Capítulo VII
Contemplación
Bella, como en
la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago
de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro, bella.
Bella, de
finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando,
flor del mundo,
así te veo, bella.
La vio sonreír cuando la música se detuvo, y entonces midió el significado que sus palabras podían tener…" ¿Te llevó a casa?"... cerró los ojos al verla avanzar por sus cosas, ¿qué podría estar pensando ella?... llevaban tan poco tiempo aquí, que de seguro Kagome se estaba imaginando algo indebido… "indebido" claro, él era su guía, y aunque el aroma de su perfume parecía habérsele impregnado, era solo una niña, una estudiante aún, una chiquilla que se parecía demasiado a su esposa muerta, era… era… suspiro comprendiendo que solo buscaba excusas, por que realmente no se sentía capaz de intentar nada…
Ella avanzó, sentía un nudo en el estómago, ¿por qué había asentido con tanta facilidad ?... ahora él quizás que cosas estaría imaginando, la tomaría por una mujer vívida, acostumbrada a este tipo de invitaciones, claro era la típica imagen que proyectaban las universitarias, al menos ella vivía con su familia, al menos ahí tenía una excusa, no podrían avanzar demasiado ¿no?... ¿pero que estaba pensando?...
-Kagome…- nombró al verla tomar su bolso, ella se giró esperando por sus palabras, y el brillo de sus ojos lo obligó a tragar… cada vez le parecía más hermosa – no me refería a, de inmediato… me estaba ofreciendo a llevarte a tu casa, cuando terminemos aquí…
-Oh… que bien…- suspiró casi aliviada, y notó el desconcierto en la mirada dorada, le mostró una sonrisa cortes, dejando a un lado su bolso, mientras se sentaba.
Alcanzó la copa que aún tenía algo de contenido, un trago suave de mujer, pensó InuYasha, no había notado el detalle de la copa, se sonrió al comparar el nombre del cóctel que ella bebía, con su propia personalidad, le parecía muy adecuado, se sonrió.
-Veo que te agradan los licores suaves…- comentó con algo más de relajo, ciertamente el no tener a sus amigos escrutando todas sus acciones le ayudaba bastante.
-Sí… - aseguró ella, haciendo un suave gesto con su cabeza, dejando que el cabello cayera coquetamente por un costado de su hombro – y por lo visto a ti, los fuertes – comentó observando el vaso aún con algo de whiski, no podía beber demasiado si tenía que conducir, una copa era una medida correcta.
Lo vio sonreírse ante sus palabras, parecía tranquilo, la espalda afirmada atrás en el asiento, el brazo izquierdo, apoyado igualmente sobre este, dándole una impresión más segura de él, ¿más aún?... pensó… la otra apenas haciendo girar el vaso sobre la mesa.
-¿Vives solo con tú hijo?...- se atrevió a consultar, y es que cuando habían cosas que necesitaba saber, solo investigaba, y en este caso la fuente más cercana era el mismo InuYasha.
-Sí…- afirmó, observando los ojos castaños que lo miraban inquisitivos, comenzaba a comprender la razón de que ella tuviera tantos conocimientos… su curiosidad, reflejada con un brillo especial en el color de su mirada -… además de Suzume, la mujer encargada de las labores y Kosho, la nana de Senkai.
-Ha ya veo…- comentó, tenía tanto que quería preguntar, pero también sabía que muchas de sus dudas no podían ser aclaradas con solo una conversación, ya tendría tiempo de averiguar un poco más.
-¿Y tú?... ¿qué me dices de ti?...- consultó intentando mantener la conversación, sintiendo su propia curiosidad hormiguearle, y es que realmente la chica era un misterio para él, se sabía casi de memoria lo que aparecía en el informe que presentara a la clínica… pero ¿qué de su vida personal?...¿ de ella?... de Kagome…
-Vivo con mi madre, mi hermano, que ya esta por entrar a la universidad, y mi abuelo…- respondió sintiéndose de cierto modo alegre de que InuYasha se mostrara interesado en algo más que solo medicina al hablar con ella – ah, y mi gato Buyo… - se sonrió al nombrarlo, después de todo era parte de la familia, estaba algo mayor ya, pero era un regordete y tierno felino.
