N/T: De verdad que no me pude resistir a tanta gente diciéndome lo cortos que eran los capítulos, que querían saber más y más de la historia, yo también me sentía a veces así cuando leía alguna de vuestras maravillosas historias, bueno… ¡hoy habrá actualización doble y el tan esperado final de esta estupenda historia, y creanme ha sido un gran placer traducirlo y compartirlo con todos vosotros y leer vuestros comentarios, cómo os había parecido la historia, los personajes…
No puedo asegurar nada, ¡pero espero que nos veamos pronto con otro nuevo proyecto!
Y ahora sí, a disfrutar del último capitulo, espero que os guste.
XoXoX POV de Harry XoXoX
Harry estaba otra vez tumbado en la cama en su habitación, justo como había hecho aquel fatídico día hacía casi una semana. Los Dursley todavía no habían llegado a casa desde la de tía Marge, así que tenía la casa para él, algo que había resultado ser bueno, porque Harry necesitaba pensar. Necesitaba poner en orden su mente. La única cosa es que era realmente difícil ordenar algo cuando todo lo que podía pensar era en Draco.
Cómo el pelo de Draco brillaba como plata y oro cuando le daba la luz. Cómo los ojos de Draco eran brillantes y profundos como estanques de mercurio. Cómo la piel de Draco era tan suave que quería tocarla una y otra vez. Còmo Draco podía hacer que se derritiera sólo con mirarle de cierta manera. Cómo la sonrisa de Draco era lo más maravilloso en esta tierra. Cómo... bueno, suficiente con decir que Harry estaba pillado. De cabo a rabo.
Dándose la vuelta hasta que estaba tumbado de espaldas, una pregunta pasó por la cabeza de Harry. La misma pregunta que se había hecho a sí mismo una y otra vez, desde que dejó la mansión ¿Había hecho lo correcto?
Cuando se fue, había pensado que era lo mejor. Ahora no estaba tan seguro. Siempre había pensado que con toda la lucha y dolor que conlleva una relación, enamorarse difícilmente podía ser algo bueno. Daba a la otra persona un control terrorífico sobre ti, y el poder de arruinar tu vida. Pero, a pesar de esto, siglo tras siglo la gente había elegido enamorarse y entrar en relaciones. Autores de todo el mundo habían escrito libro tras libro, poema tras poema, canción tras canción sobre las alegrías de enamorarse. No podían estar todos equivocados, ¿verdad? El amor tenía que tener algunas cosas buenas, de lo contrario nadie se habría tomado la molestia.
Claro que dejaba a una persona completamente atolondrada, ruborizada e incapaz de hacer aparecer dos palabras juntas y formar una frase cuando su elegido estaba en la habitación ¿Eso difícilmente podía ser llamado algo bueno? Sin embargo, cuando volvía a mirar a las parejas que conocía, todas ellas tenían una cosa en común. A pesar de las peleas, sonrojos, locura temporal y momentos de completa ñoñería, todos eran felices.
Todos eran felices.
Recordaba cuando se dio cuenta la primera vez de que Hermione tenía un enamoramiento con Ron. Él y Hermione, al ser de los primeros, estaban sentados en el Gran Comedor desayunando cuando el miembro restante del trío pasó por las puertas, tarde como siempre. Harry había esperado que la chica de pelo alborotado empezara a regañarle, como hacía normalmente, pero cuando la miró, ella parecía estar en otro mundo. Miraba a Ron, su cabeza apoyada en su mano y su codo sobre la mesa, una expresión soñadora en su cara y una pequeña sonrisa jugueteándole en la esquina de sus labios. Sus ojos brillaban como Harry nunca había visto antes, y parecía completamente feliz e inconsciente de lo que estuviera pasando a su alrededor.
Ella era feliz.
Y quizá de eso se trataba todo. La gente se peleaba todo el tiempo, pero al final, se reconciliarían y serían felices otra vez. Harry había sido feliz, ¿no? En realidad, en esos días con Draco y Medea se había sentido más feliz de lo que había sido en mucho tiempo. Y a pesar de lo que había pensado al principio, no era sólo Medea quien le hacía feliz. Era Draco también. En algún momento había caído por el odioso rubio, y ahora era demasiado tarde para agarrarse. Sólo podía esperar que el Slytherin estuviera allí para hacerlo por él.
