Silent Wind
Hola, jeje, mi nombre es Uzumaki Naruto y... si... jejeje, soy ese chico de quince años, rubio, guapísimo, de ojos azules y pelo caído... como lo pueden observar estoy mirando por la ventana de ese tren, si, la verdad a veces me sorprendo de que tan guapo me puedo ver cuando me distraigo... bien, pero a decir verdad esta historia no comienza aquí (ni trata de todos mis atributos naturales xD) sino... pues... la verdad no sé como me irá... pero todo comenzó así:
Como dije antes mi nombre es Uzumaki Naruto (lindo, ¿no?) y vengo de un pueblito muy apartado de las ciudades, una villita escondida. Desde que recuerdo he vivido ahí, solo, apartado... alejado de toda cuestión social. Más no por mi culpa. Yo siempre he sido huérfano, mmmm... si, huérfano, más no he estado totalmente desatendido... bueno, pensándolo mejor... si.
Toda mi vida he estado viviendo es un estúpido orfanatorio. Más no de ésos orfanatorios en donde hay monjitas buenas que te dan el desayuno y te levantan por las mañanas. Ni tampoco de ésas en donde "malvadas" y perversas personas te ponen a hacer TU solo el aseo a todas las aulas... bien, pensándolo mejor SI. Si te ponían a asear todos los pasillos y aulas.
Bueno, jejejeee, corrigiendo: sólo a mí...
Todo comenzó con mi sexta "gamberrada" del día (lo normal) y limpiaba unos nuevos graffitis que me había mercado... por ahí...
El maestro Iruka (muy enojado) me vigilaba a cada paso que daba. Nahh, que más da, ya estaba acostumbrado.
Fue entonces, cuando suspirando, por fin me dirigió la palabra:
-Naruto... –me dijo, pude notar que su voz sonaba algo triste- ... no sé como decirte esto...
-Ay no seas cursi, solo dilo... –le espeté. La verdad nunca he tenido paciencia para los rodeos, mucho menos si estoy, mientras tanto, limpiando las paredes.
-No sé si te agradará la noticia –suspiró- ... te irás a la ciudad...
Las palabras retumbaron varias veces en mis oídos. ¿La ciudad? No supe si ponerme a llorar o a reír como un loco. La ciudad, mmm... calles totalmente llenas de gente sucia, gritando y haciendo desorden... lo pensé un poco... ¡¡GENIAL!!
-Irás por un trabajo social, un hombre adinerado pidió a un jovencito muy activo y enérgico para cuidar, atender y ser compañía de un enfermo a cambio de refugio, buena ropa, comida, educación y demás... ¿y adivina qué? ¡¡te escogieron a ti!!
Ay, hubieran visto, de estar de lo más feliz... pasé a ser el más desgraciado. Simplemente me imaginé a mi mismo vestido sobriamente, cuidando de un ancianito desahuciado y triste, que no se pudiera levantar de su cama. Tardes y noches de sumo aburrimiento, intentando no hacer ruido, para no despertar al viejito de su profunda siesta de la tarde. Madrugadas de desvelo total, intentando que éste conciliara el sueño, haciéndole compañía.
Diablos--.
El sólo hecho de imaginármelo me daba escalofríos.
Así que ¿adivinen qué? me negué. Debieron haberme odiado demasiado en el orfanatorio, (exceptuando al profe Iruka, que hizo hasta lo imposible para que no me llevaran en contra de mi voluntad, que escogieran a otro "niño") porque de todos modos me acarrearon... a rastras.
Me bañaron, arreglaron, perfumaron y me trasladaron a la estación de trenes que iba a la ciudad. Me dieron instrucciones claras, sencillas y prácticas y... me abandonaron...
-¡¡WAAAA!! ¡¡No quiero!! ¡¡NOOOO!! –que inteligentes fueron al amarrarme al asiento, porque en tal caso ya me hubiera salido del tren. T.T recuerdo que, llorando (de felicidad, por supuesto) todos me dijeron adiós con la mano, mientras que el tren se alejaba de la estación rápidamente.
Hasta dos horas después, el señor que recogía los boletos, me desamarró, pero ya estaba demasiado lejos para regresar y no tenía dinero. Demonios. No me quedó más remedio que llegar a la ciudad e ir con el viejito T.T ¡¡waaaa!!
Eso es lo que ha pasado hasta ahora, el tren no ha cesado la marcha desde que fue la ultima parada. Me duele mucho el trasero de estar sentado. Ya son más de las diez de la noche. Tengo mucho sueño, en una hora llegaremos a la ciudad. Ya me aburrí. No se me ocurre otra estupidez en la cual pensar.