-Esta bien…- se sonrió, con algo de alegría, los ojos dorados le parecieron a Kagome de pronto, brillantes como los de un niño, algo que no había notado en él antes – veo que tienes una grata familia.
-Sí, claro… discuto en más de alguna oportunidad con ellos, pero los amo… por ejemplo ayer, me tocó preparar la cena, y mi hermano, Souta, llegó con una serie de compañeros de la escuela, a preparar un trabajo, y se comieron todo el guiso que preparé y… - mencionó, y lo cierto era que no sabía por que este hombre le inspiraba la confianza para comentar cosas tan privadas, enfocó nuevamente sus ojos, y se sintió sonrojar al notar que tal vez a él se le estuviera haciendo aburrida la conversación – lo lamento, te debe estar aburriendo.
-No para nada…- respondió esperando a que ella continuara su relato, y así lo hizo.
Se había relajado más aún en el respaldo, mientras que sus amigos continuaban muy románticos bailando, desde esta posición podía admirarla mientras que ella hablaba, la forma vivaz en que sus manos hacían gestos que graficaban situaciones, el cabellos azabache que a intervalos caía sobre su hombro, cubriendo en parte su rostro, y ella con insistencia acomodaba tras su oreja, incluso la forma graciosa de expulsar el aire luego de que se sentía agotada con alguna nueva, acabada, historia…
No sabía por que le había contado ya tantas trivialidades de su vida en el hogar, algunas anécdotas de la universidad, la forma en que el hermano mayor de uno de sus compañeros la había estado cortejando y como ella había podido eludirlo incluso subiendo a un enorme árbol que había en el su casa, incluso le pareció ver que el semblante sereno de InuYasha pareció fruncirse un poco cuando lo mencionó… era grato sentir que él ponía atención a sus relatos.
-…Y desde entonces mi abuelo se ha hecho cargo del templo…- concluyó, soplando el aire que aún le quedaba de su última inhalación, y lo miró entonces, claro de los dos era ella la que más había hablado, InuYasha se había limitado a oírla y a hacer algún gesto o sonido afirmativo cuando le consultaba si entendía lo que le estaba explicando, y a hacer alguna nueva pregunta sobre el relato, lo que le indicaba a Kagome que estaba siendo escuchada, sintió que el sonrojo la abordaba nuevamente al notar el modo tan suave en que él la estaba mirando, y tan fijamente, y entonces la mano de InuYasha se elevó acercandose poco a poco a su mejilla, e incluso lo vio a él incorporarse de su posición y acercarse algo a ella… los latidos de su corazón comenzaron a hacerse evidentes en su pecho, pasaron de un rítmico y normal latir, a una acelerada carrera.
-Veo que a ti el tema de conversación no se te agota…- mencionó él mientras que sus dedos hacían un mechón de cabello azabache que nuevamente había resbalado hacía adelante y lo acomodó con suavidad tras la oreja de ella, el sonrojo en el rostro femenino, se le hacía inevitablemente atractivo, era algo que no recordaba haberle visto demasiadas veces a Kikyo, quizás cuando apenas se habían conocido.
-Bueno… soy algo inquieta…- respondió, cambiando el rumbo de su mirada, a la pareja que se aproximaba muy abrazados.
InuYasha se bebió el último sorbo de su copa, que había permanecido intacta durante todo el extenso dialogo que Kagome le había entregado, notó que Miroku y Sango se aproximaban abrazados de un modo que le indicaba que ambas parejas debían de tomar caminos separados, ya conocía bastante bien a su amigo, y sus sistemas de conquistas no habían variado demasiado.
-¿Se han divertido?...- consultó el hombre al acercarse a la mesa en al que se encontraban.
-Sí, no puedo quejarme…- mencionó InuYasha, poniéndose de pie, de ese modo al retirarse se llevaría consigo a Kagome, y le ahorraría a Miroku las típicas excusas que él ya no creía, del por que debía retirarse – pero ya debo irme, mañana aunque sea sábado, debo darme una vuelta por la clínica temprano…
-Ha sido un verdadero honor tenerte junto a mí esta noche amigo…- dijo Miroku, extendiendo su mano, para estrechar la de InuYasha
-No digas eso Miroku – respondió.
