Imagina que, después de haber querido destruir a tu familia… ahora quieres salvarla.
De la muerte. De la destrucción. Ante todo, del olvido.
Imagina que toda tu vida lo has sabido pero nunca lo has aceptado. Imagina que la responsable ha sido tu madre.
Imagina que, en tu casa, ese rincón oscuro que conoces al detalle, se oculta el último obstáculo hacia tu libertad: ella.
Imagina que, pase lo que pase, las cosas no pueden salir mal para ti.
Imagina que, ahora, lo peor que te pueda pasar es destruir tu pasado.
Lo cual es bastante malo.
Fragmentos de mi vida. Juntos por fin.
Recapitulemos. Mi idea principal era enfrenarme a mi madre y hacerle ver lo que me ha hecho. Pero cuando ha empezado a llorar… me ha ganado una vez más.
Mi segundo propósito era librarme de mi carga. Pero por lo visto, tampoco lo he conseguido.
Estupendo.
Soy un muñeco al que ella maneja como se le antoja. Es posible que ni sus lágrimas fueran de verdad. Y lo cierto es que no me extrañaría.
Es la más manipuladora, cruel e inteligente de toda la familia.
Negarlo es absurdo.
Pero no le va tan mal. Todas las quejas… todas las lamentaciones… incluso ese aspecto demacrado y andrajoso. Solo es un invento para ser dueña del mundo. Toda esa falsa compasión… en realidad es una actriz muy buena.
Suelto una risa irónica.
Estamos todos bajo su poder. Bajo su influencia. No podemos hacer nada para evitarlo.
O quizá…
Bueno, es solo una posibilidad… pero no puede fallar. Si quiero librarme de esta lacra solo puedo volver a nacer.
Como hizo Yoh aquella vez.
Pero yo no lo haré para volverme más fuerte, sino para borrar el peso de mi madre, su control sobre mí.
Entonces quedaré libre para hacer lo que quiera. Para volver con Anna.
Y de nuevo esa sensación cálida me recorre el vientre. Me quema la herida del brazo. Me arde la herida del hombro. Y el tatuaje parece querer saltar de mi espalda. Arrancarme la piel a tiras y desaparecer de un cuerpo tan impuro que sufre de amor.
Penoso. Lo que era y lo que soy.
Pero ya he superado esa etapa.
Una vez que vuelva a nacer no tendré nada de lo que arrepentirme. Una nueva vida, una nueva oportunidad para forjarme un nombre, una reputación. Una fama. Y, entonces¿por qué tengo la certeza de que siempre quedará algo de ese ser monstruoso en mi interior?
Si no lo intento no lo conseguiré jamás. Si tengo miedo a fallar, me quedaré en esta casa para siempre, con la cabeza agachada, y asintiendo ante las órdenes de mi padre, inspiradas sin duda por mi madre. Y me pregunto; si ya no puedo ser el Shaman King… ¿entonces qué esperan de mí?
Bueno, en cierta medida he decepcionado a mi familia, sí. He roto todas sus esperanzas. Pero se lo merecen. Si quieres algo, hazlo tú mismo, no destruyas a tu hijo para eso.
Y sin embargo, siempre quedará ese resquemor y ese rencor en la familia. Contra mi nombre. Tanto mi abuelo como mis padres. Incluso Jun. Aunque no lo diga, aunque ni ella misma lo acepte, la conozco, y sé que en el fondo, muy en el fondo, estaba convencida de que iba a ganar… y no fue así, por lo que un pedacito muy pequeño de su corazón se rompió. Desapareció, pero se clavó en su orgullo familiar, y algún día saldrá a relucir.
Por eso tengo que purificarme. Morir en vida y renacer. Yo solo. Y no tengo ni siquiera que salir de casa, porque aquí está el lugar que mejor me limpiará el alma.
Esa fría mazmorra donde he pasado horas y horas. Congelado. Asustado. Encadenado a la pared solo con los pantalones mojados. Descalzo. Con la espalda apoyada contra el muro y el metal desgarrándome las muñecas.
No será la primera vez que muera allí.
-¡Ren¡No lo hagas!
Jun me encuentra cuando bajaba las escaleras, ya decidido. No quiero mirar su cara porque entonces me echaría atrás. Y no quiero hacerlo.
-¿Porqué huyes?
Trata de provocarme.
-No huyo. Ya no. Solamente me enfrento a los problemas. Y para vencerlos tengo que cortarlos de raíz.
-¿Renegando de tu nombre? –lanza.
Un largo silencio le responde. No tengo nada más que añadir, así que empiezo a caminar de nuevo.
La suavidad de las manos de mi hermana rodea mi brazo.
-No lo hagas. –repite. Pero en un susurro.
Me doy la vuelta y sin mirarle a la cara la abrazo. Es la persona a la que más quiero en este mundo. Antes que a mi padre, o mi madre. Antes incluso que a Anna. Porque siempre ha estado allí y me dijo que me quería cuando nadie se atrevía a mirarme a los ojos.
-Estarás bien. Y yo también.
-Y… si mueres…
-Solo pasaré allí una temporada. Quizá una semana. O diez días. Lo suficiente para conseguir lo que tengo en mente.
