Imagina la dulzura de un beso que sabes que no te pertenece.

Imagina el ardor de las lágrimas arañando las mejillas de los dos mientras os perdéis el uno en el otro.

Y no quieres que nada de eso acabe.

Imagina que, a pesar de toda la paz y tranquilidad que en ese momento te inunda… sabes que no durará eternamente. Que deberás concluir lo que has empezado, tarde o temprano.

Imagina que el culpable de tus desgracias no es tu padre, como siempre has creído. Que fue tu madre la que te convirtió en un ser insensible.

Irónico¿verdad? Eso es lo que ha quedado de mi vida.


Bajamos a comer. Silenciosos. El mundo es más denso, más artificial. Pero yo me he quitado un peso tan grande de encima que solo puedo inspirar muy hondo y llenar los pulmones con todo el aire que se me ha escapado en todo este tiempo.

Por si acaso, no vaya a ser que llegue alguien a apretarme de nuevo el nudo de la garganta.

Le cojo la mano a Anna y se la aprieto.

-Bason nos ha contado qué ha pasado.

-Tengo algo que acabar. Vuelvo a China.

-¿De nuevo?

-Ella no va a venir a buscarme aquí.

-¿Ella?

-Mi madre.

Anna me mira largamente. Sabe que hay algo que no entiende. Algo que seguramente nunca llegará a entender. Sin embargo, sus ojos no son dos duras piedras, sino que brillan apenados.

Le sonrío. O al menos, lo que creo que es una sonrisa que intenta ser cálida.

-¡Ren¿Estás mejor?

Asiento. No había oído los pasos de Yoh tras nosotros, así que no hemos podido separar las manos.

Sé que se da cuenta,

Sé que lo sabe.

Lo que no sé es porqué no dice o hace nada.

Sonríe con franqueza. Como si no le afectara. Como si lo supiera desde hace tanto tiempo que ya lo ha asumido, y solo esperaba el momento en el que le pegáramos la puñalada por la espalda. Y ahora que se la hemos asestado, de una manera tan ruin y rastrera, sonríe con franqueza. Como si no le importara.

-Yoh. –Anna se le enfrenta durante un instante, pero baja ligeramente la mirada. –Di algo. –su voz deriva en un susurro casi irreconocible, cargada de culpabilidad.

Se encoje de hombros, inclina un poco la cabeza hacia un lado y por la sombra de sus labios parece que sonríe.

-Me alegro por vosotros.

El tono de su voz no demuestra la alegría de sus palabras, pero no va a hacer nada. Porque le conozco. Prefiere quedarse sin nada antes que arrancárselo a los demás. Es así de estúpido. Pero a la vez te rompe el corazón, no puedes evitarlo.

Bondad humana, la llaman. Debilidad, también le dicen. Pero, por supuesto, se equivocan. Yoh es fuerte. Es mucho más duro dejar marchar a la persona que amas para que esté bien que retenerla; por muchos derechos que tenga. Yoh es muy fuerte. Mucho más que yo. Porque el egoísmo no es más que otra forma de cobardía. De ocultarte del mundo. Detrás de ti mismo; si te haces con todo el poder, nadie se atreverá a quitártelo.

Y entonces solo te restará aguardar con miedo a que nazca aquel que te vencerá y se vengará. Que llegará, tarde o temprano. Si estás arriba, es porque también hay un abajo al que puedes caer cuando menos te lo esperas. Sin embargo, si ya estás en el suelo, difícilmente podrás llevarte un buen golpe.

Una nueva lección de ese crío sonriente al que nada le preocupa. Ha crecido, y sigue igual.

En tres años, ha hecho su vida sin meterse en la de los demás. ¿Estoy prometido con Anna? Vale. Procuraré ser un buen esposo.

¿Ella está enamorada de otro y es correspondida?

De acuerdo, no me quejaré. Que se vaya con él. Ya encontraré otra cosa que hacer.

Al fin y al cabo, ese matrimonio era impuesto¿no? Y aún no se ha consumado… ¿no?

Lo que me pregunto yo ahora es¿amará de verdad a Anna?

Nuestros ojos se enfrentan en la última batalla. Pero, una vez más, me vence. Agacho la cabeza, rendido, hasta que noto sus manos en mis brazos, apretándome con lo que parece cariño. Aprecio. Cuando en realidad debería odiarme, pero maldita sea, no lo hace. Sonríe.

-No te preocupes. Has hecho lo que tenías que hacer.

Eso no me consuela.

Luego se dirige a Anna.

