Capítulo XXVII

El poder del amor

Sin lugar a dudas, ésta se estaba convirtiendo en la noche más larga que recordaba, no habían pasado ni treinta minutos luego de que cerró los ojos y estos estaban nuevamente abiertos como platillos, y no podía quitarse de la mente aquellos ojos dorados que la observan con tanta tristeza, con pesar, "yo también lo siento"… sentía que el corazón se le desgarraría…

-InuYasha…- susurró, abrazándose a sí misma, con los recuerdos de tantos momentos vividos, no podía decir que las cosas hubieses cambiado, aún tenía esa inquietante sensación de engaño en el corazón, no era fácil volver a creer en él… no era fácil pensar en todo lo que sabía de él ahora, y más aún, en todo lo que podría faltar por saber… era como si no lo conociera, como si fuera una persona completamente extraña, y sin embargo, su corazón lo reconocía con un amor inmenso - … maldición…- y deseaba tanto tenerlo otra vez, acariciar las formas de su pecho, mientras que subía y bajaba con su respiración, entrelazar su cabello entre sus dedos, sentir en ellos la textura sedosa de sus hebras oscuras… besar sus labios… morder su mentón… lamer su cuello… dejar que sus uñas se incrustaran en la carne, cuando lo sentía dentro, escuchar su voz, cuando le susurraba "pequeña" enardecido por el ímpetu, un jadeo se le escapó entonces, comprendiendo que estaba encendido su deseo, su pasión por él, sus ansias de amarlo…

Hoy tengo ganas de ti, hoy tengo ganas de ti

Quiero apagar en tus labios la sed de mi alma

Y descubrir el amor, juntos cada mañana

Hoy tengo ganas de ti

Hoy tengo ganas de ti…

No había podido cerrar los ojos, estaba tan inquieto y desolado, la imagen de Kagome besando de ese modo tan dulce a Bankotzu lo irritaba de una manera increíble, pero igualmente despedazaba su corazón, corroía sus entrañas y le hacía hervir la sangre, el solo imaginar a Kagome compartiendo horas de pasión como las que ambos habían tenido, junto a ese sujeto, era suficiente como para no permitirle dormir… y ni siquiera era por que se tratará de Bankotzu, aunque eso lo hacía aún peor… era solo por que él consideraba a Kagome suya… solo suya…

-Oh, pequeña… odio sentirme así… te quiero aquí en mi cama…- susurró mientras que acariciaba el espacio vació junto a él.

No hay nada más triste que el silencio y el dolor

Nada más amargo que saber que te perdí

Hoy busco en la noche, el sonido de tu voz

Y donde te escondes

Para llenarme de ti,

Llenarme de ti

Llenarme de ti…

Se escuchaba el sonido de la tela bajo su mano, acompañado solo de un sonido más, el de su respiración que se agitaba con suavidad ante el recuerdo de la piel pálida y suave bajo aquella misma mano, el susurró de su nombre entre gemidos que salían de la garganta apagada de Kagome, mientras hacían el amor… se obligó a tragar al notar que su virilidad respondía ante los recuerdos, causándole incluso dolor… podía pensar en proporcionarse un desahogo, pero no se lo permitió sus deseos solo podían ser apagados por ella, y a pesar de la desesperación que aquello le producía, dejó que su mente divagara entre los sonidos de los gemidos femeninos, las frases candentes de pasión que habían compartido, la forma en que los dedos delgados le recorrían el pecho y su lengua caliente le encendía los sentidos… finalmente con un respirar demasiado agitado, se volvió de espaldas y cruzo los brazos tras su cabeza, el pecho desnudo recibió el aire ligeramente frió… la extrañaba tanto…

