Disclainer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen a no ser que mate a Takahashi y sea su heredera universal T-T cosa que no va a pasar, y si pasara se lo agradecería eternamente a cualquier persona que me hubiera escuchado y cumpliera este mandato. Además si muriera antes de terminar la serie de Inuyasha me encargaría personalmente de ir donde se encontrara y ponerla a escribir el final de la serie como fuera.
- Hablando
"Pensando"
'''''''''''''''''' cambio de escena.
(comentarios de autora)
(Este capitulo del anterior han pasado 2 años y ya definitivamente se quedaran con esta edad, ya que aquí lo que se podría llamar la verdadera trama de mi historia)
Que difícil es ser los mejores amigosEra de madrugada y unos cuantos rayos de luna penetraban por la ventana de la habitación, prendas de ropa dispersas por el suelo y encima de la mesa una mochila y unos cuantos cuadernos desperdigados, mientras un pequeño portarretratos, una foto de un joven de cabellos plateados y radiantes ojos ámbar brillante con una joven de cabellos azabache y dulces ojos chocolates. Posaban en una postura peculiar, el la tenía abrazada por la espalda y apoyaba su cabeza en el hombro de la chica, mientras esta sonreía felizmente y le miraba de reojo con una expresión dulce. Cualquiera que hubiera visto la foto sin conocer a esas personas juraría que eran una pareja de novios que sonreían mutuamente, pero, la realidad era otra muy distinta. Quienes conocieran a este par y mirara la foto diría que eran solo amigos, pues claro, quien diría que Kagome Higuarashi e Inuyasha Kimitaka eran más que amigos.
Inuyasha era un joven de 17 años recién cumplidos, que vivía muy cerca de Kagome e iba a recogerla muchas veces, aunque la mayoría de ellas se quedaba a desayunar, la familia Higuarashi ya estaba acostumbrada a sus visitas y siempre podía ir cuando quisiera, para el esa era su segunda casa. Era un muchacho de complexión atlética, de unos cabellos plateados algo extraños herencia de familia, ya que su padre también los poseía y su hermano, sus ojos de un color ámbar brillante que hacía que con solo mirarlo te quedaras absorto en ellos, algo testarudo, orgulloso, fuerte y sobretodo sobre protector. Si alguien se acercaba más de la cuenta a su amiga se las tenía que ver con él. Era muy buen chico con muchos amigos, pero ante todo Kagome siempre estaba a su lado, nunca se separaban, y eso a el le gustaba.
En cambio Kagome era una joven de 16 años, vivía cerca del templo de su familia y en el patio había un enorme árbol milenario que guardaba uno y mil secretos y historias míticas en el, su amigo Inuyasha casi siempre la venía a recoger para que no se quedara dormida y a veces desayunaba con su familia, eso casi se le había echo costumbre. Era una chica de largo cabello azabache y unos vivaces ojos chocolates que irradiaban una felicidad increíble, era rara las veces que podías ver a Kagome triste o desanimada, siempre tenía una hermosa sonrisa en su rostro, era una persona muy alegre, dulce, sencilla, tierna, muy buena, aunque con un carácter muy volátil, podía estar rápidamente enfadada como feliz, era una cosa que sus amigos aún no habían llegado a comprender. Su mejor amigo Inuyasha siempre la protegía de cualquier chico, y siempre estaba con el, aunque también tuviera buenos amigos, para ella él era el mejor, su guardián y su mejor amigo, siempre estaría junto a él cuando hiciera falta.
En la habitación del joven, en su mesilla había una foto que se habían echo un par de semanas antes cuando habían salido todo el grupo, en esa foto, los habían cogido un poco de improviso. Él estaba aburrido y por hacer algo nuevo la abrazo por la espalda con expresión cansada, pero al ver la sonrisa que ponía Kagome el también lo hizo y ese fue el momento en que Sango tomó la foto, rogaba al cielo de que no fuera su amigo Miroku, que sino esa foto podría haber salido desastre total, por que conociéndolo se habría distraído por mirar otra cosa en vez de hacer una foto en condiciones. Él aún estaba despierto, aunque fuera muy tarde, había noches en las que no podía conciliar el sueño, abrió su ventana y dejó que aire de la primavera entrara, un aroma a flores le llegó y miró fuera, en su casa había un pequeño jardín que su madre cuidaba con esmero y había multitud y variedad de flores, de todos los colores y aromas posibles, pero de todo aquel bellos colorido, solo una de las flores le encantaba, los jazmines... tenían un aroma muy relajante y tranquilizador, como adoraba ese dulce olor, le recordaba tanto al de su amiga, suave y fresco, era una fragancia natural de ella, siempre había olido así, y el mantenía ese aroma en sus recuerdos siempre.
