CAPÍTULO 1: El hechizo equivocado
Un pequeño grupo de pájaros huyó asustado desde varios árboles al escuchar una bulliciosa voz que interrumpía la usual tranquilidad del bosque.
- Vamos Orphen! – gritaba Cleo. – Vamos a la ciudad de una vez! Está muy cerca de aquí, no tienes excusas! -
- Pero Maestro... – Majik interrumpió haciendo que Orphen se volteara hacia él con una cara casi somnolienta. – No se olvide de mis lecciones, de lo contrario mi padre no seguirá pagándole si... -
- No te cansas de decir siempre los mismo, muchacho? – respondió él.
Majik se enfadó por esa respuesta, y Cleo se sintió igual al ver que el muchacho de cabello oscuro no le prestaba atención.
- Y bien! – dijo ella. – No voy a desperdiciar este hermoso día en este lugar deshabitado... Iré a recorrer la ciudad con o sin ustedes... Vámonos, Leki. – La chica rubia comenzó a alejarse seguida por su pequeña mascota.
Orphen permaneció unos instantes viéndola marcharse. Ir con ella sólo significaría más discusiones, y por otra parte ya hacía más de una semana desde que había postergado las clases de Majik por una u otra razón.
- Bien... en dónde íbamos? Ya dominas todo lo que te enseñé? -
- Bueno... no del todo, Maestro... – respondió Majik apenado. – Pero estuve practicando mucho. Va a enseñarme el hechizo de teletransportación? -
- Eso es para un nivel mucho más avanzado que el tuyo. – Orphen comenzó a caminar aburrido, con los ojos cerrados y las manos detrás de la cabeza, pero enseguida se detuvo. – Mm, en fin... creo que al menos puedes ir aprendiendo lo básico. -
La gran sonrisa de Majik mostraba su felicidad.
Menos de una hora más tarde Orphen ya se había cansado de hablar. Su pequeño alumno había escuchado cada una de sus palabras con suma atención.
- Bueno... suficiente por hoy. – dijo finalmente el hechicero luego de dar un bostezo.
- Oh... Maestro... – titubeó Majik. – Podría hacer una demostración? -
- Qué? Una demostración? – Orphen se acercó al muchacho. – Mm... supongo que no estaría mal... -
Con sólo cerrar los ojos y pronunciar una palabra fue suficiente.
"Desaparecer!"
- Increíble, Maestro! – dijo Majik sonriendo de emoción. – Usted cree que yo pueda realizar ese conjuro algún día? – El joven miró hacia todos lados pero Orphen no aparecía por ninguna parte. – Maestro? -
Después de unos segundos sintió una mano sobre su cabeza.
- Aprendiste algo, Majik? – Orphen se encontraba justo detrás de él.
- Maestro, es magnífico! Puedo intentarlo? -
- Oh... bueno... – dijo Orphen frotando un dedo en su mejilla mientras desviaba la vista de su aprendiz. – No es recomend... -
Por desgracia Majik se apresuró demasiado.
"Volver al lugar de siempre!"
- NECIO! – le gritó Orphen mientras lo golpeaba con su codo en la cabeza. – Por qué no me dejas terminar! No es recomendable que utilices magias que aún no puedes controlar, puede ser muy peligroso! -
- Lo siento mucho, Maestro! – Majik se puso de pie adolorido, pero al hacerlo notó algo alrededor. Una delgada línea de luz brillante en forma de círculo estaba rodeándolos. – Maestro... Qué es eso? -
Orphen hizo una expresión de asombro sin decir una palabra. Su alumno había realizado mal el hechizo, pero le sorprendía hasta donde podían llegar los poderes de Majik en ciertas ocasiones. A pesar de tener un talento natural para la magia aún era un principiante.
- Cómo que qué es! – gritó Orphen golpeándolo otra vez. – Lo hiciste mal! Eres un imprudente! Te dije...! Mm...? – La línea de luz comenzó a resplandecer con mayor intensidad deteniendo las palabras del muchacho. Luego una pared luminosa se levantó del suelo, encerrándolos.
- Maestro Orphen, qué hacemos! -
- Quédate donde estás... – el hechicero puso ambas manos delante de él. – Guíame, mensajero de la muerte! -
Majik se protegió detrás de su maestro mientras una luz enceguecedora no permitía ver nada. Unos instantes después, cuando entreabrió los ojos, ya todo parecía haber pasado.
- Bien hecho, Ousho-sama! – exclamó Majik sin darse cuenta de la mirada ruda que aún tenía el otro muchacho. Cuando levantó la vista por fin notó que todo el paisaje había cambiado. – D-dónde estamos? -
El lugar estaba cubierto por pasto corto, había un pequeño lago y los únicos árboles que se encontraba allí eran unas cuantas palmeras. A lo lejos, en el horizonte, podía distinguirse una línea blanquecina que parecía ser una llanura interminable de arena.
- Qué calor hace aquí! Dónde cree que estemos, Maestro? – preguntó Majik.
