Capítulo 10. Buscándote.

Me lleva la que me trajo.- murmuró Genzo.

La agente Kamiya esperaba a que Genzo respondiera. Los otros tres los miraban a la expectativa.

Eh... Solo daremos un paseo... .- musitó Genzo.- Nada más.

¿A la medianoche?.- inquirió ella, incrédula.- No esperarás que te crea eso.

Es verdad.- afirmó Genzo.- Daremos un paseo hasta España.

¿Hasta España?.- la agente Kamiya enarcó las cejas.- Es un paseo largo, ¿no?

Sí.- Genzo abrió la puerta del automóvil.

Comprenderán que no puedo dejarlos marchar así.- la agente Kamiya detuvo la portezuela.- Cabe la posibilidad de que los Matute regresen, así que decidimos establecer vigilancia en este edificio, y por lo tanto, no puedo dejarlos irse.

Eso explica como fue que nos descubrió, agente Kamiya.- sonrió Kenji.

Luego le coqueteas.- gruñó Genzo.- Escuche, agente Kamiya, por favor, tengo que ir a España. Mi esposa está allá. Tengo que ir por ella...

Es demasiado peligroso.- negó la agente Kamiya.- No puedo permitir que lo hagan, más porque aun estamos buscando a su esposa como posible cómplice del homicidio de Paolo Ganoza y...

Se estaba haciendo tarde. Alisse miraba su reloj con nerviosismo. Kenji tuvo una idea, salió del auto aprovechando que la agente Kamiya estaba distraída y la rodeó, propinándole un golpe en la cabeza que hizo que se desmayara. Kenji atrapó a la chica y la subió al automóvil.

¿Qué haces?.- inquirió Genzo, enojado.- ¡No necesitamos más problemas ahora!

Se nos está haciendo tarde.- replicó Kenji, al tiempo que acomodaba a Vicky entre Alisse y Taro.- Y no tenemos tiempo de explicarle a la agente Kamiya todo el lío que estamos por hacer.

¡Pero nos pueden meter a la cárcel por secuestrar a una agente de la INTERPOL!

Pues no sacará el abuelo de Alisse.- contestó Kenji.

La chilena lo miró con cara de "hello con tu hello". Kenji se subió del lado del conductor y arrancó el auto. A Genzo no le quedó más remedio que subirse.

Tendré que llamarle a mi abuelo.- murmuró Alisse.- No tenía considerada una persona más.

A las 23:30 hrs, los jóvenes ya se encontraban en el sitio señalado. Dos hombres, vestidos de negro y los cuales estaban parados junto a una camioneta, se acercaron a ellos.

Señorita Farfán.- habló uno de ellos.- Soy Lou Montessori, mano derecha de Enrique Mancera, su abuelo. Estoy aquí para escoltarlos hasta España.

Gracias.- dijo Alisse.

¿Están todos listos?

Sí.

Suban entonces a la camioneta.

¿Quién es ella?.- preguntó el segundo hombre, señalando a Vicky quien seguía desmayada en los brazos de Kenji.- No me avisaron de una quinta persona.

Yo tampoco sabía que vendría alguien más.- replicó Alisse.

Una vez que todos estuvieron instalados, la camioneta partió rumbo a lo desconocido. (Ni tan desconocido). En el camino, Vicky despertó. Se sorprendió mucho al encontrarse en una camioneta, rodeada de caras conocidas y algunas desconocidas.

¡Se van a arrepentir de esto!.- dijo Vicky, enojada.- ¡Les irá muy mal, se los aseguro!

¿La trajeron contra su voluntad?.- inquirió Montesorri, enojado.

Es algo complicado.- respondió Genzo.- No será una molestia, pronto se acostumbrará.

Eso espero.

¡El número de años por secuestrar a una agente de la INTERPOL es de...!.- seguía gritando Vicky.

¿Es una agente de la INTERPOL?.- dijo el segundo hombre.- ¿Están locos?

Para callarla, Kenji hizo algo impensado: le plantó un beso a Vicky en los labios. Todos se quedaron con la boca abierta. La agente Kamiya se retorcía y golpeaba a Kenji, aunque éste ni se inmutaba.

Lo que nos faltaba, un par de amantes frustrados.- gruñó Montessori. Genzo esbozó una sonrisa.

Ay, Dios.- musitó Alisse.

Creo que el desmayo le afectó la cabeza.- dijo Kenji, cuando se separó de Vicky.- No le hagan caso, ella no es agente de la INTERPOL, trabaja en una joyería.

Me la vas a pagar caro.- gruñó Vicky.- ¿De qué se trata todo esto?

