Capítulo XIII
La pasión de los celos
La operación del señor Yakashima los había tenido muy ocupados los últimos días, incluso inquietos y aunque InuYasha no lo aceptara solía temer por sus pacientes, confiaba en sus manos, pero no en las situaciones fortuitas, Kagome había permanecido junto a él en la operación presenciando su primera cirugía a corazón abierto, y pudo notar la sonrisa de ella bajo la mascarilla, reflejada en el brillo de sus ojos, cuando la dieron por exitosa. Luego por primera vez InuYasha se quedó en espera del agradecimiento de la familia Yakashima, que se empeñaron en esperar al doctor.
-No me lo agradezcan, quien preparó al paciente todo este tiempo fue Kagome… ella merece más que yo sus atenciones…- dijo InuYasha dando un tono seguro a sus palabras abrazando con visible orgullo a su acompañante, rodeando sus hombros con su brazo.
Kagome sentía que él se las había arreglado para salir de lugar airoso y dejarla a ella recibiendo los abrazos y las gratas palabras de la señora Yakashima, y una variedad de golosinas caseras por parte de la abuela Yakashima, comprendiendo en parte la raíz del mal de su paciente. Se sonrió en silencio al comprender que la modestia de InuYasha no le permitía recibir halagos.
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Había subido las escaleras del templo juntos, un nuevo día de trabajo había terminado y Kagome como tantas otras veces pasó a casa de InuYasha y compartió junto a Senkai, le agradaba ver como el niño disfrutaba de su compañía, al fin la cubierta del jardín llevaba varios días guardada, ya no estaba ni siquiera a la vista, lo que la ponía muy contenta, incluso InuYasha había accedido a sentarse sobre la hierba un par de veces con ella y el pequeño, debía de ser honesta, sus jeans ya estaban mostrando el verdor del jardín, pero que más daba… el niño era feliz…
-¿Por que no entras un momento?...- consultó Kagome desprendiéndose momentáneamente del beso, claro que los brazo de InuYasha estaban firmes alrededor de su cintura.
-Hoy no pequeña…- susurro él buscando su boca – debo hacer algunas cosas en casa aún… tengo una conferencia en Kyoto en algunos días ¿recuerdas?...
-Oh, es verdad…- dijo algo apesadumbrada, bajando la mirada hasta uno de los botones de la camisa del hombre y entornado sus dedos en él.
-Te prometo que a mi regreso lo haremos, ¿te parece?... – consultó buscando alegrar el rostro de Kagome, pero no lo consiguió apenas le arranco una sonrisa leve… demasiado leve - ¿qué pasa?... ¿no te gusta la idea?...
-No lo de mi familia esta bien… lo que no me gusta es que te vayas de viaje con esa mujer…- mencionó Kagome, fijando sus ojos oscuros en los de él que la miraron algo perplejos por unos minutos.
-Estas celosa de Kaguya…- afirmó él divertido.
-Bueno y ¿como no?... si esa mujer te come con los ojos…- exclamó molesta Kagome, retorciéndose en el abrazo buscando que InuYasha la soltara y es que no podía dejar de pensar en que tal vez había algo que él no quería contarle… ¿quizás ellos ya habían tenido algo?... ¿quizás ella ya había estado en su cama?... y sentía que el estomago se le vaciaba ante el solo pensamiento, y es que ella lo quería tanto…
-No te pongas así pequeña...- le susurró con los labios en el cuello pálido – yo no tengo sus mismas intenciones…
-¿A sí?... quizás ya las tuviste ¿no?...- respondió ella más molesta aunque no podía negar que el hormigueo que le producían los labios de InuYasha hacían muy difícil su malestar.
-Oh… esta bien Kagome… si quieres pensar eso, no puedo hacer mucho más… - la liberó del abrazo con pesar, tomando el rostro pálido entre sus manos.
Los celos eran algo grato, pero solo hasta que ya no podías escuchar más que a ellos, y pues la muchacha necesitaba estar a solas para escucharse a sí misma, pensó. Le dio un beso en la frente y se giró bajando algunos peldaños antes de escuchar la voz femenina decir su nombre.
-InuYasha…- susurró ella, sintiendo por primera vez desde que estaba junto a este hombre un vació en su interior, como si nada tuviera vida si no lo tenía a él, lo vio voltear.
