Capítulo 9. Es mi oración.

En algún lugar de España…

¿Para qué quieren el códex?.- era la pregunta formulada, aunque era innecesaria porque todos conocían al respuesta.

O al menos todos los que se encontraban reunidos en ese momento la sabían...

A mí lo que me gustaría saber es cómo fue que se enteraron de la existencia de tal objeto.- comentó alguien.

No es tan difícil de saber.- replicó la mujer de cabello castaño claro y ojos verdes.- Leonardo era uno de nuestros principales colaboradores.

¡Quién diría que él resultaría ser un Matute!.- exclamó alguien más.

Nadie se lo esperaba.- reconoció la mujer de ojos verdes.

La invitada está presente, observa a todos los reunidos y guarda sus comentarios para el momento oportuno. Pocos saben que ella fue la prometida de Leonardo y que, gracias a ella, él está muerto...

Cosa por la cual también la perseguían con furor.

No sabemos qué tanta información alcanzó a pasarle Leonardo a sus allegados.- continuó la mujer de los ojos verdes.- Fue poco después del descubrimiento del códex cuando Lily fue secuestrada por los Matute, creyendo que ella era yo.

Pero en los seis meses en los cuales Lily estuvo secuestrada, Leonardo tuvo muchísimas oportunidades para pasarle todo lo que habíamos descubierto a sus cómplices.- dijo alguien más.

Sí, y también tuvo muchísimo tiempo para robarse el códex y no lo hizo.- replicó el enviado, el que había salvado a la invitada.- No tiene sentido... ¿Por qué no se llevó lo que quería cundo tuvo la oportunidad?

Porque su propia gente lo arruinó todo.- respondió la mujer de los ojos verdes.- Al secuestrar a su prometida...

¿Su prometida?.- preguntaron varios, con sorpresa.- ¿Quiere decir que la doctora Lily era... ?

Todos, instintivamente, voltearon a ver a la invitada, quien los calló a todos con su férrea mirada. En esos momentos, ella se arrepentía de haber aceptado el guardarle el códex a su antigua jefa, como un último favor...

"Ojalá que ellos no lo encuentren nunca", pensaba la invitada. "Y también espero que no le hagan daño a mi familia...".

Ésa era su plegaria...

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Jazmín jugaba con la muñeca que su padre acababa de comprarle. Él le había explicado que su mami tardaría un poco más en regresar. La niña se sentía triste, pero no quería decírselo a su papá. Tenía miedo de que él la regañara y la culpara de todo... Jaz sabía que se había portado mal al tomar prestado el collar de su mamá sin permiso. Y también sabía que por culpa de eso ella ya no volvería...

Kenji, Genzo y Tsubasa hacían planes precipitados. Al día siguiente, los jóvenes dejarían el departamento de Kenji para mudarse temporalmente a la casa amueblada que éste rentaba. Genzo consideró la posibilidad de dejar a Jazmín al cuidado de Sanae para él dedicarse permanentemente a la espera de que los parientes de Alisse tuvieran noticias...

El celular de Genzo sonó. Sí, era poco menos que imposible que se tratara de Yuri, pero aun así él no perdía la esperanza... Sin embargo, la que llamaba era Marie Schneider. Genzo salió al vestíbulo, para hablar con más privacidad.

¿Hola?.- contestó Genzo, un tanto ofuscado.

Hola, Genzo.- saludó la alemana.- Solo quería saber cómo estabas...

Pues no sé cómo responderte a eso.- replicó Genzo.

Solo sé sincero.- pidió Marie.- Dime cómo te sientes...

Estoy preocupado por mi esposa.- contestó Genzo.- Quisiera saber en dónde se encuentra...

Tranquilo.- dijo Marie.- Ya aparecerá. Pero quiero saber cómo te encuentras tú. ¿Preocupado? ¿Cansado? ¿Fastidiado?

Un poco de todo.- reconoció Genzo.- Pero eso no es lo importante ahora.

¿Cómo que no?.- replicó Marie.- ¡Claro que es importante! Me he enterado, por las noticias, de que tu esposa está relacionada con la mafia. ¡Qué golpe tan duro debió haber sido enterarte de eso! La verdad, me da mucha pena por ti. Espero que ella se encuentre bien y que aparezca pronto, pero creo que se merece lo que le está pasando. Lástima que hayas tenido la mala suerte de casarte con ella.

Genzo cortó la comunicación y apagó el celular, arrojándolo contra la pared, asustando a un Tsubasa quien había aparecido para darle noticias...

¿Genzo?.- inquirió Tsubasa, un tanto asustado.

¿Qué quieres?.- gritó Genzo, enojadísimo.

Eh... Solo quería informarte que Alisse ya recibió respuesta de parte de Enrique Mancera... .- respondió Tsubasa, con cautela.

Genzo regresó rápidamente a la sala. Alisse estudiaba un montoncito de hojas que aparentemente habían salido del fax de Kenji.

Le pedí a mi abuelo que me mandara la información a este fax.- explicó Alisse.- Ya tenemos un reporte preliminar de lo más interesante. Todo parece indicar que Yuri está en España, en el estrecho de Gibraltar.

