Hola! Gracias a aquellos que me dejásteis reviews!
Espero que este capítulo también sea de vuestro agrado, aunque el último mes… me salió un poco… no era así como quería enfocarlo, pero en fin… ya me diréis que tal, vale?
Os dejo con el capítulo! Espero que os guste!
Capitulo 3: Primavera
Marzo
Aún falta una hora para la cena y si no fuera porque algún gracioso, juraría que ha sido Adams, imitador de George y Fred, ha inundado de diminutas snitches la biblioteca, ahora estaría allí leyendo un poco, porque evidentemente ya he terminado con los deberes que tenía hoy. Pero no, ahora gracias a él hay miles de cientos de snitches diminutas revoloteando por la biblioteca; los ocho buscadores, dos de cada equipo y casa, están ahora mismo intentando cazarlas todas antes de que a la pobre Señora Pince le de un infarto o acabe muriéndose y convirtiéndose en fantasma igual que el profesor Binns.
Bueno, ocho buscadores y todos los que se han sumado al equipo como voluntarios; sabía que la mayoría de bateadores y cazadores de los equipos también deseaban ser buscadores, pero de ahí a que prácticamente todos estén cazando snitches mientras sortean libros, estanterías, mesas y sillas… creo que es demasiado; ¡incluso Ron se ha quedado con Harry en la biblioteca cazando esas pelotitas doradas con alas!
Y claro, si al menos hiciera buen tiempo, podría salir al lago a leer un rato o sólo a pensar, pero no, hoy el destino y los planetas han debido compincharse entre ellos porque está lloviendo a cántaros; no podía ir a peor… Menudo día que llevo…
El despertador no ha sonado y he llegado tarde a la primera clase, que para colmo de males era Pociones y no contento con recriminarme mi falta de puntualidad, me ha emparejado con Zabinni para hacer una estúpida poción de invisibilidad que juro que estaba bien hecha hasta que el idiota de Zabinni ha arrojado vete tú a saber qué al caldero y la poción se ha echado a perder sin darme tiempo a rehacerla otra vez antes de que Snape viniera a revisarla y dijera con tono mordaz, y cito literalmente, "ya que no sabe llegar puntual, al menos podría despertarse para venir a clase si es que piensa hacer algo útil algún día, claro"; ah, pero por supuesto, no se ha limitado a eso, claro que no, mientras que Zabinni ha salido con un aviso, yo he perdido veinte puntos para Gryffindor ¡veinte!
No es que sea una gran suma de puntos, después de todo, en un par de clases los he podido recuperar con creces, pero es que odio tener que crecerme ante las demás clases únicamente para ir reponiendo los puntos que Snape nos quita sin ninguna justificación.
Después de eso, el día sólo ha ido a peor; he tenido que pasarme toda la clase de transformaciones escuchando como Ron protestaba por una estúpida pelea que había tenido con Luna; ha acabado con mi paciencia en más de una ocasión y me he visto tentada a gritarle que no me importaba lo que Luna pensara de las sirenas, ¡ellas no eran como en las leyendas muggles! Pero en vez de eso, me he limitado a resoplar enojada parece que Ron ha entendido el mensaje porque no ha vuelto a abrir la boca en toda la clase.
En Herbología, una de las mandrágoras casi me arranca un dedo y la profesora Sprout no se le ocurre otra cosa que decirme que "vaya con cuidado, señorita Granger, apenas son unos bebés" ¡Ja, ¡Bebés! Pues ese bebé ha estado a punto de arrancarme un dedo completo y la profesora no ha hecho nada por impedirlo.
Después Harry me ha perseguido durante media hora completa para pedirme los apuntes de Historia de la Magia de Binns. Y claro, he tenido que decirle que se los dejaría después porque no los tenía en esos momentos ya que se lo había dejado a alguien. Ha fruncido el ceño pero lo ha aceptado, sin embargo, cuando me ha preguntado que quién los tenía y le he dicho tranquilamente que los tenía Draco Malfoy, ha puesto el grito en el cielo y estoy segura de que incluso los centauros han escuchado su maldición.
