Bueno, bueno, bueno! A ver, nomás, que les parece esto!
Gracias, Dreams Kokoro, a Yashi-Chan, a Hik-chan, a Watery, a Danille y a Lady Esmeralda….. ¡Gracias en serio!
Esto va dedicado a todas Uds.
Pily-chan
"- Vamos Sakura, mañana será sábado, y realmente quiero conocer a alguien nuevo."
"- ¿Para que, T-chan? Estoy cansada..."
"- ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡Ya dijiste que no a muchas salidas! Por Dios, ¡disfruta que aún eres joven! Con todo ese trabajo, serás vieja a los 30."
"- Por favor, Tomoyo, mañana por la noche estaré muy ocupada..."
"- No es verdad. Vamos, es una fiesta de disfraces. No va a pasar nada, nadie verá tu rostro si no quieres."
"- ¿Ah, sí? Y dime, ¿de qué me vestiré?"
"- Princesa, por supuesto."
"- ¿PRETENDES QUE ME PONGA UN VESTIDO DE PRINCESA?" – gritó la castaña, alarmada. Podía ponerse polleras (mientras no fueran muy cortas), pero ¿vestidos? No los odiaba, pero tampoco les tenía mucho aprecio...
"- No, no lo pretendo, es lo que harás. No me cabe duda que te verás genial, y, ¿quién sabe? Tal vez encuentres a tu príncipe."
"- ¿Qué príncipe? Por favor, T-chan, estamos grandecitas para creer esa cosas."
"- Yo no estoy grandecita para creer en los cuentos de hadas y las maravillosas historias de amor. Creo que, de otro modo, claro, si sucedieron."
"- Bueno, yo sí soy grande para creer en eso. Esta bien, iré, pero no me molestarás más por al menos un mes. Mira que voy a tener mucho trabajo. La empresa Li quiere comenzar un negocio grande, y parece que el dueño estará presente, no va a dejar esto a simples subordinados."
"- Lo cierto es que él es el magnate del momento en China. Va a ser todo un desafío, Sak-chan."
"- Por favor... Sabes que me gustan los desafíos."
Sakura sonrió juguetona, como hacía mucho no sonreía.
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"- ¡PRIMO! ¡GRACIAS! ¡TE ADORO!"
"- ¿Qué pasa, Mei?"
"- ¡Me defendiste de ese idiota! ¡Te quiero tanto!"
"- Está bien, Mei..."
"- Quiero recompensarte..." – dijo la chica, mirándolo fijamente.
"- No es necesario, Mei." – el joven se lo vio venir, y no se equivocaba: ella quería llevarlo a algún lado.
"- ¿Cómo que no? ¡Vamos a salir! Habrá una fiesta de disfraces a la que irás conmigo."
"- ¿Y el bebé?"
"- Exactamente por eso. Es por si me descompongo, te necesito ahí."
"- Mei... No tengo tiempo para esto. Voy a empezar a trabajar con las empresas Kinomoto y debo dejar todo preparado."
"- ¿No hay una mujer a la cabeza de esa compañía?"
"- No me interesa eso, Mei. Quiero hacer el maldito negocio y largarme de Japón."
Ambos estaban en una oficina pequeña, la cual no era donde Shaoran había defendido el honor de su prima (algo precariamente.) Ahora se encontraban en Japón, donde iban a iniciar un negocio con una acaudalada familia, los Kinomoto. Al mando de la compañía estaba una mujer que ninguno de los dos conocía. No sabía su nombre pero, según se rumoraba, era una mujer con la que hacer negocios era difícil pero satisfactorio, no concretaba con empresas que no fueran serias y cumplía sus promesas al pie de la letra.
Sin mencionar que se encargaba de todos y cada uno de sus negocios. Por lo que habían escuchado, ella había nacido para los negocios y los negocios para ella.
Casi como Shaoran, diría cualquiera...
Él era un hombre serio, responsable, directo, recto, y un matemático asombroso. En su vida le habían robado un vuelto, así como él jamás se había quedado con el dinero de otra persona. Era, para los números, todo un genio.
Pero sus gustos poco tenían que ver con el trabajo en la empresa. No porque no le gustaran las matemáticas, si no porque no porque no le agradaba mucho la idea de levantarse cada mañana solo y saber que muchísimas vidas dependen de que sigas brindándoles trabajo. Pero ahora, solo quería volver a China y continuar con su vida normal, y no recordarla a ella...
Ella... su amor. La había conocido en ese mismo pueblito de Tokyo, en la playa, una tarde. Ella estaba justo delante suyo en la fila de helados y el vendedor había querido sacarle el vuelto. Ella lo había notado y había vuelto, le había reclamado al hombre y, al ver que éste no hacía nada, se había vuelto hacia él y le había hablado...
