Hola a todo el mundo!

Qué tal la semana? Yo liada con examenes! Aghhh mañana tengo otro y en lugar de estar estudiando estoy subiendo el capítulo, anda que… en fin… todo sea por voostros que me leeis y me dejais esos reviews tan bonitos que me dejais :D

Bueno, este es el último capítulo de este minific.

Espero que os guste y que los otros tres también os hayan gustado.

Espero vuestros comentarios y estaría encantada de veros por mis otras historias.

Un besito para todos y cuidaos, vale?

Nos leemos más abajo!

Capítulo 4. Verano

Junio

Llego tarde. Otra vez. Me va a matar, estoy segura; y todo por culpa de Ron; claro, ahora que estamos en Junio y ve la cercanía de los Extasis, ahora le entra la prisa por querer estudiar todo lo que no ha estudiado en el curso; siempre hace lo mismo, nunca sigue el horario que le planeo y al final soy yo quien termina en la biblioteca estudiando con él y ayudándolo a estudiar; no es que me importe, bueno, no me importaba, hasta ahora.

Llevo toda la semana llegando tarde y aunque no me lo demuestra, sé que en cualquier momento se va a enfadar conmigo por hacerlo; el otro día ya me dijo con cierto tono casual que le parecía que Ron lo hacía a propósito para que no quedara con él, primero me reí por semejante idea, pero ahora que lo pienso en frío mientras corro por los pasillos del colegio esquivando a Peeves, no me parece una idea tan descabellada, después de todo, aún puedo visualizar la cara de Ron cuando le dije que lo iba a intentar.

Harry… Harry se lo ha tomado mejor, creo… al menos eso es lo que parece; no rueda los ojos cada vez que le sonrío como lo hace Ron, ni intenta retenerme cuando me levanto y digo que he quedado con él, ni tampoco critica cada paquete, regalo o carta que me llega durante el almuerzo de parte de él como hace Ron.

No estoy segura de si lo ha tomado bien, o simplemente se ha dado cuenta de que no puede hacer nada para cambiar esto; quiero creer que es lo primero; después de todo, él vio como me defendía levantando la varita contra su padre, sabiendo que con ese simple gesto, todo su mundo, todo lo que conocía, todo lo que era, le daría la espalda.

Y así fue, así ha sido; él fue el único Slytherin que estuvo presente en la batalla del Gran Comedor, y eso fue un punto a su favor ante los ojos de los profesores y de los demás chicos que estaban allí; ahora se sienta en nuestra mesa, sí bueno, es un poco raro, lo admito, un Slytherin en Gryffindor… él estaba más asustado que yo, creo; me parece que temía por su vida; pero jamás lo demostraría evidentemente; además sé que el profesor Snape ha habitado un cuarto dentro de sus habitaciones privadas para él; es mucho mejor así, aunque él no quiera aceptarlo porque dice que es suficientemente grande para defenderse solo. De todas formas el profesor Snape ha sido muy claro en ese respecto; o se queda con él en sus habitaciones o se marcha de Hogwarts.

Él ha aceptado, por supuesto, no le quedaba más remedio, y, aunque no lo haya dicho y no lo diga jamás porque es demasiado orgulloso para ello, creo que en el fondo, está agradecido de que lo hayan obligado a quedarse con el profesor de pociones.

Hemos estado hablando, bueno, todo lo que nos dejan nuestras actividades, pero hemos estado hablando… No sabe dónde irá después de Hogwarts, no puede quedarse en el colegio porque ya no es estudiante ni puede volver a su casa porque allí ya no solo no sería bien recibido, sino que además, posiblemente, saldría muerto de allí. No, yo no voy a dejar que regrese a su casa.

Sí, ya sé, parece que soy un poco inconstante ¿no? Tantos años odiándole, tantos años criticándole, vigilándole y esperando lo peor de él para decir ahora que estoy completamente enamorada de Draco Malfoy. ¿Qué quieres que te diga? Lo amo. Uno nunca elige a quién querer; por suerte o por desgracia, piensa como quieras, pero eso no se puede elegir, simplemente está ahí.

Draco no es como los demás piensan; bueno sí, es arrogante y frío, y orgulloso y brusco y testarudo, pero también es cariñoso cuando cree que nadie le ve, y es atento y caballeroso y muy inteligente, y refinado y… en fin… simplemente es Draco; es que no hay más palabras que esas para definirlo; es Draco Malfoy.