Y por si eso fuera poco, Harry se lo ha comentado a Ron, claro, como con él no era suficiente, después he tenido que soportar también las barbaridades que salían de la boca de Ron, ¿Molly sabe que su hijo habla así? Lo que me lleva a otra pregunta, ¿de dónde diablos ha aprendido Ron semejante vocabulario? No sabía que conociera tantos sinónimos de "imbécil" y de "serpiente"
Ah, no pero eso no ha sido nada comparado con la hora de la comida; una lechuza se ha equivocado y en lugar de dejar sobre Parvati el paquete que llevaba, lo ha dejado sobre mi plato; el problema es que el plato en cuestión era crema de verduras y mi túnica ha quedado manchada de verde completamente, además de algunos de los rizos que tenía sobre el hombro en aquellos momentos y uno de mis libros predilectos que estaba leyendo en aquellos momentos, eso ha provocado, además de ganarme las risas de todos los presentes, las carcajadas de humillación que la mesa de Slytherin me ha dedicado.
Malfoy no estaba allí.
Y ahora para colmo, no puedo ir a relajarme a la biblioteca, sino que estoy aquí como una tonta haciendo dibujos en la ventana empañada mientras la lluvia golpea con fuerza los cristales y las luces amenazan con apagarse en cualquier momento.
¡Genial! Ahora estoy hablando sola, porque aunque aprecio a Crosshanks no creo que él vaya a responderme, a menos que sea un animago, lo cual me fastidiaría mucho, la verdad.
¿Qué diablos estoy dibujando? Borro con una mano nerviosa los corazones y las iniciales que sin querer mi mano han dejado grabadas sobre la superficie del cristal. Debo estar loca, ¿cómo se me ocurre hacer algo así?
D. M. ¿Desde cuándo me dedico a escribir las iniciales de Malfoy en los cristales empañados? Parece ser que desde ahora… ¿Por qué estoy sonriendo? No quiero sonreír; odio a Malfoy y no puedo entender por qué estoy dibujando… ¿Lo odio? Claro que lo odio, ¿verdad? Sí, lo odio. Tengo que odiarle.
Quiero odiarle… Quiero odiar esa sonrisa tan sencilla y simple, vacía de arrogancia, que me dedica por las mañanas.
Quiero odiar esos gestos aristócratas y elegantes que hacen que lo esté mirando durante minutos enteros antes de ser consciente de que lo estoy haciendo.
Quiero odiar el sonido de su voz cuando me dice "buenos días" y el tiente divertido en su voz cuando se ve obligado a despertarme porque me he quedado dormida.
Quiero odiar el modo en que consigue hacerme sonreír sin querer hacerlo y la manera en que me mira cuando cree que no lo observo.
Y sus ojos… Quiero odiar el color plata de sus ojos que me están volviendo loca y no me dejan concentrarme nunca.
Y quiero odiar su mirada llena de una tristeza que jamás creí poder ver nunca en él.
Y quiero odiar la forma en que me mira desde el otro lado de la mesa, o desde el otro lado del comedor, cuando en las comidas y las cenas levanto mi vista para toparme con la suya porque tengo el presentimiento de que alguien me observa y siempre es él.
Quiero odiarle… Quiero odiar todas y cada una de las cosas que estoy diciendo y sin embargo, no puedo hacerlo… No sé si quiero hacerlo.
He aprendido a ver detrás de sus ojos lo que no quiere mostrar a nadie; he visto como acaricia a su lechuza con aire casi ausente cuando cree que no le observo, el modo en que frunce el ceño cuando recibe una carta de sus padres, y el gesto instintivo que tiene de tocarse el brazo izquierdo y remangarse la túnica para comprobar algo y aunque en un principio no sabía qué podía ser, tengo la intuición de que lo hace únicamente para asegurarse de que la marca tenebrosa no está en su piel.
Quizá me equivoque y todo sea producto de mi imaginación; quizá las miradas tristes no tengan nada que ver con las lechuzas familiares y quizá ese gesto sea simplemente el deseo de poseer dicha marca en su brazo; quizá el brillo que a veces veo en su mirada no tiene nada que ver con el hecho de seguir siendo libre todavía.
