Imagina que la mujer a la que amas está prometida con tu mejor amigo. Solo para ponerte en situación.
Imagina que ella te ha besado.
Imagina que no has sido capaz de decirle nada, y al día siguiente nada ha cambiado, todo sigue igual.
Y que él la coge de la mano y ella no la aparta.
Imagina entonces que te sientes arder de nuevo por tu propia estupidez.
Bienvenido de nuevo a mi vida.
Solo soy capaz de aguantar una mañana. Recojo mis cosas y me despido.
Yoh se asombra, pero Anna lo entiende todo. Es la culpable… que bajo he caído…
En la puerta, nos miramos una última vez, nos odiamos solo con la pupila, y yo la adoro con el resto de mi ser. Patético.
Ya en China, busco una respuesta a mi propia incompetencia. A mi propia e insoportable estupidez. A mis actos, a mis palabras. Más bien a lo que no hice.
Anna…
Anna…
Dios mío… ¿qué puedo hacer ahora para olvidarla?
Fue un gran error ir a Japón. Creía que así la vería y me daría cuenta de la tontería que cometía pensando en ella. Pero lo único que ha hecho ese maldito viaje ha sido dejarme aún más deshecho. Entero por fuera, consumido por dentro. Genial. El gran Ren Tao. Mi gran orgullo, mi gran renombre y toda mi fama a la mierda por culpa de una idiota que no sabe ni ella misma lo que quiere.
La odio.
La odio del mismo modo en que ella me odia a mí. El problema es que, cuanto más la desprecio, más la amo.
Cuando llego a casa no saludo a nadie. Me encierro en mi habitación, y, con la luz apagada, apoyo la espalda contra la pared para ir resbalando poco a poco hasta el suelo. Y me quedo una hora, dos, tres.
Hasta que alguien pica y asoma la cabeza.
Ha anochecido. Todo está oscuro, y la poca luz que se filtra por la ventana no es suficiente para iluminar más que los contornos difusos de los objetos.
Jun entra muy despacio, apenas sin hacer ruido. Nota mi rabia; ella es, al fin y al cabo, la persona que mejor me conoce. Nota mi desesperación y mi angustia. Mi indecisión. Mis dudas. Se sienta en la cama y coge el peluche del tigre. Sin decir nada.
No hace falta. Sé lo que pretende con eso.
Ese peluche representa el último vestigio de mi infancia. La etapa en la que aún era un crío despreocupado, a veces un poco asustado de mi padre, pero que aún era capaz de reír y llorar. Ahora ni río ni lloro. Pero ver ese peluche me hace un nudo en la garganta. Me pregunto quién habrá sido el culpable de arrancarme los sentimientos, si mi padre por hacerlo o mi madre por consentirlo.
Como si en este momento me importara eso.
"Papá" pienso. "No lo hiciste mal, pero no fuiste lo suficientemente duro. Puestos a quitarle el alma a alguien, por lo menos quitársela entera. Sino es demasiado cruel"
-No te culpes.-dice Jun.
-No lo hago.
-Sí, claro que lo haces. Te culpas a ti mismo por ser débil. Por estar enamorado de esa chica.
A estas alturas de mi vida ya no me pregunto como es que Jun es capaz de leerme la mente.
-Pero la cosa no es así, Ren. Porque en estos asuntos no puedes imponer tus deseos.
Solamente la miro en la penumbra. De sobra sabe ella lo que significa esa mirada.
-Ren… esta vez debes reconocer que no puedes controlar todo. Quiero decir… debes asumirlo. Decírselo.
-¿A Anna?
-Anna es una mujer como cualquier otra.
-¿Anna?
-Como cualquier otra.
Por algún motivo, se me escapa una sonrisa. Pero no me río.
Ya ni río ni lloro.
-¿Qué esperabas encontrar allí?
-No lo sé. Creo que olvidarla.
-Qué tonto eres. Te creías inmortal.