- No lo sé... Pero esto parece un oasis en el desierto... -
Majik comenzó a mirar en todas direcciones en busca de una señal, pero cuando volteó a su derecha vio algo que lo sorprendió y lo asustó muchísimo.
- M-Ma-es-tro... que es... e-eso...! -
Orphen tuvo la misma reacción que su alumno al ver aquella cosa gigantesca.
- Parece... alguna clase de robot o algo así... – Orphen trató de percibir algún movimiento de parte artefacto pero éste se mantenía sentado e inmóvil.
- No creo que nos haga daño si no asusta a los animales, no lo cree Maestro? – observó Majik más distendido al ver como más de una docena de rosados flamencos se posaban en el robot negro y blanco. El chico quiso acercarse pero su maestro lo golpeó por enésima vez.
- No te olvides que estamos aquí por tu culpa, Majik! Te he dicho mil veces que en la hechicería no es fácil progresar! -
- Sumimasen Ousho-sama! -
- Mm? Qué es aquello? – Orphen divisó a lo lejos varias tiendas detrás de unas palmeras.
- Parece un campamento... bastante grande... -
- Vamos a investigar. – Orphen se puso en marcha caminando despreocupado con las manos en los bolsillos.
- Pero Maestro... qué no vamos a regresar? -
El hechicero se detuvo y miró de soslayo a su aprendiz. – Y acaso tú sabes cómo? –
- Oh... yo pensé que usted... -
- Bah... ya pensaré en algo... – Orphen volvió a caminar. – Ya conoces a Cleo... es capaz de quedarse en un hotel de la ciudad y no regresar en al menos dos días! Andando! -
- Bueno, al menos no tendré que... – Majik estaba a punto de dar un paso pero...
- Ah, no te olvides del equipaje! – le gritó Orphen.
- Nani! Creí que no...! – el muchacho se volteó y vio esa muy conocida, gran y pesada mochila en el suelo. – Oh... esto es increíble... – dijo angustiado. Cargó la mochila en su espalda y trató de caminar a prisa para alcanzar a Orphen mientras le gritaba que lo esperara.
Los dos no avanzaron mucho cuando se vieron rodeados de varios hombres con vestimentas árabes que no tenían expresiones nada amigables en sus rostros.
- Quiénes son ustedes? – preguntó uno de ellos en tanto se les acercaba con un arma entre sus manos.
- Si me sigues apuntando con esa cosa jamás te lo diré. – desafió Orphen. – Yo que ustedes no provocaría a un hechicero negro... -
- Hechicero negro? -
- No buscamos problemas, venimos pacíficamente! – argumentó Majik para intentar disminuir la tensión.
- Mejo llevémoslos con el amo Quatre. – dijo otro de los hombres bajando su arma. – Caminen. -
Majik sonreía afectadamente mientras los desconocidos los guiaban, sin embargo Orphen se veía bastante molesto.
- Quiénes son ellos, Rashid? – preguntó Quatre al ver a sus hombres acercándose junto a los desconocidos.
- Los encontramos cerca de Sandrock, amo Quatre. -
- Qué! Tú eres quien está al mando aquí! – Orphen se quedó sumamente sorprendido observando al joven rubio. Se veía tan pequeño e inocente que no podía creer cómo con esa suave vocecita podía hacer que aquella cantidad de hombres le obedeciera.
- Mi nombre es Quatre Raberba Winner, y ustedes... – el muchacho miró el equipaje que llevaba Majik. - ... han de ser viajeros, por lo visto, verdad? -
- Sí! – se apresuró Majik. – Y ya estoy algo cansado de llevar esta pesada mochila. -
- Cansado? – agregó Orphen. – Pero si apenas caminamos unos cuantos metros! -
- Hace semanas que vengo cargando su equipaje y el de Cleo, por si no lo recuerda, Maestro! – Majik agudizó un poco su tono de voz.
- Deja de quejarte, eso te hará más fuerte. -
- Pero Maes... -
Quatre interrumpió la discusión esbozando una sonrisa.
- Auda, prepárales algo de beber a los recién llegados, y tú Abdul, encárgate de su equipaje. -
Los dos hombres asintieron de inmediato frente a las caras asombradas del hechicero y su aprendiz.
- Estábamos preparando todo para volver a la mansión que mi familia tiene en esta zona, si gustan pueden venir, allí sólo están unos amigos. -
- Dijiste... mansión? – el rostro de Orphen pareció iluminarse. – No estaría nada mal! -
- Maestro, no sea tan pretencioso. – dijo Majik algo avergonzado.
- Vamos Majik... – el chico de ojos color avellana se acercó a su alumno y le habló en una forma aún más pretenciosa. – Tú también deseas tomarte un descanso, ne? -
- Bueno... yo... – el pequeño rubio se mostró indeciso sólo hasta que Abdul tomó el equipaje y Auda le dio un vaso lleno de lo que parecía un delicioso y refrescante jugo de frutas. – No creo que tenga nada de malo. -
