Capítulo XXIII
Ilusiones
Mi alma
derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más
buena,
el corazón desparramándose
estirándose
como una pantera,
y mi vida, hecha astillas, anudándose
a
ti como la luz a las estrellas!
Me
recibes
como al viento la vela.
Te recibo
como
el surco a la siembra.
InuYasha se quedó en silencio, observando el rostro arrebolado de Kagome, que parecía inquieta en medio de toda esta situación, los latidos de su corazón se dispararon ante la sola idea de un bebé… pero se obligó a tragar con dificultad, solo quería estrecharla y hacerla girar en el aire muchas veces, que ella pudiera comprender lo feliz que se sentía…
-¿Qué haces?...- fue la exclamación sorprendida de Kagome, cuando los brazos de InuYasha le rodearon la cintura y la aprisionó contra su cuerpo, robándole en parte el aire, mientras la alzaba, ella se apoyó de los hombros, deseaba abrazarlo también, pero ahora cada cosa que él hacía, cada gesto, cada palabra, la hacían temer… que finalmente no fueran para ella.
-Qué alegría pequeña…- susurró él, sin notar que Bankotzu se había girado, para subir a su vehículo al ver la escena y considerarlo dentro de lo normal, ya luego tendría tiempo de hablar con su amiga, por lo pronto la escena les pertenecía solo a ellos dos, claro que no por ello dejó de maldecir su suerte al toparse nuevamente con InuYasha Taisho.
-Bajame por favor…- Kagome se tensó ante el solo apelativo que InuYasha le diera y exigió con un tono que obligó al hombre a mirarla a los ojos con preocupación – verás… ni este es Senkai – dijo mientras ponía su mano sobre el vientre aún plano – ni yo soy tu esposa, y por otra parte aún no he decidido si quiero o no tener al bebé…- sentía que el solo pensamiento de no tenerlo le rasgaba el corazón, pero sentía que tenía derecho a esa pequeña ventaja.
InuYasha se quedó mirándola con una extraña expresión, era como si le hubieran quitado el aire de un golpe en el estómago, y entonces su voz ronca sonó inestable.
-No Kagome… tú no lo harías…- intentó asegurar, sin soltar la cintura de ella, que para entonces tomaba sus manos intentando zafarse.
-No lo sé…- respondió, notando la suplica en los ojos dorados que la observaban casi con desespero… ¿realmente deseaba el bebé?... por un momento una sensación de alivio total llegó hasta ella, que incluso tuvo un pequeño reflejo de acariciar las manos que la cercaban en lugar de desear deshacerse de ella.
-Promete que no lo harás…- le rogó él casi, buscando intensamente dentro de si mirada castaña un indicio de esperanza, Kagome suspiró.
-Lo pensaré… solo si me prometes que me dejarás tranquila…- pidió ella, buscando el espacio que en este momento necesitaba para procesar los hechos que sin lugar a dudas estaban modificando en varios grados la dirección de su vida.
-¿Tranquila?...- murmuró InuYasha, son comprender que tan tranquila debía dejarla, que no pensará por un momento que él iba a dejar de verla – no podrás alejarme de tu lado… ¿es que no entiendes que te…? – no alcanzó a decir más, los dedos de Kagome cubrieron sus labios, y los ojos castaños comenzaban a cristalizarse, mientras que ella negaba con suavidad.
-No lo digas… - pidió con un hilo de voz – me duele mucho aún todo esto… yo… simplemente no puedo creerte… y eso me duele más aún… - dijo con total sinceridad, intentando separar una vez más las manos de InuYasha de su cintura, notando como él la aprisionaba un poco más, incluso pegándola contra su cuerpo, el ceño del hombre fruncido y angustiado, procesando lo que ella acababa de decirle, y de pronto un gesto de ella, uno que demostraba dolor, pero ciertamente no físico, lo hizo liberarla del abrazo, dejando caer los brazos pesadamente a los lados.
-Esta bien… te dejaré el espacio que necesitas, además debemos ver el tema de tu residencia…- intentó buscar una excusa real, para seguir teniéndola cerca.
-Ahora no… mañana iré a la clínica y veremos eso, en este momento lo que necesito es sueño…- buscó ser conciliadora, e InuYasha se sonrió con levedad ante el comentario, era natural en su estado, necesitaba descansar.