Creo que ni con todas las palabras del diccionario muggle y mágico, podría describir cómo es él; sí, claro, podría pasarme horas enteras intentando hacerlo, intentando describir el modo en que sonríe, intentando explicar que sus ojos fríos esconden un pequeño fuego, intentando relacionar sus gestos aristocráticos con su mirada distante, airada…

Pero todo quedaría en eso; palabras; simples palabras que no dirían nada de él, palabras que no pueden describir nada sobre él.

No hay palabras suficientes para explicar el modo en que cada día al verme me besa la mejilla con suavidad a modo de saludo, el modo en que me mira frunciendo el ceño cuando me ve con el cabello recogido, y la sonrisa que aparece en su rostro cuando me deshago la coleta o la trenza que atrapa mis rizos, el modo en que sus manos se entierran en mi cabello jugando con los bucles, acariciándolos, peinándolos, jugando con ellos por el simple placer de estar cerca de mí.

No hay palabras suficientes para explicar la manera en que me mira; siempre atento a lo que hago, a lo que digo, a mis gestos; ha aprendido a descubrir en mis mirada lo que quiero decir, ha aprendido a descifrar una sonrisa; ha aprendido que cuando me muerdo el labio significa una cosa y que cuando tamborileo sobre la mesa con la pluma es diferente a cuando lo hago con los dedos.

No tengo palabras para explicar el modo en que me vigila cuando estamos en la biblioteca y él se sienta delante de mí, casi con aire casual pero que yo sé que es un gesto estudiado y repetido durante muchos años; no puedo explicar la corriente de electricidad que recorre mi espina dorsal cuando por accidente roza mi mano con la suya en clase de transformaciones o de encantamientos; el modo en que me susurra durante las clases de pociones cómo debo hacerlo para terminar más rápido sin que el profesor Snape me utilice para quitarle puntos a Gryffindor ni tampoco el modo en que me acaricia la rodilla y el muslo por encima de la túnica cuando estamos sentados y el profesor de pociones me provoca; una simple caricia de Draco me tranquiliza y me insta a que no conteste.

Jamás podré describir lo que siento cuando me levanto por las mañanas para ir al baño y al pasar junto a su puerta, ésta está abierta, el modo en que duerme, con el cabello despeinado sobre las almohadas, las sábanas oscuras cubriendo su cuerpo desde la cintura dejando el torso descubierto, un brazo alrededor del cuerpo y el otro sobre el pecho que sube y baja rítmicamente con el lento compás del sonido de su corazón.

Y no podré explicar nunca el modo en que por las noches, cuando los dos hemos terminado nuestras tareas de premio anual, nuestras redacciones, ejercicios, prácticas y demás, nos quedamos abrazados en el sofá, frente a la chimenea, susurrando cosas sin sentido, hablando de todo y de nada, de sueños, de anhelos, de deseos, de miedos, frustraciones y esperanzas. Como si el tiempo se detuviera sólo para nosotros dos, única y exclusivamente para nosotros.

O simplemente en silencio, escuchando el palpitar del otro y sintiendo la presencia del otro junto a la nuestra; es en momentos como ese cuando Draco me besa con suave lentitud y me susurra un "te quiero" que se apodera de mi alma.

Y cualquiera podría pensar que necesitamos algo más, que nuestra relación necesita dar un paso en un sentido más físico… se equivocan; igual que yo me equivoqué cuando dije que los Slytherins no podían amar, igual que me equivoqué cuando pensaba que Draco Malfoy iba a ser un mortífago, igual que me equivoqué cuando me repetía cinco mil veces al día que no podía estar enamorada de él.

Me detengo frente a la puerta de nuestra sala común y respiro profundamente para recuperar el aliento que he perdido en la carrera antes de entrar mientras pienso en una buena excusa que darle para llegar media hora tarde a nuestra cita.

Pero todas las excusas que podría haber tenido se me olvidan cuando abro la puerta y paso dentro y me lo encuentro sentado en el sofá, con una pierna sobre la otra, el brazo descansando ligeramente sobre su regazo y el otro sosteniendo un libro que tiene como punto de página una rosa negra. Así es como es él, una rosa negra; la más perfecta de las flores pero nacida en el lado de la oscuridad.

Me mira y me sonríe ligeramente; dejando el libro cerrado sobre el sofá y poniéndose en pie con esa elegancia aristocrática que tanto me atrae; camina hacia mí con la rosa entre sus manos y me la tiende; estoy a punto de disculparme cuando me dice: "llegas tarde, pero no importa"

Le sonrío; y sé que no puede haber nada más perfecto que este momento.