-Tranquila pequeña, mañana nos vemos…- dijo, con una sonrisa calma, para luego igualmente marcharse.
Había tenido que aprender prudencia, algo que junto a Kikyo se la había hecho necesario en muchas oportunidades, era parte de su vida diaria, parte del InuYasha que se había obligado a crear, y aún no podía dejar de lamentarse por la única vez que había perdido aquella prudencia aprendida… hacía ya algo más de cuatro años…
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La mañana estaba soleada, pero algo en su interior no le permitía sentirse contenta, avanzaba los pasos por el pasillo hasta la cafetería en la que solían desayunar ella e InuYasha, siempre con algún expediente que analizar y que les permitiera disimular su relación ante el resto, de lo contrario los ojos de todos estarían demasiado fijos en ellos, y sus pequeñas escapadas dentro d la oficina de él no serían posibles. Entró al lugar y lo vio ahí, completamente compuesto, con el cabello brillante bajo la luz de la mañana que se filtraba por las ventanas junto a la mesa que habitualmente ocupaban, y con los anteojos de descanso que usaba y los ojos dorados fijo en algún documento, el café humeando aún en su taza, sin ser tocado… parecía tranquilo, de seguro no paso la misma mala noche que ella.
-Buenos días…- saludó mientras que tomaba su lugar en la silla, notando como InuYasha levantaba la vista para enfocarse en sus ojos castaños y cansados.
-Buenos días Kagome… - podía notar en ella el agotamiento, ¿Por qué debían de haber dificultades?... debían de arreglar sus diferencias ahora, de lo contrario no se iría tranquilo – ¿podríamos hablar?...
-Claro… responde fríamente mientras que observa el menú básico de la cafetería en busca de un buen pastel de chocolate que claro… no encuentra.
-Bueno días a las estrellas de esta semana – saluda con demasiada amabilidad Kaguya, haciendo que Kagome desee con mayor ahínco ese pastel de chocolate.
-Buenos días – responde InuYasha, pensando en que cada vez tienen menos de buenos, mientras que ve a la mujer tomar una silla para compartir el desayuno junto a ellos.
-Buenos días – se le escucha musitar con desgano a Kagome, que sigue buscando alguna alternativa en su menú.
-¿No sé si te habrá llegado el mail del señor Shigemi, avisando el aplazamiento para un día más de la conferencia en Kyoto?…- consultó la mujer acomodando su cabello a un lado de su rostro, últimamente le había dado por usarlo suelto, rejuveneciéndola aquello incluso, y Kagome sabía bien el motivo.
-Si lo recibí anoche…- mencionó él intentando parecer concentrado en su lectura.
-Pues como de todos modos los pasajes y el hotel ya están reservados para hoy en la tarde, creo que no deberíamos desperdiciarlo, nos vamos esta tarde y cenamos en el Relais Gourmand, es un lugar nuevo que mezcla la comida japonesa y la francesa… me han dicho que es una grata experiencia.
Kagome le dio una mirada baja, por decirlo menos, asesina a Kaguya, volviendo a enfocarse en su menú sin haber pedido nada por el momento.
-¿Pedirás ya Kagome?...- consultó InuYasha intentando evadir la proposición de la mujer que estaba junto a ellos.
-Sí… quiero pastel de chocolate…- solicitó ella cerrando la carta que tenía en sus manos ruidosamente.
-Creo que aquí no tienen…- mencionó él inspeccionando su propio menú para cerciorarse.
-¿Qué me dices InuYasha?...- consultó Kaguya completamente ajena a la situación que se gestaba entre sus acompañantes.
-No lo sé… podría ser…- respondió InuYasha algo distraído intentando no prestar demasiada atención, observando que efectivamente no había pastel de chocolate, cuando sintió un golpe en la parte baja de su pierna, obligándolo a quejarse casi por instinto, enfocando entonces los ojos de Kagome que parecía mirar por la ventana.
-Cómo que podría ser…será… esta noche tú y yo estaremos cenando en un elegante y romántico restaurante, y pasaremos un momento agradable, así estaremos libre de tensiones par la conferencia – aseguró la mujer, poniendo su mano sobre el brazo que InuYasha tenía en la mesa.