Quiero en tus manos abiertas buscar mi camino

Y que te sientes mujer solamente conmigo

Hoy tengo ganas de ti, hoy tengo ganas de ti

Quiero apagar en tus labios la sed de mi alma

Y descubrir el amor, juntos cada mañana

Hoy tengo ganas de ti

Hoy tengo ganas de ti…

Kagome no podía dejar de observar el reloj de su mesita de noche, junto con el teléfono, eran las tres cuarenta de la madrugada, sabía que una llamada a esta hora solo lograría despertarlo… quizás le respondería con fría amabilidad, y eso evitaba que su decisión fuera más fuerte, no se sentía capaz de escuchar su voz molesta, si eso llegaba a suceder se desharía en lagrimas hasta que el sueño la venciera… se mordió el labio, mientras que sus dedos se extendían hacía el teléfono, y cuando tuvo el auricular en la mano, lo apegó a su costado para utilizar la misma y marcar… el último número fue el que más le costó…

-Kagome, debes estar demente…- se dijo, esperando el tono…

El techo blanco de su habitación no presentaba ningún cambio en los últimos cercanos veinte minutos en los que llevaba enfocándolo, claro que sus pensamientos estaban muy alejados del color pálido de éste… sus pensamientos solo estaban dirigidos a la mujer que le había devuelto los latidos a su corazón masajeando directamente con su mano… el sonido del teléfono sobre su mesa de noche lo alertó, un presentimiento que se negaba a creer, alcanzó a sonar dos veces, no se permitió una tercera… levantó el auricular y se quedó en silencio, temiendo preguntar quien era y recibir una respuesta que no deseaba, no importaba quien fuera , si no era ella…

Kagome contuvo la respiración cuando sintió que había alguien al otro lado del auricular… fue solo entonces que pensó en que tal vez podía responder alguien más a esa hora tan avanzada… pero no se escuchaba la pregunta de rigor… solo una respiración, que parecía agitarse a cada segundo…

-¿Kagome?...- susurró apenas audible, el corazón se le desbocaba en el pecho y la ansiedad estaba causando estragos en su estómago. Ella se mordió el labio sin saber que decirle… quizás sería mejor colgar…

-¿Muy tarde?...- preguntó sin más, pensando en que ya eran cerca de las cuatro de la mañana… a quién se le ocurriría llamar a esa hora.

-Debería estar furioso contigo…- declaró él con un tono suavemente severo.

-Lo sé…- se escuchó la respuesta delicada.

-No deberías estar despierta a esta hora…- mencionó, dejándose caer sobre la almohada con una sensación de desahogo, era como si al fin pudiese respirar con algo más de tranquilidad, y no podía evitar que una sonrisa se formara en sus labios, era ella - ¿no podías dormir?...

-No… - ¿que más le podía decir?... ¿qué lo amaba y lo extrañaba con locura?...

-Deberías intentarlo, no es bueno para ti y el bebé, el descanso es necesario… ¿cómo han estado?...- sus palabras reflejaban su preocupación, pero no había ni resentimiento, ni reproche… simplemente se había desvaneció todo en el momento en que escuchó su voz, y se aferraba al auricular con fuerza, sin notarlo siquiera.

-Bien… Bank… me harán mi primera ecografía en unos días - estuvo a punto de decir el nombre de su medico, pero se contuvo, no supo si él alcanzó a notarlo.

-Que emoción…- dijo con completa sinceridad, el notar como ella iba a pronunciar el nombre del "otro" con aquella familiaridad le retorció el estómago, pero no podía privarse de su voz con un exabrupto, no después de esta hermosa sorpresa – yo podría… digo… bueno…

-¿Quieres asistir?...- consultó intentando adivinar la razón de su titubeo, ella le había negado terminantemente asistir a las consultas, para evitar un enfrentamiento con Bankotzu, y en este examen él también sería su tratante.

-¿Puedo?...- se sentía tan indefenso, por Dios, como necesitaba un abrazo de ella, la calidez de sus brazos asegurándole que esta llamada no era una fantasía, no era solo el producto de su mente inquieta y dolida.

-Me gustaría… pero…- intentaba darle sus motivos sin hablar de Bankotzu, pero parecía imposible, y no deseaba que esta llamada que comenzó como un desesperado intento de calmar su alma, terminara mal…

-Sí… sé que estará él…- mencionó con la voz algo roída, molesta, ella podía percibir su esfuerzo por no maldecir… había aprendido a conocer tantos detalles de su forma de comportarse, incluso podía imaginar el llameante tono dorado que debían tener sus ojos ahora.