- Kagome... – murmuró y miró la foto, ella tenía también una copia de la foto, Sango había insistido en que cada uno tuviera una y no pudo negarse - ¿por qué cada vez es más confuso? – recargándose en la ventana - cada vez es más confuso saber lo que siento – cogió la foto y le paso la mano sobre el rostro de Kagome - ¿por qué cada vez es más difícil saber lo que siento por ti? – miro la luna y dejó la foto.
Se tumbó pesadamente encima de la cama, desde hacía algún tiempo ya su amiga la veía de una forma más personal, más intima, ahora no era solo cuestión de protegerla, había algo más allá de eso, pero no sabía bien que era, a lo mejor por tantos años vividos con ella, pero también tenía otras amigas de toda la vida y no sentía nada así por ellas, podría ser que ser tanto tiempo tan buenos amigos, hubiera echo que llegara a sentir algo más por ella, más que un amor de hermanos, aunque si compararas el suyo y el de Sesshomaru seguramente lo sobrepasarías. Miró al techo pensativo, ahora por menos y nada se sonrojaba al ver a su amiga, antes cuando se daban de la mano, no pasaba nada, era algo mas o menos normal, y ahora por ese simple roce se sonrojaba, la verdad no le gustaba nada eso, aunque ese pequeño hormigueo que sentía cuando su piel estaba en contacto con la suya, le hacía sentir feliz, y no sabía de que parte estar.
- ¿Por qué no puedo dejar de pensar es eso? – se reprendió a si mismo – necesito quitarme esos pensamientos de la cabeza, esto es muy confuso... – cerró los ojos y suspiró – mañana nos veremos de nuevo, y todo seguirá igual – pronunció con una media sonrisa y cerrando sus ojos – Kagome... – musitó a un sonido casi inaudible.
En esos momentos fue cayendo en el mundo de los sueño, donde Morfeo velaba por sus sueños y sus pensamientos, cayendo en un recatado sin fin de pensamientos incoherentes que atados siempre llegaban al mismo punto, un enorme Árbol milenario en un gran patio, mientras en el fondo una caseta donde se albergaba un pozo, y una muchacha sonriente le esperaba en el banco con su traje de la escuela y una expresión de felicidad en su rostro.
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Los pequeños rayos de sol empezaban a entrar por la ventana de la habitación del cuarto, una chica se revolvía levemente en su cama, su ropa para la escuela estaba preparada a un lado de la cama, y sus libros metidos en la mochila desde altas horas de la noche. Era una habitación muy ordenada, y no era de extrañar ya que la muchacha había estado hasta tarde limpiándola y terminado los deberes de matemáticas que no sabía por que extraña razón las malditas ecuaciones no se le metían en la cabeza y a cal y canto. Encima de la mesa estaba su monedero con unas cuantas foto de ella y sus amigos, la más grande que era la que más se veía ella y su mejor amigo, él la abrazaba por la espalda y ella sonreía. Esa tarde se la había pasado muy bien con sus amigos, sobre todo con Inuyasha, siempre tan sobre protector y atento, esa foto se la echo Sango de improviso e insistió en q cada uno tuviera una copia en recuerdo de ese día.
Inuyasha no la había aceptado, pero tampoco se había negado, solo la tomó con cara de aburrimiento y se la guardo, a saber por donde estaría rodando la foto, a lo mejor se le había hasta perdido, conociéndolo... aunque cuidaba las cosas, si a algo no de daba la importancia suficiente acababa tirándolo o guardándolo en algún lugar para luego no saber sonde lo metió. Pero seguro que la tendría por algún álbum de su cuarto, la verdad hacía mucho que no iba a su casa, pero todas sus fotos desde pequeños estaba en un álbum rojo manzana en su habitación.
