maedhros.

- Yo por la satisfacción de haber visto a Caranthir cubierto de lodo- rió Maglor.

Todos bebieron.

-¡Mmmm! Este vino está excepcionalmente bueno – dijo Legolas.

- Tienes razón. Nunca había probado nada igual- comentó Maedhros.

Los elfos apuraron sus bebidas, pero no quedaron satisfechos.

-¿No hay más?- preguntó Celegorm.

Elrohir volvió a servir otra ronda y pasado un rato los elfos empezaron a sentirse muy extraños.

- ¿Por qué todo da vueltas? - preguntó Amras visiblemente mareado.

-¿Vueltas? Yo estoy viendo olifantes rosados- dijo Legolas.

Por allá se escuchaba un canto desafinado de Maglor: "Un cerdo vino volando y a Caranthir al lodo arrojó".

-¿Dónde está mi mano derecha? La extraño- sollozaba Maedhros desconsoladamente mientras se veía el brazo.

Un poco más lejos Elladan y Elrohir se tomaban las manos y giraban, hasta caer al suelo y riendo se volvían a levantar para girar una vez más. Probablemente los elfos trataban de imitar alguna danza de Rohan para invocar a la lluvia.

Caranthir se acercó tambaleando a Legolas y lo abrazó.

- ¡Perdóname, elfo oscuro!- sollozó- Ya no seamos más enemigos.¡ Quiero que seamos los mejores amigos del mundo! .

- Está bien- lloró Legolas- De por sí, los dos somos igual de hermosos.

-¡Viva la noble raza de los Noldor!- gritaba Curufin, mientras bebía y hasta que cayó dormido.

Celegorm se lamentaba sentado en el césped:

-¿ Cómo se atrevió a despreciarme? Yo le podía ofrecer todo y prefirió irse con ese manco-

-¿Tienes algún problema con los mancos?- replicó Mediros y luego se miró el muñón-¡ Mi mano! ¡Mi mano derecha!

- ¿De quién hablas? ¿De Luthien? – preguntó Amrod.

- No, ¡de Huan!- sollozó- ¡Mi perrito! ¡Cómo lo extraño!

Y poco a poco todos los elfos fueron cayendo dormidos. Legolas abrazado a Caranthir.

osa hasta el otro día.