-No sé InuYasha…- intentó…

-Kagome, yo deseo estar ahí…- aseguró – si no pedo tenerte a mi lado, al menos no me prives de compartir junto a ti estos momentos tan hermosos… - pidió con un sentido dolor en la voz, y de pronto escuchó un suave sollozo en la línea… no quería hacerla llorar – no llores por favor peque… - se contuvo a tiempo, pero aún así ella lo escuchó

-No me llames así…- pero no tenían fuerza sus palabras, ciertamente extrañaba tanto ese cariñoso apodo.

-Lo siento…- le dijo casi al instante, atropellándose su disculpa con las palabras de ella – pero no llores… ven acá, déjame abrazarte…- le pidió, sabía bien que era un modo virtual de tenerla, pero al escucharla asentir algo en su interior se entibio, ese gélido espacio en su cama, pareció dejar de rozar su piel.

-Esto es solo una tregua… - se apresuró a aclarar con la voz debilitada por las lagrimas, pero experimentando una sensación de grata tranquilidad… era como si las palabras de InuYasha tuvieran la facultad de adormecerla y calmarla… no quería pensar en los motivos que los alejaban ahora… solo quería sentirse protegida en este momento.

-Espero que hayan más…- fue lo que alcanzó a musitar.

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Había sido una noche extraña, de todos modos se despertó con tanta energía como si hubiese dormido a la perfección, todas y cada una de las horas de esa larga madrugada, aunque con algunas horas de retrazo, pero de todas maneras su trabajo o comenzaba hasta el mediodía … no supo en que momento se durmió acunada por las suaves palabras de amor que InuYasha le iba dejando en el teléfono, incluso le pareció recordar que él le musitaba la letra de alguna canción, tampoco supo en que momento la conversación se termino, ya que despertó con el auricular a un lado en su cama… se sonrió ante el espejo cuando estaba a punto de salir de su casa, se sentía de alguna manera renovada, no había decidido aún lo que sucedería entre ella y el padre de su bebé… no se había dado tiempo aún de pensar en ello, pero en su corazón tenía la certeza de que cada una de las palabras que había escuchado en el teléfono la noche anterior, eran exclusivamente para ella…

Recorrió el pasillo desde el ascensor, en el quinto piso, decidida hasta al recepción, se sentía liviana, más contenta de lo que recordaba en los últimos meses, notó que a su alrededor había una extraño ambiente, lo que la obligó a sosegar su semblante alegre… comenzó a buscar con la mirada, pero lo único que lograba ver, era a la mayor parte de los funcionarios en sus tareas habituales, pero algunos murmullos a los cuales no alcanzaba a acceder, le indicaron que algo había sucedido… llegó hasta Kaede, que de alguna manera parecía aliviada de verla.

-Buenos días Kaede…- dijo en un tono cadencioso, era como si buscara en aquel saludo, la repuesta a este extraño ambiente.

-Oh niña… que bueno que apareciste…- exclamó en un susurro alto la mujer luego de girarse ante su voz.

-¿Qué esta pasando Kaede?...- consultó algo ansiosa, más aún al notar como la mujer se parecía estar esperando por ella…

-El señor Tomura, ¿recuerdas al paciente que llegó hace unos días?...- Kagome asintió – bueno, falleció… el doctor Taisho lucho mucho por salvarlo, le vino un paro en su habitación y lo llevó rápidamente al quirófano, pero no lo logró...- mencionó con pesar – jamás había perdido a un paciente.

Kagome la observó consternada, sentía en el pecho una ansiedad mayor a cada momento, sabía perfectamente que InuYasha debía de estar pasándolo muy mal, siempre s empeñaba muchísimo en cada una de las vidas que llegaban a sus manos, con intensos estudios de sus casos, ella lo había visto quemarse literalmente las pestañas para buscar cada opción posible para ellos, incluso lo había acompañado en muchas de esas oportunidades.

