Bueno amigas n.n de nuevo la loca de Asumi a la carga de su fics, no se como está... bueno si lo se xD espero realmente que os guste, por que como sabéis siempre lo escribo con mucho cariño, aunque a veces tarde realmente más de la cuenta -.- lo reconozco, pero solo ha sido un mes y pocos días n.nUU no mucho no?. Sinceramente siempre dejo los finales más capullos que puedo, en el buen sentido de la palabra... por que lo pongo o en lo más interesante o en la más triste, cosa que seguramente congenia conmigo mucho... Ya que muchas veces os lo he dejado así, pero como soy una niña tan buen n.n pues por mi cara bonita y por las lectoras que quieren saber como acaba este fics no me pueden matar ni dejar incapacitada de piernas o brazos por que sino no escribiría n.n. Bien por favor, no me matéis, sino ateneos a las consecuencias ¬¬ os quedáis sin Sentimientos que Nacen y Ya nunca más, y así no sabréis el final, y casi termino mi primer fics ToT que emoción voy a llorar os lo juro ;.; cuando acabe veréis que el Océano Atlántico sube un 10 por ciento por mis lágrimas T.T.

Disclainer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, solo los he tomado prestado para hacer un Universo Alterado sacado de mi cabecita para hacer disfrutar a la gente que se molesta en leer este fics y que a veces me amenaza, ríe, llora, se emociona y otras tantas cosas por este fics. Muchísimas gracias por tenerme tanta paciencia, no lo merezco, las próximas actualizaciones serán, Vidas adolescentes y Yugioh Tv ;) espero con ansias que os lo leáis.

Hablando

"Pensando"

.-.-.-.-.-.- Inicio/Final de Flash Back

'''''''''''''''''''''''''''''' Cambio de escena

(Este capítulo se desarrolla a continuación del anterior, no me salto ninguna parte, aunque el tiempo no es mi mayor fuerte, pero bueno...)

Confesiones y un pasado diferente

Un leve sonrojo cubría sus mejillas teñidas por ese carmín mientras ese par de ojos verdes la miraban atentamente sonriendo jovialmente mientras la invitaba caballerosamente a su casa. Su nombre Mamoru Himaiko, profesor de piano de 25 años, trabajando como maestro particular para costearse la academia de música en la cual estaba, su piso no muy grande pero un cuarto donde había un piano de cola donde se podía ver un pequeño jardín que tenía los vecinos, ese lugar era tranquilo... irradiaba una paz, que ahora mismo la joven que estaba ahí de pie sentiría, sino estuviera demasiado atenta en su profesor. Llevaba casi seis meses acudiendo a esas clases, ninguno de sus amigo lo sabía, bueno, Miroku ahora sí se lo tenía que contar, nunca había habido secretos entre ellos. Al principio ni siquiera sabía leer las partituras, pero gracias a la paciencia de su profesor y calma, fue aprendiendo, sin ninguna prisa.

Y ella como joven de dieciséis años que era, se había enamorado como una colegiada, un afecto tan extraño para ella que le había obligado a comportarse extraña, no con él, sino con todo el mundo que estaba a su alrededor, sus amigos, su familia, muchos cambios inducidos en muy poco tiempo. Entró en la habitación y se sentó en el piano buscando sus partituras en su macuto mientras su maestro traía un vaso de refresco y un libro. Se sentó al lado de la cama y dejó el vaso de agua en la mesilla de noche mientras se limpiaba las gafas tranquilamente mientras ella se arreglaba y se tranquilizaba un poco. Su respiración era pausada y casi tranquila, pero siempre ese aroma a canela la traumaba.

- Puedes empezar ya Sango – contestó con voz lenta y varonil – solo tenemos dos horas, y hoy quiero que intentes tocar una pieza nueva – la miró unos instantes – pero antes... – sonrió - ¿podrías tocar de nuevo claro de Luna? Ya sabes que es de las mejores que te sale, y mi favorita – se puso las gafas.

- Por supuesto profesor – en un tono un poco coqueto que ni siquiera ella sabía como le había salido.

Se concentró olvidándose de lo que estaba a su alrededor, solo era ella y sus manos coordinadamente, y entonces... comenzó. Una perfecta danza de sonidos entrelazados entre si empezaron a salir de ese instrumento. Sus manos surcaban ese mar de teclas blancas y negras coordinando las colcheas, fusas, semifusas, bemoles, sostenidos... parecía que esa canción le salía del alma, de su interior, pero una música tan triste y melodiosa no podía concordar con era hermosa y juvenil chica. La primera partitura que había querido tocar... la primera vez que tocó un piano fue con esa misma canción, para una principiante sería demasiado difícil... ella a los pocos meses sabía tocar perfectamente esa partitura sin necesidad de tenerla, estaba memorizada, aunque por manía, siempre la acababa poniendo. El Réquiem termino en una nota grave resonado infinitamente en la habitación dejando que la chica suspirara un poco y se diera la vuelta sonriente para ver a su maestro.