Se despertó perezosamente, su despertador todavía no sonaba, eran las seis y cuarto, perfecta hora para ducharse y despertarse del todo. Parecía raro que ella se despertara a esa hora, pero por lo menos un día al año tenía que madrugar, y seguro que era ese día, había dormido de un tirón y había tenido un sueño extraño. Ella estaba en el Árbol Sagrado y aparecía Inuyasha, era extraño, luego... no recordaba bien lo que pasaba, el sueño se volvía borroso, una promesa, una caricia, un abrazo... ¿una despedida quizás?, no sabía que era, pero no había sentido ni tristeza, ni amargura por ninguna partida, más bien alegría y felicidad de ver a esa persona. Había sido algo nuevo, innovador, un sentimiento nuevo al ver a Inuyasha, parecía mucho tiempo de que no se vieran, y solamente habían pasado unas horas desde que se despidió de él en las escaleras del templo. Siempre que podía la acompañaba a casa, le cogía de paso para la suya, no sabía por que, pero hacía sentirse especial estando a su lado.
Se levanto dando pasos de ciego (que nadie se lo tome a mal) pero es que no veía nada, acabada de levantar, ciega perdía, y desorientada iba a legar muy lejos. Puso sus manos sobre el escritorio y recupero el equilibrio, se restregó los ojos y miró a su alrededor, su habitación completamente ordenada, si señor, tal y como la había dejado ayer, se sentía orgullosa de ello. Salió lentamente de la habitación y se dirigió hacía el cuarto de baño, no quería despertar a nadie, aunque no creía que alguien estuviera despierto a esas horas, seguramente su madre se levantaría dentro de un cuarto de hora para empezar a preparar el desayuno y hacer sus quehaceres. Abrió la puerta del y se metió dentro, se daría una ducha rápida, no quería retrasarse mucho, suerte que la habitación y el cuarto de baño estaban cerca.
Abrió los grifos y empezó a regular la temperatura del agua, esperaba que estuviera a buena temperatura, ducharse, no sabía por que pero le ayudaba a pensar. Lentamente se deshizo de su ropa y se metió en la ducha poniéndose debajo del agua caliente, estaba a temperatura ambiente, era muy agradable esta así. No sabía por que, pero desde hacía unos días ese sueño se le repetía, siempre ella estaba en el mismo lugar... pero él no aparecía, por lo menos hasta hoy, cuando vio a Inuyasha acercarse supo por que estuvo esperando, para verle una vez más, pero a partir de llegar hasta él todo se volvía borroso era algo turbio, pero estaba feliz de verle, una felicidad inmensa, como si hiciera muchos años que no se vieran, era extraño...
Su amigo no había cambiado tanto como parecía, ahora casi le sacaba un palmo de estatura y su cabello le había crecido un montón, ella le decía que debería cortarse un poco las puntas, pero el se negaba a tocar su pelo, extraña manía con su pelo, sonrió al recordar que paso años antes cuando se lo manchó de tinta, nunca había visto a Inuyasha tan desesperado por quitarse algo, para el su pelo era sagrado. Sus ojos seguían siendo las mismas cuencas doradas de su infancia, pero ahora emitían un extraño brillo, como si escondiera algún secreto, ese brillo le gustaba, le daba algo misterioso, era como si escondiera algo en lo más profundo de su ser, algo que ni siquiera quería que ella lo supiera... y eso era extraño, ya que se lo contaban todo. Tenía un cuerpo que envidiaría cualquiera de su clase, mucho ejercicio en el club de Kendo, y en atletismo era uno de los mejores, siempre tenía algo que hacer en clase de Gimnasia, era muy fuerte, y sospechaba que mas de una de su clase suspiraba por él... y aunque sonara algo posesivo no le gustaba que hicieran eso, Inuyasha era su mejor amigo y él no tendría que hacerles caso, sabía que sonaría algo egoísta, pero es que Inu es su mejor amigo, y le quería mucho.