- - flash back - -
"- ¡Pero me está estafando! Se suponía que me diera 5 yenes más de vuelto..."
"- No, señorita, créame..."
"- ¡Ya deje de tomarme el pelo!" – gritaba la muchacha castaña al hombre, que solo la miraba con cara de 'yo no fui', que, por supuesto, ella hacía caso omiso. De repente, la chica se había vuelto hacia él y le había dicho: "- Por favor, Shaoran, ¿te parece? ¿No le vas a decir nada, amor?"
El chico estaba azorado, pero, siguiéndole el juego, respondió.
"- Ella le dio 10 yenes, no 5. Ud. le devolvió dos. Hágame el favor de devolverle lo que le falta antes de que me enoje."
"- ¡Ah, sí! Tiene razón, mil disculpas, señorita..." – el hombre fingió recordar y le dio el vuelto a la chica. Ella seguía dada vuelta, mirándolo, por lo que fue Shaoran quien agarró el vuelto y le dijo:
"- Tu vuelto, mi amor."
"- ¡Gracias por defenderme, Shao!" – le había dicho ella, y le había plantado un pequeño beso en los labios, lo cual había dejado al castaño azorado y maravillado.
"- De nada, linda. ¿Vamos?"
"- Vamos..."
Y con esas palabras salieron caminando juntos...
- - fin flash back - -
"- Xiao... XIAO... ¡XIAO!" – gritaba Mei Ling, en un tono que despertaría hasta un muerto, pero Shaoran no parecía escucharla, de modo que ella aprovechó que estaba distraído y le dijo: "- Como quieras... si no quieres hacerlo..." - soltó un pequeño sollozo, (fingido).
"- ¿Hoe? Bueno, está bien."
Mei sonrió. Ese 'Hoe' lo había comenzado a usar ese verano en el que tanto desparecía. Pensándolo, jamás le había dicho que estaba haciendo en sus constantes desapariciones, y eso la tenía intrigada.
"- De acuerdo, vamos a elegir tu traje... Pensemos... ¡Ya sé! ¡Irás de príncipe!"
"- ¿CÓMO?"
"- Al baile de disfraces... Acabas de aceptar, y no me digas que no porque me darás un disgusto y no creo que quieras que nada le pase al bebé..."
"- ¡No, no, no! De acuerdo, está bien... creo que voy a sobrevivir a UN baile de disfraces... U-N-O, ¿te quedó claro?"
"- Seguro." – sonrió su prima, pícaramente. "- Ahora, mañana inicias el negocio con Kinomoto. ¿Nervioso? Sabes que esto es grande."
"- ¿Alguna vez estuve nervioso?" – respondió él, orgulloso.
"- Sí, la primera vez, mejor ni telo recuerdo."
"- Hay una primera vez para todo." – susurró él, justificándose. "- En fin, ¿cuándo es la fiestucha?"
"- Esta noche... No te preocupes, ¡ya tengo tu disfraz!"
A Shaoran se le deslizó una gota. Su prima, definitivamente, no perdía el tiempo.
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Su verde mirada recorría todo el lugar un tanto insegura. Su amiga le aseguraba que todo estaba bien, pero a ella le costaba creerle. ¿Cómo se había dejado engañar? No iba a fiestas desde aquel verano... Pero no iba a recordar, no esa noche. No valía la pena, realmente. Siguió observando, estudiando el lugar, tal vez podría servir de algo para la empresa, saber que hacen los jóvenes aunque, sinceramente, no sabía bien cómo hacerlo.
Entonces lo vio. Estaba vestido de verde, parecía un príncipe. Estaba parado al lado de una mujer que lucía un atuendo extraño, un traje como de Gatúbela. Vio como él bufaba ante un comentario de la mujer, quien hacía un ademán desdeñoso. "Está acompañado" pensó ella. Pero, de repente, un joven la sacó a bailar, y ninguno de los dos se rehusó. Por el contrario, ambos parecían muy alegres...
"- ¡SAK-CHAN, YO YA ENCONTRÉ CON QUIEN BAILAR!" – le gritó Tomoyo, abrazando a un joven alto y castaño. Ella lo miró con cierto desagrado, pero ya qué, era decisión de Tomoyo, de modo que se fue al bar.
"- Deme un tequila." – le dijo ella, calmada.
Y una puede estar muy calmada, con UN tequila. ¿Pero que pasa si le sigue otro? ¿Y otro? ¿Y en una mujer al que el alcohol le hace verdaderos daños de muchas índoles?