- Muy bien Sango – se levantó y se sentó a su lado – ahora te voy a enseñar la del Cascanueces, es muy hermosa y difícil, dicen que cuando la compusieron, se formó un gran silencio, como si hubiera pasado un ángel, ojala ese momento se volviera a repetir algún día... – sonrió melancólicamente.

- Seguro que ocurrirá maestro – mirándolo – no se preocupe, usted enséñemela y conseguiré que eso ocurra – sonrió.

Suspiró paciente y siguió explicándole como se hacían esos breves cortes que tenía la nueva canción. Ella era de las que aprendía deprisa y que ahora tenía una meta en la vida, llegar a ser pianista o en su defecto maestra de piano, le costaría mucho, pero llegaría a cumplir su sueño. En esos momentos no recordaba una promesa que hizo hace muchos años... una promesa que le obligaba a estar al lado de un joven de ojos azul marino hasta el momento en el que se curara... ahora eso no era importante... sus recuerdos parados y ese momento casi olvidado... cuando un chico de cinco años con linda sonrisa tierna, mirada oji azul y cabello castaño oscuro le pedía que se quedara a su lado... hasta el día en que fueran separados.

''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''

Sus ojos ámbares se fijaban en las personas que pasaban por la calle, el taxi estaba parado y él inusualmente en medio de un atasco, que ironía, tenía prisa y había un atasco. Sonrió irónicamente a su pesar, hoy iría a visitar a su familia... Su madre seguramente se alegraría, su padre estaría trabajando, y su hermano estaba casi al cien por cien seguro que pasaría de él, no tenían mucho afecto fraternal, aunque se toleraban bastante, el tampoco había sido un hermano mayor ejemplar, siempre fijo en sus expectativas sin mirar por los demás... aunque... ahora que recordaba... por una persona si que había velado... se había preocupado, pero... las cosas no salieron bien, y para que ella no sufriera... aunque le hizo tanto daño que luego ya no era la misma... un cambio radical, tal y como le dijo... pero... Abrió sus ojos y un deje de tristeza apareció en ellos, él tampoco quería que ella se convirtiera en alguien sin sentimientos...

- Kykio... – susurró – ya no se puede ir al pasado Sesshomaru – se dijo a si mismo – ella nunca sabrá el por que de lo que hice, y... – miró por la ventanilla rememorando recuerdos que se remontaban al pasado... a dos años antes de todo – creo... que es mejor que siga así...

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Le había llegado una carta, una beca para una Universidad de Estados Unidos, no por algo era el mejor de su año, iría a una de las mejores universidades de derecho y podría conseguir una buena carrera. Aunque no lo demostraba estaba alegre, sus padres estaban muy contentos y su hermano, como siempre, estaría en casa de su amiga... como se llamaba... Ah si, Kagome Higuarashi, no la conocía muy bien, y mucho tiempo sin verla, solo recordaba una larga melena azabache cara de no romper un plato y ojos marrones, o por lo menos eso creía, la verdad es que no se había fijado mucho. Hacía mucho tiempo que tenía una amiga, debía tener... la edad de su hermano, aquella chica que salvó del coche que leía Hamlet, era simpática y siempre abierta, nunca se callaba... chiquilla parlanchina...

Hoy iría a decirle que se iba, no sabía como le sentaría, a lo mejor la llamaba algún día, era muy reconfortable estar con ella, pero no todo es perfecto¿no es así?. Al llegar a su casa y verla vacía no supo donde se habría metido, siempre estaba o en clases o en su casa... eso era realmente extraño. Un vecino le dijo que estaban en el hospital, pues al parecer sus padres habían tenido un accidente de tráfico y estaban graves. Él fue caminando a prisa hasta el hospital, pero una lluvia le cogió por el camino y se refugió debajo de un árbol, cuando amainara un poco la lluvia iría a verla... Si de verdad sus padres estaban graves... y no salían de esta... ella se quedaría sola, él por lo menos no conocía a otra familia que no fueran ellos... Huérfana con 14 años... y él, según ella su mejor amigo, se iba a ir para dejarla sin nadie en quien apoyarse... realmente, sería mucho para ella.

