Bueno n.n he vuelto! Milagro pero mejor que nada, os dejo un capítulo algo corto y demasiado lioso, aunque con un principio de Puta Madre ¬¬ Si ya lo se, un Mes y una semana u.u demasiado tiempo verdad?. Pero es que tenéis que entender ToT estaba de vacaciones de Carnaval, y para mi y mi pueblo son sagrados ;-; después vino el colegio y actualizar otro de los 5 fics que tengo ¬¬ que si actualizo este pronto solo me quedarán 2 por actualizar u.u y eso sería ya un milagro xD. Luego me entro lo que yo llamo un síndrome agudo del vago, en el que no hice ni el huevo en casi dos semanas, en la semana pasada me puse a escribir una historia de Dragones, que por cierto el protagonista está to bueno n.n. Y ahora estoy en la típica semana de exámenes T.T cosa que odio como no lo podéis imaginar, pero que se le va a hacer :( habrá que terminar to cansado para sacar una nota buena de media ¬¬ pero eso es lo que tenemos que hacer para llegar a ser alguien en la vida u.u dios, en que mundo de loco vivimos, y los más cuerdos son los dueños de España ¬¬. Ya no me enfrasco mas, por que sino... aquí se lía la Revolución Francesa xD.

Disclainer: Los personajes de Inuyasha no son míos T.T ni nunca lo serán, pero los he cogido para 4 historias mías, 2 One – shorts y otros dos fics u.u pero no os preocupéis que yo no soy como Takahashi n.n yo a lo mejor si termino este fics con buena cara, ella seguro el final de Inuyasha será para que la matemos un poco estilo Ranma en el anime ù.u. Y hablando de finales, quien sepa en de Harry Potter que me lo diga, y si muere Harry gano una apuesta que hice n.n pero hasta el 16 de julio no está el 6 libro y en ingles ToT que asco ;-;

- Hablando "Escritos" "Pensamientos"
(El principio de este capítulo va referente al anterior, así que para entenderlo hay que leerse el capítulo 6, si se lo salta, también pasarán una anécdota muy especial de la historia, y después pasa algo que veremos entre Inuyasha y Kagome... ¿qué será?)
Trato por interés

En el cielo se podían distinguir aún pequeños brillos parpadeantes que poco a poco se iban apagando, extinguiéndose por la claridad que empezaba a asomarse en el horizonte, la estrella que más brillaba en toda esa gran extensión azulada. Apenas el sol se había asomado, solo los simples reflejos de la clara luz se veían, aunque eran lo suficiente como para despertar a alguien... Siempre ese astro que nos ha maravillado durante generaciones hacía que nuevas vidas se alegraran un poco, de saber que otro día más estaríamos dispuestos a ver un hermoso amanecer y un espléndido atardecer. Y cuando se ocultaba daba paso a una esfera plateada que velaba por nuestro sueños... y a millones de estrellas que nos guiaban en la búsqueda de la paz. Y que intentaban contestar preguntas como; ¿Quiénes somos?. ¿Cuál es nuestro destino en la vida?. Pero al despertar olvidamos esos sueños, en los se nos rebela nuestro futuro, pero para los ojos ciegos que no ven lo que tienen delante suya, por que un dicho dice: "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

Y más de una persona se ha dado cuenta de eso, por que podrán abrir los ojos, ver a su alrededor, tenerlo todo... pero lo más importante. Una pequeña cosa de nosotros nos dice que nos falta algo... una parte de nuestro espíritu, nuestra alma gemela. Una vez que la pierdes y la intentas recuperar... ya nada es tan fácil como las cosas parecía en un principio...

Un joven de cabellos plateados estaba de pie enfrente de la ventana, mirando al horizonte... sus hermosas orbes de color ámbar destellaban como las estrellas que se apagaban. Un brillo que nadie podía ver nunca, ya que solo lo tenía al levantarse y sentirse momentáneamente tranquilo, solo por unos instantes... en ese momento encontraba la paz. Sesshomaru Kimitaka, era el mejor de su clase, tenía todo con matrícula, incluso hacía algún tiempo, le dieron una Beca para ir a estudiar a los Estados Unidos, y acepto gustoso. Solo pudo estar unos nueve meses y aprendió mucho de ese país, pero había extrañado su país natal... Japón. Tanto tiempo sin estar ahí le había afectado, aunque seguía siendo el mismo de siempre, sentía que las cosas a su alrededor no andaban bien.

