Milagro! Volví después de casi dos meses de ausencia indefinida actualicé, ojo este capitulo se lo dedico a mi quería Nee – chan Nuria que me la han operado mi niña T.T espero que te me pongas muy bien pronto. Este capítulo trata especialmente de Sango y se su enamoramiento... Ojo eh! No está enamorada de Miroku, pero esto abrirá los ojos a más de un ciego que anda por el mundo. Primero que nada, muchas gracias, me emocioné mucho al saber que sobrepasaba los 100 reviews en unos 7 capítulos, aunque dentro de poco en Ya nunca más llego a los 200, solo con 26 reviews en 4 capítulos, eso se conseguirá o por lo menos se intentará u.u. Sabed que he tardado por los exámenes, trabajos, conversaciones en el msn, culebrones y cotillones que tengo, una falta de imaginación increíble, aunque haya escrito un fics más, un lapsus que no me dejaba escribir otra cosa que no fuera eso u.u. No quiero que me llevéis a la horca y mucho menos a la quema de brujas, aunque lo sea y por el final del fics... puede que me lo merezca y también por el de mis otros fics, que lo dejo siempre en lo mejor y os ilusionáis... pero bueno, así soy yo xD.
Disclainer: Los personajes de este fics no me pertenecen, pero la historia es totalmente original mía, según el código 350 del código penal, será demandando aquel, que publique , plagie o comunique a alguien de su contenido o titular sin primero el permiso del autor, multado con 450 millones de pesetas, no se cuantos euros serán, y con cárcel de 3 años e inhabilitación especial de hasta 5 años u.u. Pero como todos tenéis permiso para hablar de mi fics, pues bueno, no me echéis mucha cuenta que la edad perjudica u.u.
- Hablando
"Pensando"
'POV de un personaje'
(Como dije anteriormente trata de Miroku y Sango, un poco por el principio de los sentimientos de Inuyasha y Kagome, más abajo del trato de Naraku y Kykio y un poco de Ayame Kouga que casi ni se nota, por que la mayoría es de humor u.u)
Mentiras y compromisos
Descansando plácidamente sobre el mullido cojín de suaves plumas, una hermosa joven de cabellos azabache dormitaba intentando coger el sueño, pero más que lo intentaba le era imposible, demasiadas cosas rondaban por su cabeza, tantas que ya ni siquiera se acordaba del porque de su malestar desde hacía casi una semana. Aquella chica de lindos ojos chocolates, la que siempre esbozaba una espléndida sonrisa en sus labios que siempre lograba tranquilizar a las personas que se encontraban a su alrededor, ella que nunca se veía triste y desanimada... pero desde hacía exactamente una semana, no se conseguía quitar ese suceso de la cabeza, lo intentaba, le daba vueltas, el ¿por qué? Buscaba. ¿Por qué él la había besado?. ¿Tal vez un juego?. ¿O en verdad sentía algo por ella?. No lo entendía, le daba miles de vueltas y no lo conseguía comprender... era tan sencillo y tan complejo... las horas de sueño amedrentaban, y disminuían su vitalidad, haciendo verla ausente y triste...
- ¿Por qué? – se preguntó en voz alta sin poder evitar que sonara sufrimiento - ¿Por qué nada está claro? – musitó escondiendo su cabeza entre las mantas - ¿por qué me siento así...? – esa fue la última pregunta que hizo a la oscuridad en voz alta.
Sus párpados se fueron cerrando instintivamente, el sueño por fin se estaba apoderando de ella, después de tantas horas en vilo preguntándose cosas que seguramente no serían, sentimientos que nacían y que no entendía, podía sospechar de ellos, pero nada estaba claro, su mente era una laguna de confusiones que no tenían sentido, a lo mejor a la mañana siguiente vería las cosas de otro color, pero no ahora, no en ese momento. Al caer dormida, y sin darse cuenta, la luna iluminó su rostro, pues anteriormente las nubes la tapaban, esa hermosa Luna llena a la que muchos veneraban por ser la etapa más hermosa de aquel astro... plateada, ridiculizando a la oscuridad que había en esos momentos en su habitación, iluminando una gota salada que en esos momentos recorría su mejilla, perdiéndose entre las sábanas como ahora se volvía a perder la luz de la luna, pues la habían vuelto a tapar, entre aquella oscuridad...
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En un cuarto de color pálido se encontraba el chico por el cual el corazón de Kagome estaba confundido. Tenía los ojos abiertos, como si no pudiera dormir, un insomnio poco común el él, ya que por las noches solía dormir muy bien, menos unas pocas de ellas en las que intranquilo y preocupado miraba por la ventana contemplando el cielo. Sus hermosas orbes de color ámbar brillaban especialmente reflejando el espléndido brillo de las estrellas, con un toque melancólico se tocaba los labios esbozando una sonrisa profunda, como si memorara el recuerdo más agradable de su vida, y así era. Observó la foto de la mesilla, le parecía tan lejano aquel momento... tanto que ni recordaba de por que se había puesto así, ahora todo era tan... extraño por decirlo de alguna manera.