En ese instante se sonrojo en pensar en su amigo de esa forma, y lo último que había pensado, lo de que "le quería mucho" en que sentido iba, que bochorno... pensando así de la persona más cercana a ella parte de su familia que tiene. Inuyasha era como su hermano, pero... desde hacía algún tiempo le pasaba algo extraño, cuando veía a su amigo notaba como un vuelvo en su estomago, un hormigueo poco común, y cuando sonreía se sonrojaba levemente, pero Inuyasha no se había dado cuenta gracias al cielo. Era muy agradable estar con él, mas que con cualquiera de sus amigos, junto a él se sentía querida y protegida, era un extraño sentimiento agridulce que sentía, no sabría como definirlo, pero así era... quería mucho a su amigo, claro que le quería. Sonrió recordando el rostro de él adornado con una hermosa sonrisa, como le gustaba cuando sonreía... esa pequeña sonrisa que se le formaba, una juguetona mueca de felicidad recorriéndole rostro. Y cuando se sonroja, como lo adoraba... ahora que lo pensaba, se sonrojaba más frecuentemente que lo habitual, pero seguro que eran imaginaciones suyas.
Salió de la ducha, cogió una toalla y se envolvió con ella, fue hasta el espejo, el cual estaba empañado por el bao, y paso su manos suavemente por la superficie retirando las pequeñas gotas de aguas que estaban incrustadas en ella, entonces vio su reflejo, sus cabellos azabaches húmedos por culpa del agua que aún tenía en él, su cara colorada por culpa del calor, y sus ojos brillantes como siempre. Abrió el grifo del lavamanos de agua fría, y se lavó la cara con ella, eso era relajante, poder olvidar tus problemas durante unos instantes mientras se te despejaba la mente de preocupaciones.
- Hoy va a ser un buen día – susurró mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro – otro día de mi vida que debo vivir alegremente – miró la ventana y abrió una estrecha abertura para que se fuera la calima acumulada en el cuarto - otro, en el que seré feliz – sonriendo alegremente mientras cogía una pequeña toalla del armario para secarse el pelo.
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El joven de ojos ámbar recogía sus cuadernos y los metía en su mochila, los había dejado desperdigado de la mesa la noche anterior, estaba buscando el estuche donde tenía metida un recordatorio de su amiga, lugar extraño para guardar un recordatorio, pero lo había guardado en ese lugar por que se lo dio ayer. Una pequeña pulsera negra, roja y blanca de hilo, con su nombre en dorado, le había dicho que era un regalo atrasado de su cumpleaños, excusándose con que no había podido acabarla antes. A Inuyasha le había sorprendido, el detalle era muy significativo, por que lo había echo ella misma, no un regalo comprado, no, un regalo de ella personalmente. Tenía la pulsera en la muñeca, que era escondida por la manga del chaleco y no se veía.
Bajó las escaleras de su casa y se dirigió a la cocina, donde estaba su madre para saludarla, casi nunca desayunaba en casa, pero su madre preparaba el desayuno para su padre. Su hermano Sesshomaru se había independizado hacía ya unos meses, aunque venía a casa de vez en cuando para visitar a la familia, no era mal tipo después de todo, pero no tenía mucho, lo que se podría decir, afecto fraternal. Desde niño no había sido muy afectuoso con el, aunque el tampoco quería que el lo fuera, aunque pocas veces entablaban una conversación que se podía llamar civilizada, ya que no se soportaban mutuamente, no era odio, era repulsión, dicen que los polos opuestos se atraen... es su caso era muy diferente.
- Hola mamá, buenos días – dijo el muchacho saludándola con una sonrisa en sus labios.
- Bueno días hijo, que pronto te has levantado hoy – señalando el reloj, eran casi las siete menos diez – no entras al instituto hasta dentro de cuarenta minutos, anda siéntate y te preparo en desayuno – volteándose para encender el fuego.
- No hace falta mamá – mirándola un poco abochornado – es que pensaba desayunar en casa de Kagome... ya sabes es tan dormilona que sino la despierto yo llegará tarde – sonriendo nerviosamente.
- Vale, ya se que desayuna allí casi todas las mañanas que la madre me Kagome me dice que si te alimento bien, por que dice que tu no comes devoras el desayuno – sonrió divertida.
- Eso no es verdad – murmuro avergonzado.