Julio

¿Quién iba a decirme al principio de este curso que iba a llegar al mes de julio en este estado? Hace quince días que no la veo y ya la echo de menos, bueno, no es verdad, sí que la veo; voy a su barrio muggle casi todos los días, eso cuando ella no viene a visitarme a este pequeño apartamento que Severus me consiguió.

Lo prometió y lo cumplió; me dijo que no me iba a dejar solo, pero también me aconsejó que no visitara el Londres mágico muy a menudo; me ofreció su casa para quedarme con él; lo veo en sus ojos; se siente orgulloso de lo que hice, de lo que estoy haciendo, de lo que me he negado a ser y que él no pudo apartar de su vida. Jamás había visto a nadie mirarme con orgullo y la verdad es que me sentí un poco raro.

Hoy no la veré; quizá por eso estoy tan alterado; es el cumpleaños de Potter y por supuesto ella estaba invitada a la fiesta que los Weasley le han preparado; Weasley me invitó, pero decliné la oferte; estoy enamorado de Hermione, pero aún es muy pronto para mezclarme con tantos pelirrojos sin morir en el intento; ella lo ha entendido.

Por eso no la veré hoy, pero me he acostumbrado tanto a su presencia que se me hace difícil no pasar un día a su lado; ¿quién lo iba a decir? Enamorado de una sangre sucia… Resulta irónico que me haya enamorado de la única persona que representa todo lo que me enseñaron a odiar.

Pero es que Hermione es perfecta. Perfecta para mí. Excepto cuando llega tarde a nuestras citas, cosa que ocurre con bastante frecuencia, sobre todo si está en la biblioteca o la librería o en casa de los Weasley, pero he aprendido a tolerar esos pequeños defectos que la hacen más especial aún.

Ya no me incomoda la manía que tiene de dejar cada libro en un sitio específico, ni me molesta que me mire incrédula cuando me ve mezclar la mantequilla con la mermelada de melocotón como si estuviera cometiendo el peor de los pecados, ni tampoco me molesta cuando frunce el ceño y me critica por gastar demasiado dinero en algún regalo que le hago diciéndome que no me puedo permitir el lujo que hasta ahora siempre había tenido en mi vida; no, ya no me molesta.

Esas pequeñas cosas que antes hubieran acabado en una discusión o una pelea, o un duelo de varitas seguramente, ya no importan demasiado.

Ahora me importan otras cosas; me gusta el modo que tiene de llamar al timbre, tres veces cortas, una pausa ligera y dos toques más; me gusta la sonrisa que ilumina su rostro cuando abro la puerta y la recibo con un beso en la frente, y me gusta sentir como tiembla cuando hago eso; es increíble que en un beso tan simple y puro ella pueda mostrar tanta confianza y tanta dulzura, tanta inocencia… A pesar de todo lo que sus ojos han visto, sigue manteniendo esa inocencia que tanto me agrada en ella.

Y me gusta el modo en que se pasa la mano por el cabello para recoger los bucles detrás de su oreja, y la manera en que frunce el ceño cuando está concentrada en algo, y adoro el modo en que mueve su pluma tamborileando sobre la mesa o cuando simplemente lo hace con los dedos, rasgando la superficie con sus uñas largas, transparentes, perfectas.

Adoro el modo en que se viste siempre intentando parecer casual pese a que yo sé que se pasa horas eligiendo el vestuario que sabe que me gustará, y me gusta el modo en que relame la cucharilla después de haber removido el café, saboreando el azúcar que se queda adherida a ella.

La manera en que me mira suplicante cuando aparece por la puerta cargando más bolsas de las que puede llevar, el modo en que me sonríe cuando la ayudo, la manera en que me mira con sus ojos brillantes; nunca me había fijado en sus ojos.

Castaños, del color de la avellana con unas motas de lo que parece verde oscuro en el centro, en la proximidad de la pupila; nunca me había dado cuenta de las diferentes expresiones que sus ojos pueden llegar a alcanzar; el brillo y la fuerza cuando está determinada a hacer algo, el modo en que me sonríen, la manera en que me acarician el alma... Una simple mirada que antes había pasado desapercibida completamente ahora me resulta imprescindible para poder vivir y despertar cada día.

Y sus gestos en la cocina, jamás creí que ver a una mujer en la cocina pudiera resultar tan… tan sexy, tan excitante, tan simplemente perfecto. Y el modo en que la encuentro a veces cuando llego a casa, sentada en el sofá leyendo un libro, casi tumbada, la manera en que me sonríe y se encoge de hombros mientras se disculpa por haber entrado… ¿es que aún no ha aprendido que no tiene que pedirme perdón por nada?