- Kagome... – susurró en apenas un leve suspiro que se escapó de sus labios – si supieras lo que me pasa ahora... – levantando la vista de la imagen unos instantes – si supieras que es lo que siento por ti...
'El beso de hace una semana... fue un impulso, deseaba tanto tiempo hacerlo... tanto ansiaba besarla, pero todo acabó sucediendo mal. No estaba previsto que pasara eso, bueno... en realidad nada lo estaba, pero no debí pedirle un beso, fue... demasiado creo. Al tenerla tan cerca mientras la abrazaba... sus ojos curiosos y alegres mirándome con felicidad, su cabello tan limpio y con ese aroma que tanto disfrutaba... perdí el control, aunque si ella no hubiera querido que la besara solo me tenía que decir que me detuviera, y yo lo habría hecho. Pero no me dijo nada, ni siquiera se resistió... no se que pensar... ¿sentirá ella lo mismo que yo?. Sinceramente lo dudo, Miroku me ha dicho que yo y Kagome empezamos a actuar raro, que nos ignoramos, cosa que es verdad, y me pregunta el porque de esa razón, ni siquiera yo lo se muy bien... pero en fin, no le he contado nada aunque confío en él.'
"Hay cosas de las que no puedo hablar amigo"'Eso era lo que le había dicho, y dejó de preguntar, aunque aún sigue preocupado por mi, podrá ser un poco pervertido, pero es el mejor de mis amigos... Kouga es... como mi contrario, aunque ya nos llevamos mejor, gracias a dios, menos dolores de cabeza para las chicas. Kagome siempre me decía que no me pelease con él... que buenos tiempos aquellos...'
Se fijó de nuevo en la Luna que había vuelto a salir detrás de las nubes, a lo mejor si ella supiese lo que en verdad sentía se alejaría de él, y eso le atormentaba. Pero si ella sentía lo mismo y se lo decía a lo mejor... sería demasiado arriesgado hacer eso... Se tumbó en la cama y cerró los ojos dando un profundo suspiro mientras se movía levemente intentando por enésima vez en la noche coger el sueño, el cual poco a poco se iba apoderando de él, ya que llegaban las tres de la mañana y tendría que madrugar. Así se quedó dormido, entre desilusiones y ansias de un futuro donde ella... era la protagonista.
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Altas horas de la noche eran ya para que una adolescente de 16 años andara sola en la calle, recorriendo los oscuros callejones llenos de peligros para cualquier joven de su edad que pasara por allí. Pero esa chica no tenía miedo a los peligros de esos lugares, mucho tiempo había pasado desde que se acostumbró a esa oscuridad, a ser reflejada por la luz de las estrellas como única guía de vuelta a su hogar con su tío. Es noche hacía fresco, a pesar de estar en verano, la noche caía un pesado relente, húmedo que enfriaba el cuerpo, calándose en lo hondo. Ella llevaba unas botas de tacón altas con unas medias de color rojo oscuro, una falda corta de color azul índigo oculta tras un abrigo largo que con cada paso producta le llegaba hasta las rodillas, sus tacones sonaban como un estridente eco en el lugar, silencio en el vacío roto por ese ruido.
Sus cabellos oscuros sueltos le llegaban hasta la espalda, y sus ojos castaños emanaban un frío calador, pero en el fondo de ellos una leve llama de vida, como si deseara algo con todas sus fuerzas, llegar a algún lugar en concreto. Había estado en la 'Araña negra' hasta que habían cerrado, su tío estaba enfermo así que ella había tenido que ayudar a Kagura a cerrarlo. Esa mujer de ojos escarlata y cabello negro era como una consejera para ella, su mejor amiga se podría decir, era lo más parecido a eso que tenía. Siempre ayudándola mientras lo necesitaba, era muy buena mujer, pero con cierta tristeza en sus ojos que no podía dar la razón del porque así.
Llegó hasta el piso a paso lento pero seguro, mañana tenía escuela, y lo que más quería en esos momentos era tomar la cama y dormir lo suficiente. Abrió la puerta lentamente mientras oía unos cuantos ruidos en el salón, la casa no se parecía a la que recordaba la primera vez que vino a ese lugar, recogida, limpia y ventilada. Había convertido ese lugar en un hogar. La televisión estaba encendido y su tío tumbado en el sofá durmiendo, ella mostró una mueca entre aburrida y divertida, él se preocupaba por ella cuando tenía que ir a suplirle en el local. Lo movió levemente.
Tío... tío... – murmuró – despierta, ya estoy aquí – sonrío débilmente mientras el hombre empezaba a despertar.
Uhm... – parpadeó y se estiró dando un gran bostezo - ¿Kykio? – preguntó abriendo un ojo y mirándola – creí que tardarías más en llegar hoy – se frotó la mano en el ojo - ¿estas bien, no te ha pasado nada? – dijo algo preocupado.