-Con su permiso, espero que les vaya excelente en su viaje – exclamó con la voz herida la muchacha mientras que se ponía de pie.
-¿Y no tomarás tu pastel de chocolate? – habló Kaguya con una sonrisa de victoria en los labios que Kagome pudo apreciar muy bien.
-No, ya no lo quiero… se lo dejo a usted…- respondió la muchacha con la mirada algo endurecida fija en InuYasha, antes de avanzar en dirección a la salida.
-Espera Kagome…- pidió el hombre poniéndose de pie, intentando avanzar, pero la mano firmemente adherida a su brazo, de Kaguya lo detuvo.
-Déjala, ya se le pasará luego… ¿es una niñita algo caprichosa no?- dijo quitándole importancia.
Estaba sentado en el sillón de su oficina, solitario, jugando con una pluma entre sus manos, tenía nuevamente un alto de expedientes por revisar, pero no lo haría hasta volver de Kyoto. Quizás Kaguya tenía razón y era eso "una niñita caprichosa"… después de todo le había hecho una escena de celos de la nada, y ahora esto, la pierna aún le dolía por el golpe que le había dado, y de seguro tendría un morado en el lugar, aunque no pudo evitar sonreírse al recordar las mejillas arreboladas de Kagome ante la invitación de su colega, después de todo algo debía de sentir por él ¿no?...se puso de pie y salió a recorrer los pasillo del quinto piso, ya había pasado demasiado tiempo desde que Kagome se molestara con él y debía de aclarar todo antes de su viaje o de lo contrario no podría irse tranquilo.
La vio de pie junto al señor Yakashima quien se veía considerablemente mejor, el cabello oscuro tras su espalda cayendo en aquellos rizos que le agradaban tanto, la manos dentro del delantal y hablando sin parar como solía hacerlo, se le acercó con cautela desde atrás, y la tomó por la cintura acercándola a su costado en una actitud que bien se podía tomar como de buenos amigos.
-¿Cómo se encuentra tu paciente este día?...- consulto buscando un tema neutro de conversación, el hombre en la cama se encontraba incorporado casi hasta permanecer sentado, el color en su rostro era visiblemente mejor, lo que hablaba de recuperación.
-Me siento bastante mejor doctor, se lo mencionaba a la doctora, ella ha hecho mucho por mí…- dijo con total agradecimiento el hombre.
-No me cabe duda en que ella ha hecho todo lo posible por su reestablecimiento… es muy buena en su trabajo, además de una excelente persona – halagó InuYasha ejerciendo una presión invisible para el hombre en la cintura de Kagome, que contuvo el aire al sentir el tacto.
-Yo solo cumplo con mi deber… y ahora si me permiten lo dejo en buenas manos señor Yakashima, aquí el doctor Taisho cuidará de usted hasta que llegué el relevo de la enfermera – se movió en el abrazo, y se liberó, InuYasha forzó un poco, pero no podía retenerla como hubiese querido.
-Kagome… necesito hablar contigo…- se giró hacía ella que comenzaba a alejarse, volviéndose hasta el paciente – ¿estará usted bien un momento?...- consultó.
-Sí no se preocupe… - lo tranquilizó esbozando una suave sonrisa.
Avanzó con el paso seguro y rápido por los pasillo, vislumbró la figura femenina que se deslizaba más adelante con prisa, se apresuró un poco más para alcanzarla en el ascensor antes de que este llegará, sin demasiada suerte, ya que a solo metros de él vio como las personas comenzaba a bajar, junto a Kagome había un par de enfermeras que también esperaban, ella lo divisó y se metió en el elevador, apretado con premura el botón de cerrar, lo menos que quería era ser alcanzada, estaba demasiado molesta como para poder escuchar las explicaciones que tal vez deseaba darle.. o quizás simplemente quería confirmarle las sospechas que ya tenía d que entre InuYasha y Kaguya había algo más que una relación de trabajo, probablemente ellos habían compartido alguna relación y lo más probable es que siguiera latente, y aquella era incluso la razón para que él a pesar de los apasionados besos que le daba no se atreviera aún a dar un paso más… no es que ella fuera una libertina… no, pero él era su pareja ¿no?... no había nada malo en que el amor fluyera entre los dos…
Kagome sintió una mezcla entre alivio y desilusión cuando las puertas del ascensor comenzaron a cerrarse, pero de pronto su corazón saltó de la impresión cuando la mano de delgados y largos dedos, digna de un cirujano, detuvieron las puertas y entonces InuYasha entró, ninguno de los dos se preocupó en que el ascensor primero subiría los cuatro pisos restantes del edificio antes de llegar al primer piso. El hombre se acercó a ella, y quedando de constado a Kagome se inclinó a su oído y le susurró algunas palabras.