Unos cuantos chicos la querían sacar a bailar, aprovechando que, tristemente, estaba bastante ebria. Pero ella aún conservaba algo de cordura (o realmente ya estaba muy ausente), y negaba a todas las invitaciones, alegando que su príncipe no podía tardar en llegar.
"- Deme un vodka, por favor." – un joven se sentó al lado de Sakura. No supo bien por qué, pero había algo en ella que lo atraía y le rogaba que se sentara allí.
"- ¿Para ahogar las penas?" – preguntó el barman, buscando la botella.
"- Si. Bien cargado." – respondió el ambarino.
"- Hola." – dijo una voz suave, a su lado. Pertenecía a la joven, pero no lucía como antes. Ahora su mirada (que antes había visto un poco calculadora) le recordaba a otra, risueña como ninguna. Sus mejillas estaban fuertemente coloradas y sonreía de un modo algo tonto, pero que no le quedaba tan mal.
"- Hola." – respondió él, simulando no tener mucho interés. La miró nuevamente y vio que sus ojos perdían algo del brillo cuando lo miraban. "- ¿Estás bien?"
"- Realmente, sí... El tequila hace maravillas..." – respondió la chica. (N.A: NO aprendan de ella, el alcohol es MALO, muy M-A-L-O! No importa lo que pase, si tomando tequila pasa algo con Shaoran, no lo tienen que... ehm... alguien me da tequila? Jajajaja les digo en serio! xD)
"- ¿Cuánto tomaste?"
"- Mucho." – respondió el barman por la chica, que no parecía ser capaz de articular palabra. "- Un tequila tras otro. Ha estado diciendo incoherencias desde que lo olió."
"- Creo que realmente te cae mal, chica. ¿Vienes con alguien? ¿Tu novio, o algo así...?" – aunque le daba un poco de calor preguntar eso, tuvo que hacerlo... claro que de paso se enteraría del estado civil de ella, pero... era importante...
"- Vine con una amiga, pero no quiero molestarla..." – dijo la chica, haciendo el ademán de levantarse, sin éxito, por lo que Shaoran la ayudó a sentarse nuevamente. "- Ahora, dime, ¿crees que si tuviera novio, estaría aquí, tomando tequila, emborrachándome, en vez de bailar con él? ¿O si tuviera un amigo? En ese caso, estaríamos tomando los dos..."
"- Por favor, señorita... Avísele a su amiga que se va, yo la llevo a su casa." – le dijo Shaoran, caballeroso como él solo.
"- ¡Patrañas! ¡Hacía muchísimo que no me divertía así! ¿Te haces una idea de todo el trabajo que tengo? ¡Encima mi hermano jamás podría ayudarme ni por error, pero se queda con la mitad del dinero! No es que me falte, pero, de todos modos, no es justo..." – Sakura comenzó a contarle de lo malo que era su hermano Touya, y él la escuchaba. Cada tanto le preguntaba si veía a su amiga. Ella respondía que no y le sonreía, de un modo que, ebria o no, la hacía lucir ¡divina!
"- Oye..." – le dijo Shaoran, algo cansado ya, viendo como ella se desvanecía del sueño. No era que no disfrutara su compañía, inclusive le recordaba a alguien, una vaga sensación a... Era que la chica ya estaba también muy mal, y no estaba seguro de que debía hacer. "- ¿Tienes celular?" – le dijo.
"- Sí, está en mi cartera. Sabes, te lo digo porque confío en ti. No soy una chica muy confiada de la gente, ¿sabes? Mi amiga se llama Tomoyo, tu sabes, busca en la memoria."- le decía la chica, mientras él enviaba el dichoso mensaje en el que ponía su nombre y su dirección, le decía que estaba con ella y que si no era mucha molestia la llevaría a casa.
Al rato recibió la respuesta: "Está bien, no puedo creer que lo haya hecho de nuevo, ya es la tercera vez. Procura llamarme luego. Las llaves están en la cartera, en un bolsillo. Muchas gracias joven Shaoran. :)"
"- Bueno, niña, se viene conmigo." – le dijo él, tratando de hacerla reír. Extrañamente, le sonó a una frase familiar, algo que él ya había dicho antes. Ella sonrió y le dijo:
"- Me suena de algún lado..." – de repente, se desvaneció. Shaoran la sujetó, la cargó en su espalda y se la llevó hasta su auto. Le mandó un mensaje a Mei Ling en que le contaba lo sucedido. Ella respondió: "No hay problema, primo. Yo te cubro."
Mientras iban en el auto, miró su mano, en la cual un brillante le llamó mucho la atención. Lo recordaba de algún lado, pero no sabía bien de donde.