No me ha pasado nada, nunca sucede nada – contestó tranquilamente – Kagura tenía que hacer algo mañana y nos fuimos temprano, dice que será mejor que te recuperes pronto, no quiere que yo trasnoche mucho – se sentó a su lado.
Yo tampoco – protestó - pero no es mi culpa si enfermo, sabes que no quiero que vayas en mi lugar, pero tu nunca me haces caso – apagó el aparato – ahora será mejor que te vayas a dormir, mañana tienes que ir al colegio temprano – sonrió levemente.
Está bien – se levantó y se dirigió hasta su cuarto.
Y cómprate ropa que te abrigue más – gruñó en tono de reprimenda.
Estamos en verano – se asomó por el marco y rió divertida – y yo escojo mi ropa, si por ti fuera siempre iría como una monja – guiñó un ojo.
Mejor que con eso... – se fue ha su cuarto – hasta mañana Kykio – se despidió y cerró la puerta.
Ella rió débilmente, su tío siempre la hacía reír, no sabía si por ser su único familiar, o por tener unas cosas tan extrañas... o tal vez por las dos cosas. Su habitación pintada de azul marengo con algunos cuadros antiguos colgados por las paredes, mientras que a un lado de su cama una pequeña mesilla estaba colocada con sus libros de el instituto encima, las estanterías también tenían libros, de los cuales la mayoría le servían para unos cuantos trabajos, al parecer su tío estudió psicología médica en su juventud, pero se retiró por alguna razón que desconocía. Se tumbó sobre su cama y encendió una pequeña lámpara que tenía junto a ella, ese era su pequeño rincón de paz, aunque algo la angustiaba... no le gustaba mucho traicionar a las personas, pero esta vez... sería la excepción.
Solo un trato por interés... – musitó – según mis normas... según lo que yo dicte... pero seguir el plan de él – miró al techo – pero con tal de vengarme... todo suena bien – susurró – todo llegará a su momento...
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Caminaba rápidamente por la calle, tenía que llegara tiempo a la clase, pero suponía que se había quedado dormido, pero era extraño, aunque su reloj marcara la hora el sol aún estaba muy bajo y poca gente se veía por la calle. No había ido a recoger a Kouga ya que supuso que se habría levantado antes que él, pero le resultaba extraño todo eso... Fue aminorando el paso y se tocó el lugar en el cual tenia su corazón, frágil pero fuerte, así era, respiró profundamente y se calmó poco a poco. Sus ojos azul marino no habían cambiado en todos los años que había crecido, aunque cada vez estaban más oscuros levemente, sus cabellos habían crecido un poco pero aún mantenía la gomita puesta en el pelo mientras lo sujetaba.
¿Seguro que son las siete y media de la mañana? – se preguntó a si mismo mientras desviaba su mirada de nuevo al cielo observando como ahora empezaban a salir los leves rayos de sol.
Lo malo de tener uniforme es que cuando llegaba verano el cuello apretaba, e incluso por las mañanas había que desabrocharse la camisa ya que era insoportable. Llegó hasta la cancela del colegio, ya estaba abierta, pero había algo extraño, ningún ruido, ningún alumno retrasado intentando llegar a clase como él, el instituto estaba completamente sumido en el aterrador silencio. Él, aunque no lo pareciera, venía de una familia de budistas que creían en los espíritus malignos y criaturas sorprendentes, pero el, aunque si creía, no hechaba mucha cuenta, pero unos escalofríos le entraron al recordar las historias sobre esos seres. Se tocó al corazón que le sonaba deprisa, sus ojos captaban unos pasos acercándose, no era de quienes tenían miedo, pero estaba más bien aterrorizado por el ambiente que le rodeaba como para ahora llevarse una sorpresa. Se escondió detrás de la cancela esperando no ser visto por aquella persona que se acercaba. Por los pasos cortos y lentos podía deducir claramente que se trataba de una mujer, el ¿quién? Ya era algo que no podía saber.
Cada vez se oían más cerca, sin ninguna prisa, como si el estado de silencio no le preocupara lo más mínimo, tarareaba una melodía silenciosa pero alegre. Miroku por eso supo que estaba acostumbrada a ese silencio y que la persona era alegre, por ahora, no iba mal, tantos años de su vida fijándose en las mujeres ahora por fin sus sentidos le ayudaban en algo. Cerró los ojos, por lo menos ya estaba algo más tranquilo y su corazón ya no iba tan deprisa, se había conseguido tranquilizar un poco, agudizó el oído todo lo que pudo, ya estaba casi al lado de la cancela. Por lo que había percibido, sería alguna alumna que habría venido al colegio pronto, pero... ¿para que tan pronto?. Alzó una ceja extrañado, ya averiguaría para que, no por nada tenía una lista con el nombre de cada chica del colegio, los tenía todos apuntados y casi memorizados, las que solían llegar más temprano según sus cuentas eran Aiko Mitzukihara y Ayumi Satsuyame. La primera era morena con ojos azules, y la segunda castaña con ojos marrones, las dos no tenían novio, y unas medidas de escándalo. Así que tenía que ser una de ellas.