- Bueno, espero que te vaya bien en el instituto – acercándose a él y dándole un beso en la mejilla.
- Mamá, ya soy mayor no hace falta que me des besos como cuando niño – restregándose la mejilla.
- Pues cuando eras chico bien que no te quejabas, además, para mi siempre serás un niño – sonriéndole tiernamente.
Inuyasha hizo una mueca un tanto cómica y salió de su casa. Su madre era una persona muy cariñosa y afectuosa, tenía el pelo negro oscuro y unos ojos cafés encantadores, era ama de casa y una madre ejemplar, siempre atenta de su familia, aunque ella le contaba que Sesshomaru a su edad era como el, por mas que se lo imaginase, no se lo creía, y si era verdad.... ¿se convertiría el también en un ser tan gélido?, imposible. Se dirigió a casa de Kagome sin ninguna prisa, seguro que se había dormido como siempre y tendría que avisar a Sota para que la despertara, le caían bien ese enano, aunque le recordaba demasiado a su primo Shippo que estudiaba en la misma escuela que él. Empezó a subir calmadamente las escaleras del templo, cada vez era más sencillo hacerlo, la costumbre de todos los días. Llegó al enorme patio y vio el Árbol Sagrado en flor, se notaba que era primavera, miró a alrededor y suspiró, ese lugar nunca cambiaría nada para él.
Se dirigió a la casa y llamó. Un pequeño de unos 10 años de pelo azabache y ojos marrones oscuros abrió la puerta y sonrió alegremente, aun llevaba puesto el pijama pero había bajado a desayunar, ya que el no entraba hasta una hora mas tarde.
- Hola Inuyasha – dijo el niño sonriendo.
- ¿Qué tal pequeño?, eres muy madrugador, ¿lo sabias? – despeinándole un poco con la mano - ¿podrías avisar a tu hermana de que no esperaré toda la mañana para que se despierte? – sentándose en una silla.
- Bueno... la verdad es que... – miró nervioso a Inuyasha.
- ¿Qué pasa?, no me digas que le ha dado por dormir desnuda – soltando una risita picara.
- Pues no... la verdad es que.... – pero no termino de hablar ya que detrás del joven apareció una figura que le dio un miedo tremendo al pequeño.
- ¿Qué te pasa Sota?, pareces haber visto un demonio – sonriendo.
El niño solo señalo detrás de Inuyasha con temor, este al entender se dio la vuelta para ver a una chica vestida con el uniforme escolar de su colegio, con un montón de venas saltadas en la cabeza y con un puño cerrado, parecía que de la cabeza le salían dos cuernecitos, ya que tenía una cara de malvada y enfadada que cualquiera que la hubiera visto se habría asustado.
- ¿Quién dices que duerme desnuda? – abriendo los ojos que parecían rojos por la furia.
Inuyasha pareció ver al mismísimo Satanás enfrente suya ya que se quedó blanco del susto, ver a Kagome enfadada no le daba miedo ya que siempre él la llegaba a enfadar. Pero ver a una Kagome enfurecida era algo que muy pocas veces había llegado a ver... y daba realmente miedo. Miró el reloj de la pared de la cocina desviando momentáneamente la vista y vio que acababan de dar las siete de la mañana, eso a Inuyasha le confundió más, Kagome levantada tan temprano... enfurecida... el enfrente suya preparándose para recibir algo que no le gustaría... empezaba bien la mañana.
- ¿Kagome? – susurró con algo de miedo, pero su curiosidad podía mas que él - ¿qué haces tan temprano levantada? – musitó esperando que no se enterara.
Esta lo miró y sonrió malévolamente antes le levantar su mano y propinarla una tremenda cachetada en le mejilla izquierda a Inuyasha. Este gimió algo por el dolor y luego de tocó el lugar donde tenía la marca de los dedos de la mano de Kagome, con esa pinta, mas bien parecía Miroku.
- Pues para que lo sepas me he levantado a las seis y cuarto me he duchado, vestido, peinado y he bajado a desayunar cuando he oído tu comentario pervertido – girando el rostro para otra parte – si ya lo digo yo... – murmuró para si – estar tanto tiempo con Miroku te afecta – contestó muy bajito pero Inuyasha se enteró.
