Capítulo XL
Protegiendo el futuro
Hold on to me love
Espérame
amor
You know I can´t stay long
Sabes que no me puedo quedarme mucho
All
I wanted to say was ´I love you and I´m not afraid´
Todo lo que quería
decir es que te amo y que no tengo miedo
Can you hear me?
¿Me
escuchas?
Can you feel me in your arms?
¿Puedes sentirme en tus brazos?
No sabía con exactitud cuanto era el tiempo que llevaba encerrada en aquella oscura habitación, pero al menos debía de contar con un par de horas desde que habían comenzado las contracciones, haciéndose poco a poco más regulares. Las antorchas que iluminaban, comenzaban a extinguirse, lo que la sumiría en poco tiempo en las tinieblas.
Intentaba ahogar cualquier exclamación de dolor que pudiera emitir cuando se volvía a crispar su vientre, probaba respirar como le habían enseñado en las terapias, inspirando y exhalando cuando el dolor aumentaba, pero sabía perfectamente que no podía esperar demasiado, el instinto se lo decía, Takka no tardaría en nacer…
-Por favor… pequeña… aguanta hasta que llegue papá…- susurró apenas esperando que nada de lo que decían se escuchara desde fuera, se sentía sola y temerosa, anhelaba ver una vez más los ojos de InuYasha y aquel modo incendiario con que la miraba cuando ella se sentía solo suya.
Holding my last breath
Guardando
mi último aliento
Safe inside myself
Seguro
dentro de mi
Are all my thoughts of you
¿Son
todos mis recuerdos de ti?
Sweet
raptured light it ends here tonight
Dulce luz extasiante que muere aquí esta noche
La puerta de madera comenzó a descorrerse con suavidad, dejando solo el espacio suficiente para que entrara una persona, una figura envuelta en una capa de color marrón, con una capucha sobre el cabello, que no permitía más que ver sombras en lugar de un rostro, por el tamaño, Kagome podía conjeturar que se trataba o de una mujer o un niño, jamás un hombre.
-¿Dónde esta Hijiri?...- consultó la voz indudablemente masculina y que al parecer cargada de bastantes años.
-Ese no es mi nombre…- respondió Kagome con molestia, incitada a su vez por la nueva contracción que la aquejaba, demasiado molesta como para detenerse a pensar en lo que le convenía.
La luz de la antorcha que portaba el hombre se giró en dirección al rincón que la había refugiado durante las últimas horas, luego de terminar con el relato angustiante de las paredes que la rodeaban, la figura casi diminuta se le acercó, la capa que portaba tenía los mismos dibujos bordados que poseía la de Naraku, de seguro este debía de ser miembro de alguna especie de secta… se obligó a tragar con dificultad, se sentía desamparada y dolorida, con una gran nudo que abarcaba toda su garganta y que amenazaba con ahogarla si no derramaba las lagrimas que le quemaban los ojos…
-¿Dónde esta Senkai?...- consultó con inquietud y con la voz casi irreconocible incluso para sí misma.
El hombrecillo se detuvo a poco más de un metro de distancia de ella, cuando la notó que se apegaba más incluso a la pared de piedra caliza con tal de evadirlo.
-Te refieres al niño que venía contigo…- aseguró el hombre, Kagome asintió con levedad, sin decir nada, agudizando la vista para poder vislumbrar en algo el rostro del hombre, éste alzó su mano y la pasó por sobre su cabeza, descubriendo su calvicie y su rostro extrañamente amable y regordete, era un anciano, cercano a los sesenta años, por lo que ella le pudo calcular, extendió su mano para ayudarla – no he podido llegar a él aún… pero en el camino te lo explico, debemos salir de aquí.
Kagome permaneció inmóvil por un instante, tratando de sopesar sus posibilidades, que ciertamente eran pocas dentro de esta habitación, pero no aceptó la mano que le era ofrecida, sin embargo se puso de pie haciendo acopió de sus propias fuerzas, que para su sorpresa no eran demasiadas, una nueva punzada en su vientre la obligó a arquearse, sosteniendo el bulto de su estomago con una mano y la otra apoyada en la pared.
