El tesoro de Thranduil.


Capítulo 1ro: Legolas va a ser tu nombre.


Thranduil despertó repentinamente por el lastimoso y agudo sonido de un llanto infantil. Instantáneamente se levantó y sin ni siquiera frotarse los ojos cansados se encaminó con tropezones (pues aun estaba algo adormecido) hacia la cuna de su hijo.

Thranduil había querido que la cuna estuviera en su propia habitación, a pesar de que sus consejeros, curanderos e incluso amigos le había dicho que no era bueno para él; pues necesitaba reposo y, con un bebé en su habitación hechándose a llorar de vez en cuando a las tantas de la noche, era obvio que no reposaría. Le propusieron dejar al pequeño compartir una habitación con Aldanis, la niñera. Pero nada de lo que dijeran cambiaría la decisión del Rey Elfo. Él quería hacerse cargo de su hijo. Quería darle todo su amor (y doblemente) pues su madre no estaba ahí para darle su parte.

Thranduil se inclinó sobre la blanca cuna tallada en madera de baya y adornada con tallos de hojas, flores y pajaritos. Su hijo estaba envuelto en ropas calentitas y suaves mantas de seda le cubrían parte del cuerpo. El pequeño lloraba a lágrimas viva, pateando con sus piernecitas y encogido de forma que sus pequeñas manos acariciaban sus mejillas terriblemente sonrojadas por el llanto.

Thranduil le tomó en brazos con cuidado. - "Sshh... cálmate... cálmate..." - le susurro en un tono de voz aliviador mientras se sentaba en su cama y echaba las mantas sobre sus hombros, cubriéndole a él y a su hijo, que abrazaba en su regazo.

"No llores, mi pequeño.... Ada está aquí... sshhh... cálmate ahora..." - le decía una y otra vez, mientras le acunaba y mecía en su pecho y con un dedo jugaba con los ricitos rubios del pequeño.

Esa noche se cumplían dos semanas del fatídico día en que su esposa murió. Los catorce últimos días habían sido una pesadilla. Durante el día, Thranduil se encontraba la mayor parte del tiempo en los jardines del manantial (donde la conoció a ella), mirando fijamente las aguas cristalinas donde una vez se bañaron los pies de ella, con el rostro en blanco, y a veces incluso pasaba horas sin moverse un palmo del lugar. Todos los días se encerraba en su estudio y lloraba a lágrima viva por la suerte de su esposa, y maldecía al destino por ser tan cruel. Por las noches no conciliaba el sueño, y si lo hacía éstos eran desagradables, y se despertaba sobresaltado al oírse a si mismo decir inconscientemente en voz alta -Undómeärel.... meleth nin... vanimalda....-

Mas, a pesar de eso, había algo que le hacía sonreír de vez en cuando; una triste sonrisa en realidad, pero una sonrisa. Y ése era su hijo.

El pequeño se parecía tanto a su madre... Thranduil no podía evitar verla a ella cada vez que miraba al pequeño a los ojos. Su hijo era un regalo de Eru, un tesoro sin precio al lado de sus riquezas y joyas, que había heredado de su padre el Rey Oropher y a las que les tenía gran admiración y amor (sobretodo a la plata fina) no sólo por ser un recuerdo de su padre pero también por su increíble belleza natural. Pero nada de eso podía compararse al niño, al igual que su amor por él.

El pequeño había cesado de llorar. Ahora sólo se oían pequeños sollozos contenidos y el suave murmullo del canto de la nana de Thranduil, arrullando al bebé.

El niño se quedó en silencio al fin y Thranduil suspiró tranquilo y cansado. Se percató que el pequeño le estaba mirando fijamente con tiernos ojos brillantes, y entonces levantó sus manitas y las sacudió con un dulce gorgoteo, como quien pide más atención y cariño.

Thranduil le sonrió y le besó los deditos. Al cabo de un rato el niño ya dormía plácidamente, con una de sus manitas agarrada al dedo índice de su padre, quien también se había quedado dormido.




"¡Válgame Gilthoniel! ¿Otra vez, mi Señor?" - exclamó Aldanis, en tono enfadado, llevándose las manos a la cintura. Había llamado a la puerta pero nadie le había respondido, y cuando entró se encontró con algo muy familiar: El Rey Thranduil durmiendo sentado en una postura de lo más incómoda y con el bebé en sus brazos, que por entonces ya debían dolerle terriblemente.

El niño estaba despierto, pues cuando Aldanis entró vio como tiraba e las trenzas doradas de su padre con sus manitas. Aldanis tomó al niño del abrazo del padre y resopló enfadada, sin pensar en el hecho de quien estaba regañando era el Rey de los Elfos. Al fin y al cabo, hacía muchos años que se conocían, en verdad desde que Thranduil era un problemático adolescente.