- ¡¡Oye!!, no me compares con Miroku, y no soy un pervertido, solo fue un comentario – sobándose la cachetada – y podrías dejar de ser tan bestia , que las cachetadas duelen, y más las tuyas – poniendo cara de triste.
- Ahora no te pongas tristón que la culpa de esto lo tienes tú – sacándole la lengua.
- Tonta – dijo con desdén.
- Idiota – con el mismo tono de él.
- Hermana, Inuyasha... podríamos desayunar en paz – pronunció el niño intentando quitar algo de tensión.
Ambos miraron al niño con el ceño fruncido y se sentaron a desayunar de mala gana.
- Buenos días chicos – sonrió alegremente la señora Higuarashi entrando por la puerta de la cocina – veo que os habéis despertados hoy todos temprano, que bien – mirando a los mayores.
Los jóvenes estuvieron comiendo tranquilamente sin dirigirse la palabra, no había sido una pelea muy fuerte, en unos minutos seguro que se les pasaría el enfado y volverían a ser los de siempre.
- Bueno, yo ya he terminado, te espero fuera – comentó el joven de cabellos plateados.
- Si, ahora voy, no se te ocurra irte sin mi – mirándolo altivamente.
- Keh! – salió por la puerta.
Sota y la señora Higuarashi suspiraron, estos dos siempre igual. Kagome subió rápidamente a su habitación, cogió su mochila y salió rápidamente por la puerta. Vio a Inuyasha recargado en el Árbol Sagrado mientras pegaba pequeñas patadas a Buyo, sin mucha fuerza, solo para hacer rabiar al pobre gato, la verdad es que algunas cosas no cambiarían nunca en la vida, y menos, nada que estuviera relacionado con Inuyasha eso seguro.
- Bien, ya estoy – acercándose al muchacho que dejo de patear al gato – aún no se que tienes contra el pobre Buyo, el nunca te ha hecho nada y tu solo sabes molestarle – agachándose para acariciarle las orejas al animal.
- No se - encogiéndose de hombros – será la costumbre de siempre – mientras se daba la vuelta.
- Pues es una costumbre muy extraña – murmuró.
- Lo será, pero recuerda que siempre lo ha sido – mirándola de reojo.
- Si, es verdad – entonces lo miró con curiosidad – por cierto, ¿por qué has venido a casa hoy tan temprano? – mirándole extrañada.
- Bueno... – se sonrojó levemente – no tenía sueño, no sabía pero no podía dormir más, así que decidí venir a tu casa, y el milagro del siglo es,¡¡¡ que estabas despierta!!! – poniendo una mueca de burla mientras seguía caminado por la acera.
- No te rías Inuyasha – volteándole la cara – yo también puedo ser madrugadora si quiero, y no es un milagro que me levante temprano – caminando rápidamente.
- Tienes razón, no es un milagro... ¡¡es un regalo del cielo!! – empezando a reír fuertemente.
- Yo no le veo la gracia – volteándose para mirarle, pero se sorprendió al ver la sonrisa que tenía Inuyasha de felicidad.
- La verdad es que no me extraña que no se la veas, tienes unas costumbres muy raras tu también, duermes hasta tarde y cambias de humor con tanta facilidad que es hasta realmente irritante, eres mala en matemáticas, sin ofender, pero esa no es tu mejor asignatura, a veces te duermes en clase que te he visto – viéndola directamente a los ojos – eres un poco vaga, pero siempre tienes fuerzas, además eres muy alegre, esa es una de las cosas que mas me gusta de ti – parecía que el joven no se daba cuenta de lo último que había dicho ya que Kagome se había sonrojado.
- ¿Una de las cosas que más te gusta de mi? – preguntó con inocencia.
- No en el sentido literal – dándose cuenta de lo que significaba – sino que tu alegría me anima, es como un prado que no tiene flores ¿me sigue? – ella asintió pero sin entender mucho – pues tu cuando pasas las flores crecen, tienes mucha energía con lo que haces que todos los que estemos a tu alrededor estemos felices – explicó rápidamente él.
- Ahm, te refería a mi personalidad – dijo ella pensativamente.
- Si – poniéndose una mano en el mentón – mas o menos eso.