-Sí sería bueno que lo hicieras…- mencionó, y ella volvió a enfocarse en sus ojos dorados que la miraban con tanta ternura, sabía que aquello debía de hacerla feliz, pero su dolor era estar constantemente pensando que cada gesto que InuYasha expresaba con una sinceridad que ella podía sentir en la piel, no era para ella realmente.
Duérmete
sobre mis dolores
si mis dolores no te queman,
amárrate
a mis alas
acaso mis alas te llevan,
endereza mis deseos
acaso
te lastima su pelea.
La vio girarse y de pronto le pareció ver un destello de luz a un costado entre los matorrales que cercaban la escalera, observó el lugar, pero no vio más que arbustos, siguió la figura femenina mientras esta ascendía la larga escalinata, pensando en que en algunos meses más esta sería demasiado pesada para Kagome… si ella lo decidía así…
Una vez que Kagome se perdió en lo alto, él se giró hasta su vehículo, con las manos en los bolsillos del pantalón, el corazón embriagado de emociones, sin saber si reír o romper definitivamente a llorar… un hijo… había esperado tanto por Senkai, que la emoción parecía multiplicada por mucho al ser este un hermoso regalo. Se quedó sentado un momento antes de partir, entrelazó su cabello haciendo la cabeza hacía atrás, inquieto…
-Kagome no lo haría… - se aseguró, sabía bien que ella no era como su esposa, quizás físicamente podía tener alguna similitud, e incluso ahora que más la veía más se convencía que era apenas una primera impresión, ella no rechazaría un hijo de ambos… no como Kikyo…
Kagome se sentó en el borde de su cama, sintiendo que aún el corazón le latía con fuerza, el modo en que InuYasha la había mirado cuando supo de su embarazo era algo que ella simplemente no esperaba, quizás estaba más preparada a recibir una palabra de enfado o una pregunta demasiado obvia, como lo había expresado Sango ¿cómo?... si ella le había comentado que estaba tomando sus precauciones, sin embargo la había aferrado y elevado del piso, girando con ella, como si la noticia lo hiciera realmente feliz…
-Oh… InuYasha… - susurró dejándose caer atrás en la cama, posando sus manos sobre el vientre hundido ahora que estaba de espalda, pero no necesitaba sentir el bulto, para saber que dentro de ella crecía algo, y era hermoso - como desearía poder creer en que me amas a mí…
Una figura delgada y no demasiado alta, salió de entre los matorrales que cercaban la escalera hacía el templo, esperó hasta que el automóvil plateado se alejara, para salir sin ser vista, oprimió una pequeña cámara en sus manos, y la guardó en un bolso que colgaba de su costado, ahora ya tenía la prueba que le había pedido su señor…
-.-.-.-.-.-.-
Cuando InuYasha llegó esa tarde a su casa, Senkai aún estaba despierto, Kosho había pedido unos días para ir a visitar su madre, y él en vista de los tensos días que había pasado lo consideró incluso conveniente, se acercó al pequeño, y lo observó jugar con algunos bloques en la alfombra que había en el centro de su habitación, se sentó al borde de la cama de cubierta azulada y el niño le dirigió una mirada suave y una sonrisa, InuYasha arrugó un poco el ceño cuando él volvió a girarse hacía su juego, y luego solo sonrió, debía de estar loco… pero esos gestos de afecto se parecían tanto a los que Kagome tenía con él, que pos un momento pensó que Senkai más parecía hijo de ella que de su esposa… quizás eso era lo que había logrado la muchacha, con su afecto y cercanía… ¿cómo lo haría para explicarle a Senkai la ausencia de Kagome si esta decidía alejarse?... un fuerte dolor lo invadió, retorciéndole el pecho, sacudió la cabeza, y quiso aferrarse a la idea de que el amor no podía morir tan fácilmente, por difícil que se viera el camino, si era tan real como lo que él mismo estaba experimentando, era cuestión de tiempo, para demostrarle a su pequeña, que no había más amor en su corazón, solo el que sentía por ella…
-Ven acá Senkai…- pidió a su hijo, y el niño se puso de pie, y caminó hasta su padre.