-Ohh… veo que ya estas en labor… eso no es bueno, no, no…- dijo más para sí mismo el anciano que para ella – vamos, sé fuerte y sígueme.
Kagome tuvo un primer impulso de gritarle que decirlo era fácil, pero lo deshecho de inmediato, pasando a su preocupación más apremiante.
-¿Qué sucederá con Senkai?...- su voz sonaba baja, pero inquieta, casi como si susurraran, cualquier sonido en medio de aquellas paredes, parecía acrecentarse.
-Esperemos que InuYasha llegue pronto…- respondió simplemente el hombre, mientras que comenzaba a salir del lugar.
-¿InuYasha?...- susurró ella, intentando comprender que este hombre conocía a su esposo, y tal vez sería la única salvación que tendrían ella y sus hijos… o bien era una trampa…
-Con cuidado…- escuchó la voz del anciano ante ella, que pasaba por sobre el cuerpo de un hombre que parecía haber estado resguardando la puerta.
-¿Quién es?...- preguntó Kagome, ya algo más repuesta de su última contracción, mientras que alzaba con cuidado una pierna para pasar por sobre el hombre.
-Un Kalantie… bueno, más o menos… él cree que lo es…- respondió con parcimonia el anciano, que caminó por delante de Kagome - ven, es por aquí…
Kagome observó una vez más al hombre tirado en el piso, y examinó sus extrañas vestimentas, muy similares a las de los guardias que aparecían en los grabados que había en su habitación, luego siguió a la figura pequeña del anciano que avanzaba delante de ella, iluminando solo de forma muy tenue el lugar con una antorcha de regular tamaño, Kagome llegó a sentir que desencajaba en este sitió, los pasillos completamente hechos de la misma piedra caliza del lugar en el que la habían confinado, todo a su alrededor parecía sacado de alguna historia antigua, era como si de pronto la hubieran trasladado a dos mil años atrás en el tiempo. De improviso el pasillo relativamente angosto por el que transitaban convergió en dos más que se abrían ante sus ojos en direcciones diagonalmente opuestas, y entonces Kagome tuvo una nueva contracción, que la obligó a respirar con dificultad, y a sostener su vientre por miedo a que este se desprendiera.
-Vamos chiquilla, aguanta… - le pidió con algo de inquietud el anciano, Kagome lo observó con furia, y pudo ver una gota de sudor resbalando por el rostro del hombrecillo, lo que le indicó que estaba tan azorado como ella.
-Estaré bien… aún no son cada tres minutos…- aclaró sintiendo de pronto la necesidad de tranquilizar al hombre, que entonces enfocó sus ojos en ella y le sonrió levemente, como si estuviera agradeciéndole algo.
Kagome lo vio girarse nuevamente hacía las convergencias y no pudo evitar preguntarse si en realidad el hombre sabía hacía donde la llevaba.
-¿Estamos perdidos?...- preguntó sin demasiada ceremonia, y del mismo modo le respondieron.
-No… solo algo extraviados…- Kagome abrió los ojos con sorpresa, ¿es que acaso no era lo mismo?... quiso hacer una siguiente acotación, pero la voz del anciano la calló – ven es por acá… - aseguró, y aunque Kagome no estaba del todo tranquila, no tenía otra opción.
-¿Y a dónde vamos?…- consultó con inquietud.
-A la salida…
-.-.-.-.-.-.-.-
El vehículo no iba lo suficientemente rápido para lo que InuYasha deseaba, a pesar de que superaban con creces la máxima permitida. Miroku permanecía en un silencio sepulcral, sentado en la parte de atrás del automóvil, Kosho ocupaba el copiloto con los ojos hinchados por la lagrimas, después de la forma en que InuYasha la había interrogado no había podido resistir, le había confesado el lugar al que habían llevado a Kagome y Senkai, un apartado recinto de la propiedad de Naraku, al parecer una hacienda en las afueras.