La chica sin tomar cuenta de la presencia del chico pasó por delante de él tan rápido que ni siquiera el muchacho pudo fijarse en su cara por que se sobresaltó y casi se da un golpe en la cabeza. El joven en lo que se pudo fijar de ella, era que tenía el cabello de color marrón castaño, aunque con la oscuridad no sabría distinguir si era así o de otro color. Era largo, tanto como para tenerlo recogido en una cola baja y aún le quedara melena, así que tenía que ser Ayumi, pero entonces reconoció algo que aún desde lejos podría diferenciar a millas... una pequeña pulsera de plata colgaba de la mano de la chica que brillaba con los reflejos del sol... no podía ser... su voz se paró cuando, como si lo hubiera visto aunque la oscuridad lo tapaba, la chica se dio la vuelta con la mirada inocente como si buscara algo con la vista. Sus facciones joviales, sus ojos cafés y su piel bronceada ligeramente solo dejaban ver a un ser casi angelical para el chico sino fuera por las ropas de marinero verde que llevaba identificado como el uniforme de la escuela. Solo un nombre llegó a la cabeza del chico... el nombre de aquella persona...
Sango... – susurró, como si esperara que lo oyera pero temiendo por ello.
Ella forzó la vista, como intentando encontrar algo invisible a su alrededor pero sin conseguirlo. Se volvió a girar y continuó su camino hasta el instituto al mismo paso lento y seguro que anteriormente, meneando inocentemente las caderas con un vaivén ligero, inocentemente haciendo que le chico se concentrara detenidamente él. Si la chica supiera lo que ese joven estaba mirando en esos momentos tendría un golpe en la mejilla, o en su caso, el la cabeza. No podía creer lo que veían sus ojos, ¿esa era su mejor amiga, con la que había crecido de pequeño?. No, eso no podía ser, sonaba irreal, siempre se peleaban, pero o de broma, o por que había echo alguna de las suyas, pero en estos años de convivencia con ella, de charlas, de contarse secretos, de excursiones en las que más de una vez les había tocado de compañeros... nunca, pero nunca se había fijado en ella como mujer, como mejor amiga, como confidente, como compañera de trabajos y de apoyo cuando estaba mal... pero nunca como una de las demás chicas del colegio, se fijaba en ella como en Ayame y Kagome, como en su amiga, y no había notado lo que el tiempo había conseguido hacerle a esa joven que muchas veces vestía de chico y le golpeaba por hablar de cosas pervertidas o hacer cosas indebidas que divertían a ambos.
Sin darse cuenta, su amiga fue cambiando, desde aquella joven que le apoyó cuando descubrieron su problema de corazón hacía ya dos largos años, y había ayudado a recuperar su humor, llevándolo a sitios, impidiéndole cosas que podrían empeorar su salud, pero con tal de enfadarla un poco lo hacía, le gustaba cuando la hacía enfadar, le recordaba mucho cuando eran niños. Pero ahora... al verla de esa forma... su cara inocente, sus cabellos medio recogido, su piel siendo levemente alumbrada por la naciente luz del sol, su mirada penetrante hasta el lugar donde se encontraba, pero sin embargo misteriosa, ese movimiento de caderas, tan inocente y tan provocador... realmente no los había notado, tal vez por que siempre había estado junto a ella, y nunca en mucho tiempo se habían separado, seguramente que si hubiera estado menos tiempo con ella si que se abría dado cuenta de lo que le había pasado. La pulsera que llevaba, era una esclava de plata que le había regalado él por su cumpleaños con su nombre y su fecha de nacimiento, le pareció un lindo detalle, por que sabía de gusto de chicas, pero los de Sango eran extraños, así que optó por eso y acertó.
La joven entró al instituto sin notar como Miroku la seguía cautelosamente desde mejor, ellos dos eran los únicos en aquel recinto. Él ya no estaba preocupado por la hora, sino adonde iba su amiga, ya que no era normal que llegara tan temprano y menos si Ayame no la acompañaba que siempre lo hacía. Ella subió las escaleras pasando su mano por la barandilla para sujetarse, pero como si su tacto le resultara extraño, estaba confundido por las acciones de la chica, movía sus dedos lentamente, al parecer tocaba algo invisible suavemente. Terminó llegando al piso de arriba y se dirigió a una de las aulas de la derecha, las cuales pertenecían a los de primero, era extraño, en esa parte no había nada interesante. La siguió hasta que ingresó en una de las clases del final del pasillo, leyó el cartel que ponía en la puerta, 'Sala de música'. ¿Qué hacía ella ahí? Que el supiera no tocaba ningún instrumento... ¿Oh sí?. La curiosidad le podía, menos mal que la clase era grande y tenía dos puertas por las que entrar, la del fondo sería más prudente, si entraba por la misma que ella seguro que lo vería. Entró sigilosamente en el final de la clase, esperando no ser visto por ella, se sentó en el último banco de la última fila, apoyando en las estanterías intentando confundirse con el lugar. Sango estaba sentada en el lugar del piano, como mirando insegura si tocar o no, buscaba algo en su mochila hasta que puso en el apoyo de la partitura una de ella y se colocó para tocar.