-Vas a escucharme chiquilla...- Kagome sentía que su ira iba en ascenso igual que el elevador "chiquilla"… que se creía al llamarla así, claro eso era ella para él, no más que una chiquilla, mientras que la otra era toda una mujer… lo miró con los ojos nublados por la molestia, tanto que InuYasha se incorporó y se echó incluso un poco hacía atrás, no había visto una mirada así en Kagome.
El elevado se abrió en el noveno piso, donde estaba todo lo relacionado a rayos, las enfermeras que subieran con ellos se bajaron entonces ambas conversando de sus propios asuntos, por lo que la pareja tras de ellas no captó su atención. Las puertas se volvieron a cerrar y entonces InuYasha la volvió a encarar.
-¿De una buena vez me dirás lo que te pasa?...- solicitó con la voz profunda que en ocasiones utilizaba cuando ordenaba algo.
-No tengo nada que decirte…- respondió intentando no estallar por la furia que portaba, los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada a un lado.
-Pues no voy a creerte, tú estas concluyendo cosas que no son… así que te ordenó que me respondas…- la tomó por uno de los brazos y la giró hacía él con fuerza molesto por lo que Kagome pudiese estar pensando.
-A mí me sueltas…- exclamó ella tirando de su brazo – y no me vengas con ordenes, esas si quieres se las das a la mujer esa que te llevas…- se mordió el labio con ira, estuvo a punto de soltar una acusación en realidad violenta.
-Anda dilo…- la instó acercando su rostro más a ella por el ardor de la situación.
-No… no vale la pena esto… ve a tu conferencia…- pidió con la voz algo más apagada escuchando el sonido del elevador al detenerse, el piso era el seis, pero no le importó avanzó hasta la puerta y salió, InuYasha ya no se encontró capaz de seguirla, las cosas estaban muy complejas para hacerlo ahora. Le dio una última mirada cuando las puertas se cerraban y el logró divisarla entre las personas que ascendían.
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Llegaron hasta el hotel en Kyoto, las habitaciones estaba una junto a la otra, Kaguya se había venido hablando durante todo el vuelo, pero InuYasha no prestaba atención a lo que ella decía, lo único que había en su mente eran los ojos apagados de Kagome al bajar del ascensor, esos ojos castaños que iluminaban su vida desde que la había descubierto.
Tomó el teléfono sentado a un costado de la cama que le fue asignada, no quería estar así con ella, la vida que ahora latía en su corazón había sido despertada por Kagome, la muchacha sonriente que llegó a invadir su espacio de un modo que agradecía infinitamente, el tono de llamar sonó varias veces, no tenía el número de su casa, solo su móvil.
-Vamos pequeña contesta…- susurraba escuchando el tono de marcar que sonó varias veces hasta que le pidió dejar un mensaje.
Kagome que se encontraba ya bajo las colchas de su cama, demasiado triste como para cenar siquiera, observó la pantalla de su celular y lo apretó contra su pecho… una parte de ella moría por escucharlo, pero la mujer orgullosa que también era no lo deseaba, él estaba ahora con esa come hombre a solas y de seguro ya pronto cenando en un lujoso restaurante, todo hecho para que fuese una cita, de seguro el frío de la madrugada tocaría sus cuerpos desnudos luego de concluir como Kaguya esperaba… y probablemente como InuYasha estaba dispuesto a hacer… se ovillo cubriéndose el rostro con la colcha, no quería que se escucharan sus sollozos… tonta "chiquilla" se dijo, soñando con lo imposible…
La cena comenzó, el lugar era muy agradable, escogido con buen gusto por lo que InuYasha pudo notar, luego de pasar largos minutos inspeccionando el menú, término pidiendo lo mismo que Kaguya pidiera, su mente estaba lejos, en Tokio, junto a una muchacha de cabellos azabaches en la que no podía dejar de pensar.