De improvisto la vio llegar... estaba mojada, se sentó en un banco y empezó a oír sollozos... él tenía 19 años, y aún nunca había llorado, no se había muerto ningún familiar apreciado, era muy extraño ver llorar a una de las personas a las que aprecias y no poder hacer nada para poder evitar su sufrimiento... Sus palabras que volaban al viento, fueron captadas por él que respondió... Filosofía, no por algo era una de las que mejor se le había dado, ella le conocía demasiado bien así que soltó una carcajada carente de alegría y habló con una amargura casi susurrando las palabras. Él no aguantaba a una mujer llorar, era una cosa que iba contra sus fuerzas... suspiró ineludiblemente y se acercó a ella mientras se mojaba levemente pues aún le árbol cubría la mayoría de su cuerpo. No quería que ella sufriera, pero no sabía como consolarla, era ridícula la situación su mejor amiga lloraba y él no hacía nada.

Se sentó en la banca empapándose la ropa, cosa que no le importaba, al hablar su voz sonaba fría y sin sentimiento, siempre era así, aunque extrañamente la voz de su amiga sonaba rencorosa, no entendía porque. Sin saber como... un pensamiento llegó a su cabeza y empezó a hablar, ahora lo había comprobado al verla llorar... seguramente era huérfana y tendría que ir con otra familia como un papel de cambio, exactamente sus palabras fueron las de sus pensamientos, por el cual recibió una bofetada de la cuál sabía que tenía bien merecida, sus palabras habían sonado tan crueles, tan... desinteresadas, tan irónicas... Sabía que había echo mal, así que rápidamente se disculpó, cosa que sorprendió hasta el mismo... Nunca lo había echo, a nadie que no fuera de su familia o con una sólida referencia, no se había nunca disculpado por herir los sentimientos de la chica... era muy sensible... muy ingenua... muy inocente, y si se quedaba sola... llevaría una dura vida, y no sería la misma, si le decía que se iba estaría peor... pero y si... ¿y si lo odiara hasta el punto de no querer volver a verle?... Sería una separación... más rápida... igual de dolorosa... pero con la ventaja de que no tendría que echarle de menos...

Entonces, tomó una decisión de la cual, meses después, se arrepentiría de la mitad de sus palabras. Su tono frío se tornó helador, sus pupilas se dilataron un poco, agarró a la chica de la mano sabiendo que la estaba dañando a posta y le dijo las últimas advertencias que recibiría de él, las cosas que tenía que hacer, para vivir e intentar rehacer su vida, solo así podría hacerlo, ella utilizaba su cálida voz pidiendo que la soltara y así hizo rudamente, provocando que casi cayera... era lo mejor para todos cerró los ojos y empezó a caminar después de decir que todo era un juego, un cruel juego del destino, claro estaba, sin ser visto rió irónicamente, cosa que a lo mejor ella interpretó como concreto. Sus palabras de tristeza, odio y rencor crecían cada vez más con la intensidad suficiente como para dañar los oídos de Sesshomaru, un deje de sarcasmo salió por su boca diciéndole que él tampoco la quería volver a ver, ni siquiera que se acercase a ella, burda mentira que le iba a cobrar más de una.

Al día siguiente ya tenía sus cosas recogidas, su cuarto sin ningún objeto suyo. Seguramente la habitación que ahora ocuparía Inuyasha, ya que era el más grande ahora. No pudo dormir en toda la noche por el maldito remordimiento, pero en su interior, sabía que eso era lo mejor para todos... por lo menos para ella... aunque ahora seguramente lo odiaba, la protegería si la volvía a ver, no sufriría si él lo podía impedir. Cerró sus ojos y tomó un taxi, se fijó en la ventanilla... nieve... miró al cielo blanco de Tokio mientras los copos caían suavemente en el asfalto, con él en el taxi que le llevaría directo al aeropuerto... el último lugar en el que verían a Sesshomaru Kimitaka en 9 meses...

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Bajó la mirada mientras ahora por las calles veía a la gente sonreír, cosa que él no hacía casi nunca. Su hogar estaba cerca, ya casi podía divisarlo, ya se veían las escaleras del templo Higuarashi, mientras un chico corría subiéndolas con un gato entre los brazos. El parecía extrañado, hacía mucho tiempo que no visitaba su hogar, siempre avisaba, pero ahora no lo había echo... seguramente su madre se llevaría una gran alegría, y su hermano una tormentosa sorpresa. Se tumbó en el sillón y cerró los ojos intentando centrarse, ahora tenia 21 años, su carrera solo le quedaba un año, y ya era famoso por ser el alumno que más casos ganado llevaba... seguramente podría entrar en un buen bufete y ganaría dinero suficiente como para comprarse un pequeño apartamento para si... estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta que ya había llegado a su casa.

