Capítulo XXIX
Pasión
La oscuridad en aquel salón era algo inquietante, se estaba efectuando un nuevo ritual y se elevaban oraciones para la imagen de aquella mujer que se suponía los ayudaría a engendrar al salvador de salvadores, las personas cubiertas no daban a conocer sus identidades, pero seguían las indicaciones sin remilgos, era su creencia, una que el hombre frente al altar había arraigado en ellos, exponiendo pruebas y estudios sobre la cultura que había estudiado desde hacía muchos años, cuando su viaje a tierra lejanas y desconocidas le había traído "la iluminación", como él solía llamarla.
-Tranquila niña…- se escuchaba la voz e una mujer algo mayor que había cuidado de la niña desde que su madre había fallecido dos años antes – tu padre estará bien, sabes que el señor Naraku es muy fuerte.
Intentaba tranquilizar a la niña de no más de diez años, cuando les llegaron las noticias de un derrumbe, en una de las excavaciones que se habían empeñado su padre en encabezar, al parecer había descubierto escritos de una nueva cultura y aquello lo tenía apasionado, pero aquel accidente cambiaría para siempre su vida, y la de su hija.
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Estaba sentado en el borde de una cama de color rosa, ciertamente estaba rodeado de una habitación de color rosa, Kagome se sonrojo con fuerza cuando lo dejó entrar en esa parte de la casa que era solo suya, y él se sonrió con sorpresa y agrado cuando vio el cuarto de una adolescente ante sus ojos.
-No me dirás que también tienes pijamas de animalitos – el silencio de Kagome y sus ojos castaños fijos en él, le dieron una respuesta que lo menos que le arrancó fue una carcajada – si los tienes…
-¿Y cuál sería el problema?...- preguntó ligeramente a la defensiva.
InuYasha la observo un momento, con esa actitud tan suya, el cabello azabache cayendo en rizos sobre sus hombros y su espalda, levemente marcando los brazos que ahora permanecían en jarras, mostrando una actitud de enfrentamiento al que él simplemente no hacía caso, notó un poco el ensanchamiento de sus caderas, ahora que se daba el tiempo de observarla sin limitarse, sus senos parecían llenar más el vestido y entonces el rosado de sus mejillas se acentuó cuando notó el examen que él le estaba haciendo, y el brillo de sus ojos castaños… era de nuevo ese brillo de vida, que le había devuelto sus propios deseos de vivir…
Yo siento que me provocas aunque no quieras hacerlo
Esta grabado en tu boca, al rojo vivo el deseo
Y casi puedo tocarte, como una fruta madura
Presiento que voy a amarte
Más allá de la locura
-Ven acá…- le dijo con suavidad, mientras que le tomaba de la muñeca uno de los brazos, deshaciendo esa actitud de rebeldía que mostraba, acercándola hasta él, la sentó en sus rodillas y la acomodó – te he extrañado tanto… - confesó mientras que cerraba los ojos y dejaba que su mejilla acariciara el pecho de la muchacha, que entonces lo rodeo con sus brazos y puso sobre su cabello oscuro algunos besos.
-¿A mí?...- no pudo evitar esa pregunta, pro dolorosa que fuera para ambos, entonces él alzó la mirada y se enfoco con tanta determinación en sus ojos castaños, que sintió que le quemaba el alma.
-Claro que a ti…- aseguró con un tono que Kagome no supo definir si era molestia con ella, con sí mismo, con el tiempo que habían pasado separados, podía sentir la mano de él que presionaba con fuerza en su muslo, y luego fue subiendo con ella hasta llegar a su cabello, en donde enlazó un mechón entre sus dedos – extrañé la suavidad de tu cabello… el brillo de tus ojos… el sabor de tus labios…- decía mientras que su mirada dorada se paseaba por cada parte de ella que iba nombrando, los dedos ahora acariciaban con suavidad su boca, luego su cuello, su garganta, entonces Kagome liberó un respiró forzado – la tersura de tu piel… la forma de tu cuerpo, la manera exquisita con que se acopla al mío…
Sintió la calidez de los labios de InuYasha posarse en su pecho, dejando un beso profundo, las manos apresarla contra él, y sus palabras… Dios… encendiéndole el cuerpo… y de pronto una de sus manos le acariciaba el muslo desnudo y comenzaba a llevarse el vestido mientras subía.
-InuYasha…- suspiró con dificultad, como si se olvidara hasta de hablar – yo no puedo… - intentaba explicarle que las indicaciones médicas le hablaban de esperar hasta que estuviera segura de que el periodo de peligro de una perdida había pasado.