Sí, lo admito, quizá esté equivocada, completamente equivocada… Quizá Malfoy siga siendo… Malfoy; un niño rico mimado y caprichoso que ansía el poder que la marca de los mortífagos puede proporcionarle y la protección que Voldemort pueda llegar a prometerle para unirse a sus filas; quizá lo siga siendo…
Pero algo me indica que no es así; no es algo físico, algo que se pueda ver… es algo diferente… es el modo en que habla, en que mira, en que camina, en que respira… hay algo en él que sé que ha cambiado.
También ha cambiado algo en mí… Y puede que esté equivocada en todo lo demás, pero sé que no puedo estar equivocada cuando admito ahora y en soledad, que me estoy enamorando de él, si es que no lo estoy ya.
Abril
Un mes; ese es el tiempo que ha pasado desde que ocurrió aquello. No entiendo por qué lo hice, tampoco es que haya tenido tiempo para pensar mucho, pero en fin… Se supone que uno sabe por qué hace según qué cosas ¿no? Y besar a una chica con la que te has estado peleando desde que entraste en el colegio y el mismo momento en que la conociste, debería de tener una razón. ¿Verdad? Entonces, ¿por qué no la encuentro?
He repasado aquel momento cientos de veces, era finales de marzo, lo recuerdo porque aún había nieve en el campo de quiddich, pero eso no había sido suficiente para que Marcus nos permitiera irnos a nuestras salas comunes, no, claro; la semana pasaba habíamos perdido contra Ravenclaw y en tres días tendríamos que enfrentarnos a los leones y a San Potter.
Eso era motivo más que suficiente para obligarnos a tenernos en el campo volando con la lluvia y el viento que hacía y evidentemente, pasó lo que tenía que pasar.
No sé de donde vino esa maldita bludger, ni tampoco si fue por accidente o si simplemente a Brian se le "olvidó" que estaba lo suficientemente cerca de su bate, pero antes de saber qué había ocurrido sentí un fuerte dolor en mi brazo derecho, perdí el sentido de la escoba y cerré los ojos esperando el impacto. Desperté en la enfermería a las tres horas; Madame Pomfray había curado mi brazo pero me dijo que no lo forzara y me lo inmovilizó, cuando le pregunté ácidamente cómo se suponía que iba a cenar esa noche, se limitó a sonreír y a decirme que buscara a una enfermera particular o que me quedara en la enfermería a pasar la noche; preferí morirme de hambre antes que quedarme en la enfermería; me dio una pomada para que me la pusiera sobre el brazo aquella noche y me dio instrucciones de que me lo vendase de nuevo.
Cuando hube llegado a la torre, Hermione, sí, porque ya soy plenamente consciente de que es Hermione, aunque eso es algo que ella aún no sabe y no va a saber nunca, espero, alzó la vista de la carta astral que le estaba corrigiendo a Potter; aún no entendía por qué perdía el tiempo con eso, si el héroe no era capaz de realizar una simple carta astral, debería abandonar adivinación, de hecho, yo ya lo habría hecho si fuera él y la profesora estuviera prediciendo mi muerte tres veces en cada clase.
No le dije nada y ella a mí tampoco, aunque su ceño fruncido mientras miraba mi brazo vendado parecía querer decir mucho; y es que la señorita sabelotodo había pronosticado aquella tarde cuando me había ido al entrenamiento, que alguno saldría herido y por casualidades de la vida, había resultado que el herido, había sido yo. Por una vez parecía que le hubiese gustado equivocarse en algo. Un simple "lo sabía, ¿estás bien?" salió de su garganta y en silencio, asentí.
Su frente regresó a su estado natural, y me alegré, no me gustaba verla enfadada ni preocupada, por muy bonita que se viera de aquel modo.
Se fue a cenar y yo me quedé en la torre, intentando concentrarme en algo, cualquier cosa que no fuera "tengo hambre" y cualquier cosa que no me hiciera recordar que tenía hambre. Pero por nada del mundo bajaría al gran comedor a sentarme entre una irritante Pansy y un burlón Blaise que me atosigarían; ella para intentar darme de comer y él para reírse por los intentos de ella. Seguramente acabaría de mal humor y ya había tenido suficiente por entonces.