- ¿Señor? – preguntó el chofer – Ya hemos llegado señor – comentó mirando por el retrovisor.

- Uhm – respondió.

Miró por la puerta y luego se fijó en el hombre que esperaba su dinero por la ida, el cual pagó Sesshomaru sin rechistar y salió del taxi. Su casa... el lugar donde había pasado casi toda su vida uno de los pocos lugares en los que podía estar siendo frío, pero humano a la vez, algunas personas le decían que alguien como él no podía ser humano... Muchas veces tenía que defender a personas que sabía que eran culpables, pero siempre ganaba el caso y quedaba en libertad... era extraño el sabor amargo que esa victoria conllevaba sabiendo que había protegido al falsante... Ahora estaba en casa... ahora entraría en su hogar...

- Ya he vuelto... – musitó.

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Estaba ya atardeciendo, mientras que a la vera de un columpió, cuando los niños ya se habían ido con sus madre pues tarde se hacía y pronto refrescaría. Solo quedaba en aquel sitio un muchacho de cabellos entre castaño y negro y unos hermosos ojos de color zafiro miraban intensamente el lugar vacío que estaba a su lado... Muchos recuerdos de aquel lugar, él riendo, jugando, hablando con sus amigos y... con su mejor amiga... Sango. La joven de cabellos caoba y mirada café que ahora no estaba con él... ¿cuándo fue que dejaron de estar el uno al lado del otro?. ¿Cuándo demonios habían estado tanto tiempo sin entenderse que ahora su pasado era como un amargo recuerdo?... no lo sabía... pero cuando ella le dijo eso... de que... se había enamorado no... no supo reaccionar.

- ¿Por qué? – se preguntó - ¿por qué me duele tanto saber que ya no todo es como antes?... que los ratos que pasaron ya están olvidados... – bajó la mirada – que ya nada volverá a ser lo mismo entre nosotros...

Se tocó el lugar donde su corazón palpitaba... dentro de unos años, quizás eso ya no fuera posible... No sabía como reaccionar ante esa situación, era tan complicado. Sango siempre a su lado apoyándole, pero ahora... ella... ella no lo había abandonado pero... de algún modo se sentía solo, sin su compañía, sin sus regaños, sin su voz... sin la presencia de ella era un vacío extraño. Sus ojos cerrados mientras su cabeza era un torbellino de preguntas sin respuestas, hasta que una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.

- ¿Miroku? –comentó una voz - ¿qué haces aquí? Ya es muy tarde – acercándose a esa persona.

Él se giró levemente, mirando a esa persona por el rabillo del ojo, y una media sonrisa que apareció en su cara, mientras se relajaba un poco y dejaba la cara lo más natural posible.

- Yo también me alegro de verte... – se giró completamente – Sango.

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Puesto que tarde ya era y sus ojos cansados miraban entretenidamente el lápiz entre sus manos, estaba aburrida, los problemas no le salían, el reloj marcaba casi la una de la mañana y tenía que madrugar pues tenía que irse al colegio, tenía un examen de matemáticas y no entendía casi nada. Lo mejor sería intentar recordar por lo menos una de las mínimas fórmulas que le decía, pero... no tenía cabeza para eso, eran demasiadas cosas las que le habían pasado a esa pobre estudiante de Secundaria que iba a entrar en Bachiller el próximo año. Suspiró resignada, estaba tan confusa... tantas cosas habían pasado y nada más que un par de frases habían lanzado a Inuyasha en lo que iba de semana, no hablaban, no reían, no se contaban las cosas... era un autentico tormento, toda una vida confiándole a esa persona tus más íntimos secretos... y ahora... la total y absoluta ignorancia... No tenía ni idea de cómo llevar eso...

- La vida no siempre es fácil... – susurró para si misma, mientras cerraba el cuadernillo y apagaba la luz de la mesita – pero... hay veces que... es mejor dejarlo todo a un lado – sonrió ligeramente dirigiéndose a la pequeña ventana – y vivir, aunque eso signifique, sufrir al intentarlo...