Cuando llegó, el portero casi no lo deja entrar, pero al ver el estado de Sakura, lo dejó pasar con un solo comentario.
"- ¿Sabe qué? Realmente debía sentirse muy estresada. La última vez que tomó al punto de emborracharse, fue cuando sus padres murieron." - Shaoran se quedó pasmado. La observó con cariño, como si se tratase de algo muy preciado y frágil. El portero siguió: "- Hubo un tiempo que no la vi más acá, ¿sabe? Una amiga de ella, Tomoyo Daidouji, la tuvo que mandar a rehabilitación. Casi le da un coma alcohólico, con decirle que prometió no volver a tomar una gota..."
"- Le agradezco, pero está un poco pesada, y la voy llevando."
El joven la subió al ascensor y vio como lentamente despertaba.
"- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres?"
"- Bueno, te lo resumo. Tomaste mucho, mucho tequila, y te desmayaste. Te traje hasta tu casa."
"- Así que eres mi salvador. Bueno, muchas gracias, pero no creo en los cuentos de hadas."
"- ¿Por qué lo dices?"
"- Estamos ambos vestidos de príncipes, por si no lo notaste."
"- ¿Ya tienes resaca o todavía no notas cuanto alcohol hay en tus venas?"
"- Me siento perfecta, pero cansada, si es a lo que te refieres."
"- Despreocúpate, ahora vas a poder descansar en tu cama caliente."
"- Bueno... ¿Vienes conmigo, no?"
Shaoran se puso ROJO.
"- ¿Qué dices?"
"- Vamos, no te estoy proponiendo nada indecente." – sonrió ella, pícara. Pero su rostro se transformó enseguida en una expresión de dolor. "- Solo no quiero pasar de nuevo la noche sola."
"- Está bien, me quedaré en el sofá, ¿quieres?"
"- Como gustes." – dijo ella con una sonrisa melancólica, recordando tiempo atrás, a un joven que la acompañó cuando ella no quería quedarse sola.
- - flash back - -
Llegaban a casa después de ver una película de terror. Su amiga, su hermano y sus padres ya estaban durmiendo, pero ella apenas si podía dejar de temblar unos segundos. Él la sostenía con firmeza y cariño.
"- Quédate..." – le susurró ella. "- ¡No quiero estar sola! ¡Me da mucho miedo!"
"- Pero si no estás sola, mi amor. Tienes aquí a toda tu familia, y a Tomoyo..."
"- Por favor, nunca te pido nada."
"- Está bien, me quedaré en el sofá, ¿quieres?"
"- Como gustes."
- - fin flash back - -
"- Bueno... ya estás aquí."
"- Si... ¿Te puedes quedar conmigo hasta que me duerma?"
"- Claro. Estoy aquí para lo que necesites."
"- Gracias."
Él la alzó y la acostó. Ella se mareó, se sostuvo del brazo de Shaoran y él la sujetó por la espalda y la acercó más a sí. Sus rostros quedaron el uno frente al otro, separados por una mínima distancia.
"- Creo que deberías dormirte."
"- Te agradezco todo lo que has hecho por mí. Estás en tu casa, sírvete cuanto gustes."
"- Gracias a ti. No solo me salvaste de una fiesta en la que ya no quería estar mucho más, si no que me contaste algunas cosas de ti que me hicieron repensar algunos términos de mi vida."
"- Espero que nunca te vuelvas alcohólico, como yo. Es algo muy duro. ¿Sabes? Dentro de unos meses celebraría año y medio de sobriedad."
"- Lamento que se haya arruinado tu marca."
"- No lo hagas. Es una oportunidad para empezar de cero."
"- Ya duérmete. Lo necesitas más que yo."
"- De nuevo, gracias."
"- De nada." – le dijo, y la besó en la frente. Ese gesto se le hizo tan familiar a Sakura... Rápidamente tomó los labios de la chica en un beso corto. Se separó rápidamente, sorprendido de su actitud, pero no arrepentido. "- Duerme, princesa." – le dijo.
Salió de la habitación. La chica, cansada, pareció ni notar su salida y, apoyándose en la cama con sumo cuidado, se durmió.
Mientras tanto, el chico, en la otra habitación, se recostaba en el sofá con cuidado. Ya había sido presa de muchos deja vú. (N.A: creo q se escribía sí xD) Estaba cansado y quería dormir, pero la muchacha no abandonaba sus pensamientos ni un instante.
Justo antes de poder dormirse, recordó las reuniones venideras con Kinomoto, y también recordó que no sabía el nombre de la chica a la que le estaba invadiendo su casa.
Pero el sueño era más fuerte que él, y cayó rendido poco antes de poder tomar una resolución.