La quiero, sí, un Malfoy quiere a una Granger. ¿Qué más da? Todo lo que una vez odié, ahora es todo lo que quiero.

Estuvo conmigo cuando nadie más lo hizo; aprendió a estar a mi lado y a soportarme, y sé que eso es difícil; soy una persona de difícil trato, lo sé… pero cuando estoy con ella, todo cambia; no sé por qué, no sé desde cuando, pero todo cambia, todo es diferente… Ella me hace ser diferente y sonreír como un tonto enamorado.

Enamorado. Yo, Draco Malfoy estoy enamorado.

Jamás creí que pudiera decir esa frase completa. Pero ahora lo estoy haciendo. Jamás vi en mi casa lo que era el amor; la convivencia, el respeto, el cariño y la obediencia sí, por supuesto; pero jamás vi amor en mi casa. Creo que en un principio mis padres sí se quisieron, se amaron, he visto fotografías de ellos cuando eran jóvenes y sus ojos denotaban amor; quizá con el paso del tiempo fue cuando ese amor se convirtió en cariño y nada más que respeto, olvidando el amor que una vez sintieron.

Me he preguntado si a mí me pasará eso mismo alguna vez con Hermione, si el amor que sentimos ahora se enfriará alguna vez y morirá como ha muerto en mis padres; intenté preguntárselo una vez y encontré la respuesta tan pronto ella cruzó su mirada con la mía, sin necesidad de hacerle la pregunta.

Nunca. Nunca dejaremos de sentir lo que sentimos en estos momentos.

Ya es tarde, el reloj marca las doce de la noche; dentro de poco escucharé la puerta abrirse, como cenicienta, me dijo antes de marcharse, no la entendí hasta que busqué en su biblioteca un cuento infantil y lo leí, muggle, ¿qué se le va a hacer? Y cuando entre, yo la estaré esperando, sonriendo, contento de que vuelva a estar conmigo una hora más, un minuto, ¿qué más da si el tiempo se detiene cuando estamos juntos?

¿Quién lo iba a decir? Draco Malfoy enamorado… Resulta irónico, pero me gusta.

Agosto

No le he dicho nada a Draco; quiero que sea una sorpresa; recibí una carta del director Dumbledore, hace un par de días; me invita a que sea la asistente de la profesora McGonagall en Hogwarts durante el próximo curso; dice que sería una forma de investigar un poco más a fondo sobre el tema de las plantas medicinales que tanto me fascina, quiero buscar una cura para la licantropía y creo que la respuesta se encuentra en las plantas; la profesora Sprout ha dicho que estará encantada de ayudarme en mi investigación y mientras no esté con ella podré ser la asistente de la profesora McGonagall, ¿no es genial? Aunque tengo que admitir que me lo tuve que pensar.

En un principio creí que quería ser auror, quería estar con Ron y Harry hasta el final, siempre; ellos dos serán aurors, de Harry era algo más que evidente, de Ron me sorprendió, la verdad, creí que optaría por algo relacionado con el ministerio de magia, después de todo, su padre trabaja allí; supongo que por eso no ha optado por esa opción; es el menor de seis hermanos, creo que se ha cansado de estar siempre a la sombra de sus hermanos y ha decidido hacer algo que los demás no habían hecho; auror; por mucho que diga yo estoy convencida de que es para seguir estando cerca de Harry, después de todo, ellos dos son casi como hermanos.

Pero yo no quiero ser auror; creo… Suficientes aventuras he tenido ya en Hogwarts; aunque claro, pese a que no sea auror, siempre estaré con Harry y Ron; hasta el final, hasta el momento decisivo en que Harry tenga que enfrentarse a Voldemort; estaré con él, con ellos; es una decisión que tomé hace mucho tiempo y que voy a mantener hasta el final con el conocimiento de que nunca me arrepentiré de ello.

El director además me dijo que Draco había aceptado la plaza de asistente del profesor Snape y que empezaría ese curso como su ayudante en la elaboración de pociones; se lo agradecí infinitamente. Él no sabe que estaré allí, ni sabe que el director me contado que estará allí; será una sorpresa.

Draco estaba un poco frustrado porque no podía hacer mucho y lo sabía; no podía ir al mundo muggle porque allí se sentiría perdido y no podía estar en el mundo mágico porque sería presa fácil para cualquier mago oscuro; Hogwarts era el lugar perfecto para él, además, a él siempre le han gustado las pociones, adora al profesor Snape y lo respeta como maestro de pociones.