Ya lo sé. Lo sé. Bastante bien, por cierto. Caer desde tan arriba no es precisamente indoloro. Caer por tu propio peso jode aún más.
-Y ahora descubres que en el fondo, eres un humano normal y corriente. Que puedes morir, que sufres… que te enamoras… igual que ellos. Y antes los despreciabas. ¿Qué piensas ahora?
-Que comprendo sus miserables existencias.
Hundí la cabeza entre las manos.
Jun se levantó y se arrodilló junto a mí.
-Ren… eres la persona más fuerte que conozco. Y no me refiero solo a fuerza física. Me refiero a que, emocionalmente, has soportado con 16 años lo que muy pocos habrían soportado.
-Si te dan una paliza te muerdes la lengua y esperas a que cicatricen las heridas. No es tan difícil. Esto… esto es diferente. El tiempo no basta.
-El tiempo basta para todo. Hazme caso.
-¿Qué quieres que haga?
-No. La pregunta es qué quieres hacer tú. ¿Olvidarla o estar con ella?
-Estar con ella.
Con Jun es inútil mentir. O al menos, yo nunca lo he conseguido. Tampoco lo he necesitado jamás.
-¿Y qué te lo impide?
La miré con obviedad.
-Yoh.
-Es tu mejor amigo, a pesar de todo este tiempo. Lo comprenderá.
-Jun. Estamos hablando de su prometida. Vive por ella.
-¿Y ella?
-Ella… ella es un misterio.
No dijimos una palabra más. Dejamos toda la conversión flotando en el aire, pendiente quizá para otros días menos oscuros, menos tétricos. Días en los que podamos hablar bajo el sol sin que me moleste la luz.
Me deja solo una vez más. Pero a mi lado, olvida, como por casualidad, el peluche. Solamente lo miro un instante, una mirada cruzada entre animal y hombre, esa mirada sonriente. Esa paz que rezuma mehace volver a enterrar la cabeza, a morderme el labio con fuerza, con tanta fuerza que empieza a sangrar.
Ya ni recuerdo cuando la sangre sustituyó a las lágrimas. Ni me acuerdo… hace tanto.
Al cabo de un tiempo vuelvo a mirar al muñeco. Élsigue imperturbable, con esa especie de sonrisa melancólica que no deja ver los colmillos asesinos de su boca. Debe de ser un cachorro.
Lo agarro. Un impulso, tan solo. Lo bastante fuerte como para luego no querer soltarlo. Notando la suavidad del pelo contra me mejilla, la caricia de aquel peluche tantas veces consuelo de un crío de apenas seis añitos que se esconde de su padre.
Y me duermo, abrazado a aquel animal. Apoyado contra la pared, con la boca llena de sabor a sangre y un hilillo rojo resbalando por la barbilla, y el labio inferior destrozado. Y con los ojos queriendo llorar de rabia e impotencia. Pero ya no recuerdan como se hace.
Al despertar, la luz baña lúgubremente la habitación. Me siento igual que siempre. No importa que sea un nuevo día. Que oficialmente, el tiempo haya pasado. Me siento tan miserable como ayer.
Me incorporo. Me crujen todas las articulaciones.
Quiero hablar con Jun. Quiero saber qué hacer. Porque esta vez no tengo ni idea. Pero a la vez, no me atrevo, así que doy un rodeo. Mi casa es lo suficientemente grande como para tomar otro camino y llegar al mismo sitio.
Las salas oscuras, los lugares donde me entrenaba de niño, donde mi padre se pasaba las horas maquinando nuevas torturas para mí. Para hacerme más fuerte.
El eco de mis pasos resuena como una gota de agua que cae desde lo alto. Como una lágrima.
Pero no es mía. Ya no. Ni río ni lloro. Ninguna de las dos cosas me merecen la pena.
Paso ante las grandes estatuas que representan a Dioses que adoraba mi familia.
Paso ante los grandes retratos que representan a la gente que adoraba a esos Dioses.
Paso ante las grandes puertas que sellan la habitación de mi padre. Pero esta vez, están abiertas. Y oigo las voces que salen de su interior.