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"Hola chica (recuerda que no sé tu nombre):
No tengo ni la más remota idea de si me recuerdas, pero ya me tengo que ir, no tengo mucho tiempo para averiguarlo. En fin, un honor pasar la estadía contigo, te agradezco mucho que me hayas permitido tu casa y espero que tu resaca no sea muy grande.
De vuelta, gracias.
Chico sin nombre. (De todos modos, si nos tenemos que volver a ver, lo haremos)"
Y se fue.
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Cuando se levantó ella, media hora después, lo primero que hizo fue vomitar. Después tomó una pastilla para detener los vómitos (N.A: en Argentina hay una que se llama Reliveran, la pones debajo de la lengua y esperas a que se disuelva, no recomendado para las que no soporten sabores horribles, muy recomendado para las que odien gotas e inyecciones) y fue directo a la ducha, planeando quedarse media hora ahí debajo hasta que los dichosos efectos del alcohol se pasaran, cuando pasó por delante de su calendario, el cual, con rojo, marcaba la fecha de ese día. ¡LA REUNION CON LOS CHINOS! ¡Oh por Dios! ¡Debía prepararse! Se bañó en un santiamén, tomó dos aspirinas para controlar el dolor en su cabeza y salió disparada hacia la empresa (corriendo, por supuesto, ya que vivía muy cerca de allí)
"- Buenos días, señorita Kinomoto." – le dijo un joven al pasar.
"- Toshiro, que tal..." – dijo ella, en un grito apresurado. Otra vez llegaba tarde, y esta reunión era muchísimo más importante que la reunión con Wimberdon. Wimberdon era un negocio fácil, rápido, que si seguía así solo la harían acumular millas de viajero frecuente a Inglaterra, pero no estaba disponible para pensar en eso.
Ni bien llegó, unos cuantos jóvenes, (colaboradores de ella) se le acercaron con velocidad y unas cuantas carpetas en la mano. Puso su firma en algunos cheques, aceptó un par de juntas y firmó un recibo por quien sabe qué cosa que había llegado esa mañana a la empresa.
En el pasillo a la sala de juntas, su prima llegó, disipó a todos esos chicos (y chicas, claro) y le dijo:
"- No te preocupes, Sakura-chan, aún no ha llegado."
Recién en ese momento, Sakura detuvo un poco su marcha (sin parar totalmente) y permitió que un poco de aire ingresara en sus pulmones.
"- Te lo agradezco mucho, Tomoyo." – le dijo, ni bien recobró un poco el aliento.
"- Por nada." – le dijo.
"- Por lo que no te agradezco del todo es por lo de anoche. ¡Me dejaste a solas con un desconocido! ¡Y estaba ebria!" – le reprochó la oji-verde. Su prima le sonrió.
"- Nuevamente, por nada." – contestó simplemente, mientras que un joven se acercaba y le decía algo al oído a Tomoyo. "- Bueno, ahora es oficial, llegaron. ¿Nerviosa?"
"- Para nada, sé bien que hacer. No es mi primer negocio con una gran empresa."
"- Pero es la primera con la que negocias así, y con la magnitud que tienen las empresas Li... Yo estaría muy nerviosa en tu lugar."
"- ¡Por favor! Sé que no lo harías. Eres una mujer que sabe defenderse, y sabes de negocios."
"- Pero Sakura, no es mi vocación. Lo mío, es, definitivamente, el diseño."
"- Entonces deberías hacer la carrera. ¡Defínete!"
"- No hasta que no dejes esto, Sakura. Sé que no te gusta y no te voy a dejar sola."
"- Está bien, no necesito que me esperes. Ya, apresurémonos. Los Li nos deben estar esperando."
"- ¿Tú crees?" – Tomoyo sonrió divertida. "- ¿Segura que está todo bien?"
"- ¡T-chan! Segura es poco."
Y se dispusieron a entrar.
Si bien Sakura había asegurado no tener nervios por el negocio, en parte había mentido. Si bien ya lo había hecho muchas veces antes, el apellido Li le infundía muchísimo respeto. Inclusive había pensado en rechazar el negocio, pero hacerlo por nervios a la persona que tendría delante era algo poco inteligente.
Casi como enamorarse.
Estaba a punto de atravesar esa puerta, cuando de repente recordó un consejo de su condenado hermano, Touya. El muy idiota le había dicho que se destensaría si se imaginaba a su interlocutor desnudo, pero eso la había puesto peor la última vez que lo hizo, de modo que optaba por no mirarlo hasta que escuchaba su voz y por eso solía entrar con la vista baja (en general, miraba una carpeta o cosa parecida. Si la hallaban algo débil, se la comerían cruda).