Se acercó a la mesilla de noche y abrió el tercer cajón, el más apartado de todos. Allí guardada algo que ninguna persona nada más que él la había visto y nadie vería ese recuerdo... jamás. Sacó una foto donde se podía una chica vestida con una falda verde hasta las rodillas, una cartera a la espalda y la parte de arriba blanca con los bordes marrón. Tez blanquecina y ojos marrones alegres, mientras su pelo azabache suelto era arrastrado por el viento, que en los momentos de hacer la foto hacía, sonreía feliz... esa sonrisa la echaba de menos, sin preocupaciones, sin temor a nada... hacía 3 años que tenía esa foto. En una esquina firmada el nombre de la chica y una dedicatoria.

"Para mi mejor amigo, que sepas que no te escaparás como la ultima vez, y la foto es la prueba de que te encontraré donde vayas."

Kykio Kamasaki

Sesshomaru miró la foto con melancolía, que tiempos aquellos... fue una época en la que se sintió libre, si pudiera repetir esos meses... pero no podía regresar al pasado, no podía dejar abatirse por un fantasma que hacía 3 años que dejó atrás, pero aún le perseguía. A lo mejor si le hubiera contado la verdad... el por que de sus actos, aún podría saber de ella, pero desde su último encuentro, cuando la insultó, no la volvió a ver más. Y era además extraño el remordimiento que sentía en su interior, el sabía que lo había echo por el bien de la chica, por que sino lo hubiera echo... hubiera estado peor. Aunque al precio de la inocente chica que en la foto aún sonreía...

Aún recuerdo ese momento... – suspiró – en el que nos conocimos – miró a la ventana del apartamento – como si fuera ayer – sonrió con un aire de tristeza y abstención.

Flash Back

Era un día de lluvia... las gotas caían fuertemente cobre la calzada, siempre le habían gustados los días de lluvias, tristes y fríos... le recordaban mucho la soledad en la que se encontraba, aunque en su casa estuviera rodeado de familiares, su madre, su padre, y hasta el incordio de hermano que tenía. Pero no se sentía a gusto en realidad, era como si le faltara algo... una parte de el, a veces se preguntaba que era aquello que le faltaba, pero nunca conseguía respuesta, siempre se quedaba a las puertas de donde se suponía que por fin estaría completo... era un sentimiento extraño.

Corría por la acera, se había retrasado por la entrega de unos papeles, tenía que entregar ese trabajo en diez minutos, tenía el tiempo justo para llegar a la Universidad. No llevaba paraguas ya que se le había olvidado cogerlo, el trabajo en su cartera mientras a toda prisa intentaba llegar. Se paró en el semáforo, estaba el rojo, lo que había que cruzar era una avenida por la que un montón de coches circulaban a mucha velocidad... pero algo enfrente suya llamó su atención... un paraguas lila. En la otra acera con la cabeza gacha mientras sostenía algo en la otra mano, la cual parecía llamar su atención, una chica estaba apunto de cruzar la calle estando el semáforo en rojo. Eso o era una completa locura o era muy despistada. Empezó a coger por la calzada calmadamente sin ninguna prisa, y el semáforo aún no cambiaba de color...

Un enorme coche rojo se dirigía a toda velocidad hacía donde se encontraba la joven, la cual no parecía darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, estaba concentrada en seguir caminado y viendo eso que tenía en la mano. Sesshomaru no sabía que hacer, no le daba tiempo a llamarla ya que sería demasiado tarde, y si el coche paraba sería más que un milagro... solo podía hacer una cosa. Salió corriendo, rezando para que pudiera llegar a tiempo, y quitar de en medio a la chica antes de que la atropellara. La muchacha giró su cabeza unos instantes por donde venía el coche, entonces al darse cuenta que ya casi se le echaba encima, lo único que atinó a hacer fue a soltar el paraguas y cerrar los ojos para esperar el impacto... pero no llegó, ya que antes de que escuchara el impacto, unos fuertes brazos rodearon su cuerpo y lo cogieron en voladas... pero aún así se escuchó un golpe seco.

