Capítulo # 8 Nadie en Casa (Por Sietesoles)
Una niña juega con un señor joven, sonriente, alzando ágilmente a la pequeña y ella fingiendo volar. Ríen juntos. La niña tiene una polera amarilla con una flor rosada al centro, disfruta enormemente el juego, el señor la mira embelesado. Se acerca una mujer muy guapa, con una sonrisa encantadora, se nota que son una pareja joven de recién casados sólo con las miradas cómplices entre los ambos. La pequeña jala los brazos hacia su madre, ella la alcanza y la niña le abraza el cuello. El señor toma la mano de la joven señora y se van caminando juntos a un auto que, a simple vista, hace notar que la familia no tiene dinero para gastar en banalidades.
Noriko está sentada en La Cueva recordando cómo eran las cosas antes de que su dizque padre se fuera. Toma uno de los refrescos extraños que el Púa le hace cuando nota que está muy triste… con estas pequeñas cosas a veces él puede reemplazar la ausencia del padre real, pero obviamente no es suficiente. Su madre se tendría que enamorar perdidamente del Púa, como se enamoró de su padre, para poder tener algo de estabilidad en su vida. ¿Qué hacer con ella¿Decirle que el amor de su vida y causante de todos sus problemas estaba en la ciudad¿Cómo podría hacerle sentir lo mal que él las había hecho sentir todo este tiempo? O al menos molestarlo mucho, como para que se arrepienta haberlas dejado… no quiere dejar las cosas así, pero tampoco quiere ser como su madre. La entrada estruendosa de Kenta interrumpe sus divagaciones y encoge su corazón, sin contar, claro, la entrada repentina de miles de mariposas en no solamente su estómago. En resumidas cuentas, Kenta logra con sólo entrar al boliche lo que cuatro jugos especiales del Púa no habían logrado en más de una hora.
¡Yo sé exactamente lo que necesitas, Noriko! – grita Kenta desde la puerta, haciendo que todo el boliche se entere de que Noriko necesitaba algo y sólo él sabía qué.
Desde el otro lado, exactamente desde la barra, el Púa hace señales con los brazos para que no siga gritando, todavía no se enteró de lo que pasó, y podía meter la pata con su excesiva energía y buen humor. Kenta lo ignora totalmente, su objetivo es Noriko y hacerle un poco más llevadero el día.
¡Estuve pensando en esto toda la tarde, pero la idea vino como una iluminación!
Vi a mi padre en la escuela de tu hermano. – Noriko le interrumpe la alegría y manda al diablo sus buenas intenciones con una oración.
¿Qué? – no puede creer la mala suerte y valentía de su amiga. Sabe que verlo es algo humanamente imposible en otras personas, pero su amiga no es como todos.
Noriko le lanza la mirada más triste que Kenta recibió en mucho tiempo, triste y confundida. Lo único que el metalero atina a hacer es agarrarle la mano, sin preguntar nada, se quedan un rato así hasta que ella se para y se va. Kenta decide no seguirla, sabe que es uno de los momentos en que hay que dejar a Noriko en su espacio para que mastique su rabia, pena, y todo lo que siente, sola.
I couldn't tell you why she felt that way,
She felt it everyday.
And I couldn't help her,
I just watched her make the same mistakes again.
(No podría decirte por qué ella se sentía así,
Se sentía así todos los días.
Y yo no podía ayudarla,
Solo la vi cometer los mismos errores otra vez.)
Como siempre, escapa, de la Cueva, de Kenta, de sus amigos, de la gente, y de todo lo que pueda tratar de mejorar su mal humor. Se va a caminar a los lugares alejados de siempre, donde no conoce a nadie y sabe que nadie parará a saludarla o algo así. Le vienen ganas de hacer algo que no hace mucho tiempo: fumar. Busca en su mochila, que es casi como una caja de Pandora o el sombrero de un mago, y encuentra una cigarrera muy bonita, con unos cigarros viejos adentro. Saca uno, lo enciende con un encendedor que creía perdido en el triángulo de las Bermudas de un bolsillo oculto en el fondo de su mochila, y se pone a fumar. Juega con la cigarrera sin pensar en nada, es plateada, el frente tiene unas rayas verticales muy elegantes, está acolchada por dentro por un tipo de terciopelo guindo fino, tiene una esquina rasgada, se nota que es vieja. Al jalar una hilacha se da cuenta de algo grabado por dentro. Levanta un poco más la tela, lee:
" Para mi querido hijo Yoshimitsu Ishikawa, en su graduación"
"¡Esto es del desnaturalizado que tengo por padre!" – pensó Yoshiko, asombrada, tratando de recordar cómo había ido a parar algo suyo en su mochila.
