Todos los personajes aquí presentes son del maestro Tolkien y los tomamos prestados para divertirlos.Por favor, no pierdan el tiempo en demandas
Capítulo 4. Los peores temores de los elfos
Legolas despertó abrió sus ojos, para disfrutar de esa hermosa mañana.
-¡AHHHHHHHHHHHH!
¿A quién diablos estaba abrazando? Ese era un anciano, no Caranthir.
-¿Por qué el escándalo? – preguntó Caranthir, restregándose los ojos con sus arrugadas manos.
-Por todos los Valar, ¿quién eres y qué has hecho con Caranthir?-preguntó Legolas, desenvainando las cuchillas.
Pero Caranthir no respondió. Se había quedado viendo a Legolas, con los ojos como platos, perplejo.
-¿Qué pasa?- preguntó el elfo.
Caranthir se llevó la mano a la cabeza.
-¿Mi cabello? ¿Qué pasa? ¿Está desordenado?- se alarmó Legolas.
Y se tocó la cabeza con ambas manos. El elfo sintió una superficie totalmente lisa y sin un solo cabello.
-¡AHHHHHHHHHH!
Un grito desgarró el aire. Por un momento no se escuchó nada más en toda Valinor. Legolas cayó desmayado, con la boca y los ojos abiertos.
El aullido despertó a los demás. La cara que los elfos pusieron no se podía describir. Maglor
quiso gritar pero su voz no salió. Algo extraño había pasado. Amrod y Amras, usualmente esbeltos, ahora ostentaban dos enormes barrigas. Celegorm, para horror suyo, se vio al espejo.
-¿Qué demo…?- dijo. El espejo reflejaba una imagen muy parecida a la de Beren Erchamion.
Elladan y Elrohir se miraron el uno al otro.
-Hermano, tienes unas pústulas horribles en la cara- dijeron al mismo tiempo. Sus rostros estaban llenos de acné, como si comieran mantequilla de maní muy a menudo..
-¿Qué me está pasando? ¿Por qué tengo tantas ganas de cantar y construir barcos?- preguntó Curufin horrorizado.
Amrod se acercó con su inmensa barriga, que oscilaba de un lado a otro.
- Tu cabello se ha vuelto extrañamente rubio. Pareces un Teleri- dijo.
- ¿Yo? ¿Un Teleri? ¡Noo!- gritó- Vámonos, quiero cantar y pasear por la costa. El elfo se tapó la boca con las manos.
-¿Alguien ha visto a Maedhros? – pregunto Caranthir.
-¿Quién eres tú, anciano?- se extrañó Amras.
-¿De qué estás hablando? Soy yo, Caranthir- replicó su hermano.
Amras le alargó un espejo.
-¿Qué rayos es esto? Parezco un humano. ¡Y viejo!- exclamó, y sin poder contenerse cayó junto a Legolas, inconsciente.
Maedhros no se veía por ninguna parte. Hasta que se escucharon unos débiles gritos que provenían de su tienda.
Maglor, tocándose la garganta, se acercó y si hubiera tenido voz, habría gritado. Cuando salió de la tienda traía algo entre sus brazos. Parecía un pequeño bulto. Pero cuando lo puso en el suelo, todos ahogaron un grito.
- ¿Qué está pasándonos? – preguntó un diminuto Maedhros, con voz chillona. El elfo tenía ahora el tamaño de un Mediano.
-No lo sé. Pero mis peores pesadillas se han vuelto realidad.- dijo Celegorm.
- Y las mías- dijo Curufin que cantaba en un rincón, mientras tallaba un pequeño barco de madera.
- Lo primero que tenemos que hacer es despertar a estos dos- aconsejó Maedhros, con su aguda voz, señalando a Caranthir y Legolas.
Amrod y Amras se acercaron con una vasija llena de agua y la arrojaron sobre los elfos. Cuando Legolas despertó, continuó gritando como sui nunca se hubiera desvanecido. Caranthir se puso en pie.
-¡Un bastón, por Aule! No aguanto la columna-se quejó.
Elladan se acercó a Legolas y lo abofeteó para que se callara.
- Alguien dígame qué está pasando- preguntó -¿A donde se ha ido mi cabello? Ni uno solo quedó.
-¿Acaso esta cara llena de acné te dice algo?- dijo Elrohir.
Legolas ahogó un grito cuando vio a su amigo.
- Al menos tú estás calvo, yo… yo soy un vil humano- se lamentó Caranthir.
¡Al mar! ¡Al mar! Claman las gaviotas blancas,
el viento sopla y la espuma blanca vuela.
Lejos al Oeste se pone el Sol redondo.
Navío gris, navío gris ¿no escuchas la llamada?...recitaba Curufin.
Maedhros pegaba brincos y levantaba una mano en el aire para hacerse escuchar.
-Todos cálmense. Debemos ir cuanto antes a Valmar y pedir el consejo de los Valar.
Los elfos devastados recogieron todas sus cosas y emprendieron la marcha. Los hijos de Elrond llevaban velos que cubrían sus rostros. Amrod y Amras se habían fajado, pero aún algunos pliegues de piel se salían de su lugar. Legolas usaba un extraño gorro y Caranthir caminaba cubierto de pies a cabeza con guantes y una capa. Celegorm llevaba una capucha. Maedhros montaba el perro de caza, pues le era imposible subir a su caballo. Los únicos que parecían normales eran Maglor y Curufin. Sin embargo, el primero llevaba el semblante triste y al otro tuvieron que atarlo al caballo, pues no dejaba de gritar que el mar lo llamaba.
Así la extraña compañía abandonó los bosques de Orome, a un destino poco alentador en Valinor.