-¿Qué te pasa?...- le preguntó, era solo un niño, pero eso no impedía que su corazón pudiera percibir la intranquilidad de su padre.
-Nada…- dijo sonriendo para tranquilizarlo – solo quería que estuvieras más cerca de mí…
-¿Y me puedo sentar en tu pierna?...- se aventuró a consultar con los ojos brillantes de emoción, muy pocas veces su padre se había mostrado tan cercano, tan calido… pero él ya venía notando su cambio, quizá no se explicaba por qué, después de todo era muy pequeño, pero se sentía feliz…
-Claro que sí…- respondió sin vacilar, poniendo al niño sobre una de sus piernas emulando el cabalgar de un caballo, no sabía demasiadas canciones para compartir con él… pero hizo lo que pudo, de seguro debería aprender más… y no pudo evitar imaginar que en su otra pierna había ahora otro niño, tan alegre y suspicaz como Senkai, o quizás una niña, tan hermosa y suave como su Kagome… - ¿te gustaría tener un hermanito?...- preguntó casi sin pensarlo.
-¿Para jugar con él?...- preguntó ansioso…
-Bueno sí… - respondió enfocándose al análisis que su hijo podía darle a la pregunta.
-Sí, sí… yo quiero… ¿y dónde esta?...- pregunto más ansioso aún mirando hacía todos lados como buscando, e InuYasha no pudo evitar que una carcajada se escuchara estridente por la habitación y parte de la casa, y es que Senkai perecía creer que bastaba con poner una especie de cápsula en el agua tibia, para que saliera un hermanito.
-Tardan un poco en llegar…- mencionó InuYasha intentando aclarar el punto, y el niño hizo una mueca.
-¿Y por qué tardan?... yo quiero jugar ahora…- su voz sonaba mimada y algo apesadumbrada.
-Pues primero deben crecer en el vientre de las madres, para nacer y crecer…- intentó explicar con facilidad.
-Ahh… ¿y en el vientre de qué mamá, crecerá mi hermanito?...- preguntó algo incrédulo, no era demasiado grande pero comprendía que aquí faltaba un elemento. InuYasha se le quedó mirando por un momento, comprendía que el niño ya daba por hecho que un hermano venía en camino.
-Senkai…- dijo ya en un tono algo más serio, y el niño se irguió como si comprendiera aquello, y sintiéndose como un hombrecito ya más grande prestó atención - ¿te gustaría que Kagome fuera tu mamá?...
Hubo un instante de silencio, en el que el niño pareció analizar algo, era como si quisiera preguntar, pero no sabía si era correcto, entonces InuYasha le hizo un suave gesto con la cabeza, indicándole que continuara.
-¿Kagome se parece a mi mamá?...- la pregunta fue formulada con la mayor de las inocencias, pero no sabía Senkai todo lo que aquello removía.
-No… - dijo entonces simplemente – tu madre fue una buena mujer, que de seguro te habría amado mucho si hubiese estado a tu lado, pero Kagome es una mujer diferente, llena de una luz especial… ¿no lo crees? – quiso buscar apoyo ante su básica descripción.
-Sí ella es especial, trepa a los árboles conmigo, y me enseña a buscar animalitos en el jardín, me enseñó a girar sobre la hierba… claro que la ropa quedó muy verde, y nana Kosho se molesta mucho por eso – le hizo un gesto para que se acercara más, e InuYasha lo obedeció – pero no me importa…- le secreteo, y el hombre sonrió de buena gana, estaba descubriendo que había privado demasiado tiempo a su hijo de su compañía como el padre que debía de ser… y él sin saberlo le estaba dando al oportunidad de ser un mejor padre, para un futuro que ansiaba con toda sus fuerzas que se concretara – ¿puedo enseñarle a mi hermanito a rodar en la hierba?
-Por supuesto… ¿pero que harás si resulta una hermanita…- consultó divertido, sintiéndose incluso ilusionado con la conversación.
-Ufff…- soltó el aire como si aquello fuera en realidad un gran problema – no lo sé… creo que no podré jugar con el balón con ella, y tendré que cuidarla mucho si otros niños la miran… ¿no podrías escoger un niño no más?...- insistió, y una nueva carcajada se le escapó a InuYasha.