Cuando entró a ver a Wimberdon, esperaba encontrarse con una cara conocida, pero al ver a su hijo, inclusive lo pasó mejor que cuando habló con su padre.
Maldecía a su hermano, a su condenado, maldecido por todos los infiernos, hermano, que la había dejado a cargo de la empresa de sus padres luego del accidente.
Pero no quiso entrar en recuerdos tan dolorosos, como el día en el que se había quedado sin una verdadera familia (obviando a su prima y a su tía Sonomi, a ellas no podría reprocharles nada).
Pasó dentro de la habitación, observando una carpeta, y se sorprendió al sentir una voz femenina que decía:
"- ¡Muy buenos días, mi nombre es Mei Ling Li!" – Sakura se quedó helada.
"- No quiero ofenderla, señorita, pero, ¿no se supone que el dueño es un hombre?" – dijo levantando la mirada rápidamente, sorprendida.
"- No es molestia, y tiene razón, yo no soy la persona con la que va a negociar." – le dijo. Sus ojos brillaban y su voz era cálida y divertida. Cuando miró su cara se sorprendió de ver algunas ojeras de cansancio. Miró su vientre y lo observó algo redondo y un poco gordito. Se quedó observando, recordando. "- Si, estoy embarazada, señorita... ¿Kinomoto, me equivoco?" – le dijo la chica, animada. "- Bueno, espero tengamos tiempo para hablar. Ahora creo que no estamos para eso. Le presento a mi primo, Xiao Lang Li. Es con él con quien trabajará hoy."
Sakura se sorprendió de nuevo. Su dolor de cabeza no había pasado y las nauseas regresaban. ¿Sería la resaca o los nervios? No estaba segura de cuando la habitación había comenzado a moverse lentamente, o cuando todo había perdido tanta nitidez, pero no era momento de descompensarse.
"- Lo siento mucho. Mi nombre es Sakura Kinomoto, señor Li." – dijo ella. Y allí se llevó otra sorpresa más. Creyó que era ese joven de lentes que estaba al lado de ella, que le sonreía afablemente y al que no podría verle los ojos, ya que los tenía cerrados. Usaba unos lentes redondos que le daban una apariencia muy misteriosa. Pero se había equivocado. En realidad, se trataba de un joven que estaba detrás de ellos. Su cabello era marrón y estaba muy alborotado, y sus ojos ámbares le recordaban a alguien más, pero no podía ser. Ese alguien más, (al que, aunque se esforzó horrores, no pudo olvidar) no tenía tanto ceño fruncido. Ni esas ojeras. Ni tampoco esa cara de cansancio. O esa expresión entre enojo y tristeza. Ni tampoco era tan varonil. Pero los ojos eran los mismos, indescifrables.
"- Buenos días, Kinomoto." – ella se acercó y extendió su mano, pero él negó con la cabeza y explicó: "- Llámelo superstición si gusta, pero no le doy la mano a nadie antes de comenzar a negociar. Lo hago cuando cierro un buen trato."
"- Lo sé. Sé bastantes cosas de usted, o eso creo. Las revistas empresariales le hacen muchas famas, otras comentan sus costumbres. Lo que nunca vi fue una fotografía suya."
"- Si pretende halagarme con eso, le avisó que no está funcionando." – le dijo el chico, frío.
"- A diferencia de lo que usted piensa, señor Li, no me interesa quedar bien, o salir con usted. Lo único que intentaba era armar una conversación medianamente amigable entre nosotros. Me gusta llevarme bien con la gente, en un término medio. ¿Sabe qué? Olvídelo, simplemente. Solo empecemos a trabajar, tengo otras reuniones esta semana y ya que la primera impresión no parece haber sido la adecuada..."
"- ¿De mi parte o de la suya?" – dijo el ambarino, llamando la atención de Mei Ling y del Misterioso. ¿Era su imaginación o Xiao Lang estaba... entablando una conversación con ella? Por mínima que fuese, era más personal que de negocios. Ahora, ¿qué contestaría?
"- Creo que de ambos." – contestó ella.
Para Mei y "Misterioso", era la primera vez que una mujer se atrevía a decirle que le había dado una mala impresión. Todas trataban de desvivirse en atenciones que él rechazaba de primer plano, alegando que él estaba allí para trabajar y no por motivos personales. De todos modos, las muy pavotas (N.A: Pavotas: tontas, sin gracia) seguían tratando de "seducirlo", pero Xiao Lang prefería llamarlo "histeriqueo femenino". Él solo había amado a una mujer en su vida, y no parecía tener la intención de querer cambiar eso.