-Tranquila pequeña… - decía mientras que su mano le pedía que lo dejara pasar hasta la calidez de su intimidad – yo no te haré daño… ni a mi hijo…
Aquellas palabras le entregaron una inquietante oleada de deseo, de pasión, de amor… sensaciones que unidas entre sí, hacen imposible resistirse… "ni a mi hijo"… aquello había sonado tan cierto, tan placido, tan lleno de sentimientos, que sintió que se le iba a derretir el corazón.
La tensión aflojó y él pudo notar como parecía arcilla modelable en sus manos, Kagome estaba siendo nuevamente esa mujer entregada y mansa entre sus brazos a la que tanto amaba, le resultaba imposible pensar en haber respirado el aire una sola vez sin su presencia dentro de su vida, era la mujer que amaba, la que le había devuelto las ansias de vivir, la que le había enseñado a abrir los ojos y ver con colores diferentes… la que lo estaba premiando sin siquiera merecerlo con una nueva vida, creada a partir del amor de ambos.
Voy a comerte el corazón a besos
A recorrer sin límites tu cuerpo
Y por el suelo nuestra ropa, suave gota a gota
Voy a emborracharte de pasión
Deslizó sus dedos delgados e inquietos por entre los muslos, que ahora desprendían un calor apremiante, y que a medida que avanzaba se hacía más y más intenso, gimió ronco y excitado cuando pudo finalmente posar su mano en su centro, por sobre la ropa intima, y el calor que segregaba de ella le hablaba de excitación, de pasión, de deseos, de todo lo que ahora pudiera estar anhelando, por Dios si hasta podía olerla… mantenía los ojos cerrados mientras que sus labios paseaban despreocupados por su pecho, la manos que mantenía tras su espalda comenzaba a trabajar en el cierre de aquel vestido violeta que traía, le encantaba como se veía el violeta contra su piel, pero le gustaba mucho más el color puro de su piel pálida, desnuda entre sus brazos.
Kagome podía sentir como los dedos comenzaban a superar las barreras de su ropa intima, tirando de ella por los costados, quitándose sin dejar de tenerla a ella en su regazo, parecía no querer salir de esa posición en la que se encontraban, era como si solo quisiera acariciarla, y sus manos… ardían cada vez que las ponía sobre su piel, era imposible ahora pensar con claridad, o quizás detenerse pensar en los motivos que parecían tan importantes como para tenerlos separados… podía oírlo respirar agitado y aquello la excitaba cada vez más… el bulto que se encontraba atrapado en su pantalón se oprima contra su cadera, y de alguna manera aquello la hacía sentirse segura y deseada, después de que pensó que no volvería a hacerle el amor nunca más, estaba entre sus brazos convertida en material amoldable a sus deseos… y es que no podía ser de otro modo, deseaba a ese hombre con cada célula de su cuerpo, que ahora solo exudaba sensualidad… y de pronto el aliento se le cortó cuando pudo notar que aquellos dedos traviesos se abrían pasos entre los pliegues de su sexo y entraban en ella, se arqueó entre sus brazos, pero InuYasha la sostuvo con más fuerza, oprimiendo sus labios en la piel desnuda de su pecho, y la mano que se posaba con seguridad en su espalda.
Una vez que sintió el calor abrasador que parecía quemarle las falanges, pudo sentir como Kagome volvía a aflojarse entre sus brazos, atenta a cada caricia que él le propinaba, se mordió el labio con deseo, si que ella pudiera notarlo, estaba embriagada en su propia satisfacción, y aquello le entregaba placer a él también, estaban haciendo el amor, aunque quizás no del modo convencional… ¿pero quién marca los convencionalismos en esta aspecto?... el solo saber que cada caricia que se entregaban era motivada por el inmenso amor que se tenían era suficiente para ello. El cierre del vestido bajó hasta el quiebre exquisito de su espalda, y el broche del sujetador, que ciertamente debería haberle causado mayores problemas, esta día parecía estar de su lado, por que sus dedos lo deslizaron con total facilidad, ayudándolo a dejar libres de sus prisión de tela a sus senos, que se mantenían expectantes y listos para ser tomados, así que no tardó demasiado en asir con su boca y su lengua uno de los pezones mientras que Kagome volvía a arquearse ahora algo más desesperada, sintiendo como los dedos de él entraban y salían desde la humedad de su sexo, y la boca de InuYasha hacía maravillas en su pecho, arrancándole gemidos y suplicas.