I´ll miss the winter
Extrañaré
el invierno
A world of fragile things
Un
mundo de cosas frágiles
Look for me in the white
forest
Búscame
en el bosque blanco
Hiding in a hollow tree (come find me)
Escondida
en un árbol hueco (ven a encontrarme)
I know you
hear me
Sé
que me escuchas
I can taste it in your tears
Puedo verlo en tus lágrimas
Los nudillos blanqueados por la fuerza con que oprimía el volante y la espalda encorvada por la tensión, eran parte de las muestras físicas de la inquietud de InuYasha, sin poder comprender por que su vida se convertía nuevamente en una pesadilla, el silencio reinaba dentro del vehículo y los recuerdos de una tensión similar llegaron a él sin aviso.
El teléfono de su despacho en la clínica sonó un par de veces antes de que InuYasha lo respondiera, estaba de un humor horrible, no había atendido a algunos pacientes y esperaba su segunda ronda, la discusión que había mantenido con Kikyo en la mañana lo tenía inquieto, no debieron de pelear de ese modo, no debió decirle aquellas cosas, no ahora que estaba a pocas semanas de dar a luz al hijo de ambos. Alzó el auricular y respondió.
-Habla InuYasha Taisho…- dijo con calma, mientras que continuaba ojeando el expediente se uno de sus pacientes.
-Señor Taisho… ha sucedido algo horrible… - escuchó la voz de una de las empleadas que tenían en casa. Se incorporó en el asiento con rapidez dejando caer lo que tenía en las manos, un sudor frío comenzó a cubrir en cuestión de segundos su frente y el corazón le dio un vuelco en el pecho.
-¿Qué es Kosho?...- preguntó con un nudo en la garganta.
-La señora Kikyo… intentó quitarse la vida…- pronunció como si las palabras se le atragantaran, y continuó balbuceando cosas que InuYasha no comprendía muy bien – no sé por que… yo solo la encontré… en el jardín acuático seños… ese que usted le mando a construir… o señor… había tanta sangre…
InuYasha se movió como un muñeco guiado por hilos invisibles, llegó hasta la clínica en la que se encontraba el médico de Lillo, el hombre que había atendido su embarazo durante meses, encontrándose con Miroku en el lugar, el rostro lloroso de Kosho en un rincón, y las puertas cerradas ante él, quiso cruzarlas, pero fue su amigo quien lo detuvo, no tenía familia a la que recurrir, nadie que pudiera decirle que hacer… solo quería estar con Kikyo… y saber que ella estaría bien… cuando las puertas se abrieron y el rostro demacrado de Bankotzu Shinichintai se mostró ante él, una corriente fría cruzó su espalda…
-InuYasha… deberías reducir la velocidad…- escuchó la voz de Miroku que le indicaba con la mano el lugar que se erguía ente ellos, la hacienda de Naraku, un lugar resguardado por altar rejas de acero fundido, que en la parte delantera mostraban un símbolo similar a un escudo de armas, pero que ahora InuYasha podía reconocer a la perfección, era el sello de las tierras de Kalantia.
Detuvo el motor cuando se encontraron ocultos por algunos árboles, InuYasha respiró profundamente como si buscara calmar su interior antes de dirigirle algunas palabras a Kosho.
-Irás con nosotros y me indicarás en donde esta Kagome y mi hijo. – ordenó sin dar espacio a discusión, y por alguna razón la mujer junto a él tampoco mostraba señales de disgusto. Él centró su mirada en la diminuta figura sin comprender como podía alojar tanta maldad… o quizás solo era un pobre espíritu desorientado…
InuYasha se inclinó y tomó algo de debajo de su asiento, Kosho se cubrió la boca con las manos, después de todo un arma no era algo que ella considerara dentro de todo este asunto de creencias religiosas, por un momento tuvo la sensación de haber estado del lado equivocado.