-¿Cuándo sucedió?...- consultó inquieta.

-Hace como una hora, salió del quirófano y arrojó los guantes, la mascarilla, todo al piso…- dijo Kaede negando con la cabeza, en un gesto de pesar – pidió que llamaran a la familia, sin decirles nada, y ellos ya están en la sala de espera, sin conocer aún lo sucedido… a él le corresponde hacerlo… ¿lo sabes?...

-Claro… - mencionó, observando el pasillo en dirección a la oficina de InuYasha.

-No esta ahí…- aclaró Kaede al notar la mirada de Kagome – solo dijo que necesitaba estar solo, pero lo hemos llamado por altavoz, e incluso varios auxiliares han recorrido incluso los demás pisos buscándolo, pero sin resultado…

Entonces Kagome se quedó un instante en silencio, la mirada baja, puesta en sus manos, que había permanecido apoyadas en el alto mesón que la separaba de Kaede, sintiendo una enorme necesidad de estar junto a InuYasha en este momento, podía percibir en su interior lo que él debía de estar experimentando.

-Ya sé…- dijo sin más, sin escuchar la interrogante que la mujer que iba quedando atrás le había formulado.

Caminó en dirección a la puerta de emergencia, que jamás era utilizada, las escaleras eran un lugar solitario, que de seguro no había sido registrado, pero ella tenía la certeza de que ahí lo encontraría. Abrió utilizando gran parte de su fuerza, la puerta era muy pesada y ofrecía una resistencia que le permitía cerrarse sola. Bajó los peldaños con cautela, tenía una extraña sensación de que no debía hacer demasiado ruido, quizás él no querría que lo viera… eso era seguro… pero finalmente, después de al menos dos pisos, dio con la figura masculina sentado en el tercer descanso al que ella llegaba, con la espalda encorvada, el cabello cayendo, cubriéndole los hombros, el delantal que uso para la cirugía, con algunas manchas de sangre arrojado algunos peldaños más abajo… y el silencio…

-Te están esperando…- mencionó Kagome, sin saber que decir, y le pareció ver que él se encorvaba un poco más al escuchar su voz… una nueva pausa de silencio se produjo, y ella decidió avanzar los pasos que le faltaban para sentarse junto a él – la familia esta en la sala de espera…

-No logré hacer nada…- dijo con la voz cansada, las manos unidas y los codos apoyados en sus rodillas.

-Pero lo intentaste…- aseguró ella.

-Intentar no es suficiente… yo debía salvarlo…- se condenaba a sí mismo, sabiendo que había hecho todo lo que estaba en sus manos.

Un Nuevo silencio se produjo, mientras que Kagome intentaba ordenar sus ideas, sabía que el hombre junto a ella necesitaba con premura de sus palabras, y para eso había venido, pero no bastaba con palmearle la espalda y convencerlo de que era un excelente medico.

-Siempre he creído que hay un orden en la vida, sabes… - comenzó ella, sin mirarlo, fijando sus ojos en algún punto neutro – creo que están las personas a las que la medicina puede ayudar y salvar, y eso es parte de la vida que a ellos les tocó vivir y por lo mismo nos debemos esforzar por lograrlo… pero también están aquellos que deben partir… por los que no podemos hacer nada, por que también es parte de lo que a ellos les toca vivir… siempre debemos tener la convicción de haber hecho lo mejor posible por cada caso, sé que no es un concepto demasiado científico, mas bien ideológico… - entonces puso una de sus manos sobre las unidas de él, girando su rostro para buscar los ojo dorados de él, que la miraron con una tímida sonrisa – estoy segura de que hiciste todo lo que podías, y más incluso…

-Tienes razón… no es científico…- apoyó él, encerrando la mano de ella, entre las de él, agradeciendo infinitamente las palabras que acababa de entregarle, quizás era una forma de ver la vida demasiado conveniente, pero que ayudaba a darle un sentido a lo que no podemos controlar -… pero esta bien para mí…

Entonces enfocó sus ojos dorados que estaban algo enrojecidos, Kagome no quiso peguntar, pero supuso que había derramado algunas lágrimas, se quedó mirándolo y por unos momentos no hubo más palabras, se acariciaron sus miradas, tal como lo hacían sus manos, había apoyo y comprensión en aquel pequeño gesto… amor… y de alguna manera eso regocijaba sus corazones.

