Luchando por ti
Acotaciones:
- diálogos
" " pensamientos
&&&&& cambio de escena
La noche caía fría y algo húmeda sobre cada calle de la agitada ciudad llena de vida nocturna. Al igual que muchas otras dio inicio una fiesta a donde asistirían muchas personas, la mayoría, ingenuas del fin trágico de la velada.
Un auto blanco estaba en las calles cercanas y era conducido por una joven doctora que todavía algo nerviosa por su decisión manejaba distraída. "Sé que acordamos estar separados… por un tiempo mientras Naraku es apresado, pero ya no puedo más. Quiero estar con él y mañana por fin seremos libres, Naraku estará en prisión… quiero hacerle ver a él que no estoy sola y que al final no pudo separarnos… sólo espero estar haciendo lo correcto" –pensó.
Bajó del auto y alisó un poco por debajo del abrigo el vestido blanco que llevaba, era corto y sólo sostenido por un par de delgados tirantes sobre sus hombros, luego le entregó las llaves del vehículo al vallet parking y se dirigió hasta la entrada para llamar a alguien.
- Hola… ¿Ya estás en la fiesta?
- Aún no ¿Estás bien? –hizo el hombre la pregunta que era recurrente desde que no estaban juntos.
- Sí, sólo quería desearte suerte y decirte que te amo… -la chica se sonrojó al darse cuenta de que dos personas que pasaban a su lado en ese momento la miraban con escrutinio.
- También te amo… llámame si algo sucede.
- Si claro. –terminó la llamada mirando el auto negro que entraba en ese preciso momento.
Una sonrisa se dibujó en sus labios sin temor alguno, el solo hecho de saber que estaría abrazándolo en unos momentos más tranquilizaba todo su ser. Suspiró profundo al verlo bajar y entregar las llaves al mismo muchacho que ella lo hizo, estaba casi en trance hipnotizada por él cuando la interrumpió una sensación fría sobre la piel. Por instinto miró hacia el cielo negro donde un montón de nubes cubrían las estrellas y las leves gotas de agua no eran perceptibles más que al tocarlas. Fueron sólo unos segundos los que se distrajo con la llovizna que presagiaba algo, pero ese tiempo bastó para que un hombre de doradas pupilas y smoking negro llegara con ella y la prendiera inmiscuyendo sus fuertes manos alrededor de su cintura. Ese simple tacto fue suficiente para estremecerla por completo.
- ¿Qué haces aquí? –preguntó frío ocultando su sorpresa.
- Creo que hoy… podremos estar juntos. No es necesario esperar hasta mañana. -entonces juntaron sus labios en una delicada caricia que más de alguno de los asistentes vio e inclusive envidió sin admitirlo.
En el interior Izayoi saludaba a todos los invitados a la fiesta pero jamás quitó la vista de la puerta principal, ya que sólo esperaba por una chica de ojos negros que, según le dijo días antes al avisarle de la reunión, asistiría para ver a su hijo –Después de todo no puedo vivir sin él –admitió en aquella ocasión Kagome. De pronto la vio entrar vestida con un color verde puro que le sentaba demasiado bien. Por desgracia no fue la única que notó su aparición.
Kikyo buscó y pronto dio con el paradero de Inuyasha, con felina agilidad caminó hasta él y le pidió hablar a solas un minuto, el chico más por simple cortesía que por interés, aceptó. Cruzaron algunas palabras en ese sitio, él no entendió por qué Kikyo parecía dar tantos rodeos a algo, pero las verdaderas intenciones de la otra era ser vistos por la chica con la chica de verde. Por fin el cometido se cumplió y Kagome los miró con obvia expresión de dolor, sin embargo a lo lejos Kikyo notó como negaba con la cabeza y sonreía para reanudar su caminata justo en dirección a ellos.
En ese momento se sintió perder algo el control de las cosas, no especuló que la ex-prometida estuviese presente esa noche que "lo haría suyo" según planeaba. Así lo tomó de la mano y lo condujo no muy de acuerdo a su voluntad hasta la gran terraza.
