Imagina que después de convertirte en ese monstruo que tanto aborrecías, vuelves a ser tú mismo.
Pero esta vez estás cargado de odio y miedo, que para el caso, es lo mismo.
Imagina que, después de todo, has conseguido llegar a Japón. No sabes cómo, pero lo has conseguido.
Imagina que estás a solo un paso de la mujer de tu vida y de la venganza,
Y no sabes lo que vas a encontrarte.
Entonces, ahora, imagina que cuando llegas ves una puerta rota. Que sientes sus gritos en algún lugar. Que te abrasan.
Lo has conseguido, pero es bastante probable que hayas llegado tarde.
Y en el correo encuentras la espada que te mandaste a ti mismo con la esperanza de que llegara. Llegó.
Imagina que al entrar en la casa, sabes que ella está en el patio de atrás. Y que los ruidos de la espada chocando contra la espada son de su prometido, protegiéndola con toda su alma.
Imagina que estás tan enfadado, que en cuanto lees el horror en los ojos de ella, aunque no haya dicho nada, aunque permanezca imperturbable a un lado, sacas la espada, la posesionas, y matas por la espalda a aquel que ataca a tus amigos.
Y Yoh dice¡Ren!
Y Anna te mira.
Y tú caes al suelo, agotado después de todo lo que has pasado, con el peso del alivio hundiéndote más abajo que el pavimento, y lo único que puedes decir es tenemos que salir de aquí.
Imagina que no te hacen caso.
Todo ha pasado muy rápido. Pero sigue siendo mi vida.
Cuando abro los ojos, la semipenumbra de la habitación recorta la silueta de Anna. Y me parece tan dulce que sonrío.
-¿Estás bien? –apenas lo articulo.
Pero ella no contesta. Me coge la cara y me besa. Y esta vez, no soy tan estúpido como para no corresponderla.
Y me pierdo en sus labios, y caigo, y caigo, y no quiero que esto pase jamás. Porque compensa con creces las muertes, la sangre, el dolor.
Pero entonces recuerdo, y todo vuelve a estropearse. Y rompo ese extasiante contacto. Y ella me mira. Pero no me recrimina. Solo pregunta.
-Es mi padre. Quiere matarnos a los dos. Yoh no tiene nada que ver en esto.
-¿Y cómo pretendes detenerle?
Lo que más bien yo me pregunto ahora es¿cómo puede ser tan tierna al besar y tan fría al hablar?
-Tenemos que escapar de aquí. Hasta que se me ocurra algo.
-No pienso marcharme.
-¿Cómo?
-Si huyes de tus problemas te perseguirán eternamente, y tendrás que seguir huyendo. Por el camino se hacen más fuertes, mientras que tú te vas cansando, te vuelves cada vez más débil. Hasta que te dan caza. Y te matan.
-Lo siento. No puedo hacer otra cosa.
Trato de levantarme, pero me duele todo. Suelto un jadeo y caigo en la cama de nuevo. Toco el vendaje del brazo, suave y limpio.
-¿Cuanto llevo aquí?
-Solo unas horas.
Silencio. Una mirada acusadora, que me hiere más que cualquier espada. Un puñal de obsidiana que me atraviesa el pecho. No es la mujer más hermosa de la tierra, ni siquiera la más hermosa de las que he conocido, que tampoco han sido demasiadas; no es la más simpática, desde luego, ni la más inteligente. No es la más exótica, ni la más dulce, ni la más buena, ni la que más interés ha demostrado por mi. Que va. Entonces¿por qué coño no puedo dejar de mirarla¿Por qué alargo la mano hasta rozar sus dedos?
¿Y porqué ella, si es la prometida de Yoh, no rompe ese contacto, es más, lo afirma¿Por qué nos quedamos callados mirándonos a los ojos inundando la habitación de empalagosos sentimientos que es imposible que no se noten? Y, maldita sea. ¿Por qué vuelve a besarme?
Porque cada vez que su aliento se funde en mi piel muero. Cada vez que habla una sola palabra me taladra el corazón que late solo por ella. Y noto sus labios, su lengua, su piel. Su calor uniéndose a mí, calando mis sentidos.
Durante ese momento, ese largo y dulce momento, no somos más que una única persona. Nos amamos.
Cuando ella decide separarse para detenerse a mirarme, lo pregunto:
-¿Y Yoh?
-¿Qué pasa con él? Sigue siendo mi prometido.
-¿Por qué¿No me…?
-No lo digas. Porque tendré que responder, y si lo hago, desobedeceré todo.
Eso me enfurece. Si Yoh sigue siendo su prometido¿qué pinto yo aquí?
-La grandiosa Anna. –mis voz suena despectiva; su expresión, aún así, no puede hacerse más fría de lo que era cuando mencioné el nombre de Yoh. –Finges estar por encima de todo. Nada te importa, pero de hecho, nadie te dice lo que tienes que hacer. Salvo en tu matrimonio. Entonces no dijiste nada. Lo acataste con orgullo, sin una sola protesta. –me levanto a pesar de todo el dolor y me dirijo a la puerta de la habitación. -Si le amas, no juegues conmigo.