Y lo más importante es que estaremos juntos. Estoy segura de que todo ha sido idea del director Dumbledore, no sé como lo hace, pero siempre lo sabe todo.

Agosto; mañana es primero de septiembre y si había pensado que nunca más vería el tren escarlata de Hogwarts, me equivoqué. ¿Cuántas veces me he equivocado ya en este curso? No importa. No importa mientras él esté conmigo.

Termino de hacer el baúl y miro el reloj muggle que Hermione ha insistido en colgar en la habitación; falta media hora para que venga a verme; hemos quedado para hacer nada. Es lo que solemos hacer a veces, simplemente damos vueltas por el Londres muggle, ella me muestra sus rincones favoritos, los lugares de los que guarda un buen recuerdo por algún motivo, luego buscamos rincones para hacerlos nuestros.

Ella es especial; me abraza porque le apetece hacerlo, no porque le importe mi posición o mi apellido, a elle la importo yo, pocas veces he encontrado a alguien a quien le importe Draco, quizá por ello estoy tan enamorado de ella.

La lechuza que me compró Severus vuelve a ulular junto a la ventana; es la señal; siempre que Hermione aparece por la calle, "Somnus" ulula, contenta de que Hermione venga a casa, normal, ella la consiente demasiado, se lo he dicho muchas veces, pero ella se limita a mirarme, sacar la lengua de forma infantil y sigue mimándola; con razón la lechuza se vuelve arisca cuando ella se va.

No me importa, en realidad, sólo es un motivo y una excusa para discutir un rato de forma inocente. Echo de menos nuestras discusiones.

Bueno, seguimos discutiendo, por supuesto, creo que nunca dejaremos de discutir, a los dos nos gusta discutir; pero son discusiones diferentes de las que teníamos en Hogwarts; lo que antes terminaba con una bofetada, una maldición, un grito, un hechizo, unas lágrimas o la simple ignorancia de la presencia del otro, ahora termina con una mirada anhelante, una sonrisa acallada, un gesto tímido, una caricia en un brazo, un beso en la frente, unas manos entrelazadas, dos brazos que se rozan, mi mano en su mejilla y su mano en mi pecho y un te quiero que brota de los labios de los dos, sin habernos puesto de acuerdo en decirlo; ahora termina con el principio de algo.

Recibí ayer una lechuza del viejo director; me pide que pase este año en Hogwarts, como asistente de Severus, he aceptado. No porque no tenga un lugar donde ir, o porque me de miedo enfrentarme a un mundo oscuro que mis propios padres han ayudado a crear, sino porque sé que estará ella también.

He pasado demasiado tiempo con mi padre para aprender a leer entre líneas y saber cuando mienten y cuando no lo hacen; Dumbledore no me contó toda la verdad; me ofreció el puesto de ayudante de Severus sin contarme que Hermione había aceptado el de asistente de McGonagall; creo que ella quería darme una sorpresa, por eso lleva los últimos días sonriendo y mirándome de una forma distinta, divertida, pícara, traviesa; ella espera darme la sorpresa y no sabe que seré yo quien se la dé.

Abre la puerta con la llave que tiene, yo se la di, confío en ella. Y esta tarde volveremos a pasear por las calles del Londres muggle, y los dos sonreiremos y pasaré mi brazo por sus hombros para atraerla hacia mí, y le diré cien veces lo mucho que la quiero. Y ella no sabrá que yo sé donde estará mañana; y ella creerá que no me interesa porque no le preguntaré. Y se enfadará, la conozco; pero no importará, porque después de su enfado, vendrá su risa cristalina.

Y cuando esta noche esté en casa, solo, pensaré que un año completo, cuatro estaciones compartidas han sido suficiente para enamorarme de ella; y ya nada importará porque en unas horas, sólo unas horas, volveré a verla.

Y es que uno nunca sabe de quién se va a enamorar, pero cuando te enamoras de alguien, te das cuenta de que aunque antes no lo hayas visto, es la persona perfecta para ti.

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Bueno, que tal? Se acabó.

Espero que os gustara este último capitulo del minific.

Muchas gracias por todos los reviews que he recibido y espero que dejeis también para este capitulo, vale?

Bueno, alguien me comentó que le gustaría leer algo más mío, sólo teneis que entrar en mi perfil y os encontrareis con más historias mías; pasaros por allí y me decís que tal ok?

Un besito para todos, sed buenos, felices y seguid leyendo!

Nos leemos pronto!