Capítulo 5. El amargo retorno.

La noche cayó sobre Valinor y las sombras sirvieron para ocultar la vergüenza de los elfos. La compañía se dispersó y cada uno se fue a su respectivo hogar.

Los hijos de Feanor llegaron a Formenos cautelosamente, excepto Curufin que iba diciendo: "Al Mar, al mar..."

-¡Ya cállate o juro que te pondré un bozal!- susurró Caranthir con su cansada voz.

Los elfos trataron de llegar en silencio a sus habitaciones, cuando Nerdanel y Celebrimbor aparecieron.

Curufin se lanzó sobre su hijo.

- Hijo mío, vamos con nuestros hermanos Teleri. Vamos a conversar con Osse y Uinen- dijo.

- Padre ¿qué pasa contigo? Me asustas- exclamó Celebrimbor - Mira tu cabello.

-¿Por qué traen los rostros cubiertos? - preguntó Nerdanel.

Con desgana, sus hijos se despojaron de las capas. Se escuchó un golpe sordo mientras Nerdanel caía desvanecida.

-¡Mamá! – gritaron todos, excepto Maglor que abrió la boca sin articular palabra.

Celebrimbor se acercó a su abuela y la llevó en brazos hasta el lecho, donde todos la rodearon. Poco a poco volvió en sí, pero casi se vuelve a desmayar.

-¡Mis bebés! ¿Qué les ha pasado?- sollozó-¿Y quién es ese niño?- dijo señalando a Maedhros.

-Mamaíta, soy yo, Maedhros- respondió el elfito.

-¿Qué han hecho esta vez? No entienden que con lo de robar barcos estuvo bien - se lamentó Nerdanell.

- No lo sé, hoy amanecimos así – dijo Amrod.

-Pero no somos los únicos. También Legolas, el hijo de Thranduil y los hijos de Elrond- explicó Celegorm.

- Lo que me faltaba, problemas con la loca de Galadriel. La última vez dijo que tenía planeado ayudar a escapar a Feanor de Mandos- replicó su madre.

- Tranquila mamá. Encontraremos la solución- tosió Caranthir, aunque sin creérselo.

--------------------------------------------------------------------------

Legolas se escabulló rápidamente a su recámara, al parecer sin ser visto. Aunque había olvidado que Thranduil nunca se dormía sin arroparlo.

-¡Hijiiito!- se escuchó la melodiosa voz de su padre.

-¡Maldita sea!- exclamó el elfo- ¡Papá, no entres!

Muy tarde, su padre estaba allí.

-¿Acaso mi hermoso hijo no quiere mi beso de buenas noches?

Legolas no contestó. Se había metido en la cama, tapándose completamente.

- No te escondas, queridito- dijo su padre mientras lo destapaba.

-¡GUARDIAS! ¡Un intruso!- gritó.

Legolas le tapó la boca. Gracias a los Valar, nadie acudió.

- Cállate papá. Soy yo, tu hijo- dijo el joven elfo.

-¡Tu cabello! ¿Qué le sucedió? - preguntó Thranduil- Fueron ellos, los hijos de Feanor ¿verdad? ¡Malvados! Galadriel me advirtió y yo no la escuché.

-¡No papá! A ellos también les pasó algo parecido-repuso Legolas.

Sin embargo, parecía que su padre no lo escuchaba.

- Galadriel dijo que eran capaces de cualquier cosa ¿Pero cortarte el pelo? Jamás lo creí. Es lo peor que le puede pasar a un elfo- se lamentó Thranduil.

-Gracias por el apoyo, papá- le reprochó su hijo- Y por favor, deja esas tertulias con la Dama Blanca. Lo único que hace es llenarte la cabeza de basura. Los hijos de Feanor son mis amigos y no lo que los rumores cuentan.

- Si tú lo dices, calvito- replicó Thranduil disgustado, abandonando la habitación.

----------------------------------------------

Elladan y Elrohir entraron muy cuidadosamente al palacio. Sin embargo…

-¿Donde están mis nietos preciosos?- se escuchó la voz de Galadriel.

-¡Rayos, la abuela!- clamaron al unísono.

Demasiado tarde. La elfa los aprisionaba en un apretado abrazo.

-¿Para qué son esos velos? Ya sé, no quieren deslumbrar a los demás con su hermosura- dijo la Dama Blanca mientras se los arrancaba de un tirón.

-¡CELEBRÍAN!- gritó.

Su hija irrumpió en la estancia.

-¿ Qué pasa, mamita?- preguntó. Luego vio a sus hijos.

-¡ELROND, ERES HOMBRE MUERTO!

Elrond apareció inmediatamente.

-¡Por Ilúvatar! ¿Qué quieres mujer? - se quejó. Al instante, se arrojó al suelo, pues un plato rozó su puntiaguda oreja.

-¿Acaso intentas matarme? - gritó.

- Mira lo que esos demonios, esos engendros del mal, le han hecho a nuestros hijos- le gritó Celebrían.

-¿Te refieres a mis malvados primos?- preguntó malévolamente su madre, mientras caminaba de un lado a otro.

La elfa asintió.

- ¡BUAJAJAJA!- rió estruendosamente- ¡Ahora si conseguiré que los castiguen! – exclamó retorciéndose las manos.

-¡Abuela, a ellos les pasó lo mismo!-se exasperó Elladan.

Pero ella no le prestó atención.- Van a pagar- murmuraba.

-¡Basta! Estoy harto de que tú y Celebrían insulten a los que me criaron. La verdad no creo que quieran el mal para mis hijos- explotó Elrond en un ataque de valentía.

-Bien dicho, papá- celebró Elrohir.

Madre e hija se fueron airadas, sin decir nada.

-¿De verdad ellos no tienen nada que ver?- preguntó el Medio Elfo acercándose a sus hijos.

-No. Ellos y Legolas han sufrido algo peor-le aseguró Elrohir.

-¿Cómo qué?-preguntó su padre.

- Mañana los verás. Basta decir que Caranthir parece un hombre anciano y Legolas perdió todo el cabello- comentó Elladan.

-¡Por Eru, los Valar y los Maia! Pobres Nerdanel y Thranduil. Los tendré que visitar mañana temprano- dijo Elrond.

- Buenas noches papá. Tengo que cubrir este acné con algo- dijo Elrohir, que junto a su hermano, subieron a sus habitaciones.

-Un elfo calvo- murmuró para sí Elrond, mientras se dirigía a su estudio. No quería ver a su esposa hasta el otro día.