HECHICEROS Y PILOTOS

CAPÍTULO 3: La bruma misteriosa

"Amo Quatre..."

"Cualquiera de nosotros moriría por usted..."

"Oh, que dulce eres, pequeño hermanito!"

"Hijo desobediente!"

Quatre se despertó sobresaltado a mitad de la noche llevando una de sus manos a su cara. Las voces del sueño que acababa de tener aún retumbaban en su cabeza. Pensó que no estaría durmiendo muy bien, entonces salió de la cama y se asomó al pasillo. Todo estaba oscuro.

En ese momento recordó que se había quedado dormido mientras trabajaba en su escritorio. No entendía por qué estaba ahora en su habitación y con su pijama puesto, pero de todos modos aún seguía algo atontado por el sueño y no pensó en ello detenidamente. Tampoco sabía qué hora era, aunque al no oír ningún sonido pensó que debía ser muy tarde. Seguramente ya estaban todos dormidos.

De todas formas salió al pasillo pensando en ir a la cocina por un poco de agua, la noche estaba bastante calurosa. Enseguida notó su vista muy borrosa.

- Nan da yo! -

Quatre se alarmó. No era producto del sueño, una espesa neblina estaba por todo el lugar.

- Qué está pasando aquí! – el muchacho empezó a caminar lentamente a tientas mientras llamaba a algunos de los Maganacs. Apenas veía por dónde iba. La blanca y densa neblina no dejaba ver nada.

Comenzó a preguntarse de dónde habría salido y temió que tuviera algo que ver con el hechicero Orphen. No, ellos parecían ser buenas personas, pero... aún así seguían siendo unos desconocidos...

Quatre sentía una atmósfera muy enrarecida, tenía la sensación de ver rostros en la neblina. Trató de convencerse de que era sólo su imaginación, pero no evitó sentirse asustado. Continuó caminando a pesar de que su pecho había comenzado a dolerle. No comprendía por qué le sucedía eso y tampoco por qué el nombre de Heero se cruzó vagamente por su cabeza.

Se había olvidado por completo de bajar a la cocina para tomar agua, ahora sólo pensaba en llegar a la habitación de Rashid y contarle lo que estaba pasando. Pero cuando dobló en el pasillo alguien lo jaló hacia atrás mientras le tapaba la boca con una mano. Los ojos de Quatre se ensancharon. El agresor lo sujetaba con mucha fuerza, sin embargo, antes de que tratara de liberarse, lo soltó.

- Heero! Qué...! -

- Hay que llamar a ese hechicero y despertar a los demás. – dijo él interrumpiendo a Quatre mientras sostenía un arma entre sus manos. – Dudo mucho que nosotros podamos solucionar esto. -

- Solucionar? Te refieres a esta neblina? No entiendo que es lo que ocurre... – el muchacho rubio estaba confundido. El dolor en su pecho empezaba a tornarse más molesto.

- Qué te sucede? – preguntó Heero al intuir que su colega no se sentía bien, aunque no sonó para nada amable.

- N-nada... – contestó él con una leve sonrisa. No le habría agradado la actitud del chico de cabello castaño si no fuera porque ya conocía su personalidad. Por otro lado no le sorprendía que Heero estuviera despierto. No podía esperar más del "soldado perfecto" que estuviera alerta toda la noche.

- Entonces apresúrate. -

Quatre se quedó por un momento viendo como su amigo se alejaba. Algo lo preocupaba terriblemente: la anterior vez que su pecho le había dolido de esa manera Heero se había autodetonado con todo y gundam... Trató de alejar aquellos pensamientos de su mente y se dirigió a la habitación de Majik tan rápido como la molesta neblina se lo permitió.

- Majik! Despierta! – dijo Quatre una vez allí – Tienes que llamar a Orphen! -

- Qué-qué sucede? – respondió el chico sentándose en su cama con los ojos entreabiertos.

- Me temo que nada bueno... -

- Levántate. – Heero habló secamente mientras descorría de un tirón las sábanas de la cama de Duo.

- Oye hermano, qué diablos te pasa! – respondió él enojado, despertándose en un segundo.

- Tenemos problemas. -

- Qué! – Duo vio el arma que llevaba su colega y después notó que una sustancia gaseosa comenzaba a entrar al cuarto por debajo de la puerta. – Cielos! – el muchacho se alarmó y de un salto se paró en la cama – La casa se está incendiando! -

- No es eso. – Heero no quitaba la vista de la entrada – Es una bruma muy extraña, está cubriendo todo el lugar. Te hace ver cosas muy raras... -

- Espera un minuto... No entiendo nada de lo que dices. -

- Hechicería. -

- No me dirás que ese brujo Orphen le echó una maldición a la mansión de Quatre... – dijo Duo sin nada de seriedad.

- Quédate durmiendo si quieres. – Heero abrió la puerta y en un abrir y cerrar de ojos la neblina había llenado el cuarto.