-Me desespera…- le susurró en un momento en que lo rodeo con sus brazos buscando consuelo en ellos, se sentía desesperada y ansiosa, encendida de una pasión que le nublaba los sentidos.
-Solo dime si te gusta…- le pidió él besando su cuello, tomando el lóbulo de su oreja entre su dientes, dejando que su aliento caliente le rozara los oídos, Kagome jadeaba sin siquiera notarlo, aferrándose más al abrazo, y esos dedos dentro de ella, acariciando sin piedad su interior, sintiendo como se endurecía su vientre.
-Me matas InuYasha…- suspiró como respuesta.
-No… dime si te gusta…- insistió, sintiendo que no era aquella la respuesta que quería, deseaba arrancarle los gemidos más profundos, las ansias y satisfacerla de un modo apremiante, que sintiera cuanto la amaba… que su cuerpo se lo indicara…
-Me encanta… - gimió ella en un espasmo de sensualidad, que le arrancó el aliento a él… impulsándolo a afanarse aún más en su tarea… sintiendo como su propio sexo le exigía tomarla y adentrarse en el ardor que sus dedos estaban tocando ahora en ella, la humedad de su sexo era exquisita, el olor que desprendía incitante y demasiado sexual… pero ya tendría oportunidad de probarlo nuevamente… ahora le tocaba a él brindar…
- Eso… quiero que grites de placer entre mis brazos…- no pudo contener la exclamación, el ardor en su interior era tan elevado como el de ella, y sabía que sus palabras no eran sutiles, pero era la realidad que se gestaba en su interior.
Voy a comerte el corazón a besos
A recorrer sin límites tu cuerpo
Voy a dejar por tus rincones pájaros y flores
Como una semilla de pasión
Aquella palabras parecieron ser una especie de liberador para ella, por que ya no reprimió ni un solo gemido, ni un solo jadeo, dejó que los dedos de InuYasha que ahora acariciaban casi con su palma completa su sexo, la elevaran… sintió como la dejaba sobre la cama, y terminaba de desnudarla, por un momento se sintió carente, al notar que los dedos de él la abandonaban, pero se apresuró a ayudarlo con su ropa, deseaba sentir el calor de la piel de su hombre contra la suya… y ciertamente no sabía cómo, había vuelto a sentir que ese hombre era solo suyo, por un instante fugaz, pudo volver a razonar en los motivos que los mantenían alejados y lo que pareció un abismo entre los dos, ya no existía, al menos no ahora… y no era cuestión de sexo… era el amor, ese que lograba encenderla de un modo increíble… y mientras é se quitaba los pantalones y ella con algo de torpeza lo ayudaba, pudo comprender que jamás lograría sentirse así si no fuera por el amor que le tenía…
-Te amo…- le confesó entonces, con la voz perdida en un gemido de pasión, y las manos de él se detuvieron en su labor, se quedó mirando de un modo tan extraño a sus ojos castaños, y por primera vez no supo interpretarlos, pero le pareció ver que se cristalizaban… se dejó caer con suavidad sobre ella, ayudándose con los pies para quitar el resto de la ropa… y pudo sentir el aliento rozarle el oído cuando le respondió.
-No sabes lo feliz que me hace escucharte decirlo pequeña…- la voz sonaba ronca y roída por ¿las lagrimas?... por un momento sintió que todo se detenía… estaba realmente InuYasha llorando, y la humedad que sintió sobre su hombro se lo confesó.
-Oh amor… no quiero que llores…- le suplicó inquieta, sentía que algo en el alma se le oprimía. Lo abrazó acariciando su cabello y entonces él se incorporó sobre sus brazos y la miró.
-Debo parecer un tonto enamorado ¿no?...- se sonrió, acercando sus labios para besarla, y volver a contemplarla apoyando en peso en sus brazos extendidos.
-Oh InuYasha… ven acá…- le pidió tirando de él para poder besarlo, pero esta vez el beso era apremiante por parte de ella, que buscaba compensar todos los besos que le había negado por su falta de seguridad, comprendiendo a través de aquellas simples palabras lo mucho que ese hombre la amaba.