En cuento salieron Inuyasha notó lo especial de ese sitio, el piso blanco, la vista hacia un gran jardín lleno de árboles en su esplendor y flores de diversos tipos y aunque aún se podían sentir algo de fría y humedad por la llovizna apenas cesada. Lo primero, o más bien lo único, en lo que pensó fue en Kagome y una mirada de melancolía escapó de sus ojos hacia el cielo infinitamente negro.
La chica lo miró desde lejos y al notar su compañía sintió una fuerte punzada en el pecho que se expandió por cada fibra de su ser al instante. Un instante creyó arrepentirse de haber asistido pero el solo recuerdo de cada detalle en los últimos tres meses le devolvió la calma y la hizo confiar en Inuyasha. Negó con la cabeza y sonrió sin darse cuenta de que era maliciosamente observada por otra mujer de cabellos negros. Los observó ir hacia la terraza y ya segada por sus propios sentimientos y la seguridad de que él también la amaba, fue tras ellos para arreglar las cosas y terminar su propio dolor.
Percibió la brisa fresca de la noche y algo sigilosa se acercó a la pareja que yacían recargados en el barandal de piedra tallada, creyó no ser vista pero estaba muy equivocada. Kikyo jamás dejó de saber su posición y espero maléficamente hasta que estuvo a unos pocos metros para tomarlo desprevenido y besas sus labios con aparente consentimiento.
Kagome los vio besarse y creyó que su vida se destruía en ese mismo momento, después de todo lo que confió en él, luego de inclusive seguirlo hasta ese punto, era verdad. No la amaba en lo absolutos, quizás la otra fémina de pie ahí era Kikyo, o no, de cualquier forma no importaba. Un nudo en la garganta le cortó la voz por instantes y su mente no alcanzó para terminar de reprocharse por lo tonta que fue, sin embargo y contra lo que su orgullo dictaba se quedó ahí de pie viendo sin mirar que Inuyasha se separó demasiado rápido de su agarre dejando ver que él no correspondía la caricia.
- Inu… yasha… -dijo al fin con un hilillo de voz apenas audible pero que él reconoció al instante, ya que por mucho tiempo deseaba escucharle decir su nombre.
Volteó de prisa y la vio ahí sólo observando la escena, más hermosa que nunca y con los ojos llenos de lágrimas. Se alejó de Kikyo por instinto y la miró con rencor, pensó en decirle algo pero al final no lo hizo, Kagome tenía prioridad ahora. Caminó unos pasos hasta ella e intentó tomar su mano pero no la encontró, sólo la miró alejarse unos pasos con la vista fija en la nada. Entonces Kikyo quiso intervenir y se apresuró a tomarlo del brazo para dar a entender algo, sin embargo la paciencia del chico tenía sus límites y esa mujer lo había cruzado. Con un desmán algo brusco la detuvo y le pidió que los dejara a solas.
- Ya causaste suficiente daño
- Pero –rebatió ella aunque en realidad no tenía mucho sentido, Inuyasha llevaba a Kagome del brazo hacia los jardines para hablar en paz. Sintió la sangre hervir en sus venas y su corazón latir apresurado, ahora en definitiva tampoco él sería suyo. Pero lo que más marcó fue su orgullo, cómo tolerar que una simple doctora le quitara a un hombre así.
- ¡Suéltame! –reclamó Kagome en cuanto pisaron el pasto. Pero él aunque la soltó lo hizo sólo para tomarla con firmeza por la cintura y acercarla a él, al instante el corazón de la chica se aceleró demasiado, hasta dificultarle la respiración. – Ya, por… favor… Inuyasha sólo déjame ir…
- ¡Claro que no! Ahora que te tengo tan cerca no lo haré. Las cosas no son lo que parecen
- ¿Qué no son lo que parecen? –dijo alzando la voz en su tono habitual- Si la estabas besando… No sé ni por qué vine.
- Porque sabes que no podemos vivir separados. –su voz sonó pausada y ronca, tan profunda que ella no pudo ignorarla.
- Pero tú y…
- ¿Estás ciega o qué? Ella me besó, sólo fue eso. Te amo, te amo demasiado… -entonces la sujetó con algo de más fuerza casi hasta impedirle respirar y se acercó para probar sus labios que tanto extrañaba porque ahora los necesitaba con algo más que locura.
