Todos los personajes aquí presentes son del maestro Tolkien
y los tomamos prestados para divertirlos.Por favor, no pierdan el
tiempo en demandas
Capítulo 7: El feliz reencuentro.
Al día siguiente, todos los elfos se pusieron en camino. Los hijos de Curufinwe no podían ocultar su emoción y el miedo de ver a su padre.
-Ya saben, díganle donde están los Sillmarils, pero no como llegaron allí- advirtió nervioso Maedhros.
-Y no mencionen que el Medio Elfo Earendil tiene uno-dijo Amras.
-Tú Legolas, no digas nada de tu sangre Teleri. Desde aquel "pequeño" incidente en Alqualonde a papá no le agradan mucho-comentó Caranthir-Aunque no sé, como reaccionará al ver a Curufin.
La cabalgata continuó hasta que llegaron ante las Estancias de Mandos. Una fría voz resonó en sus oídos.
-Bienvenidos a las Estancias de Mandos .Por favor, diga el motivo de su visita-
-Queremos visitar a Curufinwe Feanaro- chilló Maedhros.
-Los esperábamos. Por favor, si tiene algún arma, joya a Palantiri que despierte recuerdos obsesivos en su padre, déjenlo en la entrada con el Maia centinela-dijo la voz.
Los elfos dejaron todos los objetos brillantes y punzo cortantes que llevaban consigo en una especie de baúl al lado del guardián.
-Pasen por favor-les indicó la voz.
De esa forma se adentraron en las inmensas salas de Namo, de las que se decía que ningún ser podía escapar.Para su sorpresa el Vala apareció ante ellos.
-Yo mismo los conduciré a donde está su padre .Ha estado muy inquieto últimamente.Tuve que decomisarle una cuchara y aislarlo.Ya saben, maniobras de escape-dijo Mandos, aburrido.
Atravesaron varios pasillos hasta llegar a una habitación estrechamente vigilada por varios Maia.
-Aquí los dejo-dijo Mandos y se marchó.
Un Maia se dispuso a abrir las siete cerraduras, y luego permitió a los visitantes pasar. Todos se asombraron, eso no parecía una celda.Era más bien una lujosa habitación, con espejo y sillones amplios y una hermosa cama. (no era como las que les habían tocado a los siete hermanos cuando estuvieron allí, ellos debían compartir hasta la cama, pues según Mandos eran tantos los muertos que no alcanzaba.)Feanor estaba sentado en su espacioso lecho, con la mirada perdida y murmurando.
-¿Cómo haré para conseguir otra cuchara? Debo terminar el túnel. ¡Libertad, por favor!-exclamó desesperado.
-Papi ¿te encuentras bien?- le preguntó Maedhros.
-¿Qué rayos eres tú¿Qué haces aquí¿Tienes una cuchara?-inquirió Feanor.
-Aunque no lo creas, soy yo Maedhros- murmuró el pequeño elfo.
-¿QUÉ!- se sobresaltó. Luego se percató de la presencia de los demás. Al reconocer a sus hijos, Feanaro se sintió morir por segunda vez.Cuando se hubo repuesto del impacto, empezó a lamentarse.
-¿Por qué me envías estas horribles visiones? Juro que no vuelvo a intentar escapar- gritó.
-Feanor, recuerda que no debes jurar. Y no son horribles visiones, son tus hijos- recitó la misma voz que de la entrada. Era como si hubiera parlantes en ese lugar.
-¿Mis hijos? Aquí debe haber una equivocación. Yo veo a dos humanos y una cosa pequeña- replicó él-Por Ilúvatar¿eres tú Curufin, mi hijo amado¿Qué te hiciste en el cabello¿Por qué le cantas al Mar? Esto no puede ser cierto.
Feanor se sentó mientras se agarraba la cabeza en gesto de desesperación.
-Papaíto, que más quisiéramos nosotros. Pero me temo que es verdad- se lamentó Caranthir.
Su padre se fue a un rincón, mientras susurraba de forma ininteligible. Nada más se escuchaba¡Desgracia¡Vergüenza! Dos humanos y un Teleri.
-Papá, hemos venido para que nos ayudes- dijo Amrod.
Feanor se volvió hacia a su hijo, asustado de ver su barriga, hasta que reparó en Legolas y los gemelos.