Aún tenía los ojos cerrado y su cabeza escondida entre su pelo azabache, no se atrevía a abrir los ojos, tenía miedo de que algo pudiera haber pasado por su culpa... no aguantaría que nadie sufriera por algo que le iba a pasar a ella. Entonces lentamente abrió los ojos y lo primero que vio fue el libro que estaba leyendo, estaba empapado por la lluvia... su paraguas estaba rodando por la calzada con la poca brisa que hacía, suspiró al verse a salvo, pero aún no miraba a quien la había rescatado. Levantó suavemente la cabeza dejando ver sus ojos castaños temblando un poco por el miedo que sentía... y al encontrarse con la mirada ámbar se pararon de momento... estaba nerviosa.

- ¿Estas bien? – preguntó claramente el muchacho con voz ronca y grave.

La chica no sabía que decir, al estar tan pegada al cuerpo del joven sentía el calor de su cuerpo, y como aún la tenía cogida en brazos se sentía muy avergonzada por la situación que estaba pasando. Ella escondió su rostro y Sesshomaru la bajó de sus brazos, la pobre se había llevado un susto, había sido demasiado despistada esa vez... y sujetaba el libro con mucha fuerza... en el cual se podía leer "Hamlet".

- Yo... eh... si, estoy bien – sonrió con nerviosismo mientras levantaba la cabeza, en lo único que se había fijado había sido en sus ojos, pero ahora que lo veía, se sonrojo un poco – eh... quisiera... yo... – entonces miró al brazo del chico que sangraba con dos marcas rojas a su lado, entonces salió del estado de shock - ¡está herido! – gritó.

Sesshomaru se miró al brazo y se tocó la herida la cual escocía, y con el agua que caía, aunque le limpiaba la herida, le producía dolor. No pudo evitar fruncir el ceño involuntariamente al tocarse la herida, la cual aún sangraba. Entonces sintió una delicadas manos sujetándole el brazo y vendándoselo con una especie de pañuelo, era un torniquete bien echo... él la miró y ella sonría satisfecha por cortar la sangre que salía.

- Creo que debería ir a un hospital para que se lo venden – miró al joven y le dedico una sonrisa – por cierto, muchísimas gracias por salvarme, sino hubiera sido por usted lo más probable es que ese auto me hubiera atropellado... a veces soy muy despistada jeje – bajo la mirada – demasiado creo yo... – musitó.

Por primera vez en hacía casi un mes, desde que fue a visitar a su familia... sonrió, y eso era extraño, sonreír para él no era fácil expresar cosas en su rostro, por que la mayoría de las veces, lo que le delataban eran los ojos, y su madre sabía muy bien que le ocurría con solo mirarle. Y es chica, con solo disculparse y regañarse a sí misma ya le había conseguido sacarle una sonrisa...

- No te preocupes, no es nada... ya iré más tarde al hospital – miró a la chica – debería ser menos despistada un día de estos no habrá nadie para salvarla – se burló un poco mirando con curiosidad la cara que ponía la joven, entre enfadada y avergonzada – por cierto... muy buen libro Hamlet – contestó.

Ella se miró el libro bajando su cabeza y le miró extrañada, ese tipo primero le salvaba y luego hablaba sobre el libro que tenía entre sus manos... ¿qué lógica tenía esa conversación?.

- William Shakespeare es uno de mis escritores favoritos, prefiero Hamlet a Romeo y Julieta, demasiado amor para mí – sonrió divertida – y ya se que soy despistada, aunque ya sea menos que antes aún sigo teniendo mis desliz – se río de sí misma.

- Pues debería echar más cuenta que lo que hace señorita... – no terminó de decir el nombre ya que no lo sabía.

- Kykio, me llamo Kykio Kamasaki – sonrió – ¿y usted es...? – preguntó con curiosidad.

- Sesshomaru Kimitaka, un placer conocerla – miró su reloj, iba cinco minutos tarde – discúlpeme, pero me tengo que ir, voy tarde y me esperan – se dio medio la vuelta.