Por fin, la estación, ay, mis piernas no quieren avanzar con facilidad... ahhh... ya está... bien... ¿en dónde me dijeron que estaba la casa del viejito? ¿cómo me dijeron que se llamaba el viejito? Ochari, o algo así... la dirección la tenía por aquí... que pequeño está el bolsillo, ¿cómo fregados pueden ponerse estos pantalones, los burgueses? No entiendo... a ver... ¡¡bingo!! La dirección es avenida dieciséis, casa número cuatro, blah, blah, enfrente de la alameda...
Enfrente de la alameda, será fácil---. Me detengo un poco para pedir indicaciones. Me ven con desprecio y me sueltan palabras con rapidez y frialdad. Los citadinos no son nada amigables. Bueno, que importa, por lo menos ya se donde queda la alameda...
Según las indicaciones que pedí, está muy cerca... en dos calles y... la avenida dieciséis... ¡¡Dios santo!! ¡¡aquí las casas son más grandes que mi pueblo natal entero!!. Estos citadinos si que se dan la buena vida. Aunque me da un poco de tristeza, las casa son muy grises y oscuras... T.T más bien me da miedo...
Casa número cuatro... es una gran mansión (como las otras)... pero esta es de un color más claro, me pregunto por qué... las puertas son enormes, de cedro... ¿cómo se tocarán? ¿se golpearán (o será considerado de mala educación)?...
Me importa poco... así que con el pie la empiezo a patear...--- unos minutos después me abren la puerta y un muchacho con anteojos me atiende. Nos presentamos, primero yo y luego él. ¡Jua! Que divertido es. Me da risa, no obstante también un aire de superioridad. Mas vale que no lo haga enojar, me indica su rostro. Su nombre, me dice, es Kabuto y me extiende una mano, en signo de confianza. Yo la tomo, bien, como me dijo el profe Iruka: hay que empezar por el pie derecho (y luego xD empezar a cojear un poco).
Me da una ligera descripción (psicológica) de la persona a la que voy a atender y no me dice más. Según lo que alcance a entender es un ególatra, manipulador y tiene un carácter de los mil demonios (me deja bien claro que no lo provoque, jejeje, lo intentaré, aunque no prometo nada). Este viejito me traerá más problemas de los que pensé. Me dice que es la tercera puerta por el pasillo de la izquierda subiendo por las escaleras. U.ú me ha dejado bien claro que no piensa acompañarme.
Wowwww... que graaaan pasillo. Que lindo [sarcastic], se nota que este "gran personaje" [sarcastic] tiene una pequeña obsesión por el color azul y los tonos oscuros... lindo... jojojooo... [sarcastic]
Por fin llego... la única puerta blanca... que bien [sarcastic]... deben ponerla así para que se distinga entre las demás... empiezo a golpear la puerta... tres veces, justo cuanto me dijo el tipo ése, Kabuto.
-Pase... -una voz arrogante se filtra entre la madera, un escalofrío cruza mi dorso de arriba a abajo.
Empujo suavemente la puerta con la punta de los dedos. El cuarto estaba totalmente en tinieblas, las paredes se notaban de un color añil y divisé a una persona sentada a la mitad del cuarto. El cabello, de un tono color azulado y los ojos, más negros que la misma noche sin estrellas de ese momento, se distinguían en la oscuridad.
Me asusté un poco cuando aparentemente se empezó a acercar. Lo vi más claramente. No era más que un muchacho de diecisiete años en silla de ruedas, con cabello azulado, ojos negros y una sonrisa despótica. El muchacho tenía la piel muy blanca y si se hubiera puesto de pie, seguramente me hubiera llevado más de una palma y media.
Bueno, jejejejeee, es evidente que ni aunque hubiera querido, hubiera podido levantarse. Era minusválido. Me examinó de arriba abajo, me miró a los ojos y sin siquiera presentarse me escupió:
-Aquí tu no vienes de niñera, aquí tu eres mi esclavo. –(¿qué demo...?) se detuvo y sonriendo aún más (con esas sonrisitas desdeñosas que te dan desconfianza) agregó- ...yo quería un juguete sexual... pero tu me servirás igual...
U.ú otro fic SasuNaru n.n, espero que les haya gustado la primara parte, (la hice con inspiración bajo cero u.u, me despido y xDDD arriba el sasunaru xDDD jajajajaja
Cuídense¡¡¡
Kao-chan n.n