"El estrecho de Gibraltar", pensó Genzo. "Yuri, iré por ti más pronto de lo que te imaginas".

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En algún lugar del mundo...

Increíblemente, por un golpe de suerte, por fin habían localizado el códex. Gianella había tenido razón: Lily Del Valle no se lo había llevado con ella en su precipitada huída de Alemania. Y más sorprendente aun: fue Leonardo Matute el que lo había descubierto. A sus escasos siete años, el niño ya tenía mente de criminal.

Bien hecho, Leo.- le dijo Gianella a su criatura, satisfecha.- Lo has hecho muy bien. No solo entregaste el mensaje que mamá te pidió que entregaras, sino que también has descubierto el sitio en donde códex se encuentra.

El niño solo asintió con la cabeza. Sus ojos azul hielo eran idénticos a los de Gianella. De hecho, Leonardo era una réplica masculina de su madre. Ella había tenido al niño dos años antes de la muerte de su hermano Leonardo. El niño era hijo de uno de los guardaespaldas de Gianella, el cual murió asesinado en un tiroteo. La mujer conservó al niño por consejo de Leonardo, quien estaba ansioso de tener un sobrino. Él apoyó tanto a su hermana durante el embarazo que ella decidió bautizar al hijo con el mismo nombre. Ambos Leonardos, y Giovanni Matute, eran las únicas personas en el mundo por las cuales Gianella hubiese dado su vida. Por eso había desatado ella la búsqueda encarnizada del mejor cirujano cardiovascular del mundo para que curara a su padre. Y también por ese amor, Gianella soportó los cinco años de cárcel, rezando por el día en que tuviera la oportunidad de cobrarle a Lily Del Valle el haber estado separada de su hijo y también por la muerte de su hermano...

Ésa era su plegaria...

Señorita Gianella.- habló Marco.- Ya casi está todo listo.

Muy bien.- contestó Gianella.- Partiremos lo antes posible.

¿Iremos por el códex primero y después buscaremos a Lily Del Valle?

No.- Gianella esbozó una sonrisa malévola.- Se me ocurrió una idea mejor. Haré que ella se retuerza de dolor como un gusano en el anzuelo. Le cobraré con sangre la muerte de Leonardo... Le pegaré en donde más le duele...

Leonardo miró a su madre con una expresión inescrutable.

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Genzo y compañía estudiaban los datos que Enrique Mancera les había enviado por fax. Al parecer, Yuri se encontraba en un pequeño poblado ubicado en la región del estrecho de Gibraltar. A ella la había protegido la doctora Rosalba Toledo, la mujer que había sido su jefa cuando Yuri estuvo realizando su especialidad de Cardiología en España. Era evidente que la doctora Toledo tenía buenos contactos, ya que habían conseguido sacar a Yuri de Alemania para llevarla a España, aunque se notaba que no eran profesionales ya que no habían conseguido borrar del todo las pistas que fueron dejando a su paso.

No les costó mucho a los hombres de mi abuelo el encontrar a Yuri.- informó Alisse.- Así que lo más seguro es que los Matute también hayan conseguido encontrarla ya.

Debo ir por ella cuanto antes.- murmuró Genzo.

Ésa es otra cosa: mi abuelo nos ofrece a mandar a sus mejores hombres para que vayan a buscar a Yuri.- continuó Alisse.- Dice que será muy peligroso para ti que vayas en persona hasta España, Wakabayashi, aun cuando seas hijo de un integrante de la Yakuza...

No me importa.- replicó Genzo.- No dejaré que alguien más vaya en busca de mi esposa. Iré yo mismo.

Pensé que dirías eso.- reconoció Alisse, pesarosa.- Y así se lo dije a mi abuelo. Él me dijo que en ese caso, nos enviaría un grupo de hombres para que nos protejan...

¿Nos protejan?.- inquirió Genzo, sorprendido.

Sí. Nosotros vamos a ir contigo.- intervino Taro, señalando a Alisse y a él mismo.

¿Bromean? No puedo permitir que vayan conmigo.- negó Genzo.- Es peligroso.

Bueno, nada más te recuerdo que quien nos está ayudando es mi abuelo.- replicó Alisse.- Y que, por lo tanto, debo ir porque soy la única que se puede poner en contacto con él.

Y yo, por supuesto, no puedo dejar que mi esposa vaya sola en un viaje así.- completó Taro.- Así que ni modo, tendrás dos compañeros de viaje.

Genzo suspiró. No le agradaba la idea pero parecía no tener más opción.

Como sea.- bufó.- ¿Cuándo partimos?

Hoy por la noche, si lo deseas.- respondió Alisse.

Sanae y yo nos encargaremos de los niños.- anunció Tsubasa.- Nos mudaremos a la casa que Kenji mencionó.

Yo también iré contigo, Genzo.- se ofreció Kenji.- Soy experto en karate y en computadoras y podría serte útil.

Si tú lo dices...