Pero esa mujer excedía los parámetros. Si de por sí era blanca, ahora simplemente estaba pálida, pero decidida. No parecía mujer de retractarse fácilmente.
"- Bueno..." – dijo Tomoyo, notando el ambiente demasiado tenso como para poder soportarlo mucho más. "- ¿Qué tal si empezamos? Y no te preocupes, Saku-chan, cancelé todas las reuniones de ésta semana para ti. Podrás enfocarte tranquilamente."
"- Gracias, T-chan. Me facilitaste esto." – le dijo la oji-verde sin dejar de mirar con algo de furia los ojos del ambarino, que la miraban algo confundidos. "T-chan..." pensaba. "T-chan, Saku-chan... ¿cuántas posibilidades hay de que halla dos pares de amigas que se llamen de ese modo? Eran, técnicamente, nulas. La miraba atentamente. Pero no podía ser ella. Alguien como ella no estaría al mando de la empresa más importante de Japón. ¿No le había dicho que quería ser actriz? ¿No le había dicho que realmente confiaba en sí misma para la actuación? Pero esos ojos lo confundían, le traían dulces recuerdos, viejos recuerdos, que sabía que algún día debería guardar en algún rincón olvidado en su mente. Pero aún no estaba preparado.
Miró su mano. No llevaba ningún anillo como el que él le había dado a ella ese verano. ¿Lo habría tirado? ¿Lo habría dejado guardado? ¿O justo daba la casualidad de que ese día no se lo había puesto?
"- En fin..." – dijo el joven rompiendo el contacto visual. Era más de lo que podría soportar. "- Vayamos comenzando. Ya que nos toleramos tan poco, ¿qué sentido tiene prolongar más lo inevitable? Hagámoslo rápido y bien, así nos evitaremos problemas."
"- Espero que use esa logística mientras trabaja, señor Li. Será muchísimo más práctico."
Y se pusieron a trabajar. Cuando vinieron a ofrecer café, ambos pidieron un capuchino doble. Sakura moría por un poco de cafeína, como aquellos días de verano en los que se desvelaban con él y a la mañana siguiente tres o cuatro tazas de capuchino doble entraban en su organismo para soportar el ritmo de su familia y sus extensas caminatas por la playa o sus idas a recorrer toda la ciudad caminando (y para perderse, si su madre guiaba.)
Cuando ambos pidieron lo mismo, se sorprendieron. Y todos podrían jurar que una mínima sonrisa salió de los labios de Sakura cuando se percató de la situación, aunque el ceño de Xiao Lang se frunció aún más.
"- Xiao... ya es más de las 11:00 a.m. Eriol y yo nos vamos a comer, ¿te parece?" - le dijo Mei a su primo.
"- Si, Saku-chan, yo también me voy a comer." – susurró Tomoyo en el oído de su prima.
"- ¿Hoe? Sí, está bien Mei. Adiós, Eriol-kun."
Sakura y Tomoyo lo miraban azoradas. Ésta última se fue sin decir una palabra, pero una vez que estuvieron solos, Sakura se animó a preguntar.
"- ¿Desde cuándo dice eso?"
"- ¿Hoe?" – dijo el chico, reaccionando.
"- Sí, eso. ¿Desde cuándo lo dice?"
"- Desde hace mucho. No creo que sea de su incumbencia."
"- ¿De quién lo aprendió?"
"- Creo que no le importa, Kinomoto." – Xiao Lang comenzó a enfurecerse, como casi siempre que le hablaban de ella.
"- ¿Le conozco de algún lado?" – susurró ella, más para sí misma que para el joven que tenía enfrente.
"- Lo dudo, Kinomoto. Entiendo si gusta irse a comer, ¿sabe?"
"- Está bien, con unas pastillas me arreglo."
"- ¿Consume suplementos dietarios en vez de almorzar?"
"- No es de su incumbencia, Li." – dijo ella, dándole un trago de su propia medicina, pero al notar su mirada preocupada encima de ella, contestó: "- Pero ya que parece importarte, te aviso que no. No quiero almorzar porque no tengo hambre, y me basta con unas aspirinas porque siento que se me parte la cabeza de dolor."
"- Aquí tiene." – le dijo él, sacando algo del bolsillo interior del saco de su traje. Eran unas aspirinas algo fuertes, pero muy buenas. "- Ideal para las resacas."
"- ¿Cómo sabes que tengo resaca?" – se defendió ella.
"- No lo sé." – dijo él. "- Por cierto, gracias por comentármelo. No sabía que era alcohólica."
Sakura comenzó a enfadarse. ¡Solo porque una noche había sido un poco loca y había tomado de más...!
"- No, no lo soy. Ni se te ocurra jugar con eso."