-Solo espero gozar de tu compañía algo más seguido…- se aventuró a decir, esperando que su amigo realmente comenzara a vivir de nuevo, ya que sabía bien que su "muerte en vida" se había producido mucho antes de que la misma Kikyo falleciera.
-Veremos…- fue todo lo que le dijo, y aquello de algún modo alentó a Miroku, era más de lo que había conseguido en los últimos cuatro años – ¿vamos Kagome?… - consultó observando a un lado de él a la muchacha que se despedía afectuosamente de su amiga, que también comenzaba a tomar sus cosas.
-Sí claro…
El trayecto se había hecho prácticamente en silencio, Kagome comenzó a pensar que si no era ella la que estaba hablando, muy poco era lo que se dialogaba, miraba hacía afuera por la ventanilla del copiloto, sintiendo la comodidad de viajar en un vehículo costoso, los asientos completamente forrados en cuero de color negro, incluso se sentía como una niña sentada en su lugar, el espacio, era amplio y agradable, un suave aire circundaba el interior, e InuYasha iba concentrado en la calle, ella le había dado las indicaciones adecuadas para llegar a su hogar, no les quedaba demasiado para hacerlo, y lo escuchó hablar, con aquella voz profunda y varonil, que la obligaba a centrar sus sentidos solo en él.
-¿En donde consigues material para tus lecturas?...- consultó sin quitar la vista de la calle.
-En la biblioteca de la universidad…- respondió, pensando en que ¿no habría nada más que él pudiera hablar que no fuera de medicina?...
-¿Y encuentras todo lo que quisieras en ese lugar?...- continuó, sin que Kagome pudiese comprender aún a dónde deseaba llegar.
-La verdad no siempre encuentro todo el material, sobre todo del doctor Matzumura, sus libros no están completos, los tomos están saltados, según me explica la bibliotecaria, muchos de ellos jamás vuelven – comentó Kagome, con la mirada en frente también, al igual que InuYasha.
-Ya veo…- fue toda la respuesta que dio, desviando la conversación de forma radical, pero comprensible – ¿es en esta calle en la que debo doblar?...- indicó a la siguiente entrada a izquierda.
-Sí es aquí, notarás de inmediato el templo – y tenía toda la razón, un cerró se erguía majestuoso, en medio de las construcciones de la ciudad, al final de la calle que habían tomado, InuYasha pudo ver la cantidad de escalones que tenía cuando bajó de su vehículo y toó con delicadeza la mano de Kagome, tal como lo hiciera cuando la llevó a bailar, para ayudarla a salir del vehículo.
Comenzaron a subir, haciendo mención de lo cansado que era ascender a diario, cerca de cien escalones. Finalmente cuando llegaron arriba, se quedaron de pie bajó la puerta de sintoísta de ciprés, InuYasha traía las manos dentro de los boldillos de su pantalón, Kagome con el bolso entre las manos, ninguno de los dos había tocado el tema de aquel baile tan cercano que tuvieron, pero estaba grabada a fuego en cada uno.
-Gracias por traerme…- dijo Kagome, intentando darle algo de sentido al silencio que los envolvía.
-No a sido nada… - respondió, observando a su alrededor, las no eran demasiado altas, por lo que no se podía distinguir demasiado el lugar.
-Podrías venir en otra ocasión de día, para que admires como es debido el templo principal, el árbol sagrado…- lo animó ella, recibiendo una mirada tranquila y una sonrisa leve.
No se esperaba aquellas palabras, y no es que le desagradara conocer del modo correcto un templo sintoísta, pero llevaba atragantada la inquietud, por el modo tan cercano en el que habían bailado, y estaba seguro de que ella, había notado sus intenciones de acariciarle el cuello con los labios, ¿por qué no le decía nada?... quizás con aquel compañero de universidad con el que desayuno días atrás, se comportaba del mismo modo… pero no, él no era nadie para estar molesto por ello.
-Kagome… con respecto al material que lees…- intentaba decir algo, pero se le dificultaba, y se encontró maldiciendo en sus pensamientos.
-A bueno, ¿tal vez lo considere inapropiado?...- consultó ella, aunque en realidad se esperaba alguna otra cosa, no había podido dejar de pensar en el modo tan intimo en que la había abrazado mientras bailaban, y no creía correcto mencionarlo, quizás InuYasha Taisho, con la reputación que le precedía, y lo atractivo que era, debía de estar acostumbrado a estar rodeado de mujeres, y más aún, bailar del modo que lo hizo con ella… sintió una leve molestia justo en el estomago, y un gusto amargo en la boca, de solo imaginarlo acariciando a alguna mujer.