Media hora después Hermione regresó y sin decir nada, sólo con una sonrisa, dejó frente a mi un plato de ensalada fresca, un muslo de pavo asado que ya estaba cortado y un par de manzanas troceadas con chocolate por encima que parecía tener una pinta exquisita.
"No sabía que te gustaba, así que opté por algo ligero, ¿te duele?" Le contesté que no y ella sonrió antes de volver a sumirse en el libro que había dejado abandonado; no le pregunté por qué lo había hecho, no esperaba que me contestara.
Una hora después, Hermione me miraba más que divertida, haciendo grandes esfuerzos por ocultar la carcajada que reprimía pero sin poder evitar esa sonrisa bailando en sus labios. No era para menos; después de cena, me había quitado la venda, bien, primer paso resuelto, me había aplicado la pomada, de acuerdo, segundo paso completado, pero a la hora de ponerme de nuevo la venda, tenía grandes dificultades para hacerlo solo.
Claro que podía haberle pedido ayuda, pero no iba a hacerlo, puede que no pudiera ponerme solo la venda, pero seguía manteniendo el orgullo de los Malfoy en alto, ¿verdad?
Y estaba a punto de mandar la venda al fuego de la chimenea cuando una suave mano se posó sobre mi brazo retirando la venda mal colocada; la miré un segundo, sin creer que estuviera ayudándome sin que se lo pidiera.
"Si no te ayudo, tendré remordimientos por haberme ido a la cama mientras tú sigues peleándote con la venda" Eso fue lo que me dijo aún riendo entre ocasionales carcajadas e hipidos; sólo atiné a sonreírle.
Observé como recogía la venda blanca sobre sí misma y como con suavidad y firmeza colocaba mi brazo sobre la mesa para poder vendarme; estaba hablando; no la entendía, decía algo de campamentos muggles y primeros auxilios; no me importaba lo que decía, al menos, no demasiado; estaba demasiado entretenido sintiendo como sus manos acariciaban mi piel y me producían una sensación electrificante que recorría mi cuerpo, tenía que hablar con Severus ¿era normal sentir snitches en el estómago cuando Hermione estaba cerca? Miraba sus labios moverse pero ningún sonido salía de ellos, era como si estuviera bajo un hechizo, encandilado, sí, quizá esa era la palabra.
Se inclinó para colocar bien la venda que se había torcido y su cabeza quedó a la altura de mi mandíbula; lavanda; su cabello rizado olía a lavanda fresca y aromatizante, dulce, acaramelada; uno de sus rizos se hizo el travieso y acarició mi hombro sin mi consentimiento; no pude culparlo.
Intenté mantener mi cara de "no me importa lo que digas o hagas", juro que lo intenté, pero fracasé estrepitosamente y lo sé, lo reconozco… Pero es que cada vez que intentaba hacer algún comentario hiriente sobre lo que ella decía, me perdía en sus labios rojizos y me encontraba preguntándome qué tal sería besarlos.
Y claro, un Malfoy nunca se queda con la duda.
Ella terminó de atar la venda y después de asegurarse que estaba firme pero sin apretar demasiado se levantó de mi lado donde había estado arrodillada poniéndome bien la venda; pero antes de que ella diera un paso, mi mano se movió por inercia y la atrajo sobre mí.
No sé cómo lo hice, ni por qué lo hice, sólo sé que lo hice. La besé. La besé suavemente, disfrutando del sabor afrutado que sus labios tenían; fresa. Sonreí dentro del beso cuando noté que ella me correspondía.
No recuerdo el tiempo que estuvimos besándonos, sólo sé que tuvimos que parar para respirar y entonces ocurrió; ella abrió los ojos y me miró para levantarse y salir corriendo hacia su habitación y dejándome a mi tonto y sin saber qué hacer.
Por eso estoy ahora aquí como un idiota, mirando como en el otro lado de la mesa ella termina su redacción de Historia de la magia, y rehuyendo su mirada cuando se cruza con la mía; creo que no debí hacerlo, sé que no debí hacerlo, entonces ¿por qué diablos lo hice?