-No se pueden escoger hijo… al menos no aún, ellos solo llegan…- explicó, notando como Senkai, con sus gestos pequeños, se tomaba el mentón pensativo, para luego hacer un gesto que parecía solucionar todo el problema.
-Podríamos decirle a Kagome, que si esta vez sale niña, intente de nuevo con un niño, y asía tendría un hermanito que me ayude a cuidar de ella…- El hombre lo miró a punto de reír nuevamente y es que no pensó jamás que una conversación de este calibre resultara tan divertida.
-Claro… puede ser una buena alternativa… solo nos queda saber que piensa Kagome…- no quiso responderse en ese momento a aquello, lo cierto es que no sabía bien que sucedería, pero esta pequeña conversación con Senkai, lo había hecho soñar, y eso lo mantenía esperanzado.
-.-.-.-.-.-.-
Kagome se encontraba frente a su computador, la habitación iluminada solo por la lamparita de noche, metida en una camisola de color rosa, no se explicaba como aun podía usar estos pijamas tan infantiles, pero no le importaba demasiado, no buscaba seducir a nadie en la penumbra de su habitación… llevaba ante la pantalla un buen rato, primeramente buscaba solo unos minutos de ocio, revisar la información de su mail, y ya luego dormir como le había dicho a InuYasha, pero sin notarlo siquiera, se había encontrado revisando una pagina con los nombres para bebés y sus significados, ya llevaba una media docena de cada sexo que le parecían hermosos…
-¿Qué haces Kagome Higurashi?... – se reprendió a sí misma, pero de alguna manera le parecía incluso gracioso, ya estaba pensando en un nombre para el bebé, y tenía apenas cuatro semanas de gestación - ¿qué estarás pensando InuYasha?... ¿pensarás como yo, en que podría ser una niña bella y carismática, o un varón con tus intensos ojos dorados?... – suspiró dejándose caer atrás en la silla, moviéndose un poco en ella, que giraba, se acariciaba el vientre con cierta ilusión en la mirada -… un hijo… aunque no sea a mí a quien ames… me haz dejado un hermoso regalo… - hizo una pequeña pausa -… estarás pensando en mí … InuYasha…
¡Tú
eres lo único que tengo
desde que perdí mi
tristeza!
¡Desgárrame como una espada
o táctame
como una antena!
Bésame
muérdeme,
incéndiame,
que
yo vengo a la tierra
sólo por el naufragio de mis ojos de
macho
en el agua infinita de tus ojos de hembra!
La penumbra en la habitación de InuYasha, el ventanal abierto dejando que el aire inundara el lugar, la figura masculina recibiendo la frescura de la noche en el pecho desnudo, sentado en una silla frente a la cama de sabanas azules, una copa de whiski recién servida entre los dedos, y sus pensamientos perdidos en los momentos compartidos en aquella habitación, tantos besos y tantas caricias entregadas con una pasión sublime, que no conoce limites siquiera, esa noche había comprendido cuanto la amaba… y ya no la dejaría escapar…
-Kagome…
Continuará…
Hola a todos… y debo decir todos, para generalizar, por que les contaré muchachas, que tenemos un varón entre los reviews, jejeje ha sido una sorpresa, pero muy grata por cierto, pensé que era demasiado melosa para escribir como para que un hombre me leyera, o simplemente no se atrevían a dejar mensajes, así que este en particular me agradó mucho, gracias Víctor, haz pasado a ser un Adán entre las Evas…
Bueno creo que después de todo no ha queda tan dramático este capítulo, quizás algo intrigante en algunas pequeñas cositas, recuerden las pistas, no las dejen pasar, ya luego iré explicando lo que sucede entre InuYasha y Bankotzu, que es algo que a muchos los tiene intrigados, y bueno quise poner un poco de ilusión en ambos, q InuYasha y Kagome, que después de todo, aunque no estén tan unidos como desearían, los dos están muy contentos con la noticia del bebé… espero que ustedes también, seremos tías chicas... y bueno un tío al menos seguro…
Cuídense mucho y dejan sus mensajitos, se les agradece en el alma…
Siempre en amor…
Anyara