"- Está bien, no quiero que te enojes." – dijo el joven, levantando sus manos para protegerse y agregando: "- ¡Pégame pero no me dejes!"
La situación mejoró considerablemente, con esa simple frase. Ambos rieron de la broma. Sakura estaba mucho mejor, ya el ambiente se tranquilizaba, el enojo se le pasaba y el dolor de cabeza disminuía. Pero él no. ¿El gran Xiao Lang Li, el magnate más reconocido en China, bromeando con una de sus clientes? ¿Se estaba volviendo loco?
"- No te preocupes, a ambos nos conviene el negocio." – le dijo ella, al verlo un poco tenso. ¿Serían nervios? Lo dudaba. Aunque no era mucho mayor que ella (dos años, tenía 26) tenía una trayectoria mucho mayor. Por eso era reconocido como el gran magnate de China.
Pero ella era la gran magnate de Japón, y aún así estaba nerviosa.
Tal vez no tenía una gran impresión de ella.
Pero, allá él. No era su problema, mientras no quisiera anular el negocio, no era algo importante, ¿o sí? "Lo cierto es que es guapo..." pensó ella. No podía evitarlo, pero sabía que estaba mal, así que se retó. "¡Y eso a quién le importa! Solamente tienes que trabajar con él, cuanto antes termines mejor niña."
"- Kinomoto... ¡Hola!" – la chica parecía ausente, perdida en sus propios pensamientos. No lo estaba escuchando.
"- ¿Hoe?" – le dijo ella, ni bien se dio cuenta que el ambarino le estaba llamando la atención.
"- Que mejor te vayas a almorzar, ¿no me oías?"
"- Lo siento, me quedé pensando."
"- ¿En qué?" – se interesó el ambarino.
"- Un mal recuerdo." –susurró ella. Al ver que el chico no le despegaba la mirada de encima, continuó. "- Mi hermano. Mi endemoniado hermano, que ya se tiene el infierno asegurado." – dijo ella, sonriendo un poco. Apenas.
"- Sé que los hermanos pueden ser poco amigables. Yo tengo cuatro hermanas que gustan hacerme la vida imposible..."
"- ¿De enserio? ¿Hasta que punto?" – dijo ella. Una sombra de tristeza se cruzó por sus ojos, mientras recordaba momentos de cuando su hermano se comportaba como un hermano.
"- No lo sé. Les gustaba buscarme novia, ese tipo de cosas. Sé que los hermanos hacen lo contrario con sus hermanas, pero, ¿es para tanto?"
"- Algo así. Quiso espantar a muchos chicos, pero claro, no necesité de su ayuda. Eso estaba bien, ahora lo veo así. Es lo que un hermano mayor le hace a su hermanita." – dijo ella. Ahora sus ojos estaba vidriosos. "- Pero lo que él me hizo es imperdonable. ¡Baka egoísta!"
"- ¿Me lo quieres contar?" – le dijo el chico. No la quería obligar a hacer nada que ella no quisiera, pero tampoco la quería ver en ese estado.
"- ¿Puedo?"
"- Claro."
"- Bueno, cuando mis padres murieron, nos dejaron esta empresa. Era aún más próspera cuando ellos estaban aquí, pero un accidente, (al que yo no sé si llamar accidente, es una cuestión muy turbia aún), los mató hace 2 largos años ya. Yo no quería ser una empresaria, no me interesaba. Se suponía que mi hermano iba a hacerse cargo de la compañía, pero ¡baka onii-chan! Cuando murieron, él desapareció. Me dejó sola con una compañía y dos ataúdes cerrados. Es el resumen de una de las dos tragedias más terribles de mi vida." (N.A: ¿Onii-chan era hermano, ne?)
Xiao Lang prefirió no seguir preguntando. Por la expresión de la joven, ambos recuerdos eran muy dolorosos. Nada más se acercó a ella y la abrazó.
"- No se preocupe... Kino..." – comenzó él.
"- Sakura... y puedes tratarme de tú, si lo prefieres solo en privado."- lo corrigió ella.
"- Sakura." – repitió. "- No te preocupes, Sakura. No estás sola."
Al cabo de unos minutos, ella reaccionó apenas y se soltó. Lo miró sonrojada y dijo:
"- Muchas gracias, señor Li."
"- Xiao Lang."
"- Shaoran." – dijo ella. "- Tu nombre en Japonés." – aclaró.
"- Lo sé. Y tú eres..."
"- Ying Fa, también lo sé. En fin, me tengo que ir, ¿sabe? Vuelvo en una hora, más o menos. Seguiremos con el contrato."
"- Me parece excelente, señorita."
"- Está bien."
Y ella, así, se fue.