Por favor, cállate.- pidió Kenji, en un susurro.- Te juro que después te explicaremos todo, pero por ahora solo síguenos la corriente.

Vicky miró a Kenji varios minutos y después aceptó. No dijo nada más, aunque se quedó refunfuñando en japonés. Alisse y Taro sonrieron. Genzo suspiró. Durante el trayecto, Lou Montessori les explicó a los jóvenes el procedimiento a seguir: cambiarían de transporte de manera regular, para no dejar pistas y siempre habría alguien diferente acompañándolos. El único que iría con ellos hasta el final del recorrido sería el propio Montessori, el resto de los guardaespaldas cambiarían durante el camino. Montessori estableció la primera regla: No hacer preguntas.

Nunca es bueno llamar demasiado la atención haciendo excesivas preguntas sobre todo lo que pasa.- dijo.- Y eso nos lleva a la segunda regla: nunca responder a las preguntas que les hagan otras personas. Ignórenlas o cambien el tema, pero nunca digan ni por accidente quiénes son.

Alisse, ¿viajaremos siempre en automóvil?.- inquirió Taro a Alisse.

Sí.- afirmó ella.- Mi abuelo dice que no es conveniente ir en avión. Genzo y tú son famosos y sería imposible que no los identificaran en el aeropuerto.

Varias horas más tarde, y después de tres cambios de camioneta, llegaron a la frontera. Genzo se preguntaba si harían falta los pasaportes, lo más seguro es que sí, pero Montessori nunca hizo el intento de pedirlos.

Eh... ¿No nos harán falta los pasaportes?.- inquirió Taro, dudoso.

Primera regla: Nunca hacer preguntas.- contestó Montessori.- Si no les pido algo de manera directa, significa que no lo van a necesitar.

Vicky observaba al tipo con atención. No se le escapaba el hecho de que Lou Montessori era la mano derecha del conocido traficante colombiano Enrique Mancera. Se preguntaba qué clase de relación podían tener Genzo y los demás con él y para qué rayos necesitaban su ayuda. "El fuego se combate con fuego", pensaba Vicky. "Si necesitan ayuda de mafiosos será porque quieren protegerse de mafiosos". Eso era obvio, ya que Yuri era perseguida por los Matute, pero el hecho de que Genzo haya buscado ayuda significaba que ya estaba enterado desde antes de que su esposa tendría problemas con la mafia.

"Hay demasiados secretos", pensó Vicky. "Quisiera saber la verdad que se oculta detrás".

Una vez en Francia, Montessori hizo una pequeña escala para tomar algo de comida. En cada cambio de transporte, Alisse recibía llamadas de su abuelo, las cuales ella ya estaba harta de recibir. A la sexta llamada, Taro se hizo cargo. Mientras Genzo devoraba un sándwich, Kenji se acercó a él, al tiempo que sorbía su café.

¿Qué opinas de Montessori?.- inquirió Kenji.

No confío mucho en él.- respondió Genzo.- Pero supongo que no tengo muchas alternativas.

Al menos nos llevará a donde queremos.- dijo Kenji.

¿Y qué vas a hacer con tu invitada?.- preguntó Genzo, con una sonrisita.

¿La agente Kamiya? No sé. Supongo que trataré de convencerla de que no me meta a la cárcel por secuestro.- suspiró Kenji.

Yo mejor me preocuparía por tus partes nobles.- rió Genzo.- No se te olvide que todos los agentes de la INTERPOL saben artes marciales.

Tengo varias preguntas que hacerles.- Vicky interrumpió en esos momentos.- Y más les vale que me las respondan. Tienen mucho qué explicar...

Supongo que no nos quedará de otra.- suspiró Genzo.- Bien, agente Kamiya, le diré lo que ocurre aquí: mi esposa no se llama Yuri Shiozaki, ni es japonesa y creo que nunca en su vida ha ido Japón. Su verdadero nombre es Lily Del Valle y es mexicana.

Me lo suponía.- replicó Vicky.- No encontramos datos de su esposa en los registros de la Universidad de Tokio. ¿Y por qué ella no es quien dice ser?