What's wrong, what's wrong now?
Too many, too many problems.
Don't know where she belongs,
where she belongs.
(¿Qué pasa, qué está mal ahora?
Demasiados, demasiados problemas.
No sabe a donde pertenece,
a donde pertenece).
Vuelve a leer el grabado¿quién regaló esto a su padre¿Su abuelo o su abuela? Ni los conoce, o no se acuerda de ellos, tal vez los vio cuando era pequeña… Mira la caja con rabia, la tira lejos de donde está, sacando antes los cigarros que quedaban. Se siente cansada, los párpados le pesan, intenta pensar en el concierto de mañana, intenta recordar cómo es que tiene la cigarrera.
She wants to go home, but nobody's home.
It's where she lies, broken inside.
With no place to go,
no place to go to dry her eyes.
Broken inside.
(Quiere ir a casa, pero no hay nadie ahí
En donde se encuentra, rota por dentro.
Sin un lugar a donde ir,
para secar sus ojos.
Rota por dentro).
Noriko necesita urgentemente un abrazo. ¿Correr a refugiarse en Kenta otra vez? No. No puede darse el lujo de demostrar lo que siente. ¿Ir a su casa? Imposible. Ver a u madre tirada en su cama, viendo televisión sin hacer nada más, con el pelo mal teñido, el camisón muy usado y la boca sin pintar la pondría de peor humor. No quiere ser como ella, nunca. Odia más a su padre por haber sido el causante del desastre en que vivían las dos. Poco a poco va recordando.
Open your eyes and look outside,
find a reasons why.
You've been rejected,
And now you can't find
Be strong, be strong now.
Too many, too many problems.
Don't know where she belongs,
where she belongs.
(Abre tus ojos y mira afuera,
encuentra un por qué.
Has sido rechazada,
Y ahora no puedes encontrar
lo que dejaste atrás.
Se fuerte, se fuerte ahora.
Demasiados problemas, demasiados problemas.
No sabe a donde pertenece,
a donde pertenece).
El día de la partida la mamá de Noriko despierta cuando su padre terminaba de sacar sus cosas de la casa. Noriko es pequeña, ve a su madre gritar a su papá más de lo usual, sabe que algo está mal. Las peleas eran normales, siempre había algo que su padre quería y no tenía, siempre había algo que la madre se negaba a dejarle tener. Noriko entiende que algo más pasa, las lágrimas de su madre no son las de siempre. Su padre está más serio que de costumbre. Se acerca a ella, la alza, la abraza fuerte, la deja en el piso y se va. El auto parte dejando mucho humo tras de sí, Noriko alcanza a correr un poco, persiguiéndolo, no lo puede retener. Regresa sobre sus pasos lentamente, triste, mirando el suelo. Casi en la entrada de la casa ve brillar algo, aumenta la velocidad de sus pasos, es la cigarrera, seguramente su padre la dejó caer. La levanta, la abraza y corre a su cuarto, para esconderla junto a sus otros tesoros y para dejar de escuchar los sollozos inconsolables de su madre.
She wants to go home, but nobody's home.
It's where she lies, broken inside.
With no place to go,
no place to go to dry her eyes.
(Quiere ir a casa, pero no hay nadie ahí.
Es donde ella se encuentra, rota por dentro.
Sin un lugar a donde ir,
para secar sus ojos.
Rota por dentro).
Noriko recuerda bien la cigarrera, ahora todo tiene sentido, con razón guarda todavía algo de su padre, y tan cerca de ella (casi nunca se separa de su mochila). Se da la vuelta y corre a recuperarla. La rabia no contó con la poca fuerza que le dio un rato antes al tiro, así que no tarda mucho en encontrarla. La levanta, le sopla el polvo, vuelve a poner los cigarros adentro, la guarda y se va. Un recuerdo triste, pero recuerdo. Tiene que hacer algo con su padre.
Pasa por el Nankatsu al volver, no tiene ganas ni de burlarse de los ñoños que practican deportes después de clases, hace una mueca de disgusto y se va. Patea piedras en el camino sin ver qué hay por delante, patea una con fuerza, escucha un quejido lastimero.