- Esta bien – asintió ella – yo iba para mi casa, espero que algún día nos volvamos a ver – cogió su paraguas que estaba en el suelo – o no... la vara esta daleada – murmuró y cerró forzosamente el paraguas – adiós Sesshomaru – sonrió y salió corriendo por el paso de peatones ahora que el semáforo si estaba en verde.

El joven siguió con la mirada a la chica hasta que se perdió por la esquina próxima, entonces miró al pañuelo que tenía en el brazo y empezó a correr a la universidad, ya iba tarde por casi diez minutos... y no sabía que pasaría si le veían con esa herida en el brazo en plena facultad... pero así es la vida.

- "Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado" – sonrió mientras corría – Shakespeare... una cosa que tenemos en común... Kykio – desapareciendo por la calzada, sin darse cuenta que ya había parado de llover...

Fin de flash

Sesshomaru se miró las dos marcas que tenía en su brazo derecho, un poco más arriba del codo, aunque habían cicatrizado bien... las marcas rojas no se quitaban, eran como manchas del roce del coche, que iban a ser permanentes como le habían dicho los doctores. Desde aquel día, ese mismo en el que había salvado a la chica, siempre acababa viéndola, casi todas las semanas se la encontraba, hablaban, incluso una vez se pusieron a discutir por una tontería, como buenos amigos, aunque hiciera poco que se conocieran. La chica alegre, sonriente, despistada y curiosa... murió con el paso del tiempo, o por lo menos lo que él había visto, Kykio Kamasaki ya no era la misma chica inocente de 14 años que el conoció, ahora se había vuelto fuerte, desafiante, altanera... no como la recordaba. No sabía que un recuerdo que grabas, pero con el paso del tiempo, mientras más veas a esa persona, el recuerdo aunque siga ahí, la persona lentamente, y con el paso del tiempo y estaciones, iba cambiando, convirtiéndola en alguien a quien no conoces, solo la sombra de un recuerdo, que aún vive.

Algún día... – miró atentamente por la ventana – puede, que algún día, pueda explicarle el por que de todo... ya que sé, que por lo menos, que ha cambiado lo suficiente, para aguantar el dolor... – musitó – o por lo menos lo aparienta muy bien.

"La vida no es más que una breve interpretación de lo que sentimos, por que tantas cosas buenas que nos pasaron las guardamos como lo más valioso que tuviéramos en lo más profundo de nuestro corazón, escondido para que nadie descubra que es ese secreto. Pero cuando odiamos y tenemos rencor, las cosas no salen como parece, aunque ese recuerdo queremos desechar, no podremos, por que ha sido parte de lo que el mundo llama vida, y si por ese percance te desanimas... no has vivido una vida, sino en un paraíso, donde las personas no son egoístas y altanera, pero así es la vida, ese es el mundo, y solo aquellos que puedan esconder lo que recuerdan, sus secretos y anhelos, son aquellos que se merecen el título de vividores..."

Sesshomaru Kimitaka

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Ya eran las tres de la tarde pasadas, hacia casi una semana que tenían una compañera de clase nueva, y no era que se llevara mal con ella, solo que parecía que no se comunicaban. Kagome miraba distraídamente los apuntes de matemáticas que tenía sobre la mesa, Inuyasha había prometido ayudarla a estudiar, los quebrado y tantas ecuaciones químicas no era lo suyo, pues nunca se le había dado bien esa asignatura en particular. Inuyasha había prometido ir después de almorzar y se retrasaba bastante, no es que le preocupara, por que siempre llegaba, pero a veces echaba en falta su compañía, tanto tiempo estando juntos, al final repercuta en que no pueda estar segura si tener a esa persona al lado.

Hermana... ¿puedo pasar? – preguntó Sota al otro lado de la puerta.

Si, adelante – contestó estirándose.

Sota entró por la puerta algo intimidado, desde que su hermana se enfadó con Inuyasha el otro día, se prometió a si mismo no llegar a enfadarla tanto, por que a la largo podría acarrear problemas. El pequeño Higuarashi, tenía ya 10 años, su cabello negro lo llevaba corto, no mucho más de la nuca, y sus ojos almendrados se habían agrandado con el paso del tiempo, ella y su hermana, físicamente se parecía, pero entrando en el campo psicológico... era mejor no hablar.