-Te noto distante… ¿dónde andas InuYasha Taisho?...- consultó Kaguya poniendo su mano sobre una de él, utilizando la voz más sensual que pudo, observando como los ojos dorados de él la enfocaban.
-Disculpa Kaguya… debo hacer una llamada…- respondió, mientras que dejaba sobre la mesa la servilleta de tela que tenía sobre las piernas.
La mujer cerró en un puño la mano que extendida sobre la mesa y que ahora se encontraba vacía, respirando profundamente mirando a la figura varonil y erguida de InuYasha que se alejaba hasta un jardín exterior.
-Maldita seas Kagome Higurashi…- susurró apenas audible y con la furia notoria en sus ojos esmeralda.
Look at me I'm not the man I used to be
Obsérvame,
no soy el hombre que solía ser
When she smiles at
me
cuando
ella me sonríe
I live the light I used to see
Vivo la luz que solía ver
Escuchó el teléfono sonar y moverse suavemente en su regazo, la melodía no era para nada estridente, así que probablemente había estado sonando un par de veces antes, miro la hora en el mismo aparato, faltaban diez minutos para las once de la noche, arrugó el ceño reconociendo el número.
-InuYasha…- susurró, con los ojos enrojecidos por las lágrimas que derramó antes de dormirse agotada.
Marcó con su teléfono celular más de una vez, el tono de marcar sonaba hasta el final y volvía a salir la grabación que le pedía dejar un mensaje, la desesperación en su pecho era demasiada, solo deseaba escucharla que ella supiera que no podía quitarla de su mente, que se sentía triste de estar lejos, y haberse venido estando peleados, que la angustia lo estaba sofocando, tanto que aflojó el nudo de su corbata, al escuchar ya el tercer tono de llamar… si ella no respondía, le dejaría un mensaje y le diría que la extrañaba mucho…
There she goes and i know On my own
Ahí va
ella y sé por mí mismo
I'm not whole
que no estoy entero
Can't believe she can't see
No
puedo creerlo ella no puede ver
That she's taken the best
part of me
Que ha tomado la mejor parte de mí
Kagome tragó con dificultad, aún ovillada en su cama, aprieta el teléfono en su mano, piensa que lo mejor que puede hacer es dejar las cosas, después de todo ella era una chiquilla como él le decía, las mujeres no se comportan de este modo ¿no?... abatida y derramando lagrimas por un amor mal correspondido… pero luego piensa… las mujeres enamoradas sí…
-InuYasha…- susurra una vez que decide responder.
-Kagome… al fin respondes… - dice él respirando algo más aliviado como si por fin el aire pudiese entrar en sus pulmones.
-Es tarde acá InuYasha… ¿que sucede?...- consulta con la voz apagada y cansada, aún entre las colchas.
-¿Qué le pasa a tu voz?... ¿estas enferma?...- pregunta inquieto, y es que no se escuchaba bien.
-Estoy bien, solo tengo sueño…- Kagome intentan disimilar el rastro que las lagrimas han dejado en su garganta.
-Estabas llorando…- afirma él, tragando con dificultad, el solo pensar en la tristeza de Kagome le partía el corazón.
-Dime InuYasha qué necesitas…- intenta ella cambiar el rumbo de la conversación, no quiere mentirle, pero no quiere reconocerle que se ha pasado horas llorando al imaginarlo en brazos de otra.
-En dos días más estaré en Tokio… me gustaría que cenáramos, ¿qué dices?...- consultó intentando parecer compuesto.
-No lo sé InuYasha… te respondo cuando regreses ¿si?...- intenta ser cordial y es que realmente no se siente capaz de decidir en este momento.
-Esta bien, piensa en ello… y ahora descansa, que al menos yo lo intentaré… - le dice apesadumbrado, teniendo como único deseo el estar cerca de ella, barajando incluso la posibilidad de dejar a Kaguya sola dando la conferencia, pero sabe que sería demasiado irresponsable de su parte.
-Sí… afirmó ella, haciendo de aquello una despedida.
-Te quiero pequeña…- fue lo último que le dijo, casi asustado al escucharse y es que se escapó de sus labios en el afán de darle tranquilidad.