Miroku la miraba curiosos, ¿desde cuando sabía ella tocar el piano?. No pensó en más preguntas ya que una música empezó a sonar desde el principio de la clase... una melodía... la misma que había escuchado tararear antes, aunque de sus labios salía alegre... pero... desde ese instrumento salía como un lamento triste... La canción sino se equivocaba era el 'Claro de Luna' aunque no recordaba el autor de ella. Pero... la tocaba tan bien, como si la hubiera practicado mucho en este último tiempo, era la primera vez que la veía tan concentrada en algo... sus ojos cerrados mientras seguía el compás de la música con el pie suavemente dando los compases de estrada a las notas... y con el otro posando sin mucha fuerza el otro en el pedal alargando más las notas, estirando esa melodía tan hermosa y tan triste... ¿Cómo podía no saber que ha Sango le gustaba tanto el piano?. ¿Es que en estos años no se habían hablado bastante, no se contaban tantos secretos como antes?. Eso asustaba un poco, creer que conoces a una persona, pero luego saber que es totalmente diferente a como la mantienes en la memoria... verla tan tranquila... tan hermosa... una imagen tan pacífica de ella tocando ese soneto... Terminó de tocar la pieza y soltó un gran suspiro y después una triste sonrisa, como si recordara algo por lo cual estuviera mal... a Miroku no le gustó esa expresión en su rostro.
Por que si la vida pasa sin desliz... – musitó el estribillo de esa canción – en ella, no puedo ser feliz... – bajó la mirada – y en tus ojos, lo veo, lo veo... es así... – su voz sonaba triste y ausente, pero hermosa a la vez... nunca se había fijado en eso tampoco – mi tristeza... tú felicidad... mis palabras... escondidas están... – levantó la vista y cogió la partitura guardándola – en mi voz... en mi voz... escondidas en ella estarán... – parecía más un lamento que una estrofa.
La chica de repente paró y arrugó la partitura fuertemente cerrando los ojos, a él le preocupó eso, así que a paso lento y sin hacer ruido se fue acercando a ella, esperando no ser notado hasta que ya no pudiera escapar de él, o por si lo intentaba al menos. Escuchó un leve sollozo de parte de la chica, lo cual le preocupó bastante, no le gustaba que llorara, mentía, no le gustaba que las mujeres lloraran, pero ella en concreto. Volvió a escuchar su tenue voz, esta vez reprimiendo un sollozo.
¿Por qué?. Yo preguntó a mi vida... ¿por qué? Mi sueño así... – paró respirando profundamente, aún sin notar que el chico estaba a escasos pasos de ella - ¿por qué el sueño pesadilla será?.¿por qué la tristeza en espíritu está? – se dio la vuelta con los ojos cerrados inspirando fuertemente.
¿Por qué cantas cosas tan tristes? – preguntó ya frente a ella sorprendiéndola haciendo que ella se sobresaltara y abriendo los ojos de golpe.
Mi... ¿Miroku? – parpadeó - ¿qué... que haces aquí? – contestó extrañada - ¿cómo me has encontrado? – algo confundida.
Te seguí cuando entraste, no sabía que tocabas el piano, el soneto que has tocado es muy difícil, me has sorprendido – sonrió levemente – dime... ¿por qué llorabas mientras cantabas la canción, estas triste por algo? – se acercó a ella.
¿Cómo que... lloraba? – se paralizó un momento – es que... la canción es muy triste, y siempre que la canto me pongo algo melancólica la verdad – bajando la cabeza – se llama "¿Por qué?" Me recuerda mucho... a varias cosas y me pongo sentimental – sonrió débilmente – pero ya estoy mejor, ¿ves?.
No mientas – frunció levemente el ceño – estabas triste antes de cantarla, te he visto desde el principio – le tocó la mejilla – sabes que puedes confiar en mi, vamos, ¿somos amigos, no? – aunque no lo pareció a Miroku le costó mucho decir esas palabras.
La chica se puso nerviosa... no le miró a la cara y estaba algo sonrojada, no sabía si decirle lo que pasaba o quedarse callada, era su amigo si... pero... no sabía... Pero él debía saberlo, por lo menos él si... podía confiar en él. Le miró con los ojos cristalinos, no sabía si llorar o no, verlo ahí, preocupado por ella... tan surrealista, siempre era al revés, entrecerró los ojos mientras el muchacho la observaba preocupado.
Me he enamorado... – musitó en un tono tan débil que a Miroku le costó escucharlo.
Los ojos del muchacho se abrieron por la sorpresa, notó como un balde de agua fría le caía encima, aunque no supo muy bien el porque. Miroku la miró extrañado y con una mueca distorsionada en su rostro, no entendía el por que de eso, sería porque se esperaba todo menos eso... pero esa confesión no lo era. Sango se había enamorado... Su amiga se había enamorado... ella... ¿quién podría ser?. Tenía una curiosidad inasible, pero calló y colocó una mano en el hombro de la chica, la cual le miró y sonrió.