Desde el primer roce fue una caricia desesperada donde los dos demandaban y exigían la esencia del otro, sentirse unidos, demandados y requeridos al y por su ser amado. Un leve suspiro se escapó rebelde de la garganta de Kagome y la hizo reaccionar sobre lo que estaba haciendo, con demasiado trabajo empujó algo a Inuyasha y lo miró profundo a los ojos un instante antes de salir casi corriendo y adentrarse en los jardines.
En el interior las cosas eran algo tensas, no sólo por la presencia de Lin que causaba algo de barullo entre todos los asistentes, sino también por la presencia de Naraku, el hombre comprometido asistía en compañía de Kagura quién no lucía muy contenta. Alguno de los invitados osó preguntar por la ausencia de la joven prometida del empresario y éste respondió que ella se encontraba enferma esa noche. Y si bien la había dejado en cama, no era un malestar lo que la tenía así, sino algunas marcas moradas sobre su piel, producto de una noche que se negó a pasar con él. Sin embargo la mujer no tenía los planes que Naraku pensaba para esa noche, la última que pasaría sin hacer algo.
Inuyasha alcanzó a Kagome cuando estaban ya solos, perdidos entre los árboles del inmenso jardín, la tomó de una mano pero ella se liberó, intentó alejarse e irse para siempre de él, apartarlo de su vida como creyó que debió hacer desde el principio pero algo se lo impidió, el deseo de hacerle saber cuánto la hería la situación. Quizás no tendría sentido pero huir tampoco ayudaba.
- Deja de seguirme, me cortejas por meses y cuando decido verte, cuando puedo hablar contigo y escucharte, cuando quiero decirte que no puedo vivir sin ti… vengo y te veo con ella… Inuyasha…
- No –la interrumpió antes de que dijera algo peor- ya no sé qué puedo hacer para explicarte para decirte que ni ella ni nadie son nada, sólo tú lo eres todo… maldición ¿Cómo no puedes verlo?
- No, no puedo… dile a tu madre, por favor, que no pretenda ayudarte más… ya no podría soportarlo, me hacer demasiado daño. –sin más se encaminó a paso lento hacia el salón para poder marcharse, ya no le era posible permanecer un segundo más ahí y esta vez Inuyasha pareció entender de no seguirla más.
Algunas horas pasaron hasta después de la media noche, cuando Sesshomaru pensó que era tiempo de retirarse, el hogar que desde ese día compartiría con su linda mujercita no estaba ni siquiera en la misma ciudad. Abrieron la puerta principal y salieron, él la llevaba del brazo, bajaron algunos peldaños de piedra todavía húmedos por la lluvia que de forma extraña empezó a caer de nuevo mezclándose con aire frío oscuridad que ocultaba peligro.
Bajaron el último escalón y una camioneta negra y con los vidrios tan oscuros como el cielo se estacionó con brusquedad a unos metros de ellos bajaron de su interior varios hombres armados que llevaban el mismo uniforme y los rostros cubiertos. Sesshomaru reaccionó en una fracción de segundo y sujetando con demasiada fuerza de una muñeca a Lin la puso detrás suyo para protegerla con su cuerpo del sujeto que ahora lo apuntaba con un arma.
Sin sospechar nada Inu no Tashou salió detrás de su hijo para hablar con él, para intentar hacerle ver que aquella mujer no era para él, aunque eso hiriera a la chica. Sin embargo en cuanto lo vieron los atacantes no dudaron en apuntarle también y exigirle que carrada la puerta, el hombre trató de hacerlo pero una mano femenina se lo impidió, otra inocente estaba por involucrarse, la figura de Kagome apareció pronto y se quedó inmóvil al ver la escena. Uno de los maleantes se acercó y le indicó con una seña que cerrara la puerta, la muchacha tardó algo en entender pero al fin lo hizo.
Ahora estaban rodeados por unos cinco hombres que iban decididos a cumplir la misión para la que fueron asignados. El que pareció ser le líder se acercó a Sesshomaru pero antes de que pudiese hacer algo aparecieron más extraños derrapando algo las llantas de un auto negro igual polarizado, un par de sujetos descendieron con armas de gran calibre y se acercaron entre las gotas de lluvia que de a poco aumentaban en tamaño e intensidad.