-¿No sería mejor que llamáramos a la policía?...- consultó Miroku, una vez que vio el arma automática en las manos de su amigo, sabía que había vuelto el antiguo InuYasha, ese que era capaz de cualquier cosa con tal de defender lo que era suyo, el silencio le respondió y vio al hombre bajar del vehículo y arrastrar literalmente fuera a Kosho.
-¿Por dónde?...- fue toda la pregunta que dejó caer InuYasha ante la mujer que era sostenida con violencia por uno de sus brazos.
-Por allá… - indicó con la voz quebrada en una queja.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-No podemos dejar a Senkai…- exclamó Kagome con la voz debilitada ante una nueva contracción. Se giró al ver como la luz se hacía al final del pasillo por el que ascendían, pudo notar que la construcción en la que se encontraban estaba varios metros bajo tierra, quizás por ella la piedra caliza, aunque se inclinaba más a creer que era una especie de replica de alguna construcción antigua.
-Espera chiquilla…- pidió el anciano que ahora venía tras ella, que había tomado el camino de regreso.
Kagome comprendió que si había dos posibilidades en aquella convergencia, la otra la llevaría a donde se encontraba el niño, no podía permitir que él corriera riesgo. Avanzó, sintiendo los pasos del anciano tras de ella, así como también sus quejas en baja voz.
-Eres tan terca como InuYasha… con razón se entienden tan bien…- Rezongaba más para si mismo que para ser escuchado, pero de pronto Kagome se detuvo y lo miró, con la escasa luz que proyectaba la antorcha que él portaba y que comenzaba a extinguirse.
-¿Cómo sabe que InuYasha vendrá?...- consultó por primera vez alentada en las palabras de el hombre, él la observó y supo que anhelaba fervientemente una esperanza.
-Si eres la mitad de terca que lo es él, pues estará aquí muy pronto… - aseguró el hombre, había algo en este anciano que Kagome debería averiguar, pero ya luego tendría tiempo para ello, por el momento las dos cosas más importantes eran, encontrar a Senkai, y dar con un lugar adecuado para que Takka naciera. Se giró y continúo avanzando, de pronto la mano del anciano se cerró en su muñeca deteniéndola, la luz de la antorcha fue apagada contra la arenilla del piso.
Una procesión de cuatro mujeres salió desde el túnel que convergía a continuación de este tomando el pasillo que iba a la habitación que había ocupado Kagome, una de ellas portaba en sus manos, lo que parecía ser una vestimenta enriquecida con bordaos que radiaban ante la luz de las antorchas que llevaban dos de ella, una vez que avanzaron lo suficiente para no ver a quienes se ocultaban en la penumbra, el anciano se dirigió a Kagome.
-Tendremos suerte si llegamos al niño antes de que ellas anuncien tu falta…- y buscó en su bolsillo el primer artefacto moderno que Kagome había visto en las últimas horas, una linterna – vamos…
Avanzaron en silencio, y Kagome agradeció que las contracciones no fueran en aumento, quizás debería preocuparse, pero lo cierto es que esperaba tener el tiempo suficiente como para rescatar a su pedacito de cielo, y poder dar luego a luz al otro.
-Ahí esta… - dijo con la voz ahogada en un susurro por temor a ser escuchada, cuando se acercaron a una sala que estaba visiblemente iluminada por antorchas en todas las paredes.
El anciano pareció evaluar la situación y se acercó con cuidado a Kagome, lo suficiente como para que ella lo escuchara, puso en su mano un pequeño saquito de color marrón.
Esto es un somnífero natural que los Kalanties utilizaban para sus ataques sorpresa, no creó que quede suficiente como para adormecer a todos en esta sala – dijo mientras mostraba otra bolsa de tela un poco más grande que la que entregó a Kagome – cuando entre y arroje esto sobre los presentes tapa tu rostro con esto – le entregó un pañuelo – y sal con el niño lo más rápido posible… ¿crees poder llegar a la salida a tiempo?...