Estamos a finales de abril y parece que todo lo que habíamos avanzado en esta pequeña relación de amistad se ha terminado; hemos vuelto a los monosílabos, a las miradas rehuyentes, y al silencio que inunda la sala común cuando estudiamos, como está pasando ahora mismo.
¿Fue un error? Me gustaría preguntártelo, pero creo que no tengo derecho a hacerlo. Sé que no le has comentado a nadie nuestro beso, de ser así, Weasley y Potter ya habrían venido a buscarme con sus varitas por delante; ¿por qué no les has dicho nada?
Te veo tamborilear los dedos sobre la mesa, como haces siempre que estás impaciente o nerviosa; estás mordiendo sutilmente la pluma roja y no puedo evitar fruncir el ceño, ¿dónde has dejado la gris? Creía que era tu favorita…
Supongo que no tiene sentido que me levante y te pregunte ¿verdad? Conozco el valor Gryffindor y si sintieras algo por mí me lo hubieras dicho ¿cierto? Otra vez hablando solo… acabaré volviéndome loco si no es que ya lo estoy por ti.
Pero el próximo mes acabará todo, te lo prometo; no habrán más miradas por mi parte, ni más sonrisas a escondidas, ni más caricias involuntarias cuando nos cruzamos en las escaleras…
He recibido una lechuza de mi padre aunque tú no lo sabes. El próximo mes… quizá todo acabe o con un poco de suerte, quizá todo empiece… Suerte… Nunca la he tenido, aunque los demás crean que sí. Si tuviera suerte ahora mismo estarías a mi lado en lugar de en la otra punta de la mesa.
Me levanto en silencio y recojo las cosas antes de meterme en mi habitación; ignoro si me estás mirando o no, nunca he tenido esa capacidad para saber cuando alguien te está observando.
El próximo mes tendré que tomar una decisión final, aunque creo que ya la he tomado porque ¿acaso alguien ha visto alguna vez un mortífago enamorado de una nacida de muggle?
Mayo
Por mucho que me cueste, tengo que admitir que Potter sabe lo que se hace cuando tiene una varita en la mano. Maldiciones a diestro y siniestro que acababan acertadamente en el pecho de los mortífagos que habían entrado en el Gran Comedor durante la cena, eran disparadas por el héroe de Gryffindor.
Una gran explosión había atraído la atención de los profesores fuera, en los terrenos; raudos habían salido a batirse en duelo con los cientos de dementores que habían abandonado ocasionalmente la prisión de Azkaban, dejándonos a los alumnos de séptimo a cargo de los más pequeños dentro del comedor diciendo que estaríamos seguros.
Y tan pronto se habían marchado, una segunda explosión que había hecho volar las puertas y ventanas dando un mayor acceso a los mortífagos que en estos momentos tratamos de aturdir como podemos, hizo que inmediatamente todas las miradas de los alumnos se posaran sobre Harry Potter y sus dos amigos, quienes se habían hecho cargo de la situación.
Weasley, Brown, Longbotton, Susan Bones, Jack Alister y Samuel Kentler habían tomado varios grupos reducidos de los chicos de primero a cuarto y los estaban sacando del comedor con hechizos protectores para conducirlos hasta la torre de Ravenclaw que era la más cercada al comedor.
Los demás estamos intentando acabar con los mortífagos antes de que ellos acaben con nosotros; y debo admitir que me alegro de mis conocimientos de artes oscuras, de otro modo, esa maldición que el padre de Crabbe acaba de enviarme hubiera terminado conmigo en el suelo.
No me he sentido sorprendido cuando la mesa completa de Slytherin ha salido del comedor minutos antes de que todo esto empezara. Y estoy seguro que si no hubiese avisado a Severus y al viejo chiflado que tenemos por director, ahora estaríamos todos muertos, o al menos, los mestizos y nacidos de muggles lo estarían.