"Yo también te deseo buenos días, Aldanis." - Thranduil intentó no sonar sarcástico, pero al parecer no pudo evitar un poco de sarcasmo en la voz, porque en seguida la Elfa se disculpó.

"¡Lo siento! ¡Buenos días!" - dijo ella - "Elenmenel y Saëra me han pedido que te dijera que te des prisa y te reúnas con ellos en el Salón del Fuego. Parecían estar muy contentos. Hubiera jurado que me ocultaban algo."

Thranduil no respondió. Se levantó, estiró los brazos doloridos frunciendo el ceño y se fue detrás del biombo, donde comenzó a vestirse para el nuevo día. Aldanis se encongió de hombros y, sin soltar al niño de su abrazo, abrió las cortinas iluminando la habitación con la luz del sol.

"¿Ha dormido bien, mi Señor?" - preguntó Aldanis, el tono de su voz mostrando clara preocupación.

"Bien." - mintió Thranduil desde el otro lado del biombo - "Pero Aldanis, ¿cuantas veces voy a tener que repetírtelo? ¡llamame por mi nombre, por Eru, hace milenias que nos conocemos!"

"Lo siento, Thranduil." - rió ella - "Es muy difícil llamarte por tu nombre ahora que eres mi rey y estás por encima de mi categoría."

Thranduil salió y vestía ropas reales de color verde y castaño. Llevaba un anillo de perla en su dedo central y un collar de oro con un diamante azul que resaltaba con sus ojos. Se había peinado los cabellos y llevaba puesta una corona de hojas y flores (pues a pesar de amar las joyas, Thranduil tenía por costumbre no vestir una corona de plata u oro como los otros Reyes del pasado y presentes, sino vestir coronas hechas con las hojas, frutos o flores de la época en el bosque). El Rey Elfo le sonrió a ella (sin dejar de haber tristeza en sus ojos) y se inclinó para besar al pequeño que estaba acomodado en el pecho de ella. Aldanis se sobresaltó al sentir los suaves labios de Thranduil en su mejilla también.

"¡Thranduil!" - rió ella - "¿Qué te pasa esta mañana?"

"Nada." - sonrió él como un niño - "Sólo te daba las gracias por cuidar de mí y de mi hijo."

Aldanis se sonrojó profundamente, por lo que dio la vuelta tratando de ocultar su rostro.

"¡Me halagas! ¡Ay, ya estás aquí, poniéndote sentimental conmigo otra vez! ¡Pero ahora no hay tiempo para sentimentalismos! El pequeño necesita comer y a tí te están esperando. ¡Adiós!"

Thranduil rió suavemente cuando la puerta se cerró, dejándole solo en la espaciosa habitación. Pero pronto su cara se ensombreció.



El Rey Elfo no entendía exactamente lo que estaba pasando. Elenmenel y Saëra le miraban entusiasmados y reían entre dientes mientras se lo llevaban a empujoncitos. Tan sólo le habían dicho que tenían una sorpresa para él.

"Es un regalo. Especialmente para tí." - le dijo Elenmenel guiñándole un ojo.

"¡Un regalo! ¿Pero por qué? Hoy no es ningún día especial para mí, que yo recuerde."

"¡Pues lo será!"

Le llevaron a su estudio y Thranduil se extrañó cuando le pidieron que cerrara los ojos antes de entrar. Pero decidió no hacer preguntas y los cerró. Sintió como las manos de sus dos amigos le conducían al interior del estudio.

"Ya puedes abrirlos."

Thranduil no sabía que esperase. Cuando abrió los ojos por poco se le paró el corazón. Primero palideció, y luego sintió un hormigueo de felicidad en su estómago: frente a él, colgado en a pared, estaba un gran retrato de su querida esposa, Undómeärel. Estaba perfecto. Thranduil sintió lágrimas. Quien fuera que hubiera pintado aquel cuadro, había captado la hermosa sonrisa y mirada de ella a la perfección. Los cabellos blancos brillaban como al sol y los Frutos de Laurelin de sus ojos relucían como si tuvieran vida.

Elenmenel y Saëra le miraron sonrientes y melancólicos cuando él dio unos pasos en frente, en silencio. Pronto vieron las lágrimas deslizándose por sus mejillas.

"La hecho tanto de menos..." - dijo al fin, con voz entrecortada y congoja.

De repente unos brazos estaban rodeando el cuello de Thranduil y un rostro se aferraba a su garganta; Saëra le estaba abrazando.