-Lo hemos pasado bien¿verdad?

Ella le abraza con todas sus fuerzas y permanecen tanto tiempo juntos que parece que nunca se separarán.

Y así ha sido. La gran despedida. Ahora tengo a Anna y Yoh no tiene nada.

Después de todo… el que ha ganado he sido yo¿no?

Solo porque él me ha dejado. Nos hemos aprovechado de él. Me da lástima por un lado… por otro no. No merece mi compasión. Merece algo mucho mejor. Aquí no le queda nada, así que probablemente se vuelva a Izumo durante una buena temporada. O al menos, eso dice. Nos habla.

El puñal de la espalda no se lo impide. Es así de fuerte.

Sé que Manta sigue estudiando en Tokio, no creo que lo abandone así como así. Ahora mucho menos.

El buen Yoh.

Espero que sea feliz, haga lo que haga.

Volviendo a mí.

Me toca lo verdaderamente duro. Enfrentarme a mi madre.

Porque, en realidad, ella es la persona a la que más temo. No puedo evitarlo. Me intimida, porque es grande, poderosa. Tiene ese aura inconcebible en un ser humano, esa grandiosidad innata a la que nadie se atreve a protestar. Solo acatar.

Pensaba que era la seguridad que le confería estar casada con un hombre poderoso, pero, en realidad, es ella la que protege el buen nombre de la familia, de ella he heredado mi fortaleza. De nadie más.

Es hora de enfrentarme a todo lo que he rehuido en mi vida. No encontraré la paz hasta que plante cara a mis problemas verdaderos. Me ha costado encontrarlos, y ahora los tengo enfrente. Puedo apartarme y dejarlos pasar para siempre, y entonces cargarán sobre mis hombros como un eterno lastre, o empuñar mi espada y deshacerme de ellos de una vez por todas. Una decisión simple, pero eso no quiere decir que sea fácil. En absoluto.

Sin embargo, está claro lo que voy a hacer. Lo de tener ambas opciones… bueno, en realidad es ilusorio. Quiero decir… en la familia Tao, o te defiendes, o te aplastan. Siempre te queda la opción de rendirte a ellos, pero… no es lo que busco. Quiero forjar mi propia vida, empezarla desde cero. Aunque siempre vaya a quedar el estrato familiar, seré una nueva persona.

Para eso tengo que borrar el pasado. Y mi pasado son mis padres.

No quiero decir matarles, no. Tendría a sus fantasmas encima por toda la eternidad… me refiero a algo más… sutil. Y más eficaz.

La verdad es que lo más fácil sería encogerme de hombros y volver con la cabeza agachada. Como el hijo pródigo. Lo siento mamá, lo siento papá. No volveré a hacerlo. Devolveré el honor a la familia. Haré que vuestros nombres perduren en la historia. Acataré vuestras decisiones, obedeceré vuestras órdenes. No protestaré. Me haré fuerte. Olvidaré a mis amigos. Olvidaré a Anna.

Sí. Eso sería lo fácil.

Porque al final, todo se reduce a la honra familiar. Si eres un Tao, estás condenado antes de nacer. Si eres una mujer y tu familia es poderosa, y tiene tratos con la mía… entonces es posible que acabemos casados.

Volviendo a Anna y a mí y a Yoh.

Lo único que me falta por decidir es si la llevo conmigo o no. Correría peligro, pero sé que quiere venir, y que es fuerte. Aún así… no estoy seguro. Es algo que debo hacer solo. Contra menos esté involucrada, mejor.

Me mira con la misma mirada de Jun. Exactamente la misma, el mismo brillo comprensivo. Y dice:

-Te esperaré aquí.

Y me sonríe.

Y yo sé que por esa sonrisa es por lo que he estado luchando durante tres años.


Otro capítulo más. Seguramente os estaréis preguntando porqué tardo tanto en actualizar si, según yo, los tengo ya escritos… bueno, en realidad yo también me lo pregunto. Pero vamos a lo que interesa, el fic.

Respondiendo a varias reviews, no, no está a punto de acabar. Tendrá unos 12-13 capítulos, dependiendo de si escribo un capítulo más, o lo dejo tal y como lo tengo ahora. Y espero que no se desgaste, la verdad es que estoy bastante contenta con los últimos capítulos, a pesar de que el siguiente… no me acaba de convencer. Es muy raro, lioso… ya lo comentaré cuando lo publique que espero que sea pronto.

Gracias a Saphir Neyraud, krmn sk, loconexion, caprice, LOVEHAO, y Meoiswa.

Espero que os guste.