Al poner esa postura Inuyasha dejó al descubierto un poco de la pulsera que Kagome le había regalado. Esta lo miró y sonrió, él se percató de la sonrisa y miró su muñeca.
- Sabía que te gustaría – comentó ella, son tus colores favoritos.
- La verdad es que esta muy bien echa – levantándose la camisa – te debió costar mucho hacerla – mirándola detenidamente.
- Si... algunos días, lamento no haberla tenido para tu cumpleaños – pronunció algo apenada.
- No importa – la excusó este – lo importante es que me lo diste, y con eso es suficiente – sonriéndole tiernamente.
Kagome se sonrojó levemente, aún no sabía como lo hacía pero con cada una de esas sonrisas hacía que se sonrojara, le había visto sonreír así millones de veces, pero ahora... era diferente, como si esa sonrisa solo fuera dirigida hacia ella y solo para ella. Dentro de un par de años saldrían del instituto y todo sería diferente, pero por el momento quería vivir sus mejores años en compañía de aquellos a lo que apreciaba y quería. Se acercó a su amigo y le paso el brazo entre el suyo y se acercó a él y apoyó su cabeza en el hombro del chico cerrando los ojos y suspirando. Entonces los abrió lentamente y se fijo en que unos ojos ámbar se colaban en los de ellas mientras tenía una mirada interrogante y un poco sonrojado, era un tanto normal que se pusiera ella así, pero siempre tenía su por que, y el lo estaba esperando.
- He dormido muy poco aunque bien – volvió a cerrar los ojos – estoy un poco cansada, y estar así me relaja, ¿no te importa, verdad? – pregunto muy bajito.
- Claro que no tonta, para eso estoy aquí, para ayudarte cuando lo necesites – musitó tranquilamente.
- Gracias – recargando su peso en él.
Este apoyó su cabeza encima de la suya durante unos instantes para luego seguir caminando en esa postura hasta llegar a la puerta de la escuela.
- ¡¡¡Eh parejita!!!, ¡¡¡iros a un hotel!!! – gritó Miroku que había llegado antes que ellos y estaba recargado en la puerta hablando con Kouga.
- ¡¡¡Eso, que otros queremos estar en paz!!! – sonrió él - ¡¡¡Inuyasha no te pavonees tampoco!!! – riendo con burla.
- Vosotros callaos, que luego que no os coméis una rosca, venir a molestar – soltándose de Kagome para acercarse a ellos mientras miraba divertida la escena.
- Hola Kagome – saludó Sango detrás suya - ¿qué pasa ahí? – mirando con curiosidad.
- Seguro que la bronca de siempre – contestó Ayame.
- Pues algo así – encogiéndose de hombros.
- Pero si era una broma, ya sabemos de sobra que Kagome y tu solo sois amigos, muy buenos amigos – comentó sonriendo.
- Y tu siempre te lo tomas enserio, que poco sentido del humor- negando con la cabeza.
Este se dio la vuelta y suspiró. Entonces pensó en lo que había dicho Miroku, solo bueno amigos, y que difícil era serlo. En ese instante Kagome miró de reojo a Inuyasha mientras hablaba con Sango y Ayame, y aunque no lo supiera, ella y Inuyasha estaban pensando en lo mismo.
"Que difícil es ser los mejores amigo"
Continuará...
Termine!!!!! Se que algunas personas han estado esperando este capitulo con ansias, aunque no entiendo el porque ya que es un fics malísimo xD, aunque digáis lo contrario, cuando llegue a los 100 review, si llego claro está, considerare que este fics es mas o menos decente :P, así que no me intenten matar por que digo que esta historia es mala, que lo digo por una personita, no lo intentéis que sino, os quedáis sin escritora para este fics xD. Recordad, cualquier veneno, matones a sueldo, veneno, droga, malas criticas, bombas, etc... mandadlo al castillo de Naraku que seguro que unos añitos voy para allá y lo recogeré n.n. En cambio agradecimientos, cualquier obsequio bueno y cosas de esa mandadla a mi e – mail que me encantará recibirlo. Y dejadme review, ya sea bueno, malo, corto o largo yo lo contestaré n.n.