¿Es que no ves que hay gente que vive en el mundo aparte de ti!
Noriko lo ve, aliviada, es el Morisaki que ve hasta en la sopa sin querer. No sabe qué impulsa algo que le nace en el pecho, pero se siente aliviada al ver a Yuzo frente a ella. No lo ataca esta vez, es más, su necesidad de abrazo es tal que se abalanza al Morisaki ñoño y lo abraza, casi haciéndolo caer. Él no sabe cómo reaccionar, pero siente que Noriko solloza en su pecho… casi la misma escena que vio antes, con su doble. Responde el abrazo más rápido que su hermano, le frota un poco la espalda, como Nobuko hace en las noches cuando tiene una pesadilla y no tiene más remedio que llamarla. No dicen nada, la acción es la que cuenta esta vez. Un ratito después, más corto de lo que ellos pensaron que duró (la relatividad y sus recovecos), la roja se separa bruscamente de Yuzo, murmura un "Gracias" confundido y se va tan rápido como llegó frotándose los ojos, dejando al pobre de Morisaki más confundido que cherry en frasco de aceitunas.
Noriko corre a su casa, sin creer lo que acababa de hacer, pero sintiéndose muy aliviada. Entra y encuentra a su madre como pensó que iba a encontrarla.
Hola ma.
Hola hija. Dejé algo de comer en la mesa.
Bueno, gracias.
No tiene intenciones de comer, así que va directamente a su cuarto y empieza a practicar con el bajo para el concierto, tiene que salir perfecto.
Kenta vuelve a su casa con sólo veinte panfletos de sobra, que decide repartir en la mañana, camino al colegio, ahora tiene que planear algo más interesante.
"Pobre Noriko… ver a su padre… seguro el desgraciado no le dio bola o la trató mal… debe ser todo un perro" – reniega el gemelo sensible pensando en el mal rato que seguro pasó su amiga con él – "Definitivamente tengo que hacer algo con estos dos… Yuzo incluso sería el lado estable de Noriko, y ella tal vez lo haga vivir un poco…" – a veces piensa que su hermano no su vida se encierra en una bola de cuero.
Yuzo Morisaki vuelve a su casa confundido, abatido, sufriendo, pero con unas cosquillas especiales en la panza al recordar el abrazo repentino de Noriko. Camina rápido, sin mirar a los lados, usando algo del instinto de arquero que debería tener para no chocar con el resto de la gente que camina por la calle. Llega a su casa con una sonrisita poco disimulable.
¡Hola ma!
¿Kenta? – pregunta Nobuko extrañadísima, pensó hacer escuchado a su hijo entrar como media hora atrás.
No mami, soy Yuzo.
Es que me saludaste como tu hermano… - el instinto le dice que algo pasa - ¿está todo bien, hijito?
Todo perfecto, ma – responde el gemelo antes serio, a tiempo de empezar a subir a su cuarto – Hola Kentita – saluda a su hermano al verlo desde el pasillo en su cuarto, sin borrarse la sonrisa de la cara.
¿Yuzo?
Sí, Kenta, soy yo.- responde al confundido ahora Kenta, por tan visible alegría.
Yuzo entra a su cuarto, tira su mochila en algún rincón (cosa que usualmente no hace) y se tira en su cama sin siquiera pensar en la tarea de matemáticas que tiene que hacer para el día siguiente. Mira el techo y sus detalles, no deja de pensar en ella. Se da la vuelta y hunde la cara en la almohada, nada. Da vueltas y vueltas en su cama, tal vez pueda encontrar una pose en que la idea se le vaya de la cabeza, no logra su objetivo. Se sienta en la cama, sonríe, se muerde el labio inferior sonriendo todavía, las mariposas volvieron, pero lo peor es que no sabe por qué, esa roja de maquillaje feo y exagerado no debería gustarle, una chica como Kumi es más para él, dulce, educada, seria, centrada, no una loca de esas que trata de llamar la atención del mundo con ropa negra y actitud forzada. Se para, va a su escritorio para hacer la tarea, no se puede concentrar. Ni modo, tendrá que usar ese recurso. Sale de su cuarto con pasos decididos y entra al cuarto de su hermano, que está tirado en su cama, con los audífonos a todo volumen, las manos bajo la cabeza, los ojos cerrados y los pies marcando el ritmo de alguna canción.
Kenta.
Y su hermano nada.
¡Kenta! – insiste Yuzo.