El roce de sus cuerpos de pronto se hizo más evidente, restableciendo la pasión en lo que estaban haciendo, sintiendo como la piel se encendía en deseos nuevamente, entregándoles el augurio de un placer que a pesar de las circunstancias del amor parecía no menguar…
Kagome notó como los labios de InuYasha descendían por su barbilla, y su garganta, dejando un calido sendero húmedo que su lengua se encargaba de crear, el centro de su pecho, rodeaba con besos uno de sus senos, para luego subir hasta el pezón y tirar de él con los dientes, aquello la estaba enloqueciendo y arqueaba el cuerpo buscando el calor de la piel de su hombre, que lamía la zona afectada, para succionar luego de lamer… efectuando una tara similar en el otro pezón, lamiendo primero, mordiendo luego, lamiendo otra vez… tomando la areola en su boca y succionando en ella., mientras que Kagome gemía con cada una de als acciones, en tonos diferentes, en agonías diferentes, y él sentía que iba a estallar de placer si no la tenía… intentaba controlar su propia excitación, buscando ordenar su respiración, con un mínimo resultado, ya que las manos de ella le recorrían la espalda, sus uñas se rozaban contra su piel, enardeciéndolo y la humedad de su sexo que se apretaba contra sus dedos era la perdición misma, hasta parecía poder sentirlo apretarse contra su miembro mientras este entrara… pero sabía bien que no debía… por Dios… la tortura era demasiado… jadeo contra su estomago y retiró de ella sus dedos, se apoyó en ambos brazos y la miro…
-Me voy a reventar si no te tengo…- le susurró y dejó caer su cabeza en el estomago de ella, abrazándola, intentando calmarse… besó luego ese lugar, sintiendo como los dedos de Kagome le acariciaban el cabello, el azabache de ella reposaba tras su cabeza extendido en la cama, el de él le cubría la espalda y hacía a la vez de manta para ambos.
Los besos lo llevaron hasta el vientre casi plano de Kagome, y entonces alzó la mirada para encontrarse con los ojos castaños de ella que lo observaban actuar… le sonrió con tanta ternura, que ella sintió que nuevamente le derretía el alma… no sabía como era posible que esta hombre tuviera tal efecto en ella, la llevaba de la pasión más absoluta, a la ternura que se le adhería a la piel… y lo amaba… tanto…
-Ella esta aquí…- le susurró él… y Kagome se quedó por un momento sin habla… ¿acaso él también creía que sería niña?...
Ahora te sueltas el pelo, y así descalza caminas
Voy a morder el anzuelo, pues quiero lo que imaginas
Cuando se cae tu vestido, como una flor por el suelo
No existe nada prohibido
Entre la tierra y el cielo
Quiso preguntar, pero ya no tuvo tiempo, él se deslizó hasta su entrepierna y Kagome ya no pudo volver a pensar, cuando sintió la lengua de InuYasha lamer su intimidad, la forma en que se endurecía e intentaba entrar en ella, el agónico placer que le producía cuando lamía y succionaba con suavidad en aquel lugar… sus dedos enredados en el cabello oscuro del hombre, y sus piernas que se negaban a permanecer quietas ante los espasmos que le producían sus caricia… lo sintió liberarla de aquella tortura y subir sobre ella, por un momento pensó que finalmente iba a penetrarla, entrar en ella, y ciertamente no sabía si podría negarse ahora… quiso pensar en lo correcto y recordarle lo del bebé… pero ya no lo logró, ni fue necesario, los dedos de InuYasha volvieron a entrar en ella, el pulgar masajeaba de formas externa su sensibilidad y el miembro inflamado de pasión se apretó contra uno de sus muslos, loa ojos dorados le brillaban intensamente, y sabía que no habrían más palabras de por medio hasta que todo acabase…¿de que forma?... ciertamente no lo sabía ahora, pero InuYasha comenzó a moverse sobre ella como su estuviera embistiéndola, al principio con lentitud, empujando los dedos en su interior, haciéndolos casi vibrar dentro, arrancándole jadeos ansiosos, que comenzaba a hacerse desesperados en la medida que él comenzaba a aumentar la velocidad con que se movía, sus cuerpos se rozaba con inquietud, y ella buscaba besarlo, sus manos lo recorrían y sin notarlo siquiera de forma conciente buscando… hasta que aprisionó con su mano el miembro que él insistía en aprisionar contra su muslo… InuYasha gimió entonces, en un tono ronco y excitado, que lo obligó prácticamente a moverse con más violencia, sabiendo que no estaba causando ningún daño al no estar dentro de ella. Kagome comenzó a acariciar su virilidad sintiendo en su mano el correr de la sangre caliente, un hormigueo que se desplazaba en ese trozo de carne, y la rigidez de él la impresionó, la suavidad de su piel… era como estar reconociéndolo, y dejó que el ritmo de sus movimientos le indicaran…
Voy a comerte el corazón a besos
A recorrer sin límites tu cuerpo
Y por el suelo nuestra ropa, suave gota a gota
Voy a emborracharte de pasión
-¿Te gusta?...- ahora era ella quien preguntaba entre los jadeos de su propia pasión.