Kagome, ¿puedo ir a casa de Sango? – comentó.

Por mi puedes ir, pero eso deberías preguntárselo a mamá – cerró los ojos cansada.

Ya lo sé... pero como no está ni ella, ni el abuelo, te lo pregunto a ti ya que de los dos eres la mayor – explicó con algo de lógica - ¿puedo ir entonces? – dijo con una media sonrisa.

Te he dicho que sí, pero no hasta más tarde de las seis ¿entendido? – pronunció con autoridad.

Sí – asintiendo como si fuera un militar salió del cuarto tarareando.

Kagome sonrió débilmente, aún recordaba cuando tenía 10 años, siempre iba con sus amigos al parque a jugar, todos estaban allí, nunca se aburría... recordaba especialmente cuando su amigo le dejó la chaqueta para ir a casa, y como tontamente para hacerla reír imitaba a su padre, eso si que fueron bueno tiempos, aunque iban a la escuela nada se complicaba tanto como ahora, todo era mucho más difícil en estos tiempos. El sonido del timbre llamó la atención de Kagome que se levantó de su cama y salió corriendo, impaciente por abrir la puerta, cuando llegó a ella la abrió tan apresuradamente que cayó encima de la persona que se encontraba al otro lado de ella, provocando que los dos se cayeran.

Cualquiera que en ese momento hubiese visto la escena, principalmente se estaría riendo por la caía que habían metido, y segundo una risa nerviosa al contemplar la posición tan comprometida en la que habían quedado esos dos sujetos. Kagome había caído encima de un joven de linda cabellera plateada y ojos mieles profundos, cu cara en el pecho del joven y sus brazos sujetándole las manos al chico, mientras que Inuyasha parecía paralizado miró de reojo al gato que los miraba desde el árbol y parecía burlarse de ellos, ya ajustaría cuentas con ese felino más tarde. Permanecieron unos minutos en silencio en la misma posición sin moverse hasta que Inuyasha habló.

Kagome... sino te importa... ¿podrías quitarte de encima mía? – preguntó un tanto sonrojado.

Aho... ahora mismo – tartamudeó mientras se incorporaba un poco.

Cuando ambos quedaron frente a frente, sentados en el suelo, no pudieron hacer otra cosa que no fuera reír, tanto como por la vergüenza que como por la situación, así estuvieron unos minutos hasta que ambos sonrieron y se levantaron del suelo sacudiéndose la ropa.

La próxima vez no te me eches encima, se que soy guapo, pero no quiero que te tires encima mía siempre, además con lo que pesas... deberías hacer régimen – contestó en tono desafiante y divertido.

Pero si es el Señor Modestia en persona, y yo que pensé que se había quedado a vivir con Miroku para siempre, veo que se ha mudado de lugar – dijo de la misma forma – y para que lo sepas más vale tener que desear – fingió estar indignada por las palabras del chico, así que volteó la cabeza.

Vale, vale, lo retiro, pero reconoce que tienes unos kilos de más – comentó tranquilo para luego intimidarse por la mirada de Kagome – está bien... no he dicho nada – susurró asustado.

Mucho mejor, será mejor que entremos, no quiero suspender matemáticas, por lo menos que tenga Suficiente de media, con eso me conformaría – pronunció con una voz algo melodiosa y resignada.

Pues tendrás que estudiar, por que como vas en matemáticas... veo difícil que apruebes, pero con mi ayuda seguro que lo conseguirás – poniendo una pose de triunfador.

Vuelve el Señor Modestia... – musitó.

Kagome e Inuyasha llegaron a la habitación de la chica, y el muchacho se puso a explicarle las ecuaciones, pero la joven no se enteraba, pero Inuyasha nunca perdió la paciencia ni dejo de insistir, así que al final, Kagome consiguió entender el primer ejercicio de los 20 que le habían mandado.

Entonces si tres X es igual a P, si hago esta fórmula me saldrá el valor de la X y por inercia sabré que es P, ¿no? – preguntó algo temerosa de que no fuera así.