El cabello de Lin ya goteaba al suelo y se adhería a su rostro sin que ella se diera cuenta de que le nublaba la visión, no podía escuchar nada ni hacer nada, sólo veía cómo a su alrededor la pesadilla que tantas veces temió se materializaba con rapidez y sabía que el blanco no era ella.
Inuyasha miró a Kagome salir y se percató la tormenta que ya iniciaba, negó con la cabeza un par de veces para despabilarse las ideas e ir tras ella, pues como tiempo antes lo determinó, jamás la dejaría sola. Caminó hacia puerta pero estando ya cerca de abrirla se topó con una mujer de semblante nervioso y voz indiferente.
- Kikyo, déjame salir, creo que fui muy claro.
- No… tenemos que hablar. –fingió que nada pasaba a pesar de que la mirada de Naraku le indicó de inmediato que afuera alguien estaba a punto de morir.
Con cada palabra casi sin sentido de la chica el otro se desesperaba más y la evadía casi rodeando su cuerpo para salir, pero no lo dejó en ningún momento. Sin que le agradara en lo absoluto tuvo que hacerla a un lado y abrir la puerta estrepitosamente.
Afuera la tensión mantenía inmóviles a todos, víctimas, victimarios y los otros contratados para vigilar a Naraku. El más cercano a Sesshomaru retrocedió don pasos con cuidado apuntando el primer disparo para sólo herirlo ya que según su jefe debía ser lento y doloroso, que supiera perfectamente la razón de su muerte, y desde luego ella debía observarlo todo y poder asistir al funeral.
De repente con el estruendo de un rayo se abrió de golpe gran puerta de madera dejando escuchar la música de bals en el interior y ver la luz tenue que iluminaba. Ese segundo de confusión fue suficiente para dejar a Lin reaccionar y hacer un movimiento brusco que la llevó delante de Sesshomaru al tiempo en que un importunado maleante soltaba un tiro.
Antes de entender las cosas Inuyasha escuchó primero el relámpago y luego la descarga protegiendo al instante a Kagome, sin pensarlo la abrazó con fuerza para darle la espalda al sujeto que la apuntaba de cerca.
Lin escuchó la detonación pero al agua fría le nublaba los ojos y no puedo saber lo que pasó en realidad hasta que como en cámara lenta un dolor agudo penetró en su cuerpo impidiéndole respirar al instante. Las piernas le fallaron y simultáneamente recordó un momento de días pasados.
FLASHBACK
- Sabes que acabamos de hacer una locura –murmuró Lin mientras era sostenida por los fuertes brazos de Sesshomaru.
- No fue así. –negó indiferente.
- Claro que sí –rió mientras se soltaba del abrazo y comenzaba a depositar suaves besos en su pecho desnudo. – Nadie que conociéramos estuvo en nuestra boda. Él quiso rebatir ese punto, pero fue detenido por una suave caricia que lo estremeció y invitó a amarla una vez más.
FIN DEL FLASHBACK
Cerró los ojos por un segundo al saber que estaba cayendo y aunque fue un tiempo casi inexistente para ella fue una eternidad de caer en el vacío. Al fin volvió a mirar hacia el cielo negro pero lo único que notó fueron dos doradas pupilas clavadas en sus ojos con una expresión desconocida de temor, después de eso fueron sólo sombras.
Sesshomaru la rodeó con los brazos al saber lo que pasó, al entender su error y cómo ahora ella estaba herida en su lugar. La sintió caer ya con un gran dolor en el pecho producto la preocupación y el odio y la abrazó para evitarle tocar el suelo. De prisa la recorrió con los ojos y notó una herida grande en su tórax un poco más abajo del corazón, sus ropas destilaban agua mezclada con el color rojo intenso que manchaba su vestido blanco.
Esa primera detonación fue sólo el principio de muchas otras. El fuego cruzado dio inicio en la confusión total causada por la chica que hizo lo que no debía.
CoNTiNuaRá...
Hello! Q onda, espero q haya quedado bien el capi... jeje el penúltimo ya. Espero que les guste y que esté emocionante. Muchos saludos a todas se cuidan y nos estamos leyendo.
Si tienen un segundo les pido un comentario jeje... ahora ayudan más de lo normal. Mil gracias!