-Oh pequeña… me estas matando… - respondió con un hilo de voz, algo encorvado sobre ella, el cabello cubriéndolos ambos, el sudor perlando sus cuerpos.
-No… dime si te gusta...- insistió, sin notarlo repitiendo lo que él antes le preguntara.
-Me encanta amor…- susurró moviéndose cada vez más fuerte.
Sentía como la presión comenzaba a subir por su vientre agolpándose en su intimidad, la sangre llenaba ese lugar, sus paredes se apretaban contra los dedos de InuYasha que no dejaban de moverse dentro de ella, de un modo tan preciso y exquisito que por un momento no añoro al plenitud de su miembro, solo podía sentir el placer que sus caricias le estaban entregando, el calor de el subía a la cabeza, la sangre caliente llenaba sus pezones, se agolpaba en su intimidad, y el calor del cuerpo de él se hacía más notorio, los jadeos de InuYasha tan cerca de su oído parecían oleadas de excitación para ella, y de pronto pareció no haber nada más que un enorme éxtasis que los envolvía a ambos, su mano aún se cerraba alrededor de la virilidad de su hombre, siguiendo de forma automática y ahora que su propio clímax la golpeaba, parecía apretarlo aún más, mientras que él al sentir como el interior de Kagome aprisionaba sus dedos con fuerza, latiendo de forma desmesurada, humedeciéndose más y más, subía que ella estaba a punto de llegar a su culminación, comenzaba a moverse con más fuerza sobre ella, era una forma diferente de hacer el amor… pero increíblemente gratificante, la presión en su miembro se hacía inminente, solo pedía poder contenerse hasta que ella terminara, hasta que Kagome sintiera el placer golpearla… y no tuvo que esperar demasiado, una ola de calor le rodeo los dedos y su mano se humedeció por completo, ella estaba liberándose y el modo desesperado con que continuó los movimientos alrededor de su intimidad le indicaron su desesperación, arrebatándole a él también su propio orgasmo, sin que lo pudiera prever siquiera, se estaba liberando sobre ella, dejando su semilla sobre la piel de su muslo, que se disparaba con fuerza fuera de él.
-Oh Dios… oh, Dios…- alcanzó a exclamar cuando sintió que se liberaba él también.
InuYasha permaneció con la cabeza apoyada en el hombro de ella, el cabello húmedo por la agitación, mezclados el oscuro y el azabache…se quedaron ahí… rendidos sobre aquella pequeña cama, envueltos en el aroma de su cópula, llenado sus pulmones aún con dificultad, con los fluidos del otro en partes de su cuerpo, sintiendo como aquello los hacía pertenecerse cada vez más, no se escuchaba ni un solo ruido, solo el de sus respiraciones, y el de sus corazones que aunque agitados sonaban a la par…
-Te amo tanto… Kagome Higurashi… - dijo con un hilo de voz… necesitando exteriorizar con una simple frase lo que había intentado demostrarle con caricias…
Ella solo pudo abrazarlo más fuerte, no había nada que pudiera decir ahora que se comparara con lo que él la estaba haciendo sentir, pudo percibir como sus ojos se llenaban de lagrimas, ahora estaba segura de que su amor era solo para ella… únicamente de ella… pudo notar como sus mejillas se humedecían, pero no quería que él lo viera, no quería dejar de tenerlo así entre sus brazos… ara suyo… ya no tenía dudas de ello…
Continuará…
Uff ff ff, perdón por la tardanza, ciertamente creí que me costaría más, y pensaba y pensaba en el modo de escribir este lemon, y la verdad es que quedé creo casi tan satisfecha como ellos… ejejje… me encanta esta pareja y el modo en que se dicen las cosas, y el modo en que se lo demuestran, y el modo, por cierto, para mí muy fácil en que se trasladan de una situación tierna a una apasionada, y es que ellos simplemente se aman cuando escribo y pues ahí esta e resultado… los veo en mi mente y son tan reales para mí… bueno espero que les guste el capítulo… al menos a mí me ha dejado en las nubes… cuídense mucho todos y un montón de besitos, miren que el amor ha quedado en el aire… y gracias por leer…
Siempre en amor…
Anyara
P.D.: "Voy a comerte el corazón a besos"… Loa Nocheros… la verdad es que soy algo extraña para la música, me gusta la variedad, basta con que la canción me llegue y ya… hermoso tema, espero puedan escucharlo…