Todo quedó arreglado. Los enviados de Mancera estarían esperándolos a la salida de Munich, a las once con treinta minutos de la noche. Kenji, Alisse y Taro acompañarían a Genzo en su peligroso viaje. Tsubasa y Sanae se harían cargo de la guardería. Esa noche, Genzo habló con Jazmín. Le dijo que tendría que marcharse por un tiempo, pero que iría en busca de su mamá y que no regresaría sin ella. Jazmín asintió, sin decir ni una sola palabra. Todo eso era demasiado para ella... Más tarde, cuando el resto intentaba dormir un poco antes de la partida, Genzo se encontraba en la terraza, contemplando la luna. En una ocasión, cuando Yuri había tenido que partir a Hamburgo por unos cuantos días, ella le había dicho a su esposo: "La Luna que ilumina tu rostro es la misma que yo veré desde mi ventana. Recuerda eso y siempre estaré contigo". Genzo observaba la Luna y sabía que, en otra parte del mundo, Yuri estaba haciendo lo mismo. Y se sintió más cercano a ella...

"Solo espero que Yuri esté bien", pensaba Genzo. "Es todo lo que deseo...".

Ésa era su plegaria...

Genzo escuchó ruidos que provenían de la sala. Él volteó y vio que la pequeña Jazmín lo miraba desde el otro lado de la puerta corrediza de vidrios. Él abrió la puerta y ella salió a la terraza. Hacía frío, por lo que Genzo se quitó la chamarra y se la puso a su hija.

¿Qué pasa, pequeña dama?.- preguntó Genzo.- ¿No puedes dormir?

No, papi.- la niña se talló los ojos.

¿Por qué?

Porque estoy muy triste.

¿Y eso a qué se debe, pequeña dama?

Es que... .- la niña habló en susurros.- ¿No te enojarás conmigo si te lo cuento?

Prometo no enojarme.- dijo Genzo.

¿De verdad?

¿Alguna vez te he mentido, pequeña dama?

La niña negó con la cabeza. Y de pronto, comenzó a llorar.

Ay, papi.- sollozó ella.- Es que es mi culpa que mi mami se haya ido...

¿Por qué dices eso?.- Genzo se sorprendió.- Ella no se fue por tu culpa...

¡Sí, sí fue mi culpa!.- la niña lloró más fuerte y Genzo la abrazó.- Ella se fue porque yo tomé sin permiso su collar, y mami se enojó por eso y nunca volverá...

Claro que volverá.- Genzo habló lo más suavemente posible.- Iré por ella, ¿te acuerdas que te lo dije?

Sí, pero... No sé...

¿Por qué crees que es tu culpa?.- inquirió Genzo.- ¿Qué te hace pensar que mamá huyó por que tomaste su collar?

Porque un día le tomé el collar, una vez que ella lo dejó en la cama.- respondió Jazmín.- Y mami se dio cuenta y se enojó mucho conmigo. Me dijo que ese collar no era un juguete y que no debía tomarlo sin permiso porque era algo tan peligroso e importante que si alguien me lo veía puesto me podían lastimar. Pero yo no le hice caso y lo volví a tomar... Es que está muy bonito y me gusta mucho y hasta ahorita no me ha lastimado...

Ese collar. ¿Qué rayos era lo que escondía la cajita plateada? ¿Por qué Yuri era tan estricta cuando de ese collar se trataba? ¿Y por qué le había llamado tanto la atención a Alisse Farfán?

No te preocupes, pequeña dama.- respondió Genzo, besando a su hija.- Yo iré por mamá. Le diré que estás arrepentida de haber tomado su collar sin permiso y que no lo vas a volver a hacer. Ya verás como ella te perdona y regresará con nosotros.

¿Me lo prometes?.- pidió Jazmín, una vez más.- ¿Me prometes que traerás a mami?

Lo prometo.- Genzo le hizo esa promesa a su hija una vez más.

La pequeña esbozó una sonrisa leve. Genzo la acunó entre sus brazos hasta que ella se quedó dormida. Él siguió contemplando la Luna.

"Yuri", pensó él. "Regresa con nosotros. Jazmín y yo te necesitamos. Sea lo que sea de lo que estés huyendo, lo afrontaremos juntos".

Media hora más tarde, Genzo, Kenji, Taro y Alisse salían del departamento, rumbo a lo desconocido. Tsubasa y Sanae les desearon suerte. Justo acababan de subir Kenji, Alisse y Taro al automóvil cuando Genzo sintió que alguien se le acercaba por la espalda...

¿Se puede saber a dónde rayos van ustedes?.- gritó una airada voz femenina.

Genzo volteó y se topó cara a cara con Victoria Kamiya, quien los miraba a todos con sorpresa.

Notas:

"Pequeña dama" es la manera en como Genzo y Yuri (Lily) llaman a Jazmín.

Esa cursilería de "La Luna que ilumina tu rostro es la misma que yo veo desde mi ventana. Recuerda eso y siempre estaré contigo" es algo que yo le dije a alguien muy especial quien desgraciadamente nunca podrá estar conmigo en cuerpo y alma, como los dos quisiéramos...