Por la ventana que abierta estaba, entraba un ligero viento que hizo que ella cerrara los ojos unos instantes disfrutando sutilmente la suave caricia que aquel aire invisible tocaba su rostro tan suavemente que se iba quedando adormecida. El suave canto del Árbol Sagrado meciéndose, y sus ramas se movían al compás del viento entre ellas haciendo que ese frondoso árbol de más de mil años, cantase callado en la oscuridad de la noche... una hermosa noche en la que las estrellas eran las protagonistas, ya que la luna escondida, pues su belleza no se observaba por ningún lugar de aquel esplendoroso cielo oscurecido. Ella aturdida y adormilada, pensando por un momento en la libertad, en la imagen del chico de ojos miel y cabellos plateado hablándola animadamente mientras sonreía y luego fruncía el ceño algo enfadado por alguna estupidez que había dicho Kouga o por que Miroku estaba hablando de chicas... o por cualquier otra cosa... Ese era el Inuyasha que a ella le agradaba... ese era el que ella... Entonces abrió los ojos impredeciblemente, como si descubriera una verdad, la cual sabía, pero que escondida había estado.

- Le quiero... – musitó casi con agonía – yo... yo... – tartamudeó, y aunque nadie la escuchara sentía que su cara se sonrojaba – yo... quiero a Inuyasha...

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Otra mañana solitaria, otro triste despertar, otra vez sus ojos se cerraban esperando seguir durmiendo, cosa que era imposible. Abrió con pesadez uno de sus ojos ámbares, el reloj marcaba la siete... No tenía ganas ni de levantarse... Por que heme aquí una pregunta sencilla... ¿para que ir a la escuela si no puedes estar con quien quieres?. Si la ignorancia es lo único que escuchas, que todo a cambiado para mal por el transcurso de esa semana de silencio. Siempre la había ido a recoger, desde niños, ella despertándose tardía y el desayunando en su casa mientras le hacía burla e iban corriendo hacia la escuela con suerte de llegar temprano, casi siempre con risas o alguna que otra conversación... pero ya no... Todo desde el día del beso, todo había cambiado, sin duda para mal, la vergüenza de ella y su orgullo eran el problema de la falta de comunicación entre los dos.

Suspiró y se fue levantando, con la sensación de cansancio aún recorriendo su cuerpo hacía noches en las que no conseguía dormir, hasta que entrada la madrugada conseguía coger el sueño costosamente. Su madre ayer por la noche dijo que había venido alguien, el cansado dijo que no cenaría y se fue directamente para su cuarto dejando a su madre preocupada con una faz triste. Al llegar a su cuarto se tiró pesadamente sobre la cama y hasta tarde estuvo pensando en todas las cosas que le habían pasado... No quería hacer nada, así que se quedó en esa misma postura toda la noche... mirando a las titilantes estrellas que brillaban en el firmamento, hasta que poco a poco... Sus ojos se cerraron y se durmió profundamente.

Se puso en pie, tambaleándose mientras se dirigía a su armario donde se encontraba su ropa, más de una prenda de ahí le traía un recuerdo. Cerró los ojos mientras se apoyaba en la pared, la echaba de menos... demasiado... si hubiera alguna forma de que todo fuera como antes... como cuando eran niños... entonces sería feliz, 'solo amigos' rondaba por su cabeza, pero el sabía que sentía muchísimo más que eso. Se vistió mientras casi sin ganas, mientras miraba como el viento movía distraídamente la pequeña cortina. Una pantalones negros largos, estilo a la pana pero más suave... una camiseta de color blanco, con es dibujo de un demonio en su espalda y unos zapatos de deporte de color gris plateado. Se colgó la maleta en el hombro y bajó para desayunar, quería llegar temprano al colegio, ya que sabía que ella no se levantaría hasta tarde... las siete y cuarto eran cuando miró al reloj por última vez.

Bajó por las escaleras a paso lento, escuchando el suave titilar de la cafetera, seguramente su madre ya estuviera abajo preparándose el desayuno, unas voces captaron su atención, una era la de su madre sin duda, y estaba hablando con un varón, por la voz grave que se oía. Pasó por el salón directo a la cocina, dispuesto a saludar a su madre y desayunar pronto, la verdad es que su madre cocinaba bien, pero después de tantos años desayunando con la familia Higuarashi no sabía tan bien. Llegó a la puerta sonriendo débilmente.

Buenos dí... – sus palabras se callaron al ver a alguien que no se esperaba en aquel cuarto – as... – parpadeó varias veces esperando despertar de ese sueño, pesadilla o lo que fuera.

