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Después de la tormenta viene la calma… Ban descubrió que quien haya dicho esas palabras estaba muy equivocado, después de una tormenta vienen sus consecuencias. Y tales consecuencias eran náusea, irritación en los ojos, desorientación y un dolor generalizado en todo su cuerpo, como si le hubiera atropellado el tren.

Su corazón se estremeció exigiéndole que le llamara, no sabía que había sucedido, pero su corazón demandaba saber, si había sufrido tanto debía valer la pena.

- Ginji…

Ya ni sabía si lo dijo o lo pensó, pero lo hizo. No escuchó nada y tenía tanto miedo de abrir los ojos que incluso los cerró más. El dolor y el cansancio le confundían, así que no supo muy bien de donde vino esa pequeña sensación de calor que le inundó totalmente. Se concentró en buscar la fuente de ducho calor e inmediatamente la ubicó en su mano derecha. Algo la cubría… o más bien, alguien la tomaba, le tocaba delicadamente y acariciaba con una ternura que no conocía. Su cuerpo se relajó como hace mucho que no hacía y se dejó llevar por esta hermosa sensación, sobretodo cuando percibió una mejilla en su mano.

- Aquí estoy, Ban…

Esas palabras eran… ¡eran de ÉL! No podía equivocarse. Pero qué estúpido fue el abrir rápidamente los ojos, por que la luz los dañó y le obligó a cerrarlos otra vez. Ahora sí, abriendo lentamente sus párpados y ajustando la luz del cuarto, movió su cabeza hacia donde escuchó aquélla voz. Sintió una pequeña sombra sobre él, sin entender nada, se aventuró a levantar su cabeza para enfocar mejor al creador de tal sombra, pero fue gentilmente puesto de vuelta en su lugar.

- No te preocupes Ban, descansa, no iré a ninguna parte…

- Por favor… no lo hagas – definitivamente era él, su voz baja fue escuchada por Ginji, su rostro sonriente aún con la mano de Ban en su mejilla, estaba tan cerca que le sintió verdaderamente, no eran aquellos sueños o ilusiones, era el Ginji de carne y hueso quien le sonreía.

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- Todo… era tan real – decía un incrédulo Ban aún recostado en la cama del hospital.

- Me lo imagino. El hechizo que usó esa bruja era muy poderoso y más usando el espejo como amplificador. – le respondió Kazuki desde un sillón cercano.

- En verdad me asusté mucho, pensé que morirías °/°.

- Ginji… - Ban vio el rostro sonrojado a su lado, como había permanecido desde que despertó.

- ¿Cómo iba a morir contigo a su lado todo el tiempo?

- ¿A qué te refieres chico mono? – miró hacia la pared donde se encontraba recargado.

- Ginji no se separó de ti ni un minuto desde que te internaron, sobretodo por que los doctores no sabían si despertarías. – respondió Natsumi sentado junto a Kazuki.

- Ya veo… oigan¿y qué pasó con el dichoso espejo?

- Ginji se lo devolvió a la señora Krishna y al enterarse de tu estado se ofreció a pagar el hospital, es decir, considerando su estado financiero de siempre…

- Gracias por recordárnoslo, Hevn --U.

- En fin, nos da gusto que estés bien, pero será mejor que descanses, mañana te darán de alta.

- Tiene razón, jefe. Vendremos por ti mañana Ban.

- Gracias, Natsumi.

Así todos comenzaron a despedirse y a salir de la habitación, hasta que sólo se quedaron los dos Get Backers.

- En verdad, me alegra que despertarás, Ban… me sentía muy sólo. – dijo con voz triste y algo sonrojado.

- Yo también… en mis sueños, fuiste tú quien había muerto.

- ¿Yo?

- Sí, pero cuando estaba a punto de darme por vencido, fuiste tú quien me rescataba. – dijo sonriéndole tiernamente.

- Pero¿cómo te pude ayudar si estabas dormi… - su pregunta fue interrumpida por los ansiosos labios de Ban que imploraban por probar los suyos; primero se quedó estático, pero la insistencia de Ban le hizo cerrar los ojos y corresponderle con la misma intensidad, después de todo él sentía exactamente lo mismo.