Sesshi23: Eso n.n sin cursilería xD. Un poco el dramita que quería? Si ni siquiera he empezado xD ya verás cuando empiece con el drama, creo a una persona como tu acabaría llorando. Si lo de la mancha de tinta me inspiré en el capitulo 17 de Inuyasha n.n y lo de Miroku, me pareció que así que quedaría mejor, aunque no querría matarle tan pronto ni desanimarle tan pronto u.u, no tienes una idea de cómo me gusta hacer sufrir a mis lectoras :D solo conoces una parte de mi crueldad, no la conoces entera jejeje si la conocieras no serías mi amiga Chiki te lo aseguro xD. Que no me preocupe, tu eres la que debería actualizar no yo ya que con tanto tiempo voy a terminar este fics antes de que tu siguiente actualización jejeje. Nos vemos pronto por el msn, Chiki, que tu musa cruel os hace tener ilusiones en un fantasma :D.
Chiisana Minako: Que aún son unos críos, aquí en este capitulo es donde empieza a tener algo de romance, un poquito, no mucho, pero empiezan con los sentimientos, no se, si entiendes muy bien esto, pero ahora se empiezan a dar cuenta de lo que les ocurre, aunque en el siguiente capitulo ya todo se estropeara u.u. Si!!! Idea original mía, y orgullosa que estoy de ello n.n, espero verte más por el msn.
Alejandra: Gracias por los halagos, me gusta mucho que me digan cosas bonitas, n.n me hace sentir feliz de escribir el fics, este fics por lo que hay ahora tiene 25 capítulos pensados, aunque solo 4 escritos, es interesante para tu opinión a que si? n.n, Kouga no ve como una novia a Kagome, mas como una amiga, eso hace cosas más fáciles, pero también las complica. Lo siento pero Kykio si esta y Naraku también, sino no sería un fics mío, tiene que ocurrir algo malo T-T, sino no es mi fics, espero que te haya gustado este capitulo n.n adiosito.
Shiory – Asuka: Hola!!!! Tu sabes q me dejas los review mas largos xD espero que ye haya gustado y además que es un capitulo muy lindo también no te parece? n.n
Kagome – N: Lo siento mucho Nee – chan pero esta contestación va a ser cortita, tanto que ni siquiera va a ser una contestación mas bien un aviso, tu Anto y mi Aneue sois las que mejores review me dejáis, pero ahora lo que quiero es dejar este fics rápido para estar tranquila además, si me vieras como estoy escribiendo... espero que me perdones, prometo que en el próximo capitulo te pongo una contestación súper larga ok. de verdad lo siento, pero es que quiero actualizar prontito. La princesa de ojos de cristal.
Lala: Espero que te haya gustado este capitulo.
Silvi – chan: Espero que te guste este capitulo.
Lunattick Black: Los siento muchísimo T-T me haría mucha ilusión ponerte un review grande pero no tengo tiempo, además estoy en una situación un tanto comprometida mientras intento escribir mi hermano a conectado un cable desde el ordenador hasta la tele y pasa por el teclado y no me deja sacarlo y apenas puedo escribir bien así, perdóname , se que te prometí una contestación larga, pero no puedo, lo siento de veras, no te enfades, te prometo que en el próximo capitulo te pondré una contestación enorme. Lo siento mucho pero es que quiero actualizar ya, mas tarde no podría.
Kaori Asamiya: No te lo puedo contestar T-T lo siento Aneue, tengo un problema y no puedo escribir bien, lo primero, se supone que debo estar atenta del falla no tener Internet puesto y no hacer nada ;-; y este puto cable no me deja escribir -.- los siento T-T disculpadme. Por favor no te enfades.
Para Black Berries Fairy y Haku – dekin lo siento de verdad pero no tengo tiempo para poneros una contestación en condiciones, puede que las primeras sean buenas, pero es que ahora me están presionando para que haga muchas cosas y no puedo T-T, disculpadme si os ha molestado que lo haga , pero no me queda otra elección.
Espero que la paséis bien este día por que yo no T-T.
El próximo capitulo...
Una nueva compañera de clase
Nos lo perdáis!!!!!
Se despide ASUMI – CHAN y Elís (esto no vale nada T-T)
