Todos los personajes aquí presentes son del maestro Tolkien y los tomamos prestados para divertirlos.Por favor, no pierdan el tiempo en demandas
Capítulo 9: Muchas sorpresas
-¿QUÉ¿CÓMO¡Me rehúso!- gritaba una histérica Dama Blanca.
- Si quieres seguir con ese aspecto por toda la eternidad, nosotros no tenemos ningún problema- le espetó Manwe.
Galadriel empezó a sollozar y Nienna le hizo compañía.
-¡No es justo!- murmuraba.
-¿Tú por qué lloras querida Nienna?- preguntó extrañado Irmo.
-Por nada, ya es costumbre- lloró su hermana.
Pasaron unos tensos minutos, en los que Galadriel se puso roja de ira.
-¡IRÉ!-estalló la elfa y se fue hecha un vendaval de furia.
Galadriel se dirigía, presa de ira, hacia Tol Eressea. Todo el camino fue pensando en los improperios que le diría a su tío en cuanto lo viera ¿Cómo era posible que a ella le encargaran esa tarea? Era obvio ¿no? A ÉL siempre le había encantado hacerla sufrir. Primero la hizo pasar por un montón de hielo y ahora pretendía humillarla. Tan inmersa iba en sus pensamientos que solo sintió cuando cayó de espaldas, luego de chocar contra algo.
-Vaya, si es mi primita la gordita- se burló la sarcástica voz de Caranthir.
-No molesten-los regañó Maedhros, tan guapo y alto como siempre. El elfo se apresuró a ayudar a su prima.Galadriel se mostró desconfiada, hasta que al fin aceptó la mano que su primo le tendía.
-Al menos tú eres cortés- admitió la Dama Blanca.
-¿Ansiosa de ver a tu tío favorito?- rió Celegorm.
-¡No la molesten!- saltó Celebrimbor, quien no había evitado enrojecerse ante la presencia de la elfa.
-Eh… estabas aquí- murmuró ella, tapándose la cabeza, avergonzada.
Curufin frunció el entrecejo.
-Hijo-exclamó entre dientes- pensé que ya habías olvidado a esta loca.
Maedhros, para acabar con la tensión prefirió decir algo.
- Te vemos después, prima-
-Ve rápido, papá debe estar deseando abrazarte- dijo Caranthir, a quien inmediatamente Maedhros tomó por un brazo y se lo llevó a rastras, seguidos por los demás.
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- Bienvenido a las estancias de Mandos.Por favor, diga su nombre y el motivo de su visita.-dijo la fría voz que recibía a los visitantes.
-GaladriellaDamaBlanca-gruñó.
-La esperábamos-anunció la voz-Pase adelante.
Las plateadas puertas se abrieron, dando paso a una horrorizada Galadriel, quien solo esperaba el trágico momento del reencuentro. Alguien le tocó el hombro.
-¡AAAAAHHHH-bramó
-¡Tranquila niña!- se sobresaltó Namo-Déjame y te llevo.
Caminaron por un largo pasadizo.Al parecer Curufinwe ya no se encontraba en las recámaras de máxima seguridad.
-Ahí nos vemos-dijo Namo y desapareció.
La elfa, con una mano temblorosa tocó la puerta.
-¡Adelaaante!- cantó una voz con risa contenida.
Galadriel traspuso las puertas, altiva. Lo único que pudo distinguir, antes de verse abrumada por un asfixiante abrazo, fue un revuelo de cabellos color azabache.
-¡Amada sobrina! Me hace tan feliz volver a verte- exclamó Feanor –Veo que has aumentado algunos kilos-dijo, palmeándole la espalda-Y no queda mucho de tu brillante cabello. Aún me tienes un poco resentido por la trenza que no quisiste regalarme, aunque tal vez más adelante-añadió, observando divertido el ralo cabello de su sobrina.
Galadriel no pudo articular palabra, tan solo se encogió en un rincón.
-No seas tímida. Cuéntame¿cómo te trata la vida?- preguntó su tío jovialmente.
La Dama Blanca se irguió, decidida a no dejarse intimidar.
-Antes de que soltaran a tus hijos, todo estaba bien- dijo mordazmente.
-A lo que viniste, hija -la cortó Feanor, que no quería escuchar reproches de Galadriel.
-Tú sabes muy bien porque vine-replicó su sobrina.
Feanor prefirió no responder. El Noldo se levantó y tomando unas botellas de una pequeña mesa, se volvió hacia su sobrina.
-Toma-dijo y las puso en las manos de la elfa-Con unas cuantas gotas para cada uno bastará.
-¿Eso es todo¿No tengo que quedarme por más tiempo?-inquirió asombrada Galadriel.
-¿Acaso quieres quedarte a tomar el té?- replicó Feanor con sorna.
-No gracias. Me marcho- respondió la Dama Blanca y salió apresuradamente.
-Te veré pronto-le gritó el elfo.
Ella no le hizo caso.
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Todo volvió a ser regocijo y alegría en Valinor. No hubo más elfos calvos, locos, gordos o endrinos. Los Teleri volvieron a Tol Eressea y amaron de nuevo el Mar, los Vanyar siguieron haciendo lo único que sabían: ser bellos y sentarse a los pies de los Valar (Amarie continuaba asediando a Finrod y este seguía sin prestarle atención) y los Noldor volvieron a ser hermosos, atléticos e inteligentes, como antes.
Sin embargo, en otra parte alguien se encontraba más feliz. Sintió como la brisa rozaba sus nobles, altivas y bellas facciones y la sangre fluir por sus venas.