Kagome se quedó escuchando la línea desocupada sin saber que responder, las palabras finales de InuYasha la habían sorprendido, era la primera vez que le decía que la quería… la primera… y aquello de cierta forma le había dado la tranquilidad que necesitaba para dormir esta noche.
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Entró a su oficina, encontrándose con la muchacha sentada en el lugar de siempre, revisando algunos de los expedientes que el dejara para su regreso, el cabello azabache libre de ataduras suelto por su espalda, un vestido de tirantes que se sostenía con gracia de sus hombros, y sandalias bajas.
-Buenos días…- saludó, esperando quizás escuchar el tono de la voz de Kagome, ver en que estado estaba ella, no había querido perturbarla el día anterior, ya tendrían tiempo de arreglar sus diferencias.
-Buenos días… ¿Qué tal tu viaje?...- le respondió sin mirarle los ojos, con la vista fija en el expediente que revisaba.
-Digamos que bien, al menos la conferencia salio perfecta – comentó sentándose y dispuesto a tomar su lugar en el trabajo – lamento no haber podido desayunar contigo, pero mi vuelo anoche se retrazo y…
-No te disculpes, desayuné con Sango…- respondió ella intentando ser cortes, pero sin deseos de escuchar explicaciones que no estaba segura de creer… ya se había encargado de averiguar que Kaguya tampoco había llegado.
InuYasha la observó sintiendo que el corazón le dolía, no le gustaba nada la distancia que Kagome estaba tomando con él… ni siquiera para el desayuno lo había esperado.
El tiempo transcurrió como muchas otras veces, entre los expedientes que había que autorizar, comieron algo ligero mientras que continuaban con su trabajo, el revisar era algo extenuante, ya que debían de seguir la ficha clínica de cada paciente. Todos sus diálogos se habían resumido a trabajo, nada concerniente a la situación de ambos, y eso de alguna manera tranquilizaba a Kagome, que no se había atrevido a mirar a los ojos a InuYasha en ningún momento, le daba fugaces miradas cuando él no lo notaba, y ahora que se paseaba leyendo un documento tras ella, sentía que el vello del cuello se le erizaba al escuchar las pisadas sobre la alfombra.
-Mira InuYasha – habló ella mientras leía una de las bitácoras - a este paciente no le hicieron una ecocardiografía, pero le diagnosticaron un defecto de tabique auricular.
El hombre se inclinó a su lado derecho, apoyando la mano izquierda en la silla que Kagome ocupaba, el cabello oscuro de InuYasha cayó hacía adelante pro sus hombros y le indicó con la pluma que llevaba en la mano libre, en la figura que había en el papel la razón de la omisión del examen.
-El paciente tiene cuarenta y un años y le efectuaron una angiografía coronaria, por eso omitieron la eco, Kagome debes creerme, entre Kaguya y yo no hay, ni ha habido nada, no me sigas alejando de ti, no sabes lo mal que me he sentido sin poder tenerte, tú eres la única… mi pequeña… - le dijo, dándole un beso sobre el cabello, sin hacer pausa entre la respuesta medica y la explicación que necesitaba gritarle ya, notarla tan fría tan diferente a la Kagome que le estaba arrebatando el corazón era algo que no soportaba.
I'm half a man with half a heart
Soy una mitad
de hombre con una mitad de corazón
With nothing
left to tear apart
con
nada abandonado a desgarrarse
Half of me is walking 'round
La mitad de mí
está caminando por ahí
The other half is on
the ground
la otra mitad
está en la tierra
She mends me
ella me recupera
Ella se mordió el labio sin levantar la mirada, lo sintió erguirse tras de ella, y eso la obligó a tragar, ¿Por qué iba a mentir?... quiso pensar… y es que el amor te hace ver fantasmas donde no los hay, pero es bien cierto que oculta los que si existen. Se puso de pie y se apoyó en el borde del escritorio aún sin mirarlo, con los ojos castaños perdidos en los filamentos de la alfombra, y las manos aferradas al la madera, como una niña asustada notó como el calzado negro avanzaba hacía ella, y entonces los dedos suaves de InuYasha le tomaron el mentón.
-Mírame…- le pidió mientras que levantaba ese hermoso y pálido rostro que ahora como tantas otras veces se sonrojaba levemente ante él, y no pudo evitar sonreírse, y es que Kagome, era a sus ojos, maravillosa - ¿puedo robarte un beso?... – consultó humedeciendo sus labios en espera de la respuesta.