Los alumnos de sexto han llevado a los de quinto al fondo del comedor y los han apiñado creando un círculo a su alrededor desde donde lanzan maldiciones y hechizos básicos; es lógico, teniendo en cuenta las clases de defensa que se han dado en Hogwarts desde que entré.
Acabo de petrificar a Zabinni, el padre de Blaise, lo sé por el modo de sostener la varita con el dedo corazón y el pulgar; lo he visto cientos de veces sostenerla así mientras le aplicaba cruciatus a cualquiera que estuviera al alcance sólo por el hecho de divertirse. Aprovecho para girar a mi alrededor y ver si alguien necesita mi ayuda realmente.
Pequeños grupos de tres chicos se han ido formando por todo el salón y espalda contra espalda se enfrentan a los mortífagos con un valor inusual que jamás hubiera creído que tenían. Incluso los hufflelpuffs a quienes siempre consideré unos perdedores y unos cobardes, están defendiendo lo que es suyo y están luchando por mantener a salvo Hogwarts y a los que están allí.
Dos cabezas pelirrojas se han unido a Potter aunque éste no parece que esté muy cansado; se mueve con gran agilidad y destreza y no falla ni uno solo hechizo; todos son certeros… Empiezo a entender por qué es tan bueno en defensa… no le ha quedado otra solución que serlo. Tampoco me sorprendo al ver que los dos pelirrojos son los hermanos Weasley; Ginevra y Ron que tan pronto ha soltado a los pequeños en la torre bajo hechizos de protección, ha regresado al lado de su amigo para ayudarlo.
Hermione no está muy lejos de ellos, si bien su magia no es tan fuerte como la de Potter y su estrategia no es tan buena como la de Weasley, sabe defenderse; es ágil y rápida, cosa que nunca había imaginado en ella; claro que tampoco la había visto nunca luchar por su vida y por la de aquellos a los que quiere.
¿Y yo? Yo estoy solo, luchando contra aquellos a los que en un principio debía unirme; soy consciente de que estoy cavando mi tumba al hacer esto; he visto el brillo de los ojos de Parkinson y sé que estoy condenado; acabo de mostrar mis cartas sobre la mesa, mi decisión está tomada; no voy a ser un mortífago, no voy a ser el vasallo de nadie nunca. Esa marca que tantas pesadillas me ha ocasionado no rozará mi piel jamás.
Lanzo un conveniente hechizo aturdidor a uno de los mortífagos que iba a atacar a Longbotton por la espalda; mi impacto le causa dolor y grita, el Gryffindor se gira sobresaltado pero sin soltar su varita y en cuanto ve quien le ha salvado, parpadea; no puedo culparle, después de todo, yo debía de ser uno de los que ahora están perdiendo terreno, ¿verdad? Asiente con la cabeza en señal de gratitud y le correspondo el gesto antes de que se gire para encarar a un nuevo mago oscuro.
Puedo decir el nombre de todos los presentes sin necesidad de que se quiten las capuchas y las máscaras blancas caigan al suelo; Nott, Avery, Rosier, McNair, Crouche, Parkinson, Zabinni, Crabbe, Goyle, Lestrange… Conozco a todos y cada uno de ellos; he asistido a sus reuniones, sus hijos han sido mis amigos, o eso es lo que yo creía.
Pero no le veo a él. Y estoy seguro que está aquí; nunca se perdería la masacre en la que querían convertir esto; giro a mi alrededor buscando la figura altiva de mi padre y antes de girar por completo, escucho un grito y una voz enfurecida que se mezclan.
-¡DRACO, NO! –Hermione es la que grita.
-¡Cruccio! –mi padre el que me maldice.
Pero la maldición no llega a mí; uno de los trozos de mesa que han sido rotos ha aparecido de la nada levitando e interponiéndose entre mi padre y yo. Hermione está a mi lado, su varita apuntando la mesa que m protege y recibe la maldición de mi padre.
Agradezco la frialdad con la que mi padre me crió para recuperarme de la impresión que me ha causado que fuera él precisamente quien me lanzara esa maldición; tomo mi varita fuertemente y me pongo delante de Hermione en un gesto instintivo que no he pensado; tan pronto como la madera se rompe en pedazos por la presión del cruciatus, el rostro de mi padre asoma bajo la capucha; no lo pienso y le lanzo una maldición; la misma que él acaba de lanzarme antes de que apunte a Hermione con su varita falsa.