Sentado en una de las sillas, estaba un joven de cabellos plateados y ojos ámbares vestido limpiamente mientras se tomaba un descafeinado... Todo para Inuyasha fue muy rápido... ¿Que hacía Sesshomaru en la casa SI se SUPONIA que no estaba en la CIUDAD?. Cerró los ojos para luego abrirlos y ver a su madre sonriente, seguro que se refería a él cuando entró ayer a casa... Miró de nuevo a Sesshomaru y puso una mueca de desagrado.

- ¿Qué se supones que haces aquí? – pronunció secamente haciéndole sacar a su hermano una risa sarcástica.

- Buenos días a ti también hermanito – se giró mirando penetrantemente a Inuyasha - ¿Sorpresa verdad?.

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Caminaba con sueño por la calle, era menos 10 minutos, podía llegar tranquilamente al colegio. Miró a sus pies, no pegar ojos en la noche no era bueno, pero llevaba una semana así, decaída sin rumbo fijo. Bostezó cansada mientras se estiraba por la calle, no había nadie, seguramente la mayoría ya estarían en las clases. Después de esa noche... Sabía que quería, 'a quien quería' y lo que significaba ese sentimiento, pero de lo que también estaba completamente segura era de que su amigo no sentía lo mismo... aunque entonces... ¿por qué de recompensa pidió un beso? Eso no lo entendía¿para burlarse de ella acaso? No... él no era tan cruel... A lo mejor... fue un juego, se lo pediría de broma y ella se lo creyó, provocando que el tuviera que besarla. Se arrascó la cabeza, no entendía nada.

De pronto notó que chocaba con alguien produciendo que casi perdiera pero un brazo la aguanto haciendo que se quedara exactamente en esa posición. Abrió ojos para ver con quien había chocado, y su sorpresa fue mayor al ver unos ojos carmesí mirándola con curiosidad, cabellos oscuros y una faz un tanto pálida. Ese chico era el que la había saludado cuando estaba en el patio... ¿cuál era su nombre? No lo recordaba bien...

- ¿Estas bien? – preguntó al parecer preocupada.

- Eh... si – sonrió débilmente – muchas gracias por ayudarme, y lamento el golpe, no estaba muy atenta de por donde iba... – bajó la cara avergonzada.

- No importa, no ha sido nada – la miró – Tu eres Kagome Higuarashi¿verdad? – la miró, sabía perfectamente quien era ella.

- Si¿cómo sabes mi nombre? – parpadeó inocentemente.

- Dicen que eres el doble de Kamasaki, pero yo creo que no os parecéis en nada – inspeccionándola – Por cierto, soy Naraku Hanuki, puedes llamarme Naraku si quieres – le tendió la mano.

- Y tu a mi Kagome – rió apretándole la mano – un gusto conocerte – miró su reloj, menos cinco, debía darse prisa sino llegaría tarde – bueno, llego con el tiempo justo, nos veremos otro día Naraku – despidiéndose con la mano mientras se iba corriendo.

- Hasta otra Kagome – sonrió maliciosamente al ver que ya no se veía – solo falta que entres en acción Kykio, solo falta eso... Seguro que Sesshomaru estará 'muy' contento de verte salir con su hermanito... – se dio la vuelta, no entraba hasta segunda hora, así que tenía tiempo suficiente para pensar el paso siguiente del plan, solo tres pasos más...

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Bufó débilmente, se había peleado con su hermano, y si no fuera peor, se iba a quedar en su casa por lo menos dos semanas, iba tarde al colegio y por si fuera poco le empezaba a doler la cabeza. Su casa al estar más lejos del instituto que el de Kagome, se tardaba más es cruzar la calle. Su madre les había separado diciendo que no peleasen de nuevo como críos, su hermano le tenía realmente harto, no sabía como demonios su madre le dijo que antes era como él, pero no se lo creía ¿Alguna vez su hermano dejo de ser Don Hielo? Lo dudaba mucho... La discusión minutos atrás solo le producía más dolor de cabeza aún¿algún adolescente normal tendría jaqueca? Seriamente creía que no. Y todo por culpa de la inesperada visita de Sesshomaru.

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- ¿Qué se supones que haces aquí? – pronunció secamente haciéndole sacar a su hermano una risa sarcástica.

- Buenos días a ti también hermanito – se giró mirando penetrantemente a Inuyasha - ¿Sorpresa verdad?.

- Más bien desgracia diría yo – sentándose en el otro pico de la mesa - ¿para que se supone que estas aquí?.

- Desayunando¿es que además de idiota eres ciego? – dijo burlescamente - no me extrañaría, después de todo, tampoco es un honor tener un hermano como tú – tomó un sorbo de su café.