De repente Harry supo la respuesta a su pregunta. No. No había hecho lo correcto. Nunca debería haber dejado la mansión, no haber dejado nunca a Draco. Porque a pesar de lo que quería creer, no era por las peleas y los malos momentos. Era por la felicidad y los buenos momentos. Era sobre robar besos, sonrisas ruborizadas, la forma en que sabes que la otra persona te está mirando, y cómo te hace sentir hormigueos en el interior. Era sobre sonreír, reír y hablar. Sobre estar juntos, sólo ellos dos, y ser feliz. Y tan difícil como era admitirlo, no era del todo por Medea. Era por Draco. Harry y Draco. Draco y Harry. Ver a Draco sin Medea haría daño. No ver a Draco para nada haría más daño aún.
Sabiendo lo que tenía que hacer, Harry se levantó y empezó a llenar su baúl otra vez. No había estado mucho en casa, así que no había tenido tiempo para desordenar mucho, pero aún así le tomó un rato antes de haber acabado. Intentando equilibrar su baúl, la jaula de Hedwig y la escoba sin dejar caer alguno de ellos, se dirigió escaleras abajo hacia la puerta. Iba a volver. Sólo esperaba que Draco todavía quisiera tenerle. Pero claro que lo haría. Y si no, bueno, Harry lo afrontaría más tarde. Y de todas maneras ahora no era el momento para sentirse inseguro, ¡tenía un dracón por quien volver!
Bajar por las escaleras resultó ser bastante difícil considerando todas las cosas que llevaba. No obstante, Harry consiguió avanzar media escalera antes de que algo ocurriera. Acababa de parar para reajustar el asa del baúl, cuando de repente sonó el timbre. Saltando un metro del suelo, Harry perdió el control de las cosas en sus brazos, y fueron rodando por las escaleras, cada uno intentando resonar sobre otros. Al menos eso es lo que le parecía a Harry. La persona al otro lado de la puerta parecía haber oído también el ruido y Harry podia oir una voz baja preguntando qué había pasado y si estaba bien. La voz sonaba ligeramente nerviosa, pero Harry todavía podía reconocerla. Pertenecía a ningún otro más que Draco Malfoy.
Al oír que la voz le llamaba una vez más, Harry bajó corriendo por las escaleras y abrió de un tirón la puerta. Mirando la escena delante suyo, tuvo un sentimiento extraño de deja vú; allí en el porche estaba Draco. Llevando un bebé. A diferencia de la última vez, ahora la estaba acunando contra su corazón, en vez de mantenerla a la distancia de sus brazos, pero la imagen aún era la misma. Sólo que esta vez Harry no se sentía como si fuera a cerrarle la puerta.
- ¡Oh, gracias a Merlín que estás bien, Harry! – Jadeó Draco y le sonrió – ¡Pensé que habías caído por las escaleras o algo así!
- ¿Cómo? – Susurró Harry, mirando hipnotizado a la pequeña en brazos del rubio.
- ¿Cómo? Bueno, no me preguntes a mí, nosotros los Slytherin tenemos gracia, no caemos por las escaleras. Los Gryffindor, por otra parte…
- No, no – Le interrumpió Harry – Ella ¿Cómo? ¿Qué? ¿Por qué? Quiero decir, es ella, lo sé, la reconocería en cualquier sitio, pero , pensé…
- Calla – Sonrió Draco, colocando un dedo sobre la boca de Harry – Estás balbuceando – Sonrió y luego miró a la niña en sus brazos – No podía hacerlo. Cuando fui esta mañana a firmar los papeles de adopción, no podía hacerlo.
- Pero, yo creía...
- Sí, yo tambíen lo creía, pero no sé, hay algo en ella. Espero lamentarme por eso cuando alcance los terribles dos años, pero por ahora, no puede importarme más. Me pertenece a mí. A nosotros.
- ¿Nosotros? – Graznó Harry, deseando silenciosamente no haber oído mal.
Draco sólo le miraba, una sonrisa juguetona pasó sobre sus labios – Lección número 482, Harry. Un bebé necesita dos padres.
XoXoX The End XoXoX