Hace cinco años ella fue secuestrada por los Matute, porque Yuri era la residente principal de la mejor cirujana cardióloga del mundo, la doctora Rosalba Toledo. Los Matute querían que la doctora Toledo operara a su jefe y cabecilla principal, pero los secuestradores, en vez de llevarse a la doctora Toledo, se llevaron a Yuri. Al darse cuenta del error, los Matute intentaron deshacerse de ella, pero yo la encontré en Hamburgo, en el río Elba y me hice cargo de ella ya que había perdido la memoria. Yuri recordó quién era cuando Leonardo García, su prometido en aquél entonces, apareció en Hamburgo para llevársela con él. Sin embargo, los Matute volvieron a secuestrar a Yuri para que ayudara a la doctora Toledo en la cirugía de Don Giovanni. ¡Ah! Se me olvidaba. El prometido de Yuri resultó ser, de pura casualidad, el hijo menor de Giovanni Matute, quien había estudiado medicina para poder estar más cerca de los mejores cardiólogos. ¿Olvidé algo?

Me parece que no.- negó Kenji.

Interesante historia.- reconoció Vicky.- Ya se me hacía... ¿Y en aquélla ocasión también los ayudó Enrique Mancera? Porque no crean que no he reconocido a su mano derecha en este viaje...

No.- negó Genzo, con amargura.- En aquél entonces me ayudó mi padre...

¿Su padre?.- inquirió Vicky, sorprendida.- ¿Acaso él es...?

Miembro de la Yakuza.- contestó Kenji, en voz baja.

Ahhh... .- Vicky estaba sorprendida.- ¿Y por qué esta vez es diferente?

Porque corté todo contacto con mi padre cuando me casé con Yuri.- Genzo estaba de lo más serio.

Vicky entendió todo. Por un lado, estaba molesta por el engaño, pero por otro, sentía compasión por Genzo... Y también por Yuri.

¿Y cómo es que contactaron a Enrique Mancera?.- inquirió Vicky, después de un rato.

Ésa es otra historia que no me corresponde a mí contar.- Genzo arrojó a la basura la servilleta de papel y regresó al automóvil que se había convertido en su transporte.

¿Sabes? Mi ética de trabajo me pide a gritos que corra a la primera estación de policía y los denuncie.- le dijo Vicky a Kenji.- Pero no lo haré.

¿Y eso a qué se debe?.- preguntó Kenji, sorprendido.

¿Sabes por qué me hice agente de la INTERPOL?

No.

Hace siete años un grupo de terroristas secuestró a mi padre, para presionar al presidente francés a que aceptara sus condiciones.- Vicky se puso muy triste.- Y fueron desesperantes las horas que mi madre y yo pasamos sin saber nada de él. Afortunadamente, la INTERPOL resolvió el caso y la policía pudo rescatar a mi padre. Fue ahí cuando decidí que quería ser agente.

Entiendo.- murmuró Kenji.

Y por eso les daré la oportunidad de encontrar a Yuri. Comprendo por lo que tu hermano está pasando.- dijo Vicky.

Gracias, agente Kamiya.- sonrió Kenji.

Me llamo Vicky.- puntualizó ella, muy seria.- Después de ese beso que me diste, te ganaste que me llames por mi nombre.

Vicky se dio la vuelta y se marchó. Kenji la miró unos segundos con sorpresa y después sonrió.

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Sanae y Tsubasa se cambiaron con sus gemelos, los niños Misaki y la pequeña Jazmín a la casa que había mencionado Kenji (él les había dejado las llaves). El lugar estaba amueblado y bastante limpio, ya que con regularidad acudía una persona a limpiar. Sanae inmediatamente instaló a los niños. La pequeña Jazmín estaba de lo más seria. Aunque Genzo le había explicado bien todo, la niña seguía creyendo que su mamá había huido por su culpa. Sanae hacía todo lo posible por consolarla, pero aun así la niña seguía preguntando a cada rato: "¿Mis papis sí van a regresar, verdad?". Afortunadamente, Kaoru pronto la distrajo al proponerle jugar un rato con el karaoke, cosa que Jazmín aceptó encantada. La pasión de la niña era bailar y cantar.

Quisiera saber cómo están.- comentó Sanae en alguna ocasión.- No hemos recibido noticias desde que se marcharon.

Recuerda que dijeron que era muy difícil que pudieran ponerse en contacto.- le recordó Tsubasa.- Así que solo nos queda esperar.

Y rezar.- añadió Sanae.

Conforme fueron pasando las horas, Sanae se fue encerrando cada vez más en sus pensamientos. Tsubasa comenzó a preocuparse por ella.

¿Qué te ocurre, Sanae?.- le preguntó.

No lo sé, Tsubasa.- respondió ella.- Es solo que tengo un terrible presentimiento...

Sanae tenía la espantosa sensación de que había alguien que los estaba vigilando desde la casa contigua.