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El sol ya se alzaba alto, era mediodía, pudiera ser las doce y algo de la tarde. Los jóvenes del instituto que estaban en su hora libre, hablando o jugando a algún deporte, ya hacía un tiempo que habían comido. Una chica de mirada verdosa y cabellos pelirrojos se encontraba jugando al balón prisionero junto a un par de compañeras de clase, ni Kagome, ni Sango tenían el humor para juegos, así que decidió ir sola, era buena en deportes, aparte de ciencias y geografía era su favorita. Esquivó una pelota mientras intentaba cogerla, su ropa de deporte aunque era cómoda y la dejaba moverse, no era lo mejor que tenía para jugar, si pudiera traerse la otra eso ya sería otra cosa. No comprendía a sus amigas, con suspiros de enamorada y melancólicas, no se lo querían decir, pero sabía muy bien que pasaba, aunque claro, ella siempre era la última en enterarse de todo.
¡Cuidado Ayame! – escuchó un grito de su compañera intentándola avisar que una pelota de fútbol se dirigía directamente hacia ella.
Levantó la pierna consiguiendo desviar el balón hacia otro lugar pero perdiendo el equilibrio y cayendo a la graba torciéndose al caer el tobillo. A primera vista no parecía nada, pero al intentar levantarse notó un punzante dolor en el tobillo izquierdo.
Lo siento – se acercó un chico pidiendo disculpas sin fijarse mucho en la chica – perdón tiré el balón para donde no debía y... pues eso... – se arrascó la cabeza.
Ella reconoció la voz, si pudiera ponerse de pie, le daba un capón en la cabeza, pero como no era el caso lo mejor sería mantener el pico cerrado no fuera a ser que lo matase de un golpe.
Lo que tu digas – se cruzó de brazos – ahora, mi queridísimo amigo Kouga, me acompañas a la enfermería – dijo con voz autoritaria.
¿Ayame? – levantó la vista - ¿no me digas que te he dado a ti? – palideciendo levemente.
¿Hay alguien más en el suelo aparte de yo?. ¿No verdad? – sarcásticamente – ayúdame a levantarme, ¡ahora! –ordenó.
El muchacho tragó en seco y la ayudo a levantarse apoyándose en uno de sus hombros, al parecer se hacía torcido el tobillo izquierdo. Si se recuperaba rápidamente lo más posible es que no le hablara en tres días, y aunque fue un accidente confundirla también era cosa absurda, por que era para matarle, o según el credo de ella así era. Llegaron al pasillo central, el cual iba derecho a la enfermería a paso lento, ya que la inminente cojera que sufría la chica no dejaba ir muy rápido.
O... oye Ayame... – comentó con algo de timidez – de verdad... que no quería darte con el balón, a sido solo un accidente.
Por culpa de eso me he hecho un esguince, no creo que lo olvide muy fácilmente lobo – levantó la cabeza.
¡Ahora no te pongas a decirme como Inuyasha! – levantó la voz un poco – yo no quise, fue casualidad después de todo – se encogió de hombros.
Si, ya casualidad, lo que tu digas – agachó la cabeza - ¿soy tan común para que no me reconozcas? – preguntó en un susurro.
¿Qué? – contestó desconcertado - no entiendo la pregunta – parpadeó.
Nada, no hace falta – apoyándose en la puerta – vamos a entrar ya – llamó a la puerta levemente.
Seguro que la vieja me hecha de menos – sonrió y recibió un pequeño golpe por parte de Ayame.
No le digas así a Kaede, si no vienes a la enfermería tan a menudo significa que peleas menos, pero la inmadurez del cerebro no se quita tan pronto – negó con la cabeza.
Abrió la puerta observando el interior de la enfermería donde sentada en su mesilla se encontraba Kaede, al parecer sorprendida por la llegada de ambos jóvenes. Entraron despacio por que la chica no caminaba muy deprisa y él no la forzaba no fuese a ser que la dañara más.
Hola chicos, al parece te has hecho daño en el pie verdad, ¿Ayame? – la examinó con la vista - ¿qué te ha pasado?.
Pues verás, el que tengo al lado, como es tan 'delicado' – se notaba el sarcasmo en la palabra clarísima – chutó un balón que se dirigía a mi, levante el pie para evitarlo, perdí el equilibrio y me caí torciéndome el tobillo creo... – mirando fijamente a Kouga.
¡Fue un accidente!. ¿Cuántas veces lo tendré que repetir? – poniendo una mueca - ¿te lo tengo que decir más veces? Lo siento, no fue mi intención, ¿contenta? – la dejó sentada.
No hasta que me lo pidas de corazón – cruzó los brazos.
Calmaos, me recordáis a Kagome e Inuyasha, vinieron aquí hace poco, creo que vosotros tuvisteis la mayoría de la culpa – alzando una ceja.