Exactamente, entonces haz la cuenta, por lo menos ya entiendes lo de la incógnita, hemos dado un gran paso , por lo menos para ti... – comentó sonriente.

Kagome solo bufó y se puso a hacer las ecuaciones, ya sabía casi todas las formulas que tenía que saber, aunque los quebrados fueran algo que no sabría nunca, por lo menos sacaría la mitad de las cosas, entonces llegó al último ejercicio, una de la cosa más fácil que alguien de 16 años pudiera dar en las matemáticas, una regla de tres.

Este ejercicio el muy fácil, solo tienes que utilizar la regla de tres y te saldrá directamente – sonrió el joven por la facilidad del problema.

Eh... – Kagome miró al chica y luego al ejercicio – no es por molestar pero... ¿como era la regla de tres? – lo dijo con tanta inocencia y falta de culpa, que aunque la pregunta era totalmente absurda a Inuyasha casi le dan ganas de desmayarse.

Kagome... lo tuyo no son las matemáticas... – se acercó a ella y cogió el lápiz – mira, si tenemos en 60 minutos 356 litros, en 470 minutos, tendremos el valor de la X, que es lo que queremos descubrir – escribía toda las cosas que estaba diciendo en la libreta – Entonces, 60 x X 356 x 470 por que se multiplica en cruz al ser directa, sabes lo de los números enteros y eso, ¿no? – pregunto, y la chica asintió – bien, entonces lo que nos salga de 356 x 470 se divide entre 60 y ya tenemos el resultado de X, ¿has entendido la regla de tres? – Kagome asintió y le quitó el lápiz.

¿Sabes? – preguntó mientras hacía la cuenta – me lo explicas mejor me entero mejor que con el profesor, serías buen maestro – dijo divertida.

Pero mis servicios no son baratos señorita – contestó con altruismo.

¿A no, entonces que pide por sus servicios – siguiéndole el juego.

Pues un... – no terminó la frase por que Kagome tiró el lápiz y le dio en la nariz sin darse cuenta.

¡Terminé, mira me salió esto – Inuyasha miró a la hoja donde ponía una serie de números... si la multiplicación y división estaban bien echas estaría correcto - ¿crees que está bien? – le vio preocupada.

- Creo que sí, ¿ves, te dije que si estudiabas conmigo te lo aprenderías – sonriendo.

Muchas gracias Inuyasha – corrió a abrazarle con fuerza – sino me llegas a ayudar no los acabo nunca – cerró los ojos por el jubilo y tranquilizada que sentía.

De nada pequeña... – musitó al oído pasándole las manos por la espalda abrazándola con fuerza.

Ambos se quedaron así abrazados durante un tiempo el cal no contaron, querían estar en esa posición el mayor tiempo posible, compartiendo el calor mutuamente, respirando el dulce aroma que tenía la persona a la cual estaban unida por sus brazos. Era un momento mágico, los rayos de la tarde entrabas por la ventana, llenando de luces la habitación, cálidos tonos amarillos anaranjados recorrían la habitación desde las cortinas al escritorio. No se dieron cuenta de que habían empezado a moverse al compás de una melodía que no existía, como si el viento fuese la música, y la brisa marcara el ritmo al que se movían.

Inuyasha... – susurró.

¿Sí? – contestó totalmente tranquilo.

¿Recuerdas la promesa que hicimos? – murmuró

- ¿La que siempre seremos amigos? – preguntó y ella asintió débilmente – claro que me acuerdo –sonrió dulcemente.

Movieron sus cabezas al mismo tiempo y en el mismo pararon en el mismo lugar, ahí abrazados, ambos se miraban como sino existiera nada, solamente ellos.

Inu... ¿qué era lo que pedías a cambio de ayudarme? – dijo como un susurro, más bien con la inocencia y carisma de una pequeña chica.

Uh... solamente un... – acercándose a la chica sonrojado – inocente... – Kagome lo miró con curiosidad y una sonrisita – beso... – musitó en el oído de la chica.