-No… no es eso…- se apresuró a aclarar, le parecía perfecta la lectura que Kagome mantenía, los libros que ella leía eran de los que lo habían acompañado a él en su desarrollo – al contrario, me parece que esta correcta… es solo… verás, tengo una biblioteca bastante selecta, con libros de nuestra especialidad, Satou Miyuki, Ituo Kumiko, entre otros de los que solo salieron una o dos ediciones, haciéndose escasos y ciertamente son muy buenos... los pongo a tu disposición si lo deseas…
Kagome se quedó por un momento en completo silencio, sin saber que responder, lo cierto era que el poder acceder a lectura escasa como la que InuYasha le estaba nombrando la dejaba pasmada, y más aún sabiendo que sería en casa de su amor platónico…
-Si no lo deseas lo entenderá… buenas noches Kagome - dijo con un leve tono de desilusión, al notar el silencio en ella, girándose para partir, pero sintió que los suaves dedos de ella, se asían de su brazo, miró el agarré y enfocó luego los ojos castaños, alegres y vivaces.
-¿Tienes todo lo escrito por Hideyuki?...- consultó, como si aquello significara una especie de condición para aceptar, e InuYasha notó la coquetería natural en Kagome, y se sonrió.
-Todo, hasta su último estudio sobre la Atresia…- Kagome pudo notar el brillo del triunfo en los dorados ojos de su acompañante, y se sintió intimidada por el.
-Esta bien… acepto…- musito con levedad mientras que soltaba el brazo masculino.
-Correcto, lo vemos el lunes en la terapia de nuestro nuevo paciente…
De ese modo concluyó para Kagome lo que no pudo haber sido una mejor noche, se apoyó en la puerta de su habitación, con solo la luz de la calle y la noche iluminando, se llevó una mano hasta el cuello, y acaricio con delicadeza la piel que estuvo a centímetros de ser besada, el modo en que InuYasha respiró sobre su piel le vino como un recuerdo demasiado real, erizando su piel, se frotó los brazos con fuerza como intentando deshacerse de un frío inexistente.
-.-.-.-.-.-
Bella, no hay
nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene en algún
sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún
sitio,
bella.
Bella, mi
bella, tu voz, tu piel, tus uñas,
bella, mi bella, tu ser,
tu luz, tu sombra,
bella, todo eso es mío, bella,
todo
eso es mío, mía,
cuando andas o reposas, cuando
cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas, siempre,
cuando
estás cerca o lejos, siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.
InuYasha observaba el jardín desde el ventanal de la sala, aún con su la vestimenta con la que había llegado, la noche estaba bastante clara, y el aire entraba limpio a su organismo gracias a los árboles que lo rodeaban. En la mano derecha una copa de whiski que apenas había sido tocada, y esta al igual que otras noches, sería una larga y marcada por el insomnio que lo atacaba, pero por motivos muy diferentes… extrañas sensaciones nacían en él, y lo sabía, esta noche no podía quitar de sus sentidos, el exquisito perfume a flor de cerezos que la muchacha con la que compartió una exquisita pieza de baile, y que además le hizo recordar, después de mucho tiempo… lo que era sentirse vivo…
Continuara…
Hola chicas… disculpen la tardanza, sé que debería haberles dejado algo antes, pero la verdad me distraje leyendo… ahora espero que este capítulo les haya gustado, al menos a mí me entretuvo, espero que los puntos que deseo dejar se comprendan, recuerden siempre leer con mucha atención, ya que mis historias se caracterizan pro ir dejando pequeñeces por medio… el poema, pues Pablo Neruda, me encanta… espero que a ustedes les agrade también… les enviaré pronto un nuevo capítulo, esta semana estaré en casita, ya que por andar mirando InuYashas en la calle, a ver si encontraba el mío, pues me esguince un tobillo y ando con una botita de yeso… menos más que no fue una muñeca, pensé…jejeje… así que os estamos encontrando… se me cuidan y nada de andar con la boca abierta por las calles de sus ciudades… Besitos…
Siempre en amor…
Anyara