- No me refiero a eso estúpido – comentó entre dientes - ¿qué diablos has venido a hacer a casa? Creíamos que jamás o por lo menos en un par de años, bueno, yo no te esperaba ver más – comiéndose una tostada.

- Pues ya me ves aquí, me voy a quedar dos semanas como unas pequeñas vacaciones, prefiero estar en casa que viajar o quedarme en mi apartamento – miró a su madre – gracias por el café, ahora voy a salir a por unas cosas – inclinó la cabeza.

- De nada Sesshomaru – sonrió dulcemente.

- Keh¿no que tenías vacaciones hermano? – le miró reprobatoriamente.

- Eso no significa que no tenga responsabilidades, pero... ¿qué va a entender un crío de estas cosas? – se dio la vuelta.

- ¡Repite lo dicho! – levantándose de la silla provocando que su madre se metiera por en medio.

- ¡Inuyasha, no grites a tu hermano! – chilló su madre - ¡y tu Sesshomaru no le piques!.¡Parecéis niños pequeños por favor, ya sois bastante mayores como para dejar las discusiones como esas! – miró a Sesshomaru – Sobretodo tu siendo el mayor deberías dar el ejemplo – puso una voz firme que rara vez ponía... daba miedo... ya sabía de donde sacaba la voz Sesshomaru para atemorizar a la gente.

- Lo siento madre – bajó la cabeza arrepentido.

- Yo igual – dijo él también.

- Bueno... ahora Inuyasha vete a la escuela y tu Sesshomaru a donde tenía que ir, y por favor, no se peleen más – recogiendo los platos – ahora lárguense sino quieren que les obligue a fregar los platos también – amenazó su madre.

Inuyasha cogió otra tostada y salió de su casa en dirección hacia la escuela, mientras Sesshomaru tomaba justamente el camino contrario. La verdad es que para ser hermanos no se parecían en nada, el aspecto físico pudiera ser, pero en nada más, eran como en agua y el aceite... Inuyasha había empezado a tener dolor de cabeza desde por la mañana y la pelea solo había conseguido que lo aumentara más.

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¡Ahrg! Como odiaba que su hermano siempre se metiera con él, pero desde niño, estorbo, estúpido, bastardo pocas veces pero también, crío, infante y si seguía con la lista no terminaría nunca. Llegó a la mitad del camino y reconoció a alguien familiar... ¿Kagome?. Estaba en brazos de un chico... ¡Naraku Hanuki?. ¿Qué hacía Kagome con ese tipo hablando tan animadamente?. ¿Por qué reía débilmente mientras le sujetaba la mano?. ¿Por que SU Kagome estaba con ese sujeto?. Entonces cayó... ¿Su Kagome?. ¿Es que acaso Kagome era de su propiedad? No... ella era su mejor amiga, no un objeto... La vio despedirse sonriendo y algo le pegó muy fuerte dentro de si, hacía tiempo... que no veía a Kagome sonreír de esa forma... ni siquiera a él, en más de una semana... Bajó la vista para el suelo¿sentiría celos de aquel que solo con hablar con ella le hacía sacar una sonrisa? Pudiera ser eso...

Siguió andando mientras Naraku se acercaba como pensando en algo, no creía capaz de que ignorara su presencia... al fin y al cabo, ellos eran enemigos, de deportes, de estudios... ¿en el amor también? Quien sabe... Pasó por su lado, él mirando de reojo a Inuyasha e Inuyasha a él, una de esas miradas que consiguen matarte, de odio y rencor, eso era lo que sentían el uno por el otro, pero Inuyasha pudo distinguir una pequeña sonrisa de victoria, pero no sabía a que venía...

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Ya era el descanso del recreo 30 minutos para poder tomar una poco el aire, extrañamente Miroku no había venido a clases y Ayame y Kouga estaban peleando por algo que pasó el día de ayer. Kagome estaba sentada al lado de esos dos, no encontraba a Sango por ningún lado del patio, suspiró cansada. Kouga dejó a Ayame con la palabra en la boca y se fue a Jugar a Fútbol con los demás, ella no entendía la pelea, así que se quedó con la boca calladita, para ella ese par no tenía solución, Ayame era un Inuyasha en femenino, si Kouga no tenía con quien pelear, se peleaba con Ayame, y así sucesivamente. Una voz la sacó de sus pensamientos.

- ¿Kagome? – preguntó Ayame - ¿Kagome me escuchas? – insistió.

- ¿Eh? – la miró- Sí, claro¿qué es lo que querías Ayame? – fijándose distraídamente en los árboles.