-…lo que le pasa.
-Claro que lo comprendo. ¡Y no puedo permitirlo!
-Padre… ¡Por favor!
-No pienso dejar que mi hijo se convierta en una débil marioneta por culpa de una mujer. Un Tao no debe enamorarse, eso te vuelve débil.
-Pero… entonces… ¿y mamá¿Qué hay de ella?
-Eso fue un matrimonio de conveniencia. Igual que será el de Ren. Igual que será el tuyo.
Casi pude ver el gesto de mi hermana.
A estas alturas de mi vida, ya no pregunto como es que mi padre es capaz de leerle la mente a Jun.
-Si tengo que cortar este problema de raíz lo haré. Tengo mil maneras de hacerlo.
Me quedo paralizado. Le creo. Y echo a correr.
Cojo la espada de la familia. Tao. Tengo que volver a Japón, pase lo que pase. Tengo que avisar a Yoh, que la proteja. No. Tengo que llevarme a Anna muy lejos.
Sin embargo… necesito a Bason. Sin él, no puedo hacer nada para protegerla. Después de gritarle que me dejara en paz… Dios mío, Dios mío. Soy inútil sin él.
-No corras por la casa, Ren. Te lo he dicho mil veces.
Mi madre baja por las escaleras con esa mirada de superioridad y esa belleza nublada que la caracterizan. Sabe que en este lugar en intocable y lo lleva con un orgullo que ofendería a cualquiera que no la conociera.
Es mi madre.
Pero siempre ha estado ausente. En la oscuridad, tras la gran sombra de mi padre. Una gran mujer a la que obligaron a casarse muy joven, que tuvo dos hijos porque el contrato así lo estipulaba.
Sí… lo cierto es que siempre he admirado su entereza a la hora de sobrellevar el gran peso de este gran apellido. De este maldito apellido que nos está matando a todos poco a poco.
-Está en el templo. Esperándote.
Para qué preguntarme a estas alturas de mi vida cómo es que mi madre puede leernos la mente a todos.
-Haz que no lo haga. Por favor. Por favor. –mi voz es solo una súplica, un susurro.
-No voy a hacer nada. De todos modos, no podría.
Es como decir "aunque pudiera no lo haría"
Asentí.
Es mi madre. La conozco al igual que ella sabe de sobra que por mucho que me ordene mi padre, no voy a olvidar a Anna.
¿Acabo de decir eso? … Quiero volver a ser yo mismo.
-Si yo fuera tú me daría prisa. No tardará.
-Lo sé.
Otra amarga sonrisa escapa de mis labios, al tiempo que corro hacia el templo.
-¡Y no corras por la casa!
Si Bason no fuera un espíritu, ahora mismo tendríamos los dos la nariz rota. Pero, cuando nos cruzamos en el corredor, simplemente me atraviesa.
-¡Señorito!
Salimos de casa por la parte de atrás, saltando el muro. Con la espada en la espalda, corro.
Y oigo el grito de furia de mi padre. Y casi puedo oír el suspiro de alivio de Jun.
Y yo corro, y corro… y aún no sé como llegar a Japón, porque mi padre se encargará de que se me haga imposible
Pero yo sigo corriendo.
Bueno, como veis lo he continuado, aunque no tenía ni idea de cómo seguirlo… ha salido esto, espero que no os decepcione si esperábais más. Muchas gracias a hermy-sant, janet, lovehao, y pipochi.
Quiero dedicárselo a Zria, por acordarse de mi cumpleaños. Sé que te gusta tanto como a mí el RenxAnna. Muchísimas gracias por eso y por leer mis fics, además de dejar comentarios tan largos que me animan a seguir y me orientan en muchos casos. Sin más, me despido hasta el próximo.
(Y espero que sigáis dejando reviews, que voy a ver en las estadísticas cuántos lo leyeron y cuántos de esos me dejaron review ¬¬)
Espero que os guste.