-Eres un estúpido engreído. –me quedo parado, paralizado -Eres tú quien se cree más fuerte que nadie; dices no necesitar nada. Y mírate. Dices que el amor es para débiles, y mírate. Resultas patético. Dices que odias a tu padre, pero al final, acabas haciendo lo que él quiere. Has vuelto a matar. Vuelves a estar a su merced.
-¡Eso no es cierto! –grito. No voy a molestarme en preguntarle cómo se ha enterado-¡Si lo he hecho ha sido por ti!
-Has matado a media docena de personas. Pero habrías podido evitarlo, y lo sabes, y eso es lo que te quema. Porque siempre hay otros métodos; lo que pasa es que tú preferiste ese. –permanece quieta, seria.
-¡Qué sabrás tú! Prefieres quedarte detrás de la espalda de Yoh antes que salir y coger lo que quieres. ¡Estás asustada del mundo!
-Quizá lo esté. Pero al menos, no tanto como tú. No odias. Temes.
Intento gritarle una vez más, pero no puedo. No se me ocurre nada. Se me doblan las rodillas.
¿Porqué me hace esto¿Por qué me enfrenta a mi propia debilidad? Yo no tengo la culpa de haber nacido así. No lo puedo cambiar. Siempre habrá alguien en mi interior que me obligará a matar. Había aprendido a controlarlo, pero he descubierto que es más fácil dejarlo a su aire y ya se cansará él solo.
Pero… esta vez le han bastado solo cinco muertos. ¿Y si la siguiente necesita más¿Y si uno de ellos es Anna? No puedo evitar preocuparme por ella.
Y volvemos al principio. A ella. Si no estuviera, seguiría mi camino. Pero está ahí, mirándome. Lo peor de todo es que no está enfadada, solo me mira.
Algo húmedo moja mis ojos. Y rompo a llorar.
Golpeo el suelo una vez, otra más. Mientras las lágrimas lamen mis mejillas, me limpian los arañazos de la cara, y, lo que es aún más increíble, cicatrizan las heridas de mi alma.
Y sigo llorando cuando Anna se arrodilla a mi lado y me abraza. Y apoyo la cabeza contra su pecho, porque no puedo parar, porque tengo demasiadas cosas que desahogar Aunque ya sea tarde. Aunque esas lágrimas sean mi último y desesperado recurso para rozar la humanidad, para volver a ser una persona inocente. Tratando de compensar mi niñez, volver a despreocuparme de todo. Aunque mi padre siga queriendo matarme. Aunque la persona a la que más amo sea de otro. Aunque la marca de mi espalda me siga ardiendo sin desaparecer porque aún no he expiado mis pecados. No importa. Lloro. Porque ella está ahí y me consuela. Porque, cuando tenía seis años y lo hacía, mi madre siempre estaba ahí para abrazarme. Hasta que un día dejó de hacerlo.
¿Y si, en realidad… todo hubiera sido culpa de ella?
El suave dedo de Anna me acaricia una mejilla y me limpia la última lágrima que cae. No tengo ni idea de cuánto tiempo llevamos aquí, pero sé que es bastante porque tengo el cuerpo agarrotado. O quizá sea por lo molido que estoy. Pero no importa.
Miro a Anna a los ojos, le cojo muy lentamente la cara entre las manos, y la beso. Y noto que ella está llorando también. Pero no importa.
Nada ni nadie me la va a arrebatar ahora. Sé exactamente lo que tengo que hacer, a lo que me tengo que enfrentar.
En realidad, no le tenía miedo a mi padre. Lo que me asustó, lo que me hizo cambiar, fue perder a mi madre.
Supongo que eran sus ojos mientras veía las palizas. Y el modo en el que el pelo se le movía cuando se daba la vuelta una vez que todo acababa, y yo permanecía helado en el suelo.
Mi madre. Hasta los seis años estuvo ahí siempre. Pero de golpe, se fue. Aquel día en el que no se acercó a curarme las heridas, en el que cogió a Jun de la mano y se la llevó de allí.
Mi madre. Y aún no sé si estoy en lo cierto, ni si me servirá de algo. Pero tengo que intentarlo porque es mi último recurso.
Valeeeee… siento lo de haber pedido reviews, y decir seguir solo por amor al arte y todo eso… me debo a mis lectores, y al parecer os está gustando, así que juro que lo acabaré (salvo mal mayor) porque ya está acabado (me falta repasar porque hay un par de cosas que no me cuadran).
Muchísimas gracias a todos por los comentarios y por seguirme, sé que he sido un poco tonta u.u
Zria, si quieres coger alguna parte que te guste tal y como me pediste, adelante. No creo que te sea de mucha utilidad para tu trabajo…si es que no se te ha pasado la fecha de entrega ya… ejem… pero si te gusta, por mí genial. La verdad es que me siento muy halagada n.n
Por cierto, la historia parece haber cambiado el rumbo totalmente, pero aseguro que la base es la misma, como demuestra este capítulo. Es lo más tierno que me ha salido, no doy para más. La esencia es esa especie de amor platónico que le tiene Ren a Anna, y lo confundido que está cuando ella le da una mínima señal de que lo corresponde. Bueno, y sobretodo la oposición de su familia, claro, que, al final, será la pieza central. Pero no voy a desvelar nada, solo advertiros que la familia Tao será la que decida como acabará este fic
Espero que os guste