-Bien… la familia Tomura esta esperando…- dijo finalmente Kagome, sonriendo con suavidad, mientras se ponía de pie, rompiendo el contacto con sus ojos, pero sin soltar la mano de él.

Lo vio ponerse de pie, ninguno de los dos reparó en el delantal que estaba algunos peldaños más abajo. Kagome comenzó a subir, mientras que InuYasha la seguía, el agarré de sus manos, se hacía más fuerte a cada paso, y de pronto la vio girarse ante él, quedando dos escalones más arriba, sus ojos castaños envueltos en una ternura exquisita, unos dedos pálidos le rozaron la mejilla y se inclinó apenas unos centímetros, él sintió que el corazón se le detenía cuando los labios de Kagome tocaron los suyos, cerró los ojos recibiendo la caricia, que era suave y lenta, pausada, emotiva, la lengua apenas le rozaba los labios, y no pudo evitar llevar su mano libra a la nuca de ella y entrelazar sus dedos en el cabello azabache, la acercó un poco mas y se bebió de un sorbo todo el amor de ese beso, ella protesto suavemente con un gemido, y él comprendió, aún con los ojos cerrados, la soltó… luego los abrió, y pudo ver el brillo de su mirada castaña, y una sonrisa suave y traviesa en sus labios.

-¿Una tregua?... – preguntó él, sonriendo con suavidad también.

-Algo así…- respondió ella, sabiendo cuanto necesitaba InuYasha de ella ahora, no pudo evitar entregarle algo de todo el amor que tenía para él en su corazón, ¿si no servía para esto el amor, ¿entonces para qué?... se preguntó, después de todo el lazo no se puede romper cuando es tan fuerte, por mucho que la corriente te arrastre… al menos quiso pensarlo así en este momento… y sus ojos dorados la miraban con tanto amor… y nuevamente tuvo la sensación de que esa mirada era para ella… y solo para ella…

-Bien, vamos… yo estaré junto a ti… - dijo ella, alentándolo a enfrentar la situación.

-Gracias…- musitó, tragando con dificultad la emoción que le producía saber que Kagome estaba ahí, que no o dejaba solo, y apretó el agarre de sus manos.

-No tienes por que… - te amo… quiso decir, pero eso se lo reservó, aunque sus ojos lo revelaban a gritos.

Y él lo pensó, un te amo, intenso que brotaba desde su interior, pero no dejó que saliera, no quería alejarla, no ahora que la sentía tan pegada a su alma, no ahora que parecía al fin ver la luz de la esperanza en los ojos de Kagome…

Continuará…

Ayy yy yy… el amor… un sentimiento tan extraño y universal, que no sabes en que momento te golpea y te convierte en marioneta de sus deseos… pero es hermoso, sin duda…

Sé que en ocasiones pongo cosas que no se supone que pasen de ese modo, pero es que los sentimientos no se gobiernan con la lógica que usamos para el resto de las cosas, y es esa la esencia de la vida, lo que le da emoción a vivir… no saber como vamos a reaccionar frente a tales situaciones… InuYasha en este caso debía de esta furioso como él mismo lo dijo, pero el hecho de escucharla en el teléfono lo hizo olvidar todo… al menos por el momento… peor que el amor es así, impredecible…

Ya, espero que hayan disfrutado el capítulo, tanto como yo disfrute escribiéndolo, jejeje…

La canción, un tema muy antiguo, pero muy sentido, Miguel Gallardo "Hoy tengo ganas de ti"… me gustó… recuerden dejar sus mensajitos y gracias a todos por su apoyo y por leer…

Siempre en amor…

Anyara