- No te hagas la tonta, sabes que puedes confiar en mi tanto como en sango¿por qué no me cuentas lo que pasa entre tu e Inuyasha? - se pasó la mano por el pelo.

- ¿Por... por que preguntas eso? – parpadeó – no ocurre nada, solo nos hemos peleado... – bajó la mirada.

- Si claro Kagome, y yo me lo voy a creer, puede que no sea una persona muy lista, pero os conozco a los dos desde que éramos pequeños, y sé que si os hubierais peleado ahora mismo estaríais insultándoos no ignorándoos – dijo perspicazmente - así que no me mientas, y cuéntame la verdad.

- Es que... es muy difícil de explicar... – se sonrojó levemente – preferiría no contar nada, entiéndeme por favor Ayame... – ella iba a hablar pero no la dejó – no es que no confíe en ti, sino que... es complicado... juro que cuando tenga mis ideas en orden te lo contaré¿de acuerdo? – la miró suplicantemente.

- De acuerdo... pero me lo tienes que contar – suspiró – será mejor de que vayamos a las clases, el timbre está apunto de sonar – levantándose.

- Tienes razón – sonrió y la siguió, ya que en pocos instantes sonó la campana.

Fueron andando por el patio hasta la entrada del instituto, pero antes de entrar Kagome se quedó parada un momento. En una pequeña calle que hay antes de entrar al instituto, dos figuras hablaban o eso parecía. Una chica de cabellera oscura como la noche y piel pálida con el chico de ojos ámbar... ¿Qué hacían esos dos ahí?. Ayame la volvió a llamar.

- ¿Kagome, ocurre algo? – mirándola.

Ella no respondió, volvió a fijar s vista en la pequeña calle... Kykio Kamasaki e Inuyasha estaban ahí. A ella se le encogió al mirarlo cerrando fuertemente los ojos mientras se mordía el labio, Kykio e Inuyasha... en ese momento... Se estaban besando.

Continuará...

Hola n.n gente, os prometo que... ¿no sabéis que no debéis fiaros de mi? XD cuando menos os lo esperáis os dejo con la mayor intriga, pero de buen rollito ¬¬. Se que tengo tendencias de Suicida, lo reconozco, también de masoquista por que siempre lo dejo en lo mejor... pero... ¿qué queréis que haga T.T? Esta en mi naturaleza, dejarlo todo en lo mejor u.u es que... lo tengo que hacer, en Ya nunca más me conocéis cuanta más intriga haya al final, con más gusto cortaré el final ¬o¬. Se que he tardado, mes y medio, pero es que si mi inspiración se va no le puedo hacer nada solo esperar que llegue de buenas y me ayude, o sino torturarla hasta que acceda ¬¬ no me conocéis, bueno los que leen Yugioh Tv si, pero los demás no saben lo que le puedo llegar a hacer a un pobre chico jeje, soy mala ò.o. Cambiando de tema¿queréis saber por que esos dos se estaban besando?.¿los tres pasos de Naraku?. ¿Si Sesshomaru se encontrará con Kykio?. ¿Por qué Miroku no ha ido a la escuela? Pues para eso tendréis que esperar con impaciencia hasta mi próximo capítulo n.n.

Mis muy queridas amigas y lectoras n.n sabéis que no puedo vivir sin vosotras y no se si vosotras sin mis fics, tengo muchas cosas en las que pensar, y una calor sofocante, así que no podré contestar los reviews lamentablemente... u.u. Pero sin vosotras no habría llegado hasta casi los 130 rr T.T soy muy feliz, por que veo que a alguien le importa como siga Sentimientos que nacen... Espero que algún día realmente os lo pueda agradecer.

Kaori Asamiya; Akisukis Shadowcat; Kagome – N; Princess – girl; Jorleen; Sesshi23; Lara – chan; Sango2005; Piskix; Gabyto; Ayumi Mizumoto.

Espero sinceramente que les haya gustado y que no tengan intención de matarme, ya saben que actualizaré lo más rápido que pueda, eso equivale a un par de meses, o mes y medio n.nUU. Muchísimas gracias de nuevo a aquellas que me dejaron review, que se que os importa este fics, pero quiero destacar a 2 personas que aunque no me hayan dejado review : mala pécoras las 2 ¬¬: Antonietta y Karina siempre las tendré presente, a Sara no te cuento ¬¬U se que no tragas a Kykio, pero has un esfuerzo mujer que es un capítulo...

Próximo capítulo...

Un encuentro, una imagen, una mentira

Nos lo perdáis n.n!

Se despide ASUMI - CHAN