-Si preguntas ya no es un robo…- respondió ella, buscando en sus intensos ojos dorados que vagaban por su semblante entre sus labios y su mirada castaña, la veracidad de sus palabras.
-Tienes razón… - sonrió otra vez acercándose más a ella, muy lentamente, inclinándose – entonces… ¿me regalas un beso?...- formuló una segunda pregunta.
-Creo que ya no podría negarte ninguno que desearas tomar… - aseguró sabiendo que hablaba con la verdad, y es que aquel te quiero que le dejo caer en el teléfono la había dado a su amor un nuevo tono rosa, una quizás más intenso.
-Pequeña…- susurró con ternura, mientras que la mano libre posada en la espalda de Kagome la acercaba más a su cuerpo cuando sus labios se unieron luego de tres días sin probarse.
Le humedeció la boca con cuidado, sintiendo la suavidad de los labios femeninos, aquellos que le habían sido vetados por demasiadas horas, rozando con su lengua la forma de ello, explorando el interior de su boca y esperando la respuesta por parte de ella, que parecía entre abrir más los labios para que él pudiese explorar con libertad, la mano que antes estuviese en su mentón, ahora se paseaba por su nuca asiendo el cabello azabache acariciando con las yemas mientras que ella se acomodaba más para sentir sus besos.
InuYasha sintió como los delgados dedos de Kagome se filtraban por entre un botón que no supo en que momento ella liberó, rozando ahora su pecho con suavidad y reclamo, un suspiro se le ahogó en el beso, cuando los dedos de ella rozaron sus pezones, el pantalón se le abultaba y rozaba directamente la cadera de la muchacha a la que no parecía incomodarle, notando como ella se frotaba contra él lentamente, encendiendo más la pasión que ya no podría apagar, las manos de InuYasha que vagaban por la espalde de Kagome y su cabello, se deslizaron con rapidez a sus caderas u la alzó dejándola sentada sobre el escritorio con un solo movimiento que la hizo gemir, con la lengua enlazada a la del hombre, comenzó a besar su cuello pálido y su hombro, deslizando el tirante del vestido limpiando la piel de cualquier vestimenta que no fueran sus besos, puso ambas manso en la espalda de ella, llevándola hacía atrás sosteniéndola en el aire, los rizos azabaches reposaban sobre los expedientes ya revisados, los besos descendían por su pecho, sintiendo como los dientes de InuYasha aprisionaban uno de sus pezones bajo la tela delgada del vestido que traía, y un gemido se le escapó.
-¿Cenarás conmigo esta noche?... – consultó jadeante y acalorado, moviendo su cadera entre las piernas de ella, que se incorporó en sus brazos quedando sentada en el escritorio, y mirando los ojos dorados que parecían arder, con ese fuego oculto, cada vez más notable.
-Si me prometes terminar con esto, después de cenar…- se atrevió a pedir…ciertamente se sentía desfallecer, habría aceptado hacerle el amor en aquel mismo escritorio, pero ella deseaba más, deseaba amor pleno… deseaba ser suya y gritar su nombre cuantas veces las caricias de InuYasha se lo arrebataran… sin limites…
-Te lo prometo…- susurro casi sin poder contener los deseos de poseerla de inmediato… y es que se le había metido en el corazón de un modo tan limpio, sin dejar huellas si quiera… y ya no podía sacarla de ahí… la quería suya y amarla hasta que se le agotaran las fuerzas…
Continuará…
Uff ff ff ff , no pregunten, les aseguro que no son las únicas que quedan sufriendo, yo aquí con dieciocho grados de temperatura exterior, pero creo que como cincuenta internos…jejeje bueno me gusta el lemon y si es apasionado y sentido mejor todavía creo que es el ideal no?...
Por lo que veo creo que el catorce ha sido el capítulo elegido, creo que me tomaré un descanso y veré si avanzó algo hoy, en una de ese mañana en la noche puedo actualizar de nuevo…
Besitos chicas y por favor las duchas frías son buenas para la piel… vieran como tengo tersa y firme la mía… jejeje…
Siempre en amor…
Anyara
P.D.: La canción es de Marc Anthony, "She mends me"… sería genial que la escucharan es muy bonita.
