Todos los personajes aquí presentes son del maestro Tolkien y los tomamos prestados para divertirlos.Por favor, no pierdan el tiempo en demandas
Capítulo 6: El Juicio
La mañana siguiente se escucharon lamentos en toda Aman, parecidos al día en que la luz de los Dos Árboles se había extinguido. Al parecer el misterioso mal se propagó velozmente durante la noche.
Manwe estaba sentado sobre su trono en Taniquetil y lucía preocupado.
-¿Qué extrañas visiones son estas? Elfos sin cabello y cuerpos obesos- dijo el Vala-¿Qué es aquello que veo? Los Teleri huyen se acercan en masa huyendo del Mar.
-¿Y los hermosos Vanyar? Su lugar ocupan hoy esos extraños hombres y mujeres endrinos que están a nuestros pies- exclamó Varda.
Mientras tanto una figura gorda y con apenas cabellos en la cabeza, se aproximaba al Mahanaxar agitando los brazos y gritando:"Los hijos de Feanor".
-¿No es esa la Dama Blanca? Debería decir la gorda y calva Dama Blanca- se rió Tulkas.
El viento trajo consigo los gritos de la elfa: ¡Nuevas desgracias han traído los hijos del traidor de la raza!
Tras ella se distinguían cuatro figuras. Otra elfa calva y gorda, Celebrían, sus hijos y Elrond, quien lucía completamente normal.
Galadriel se postró dificultosamente ante Manwe.
-¿Qué ha pasado esta vez, querida señora¿Qué conspiración has descubierto en esta ocasión?- preguntó desganadamente Manwe.
-¿Acaso no escuchas los lamentos? Esos heraldos del mal, los hijos de Feanor tiene la culpa- gritó, arrancándose los pocos cabellos que le quedaban.
-Verdad es. Algo extraño pasa ¿pero por qué dices que es culpa de la casa de Curufinwe?-inquirió Manwe.
-Ellos siempre tiene la culpa. Deberían dejarlos hasta el fin de Arda en las estancias de Mandos para poder tener paz- se lamentó Galadriel.
-A otra enviaría yo allá - murmuró el Vala.
-¿Cómo dices mi señor? – preguntó ella.
-Nada, que me relates los hechos- dijo el Vala.
Sin dejar hablar a su abuela, los gemelos contaron la historia, omitiendo lo del cerdo alado y la "pequeña fiesta". No querían ser tachados de borrachos ni que Aule los regañara.
- Pero queremos recalcar que los hijos de Feanor no tiene la culpa de nada. Ellos han sufrido igual- repuso Elrohir.
-Antes de seguir con esto, todos los involucrados deben estar presentes-dijo Manwe-¡Eonwe!ve a casa Thranduil y a Formenos, avísales que deben venir inmediatamente.
El heraldo, que se había estado riendo a carcajadas, asintió y partió al vuelo.
Entretanto, el Anillo del Juicio se encontraba rodeado de todos los habitantes de Aman: Noldor, Vanyar y Teleri.
Muchos elfos ilustres se encontraban allí: Thingol, convertido en enano, Finrod Felagund, que no paraba de ver lobos, Glorfindel tenía el cabello color azabache, Eol preguntaba a todos por su querido Curufin. El pobre Fingolfin sufría cada vez que veía hielo.
Una extraña mujer endrina no dejaba de seguir a Finrod.
-Ahora sí podemos casarnos, amado mío- decía.
-¡Apártate Amarie¡Un lobo!- gritó él y se escondió tras unos pilares.
Pasado un rato, apareció Eonwe seguido de un extraño grupo: los hijos de Feanor, Legolas, Thranduil, que corrió a abrazar a Thingol, pues también lo habían convertido en enano, Nerdanel que se veía normal y Celebrimbor que se frotaba las manos y murmuraba¡Más anillos¡Quiero forjar más anillos!.
Todo quedó en silencio un momento y luego los Valar estallaron en risas. Manwe se secó las lágrimas y se dirigió a Galadriel.
-¿Sigues pensando en que son ellos los responsables?-
-Por supuesto. Como ellos se ven ridículos, quieren que los demás luzcan igual- replicó la elfa.
-Querida prima, esta bien que quisimos robar los Silmarils, pero no estamos tan locos como para hacernos daño a nosotros mismos-argumentó Caranthir con su senil voz.
Curufin se logró liberar de sus ataduras y corrió hacia un grupo de Teleri, gritando¡Hermanos¡El Mar nos llama!
Los elfos huyeron asustados, bastante temor sentían por los hijos de Feanor.
- Señores de Arda, esta vez no tuvimos nada que ver. Mis hermanos y yo juramos no hacer más daño-expresó Maedhros.
-¡-No hables de juramentos¡No los quiero de vuelta conmigo!-exclamó Mandos asustado.
-Les creemos – repuso Manwe- Ahora debemos buscar una cura a este mal.
- Al parecer, esta extraña enfermedad ha revivido sus peores temores y en nuestros dones no está el curar el miedo ajeno- explicó Varda.
Se escucharon nuevos lamentos. ¿Si un Vala no podía curarlos entonces quién?
-¡Estamos perdidos!- se escuchó una voz.
-Seré un enano para siempre. ¡Noooo!- lloró Thingol, mientras él y Thranduil se mesaban las barbas.
-¿Lobos por toda la eternidad¡Noooo!- se lamentó Finrod, mientras Amarie trataba de abrazarlo.
-¡Anillos de Poder para todos!- gritó Celebrimbor.
La desolación era grande entre los Eldar. Los pocos que no habían sufrid cambios, como Elrond y Nerdanel, trataban de consolar a los demás.
Legolas se encontraba sentado. ¿Cómo diablos voy a vivir sin pelo el resto de mi vida?- pensaba-¿Dónde podré conseguir una peluca? De repente una luz de entendimiento iluminó su calva cabeza. El elfo se levantó de un salto y se acercó a Maedhros.
-Debemos visitar a tu padre-dijo, inclinándose a su lado.
-¿Quieres que a mi padre le dé un ataque?- preguntó Amrod, sorprendido.
-Piénsenlo. ¿Acaso no es Feanor el elfo más hábil y grande que haya existido? Estoy seguro que el podrá ayudarnos-repuso Legolas.
-Tienes razón. Si creó los Silmarils y los Palantiri, podrá encontrar un remedio- aseguró Maedhros.
-A veces me sorprendes Elfo Oscuro. Después de todo creo que si podemos ser amigos-manifestó Caranthir. Legolas sonrió.
Galadriel se adelantó, corriendo.
-¿Están dementes? Eso solo traerá más males- se opuso ella.
-Querida prima, aquí la única loca eres tú. Además ¿quién ha dicho que te pensamos dar remedio alguno?- preguntó Celegorm con sorna.
-¿Cómo te atreves¿Es que piensan dejarme así?- sollozó la Dama Blanca.
-Si no te callas, probablemente lo haga-la advirtió su primo.
Legolas se acercó al sitial de Mandos.
-Señor ¿nos permitiría visitar al señor Curufnwe?- inquirió Hojaverde.
-Está bien .Siempre y cuando no lo ayuden a escapar-concedió el Vala.
-Partirán mañana a primera hora-dispuso Manwe.