Si – apoyó el pie en un pequeño taburete – les obligamos literalmente, Inuyasha andaba preocupado por ella, y nosotros solo le dimos un 'pequeño' empujoncito – sonrió levemente – pero... desde hace un tiempo se ignoran, y actúan raro...
¿Actúan raro, y se ignoran? – preguntó la anciana mientras tocaba el pie de la muchacha y ella suprimía un leve grito por un largo suspiro – eso es muy raro en ellos, siempre andaban juntos, y normales, ¿sabéis que les pasa? – la chica negó con la cabeza mordiéndose el labio - ¿tú que crees Kouga?.
No lo sé, pero conociendo a Inuyasha... seguramente cometió alguna estupidez de la que se avergüenza delante de ella y Kagome le evita por que sabe que se siente mal, o al contrario, aunque lo dudo mucho – tocándose el mentón - a este par no hay quien lo entienda, por lo menos Sango si tiene razones para pegar e ignorar a Miroku y el por su enfermedad y su propósito de conseguir todos los datos de cada chica del colegio – se encogió de hombros.
Ya veo... – tocando de nuevo el pie – pues tenía razón Ayame, tienes un esguince, será mejor que te lo vende y llame a tus padres para que vengan por ti, lo mejor será que vuelvas a tu casa y vayas a tu médico, yo lo único que te puedo hacer es vendártelo – buscó unas vendas mientras de fondo se escuchaba en timbre del recreo.
Será mejor que me vaya, yo tengo clase ahora, si mandan tarea te traigo los deberes esta tarde – salió casi corriendo de la enfermería mientras Ayame suspiraba resignada.
"Estos hombres... nunca cambiarán" – pensó resignada mientras se tumbaba en la cama y cerraba los ojos, preguntándose el porque de sus amigos y la extraña actitud, Inuyasha distante, Kagome triste, Sango deprimida y Miroku sin intención de marcar los números de teléfono de una chica... bueno también estaba Kouga, pero ese siempre era igual.
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Hanuki andaba deambulante, el timbre de salida había sonado hacía casi un cuarto de hora, aún en los pasillos se veían estudiantes que estaban esperando a amigos, maestros que regresaban de nuevo a sus casas, delegados que volvían de la junta de cada semana y que ya se iban. Pronto el colegio se quedaría vacío como si nadie estuviera en él, pero no iba a ser así, no esta vez por lo menos. Su plan llegaría si... gracias a la información que había recogido de Kykio le ayudaría a él y a ella. Su estrategia era perfecta, sabía que el hermano de Inuyasha se había mudado a esa ciudad hacía unos meses, y que visitaba a su familia cada fin de semana que podía, así que si Kykio quería vengarse de él, lo tenía fácil, aunque lo suyo ya era un poco más complicado. Desde hacía tiempo tenía cierta obsesión por aquella chica, la que tanto se parecía a Kykio, pero que a la vez eran tan diferentes... Kagome Higuarashi, ese era su nombre.
Kagome... – se apoyó por una de las ventanas de el pasillo, y como si fuera por arte de magia la vio allí abajo, esperando a su amiga Sango, con una media sonrisa distraída y algo de tristeza en sus ojos, algo no muy común en ella.
Le había preocupado un poco su cambio de expresión, desde la lejanía la observaba sin que nadie se diera cuenta, siempre rodeada de amigos, pero sobre todo, con su 'mejor amigo', Inuyasha Kimitaka, lo repelía... pudiese ser por que siempre estaba con esa chica sonriente y siempre la hacía feliz, en parte era eso, tenía envidia de que siempre estuviera a su lado, pero ahora todo había cambiado, ya no se las pasaba con el guapito de clase, ni siquiera con sus amigas, algo la preocupaba, y el aprovecharía esa oportunidad, que gracias a Kykio, resultaría todo magnifico.
Pronto muy pronto... – murmuró a las sombras del pasillo mientras se dirigía a una de las aulas que ya estaban vacías esperando a su 'compañera'.
No tardó en escuchar los lentos pero rápidos pasos femeninos de aquella a la que esperaba. Sus labios se curvaron poniendo una media sonrisa irónica, cuanto tiempo estuvo obsesionado con ella, y aún lo estaba, no había la menor duda, pero en estos momentos tenía planes más importantes para la chica que eso. Era verdad que su frialdad y belleza más de una vez le había embriagado, pero intentaría, por una de las pocas veces que su fuerza de voluntad afloraba, no sucumbir ante esa obsesión.
Entró cerrando la puerta contra sí apresuradamente, no quería que lo vieran con él, no quería saber de él, pero era imposible, ya que el trato estaba a flote y ella era la que se había comprometido a cumplirlo, solo para que ese sufriera tanto como le paso a ella por su culpa. Naraku la había citado para contarle sus planes en ese lugar, y no desaprovecharía la oportunidad ya que la tenía a la palma de la mano. Se acercó a él y hizo un leve gesto de saludo con la cabeza para luego sentarse en la mesa de un pupitre.
Buenas tardes Kykio – saludó en voz alta – sabía que vendrías, aunque has tardado un poco – se fijó en ella – bueno, no importa, vayamos al grano.