A mi alrededor todo se detiene; es la primera vez que la hago y no siento ningún remordimiento; era él o Hermione.
Fuera el ruido de la batalla ha cesado por ahora; Dumbledore aparece en el Gran Comedor seguido de los profesores; Severus me mira pero no dice nada; aunque aprecio ver en sus ojos ese brillo de satisfacción.
Hermione me hace bajar la varita y romper el hechizo de Lucius; porque ahora es Lucius.
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"No sé por qué lo he hecho. Sí, sí lo sé. Harry no necesitaba mi ayuda; Ron y Ginny lo estaban protegiendo bastante bien mientras él se dedicaba simplemente a lanzar hechizos a los mortífagos que intentaban alcanzarlo para, seguramente, ascender un escalafón ante los ojos de su señor. He visto como le ha salvado la vida a Neville; aunque casi me da un infarto cuando ese hechizo pasó rozándole la cabeza, me alegro de que al menos las horas que su padre invirtió enseñándole artes oscuras sirvieran para algo.
Ha sido cuando me he acordado de Malfoy padre. ¿Dónde estaba? Era la mano derecha de Voldemort, no se perdería algo así por nada en el mundo. Y entonces lo vi; el único mortífago que seguía de pie sin dar muestras de haber estado luchando, reservándose para un placer mayor; no me hizo falta nada para saber que era él; bastaba con mirar los ojos escondidos tras la máscara para saber que era él; no por su color grisáceo igual que el de Draco, si no por el odio que había en su mirada.
Vi como alzaba la varita y no lo pensé dos veces; hice levitar la mesa y la interpuse entre Draco y su padre al tiempo que yo gritaba para llamar la atención de Draco y al tiempo que Malfoy padre lanzaba una maldición.
Bajo la mano en la que sostiene su varita apuntando a su padre; Dumbledore ha llegado y los mortífagos han escapado, al menos la mayoría de ellos; no presto atención al hecho de que Harry parece muy satisfecho mientras arroja a los pies del director el encapuchado rostro y cuerpo de Peter Pettigrew; no presto atención al modo en que Ron va a revisar a los pequeños seguido de McGonagall mientras le asegura que los chicos están perfectamente y a buen recaudo.
Son sus ojos. Dolidos. No hay miedo en ellos, el miedo que podría y debería tener porque acaba de sacrificarse delante de todos los alumnos y mortífagos dejando claro que no quiere nada con Voldemort; no es miedo lo que su mirada muestra; es una mezcla de orgullo y dolor. Orgullo por haber hecho lo que debía hacer; dolor por haberlo hecho contra el hombre que un día fue su padre.
No sé por que lo hago, pero mi cuerpo parece moverse solo; antes de saber qué estoy haciendo, le abrazo y le obligo a enterrar su cabeza en el hueco de mi cuello; escucho como solloza en silencio y sonrío mientras le acaricio el cabello platinado ignorando todas las miradas que están fijas en nosotros.
No me importa, ya no. He estado a punto de perderle, no quiero perderle de verdad… Resulta irónico… ¿dónde se ha visto que una nacida de muggle se enamore del hijo de un mortífago? Porque lo tengo muy claro; Draco no lo es y nunca lo será; es demasiado orgulloso para ser el vasallo de nadie. Él es su propio señor
Fuera, el mes de mayo está en plena plenitud; la nieve ya es inexistente y las primeras flores han hecho su aparición. Sonrío. Es primavera."
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Hola! Que tal? Os ha gustado la primavera?
Bueno, el próximo será el verano, aunque no sé como voy a enfocarlo, así que quizá tarde un poquito más mmm…. Ya veré :D
Bueno, ya sabéis, vuestros comentarios, quejas y sugerencias serán siempre bien recibidas si las dejais en los reviews
:D
Sed felices, leed mucho (sobre todo mis otras historias) y escribid!
Nos leemos prontito!
Un beso!