Kagome se sonrojó al escucharlo, no podía creer que Inuyasha le estuviera pidiendo eso... pero extrañamente no le asustó ni nada pareció, más bien, anhelaba que se lo dijera por alguna extraña razón que ella desconocía, pero en el fondo sabía cual era. El chico la miró a los ojos, ella seguía sonriendo y él también lo hizo, ellos aún permanecían abrazados en ese lugar, y sus corazones latían a cien por hora, aunque no parecieran nerviosos, en realidad si que lo estaban. Se fueron acercando poco a poco, y Kagome fue la primera en cerrar los ojos, en ese instante Inuyasha pudo notar lo hermosa que se había vuelto su amiga desde su infancia, la pequeña que conoció se había vuelto una adolescente muy bella, sus rojos labios carmesí, parecían llamándole para que los probara, un néctar de vida, el cual sería el primero en probarlo. El muchacho cerró los ojos y posó delicadamente sus labios sobre los de la chica, apenas un roce que hizo que se estremeciera de la cabeza a los pies. La joven al sentir sus labios sobre los de echa sintió un pequeño choque eléctrico, por su cuerpo, algo que no había sentido nunca.

Se quedaron en esa posición durante un tiempo indefinido, hasta que el momento mágico fue cortado por una juvenil voz.

¡Hermana estoy en casa! – se escuchó la risa de Sota que subía las escaleras a toda velocidad.

Inuyasha y Kagome se separaron inmediatamente ambos sonrojados hasta las orejas, aún mirándose a una distancia prudente. Sota entró en la habitación corriendo y se fijó en el muchacho y sonrió.

¡Inuyasha! – lo cogió de la mano – ven que te tengo que enseñar un juego que me compro mamá nuevo, te va a encantar – contentó entusiasmado, pero el joven le paró.

Lo siento Sota, pero yo ya me iba, no es así – miró a Kagome en busca de colaboración, ella asintió – otro día jugaré contigo, ahora me voy – miró a la chica por última vez y murmuró – hasta mañana.

Inuyasha salió casi corriendo de la casa Higuarashi. Sota se quedó un poco cortado por la actitud de el muchacho de los ojos ámbar.

- ¿Me he perdió algo? – preguntó confuso esperando respuesta de su hermana.

Pero esta solo atinó a cogerle por la camisa y sacarle del cuarto como si fuera un perro lo que dejó al pequeño algo confundido. Kagome se dio la vuelta y se apoyó en la puerta cayendo de rodillas, no se acababa de creer, lo que había echo, ¡se había besado con su mejor amigo!. Bueno, mejor dicho, él le había besado a ella, pero se había dejado... y le había gustado. Posó su manos en la comisura de sus labios... aún estaba algo calientes, una pequeña risilla se le escapó.

Inuyasha...

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Kykio permanecía sentada en un banco del parque, aquel sitio le traía, tanto buenos como malos recuerdos, la habían citado en ese lugar, y ni siquiera sabía como había ido, en verdad no tenía ni haber salido de su casa. Miró alrededor suya, un montón de niños jugando en los columpios y por las demás construcciones, una medio sonrisa le salió de los labios al recordar cuando jugaba en ese lugar, siempre hubo un grupo de niños a los cuales observaba de lejos, ella ya jugaba con sus amigas, pero nunca podía dejar de observarlos. Una sombra apareció a su lado y levantó la cabeza para luego fruncir el ceño levemente.

Me alegro de que hayas venido Kykio – contestó en joven de los ojos rubíes.

Lo contrario que estoy yo de verte Hanuki, para que me has citado aquí si se puede saber – comentó mientras se levantaba del banco.

He venido a proponerte una cosa, una especie de trato – sonrió maliciosamente.

¿Un trato, y que te hace pensar de que voy aceptar un trato contigo – respondió altaneramente.

Por que a lo mejor así... te puedes vengar de los Kimitaka – dijo mientras seguía sonriendo.

Kykio se quedó en estado se shock, nadie que ella conociera sabía que había sido amiga de Sesshomaru, nadie, y no entendía como él podía saberlo, aunque lo mejor sería disimular.

No se de que venganza me hablas, yo tengo todas mis cuentas saldadas – dándose la vuelta mientras se alejaba.