Nada. Está en su mundo, pensando cómo hacer que a Noriko le guste la idea de estar con su hermano tanto como a él.
¡Kenta! – grita Yuzo, no obtiene respuesta alguna. Se acerca a su hermano y lo sacude como condenado, haciendo que se "despierte" como de una pesadilla, aterrado.
¡Sí que eres un condenado, Yuzo¡¿Qué cuernos te pasa!
Necesito ayuda con algo, hermanito – le confiesa Yuzo, sonriendo.
A Kenta se le enciende la alarma de conexión astral gemela, siente que Yuzo va a contarle algo demasiado interesante. Cuenta hasta veintisiete para calmarse y no vengarse por tan brusca interrupción, se sienta en la cama, sonríe y le pregunta con un tonito dulzón:
¿Qué tienes, Yuzín?
El gemelo serio endereza la espalda para contarle algo al parecer muy importante, aclara la garganta y empieza el relato:
LoquepasaesqueNorikochocóconmigohaceunratoyderepenteseabalanzó – dice atropelladamente. Su hermano lo mira asombrado por descubrir la capacidad casi inhumana de su hermano al hablar… tiene que detenerlo.
¿Qué¡No te entendí nada! – se acerca y le agarra los hombros - ¡Tranquilo!
Yuzo respira hondo, trata de borrar la sonrisa de media luna que tiene dibujada en la cara y vuelve a empezar:
Lo que pasa es que Noriko chocó conmigo hace un rato y de repente se abalanzó – hace una pausa, para mantener al receptor del mensaje en suspenso – hacia mí – traga saliva, nueva pausa - ¡y me abrazó!
Para el metalero la noticia no puede ser mejor, especialmente si su hermano se la cuenta tan –extrañamente- emocionado. Lo mira, sonríe en luna llena también, y lo abraza efusivamente, como si hubiera dado respuesta a todos sus males. Se quedan unos minutos mirándose las caras, de repente Kenta parece picado por algo y sale corriendo del cuarto sin dar explicaciones, sólo gritando a su madre que ya vuelve casi desde la calle, dando antes un portazo al salir.
Yuzo se queda extrañado por la respuesta de su hermano porque esperaba algo así como… como un consejo, y recibió todo menos eso. Levanta los hombros como señal de resignación a tener el hermano impredecible que tiene y vuelve a su cuarto, a martirizarse pensando en ella.
En la Cueva el Púa trata de darle sentido a todo el escándalo del día, Noriko triste, Kenta más raro de lo usual… sus jugos sin efecto.
"La vida ya no es lo de antes"- piensa, mientras seca un vaso con un trapo histórico y cetrino.
Escucha unos pasos presurosos y pesados bajar por las gradas de la entrada, voltea a ver y se encuentra a Kenta jadeando por el buen trote desde su casa al bar, trata de respirar profundamente y por fin habla (grita):
¡NORIKOOOOOO! – mira a todos lados para encontrarla - ¿Norikooooo?
Noriko no está, Kenta, no volvió – responde el Púa desde el otro lado.
¡Gracias! – sale corriendo otra vez, esta vez hacia la casa de su amiga roja.
Llega por fin al descuidado lugar donde vive su amiga, se nota que nadie aprecia mucho las plantas, su mamá estaría feliz allí, reviviendo todo vegetal que encontrase, como en un tipo de E.R. botánico… Se tranquiliza un poco mientras se acerca a la puerta. Toca tres veces, nada, vuelve a tocar un poco más fuerte, sale una señora que combina muy bien con la casa: descuidada, desarreglada, con la cara lavada y un par de buenas ojeras de no dormir por lo menos tres días seguidos.
¿Sí? – pregunta, molesta.
¿Está Noriko? – pregunta Kenta, después de entender por qué su amiga no quiere ser como su madre.
A ver, la busco… - dice, fastidiada - ¡NORIKOOOOOO! – grita casi en la oreja del visitante – NORIIIIIIIIIIKOOOOOOOOOOOO – insiste, al no obtener respuesta alguna. Se escuchan unos pasos sigilosos y lentos un poco lejos, Noriko quiere ver quién es, no se le ocurra a su padre aparecer de improviso. Reconoce el pelo en puntas de su amigo, los dedos largos y finos de sus manos de guitarrista, se arregla un poco el pelo, alisa su polera y baja rápido.
Gracias mamá – le dice, como empujándola un poco. No invita a Kenta a pasar, sale y lo mira, extrañada -¿Qué haces acá?