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En tres días, Genzo y compañía habían llegado a España, y necesitaron de dos días más para llegar al estrecho de Gibraltar. Montessori los llevó hasta el poblado en el que según se encontraba Yuri. Acababa de llover y las calles mojadas le daban al pueblo un aspecto engañoso de tranquilidad. Genzo había intentado enviarle mensajes de texto, pero ella no respondía. Quizás el aparato de Yuri se había quedado sin batería. Montessori los llevó hasta una pequeña panadería ubicada en las afueras del pueblo. Varios niños jugaban alrededor de una fuente y dos mujeres platicaban animadamente, sentadas en el borde.

Quédense aquí.- ordenó Montessori.- Manuel y yo iremos a investigar.

Manuel era el guardaespaldas español que se había reunido con Genzo y compañía al entrar a España.

Iré con ustedes.- dijo Genzo.

No.- respondió Montessori.- Después te diremos como encontrar a...

Escúcheme bien.- Genzo encaró al tipo.- Tengo dos semanas sin saber de mi esposa y ni usted, ni nadie, me va a impedir que vaya a buscarla ahora que estoy tan cerca de encontrarla.

Montessori y Genzo mantuvieron un duelo callado. Al final, Montessori desistió.

Como quiera.- dijo.- Pero no me atendré a las consecuencias.

Genzo, Montessori y Manuel bajaron del vehículo y entraron a la panadería.

Buenas tardes.- dijo Montessori, en español, a la mujer que se encontraba detrás del mostrador.

Buenas tardes.- la mujer sonrió amablemente.- ¿En qué puedo ayudarles?

Buscamos a la doctora Rosalba Toledo, a la doctora Lily Del Valle o a la doctora Yuri Shiozaki.- dijo Montessori.

Lentamente, la sonrisa de la mujer se fue borrando hasta que desapareció por completo. En sus ojos se reflejó el temor.

Lo siento, pero no conocemos a nadie con ese nombre aquí.- dijo ella, secamente.- Váyanse.

Sabemos que ellas están aquí.- insistió Montessori.- Dígales por favor que somos amigos, que solo queremos ayudarlas...

¡Ya les dije que no conocemos a nadie con ese nombre!.- gritó la mujer, rabiosa.- ¡Lárguense ahora mismo!

Por favor.- Genzo habló con cautela, en un español torpe que había aprendido gracias a Yuri. Se dio cuenta de que la mujer usaba la rabia para esconder el miedo.- Solo quiero encontrar a mi esposa.

La mujer caló a Genzo con la mirada. Él se la sostuvo, pero ni así pudo borrar la desconfianza de los ojos de ella.

¡Gastón!.- gritó la mujer, desesperada.- ¡Gastón!

¿Qué ocurre?.- respondió un hombre corpulento de 1.90 mts de estatura y bastante gordo.

Estos señores no quieren largarse de aquí.- respondió la mujer.- Hazte cargo.

Será mejor que se vayan.- Gastón llevaba con él una pesada herramienta que nadie sabía con exactitud para qué servía, pero que evidentemente podría usarse como arma letal.- No me obliguen a emplear la fuerza.

De acuerdo.- dijo Montessori.- Nos vamos.

Pero... .- comenzó a decir Genzo.

Nos vamos.- Montessori ya había tenido suficiente.

Manuel, Montessori y Genzo salieron de la panadería, acompañados por Gastón quien les gritó desde la puerta:

¡Y no se atrevan a volver!

Se nota que no son profesionales.- murmuró Montessori, en alemán.- La mujer se delató al ponerse tan nerviosa.

¿Y ahora qué?.- Genzo sentía una gran desazón.

Debemos intentarlo por otro lado.- contestó el hombre.- Es obvio que tu mujer está aquí. La panadera se delató con su actitud.

Manuel comenzó a charlar con Montessori rápidamente en francés. Genzo trataba de entender, pero como el francés era un idioma que no dominaba del todo bien, le estaba costando algo de trabajo el seguirlos. De pronto, una voz femenina gritó algo en esos momentos que hizo que Genzo se paralizara por completo...

¡Lucía, el té está listo!.- dijo la voz a una de las mujeres que estaban platicando en la fuente.

En seguida voy, Lily.- respondió la mujer, sonriente.

Genzo se volteó. Y la vio. Y reconoció ese largo cabello castaño oscuro ondeando con el viento... Reconoció esa mirada profunda que emanaba de esos ojos del color del chocolate derretido... Reconoció esa dulce sonrisa...

Yuri. Al fin la había encontrado.

Notas:

Supongo que es un delito grave el secuestrar a una agente de la INTERPOL. Pobre Kenji, la que le espera, jajaja XD.