Kagome asintió teniendo una enorme sensación de agradecimiento por el hombrecillo que estaba arriesgando su vida por rescatarla. Ató el pañuelo contra su rostro y lo vio avanzar con una rapidez que no creyó posible con los años que él parecía tener, y en cuanto la nube de particular cubrió el lugar, Kagome contuvo en aire y entró, dirigiéndose directamente a dónde de se encontraba Senkai, que pareció adormilarse.
-Vamos…- exigió simplemente, cubriendo el pequeño rostro con parte de su vestido, tomando luego al niño de la mano hasta casi arrastrarlo, mientras que avanzaba lo más agachada posible, ya que las particular parecían aglomerarse a poco más de un metro, dejando el aire de la parte baja un poco más limpio.
Avanzó todo lo que sus fuerzas le permitían, iluminando el camino con la pequeña linterna que le entregara el hombre que había quedado tras de ella en medio de un tumulto de ahogos y exclamaciones de furia, entre ellas pudo escuchar a la perfección la voz de Naraku que a pesar del sonido ahogado que se elevaba desde ella, pidió que persiguieran a "Hijiri", termino con el que se había llegado a familiarizar…
-Avanza Senkai… apresúrate…- pedía mientras una nueva contracción la hizo perder el aire, el sonido de los pasos acercándose peligrosamente hasta ellos, la asustaba, pero a pesar de ello se vio obligada a caminar en lugar de corres, un líquido tibio y abundante comenzó a mojarle las piernas y entonces el pánico se apoderó de ella, cuando notó las luces que se movían ante ellos y las antorchas de quienes se aproximaban por detrás comenzaron a cercarla.
Aprisionó a Senkai entre sus brazos y se apegó todo lo que le fue posible a una de las paredes del pasillo, el rostro del niño se mantuvo oculto y silencioso en contra de su cuerpo, como si intentara esconderse de lo que sucedía a su alrededor, ella cerró los ojos casi suplicando a algún ser divino que la borrara de aquel lugar y la ayudara a salir airosa de esto… una nueva contracción la atacó comprendiendo entonces que lo inminente la acechaba… la presión en la parte baja de su pelvis le indicaba que no faltaba demasiado. Sintió como si se desvaneciera por el dolor de una nueva contracción, esta vez mucho más fuerte, ese había sido el tenor, cada vez se intensificaban más los dolores y la tensión de la situación vivida no estaba ayudando demasiado, aferró al niño y pareció caer, cuando sintió que alguien la sostenía en el aire y una voz familiar y gratificante llegó como si se tratara de un sueño…
Say goodnight
Dí
buenas noches
Don´t be afraid
No
tengas miedo
Calling me, calling me as you fade to black
Llamándome, llamándome mientras te desvaneces
-InuYasha…- logró musitar mientras que entreabría los ojos y notaba como un dorado hermosamente sombreado por las luces del fuego que se aproximaba la observaban.
-Tranquila pequeña… ya estoy aquí… - escuchó decir desvaneciéndose, y de pronto un estrepitoso sonido irrumpió en el lugar, jamás lo había escuchado en su vida, pero tuvo la certeza de que se trataba de un disparo… y entonces la calidez líquida de algo que pudo definir salpicó en su rostro… sin lograr traerla de vuelta…
Continuará…
Se esta terminado ya chicas, el próximo será el último capitulo, espero con ansias que este capítulo les haya gustado, y no se olviden que comenzaré un nuevo fic… aprovecho de publicitarlo… "La danza de las almas" se titula y es la continuación de "Mi íntimo enemigo" y " El resplandor de la venganza", así que ahí las espero.
Besitos y como siempre… gracias por leer…
Siempre en amor…
Anyara
P.D.: El tema es My last breath, de Evanescence, ese tipo de canciones expresan un poco la desesperación del alma, por eso la escogí
