Advertencia: Este fan fiction contiene contenido erótico, no recomendado para menores de 18 años, y persona sensibles que puedan sentirse ofendidas por las escenas y contenidos de este trabajo, así mismo aclaro que los personajes de saint seiya no me pertenecen, ni obtengo ningun tipo de ganacia con esta historia.
El Axis Mundi
By Rowan
"Su cuerpo ha desaperecido, a los santos dorados solo les quedan su almas, pero deben ser castigados por su alta traición"
El silencio del bosque lo abrazaba todo, sobre aquella cama dormía la soledad, la tristeza se mecía entre su pecho, con cada aliento, con cada respiración acompasada, el abandono se había esparcido entre su pelo y la agonía hacía presa de su piel blanca, incorruptible.
Se revolvió una vez más sobre la cama, haciendo que la fina sabana se deslizara de sus caderas hasta mas abajo aquellos torneados y suaves muslos que el fondo de dormir dejaba ahora al descubierto, una lagrima escapo de entre sus párpados, capturando un rayo de luna antes de perderse entre las sombras y morir en alguna parte de su cuello.
Cada la noche era la misma maldita y silenciosa pesadilla, generada por el horror que esa visión provoco desde el primer instante, la carne vuelta piedra, el rostro inexpresivo, la mirada vacía, el alma presa eternamente, en aquel silencio lacerante...
"Piedra serán eternamente en la tierra, mientras sienten cerca las llamas del infierno, y los ojos de su alma contemplan la gloria del descanso eterno sin encontrarla jamás esa paz..."
La chica sobre el lecho gimió desesperada mientras se incorporaba en un acto reflejo, semidesnuda entre las sabanas de seda blancas su respiración se volvía entrecortada, llevo sus manos al rostro como si al negar a sus ojos a la escasa luz pudiese protegerse de la imagen grabada a fuego en su mente: dolor, sangre y muerte...
Perpetua prisión a los corazones mas fieles, a las voluntades mas férreas, muertos eternamente, sin llegar jamás a recibir consuelo...
Antes de que pudiera evitarlo, gruesas lagrimas rodaban ya por su rostro manchándolo con el carmín, de aquel llanto de sangre que la diosa derramaba, siempre desde ese día, siempre antes del amanecer.
"Piedra serán eternamente en la tierra, mientras sienten cerca las llamas del infierno, y los ojos de su alma contemplan la gloria del descanso eterno sin encontrarla jamás esa paz..."
¡NO! —
"El Axis Mundi será su cárcel... el pago a su rebeldía para con nosotros y su fidelidad hacía la tierra y hacia ti... dulce Atenea"
¡NOOO! — volvió a exclamar ella conciente por primera vez en esa noche de su verdadera dimensión y cuerpo... —
De un salto abandonó la cama dirigiéndose al balcón de su recamara, donde la luna se reflejada sobre el lago, como aquella tarde en que Artemisa y sus ángeles bajaran del cielo...
"... carne lacerada por la tierra, piedra muerta martirizara al corazón palpitante, secara su alma haciéndola padecer mas allá del fin del tiempo..."
No lo permitiría mas, aquello acabaría en sangre, pero algo estaba segura, no sería mas su sangre la que corriera, no sería mas su carne la que palpitaría de lacerante dolor...
"... Axis Mundi... "No importaba si blasfemaba en contra de su propia naturaleza, daría hasta la ultima gota de su vida para romper aquella maldita condena que carcomía sus almas... si el Olimpo no escuchaba sus suplicas, había muchas mas opciones a las cuales recurrir...
Y si vuelve a amanecer no será en el mismo cielo...
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Aun estaba en un estado de duermevela cuando sintió la caricia del viento sobre su rostro, sus ojos se abrieron perezosos para contemplar la hermosa delta del sagrado río del Nilo... rodeado por las finas arenas del desierto, aquélla misma tierra la había visto pasar siglos atrás mientras perseguía y daba muerte a los últimos rebeldes de la guerra santa contra el maligno de aquellas regiones, una guerra santa en la que sus hombres no habían salido bien librados del todo, obligándola a encarar la situación personalmente con tal de no perder ni una sola de las valiosas vidas que se habían consagrado para servirla...
Pero de aquello habían pasado milenios y ahora estaba a punto de volver sobre sus pasos... estaba por romper aquella regla entre los dioses griegos... estaba a punto de ofrendarse a otro dios...
No tuvo que buscar mucho tiempo mas aquel lugar sagrado donde antaño se erigiera un templo ateniense que ni los arqueólogos modernos habían podido encontrar, el lugar seguía bajo la protección de su cosmo, lo cual le hacia completamente inaccesible para el hipotético curioso...
...dulce y cálido es el sudor que bebo de tu cuello mujer y ahora déjame por fin arder, si en el filo del momento perdiese la razón, odio a fuego lento... te comería el corazón...
Descendió sobre la blanda arena internándose en la penumbra que una serie de columnatas paralelas entre sí formaba, hasta la entrada del templo tallado con motivos griegos y egipcios, se detuvo justo en el umbral volviéndose hacia la gran explanada que se abría ante ella y que segundos antes había recorrido, como si una muchedumbre esperara con ansiara sus palabras...
Su mirada se perdió en el horizonte mientras hacía temblar la tierra bajo el poder de su báculo, Nike destello haciendo patente su luz a miles de kilómetros a la redonda, todo el conjunto que conformaba el templo comenzó a reconstruirse a una velocidad asombrosa, escombros y piedra rota tomaban nuevamente forma, escultura y pintura volvía a mostrar su antaño esplendor...
Finalmente de entre la arena del desierto surgió la imponente estatua de Atenea Parthenos coronando el edificio central y con ello flanqueándole el acceso al interior del mismo. El amanecer estaba próximo y lo sabía, pronto Ra aparecería en el cielo y entonces un día mas de dolor comenzaba su travesía y ahora aquella vasija que reposaba sobre el altar del templo era la única salida... con paso y mirada seguras las imágenes se sucedían una tras otra en su mente, Anubis, Osiris, Isis, Horus... piedra, sangre, sufrimiento eterno...
Frente aquella vasija sagrada, idéntica a las que llegaron a contener a Poseidón y Hades, Atena dejó correr libre su sangre desde una pequeña incisión en sus muñecas, el sello se disolvió entre espasmos de placer y angustia, una nueva guerra empezaba... más allá de los designios de un dios.