¿En serio no quieres vengarte? – pronunció en alto – no quieres vengarte de aquel que jugó contigo y te produjo dolor, por aquel que lloras algunas noches recordando tu pasado, por ese que te convirtió en lo que eres ahora, por el que borro la risa y la alegría de tu rostro... – musitó lo último si le afectara - ¿no quieres vengarte de Sesshomaru Kimitaka? – preguntó a la chica.

La joven estaba en shock, como podía saber él todo lo que había pasado, como había conseguido indagar tanto en su vida como para conseguir aquellos datos tan odiados de su pasado, que lo que más deseaba en esos momentos era deshacerse de ellos.

Si me quiero vengar es cosa mía Naraku, no te entrometas en esto – contestó fríamente.

¿Y si yo te adelantara eso, ¿y sí pudieras vengarte de él en menos de lo que imaginas? – comentó - ¿aceptarías entonces? – dijo lentamente.

Según las circunstancias, lo haría o no – escupió simplemente.

Si te ayudo a vengarte de él... ¿me ayudarías tu a mí? – minándola a los ojos.

A lo mejor te ayudaría... – pensó en voz alta.

Entonces ¿aceptas? – sonrió un poco.

Acepto, pero según mis condiciones – acercándose a él – y recuerda que esto solo es un trato por interés, nada más Hanuki, nada más – musitó.

" La venganza es un plato que se sirve frío, para que aquellas personas que han sufrido solo humillaciones puedan redimirse y cobrar aquello que con tanto tiempo han ansiado, una venganza, ver sufrir a aquella persona, verla destruirse, hasta que se sienta como te has sentido después de lo que te hicieron. El dolor es humano, la venganza es humana, la muerte es humana, todas aquellas cosas, que son causar dolor se lo inventaron los humanos, por y para su beneficio, todos somos así aunque intentemos esconderlo. Y los cristianos también, igual que en un pasaje de la Biblia pone: Tu Dios es vengativo. Por eso la venganza es humana, por que nace del dolor de nosotros, un dolor que tarde o temprano, nos llevará a la destrucción..."

Continuará...

Termine! Por fin, dios me ha ayudado, aunque ha quedado corto, algo es mejor que nada no? Quisiera agradecer, aunque no la conozco ni me lee, a Zetus, que gracias a que me ley su fics me dio la inspiración suficiente para poder terminar este fics después de casi un mes y medio sin dar 2 en 1. Bien lo primero de todo es que espero que les haya gustado este capítulo, n.n me costó mucho escribirlo y mi parte favorita si no es por molestar es la de Sesshomaru, adoro a ese tío. Y el beso? Muy soso no? es que como os lo digo... en ese momento Kimi estaba en babia como la mayoría de las veces y me quedé corta ù.u quien haya leído Ya nunca más por lo menos el primer capítulo sabe perfectamente que eso podía haber durado mucho más u.u pero por lo menos he actualizado! Eso ya para mi es más que un milagro, a mi otro fics solo le quedan 7 capítulos y se acaba ToT cuando lo termine os juro que lloro ;-;. Ahora no me lío más y os respondo como pueda a las reviews n.n.

Bueno, con los que tengo en el msn seguramente ya se lo habré dicho, pero es que no me da tiempo a contestar a los reviews, así que se los agradezco a todos y ahora los voy a nombrar:

Kitsune ; Shiory – Asuka ; Jorleen ; Belen ; Kaori Asamiya ; Sesshi23 ; Karina – chan ; Black Berries Fairy ; Natsumi – san ; Akisukis shadowcat ; Kagome – N ; Lara – chan ; Monik ; Kagome – anti – kykio ; Anto ; Sango2005

Bueno quiero deciros que son las 22:11 de la noche y yo tengo un trancazo por el cual me están llorando los ojos y no puedo respirar, pero eme aquí escribiendo para terminar lo que empecé hace casi un mes y pico u.u. Espero actualizar más rápido de aquí en adelante, ya que como si me quitan los exámenes y lleguen las vacaciones podré empezar a escribir con tranquilidad.

Dejadme lindas reviews n.n

Próximo capítulo...

Mentiras y compromisos

Nos lo perdáis n.n!

Se despide ASUMI - CHAN