Mejor – se cruzó de piernas - ¿qué es lo que quieres que haga? – alzó una ceja.
Que enamores Inuyasha Kimitaka – sonrió perversamente – no creo que sea difícil para ti.
¿Para que quieres que lo enamore? – contestó secamente - ¿de que me servirá eso a mi, eh? – se bajó del pupitre.
Te servirá, ya verás que te servirá... – dijo suspicazmente - yo tengo mis motivos personales.
¿Cómo cuales? Si vamos a trabajar juntos tendré que saberlos – asintió con
Como los que a ti no te importan, Kykio – comentó con tono lúgubre – solo hazlo, y conseguirás tu venganza, pero debes tener paciencia, no creo que lo consigas en un solo día – rió.
No te preocupes, sabré esperar – se alejó a la puerta – Ya me dirás quien es ella luego, o ya lo averiguaré yo – pronunció entre amenaza y curiosidad.
No hace falta, es tu viva imagen – la miró, ya sabiendo que lo descubriría – solo por algunas cualidades de la personalidad, sino fuera por eso, diría que sois gemelas.
¿Kagome Higuarashi? – sonrío maliciosamente - ¿por eso quieres que enamore a Kimitaka?. ¿para conseguirla, no? – giró la cabeza – no se que tiene que ver esto con lo mío, pero si me fallas Hanuki, ten por seguro que la pasaras muy mal.
Lo tengo en cuenta Kykio – sin inmutarse – adiós.
Adiós – cerró la puerta tras de sí.
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Sango caminaba aprisa a través de las calles, llegaba tarde y no podía llegar tan tarde siempre. Giró a la izquierda mientras cruzaba un semáforo en amarillo, no podía retrasarse, solo le había dado tiempo a cambiarse de ropa y a comer. Llevaba un vaquero ceñido una camisa de manga corta azul claro y una chaqueta sin mangas. La casa ya estaba cerca. Abrió la puerta, siempre estaba medio encajada a esa hora, sonrió y subió las escaleras rápidamente llegando a la verdadera puerta de la casa. Llamó suavemente mientras agarraba su maleta con fuerza. A los pocos segundos, un joven abrió la puerta, no tendría más de 25 años, cabello castaño claro y unos hermosos ojos verdes se escondían tras un par de gafas cuadriculadas.
Buenas tardes Sango – la saludo cortésmente dejándola pasar.
Buenas tardes profesor – sonrió levemente y un tanto sonrojada.
Continuará...
¿Soy mala o.o? no que va n.n solo me gusta dejaros con la intriga xD. Bien, dejándome de bromas ToT conseguí acabar el capítulo y con una amenaza de muerte antes de terminarlo xD ¿a que soy un tanto suicida por como os dejo los capítulos?. Si ya me lo dicen a mi, tus tas muy mal de la cabeza :P pero a mi como que me da igual, con tal de que el capítulo me haya quedado más o menos en condiciones, que fijo tenga amenazas de muerte y que mezcle de todo un poco, como que mejor n.n. No me da tiempo a contestar a los reviews :( me da lastima, pero llevo casi un mes sin actualizar, así que... bueno vale T.T llevo casi 2 meses sin tocar el fics, pero... ¿qué queréis que le haga? Si no viene la inspiración pues no viene, y como ya he dicho, tengo ya 9 fics en lista de espera 5 para actualizar y 4 One short, os preguntaréis que para que me complico la vida, pues muy sencillo, ni siquiera yo misma se la respuesta n.nUU así que fijaos u.u. Después de esta actualización viene Vidas Adolescentes de Harry Potter y mi fics estrella Ya nunca más xD jo ;-; que poco queda para que terminé, ese día llorare ToT.
Bueno, mis muy queridas lectoras, como veo que es muy tarde, aunque sea mentira y que si contesto los reviews, esto no lo voy a actualizar, pues como llevo haciendo 3 capítulos de mis fics a agradecérselos a todos por que sois las mejores T.T sin vosotras no habría llegado hasta los 113 reviews que tengo, así que unos saludos muy fuertes y muy especiales para:
Kaori Asamiya ; Lara – chan ; Belen n.n ; Anoded ; Karina Ishida ; Kagome – N ; Janett ; Anapana111 ; Natsumi – san ; Lunatt Black ; Sesshi23 ; Black Berries Fairy ; Akisukis shadowcat ; Uni – san ; Kagome Miki – Yumi.
Espero que les haya gustado muchísimo el capitulo que no me querráis matar por saber quien es ese tipo, pista, el profesor de piano, pero quien es, eso ya lo sabrán mis queridas amigas un pelín más adelante, como todas, incluidas las que están en el msn que hasta que no suba el capítulo no sabrán quien es, aviso es un personaje inventado, puede que os guste o que no, aunque si pusiera a... no importa n.nUU espero que hayáis disfrutado, nos vemos ;).
Próximo capítulos
Confesiones y un pasado diferente
Nos lo perdáis n.n!
Se despide ASUMI – CHAN.