-¿Y esos tres quiénes son? Tú tienes cara de Teleri- dijo apuntando a Legolas acusador-Pero calvo.
-Yo…señor…yo…no me haga daño- suplicó el elfo.
-Papá, él es Legolas, hijo de Thranduil y ello son Elladan y Elrohir, vástagos de Celebrían y Elrond- explicó Maedhros.
-¿Familiares de Galadriel y un Teleri? No lo puedo creer- dijo Feanor incrédulo, moviendo la cabeza.
-Sí, pero la loca es la abuela- se defendió Elrohir- A nosotros nos caen muy bien sus hijos.
-Es verdad. Y Legolas es el único Teleri que nos demuestra su confianza- comentó Caranthir.
-¿Nos vas a ayudar?- preguntó Celegorm.
-¡Por supuesto! No voy a dejarlos con esa apariencia tan desagradable- dijo con vehemencia- Pero veo que a Maglor no le ha pasado nada.
-Perdió la voz- explicó Celegorm.
-Papá ¿me ayudas a construir un barco? – preguntó Curufin.
-Después, después- dijo Feanor, sin hacerle mucho caso-Ahora necesito que me relaten como llegaron a este estado.
Sus hijos y Legolas le contaron todo, mientras que los gemelos se quedaron en un extraño silencio.
-Mucho me dicen, pero hay quienes ocultan algo- miró a Elladan y Elrohir-Ustedes dos ¿por qué no hablan?
Tan imperioso fue el tono de voz, que los gemelos no perdieron tiempo en decir toda le verdad.
-Uhmm, ya veo. Necesitaré ver ese frasquito- dijo Feanor. Mañana los espero. Ahora márchense, necesito meditar.
Sus hijos se dirigieron a la puerta, sin embargo Maedhros se volvió.
- Se me olvidaba, papá: mamá te envía saludos. Lo digo tal como ella lo dijo: Dile a ese ingrato que qué espera para salir y reunirse conmigo.
El rostro de Curufinwe se iluminó. Por un momento perdió el control.
-¿En serio¿Ella me extraña?- inquirió, casi con ternura. Algo brillaba en sus ojos.
-Papá ¿estás llorando?- le preguntó Caranthir, impactado.
-Convertirte en humano, ha disminuido tus facultades ¡Curufinwe Feanaro nunca llora!-dijo, pero sospechosamente se secó los ojos con el dorso de la mano.
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-No sé que le han hecho a su padre. Ha pasado contando y cepillándose toda la mañana- dijo Mandos, al día siguiente, cuando los elfos volvieron para visitar al Noldo.
-Ni idea- se limitaron a decir.
Todos entraron al aposento y para su sorpresa Feanor cepillaba los cabellos frente al espejo.
-¿Por qué no tocan la puerta antes de entrar?- preguntó molesto.
-¿Te estás poniendo guapo para mamá?- inquirió Amras divertido, pero su padre lo calló con la mirada.
-¿Trajeron lo que les pedí?- dijo, para cambiar el tema.
-Sí señor Curufinwe-respondió Elladan, mientras le pasaba el frasquito color ámbar.
- Tengo una duda todavía ¿son ustedes los únicos así?-preguntó Feanor.
-No papá. Son casi todos los elfos-explicó Maedhros.
Feanor arqueó las cejas.
-Eso cambia todo. Se me ha ocurrido un brillante plan-dijo, tocándose la barbilla. Sus ojos brillaban como cuando veía los Sillmarils.
-¿Cuál papá?- preguntó Maedhros asustado. Siempre que su padre ponía esa expresión era signo de que algo no muy bueno iba a ocurrir.
-Tranquilo hijo. No pienso recuperar mis amadas joyas. Ya aprendí la lección- sonrió el elfo, ante el rostro de miedo en su hijo.
Maehros respiró aliviado.
-¿Cree que podrá encontrar la cura, señor Feanaro?- preguntó educadamente Legolas. De verdad, admiraba muchísimo a ese elfo, dijeran lo que dijeran.
-Claro que sí, Hojaverde. Sabes algo, a pesar de ser Teleri, me simpatizas bastante- dijo Feanor.
-Gracias señor- respondió Legolas, contento.
-Vengan dentro de una semana- les ordenó el elfo-Y saluden a su madre de mi parte. Díganle que yo...este…la extraño- terminó sin que se le entendiera mucho.