Aún no la he soltado, pero, de todos modos, no me iba a dejar ir tan rápido.
-Ren… no me dejes sola…
-Nunca lo estarás. Sabes que solo tienes que llamarme para que acuda. No importa donde esté, o cómo esté. Llegaré antes que nadie, y no podrán nunca hacerte daño. Ni siquiera nuestra familia. No tengas miedo de nada.
Noto sus lágrimas en mi cuello. Me escuece la herida del hombro cuando se mezcla con ellas, pero yo solo la estrecho más.
-Entiende que esto lo hago por mí. Al fin. No es por los Tao, ni por Anna. Es por mí.
-Está bien…
Me suelta, y esta vez es ella la que rehuye mis ojos. Sube corriendo los trescientos veintidós escalones y se pierde en la parpadeante penumbra. ¿Porqué lo sé? Demasiadas veces las bajé de niño.
Sigo adelante. Bason no ha preguntado nada. Porque ni necesita saber nada, ni necesita que se lo explique. Él entiende perfectamente mis intenciones. Mejor que nadie. Porque él es yo en cierto modo. Y esta vez tendrá que quedarse fuera, pero no importa, porque la fuerza que me ha prestado durante años se ha posado en mí. Somos un alma en dos cuerpos. Tenemos fuerza suficiente para superar cualquier obstáculo. Tiempo y tiempo nos ha costado. Pero ahora, al fin, somos inmortales. Invencibles… y si en realidad no lo somos… bueno, no estaremos vivos para comprobarlo.
Huele a muerte. Un olor acre que notas también en la boca. Pastoso y rancio. Es el olor que llevamos todos los Tao en la piel. Ese olor que se despierta en cuanto empuñamos un arma. Durante generaciones hemos representado la muerte. Y el tufo de los cadáveres que amontonábamos en nuestros sótanos se nos ha pegado.
Ahora parece menos dulce de lo que había sido siempre. En esos tiempos en los que matar era fácil. Una muerte, y durante un segundo vuelves a convertirte en Dios. Quizá sea solo un instante, pero te sientes tan grande que nadie puede hundirte. Solamente hace tres días que me sentí así. Justo antes de despertar sucio y miserable en una calle abandonada de Pekín. Justo antes de vomitar de mis entrañas el odio que me quedaba. Justo antes de volar hacia Anna y echarme a llorar en su brazos.
Ahora ese olor lo único que me inspira es asco. Pero voy a tener que soportarlo durante bastante tiempo.
Porque la mazmorra donde permanecía encerrado cuando mi padre me castigaba no es en realidad más que la antesala hacia algo más siniestro.
El pasillo Tao. El gran pasillo Tao. Se llama así, pero en realidad es un laberinto subterráneo que ocupa toda la casa, los jardines y parte del desierto colindante. Los pocos que han logrado salir vivos y cuerdos (y del último hace casi doscientos años) no han dicho ni una palabra de lo que aguarda dentro.
Puedo imaginarlo, claro. Estas cosas suelen ser siempre igual: un lugar largo, frío, oscuro y silencioso que hay que atravesar. No tiene más peligros que la soledad. Pero teniendo en cuenta que ella sola puede volverte loco… no necesitas más.
Así que doy un paso en la oscuridad. Otra más. Y Bason se queda atrás. Noto su ausencia como un gélido puñal a través de mi espalda. Pero sigo adelante.
Pienso en mi padre, y en cuanto lo odié. Y en la lástima que me da ahora.
En mi madre. Y aún sigo admirándola.
Pienso en Yoh. En todo lo agradecido que le estoy.
Y por último, Anna viene a mi mente. Anna y sus ojos, su pelo, su olor y su voz. Sus palabras duras. Pero sobretodo… esos besos, sus caricias.
Y me pierdo en la oscuridad.
…………………….
El tiempo no pasa. Y si pasa, yo no lo noto. No entiendo nada. Las cosas no existen. Yo no existo. Solo estoy flotando… no noto el dolor de mis piernas, mis heridas. Nada.
Por culpa de esta opresión. Debo dejar de pensar. Simplemente actuar, y en algún momento de este largo viaje, resucitaré. Porque ya no puedo dar marcha atrás.
………………………
Y si sigo existiendo, llegaré. Y si no, ya no tendré nada de lo que lamentarme.
………………………
¿De verdad hay una salida?
………………………
Anna… madre, padre… Jun… Yoh… Anna….
………………………
Tarde o temprano despertaré. Solo estoy viviendo una pesadilla. No soy yo. No soy nadie. No soy nada.
………………………
¿Luz?
Otro capítulo más. No sé si alguien se quedará decepcionado... en realidad, como bien apuntó Loconexion, ahora le toca enfrentarse con su vida, que es lo que lleva bastante tiempo evitando, pero que ya no puede retrasar más. No estoy segura de que haya un "mega-clímax", porque simplemente, las cosas pasan. Bueno, leed y ya me diréis n.n
Gracias a krmn sk, Saphire Neyraud, Loconexion, lovehao y lintu asakura.
Espero que os guste.