-¡Que bien se siente estar vivo de nuevo!-exclamó el Espíritu del Fuego, estirando los brazos.
-Feanaro, espero que recuerdes las condiciones de tu liberación- dijo Namo, que se encontraba a su lado.
-No matar, no forjar joyas que se vuelvan obsesivas, no jurar y reconocer a mi hermano como rey- recitó cansinamente-Entendí las primeras diez veces que lo mencionaste.
-Llegó el momento-exclamó Namo-Sonará raro, pero creo que te voy a extrañar, sobre todo, tus intentos de escape.
-Me harás falta también-confesó el elfo.
-Toma, te devuelvo tu cuchara- dijo el Vala.
-Oh, gracias – dijo Feanor y algo nervioso agregó-Una última cosa¿me veo bien?
-Eh…si ¿por qué lo preguntas?- se extrañó Namo.
-Por nada-
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El sol estaba alto e iluminaba a todos los presente, convocados por los Valar a un concilio a los pies de Taniquetil, sin dejar claro el motivo de la reunión.
- Estamos reunidos por un motivo muy especial e insólito a la vez- dijo Manwe.
-Queremos pedirles que perdonen las viejas rencillas y lo más importante, ser tolerantes-aconsejó Varda.
Más allá, un grupo de elfos impacientes, se quejaba.
-¿Por qué tanta cháchara?- dijo impaciente Caranthir.
-Cálmate hijo ¿por qué la impaciencia?- preguntó Nerdanel.
-Por nada mamita-contestó Maedhros rápidamente.
-Ustedes han estado actuando muy raro. Me hicieron ponerme este vestido, que según su opinión me favorece-pero tuvo que guardar silencio para poner atención a los Valar.
-Ahora llega el momento que todos hemos estado esperando, bueno, tal vez no todos-dijo Manwe incómodo.
De repente, todo fue silencio. Muchos aguantaron la respiración y uno que otro ahogó un grito.Ante ellos, estaba el mismísimo Curufinwe Feanaro, El Espíritu del Fuego.
-¡Se está quebrando el mundo!- gritó alguien por allá.
-¡Claro que no!- espetó Curufin, enojado.
Pero la que estaba más sorprendida, sin duda alguna, era Nerdanel, cuyo corazón latía frenéticamente, sus manos sudaban y sentía que las piernas le flaqueaban. De pronto, todo el mundo parecía desaparecer. Allí estaba ÉL.
Feanor empezó a abrirse paso entre la multitud, para llegar hasta ella. Siempre tan hermosa- pensó-¿Cómo pude irme de su lado?
Mahtan se acercó a su hija.
-Huye mientras puedas-
Ella ni siquiera respondió.
Feanor se acercó a su familia. Sus hijos sonreían abiertamente.
-¿Cómo te encuentras Mahtan?- preguntó Feanor.
-Bien- contestó él-Pero no deberías hablar conmigo, sino con ella- y con un movimiento de cabeza, señaló a su hija, que aún estaba paralizada.
En ese preciso instante, Manwe habló.
-Si hemos liberado a Feanaro, ha sido porque gracias a él todos han recuperado su belleza y cordura. Curufinwe está completamente arrepentido por sus acciones anteriores y creemos que ha pagado con creces sus faltas-
Extraordinariamente, se escucharon murmullos de aceptación a las palabras de Manwe. Para sorpresa de todos, la Dama Blanca se acercó a su tío y estrechó sus manos.
-Olvidemos el pasado- dijo decididamente.
Feanor asintió. Luego observó a Nerdanel a los ojos.
-Hemos vuelto a ser una familia feliz- dijeron Anrod y Amras al mismo tiempo.
-Ahora sí ¡todos a sus labores!- gritó Maedhros a la multitud. Poco a poco todos se dispersaron, dejan solos a los esposos.
Curufinwe tragó saliva y suspiró. Luego tomó asiento junto a Nerdanel, quien se había recostado contra un árbol cercano, como para recuperarse de la sorpresa de ver a Feanor de nuevo.
Feanaro le tomó una mano.
-Nerdanel, sé que tal vez no lo merezca, pero quiero pedirte perdón por todas las estupideces que cometí a lo largo de mi vida, pues a la que más hice sufrir fue a ti.
Nerdanel no respondía, pero lo escuchaba con atención.
-El largo encierro me permitió arrepentirme de todos mis errores. También pude darme cuenta de la inmensa falta que me hacías. Si me aceptas de nuevo, prometo hacerte la elfa más feliz de toda Valinor.
Ella no dijo nada.
-Eh….ya terminé- exclamó Feanor.
-¿Crees que con eso bastará?- preguntó ella, arqueando las cejas.
-Mmmm…sí- contestó él.
-¡PUES NO¡VEN Y ABRÁZAME AHORA MISMO, ELFO INSENSATO!
Curufinwe la tomó entres sus brazos y la beso con todo el amor del mundo. Luego ambos se retiraron, para recuperar todas las noches perdidas.
Querida Beledien: La verdad no importa si muchas personas no leen la historia, con alguien como tú, a la que gustan nuestras ideas basta y sobra. Cada una de tus críticas ha significado mucho y son las que nos han animado a seguir adelante. Mi amiga y yo no sabíamos como agradecerte, así que pensando en tu honor, decidimos liberar a Feanor, ese elfo al que tanto admiras.(¿Cómo no hacerlo si es el mejor?) Este capítulo, que es el penúltimo del fic (Siiii!solo queda uno), está completamente dedicado a nuestra autora favorita: BELEDIEN.
Espera algunas sorpresas más en el otro. Gracias por todo.