- Y perderme la diversión? – sonrió Duo siguiendo a su colega – Debí imaginarme que esa no era una pistola de agua! -

Al salir al pasillo se encontraron con Rashid y Wufei.

- En dónde está el amo Quatre? – preguntó el capitán de los Maganacs.

- No lo sé – respondió Duo – Pero parece que esta neblina desveló a todo el mundo! -

- Fue a buscar a ese hechicero. – Heero no dejaba en ningún momento de mirar hacia los lados.

- Esto sólo puede ser culpa de él. – Wufei enseguida se mostró molesto – Quién sabe que esté tramando... -

- Eh? Y el desayuno? – Orphen no entendía nada cuando Majik lo fue a despertar.

- Maestro, son las cuatro de la mañana, mire esta neblina! No sé qué es, tiene que hacer algo! -

El hechicero se levantó de mala gana y miró de reojo a su aprendiz mientras se desperezaba. – Ya me temía que algo así pasaría... Nada bueno resulta si se entrecruzan dos dimensiones diferentes... –

Entre tanto, Quatre se había sentado en una de las sillas de la habitación. El dolor de su pecho lo mantenía callado.

- Según ciertos libros de hechicería los espíritus que no pueden descansar en paz suelen habitar las dimensiones intermedias. – informó Orphen – Recuerdas al que solía aparecer junto con Agosto Sangriento?-

- E-Entonces... es un fantasma? – dijo Majik mostrándose asustado – Cómo haremos para que se vaya? -

- Hay algunos conjuros que podemos utilizar. Vamos Majik, tal vez necesite tu ayuda. -

- Hai! -

Mientras Orphen se aprestaba a salir del cuarto, Majik se acercó a Quatre. – Te sientes bien? Mejor quédate aquí, mi maestro se encargará de todo. –

- No, descuida, no me siento tan mal. – respondió él poniéndose de pie – Hay que encontrar a los demás. -

Así los tres salieron al pasillo y enseguida se encontraron con Trowa.

- Los otros están por allá. – dijo él señalando hacia el frente – Ninguno sabe que está ocurriendo... Tal vez el hechicero lo sepa... -

- Nada de que preocuparse. – Orphen sonrió con confianza – Esto es sólo consecuencia del hechizo equivocado de mi alumno que nos trajo aquí... -

Unos minutos después todos estaban reunidos en medio de la bruma.

- No les parece gracioso? – Duo dejó escapar una risita – Ninguno de nosotros tuvo tiempo siquiera para vestirse, ja, ja, ja! Oh, claro, tú seguro ni te acostaste, verdad Sr. Antipático?... Heero? – Al no obtener una respuesta, el chico se volteó sólo para encontrarse con la punta de un arma justo en su frente. – Heero, qué haces! -

- Omae... omae... – La mano del piloto del Gundam 01 tembló ligeramente. Apretó sus dientes como si estuviera luchando contra alguien. Él no quería disparar, pero algo en su cabeza lo obligaba a hacerlo.

Los demás estaban algo alejados e inmóviles. Si antes no comprendían qué sucedía, ahora mucho menos. Debían actuar con precaución: un movimiento en falso y Duo lo pagaría muy caro.

- Ahora dirás que el fantasma poseyó a Heero? – le dijo Trowa a Orphen con notable desconfianza.

- Es muy probable. -

- No parece preocuparte mucho... -

Enseguida Majik se interpuso entre ellos, tratando de evitar sospechas. – Oh, no, pero el Maestro siempre se comporta de esa manera, se los juro! –

Quatre caminó unos pasos y enfrentó a Heero a pesar de las advertencias de Rashid, quien le pedía desesperadamente que regresara con los demás.

- Detente, tú no quieres hacer esto! – le dijo viéndose más adolorido que antes.

- Oye, amigo, ten cuidado – decía Duo mientras Heero ahora lo sujetaba por el cuello. – Este sujeto es capaz de cualquier cosa, créeme!-

- No... no quieres hacerlo... – volvió a decir Quatre – Ninguno de los dos lo desea... -

A Duo se le cruzó por la cabeza si su rubio compañero también estaría poseído por el fantasma, que decía cosas tan raras. Trató de liberarse pero lo único que logró fue que Heero lo sujetara con mayor fuerza, casi hasta el punto de comenzar a asfixiarlo.

- Detente, por favor! – rogó Quatre acercándose más.

- Omae... omae...! – Heero parecía furioso. Quitó el arma de la cabeza de Duo, sin soltarlo, y apuntó hacia Quatre.

- Sé que estás sufriendo... Puedo sentirlo... Pero no ganarás nada matándonos! – Quatre llevó una de sus manos a su pecho. A Heero le pareció ver un misterioso resplandor amarillo.

"OMAE O KOROSU!"

El disparo se oyó en todos los rincones de la mansión. Milagrosamente, Trowa había actuado con mucha rapidez y con un empujón había apartado a su joven compañero de la trayectoria de la bala, la cual impactó en la pared.

Sin embargo, ahora el muchacho rubio gritaba de dolor en el suelo, aunque no tenía ninguna herida...