"¡Oh, Thranduil!" - sollozó, abrazando fuerte al pobre Elfo cogido por sorpresa - "¡Cuanto lo siento!"

Thranduil sonrió entre sus lágrimas y le acarició el pelo a la mujer.

"Gracias. Muchas gracias." - dijo al fin.



Hacia el mediodía los Elfos de los Bosques recibieron una visita inesperada y agradable. El Rey Elfo salió para recibir en persona al viajero amado por los Elfos y otras criaturas de la Tierra Media: Gandalf el Gris había llegado al Gran Bosque Verde. Y no iba solo: le acompañaba su primo, Radagast el Pardo.

Ellos eran Magos, unos de los cinco Istari que llegaron del Oeste pocos años después de la Última Alianza de Elfos y Hombres. Radagst era conocido por su amor a los animales y a las plantas, y Gandalf (llamado Mithrandir por los Elfos) por sus peregrinaciones, aventuras y fuegos de artificio, admirados en toda la Tierra Media. El tercer Istari conocido era Saruman el Blanco, o Curunír para los Elfos, el primero de los cinco en llegar a la Tierra Media y también el más sabio, interesado por los Anillos de Poder. De los otros dos poco se sabía, a parte de ser los Azules y llamados Alatar y Pallando.

Gandalf y Radagast se habían enterado de la mala fortuna de la Reina Elfa, y venían para dar sus más sinceros pésames al rey.

"¡Mithrandir! ¡Radagast!" - les llamabas los Elfos cuando los veían pasar.

Cuando el pequeño hijo de Thranduil abrió los ojos saltones, lo que vio fueron dos rostros arrugados desconocidos. Los dos ancianos le miraban sonrientes. Uno vestía harapos marrones y tenía una sonrisa juvenil, el otro se veía más viejo, sus harapos eran grises y le miraba por debajo de espesas cejas, más sobresalientes que el ala del sombrero picudo y azul.

"¿Así que este es el Príncipe de los Elfos?" - dijo éste, riendo larga y apaciblemente. El niño le rió también y sacudió la manitas invitando al anciano a que le tomara en brazos. Tras mirar a Thranduil como pidiendo permiso, Gandalf tomó al pequeño en brazos. El niño comenzó a tirarle de la barba gris, riendo y gorgoteando.

"Parece una pequeña hojita verde." - suspiró el otro anciano, acariciando la mejilla del bebé. - "Y este niño tan hermoso, ¿tiene nombre?"

"Aun no." - dijo Thranduil - "Hubiera deseado elegir el nombre con la ayuda de mi esposa... La essekarme está apunto de llegar, mas aun no he logrado decidirme." - Thranduil suspiró tristemente - "Quisiera que su nombre fuera del agrado de ella... pero no puedo saberlo."

Gandalf y Radagast le miraron tristemente. Incluso el niño se había quedado quieto y silencioso y miraba a su padre.

"¿Qué le parece Legolas?" - preguntó Radagast tímidamente tras un corto silencio, mientras Gandalf dejaba el niño en su cuna con cara disgusto.

"Yo le llamaría 'pequeño meón'" - musitó éste entre dientes, sin que le oyeran: El bebé acababa de hacerse pis en sus brazos.





The Balrog of Altena: Aiya! Espero que os haya gustado este cap. he calculado que habrá unos 10 capítulos, mostrando diferentes etapas de la vida de Legolas. La historia terminará con el primer capitulo de "Hojaverde y el Amigo de los Elfos". ¡Reviews por favor!

~ Uialwen: Hola Juani! Ei, ets es meu primer review! Estic molt contenta que t'hagi agradat! Esper que aquest també. a n'es proxim vorás en Legolas de fiet (uns 5 anys de edad), fent coses gracioses ^_^ Mos veim demá a "el Retorno del Rey"!!!

~ arashi: ¡De nada! y me alegro que te gustara :-) ¡Ay! es que a mí me encanta Thranduil... Pero espero que a nadie le haya parecido mal el hecho que Radagast le pusiera el nombre a Legolas. ¡Ei! hacía mucho tiempo que no te veía por aquí. Estoy muy contenta de saber que aun sigues leyéndome ^_^ ¡Muchas gracias por tu review!


* Aldanis = Mujer del Árbol.

* Ada = A estas alturas ya deberíais saber que significa "Papá".

* Mithrandir = No hace falta que os diga que significa "Peregrino Gris", ¿verdad?.

* Curunír = Hombre de talento.

* Essekarme = Ceremonia de otorgación del nombre paterno al niño Elfo.