Vine porque quiero decirte algo muy importante – le dice, viéndola fijo.
Noriko se emociona sin saber por qué, o tal vez sí, pero muy en el fondo.
¿Qué? – las mariposas hacen escándalo en la panza.
¡Hoy estuviste muy acarameladita con Yuzo¿No, picarona? – pregunta, juguetón, con cara de saberlo todo. Noriko no responde, él insiste - ¡Yo no conocía ésas tus habilidades! Vas a ser mi cuñadita¿no? – sigue, sin ver la reacción de su amiga.
Obviamente las mariposas caen muertas, nunca esperó que ese infeliz hermano del chico que tanto le gusta le contara todo lo que pasa. Siente que la ira le calienta los pies, las piernas, las manos, los hombros, la cabeza… quiere reventar. Se nota. El metalero empieza a asustarse, pocas veces ve a su amiga así, sabe que por algo metió la pata.
Creo que no es tan buena noticia… - dice, retrocediendo poco a poco – yo ya me voy – sale a paso apresurado, con su carrera de casamentero desbaratada al primer intento.
Noriko no alcanza a hacer nada, sólo ve a su amigo escapar como alma que lleva el diablo… "Me las vas a pagar, chismoso de #··$&·"
Nuevo día. Yuzo despierta más en paz consigo mismo que lo usual… se pregunta si es por el abrazo furtivo de ayer, pero sinceramente no le importa, está feliz. Desayuna cantando, espera a su hermano sin reclamar, incluso mete su almuerzo en el bolsillo especial de la mochila para engañar a su mamá fingiendo que sí come el sándwich de germen de trigo y las galletas de sémola. Kenta baja por fin, toma la leche de soya sin sabor, Nobuko les da barras de quinua con miel por verlos tan felices. Salen de la casa, Kenta golpea a Yuzo en el hombro, cómplice de aventuras y conquistas, él ríe sin saber por qué… incluso se siente atontado. Se separan en la esquina de siempre, cada cual a su colegio.
¿No quieres que mande saludos a NADIE, hermanito? – pregunta el gemelo de uniforme desarreglado, inquisidor.
No "todavía", hermanito – dice el del uniforme pulcro, con cierto sarcasmo en la voz.
Se dan la mano con el saludo Morisaki y se separan. Al doblar la esquina que de la calle que va al Nankatsu, Yuzo se siente aplastado contra una pared, rápida y violentamente. Noriko está tras él, con ojos furibundos y las manos listas para atacar.
¿ERES IMBÉCIL O QUÉ? – grita con toda la fuerza que tiene, el pobre de Yuzo no entiende nada – ¡RESPONDE, IDIOTA! – obviamente no puede, está casi en shock - ¿CÓMO SE TE OCURRE DECIRLE A TU HERMANO LO QUE PASÓ¡ERES UN IMBÉCIL!
¿Quién crees tú que eres para gritarme así en medio de la calle? – es la única que hace que reaccione así.
¿QUÉ? – ella no cree que el ñoño le responde.
¡Que quién te crees para tratarme así!
Es lo que mínimamente te mereces por hablador… - Noriko se acercó a su cara para intimidarlo, pero Yuzo sentía algo que ya no dejaba que esta chica haga lo que quiera con él.
Es lo que mínimamente mereces por andar abalanzándote a los brazos de cuanto chico ves – respondió el, tranquilo, sin alterarse. Noriko se sintió muy ofendida, la frase no le sonó del todo amable, y no era bonita, Yuzo respondió con un poco de los celos que sintió al verla con su hermano.
A ti no te importa lo que hago con mi vida… ¡NO QUIERO VERTE MÁS! Imbécil…
¿Y crees que yo a ti, loca? – Le sacaron de las casillas.
Noriko lo mira con todo el odio de su alma, el gemelo ñoño no se deja intimidar, agarran los tiros de sus mochilas con rabia, Noriko masculla algo, Yuzo bufa, se dan la vuelta y se van.
La canción es de Avril Lavigne, se llama "Nobody's home". Es mi primer songfic, gracias a Yun por la ayuda y la idea (en realidad lo de la canción fue idea suya).
Bueno, muchísimas gracias por los comentarios, como siempre. Espero que les guste este capítulo, y ya sabe, preguntas y comentarios son bien recibidos. Un saludo a todos.
ADRIANA
(Sietesoles)
